Mensaje 65
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Lectura bíblica: Lv. 25:8-13, 23-24, 28, 39-41
En el mensaje anterior comenzamos a estudiar la definición del jubileo. Vimos que la palabra “jubileo” viene de la palabra hebrea yobel, la cual significa el toque de un cuerno, especialmente el son de una trompeta de plata. Por consiguiente, vino a representar el instrumento mismo y a la fiesta que introducía. En este mensaje estudiaremos más a fondo la definición del jubileo.
Para entender el jubileo tenemos que leer cuidadosamente Levítico 25:8-10. El toque de trompeta proclamó el jubileo. Pero ¿en qué año y en qué día del año se tocó la trompeta del jubileo? Algunos contestarán a tal pregunta diciendo: “Puesto que el jubileo era en el año cincuenta, se debió tocar la trompeta del jubileo en el primer día del año cincuenta”. La respuesta tal vez sea lógica, pero concuerda con el concepto natural, y no debemos introducir nuestras ideas naturales cuando leemos la Biblia.
Si leemos el libro de Levítico cuidadosamente, veremos que cada séptimo año debía de ser un año sabático. En dicho año no se sembraba, ni se segaba ni se vendimiaba. No se permitía a la gente trabajar, y la tierra tenía que estar en barbecho. Tanto la gente como la tierra disfrutaban del reposo. Este reposo, este sábado, debía repetirse cada siete años. En cuanto a los sábados, Levítico 25:8 dice: “Y contarás siete sábados de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete sábados de años vendrán a serte cuarenta y nueve años”. Levítico 25:9 dice: “Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra”. Note que este versículo empieza con la palabra entonces. Es difícil explicar el tiempo indicado por este “entonces”. ¿Cuándo fue este “entonces”? ¿Fue en el año cuarenta y nueve o en el año cincuenta?
Según Levítico 25:9 se proclamó el jubileo en el día de la expiación, que era en el mes séptimo a los diez días del mes. Fue necesario que se tocara la trompeta del jubileo en el día de la expiación porque el jubileo se basa en la redención. Sin la redención no puede haber el jubileo. Por lo tanto, la proclamación del jubileo debió comenzar desde el momento en que se efectuó la redención. En tipología, el día o la hora de la redención era representada por el día de la expiación, en el mes séptimo a los diez días del mes. El mes séptimo era el primer mes de la segunda mitad del año. En cuanto al toque de la trompeta del jubileo, tenemos que preguntar si esto ocurrió en el séptimo mes del año cuarenta y nueve o del año cincuenta.
Levítico 25:10 nos dice: “Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia”. Pregonar la libertad en la tierra es proclamar la liberación. Aquí vemos que esta libertad, esta liberación, tiene que ver con que cada hombre vuelva a su posesión y a su familia. No se trata de que la posesión se devuelva a cada hombre sino que cada cual regresa a su posesión.
Ahora que hemos leído estos versículos importantes, estudiemos la relación que existe entre tocar la trompeta del jubileo en el mes séptimo a los diez días del mes y santificar el año cincuenta como el año del jubileo. Levítico 25:9 indica que el año cuarenta y nueve está dividido en dos secciones de seis meses. En la mitad del año cuarenta y nueve se tocaba la trompeta del jubileo en el día de la expiación. El año cincuenta comenzaba seis meses después. Si se tocara la trompeta del jubileo en el año cincuenta y no en el cuarenta y nueve, entonces el jubileo habría comenzado seis meses después del comienzo del quincuagésimo año. Sin embargo, ése no fue el caso. Contrario a nuestro concepto natural, no se tocó la trompeta del jubileo en el primer día del primer mes del año cincuenta, sino en el mes séptimo a los diez días del mes de los cuarenta y nueve años. El versículo 8 habla del año cuarenta y nueve; el versículo 9, del toque de trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; y el versículo 10, de la santificación del año cincuenta. De este hecho vemos que el toque fue en el año cuarenta y nueve y la santificación no se efectuó en el mes séptimo del año cuarenta y nueve, sino al comienzo del año cincuenta. Esto quiere decir que el toque de la trompeta era una preparación, una etapa preliminar para el jubileo.
Hemos indicado que el día de la expiación representa la hora de la redención. El hecho de que se tocaba la trompeta del jubileo en el día de la expiación, se santificaba el año cincuenta y se pregonaba la libertad por toda la tierra, indica que fue necesario que primero Cristo muriera y luego se proclamara la liberación de la gente. En otras palabras, primero Cristo murió, y luego hubo la predicación genuina del evangelio. No se podía predicar el evangelio a menos que Cristo muriera. Por lo tanto, la proclamación, la predicación, del evangelio se basa en la muerte de Cristo. La proclamación del evangelio depende de la obra redentora de Cristo. Sin dicha obra, no habría base para proclamar el jubileo.
Según Levítico 25, el toque de la trompeta del jubileo tomó lugar seis meses antes del comienzo del año de jubileo. El jubileo comenzaba desde el primer mes del año cincuenta, pero se tocaba la trompeta del jubileo en la mitad del año cuarenta y nueve, seis meses antes. Cuando se aplica esto a nuestra experiencia espiritual, indica que la predicación del evangelio viene primero y el jubileo después. Muchos de nosotros podemos dar testimonio de que en nuestra experiencia de salvación oímos predicar el evangelio mucho antes de que fuéramos salvos. Se nos predicó el evangelio mucho antes de que entráramos en el jubileo.
Si leemos cuidadosamente Levítico 25:8-10, veremos que siempre se tocaba la trompeta antes del año del jubileo, lo cual significa que se proclamaba el jubileo en el mes séptimo del año cuarenta y nueve como preparación para el jubileo, el cual empezaba al comienzo del año siguiente. Comenzando con el primer mes del año, el quincuagésimo año era santificado como el año del jubileo.
Puedo dar testimonio de que en el caso mío la proclamación del evangelio me llegó por lo menos ocho años antes de que yo entrara en el jubileo. Oí predicar el evangelio cuando era niño. Sin embargo, no experimenté el jubileo sino hasta la edad de diecinueve años.
Muchos de nosotros pasamos por un período de preparación antes de que recibiéramos la salvación. ¿Pasó usted por este período de preparación antes de que entrara en el disfrute de la salvación, es decir, antes de que usted entrara en el jubileo? Hay algunos casos que son extraordinarios. En estos casos los santos entraron en el jubileo en el momento que oyeron el evangelio y conocieron al Señor Jesús. Pero no hay muchos casos así. La mayoría de los cristianos tuvieron un tiempo de preparación primero, y luego experimentaron el jubileo un poco después de escuchar el evangelio por primera vez.
En el caso de la mayoría de nosotros, primero oímos proclamarse el evangelio del jubileo. Entonces, más tarde en un tiempo santificado recibimos la salvación que Dios nos otorgaba y entramos en el jubileo. Al haber entrado, regresamos a nuestra posesión y a nuestra familia, es decir, volvimos a tener a Dios como nuestra posesión y regresamos a Su familia, Su casa.
Si queremos entender la definición del jubileo, necesitamos ver que el jubileo significa proclamar liberación y libertad. Primero, el jubileo consistía en proclamar la devolución de la tierra, la cual había sido vendida, a sus dueños. Referente a esto, Levítico 25:13 dice: “En este año de jubileo volveréis cada uno a vuestra posesión”. En este versículo vemos que esta devolución no consiste en que se devuelva la tierra al dueño, sino en que el dueño regresa a ella. Conforme a la manera en que el Señor lo dispuso, la tierra no se vendía como propiedad permanente; más bien podría ser redimido: “La tierra no se venderá como propiedad permanente, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros son para conmigo. Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesión otorgaréis redención por toda la tierra” (Lv. 25:23-24). En cuanto al hecho de que se devolvía la tierra que había sido vendida, Levítico 25:28 dice en continuación: “Mas si no consiguiere lo suficiente para que se la devuelvan, lo que vendió estará en poder del que lo compró hasta el año del jubileo; y al jubileo será libre, y él volverá a su posesión”.
En el año del jubileo no sólo se proclamó la devolución de la tierra que había sido vendida, sino que también se libró a aquel que se había vendido a la esclavitud. Levítico 25:39-41 habla sobre esto: “Y cuando tu hermano empobrecido, estando contigo, y se vendiere a ti, no le harás servir como esclavo. Como criado, como extranjero estará contigo; hasta el año del jubileo te servirá. Entonces saldrá libre de tu casa; él y sus hijos consigo, y volverá a su familia, y a la posesión de sus padres se restituirá”.
El jubileo tomaba lugar, por supuesto, en el quincuagésimo año. “El año cincuenta os será jubileo” (Lv. 25:11a). El año cincuenta ocurriría después de siete sábados de años, es decir, después de siete veces siete años. En tipología el sábado indica reposo. Por consiguiente, siete sábados de años equivale a siete veces siete reposos.
El año del jubileo debía comenzar en el primer día de un nuevo período de siete años, o en el año octavo. Del mismo modo en que el día de Pentecostés era en el día cincuenta, el primer día después de siete semanas, el jubileo era en el año cincuenta, el primer año después de siete semanas, o sea siete sábados, de años. En las Escrituras el día octavo representa la resurrección. El Señor Jesús resucitó en el día octavo, que fue el primer día de la semana. El hecho de que el jubileo tomara lugar en el año cincuenta indica que el reposo sobre reposo que culmina en la resurrección. Ahora en el jubileo neotestamentario, hemos entrado en dicho reposo.
Algunos tal vez digan que ellos están en el jubileo, pero no experimentan mucho reposo, ni tampoco están en resurrección. En vez de estar en resurrección, están en la vida natural. Mientras sigamos viviendo en la vida natural, no estaremos en el jubileo, pues éste viene después de siete sábados de años y en el año cincuenta, lo cual significa que el jubileo viene después del reposo y se halla en resurrección.
Si queremos disfrutar el jubileo, tenemos que estar en el año cincuenta. Esto requiere que todo lo pertinente a nuestra vida humana, por ejemplo, nuestra educación, debe ser considerada como un asunto de los siete sábados de años anteriores. Entonces cuando estemos en el año cincuenta, estaremos en el jubileo.
En los cuarenta y nueve años antes del jubileo, algunos israelitas vendieron sus tierras y se vendieron a sí mismos. Asimismo, en nuestra experiencia durante los siete sábados de años anteriores, vendimos nuestras posesiones e incluso a nosotros mismos. Pero cuando llegase el año cincuenta, ya no existirá venta alguna; más bien, todo estará en resurrección. Las cosas viejas pasan, y toda cosa es hecha nueva. En las palabras de Pablo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva creación es; las cosas viejas pasaron; he aquí son hechas nuevas” (2 Co. 5:17).
Ya vimos que según Levítico 25:9, se proclamó el jubileo en el mes séptimo a los diez días del mes, en el día de la expiación. Esto indica que el jubileo se basa en la obra redentora completa que Dios efectuó en Cristo.
En cuanto al año de jubileo Levítico 25:11b-12 dice: “No sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos no podados, porque es jubileo; santo será a vosotros; comeréis lo que el campo dé en sí”. Aquí vemos un requisito fuera de lo común, que en el año del jubileo la gente no debía sembrar, segar, ni vendimiar, sino que tenía que comer de lo que el campo daba en sí. Esto no significa que debemos disfrutar de las riquezas de Cristo sin trabajar. Tal entendimiento concuerda con el pensamiento natural. El hecho de que se diga que no se siembra, ni se siega ni se vendimia significa que no debemos laborar en Cristo de una manera natural ni por nuestra fuerza natural.
En toda religión se anima a las personas a esforzarse por comportarse, por mejorarse y por hacer buenas obras. Esto equivale a “sembrar”, “segar” y “vendimiar”. Pero conforme a lo que Dios dispuso, en el jubileo neotestamentario, debemos cesar nuestra labor y no confiar en ella con respecto al disfrute de Cristo. En vez de laborar de una manera natural, es decir, sembrar, segar y vendimiar por nuestra propia cuenta, debemos simplemente disfrutar de las riquezas de Cristo.
Levítico 25:10 habla de la santificación del año cincuenta. Vemos que el jubileo era un año santo, un año santificado para Dios y también para nosotros. En otras partes, el año de jubileo se llama el año agradable del Señor. Según Lucas 4:18 y 19, el Señor Jesús, estando en la sinagoga, leyó Isaías 61:1-2: “El Espíritu del Señor está sobre Mí, por cuanto me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres; me ha enviado a proclamar a los cautivos libertad, y a los ciegos recobro de la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año agradable del Señor”. Dicho año, era el año en el cual el Señor aceptaba a Su pueblo que se había perdido y que regresaba a El. Por lo tanto, desde el punto de vista del Señor, el año del jubileo era el año agradable.
El año del jubileo era un año santo, y también el año agradable. Era un año en que se proclamaba la libertad a todo el pueblo, y era la hora de libertad, de reposo, de disfrute y de satisfacción.
Hicimos notar en otros mensajes de este Estudio-vida que la proclamación del jubileo que el Señor Jesús hace en Lucas 4, gobierna todo el Evangelio de Lucas. En realidad, toda la era neotestamentaria es el jubileo; es el período en que se proclama la libertad a todos los que perdieron sus posesiones y quienes se vendieron a la esclavitud. Hoy proclamar el evangelio equivale a hacer regresar a estas personas a su posesión y a su familia, es decir, hacerles regresar a Dios y a Su familia, Su casa.
En este mensaje y en el anterior hemos dado una definición del jubileo, la cual se basa en la descripción dada en Levítico 25. En los mensajes siguientes, veremos la aplicación de este jubileo en el Nuevo Testamento.