Mensaje 67
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Lectura bíblica: Lv. 25:9-13, 39-41, 54; Sal. 16:5; 90:1; Ef. 2:12; Hch. 26:18; Ef. 1:14; Col. 1:12; Lc. 15:12-23; Ro. 7:14b; Jn. 8:34, 36; Ro. 6:6-7; 8:2; Gá. 5:1
En este mensaje continuaremos estudiando las bendiciones del jubileo. Hemos indicado en el mensaje anterior que la primera de las dos bendiciones principales del jubileo consisten en que los que perdieron su herencia pueden regresar a su posesión (Lv. 25:9-13). Dios tenía la intención de ser la posesión del hombre (Sal. 16:5; 90:1), pero debido a que el hombre cayó, perdió a Dios (Ef. 2:12). Sin embargo, el jubileo de Dios trae al hombre de nuevo a Dios, quien es su herencia (Hch. 26:18; Ef. 1:14; Col. 1:12; Lc. 15:12-23). Prosigamos con la segunda bendición principal del jubileo.
La segunda bendición del jubileo consiste en que los que se vendieron como esclavos son liberados de la esclavitud (Lv. 25: 39-41, 54). Conforme al tipo presentado en Levítico 25, un israelita puede llegar a ser tan pobre que tiene que vender su posesión. Luego, entra en una pobreza tan extrema que incluso se vende a sí mismo. Al perder a sí mismo se convierte en un esclavo.
Aquel que se vendió a la esclavitud podía intentar redimirse a sí mismo. Sin embargo, si no podía redimirse antes del año del jubileo, él tenía que ser liberado en dicho año. “Y si no se redimiere por alguno de estos medios, en el año del jubileo saldrá libre, él y sus hijos con él” (Lv. 25:54). Esto quiere decir que en el año cincuenta, en el año del jubileo, aquel que se vendió como esclavo era liberado de su esclavitud.
El cuadro presentado en Levítico 25 es muy significativo. Este cuadro indica que desde el momento de la caída, el hombre se vendió a sí mismo como esclavo, en particular, como esclavo del pecado. Aunque el hombre intentó redimirse, no estaba capacitado para hacerlo. En las dispensaciones de la conciencia, el gobierno humano, la promesa y la ley humanas, el hombre no pudo redimirse. Pero luego vino la dispensación de la gracia, una dispensación tipificada por el año cincuenta. En esta dispensación el hombre caído puede ser liberado del cautiverio.
El Nuevo Testamento revela que el hombre caído se vendió al pecado, siendo su esclavo. En Romanos 7:14 Pablo declara: “Soy de carne, vendido al pecado”. En Juan 8:34 el Señor Jesús dice: “De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que comete pecado, esclavo es del pecado”. El jubileo de Dios libera al hombre caído del pecado. Por esta razón, el Señor dice: “Así que, si el Hijo os liberta, seréis verdaderamente libres”. Además, en Romanos 6:6 y 7 Pablo nos dice: “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con El para que el cuerpo de pecado sea anulado, a fin de que no sirvamos más al pecado como esclavo. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado”. Luego, en Romanos 8:2 Pablo añade: “La ley del Espíritu de vida me ha librado en Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte”. Además, según Gálatas 5:1, el jubileo de Dios nos libera de la esclavitud de la ley.
Consideremos una vez más el significado del año del jubileo, que es el año cincuenta. Levítico 25:8 dice: “Y contarás siete sábados de años, siete veces siete años, de modo que los días de los siete sábados de años vendrán a serte cuarenta y nueve años”. Conforme al versículo 10, se tenía que santificar “el año cincuenta”, y pregonar “libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia”. Podemos decir que los siete sábados de años mencionados en el versículo 8, o sea, siete veces siete años, equivalen también a siete “semanas” de años (véase Dn. 9:24-26). En la Biblia, una semana, o sea, un período de siete días, representa un período completo. Por ejemplo, en el transcurso de siete días, Dios creó el universo y todo lo que hay, y luego reposó. Por consiguiente, los siete días de una semana indican un período completo.
Al decir que una semana representa un período completo, la duración de nuestra vida cristiana también es considerada como una semana. La semana de nuestra vida cristiana está representada por la fiesta de los panes sin levadura. En Exodo 12 vemos que la fiesta de los panes sin levadura duró siete días. En el Estudio-vida de Exodo hemos indicado que los siete días de la fiesta de los panes sin levadura representan todo el transcurso de nuestra vida cristiana, que va desde el momento en que somos salvos hasta el momento en que nuestro cuerpo sea redimido.
El jubileo no vino al final de una semana de años, sino después de un transcurso de siete semanas de siete años. El año después de siete semanas de siete años era, por supuesto, el año cincuenta, es decir, el primer año de la octava semana de siete años.
En la Biblia el número ocho representa la resurrección. El Señor Jesús fue resucitado en el octavo día, o sea, en el primer día de la semana. Al guardar este principio, el primer año de cada semana, o nuevo período de siete años era el octavo año, y este octavo año podía considerarse un año de resurrección. El año de jubileo era el séptimo “octavo año”. Esto quiere decir que este año, el cual es el año cincuenta, representa siete veces la resurrección.
El principio del jubileo ocurre en el año cincuenta es lo mismo que el del día de Pentecostés, que ocurre en el día cincuenta. El día de Pentecostés era en el séptimo octavo día, así como el año del jubileo era en el séptimo octavo año. Después del transcurso de siete días llegaba el día de Pentecostés, y después de siete años llegaba el año del jubileo.
Apliquemos ahora esto a nuestra experiencia de salvación. Así como el año del jubileo llegaba después de completarse siete años, muchos de nosotros experimentamos salvación solamente después de haber pasado por varios “períodos” en la vida humana. Por un lado, es magnífico ser salvo siendo joven, o sea, en nuestra juventud. Pero por otro lado, ser salvo después de haber pasado diferentes períodos en la vida humana también tiene sus ventajas. Por ejemplo, suponga que un hombre es salvo a los cincuenta años. El ha pasado a través de varios cursos: la juventud, la universidad, el matrimonio y el avance en su carrera profesional. Por haber pasado por todos estas experiencias, cuando se salva experimenta un verdadero jubileo. Durante muchos años, indicado por las siete semanas de años antes del año del jubileo, es posible que intentó redimirse, pero sin éxito. Entonces un día oye la proclamación del jubileo por medio de la predicación del evangelio, y se salva. Llega a un punto que odia y desprecia todo lo que había experimentado en su vida. Ahora disfruta la liberación del jubileo.
Una persona que se salva siendo joven, quizás a la edad de doce, posiblemente no sepa lo que significa el jubileo. Tal vez le da lo mismo si hay o no hay jubileo, puesto que no ha pasado por diferentes períodos de su vida. Pero uno que ha pasado por muchos períodos, sin duda, apreciará el jubileo.
En cierto sentido, cuanto más temprano una persona sea salva, mejor. Ciertamente no debemos demorar la predicación del evangelio. Mi punto aquí consiste en que cuando un individuo se salva siendo mayor de edad, él disfrutará más del jubileo que uno que se salva siendo niño. Suponga que un niño se salva a la edad de seis años. Puesto que no ha pasado ni siquiera por uno o dos períodos en la vida humana, no puede apreciar mucho el jubileo. Pero uno que ha pasado por muchos en la vida apreciará mucho lo que significa ser salvo.
No me mal entienda y piense que los anime a que esperen para ser salvos. Los que son salvos siendo jóvenes es tienen la oportunidad de aprender más sobre la Biblia y experimentar y disfrutar más al Señor. Desde este punto de vista, es mejor que una persona sea salva siendo joven. No obstante, los que son salvos de mayor edad tienen la oportunidad de disfrutar más del jubileo.
Suponga que cierta persona nunca ha vendido su posesión ni tampoco se ha vendido a la esclavitud. Cuando esta persona oye proclamar el jubileo, no experimentará ningún gozo, porque el jubileo no significaría nada. Sin embargo, una persona que ha perdido su posesión y a sí mismo se regocijará en el año del jubileo. Cuanto más haya perdido una persona, más disfrutará el jubileo.
Hace años, conocí a un hermano cuya experiencia demuestra el punto que estamos presentando aquí en cuanto al disfrute del jubileo. Este hermano antes de que fuera salvo había sido un fumador de opio por más de cuarenta años. Un día fue salvo y fue liberado de su hábito de fumar opio. Para él esto fue verdaderamente un jubileo.
Este hermano siempre llevaba dos fotos de sí mismo: una foto de él como fumador de opio y otra, como cristiano. En la foto de fumador de opio se le veía enfermizo y mal nutrido; pero como cristiano se le veía sano y fuerte. Cuando testificaba enseñaba estas dos fotos y preguntaba a las personas cuál les gustaba más. Por supuesto, siempre preferían la foto del cristiano. Luego, este hermano explicaba lo que estas dos fotografías significaban, que una era la foto de él antes de ser salvo y la otra, después de que se hizo cristiano. El estaba contento al dar el verdadero testimonio del jubileo.
Uno que es salvo siendo niño no puede testificar en cuanto al jubileo así como lo hizo el hermano que había sido fumador de opio. Puesto que un niño no ha experimentado lo suficiente en la vida, en el cual intentó redimirse, no tendrá mucho que decir en cuanto al gozo del jubileo. Por lo tanto, ser salvos siendo mayor tiene su ventaja, y ésta consiste en el disfrute del jubileo.
El año del jubileo, el año cincuenta, solamente puede venir después de que haya transcurrido siete semanas de años. Se puede experimentar sólo después de varios períodos en la vida humana. Es decir, que el jubileo posee una bendición que nadie puede obtener por su propio esfuerzo. Uno puede, en el transcurso del tiempo, intentar volver a su posesión y redimirse de la esclavitud. Pero por sí mismo no lo puede hacer. El jubileo proviene únicamente de Dios. Dios hace que volvamos a nuestra posesión, y Dios nos libera de nuestro cautiverio.
Fui salvo a la edad de diecinueve años. Antes de que recibiera al Señor Jesús, intenté ser bueno. Crecí en el cristianismo, y me enseñaron la Biblia. Sabía que tenía que ser bueno, pero no importaba cuánto me esforzaba, no podía ser lo. Incluso intenté tornarme a Dios pero no podía. Pero un día experimenté el jubileo. Dios entró en mi y me introdujo en el disfrute del jubileo. En ese día disfruté ricamente del jubileo. Dios hizo que yo regresara a El como mi posesión y fui liberado de mi esclavitud.
Hemos visto que los dos bendiciones principales del jubileo consisten en volver a nuestra posesión y ser liberados de la esclavitud. En el Nuevo Testamento estas son dos bendiciones principales del evangelio. El evangelio menciona que volvimos a Dios por El mismo, quien es nuestra posesión y que El nos liberó del cautiverio, de la esclavitud, especialmente de la esclavitud del pecado. El cautiverio del pecado es la peor clase de cautiverio. Los que viven en pecado están atados de muchas maneras. Pero cuando una persona se libera del pecado, también se libera de muchas cosas. Cuando fuimos liberados del pecado, también fuimos liberados de la esclavitud de la ley.
Por la misericordia del Señor, puedo testificar que disfruto a Dios como mi posesión, mi comida, mi casa, mi ropa y mi transporte. También puedo testificar que he sido liberado del cautiverio. Soy liberado de la esclavitud del pecado y del cautiverio de la ley y de la religión. ¡Alabado sea el Señor por las bendiciones del jubileo!
Tenemos que aplicar este entendimiento cuando leemos el Evangelio de Lucas. Si leemos Lucas con dicho entendimiento, este Evangelio se convertirá en un libro nuevo. En las parábolas y en los casos registrados en el Evangelio de Lucas veremos las bendiciones del jubileo. Nos daremos cuenta de que el jubileo proclamado por el Salvador-Hombre en el capítulo cuatro de Lucas es un principio que gobierna todos los capítulos posteriores.
Todos nosotros tenemos que aprender a disfrutar del jubileo. Cuando lo disfrutamos, estaremos capacitado para salir a proclamar el jubileo. Tocaremos la trompeta del evangelio y diremos a los demás que ahora es la hora en que Dios les va a recibir, es decir, que ahora es el momento de que ellos regresen a Dios, quien es la posesión de ellos, y ser liberados de toda clase de esclavitud, cautiverio y ataduras. Aquellos que regresaron a Dios y que fueron liberados del cautiverio son libres para disfrutar a Dios. Proclamar esto consiste en tocar la trompeta del jubileo, anunciar el jubileo de la economía neotestamentario de Dios. Que todos disfrutemos de las bendiciones del jubileo y así, anunciar el jubileo como evangelio.