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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Marcos»
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Mensaje 46

LA MUERTE Y LA RESURRECCION QUE EL SALVADOR-ESCLAVO EXPERIMENTO PARA CUMPLIR LA OBRA REDENTORA DE DIOS

(1)

  Lectura bíblica: Mr. 14:43-72; 15:1-15

  En este mensaje empezaremos a examinar la muerte y la resurrección que el Salvador-Esclavo experimentó para cumplir la obra redentora de Dios (14:43—16:18).

SE PREPARA PARA MORIR

  Se puede decir que la muerte de Cristo comenzó desde el momento en que fue arrestado. Antes de que llegara Judas junto con los que arrestaron al Señor Jesús, el Señor oraba en Getsemaní en cuanto a Su muerte. Como ya dijimos, el Señor vino a Judea procedente de Galilea a propósito para ser crucificado. Así que, en realidad no fue Judas quien lo entregó; más bien, El mismo se entregó a los que le arrestaron.

  El Señor sabía, aun mientras se encontraba en Galilea, que le era necesario ir a Jerusalén para que se le diera muerte en el día de la Pascua. Después de llegar a Jerusalén, preparó las circunstancias, a Sus discípulos y aun a los opositores, para Su muerte. Los opositores tramaron matarle. Marcos 14:1 dice que los principales sacerdotes y los escribas buscaban astutamente cómo prenderle y darle muerte. Ellos dijeron: “No en la fiesta, no sea que haya alboroto del pueblo” (14:2). Pero para que se cumpliera el tipo del Cordero pascual, el Señor fue crucificado justo en el día de la Pascua, a pesar de que Sus opositores procuraron evitarlo. El propio Señor preparó lo necesario para que se le diera muerte en el momento preciso.

  Durante la fiesta de la Pascua, el Señor Jesús dijo a Sus discípulos que uno de ellos le traicionaría: “De cierto os digo que uno de vosotros me va a traicionar, uno que está comiendo conmigo” (14:18). Poco después, se evidenció que esa persona era Judas, el cual, por más malo que haya sido, seguía siendo un ser humano y sintiéndose avergonzado de permanecer con el Señor y los discípulos salió de ahí. Más tarde fue al sumo sacerdote y posteriormente llevó consigo a una multitud al lugar donde arrestaron al Señor Jesús.

  Una vez que Judas se marchó, el Señor instituyó Su cena, pues sabía que en pocas horas sería arrestado, juzgado, sentenciado a muerte y crucificado.

  Después de que el Señor instituyera Su cena, llevó a Sus discípulos al huerto. Se dirigió al lugar más propicio para ser arrestado, lo cual indica que El mismo se entregó a los que lo arrestaron.

HACE LA VOLUNTAD DE DIOS

  En Getsemaní, el Señor Jesús oró: “Abba, Padre, todas las cosas son posibles para Ti; aparta de Mí esta copa; mas no lo que Yo quiero, sino lo que Tú” (14:36). A lo largo de los siglos, muchos maestros han hablado acerca de la oración que el Señor hizo en cuanto a la voluntad de Dios. Pero no son muchos los que han visto cuál es específicamente la voluntad de Dios en 14:36.

  Si queremos saber cuál es la voluntad de Dios en este versículo, es preciso estudiar Hebreos 10, donde dice que el Señor Jesús vino para hacer la voluntad de Dios. Se cree comúnmente que esto significa que el Señor Jesús vino a realizar toda Su obra según la voluntad de Dios. Pero por el contexto de Hebreos 10 vemos que la voluntad de Dios alude específicamente al reemplazo de las ofrendas. La voluntad de Dios consistía en enviar a Cristo a la tierra para que reemplazara las ofrendas consigo mismo.

  En el Antiguo Testamento se ofrecían muchos sacrificios a Dios, y ahora El enviaba a Su Hijo Jesucristo para que los reemplazara todos. La voluntad de Dios era que Cristo muriera como reemplazo de todas las ofrendas. El Señor Jesús sabía esto, y por esta razón oró: “No lo que Yo quiero, sino lo que Tú”.

  El Señor Jesús, después de orar en Getsemaní, estaba preparado para ser arrestado, juzgado, sentenciado y muerto. Todas las cosas y todas las personas habían sido preparadas, y El había tenido comunión íntima con el Padre. Al orar de esta manera, le fue confirmado que la voluntad de Dios era que muriera para que reemplazara todas las ofrendas. Así que, después de orar, estaba preparado para ser arrestado por los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas.

ARRESTADO Y JUZGADO

  Marcos 14:43-52 habla de cómo fue arrestado el Señor Jesús. En el versículo 49 el Señor dijo a los que vinieron a prenderle: “Día tras día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Pero cúmplanse las Escrituras”. Los que se oponían a Dios, abandonándolo y ofendiéndolo, tenían temor del pueblo, el cual acogía al Salvador-Esclavo (11:7-11) y se alegraba de Sus palabras (12:37). Por esta razón no se atrevían a arrestarle durante el día ni en un lugar público como el templo. Más bien, le arrestaron a escondidas, ya muy entrada la noche (14:1), como si se tratase de un ladrón (14:48).

  Marcos 14:53—15:15 describe cómo juzgaron al Salvador-Esclavo. Primero lo juzgaron los líderes judíos, representantes del pueblo judío (14:53-64), y luego, el gobernador romano, el cual representaba a los gentiles (15:1-15).

  Marcos 14:53 dice: “Llevaron a Jesús al sumo sacerdote; y se reunieron todos los principales sacerdotes y los ancianos y los escribas”. Al Salvador-Esclavo lo arrestaron como si fuera un ladrón (v. 48) y como cordero fue llevado al matadero (Is. 53:7).

  En 14:55-60 vemos que el Señor Jesús no respondió nada a los que falsamente testificaban contra El. “El callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres Tú el Cristo, el Hijo del Bendito?” (v. 61). El aturdido sumo sacerdote que servía a la religión que había abandonado a Dios y a la cual éste había abandonado, llamó a Dios “el Bendito” para mostrar cuánto lo reverenciaba y lo honraba. El Salvador-Esclavo no quiso responder a las falsas acusaciones de Sus críticos en cuanto a Su conducta, pero respecto a Su persona divina, Su deidad, no se quedó callado, sino que contestó clara y definitivamente (v. 62), afirmando Su deidad, la cual se halla en Su humanidad, al declarar que como Hijo del Hombre se sentaría a la diestra de Dios.

  Los versículos 63-64 dicen: “Entonces el sumo sacerdote, rasgando su vestidura, dijo: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece? Y todos ellos le condenaron, declarando que era digno de muerte”. Los ciegos opositores condenaron al Salvador-Esclavo diciendo que blasfemaba porque se atribuía la deidad. No se daban cuenta de que en realidad ellos eran los que blasfemaban contra Dios, quien en aquel momento era la persona misma a quien calumniaban y de quien se burlaban.

  El versículo 65 dice: “Y algunos comenzaron a escupirle, y a cubrirle el rostro y a darle de puñetazos, y a decirle: ¡Profetiza! Y los alguaciles le recibieron a bofetadas”. Esto fue el rechazo máximo que los judíos manifestaron hacia el Salvador-Esclavo, según se profetizó en Isaías 53:3.

ENTREGADO A PILATO

  Marcos 15:1 añade: “Tan pronto como amaneció, celebraron consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el sanedrín; y después de atar a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato”. Bajo la soberanía de Dios, el Salvador-Esclavo fue juzgado no sólo por los líderes judíos (14:53-65), como oveja delante de sus trasquiladores (Is. 53:7), sino también por el gobernador romano en 15:1-15, como criminal delante de sus acusadores (14:64). Fue juzgado tanto por los líderes judíos como por el gobernador romano con el fin de que muriera por los pecadores, dando Su vida en rescate (10:45) no sólo por los judíos, representados por sus líderes, sino también por los gentiles, representados por el gobernador romano.

SENTENCIADO A SER CRUCIFICADO

  Marcos 15:15 dice que Pilato, queriendo satisfacer a la multitud, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado. Esto dejó en evidencia totalmente la oscuridad y la injusticia de la política humana. Fue el cumplimiento de lo que se profetizó en Isaías 53:5 y 8 tocante al sufrimiento del Salvador-Esclavo.

  La pena de muerte que aplicaban los judíos consistía en apedrear a las personas (Lv. 20:2, 27; 24:14; Dt. 13:10; 17:5). La crucifixión era una práctica pagana (Esd. 6:11) adoptada por los romanos sólo para la ejecución de esclavos y de los peores criminales. La crucifixión del Señor Jesús no sólo cumplió las profecías del Antiguo Testamento (Dt. 21:23; Gá. 3:13; Nm. 21:8-9), sino también lo que dijo el propio Señor en cuanto al modo en que moriría (Jn. 3:14; 8:28; 12:32). Esto no se habría cumplido si El hubiese sido apedreado.

  En 14:43—15:15 se narran las experiencias del Señor Jesús y de Pedro. Estas ocurrían simultáneamente. Al mismo tiempo que el Señor Jesús era juzgado, a Pedro también se le juzgaba. El hecho de que el Señor fuera puesto a prueba por los líderes judíos y por el gobernador romano constituye una señal contundente de que todo el mundo le puso a prueba. El Señor fue juzgado por los judíos según su ley y por los gentiles según la ley romana.

  En cuanto al Señor Jesús, por supuesto, no había nada digno de juicio. En cuanto a Pedro, por el contrario, quedó en evidencia que él era totalmente culpable. El relato del Evangelio de Marcos combina el juicio que los judíos y los gentiles le hicieron al Señor Jesús y el hecho de que se pusiera de manifiesto la condición de Pedro y que fuera juzgado.

  Debemos ver que tanto Pedro como el Señor Jesús fueron crucificados. Y se puede decir que Pedro fue predestinado y designado para ser nuestro representante.

  Con relación a la crucifixión de Jesús, todo lo acontecido fue el cumplimiento ya sea de algún tipo o de algunas profecías del Antiguo Testamento. Ya dijimos que el Señor fue crucificado en el día de la Pascua como cumplimiento de la tipología del cordero pascual. El fue arrestado por la noche. Según el calendario judío el día no comenzaba en la mañana sino en la tarde. El Señor Jesús participó de la pascua en la noche del día en que se celebraba la Pascua, lo cual significa que la comió en la primera parte del día. Luego, después de instituir Su cena se fue a Getsemaní a orar.

  Ya avanzada la noche, el Señor fue arrestado, lo llevaron al patio del sumo sacerdote y lo juzgaron. Temprano por la mañana fue llevado a Pilato, y se le sentenció a muerte. Inmediatamente después de ser sentenciado, fue llevado a Gólgota, y a partir de las nueve de la mañana, fue crucificado.

  Los que se oponían al Señor no dieron ninguna oportunidad de que el pueblo actuara en contra de ellos. Arrestaron al Señor Jesús secretamente, y éste cooperó con ellos. El Señor fue a Getsemaní intencionalmente, y Judas sabía que estaría allí. Así que, ya avanzada la noche, mientras la gente dormía, llevó consigo a una multitud para que arrestaran al Señor Jesús. Rápidamente, sin que la gente se diera cuenta, los líderes judíos juzgaron al Señor. Poco después, fue juzgado por Pilato, quien lo sentenció a muerte. Con el propósito de satisfacer a la multitud, Pilato tomó la súbita decisión de crucificar al Señor Jesús.

EL HIJO DEL HOMBRE

  Dijimos anteriormente que mientras que el Señor Jesús era falsamente acusado, guardó silencio. Pero cuando le preguntaron con respecto a Su persona, que si era el Cristo, el Hijo del Bendito, contestó: “Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo con las nubes del cielo” (14:62). El Señor, aunque le preguntaron que si era el Hijo del Bendito, es decir, el Hijo de Dios, se refirió a Sí mismo como el Hijo del Hombre. El era el Hijo del Hombre en la tierra antes de Su crucifixión, ha sido el Hijo del Hombre en los cielos a la diestra de Dios a partir de Su resurrección (Hch. 7:56), y será el Hijo del Hombre cuando venga en las nubes. El Señor, con el fin de llevar a cabo el propósito de Dios y de establecer el reino de los cielos, tenía que ser un hombre. Sin el hombre, el propósito de Dios no podía realizarse en la tierra.

  En 14:62 el Señor Jesús parecía decir a los líderes judíos: “Vosotros me preguntáis si soy el Cristo, el Hijo del Bendito, y Yo os digo, sí, lo soy. Y también soy el Hijo del Hombre, al cual veréis sentado a la diestra del Poder. Vosotros habláis del Bendito, pero Yo hablo del Poder”.

  Tanto la palabra Bendito del versículo 61 como la palabra Poder del versículo 62 se refieren al Dios todopoderoso. El uso de la palabra poder por parte del Señor indica que los líderes judíos no eran los que regían, sino El. Además, el Señor les mostró que volvería como el Hijo del Hombre. El Señor parecía decir: “Ustedes veneran a Dios como el Bendito. Pero Yo les digo que El es el Poder que gobierna sobre todas las cosas, y ustedes verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo con las nubes del cielo”.

  Cuando Pilato examinaba al Señor Jesús, no le interesaba si éste era el Hijo de Dios. Más bien, Pilato le interrogó, diciéndole: “¿Eres Tú el Rey de los judíos?” (15:2). A esto el Señor respondió: “Es como tú dices”. Esto quiere decir que el Señor reconoció ante Pilato que El era el Rey de los judíos. Por tanto, El era el Hijo de Dios así como el Rey de los judíos. Por esta causa le sentenciaron a muerte, lo cual significa que fue crucificado como el Hijo de Dios y como el Rey de los judíos.

PASA POR EL PROCESO DE MUERTE

  En el capítulo catorce vemos que mientras que el Señor Jesús experimentaba el juicio en manos de los hombres, Pedro sufría un fracaso, y así experimentaba la muerte del Señor. Todos los seguidores cercanos del Señor también fueron introducidos en dicha muerte.

  No debemos pensar que el Señor Jesús abandonó a Pedro después de que éste falló. No, el fracaso de Pedro fue su crucifixión, y por medio de ella entró en la muerte del Señor.

  Debido a que Pedro era muy natural, necesitaba ser crucificado, ser introducido en la muerte de Cristo. El era una persona osada que siempre era el primero en actuar. Ciertamente era necesario que a una persona así se le crucificara, y Pedro de hecho lo experimentó. Aunque no lo comprendió en ese momento, entró en la muerte del Señor. Sin duda, más tarde, después de la resurrección y ascensión del Señor, Pedro llegó a comprender que había entrado en la crucifixión del Señor.

  Por muchos años no entendía por qué el relato del juicio que pasó el Señor Jesús se combinaba con la narrativa de la experiencia de Pedro. Pensaba que el propósito de esto era simplemente manifestar la condición de Pedro. Pero ahora veo que no sólo se ponía de manifiesto su condición, sino que el propio Pedro pasaba por el proceso de muerte junto con el Señor. Y puesto que Pedro es nuestro representante, esto significa que todos nosotros entramos en la muerte del Señor junto con El.

  El Señor Jesús pasó por la muerte de manera triunfante, pero Pedro, de manera derrotada. Este fracaso manifestó el ser natural de Pedro e hizo que fuera quebrantado.

  El Señor Jesús no fue el único que pasó por el proceso de la muerte. Todos nosotros, representados por Pedro, pasamos por este proceso juntamente con El. ¿O no cree que usted es un Pedro? Todos somos los Pedros que necesitan que su condición quede en evidencia, que se les juzgue y crucifique.

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