Mensaje 1
Lectura bíblica: Mal. 1:1-14; 2:1-17; 3:1-4
En este mensaje comenzaremos a considerar la profecía de Malaquías. El libro de Malaquías es la palabra de conclusión del Antiguo Testamento.
Las palabras de introducción están en Malaquías 1:1.
En hebreo Malaquías significa “Mi mensajero”, lo cual indica que Malaquías era un mensajero de Dios con el fin de ministrar la palabra de Jehová a Su pueblo, Israel.
El período de tiempo en que transcurrió el ministerio de Malaquías fue alrededor del año 430 a. C., en tiempos de Nehemías.
El lugar donde desempeñó su ministerio fue Jerusalén.
El destinatario de su ministerio fueron los israelitas que habían retornado.
El tema de su ministerio es que Jehová aplica Su trato a los hijos de Leví (los sacerdotes en medio de Israel) y a los hijos de Jacob (el pueblo de Israel).
El pensamiento central de la profecía de Malaquías consiste en corregir a los sacerdotes que sirven en Israel con miras a la venida de Cristo como Mensajero de Dios y aconsejar al pueblo de Israel con miras a la manifestación de Cristo como Sol de justicia.
En Malaquías Cristo es revelado en Su primera venida como Mensajero de Dios (3:1-3) y en Su segunda venida como Ángel del pacto (3:1) y como Sol de justicia (4:1-3).
El libro de Malaquías tiene cuatro secciones: palabras de introducción (1:1); el amor de Jehová hacia Jacob (1:2-5); Jehová aplica Su trato a los hijos de Leví (1:6—3:4); y Jehová aplica Su trato a los hijos de Jacob (3:5—4:6).
Malaquías 1:2-5 habla del amor de Jehová hacia Jacob.
En los versículos 2b y 3a Jehová pronuncia palabras muy francas con relación a Jacob y Esaú. Él dice: “Amé a Jacob; pero a Esaú aborrecí”.
Jehová procede a decir que Edom (el país de Esaú) sería llamado territorio de maldad y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre (vs. 3b-4). Tanto el lugar como el pueblo que lo habitaba eran desagradables para Dios.
El versículo 5 dice: “Vuestros ojos lo verán, y vosotros mismos diréis: Jehová ha sido engrandecido más allá de las fronteras de Israel”. Aquí “más allá de las fronteras de Israel” significa fuera de dicho territorio. Aunque la nación de Edom ha sido condenada y el pueblo de Edom es objeto de la indignación de Dios, incluso en Edom, fuera de Israel, Jehová será engrandecido.
En 1:6—3:4 vemos que Jehová aplica Su trato a los hijos de Leví, esto es, aplica Su trato a los sacerdotes.
Malaquías 1:6-14 habla sobre la degradación de los sacerdotes.
La degradación de los sacerdotes fue vista primero en que ellos menospreciaron el nombre de Jehová y Su mesa (vs. 6-7, 12-13a). Ellos no sintieron aprecio por el nombre de Jehová ni por el disfrute de Su mesa.
Los sacerdotes presentaron a Jehová ofrendas contaminadas, ofrendas de animales que estaban ciegos, cojos o enfermos (v. 8). Ellos trajeron lo hurtado, lo cojo y lo enfermo, y lo ofrecieron como sacrificio (v. 13b). Por tanto, Jehová dijo: “Maldito sea el que engaña, el que tiene un macho en su rebaño, y cuando hace voto, ofrece al Señor lo manchado” (v. 14a).
Jehová no se deleitaba en recibir sus ofrendas contaminadas; por el contrario, Él las aborrecía (vs. 9-10).
En los versículos 11 y 14b se habla acerca de la grandeza del nombre de Jehová entre las naciones. En el versículo 11 el Señor dijo que Su nombre será grande entre las naciones, y en el versículo 14b Él declaró que Su nombre es temido entre las naciones.
Los sacerdotes quebrantaron los mandamientos de Jehová y corrompieron el pacto de Jehová. Esto hizo que la maldición de Jehová viniera sobre ellos (2:1-9).
Los versículos del 10 al 12 nos hablan de la perfidia de Judá (en realidad de los sacerdotes, que vivían en Judá y servían en Jerusalén) entre hermanos y su profanación para con Jehová.
En los versículos del 13 al 17 vemos que Jehová aborrece la perfidia del hombre (refiriéndose principalmente a los sacerdotes) para con su esposa.
Los versículos 13 y 14 indican que la perfidia de un sacerdote para con su esposa daña su sacerdocio. Probablemente algunas de las esposas que sufrieron maltratos vinieron y lloraron ante el altar (vs. 13a, 14). Debido a esto, el sacrificio procedente de las manos de los sacerdotes ya no era visto ni aceptado con gusto por Jehová (v. 13b). Aquí vemos un asunto muy importante. Si un siervo del Señor no puede llevar una vida apropiada en relación con su esposa, su servicio será anulado.
Todo joven tiene que considerar su matrimonio muy cuidadosamente. Todos los hermanos y hermanas son sacerdotes. Si no podemos vivir llevándonos bien con nuestra esposa, ¿cómo podríamos servir en la iglesia? Si nuestra vida matrimonial no es la apropiada, nuestro sacerdocio será aniquilado; tal sacerdocio será hecho nulo.
En el versículo 15 Malaquías procede a decir que en el matrimonio, Dios hizo del esposo y la esposa uno solo a fin de producir “la descendencia de Dios”, esto es, hijos piadosos.
Jehová aborrece el divorcio; y el que se divorcia de su esposa se conduce con violencia (v. 16). A los ojos de Dios, el divorcio es un acto de violencia.
Según el versículo 17, los sacerdotes hicieron cansar a Jehová con sus palabras. Ellos le cansaron diciendo: “Todo el que hace mal es bueno a los ojos de Jehová, y en los tales Él se complace; o: ¿Dónde está el Dios de la equidad?”. Tales palabras representaban acusaciones injustas.
El trato que Jehová aplicó a los hijos de Leví tenía por finalidad refinar y purificar a los sacerdotes en Su venida como Mensajero de Jehová (3:1-4).
Esta profecía tiene un cumplimiento triple.
En primer lugar, esta profecía fue cumplida al venir el profeta Malaquías, quien tipifica a Cristo como Aquel que viene.
En segundo lugar, esta profecía se cumplió en la primera venida de Cristo con Juan el Bautista, un precursor de Cristo (Mt. 11:7-13). En Su primera venida, Cristo vino como el Mensajero e, incluso, como el mensaje enviado por Dios a corregir, refinar y purificar a los sacerdotes. En los Evangelios, el Señor Jesús con frecuencia reprendía a los sacerdotes.
En tercer lugar, esta profecía se cumplirá en la segunda venida de Cristo con Elías, un precursor de Cristo (Is. 40:3-5, 9-11; Mt. 17:11; Ap. 11:3-4).
Cristo vendrá súbitamente como Ángel del pacto, a quien el pueblo de Israel busca y el pueblo de Israel desea (Mal. 3:1; Hag. 2:7a).
La súbita venida de Cristo como Ángel del pacto tendrá por finalidad hacer cumplir con respecto a Israel el pacto que Él promulgó mediante Su muerte (Mt. 26:28). Él vino a la manera de un Ángel a fin de servir a Dios dando forma al nuevo testamento. Cuando el Señor Jesús estableció Su mesa la noche en que fue traicionado, Él nos dijo que promulgaba el nuevo pacto: “Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre” (Lc. 22:20). Por tanto, de este modo Él daba forma al nuevo testamento, según el cual Dios está obligado a impartirse en nuestro ser para ser nuestra vida, nuestra ley de vida y nuestro todo como nuestro contenido interior. Aunque el Señor Jesús promulgó el nuevo pacto hace unos dos mil años, en términos generales el pueblo judío no se ha beneficiado del mismo. En lugar de ello, el beneficio ha sido para los gentiles. Sin embargo, cuando Cristo regrese, Él vendrá como Ángel del pacto a fin de cumplir Su pacto en los judíos que se arrepintieron y creyeron. En ese tiempo, ellos llegarán a ser beneficiarios del nuevo pacto.
Cristo también vendrá para refinar y purificar a los hijos de Leví, principalmente a los sacerdotes, al venir como fuego de fundidor y jabón de bataneros, de modo que ellos puedan ofrecer a Dios el sacrificio apropiado (Mal. 3:2-4). En el milenio, los judíos arrepentidos que hayan sido regenerados mediante el nuevo pacto serán los sacerdotes que atenderán a todas las naciones. Para esto, ellos tendrán necesidad de ser refinados y purificados en gran manera. Por tanto, en Su segunda venida, Cristo renovará a Israel, lo santificará y lo transformará para que ellos sean Sus sacerdotes refinados y purificados.