Mensaje 62
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Lectura bíblica: Mr. 8:27-31; 9:2-8
Muchos cristianos no se dan cuenta que el Evangelio de Marcos narra la biografía de una vida que concuerda con la economía neotestamentaria de Dios. Esta economía consiste en que Dios se imparte en Sus escogidos y los constituye hijos de Dios y miembros de Cristo para que conformen el Cuerpo de Cristo que expresa al Dios Triuno. Esta es una definición básica de la maravillosa economía de Dios.
Si queremos entender los detalles de la economía de Dios, precisamos el Nuevo Testamento en su totalidad. El Evangelio de Marcos por sí solo no es suficiente. Como ya dijimos, en las epístolas se halla la explicación y definición de la vida que se presenta en Marcos. Así que, a la luz revelada en ellas podemos comprender que la vida de la que habla Marcos concuerda con la economía neotestamentaria de Dios y la cumple.
Cuando yo era joven, Marcos no me parecía tan valioso como Mateo, Juan y Lucas. En mi opinión, este evangelio era demasiado simple. Mateo, en cambio, presenta enseñanzas y parábolas maravillosas respecto al reino de los cielos, y he dedicado mucho tiempo para estudiarlo. Ya para 1939 había publicado una serie de mensajes sobre el reino de los cielos basada en lo que el Señor enseña en los capítulos cinco, seis, siete, trece, veinticuatro y veinticinco. Además, también he dado muchos mensajes sobre el Evangelio de Juan. Con respecto a Lucas, los mensajes no han sido tan numeroso como los de Mateo o los de Juan; no obstante, en el libro Gospel Outlines [Bosquejos evangélicos] hay un buen número de bosquejos sobre temas extraídos del Evangelio de Lucas, los cuales se basan en sus diversos relatos y parábolas evangélicos.
En el pasado valoraba muchos los evangelios de Mateo, Juan y Lucas, pero no sentía la misma apreciación por Marcos. Me parecía que este evangelio se asemejaba a un vaso de agua pura, sin colorido ni sabor. No obstante, recientemente, mientras preparaba los mensajes para el estudio-vida, la luz contenida en este evangelio comenzó a resplandecer. Ahora veo que en él se narra una vida que concuerda con la economía neotestamentaria de Dios y que la cumple.
A mi parecer el Evangelio de Marcos es el libro más simple del Nuevo Testamento, pero esa simplicidad es muy importante, y es necesario estudiarla. Debemos preguntarnos por qué el Evangelio de Marcos fue escrito de una manera tan sencilla. Debemos preguntarnos por qué este evangelio parece no tener ningún matiz o tono que lo distinga. Puedo testificar que formular preguntas como ésta dio lugar a que la luz comenzara a resplandecer. La simplicidad del Evangelio de Marcos es muy significativa.
Cuanto más leemos el Evangelio de Marcos más nos gusta su simplicidad. Comparado con este evangelio, el de Mateo es bastante complicado. Piense por un momento en todos los nombres que se incluyen en los primeros dieciséis versículos. Marcos, por su parte, comienza de manera muy sencilla: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios” (1:1).
El Evangelio de Lucas, al igual que Mateo, también es algo complejo. Por ejemplo, considere el extenso relato de la concepción y nacimiento de Juan el Bautista y del Señor Jesús. Además, Lucas 1 incluye las alabanzas de María, Elisabet y Zacarías, el padre de Juan el Bautista. Luego, en el capítulo tres presenta una genealogía aun más complicada que la de Mateo. Las generaciones que se mencionan en Mateo son sólo cuarenta y dos, pero en Lucas ascienden a setenta y siete. No cabe duda que comparado con la simplicidad de Marcos, Lucas es complejo.
El Evangelio de Juan contiene muchos misterios profundos. Comienza de manera misteriosa: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios” (1:1). También dice que en El estaba la vida (1:4), y posteriormente, que el Verbo se hizo carne y fijó tabernáculo entre nosotros (v. 14). Este evangelio tiene un matiz y un tono diferentes, los cuales se perciben muy fácilmente. Pero ¿qué clase de tono percibe usted cuando lee el Evangelio de Marcos? Parece que su tono es como el colorido y el sabor de agua pura.
Ya vimos que Marcos comienza hablando del principio del evangelio de Jesucristo. Luego, en 1:4-8 nos dice que Juan el Bautista predica un bautismo de arrepentimiento e introduce al Salvador-Esclavo. Posteriormente, en 1:9 dice que “Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán”. Después de Su bautismo, fue ungido por el Espíritu y comenzó Su ministerio. Como hicimos notar, la vida, la obra y el ministerio del Señor Jesús eran una misma cosa. En su experiencia no había distinción entre la vida y la obra.
Como vimos, la palabra principio en 1:1 implica un nuevo comienzo, el cual está relacionado con la eliminación de todo lo viejo. En mensajes anteriores enumeramos diez elementos que el hombre trata de desarrollar: la cultura, la religión, la ética, la moralidad, el carácter, la filosofía, la espiritualidad, la ortodoxia, la santidad y la victoria. Todos éstos existían cuando Juan el Bautista salió a predicar el bautismo de arrepentimiento, y en Marcos 1, fueron eliminados. ¿Qué los eliminó? Los eliminó el principio del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios. Además, estos elementos fueron sepultados al ser bautizado el Señor.
Cuando los hijos de Israel pasaron el mar Rojo, Faraón y los ejércitos de Egipto fueron sepultados allí. Se puede decir que los hijos de Israel llevaron consigo a Faraón y sus ejércitos al entrar en el mar. De igual manera, cuando el Señor Jesús entró en las aguas del bautismo, llevó consigo los diez elementos viejos, y de esta manera los eliminó y los sepultó.
El Señor Jesús no vivió conforme a la cultura ni a la religión. Ni siquiera se condujo según la ética, la moralidad, la filosofía ni el buen carácter. No llevó una vida en la que se afanara por desarrollar la espiritualidad, la ortodoxia, la santidad y la victoria. En lugar de vivir según estos diez elementos, llevó una vida que concordaba con la economía neotestamentaria de Dios.
Debemos tener muy presente el hecho de que la vida del Señor es perfectamente compatible con la economía neotestamentaria de Dios. Si este hecho deja una profunda huella en nosotros al leer el Evangelio de Marcos, recibiremos mucha luz en lo que éste relata.
El Señor Jesús, según lo presenta el Evangelio de Marcos, fue diferente a cualquier hombre que jamás haya existido. En el Antiguo Testamento vemos la vida que llevaron los que precedieron al Señor Jesús. Muchos de los que vivieron antes de la época de Cristo fueron hombres de cultura, religión, ética y moralidad. Algunos se interesaron por la filosofía, mientras que otros se dedicaron a cultivar su carácter. Aun otros procuraron ser espirituales, ortodoxos, santos y victoriosos. Pero en Marcos vemos a un hombre que vivió en una categoría completamente diferente. Esta persona, el Señor Jesús, vivió en el reino de Dios. En realidad, El mismo era el reino.
En Marcos 1:1 y 14 leemos acerca del evangelio de Jesucristo y del evangelio de Dios. Este evangelio también es el evangelio del reino de Dios. Pocos cristianos han comprendido que el reino de Dios es una persona, y que al final el reino llega a ser una persona corporativa. La semilla del reino es una persona individual, el Señor Jesús. Como el Sembrador, vino para sembrarse como la semilla del reino en Sus discípulos. Ahora esta semilla se desarrolla en nosotros y un día se convertirá en el reino corporativo de Dios, el cual en efecto es el Cuerpo de Cristo. El desarrollo del Señor en calidad de semilla del reino es Su Cuerpo, y éste es Su aumento, Su agrandamiento.
Entender el reino de Dios de esta manera ciertamente difiere del concepto tradicional. Según el Nuevo Testamento, el reino de Dios es el agrandamiento de la persona de Cristo. El reino es el desarrollo de la semilla, que es Jesucristo. Hoy este desarrollo es la iglesia. Por consiguiente, la iglesia en calidad de Cuerpo de Cristo es el reino de Dios.
El Señor Jesús, como semilla del reino de Dios, vivió de una manera totalmente diferente a la vida que se centra en la cultura, la religión, la ética, la moralidad, el buen carácter, la filosofía y el esfuerzo por ser espiritual, bíblico, santo y victorioso. La vida que El llevó fue conforme a la economía neotestamentaria de Dios, la cual, como hemos visto, consiste en que el Dios Triuno se imparta en Sus escogidos.
Sólo una vida como la que llevó el Señor Jesús es una vida en la cual el Dios Triuno es impartido en Sus escogidos. Vivir conforme a la cultura, la religión, la ética y la moralidad no imparte a Dios en el hombre. No importa cuán culto, religioso, ético o moral sea usted, vivir así no imparte al Dios Triuno en los demás. Por ejemplo, Confucio enseñó la ética y se condujo de manera moral, pero su vivir no impartió al Dios Triuno en las personas. Lo mismo es cierto respecto a aquellos que llevaron una vida de filosofía o de buen carácter, e incluso a los que se afanaron por ser espirituales, ortodoxos, santos y victoriosos. ¡Alabado sea el Señor que en Su vivir sí se impartió al Dios Triuno en Sus escogidos!
Hemos subrayado que el evangelio constituye un nuevo comienzo y elimina todo lo viejo. Cuando el Señor Jesús fue bautizado, fueron sepultados con El todos los elementos viejos. En la vida que llevó después de Su bautismo, una vida conforme a la economía neotestamentaria de Dios, el Señor Jesús se sembró como semilla de vida en los creyentes.
La semilla que sembró el Señor Jesús, la cual en realidad era El mismo, es la corporificación del Dios Triuno. Esto lo comprueba el Evangelio de Juan, donde dice que el Verbo que era en el principio, el Verbo que era Dios, se hizo carne (Jn. 1:1, 14). Esto indica que Jesús es el propio Dios, quien mediante la encarnación, llegó a ser la semilla de vida, y quien en Su ministerio la sembró en las personas. En otras palabras, lo que sembró en Sus discípulos fue Su propia persona en calidad de corporificación del Dios Triuno.
Si vemos que El mismo se sembró en Sus discípulos, tendremos una base sólida para afirmar que el Evangelio de Marcos presenta una vida que concuerda con la economía neotestamentaria de Dios y que la cumple.