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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Mateo»
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Mensaje 35

SE REVELAN LOS MISTERIOS DEL REINO

(1)

  En este mensaje llegamos al capítulo trece de Mateo. Para entender este capítulo debemos tener presente que Mateo hace hincapié en la doctrina del reino. Todo lo que este evangelio incluye tiene que ver con el reino y su desarrollo. La secuencia en que la doctrina es presentada en este libro concuerda con el orden en que se desarrolla el reino.

  Debemos recordar los puntos principales presentados en los primeros doce capítulos de Mateo. El capítulo uno presenta la genealogía de Cristo y Su nacimiento; el capítulo dos habla de los sabios gentiles del oriente que van en busca de Cristo y le adoran, así como de la huida de Cristo a Egipto y Su regreso a Israel para criarse en Nazaret; en el capítulo tres tenemos la recomendación y el ungimiento del Rey; en el capítulo cuatro, la tentación que sufrió Jesús y el comienzo del ministerio que el Rey iba a realizar para ganar las multitudes; y en los capítulos cinco, seis y siete se promulga la constitución del reino de los cielos. El capítulo ocho incluye la continuación del ministerio del Rey demostrada en la sanidad que recibió el leproso, el criado del centurión y la suegra de Pedro; también se incluye la autoridad que el Señor ejerció sobre el viento, el mar y los demonios. El capítulo nueve habla de la autoridad ejercida por el Rey al perdonar los pecados, el llamamiento de Mateo, la fiesta donde el Señor se revela como el Médico, el Novio, la tela nueva, el vino nuevo, y el odre nuevo, y además, presenta señales asociadas con la manera en que Dios se relaciona con los hombres según la época o dispensación en que viven, y también se da la oración en la cual se le pide al Señor que envíe obreros a Su mies. En el capítulo diez encontramos el nombramiento y el envío de los doce apóstoles. En el capítulo once leemos cómo Juan [el Bautista] intenta provocar al Rey, cómo el Rey le responde y lo evalúa, cómo reprende a la generación necia y cómo llama a la gente para que acuda a El y entre a Su reposo. Finalmente, el capítulo doce habla de la violación del día de reposo sabático, lo cual muestra que el Señor es la Cabeza y que cuida de los miembros de Su Cuerpo, y también presenta la batalla que se libra por el reino, el punto culminante del rechazo hacia el Rey, la profecía en la cual se anuncia que la generación empeoraría, y la respuesta del Señor ante el rechazo de los judíos, a saber: los abandona y se vuelve a los gentiles que habrían de creer en El.

  A medida que el Señor continuaba Su ministerio, se establecía el reino hasta cierto grado. Sin embargo, debido a que la generación judía rechazó totalmente al Señor, El se vio forzado a abandonarlos y a volverse a Sus creyentes. Volverse de Israel a los gentiles fue un cambio de suma importancia, pues el Señor se volvió de la relación basada en el nacimiento natural a la relación que se basa en el Espíritu. Por lo tanto, el final del capítulo doce marca una división crucial en el Evangelio de Mateo.

  Hemos visto que los capítulos cinco, seis y siete revelan la realidad escondida del reino. Hemos subrayado que la constitución del reino se divide en siete secciones en las cuales se tratan: la naturaleza de los ciudadanos del reino (5:1-12), la influencia que éstos ejercen sobre el mundo (5:13-16), la ley que rige a los ciudadanos del reino (5:17-48), sus obras justas (6:1-18), la manera en que enfrentan el asunto de las riquezas (6:19-34), el principio que siguen al relacionarse con otros (7:1-12), y la base de su vida y obra (7:13-29). En estas siete secciones vemos la realidad celestial y espiritual del reino, la cual no trata solamente de la conducta ni de la manera externa de vivir, sino de la realidad del reino de los cielos. Lo revelado en el capítulo trece es la apariencia del reino de los cielos. La realidad interior es una cosa, mientras que la apariencia es otra.

  A través de la historia sólo un puñado de cristianos ha visto la diferencia que existe entre la realidad espiritual e interior del reino y su apariencia externa. Algunos de los que han visto esto son Roberto Govett y su estudiante, D.M. Panton. Un maestro de las Asambleas de los Hermanos, G.H. Lang, también lo vio hasta cierto grado, pero no de una manera tan clara y precisa como Govett y Panton. Nosotros hemos recibido una considerable ayuda de los escritos de estos hombres de Dios, pero agradecemos al Señor que El nos ha llevado más adelante en este asunto. Hemos visto el reino de los cielos con más detalle y con mayor profundidad. Puedo dar testimonio de que especialmente durante los últimos quince años he visto este asunto con gran claridad. En 1936 realicé mis primeros escritos acerca de este tema y durante los más de cuarenta años que han transcurrido desde la publicación de ese pequeño libro, he visto cada vez más claro este asunto del reino de los cielos.

  El factor primordial para comprender el tema del reino es saber distinguir entre su realidad interior y su apariencia. Si no diferenciamos estos dos aspectos, no podremos entender este libro, cuyo tema principal es el reino de los cielos.

  Además de la sección sobre la realidad del reino, la cual se extiende del capítulo cinco al siete, y de la sección que trata de la apariencia externa del reino en el capítulo trece, hay una tercera sección igualmente importante si uno quiere entender el reino de los cielos; ésta contiene las profecías que el Señor dio en el monte de los Olivos, las cuales nos son presentadas en el capítulo veinticuatro. La realidad del reino fue revelada por el Señor en la cima de un monte; la apariencia del reino en la orilla del mar, y la manifestación del reino fue presentada también en la cima de un monte. El monte sobre el cual se reveló la realidad del reino no se encontraba en la región del centro administrativo del gobierno, sino en el lugar donde la gente ganaba su sustento diario, porque la realidad se relaciona íntimamente con la vida cotidiana; no tiene que ver con la administración, con el gobierno.

  La disposición geográfica de la tierra de Israel es muy significativa. El centro gubernamental se localizaba en la región más alta del país, al centro de la tierra santa. Su capital, Jerusalén, asentada en la región central y más alta, era el lugar donde el rey ejercía su administración. Tanto hacia el norte como hacia el sur se hallaban las regiones agrícolas, en donde el pueblo obtenía su sustento. La última vez que fuimos allí pude ver este asunto claramente. Beerseba, que está al sur, está llena de campos de trigo y cebada, lo cual indica que es una tierra rica en agricultura. La tierra que se encuentra al norte de Jerusalén, cerca de Samaria, es una fecunda planicie verde. Allí la gente obtiene su sustento diario. En medio de estas dos regiones se encontraba la administración gubernamental. Hemos hecho notar que la realidad del reino no fue revelada en la región administrativa, sino en la región del vivir diario, aunque también fue revelada sobre un monte. La manifestación del reino fue profetizada sobre un monte en la región administrativa, cerca de la capital. Esto es muy significativo porque la manifestación del reino se relaciona con la administración, con el gobierno. No es un asunto trivial. El Señor Jesús eligió ir a estos lugares intencionalmente, para hablar de la realidad del reino, de su apariencia y también de su manifestación. Si estos tres aspectos del reino nos impresionan, entenderemos el Evangelio de Mateo.

  Damos gracias al Señor porque hemos visto la realidad del reino. Ahora debemos ver la apariencia del reino. En los capítulos cinco, seis y siete no existe falsedad; todo es puro, genuino, celestial, espiritual y, hasta cierto grado, divino. En estos capítulos vemos la naturaleza de los ciudadanos del reino y la influencia que ejercen sobre el mundo. Ellos son la sal de la tierra y la luz del mundo. También vemos allí la elevada ley que rige a los ciudadanos del reino y sus obras justas, las cuales son puras, genuinas y reales; y son efectuadas en secreto sin ninguna exhibición pública. Además, vemos la actitud del pueblo del reino con respecto a los bienes materiales, y el hecho de que no tienen ansiedad en cuanto a las riquezas. Finalmente, vemos el principio según el cual ellos se relacionan con otros, así como la base de su vida y su obra. En esta sección, la cual tiene que ver con la realidad del reino, todo es real, puro, espiritual y celestial.

  En el capítulo trece, el cual está relacionado con la apariencia del reino, la situación presentada es totalmente distinta. En este capítulo se encuentra la cizaña (vs. 25-30) y un grano de mostaza que creció anormalmente hasta llegar a ser un gran árbol (vs. 31-32). En Génesis 1 Dios creó todas las cosas según su género y su naturaleza, especialmente las plantas y los vegetales. Por ejemplo, un durazno es conforme a la naturaleza del durazno, y un plátano, a la naturaleza del plátano. Pero en Mateo 13 un grano de mostaza se convierte en un gran árbol, lo cual indica que sufre un cambio en su naturaleza, que ya no es conforme a su género. Por lo tanto, en este capítulo vemos algo que tiene una apariencia o una fachada falsa. Además, junto con la cizaña y la apariencia, se encuentra la levadura (v. 33). Todo esto hace de la apariencia del reino una mezcla.

  Es fácil ver esta mezcla en la cristiandad de hoy, la cual encaja a la perfección con el cuadro presentado en Mateo 13 acerca de la apariencia externa del reino de los cielos. La cristiandad está llena de cizaña; es una gran fachada saturada de levadura. Pero ninguna de estas cosas se halla en los capítulos cinco, seis y siete, donde todo es real, puro, espiritual y celestial. ¡Qué gran mezcla se ve en el capítulo trece!

  Cuando lleguemos al capítulo veinticuatro, que habla de la manifestación del reino, veremos que esta manifestación es aun más rigurosa que la realidad, de la misma manera en que la época de exámenes es más rigurosa que el tiempo regular de clases. Los estudiantes laboran diligentemente durante la semana de clases; pero durante el fin de semana juegan, bailan o van al cine; esto es semejante a la apariencia del reino. Los estudiantes no debieran sentirse tan felices o alegres porque deben pensar en los exámenes venideros, y además, en la graduación, la cual será el tiempo de la manifestación. Por medio de estos tres aspectos del reino —la realidad, la apariencia y la manifestación— podemos entender el libro de Mateo.

  Al final del capítulo doce, Israel fue cortado y los gentiles fueron injertados. En este particular, varios maestros de la Biblia, incluyendo al Dr. Scofield, cometen un gran error. Ellos aseguran que después del capítulo doce, y debido a la incredulidad de Israel, el reino fue suspendido. No ven que en lugar de estar suspendido, el reino fue dado a otro pueblo. El Señor no dijo: “De ahora en adelante no tengo hermanos, hermanas o madre”. Si El hubiera dicho esto, entonces el reino sí habría sido suspendido. Pero lo que el Señor hizo fue volverse de un pueblo a otro. Es como si dijera: “Aquellos que hacen la voluntad de Mi Padre, quienes son nacidos de El y viven por Su vida, son mis hermanos, hermanas y madre”. De aquí que el reino no fue suspendido, sino que se volvió de un pueblo a otro.

I. LA OBRA PRELIMINAR DEL REINO

A. El Rey celestial abandona la casa para sentarse a la orilla del mar

  Mateo 13:1 dice: “Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar”. Para la mayoría de los maestros cristianos éste es un versículo insignificante. Cuando yo era joven leí este versículo, pero no significó nada para mí. Pero ahora entiendo que éste es un versículo muy significativo. Al final del capítulo doce el Rey celestial, quien había sido completamente rechazado por los líderes de la religión judía, rompió relaciones con ellos. En aquel día salió de la casa y se sentó junto al mar. Esto es muy significativo. La casa representa la casa de Israel (10:6), y el mar representa el mundo gentil (Dn. 7:3, 17; Ap. 17:15). El hecho de que el Rey saliera de la casa y se sentara junto al mar, significa que después de romper relaciones con los judíos, El abandonó la casa de Israel y se volvió a los gentiles. Fue después de esto, al estar junto al mar, que el Señor dio las parábolas con respecto a los misterios del reino. Esto significa que los misterios del reino fueron revelados en la iglesia. Así que, todas las parábolas de este capítulo fueron dirigidas a los discípulos, y no a los judíos.

  Las primeras dos palabras del capítulo trece “Aquel día” unen este capítulo con el capítulo doce, al igual que las primeras tres palabras del capítulo doce “En aquel tiempo” lo unen con el capítulo anterior. Las palabras “Aquel día” se refieren al día en el cual el Señor declaró que había abandonado a Israel, o sea, el día en que Israel fue cortado y los creyentes gentiles fueron injertados. Aquel día El salió de la casa, que representa la casa de Israel, y fue hacia el mar, el cual representa el mundo gentil. Este cambio de la casa al mar se relaciona con Su declaración. El había declarado que ya no tenía ninguna relación con Sus familiares naturales, por lo que se había vuelto a los creyentes gentiles. Ahora El actuaba de acuerdo con Su declaración. Por lo tanto, vemos que este versículo es muy significativo.

B. Grandes multitudes se reúnen con el Rey a la orilla del mar

  El versículo 2 relata que las multitudes se congregaron en derredor de El. Pero esto no significa que todas esas multitudes llegaron a ser Sus familiares.

C. El Rey entra en una barca, la cual representa la iglesia

  El versículo 2 también dice: “[El] entró en una barca, y se sentó, y toda la multitud estaba de pie en la playa”. La barca, que estaba en el mar pero no era parte del mar, representa la iglesia, la cual está en el mundo, pero no es del mundo. El mar es el mundo gentil, y la barca es la iglesia, que se encuentra en el mundo gentil. En la barca, o sea en la iglesia, el Rey del reino celestial reveló en parábolas los misterios del reino después de haber abandonado a los judíos y de haberse vuelto a los gentiles. ¡Aleluya, hoy no estamos ni en la casa ni en el mar, sino en la barca! En efecto, somos la barca con el Rey a bordo. Un día el Rey entró en ella, y ahora tenemos al Rey en nuestra barca, que es la iglesia. Pero las multitudes estaban de pie en la playa. Está usted en la playa o está en la barca con el Rey? Mi testimonio es que no estoy en la orilla del mar, sino en la barca.

D. El Rey habla en parábolas a las multitudes

  El versículo 3 dice: “Y les habló muchas cosas en parábolas”. El Señor habló estas parábolas en la barca y sobre el mar. ¿Quiere usted conocer los misterios del reino? Entonces debe salir de la casa y no quedarse a la orilla del mar, sino entrar en la barca para estar cerca del Señor. Este es el único lugar donde podemos entender los misterios del reino. ¡Oh, estamos en la iglesia, en la barca! La iglesia no es ni la casa de Israel ni el mar de los gentiles, sino que es la barca de los creyentes. Todos los misterios del reino nos son revelados en la iglesia.

  Para conocer los misterios del reino debemos desarrollar la destreza de interpretar las parábolas. Si no sabemos cómo entender la Biblia en alegoría, no podremos interpretar las parábolas. Por ejemplo, la barca es una parábola. “¿Cómo podemos interpretar la barca si no la entendemos cómo alegoría? Todos los opositores deben hacer esto, pues sólo entonces conocerán la Biblia. Sin embargo, como ellos no tienen la manera de entender la Biblia según las alegorías presentadas en ella, no la conocen. Debido a que nosotros entendemos las Escrituras según las alegorías que se hallan en ellas, sabemos el significado de la casa, el mar y la barca. Además, conocemos todas las parábolas. ¡Qué feliz soy porque conozco las parábolas!

  Cuando leí Mateo 13 hace cincuenta años me inquietaron muchas cosas. Tenía muchas preguntas sin respuestas acerca de los asuntos que encontré en este capítulo. Compré algunos libros que exponen Mateo 13 pero todo fue en vano. Esos libros decían que la levadura es el poder actual del cristianismo y que el árbol es la maravillosa y bien elaborada organización de dicho cristianismo. Sin embargo, mientras leía esos libros, no tenía un buen sentir en mi interior; en realidad no creía lo que me decían. Al mismo tiempo no pude entender este capítulo. Así que le escribí al hermano Nee exponiéndole mi deseo de conocer la Biblia palabra por palabra y pidiéndole que me recomendara el mejor libro que pudiera ayudarme a lograr esto. En su respuesta me dijo que la mejor colección de libros era la Sinopsis de la Biblia por John Nelson Darby, pero me advirtió que esta sinopsis era extremadamente difícil de entender. Cuando algunos años después leí la sinopsis de Darby, comprobé que el hermano Nee tenía razón, pues simplemente no pude entender dichos escritos. Sinceramente no recibí ninguna ayuda de ellos, por lo menos en cuanto al entendimiento del libro de Mateo. No obstante, recibí gran ayuda de parte del mismo hermano Nee para entender las parábolas. Así que ahora puedo decir con plena seguridad que entendemos cabalmente las parábolas de Mateo 13; nada está escondido para nosotros. Los misterios del reino ya han dejado de ser misterios, pues todos ellos nos han sido revelados.

1. Los misterios del reino de los cielos estaban escondidos para las multitudes, pero fueron revelados a los discípulos

  Antes de entrar en las parábolas de Mateo 13, quisiera impresionarles con algunas de las advertencias que aparecen en este capítulo. Los versículos 10 y 11 dicen: “Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas en parábolas? El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os ha sido dado conocer los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les ha sido dado”. El Rey del reino celestial usaba parábolas para revelar las cosas del reino (v. 34), con el propósito de convertirlas en misterios para los judíos que se oponían a El y lo rechazaban, a fin de que no las entendieran. Desde el tiempo en que el Rey vino a sembrar la semilla hasta Su regreso para recoger la cosecha, todo lo relacionado con el reino es un misterio para la mente natural. Sólo la mente iluminada de un corazón sumiso puede entender estos misterios.

  Cuando los discípulos preguntaron al Señor por qué hablaba del reino en parábolas, el Señor parecía decir: “Para esconderlas de ellos y revelarlas a vosotros. Todo depende de ellos y de vosotros, y no de Mí. El que vosotros entendáis o no lo que hablo en parábolas, depende de vosotros”. En el versículo 12 el Señor añadió: “Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”. La expresión “a cualquiera que tiene” se refiere al que recibe y sigue al Rey celestial; a tal seguidor se le dará en abundancia la revelación con respecto al reino. Pero “al que no tiene” se refiere a los judíos que se oponían al Rey celestial y lo rechazaban, a quienes les será quitado lo que El ha hablado y hecho. Esta es la verdadera condición de los judíos hoy en día. No tienen ningún conocimiento acerca del reino de los cielos; para ellos esto es un misterio totalmente desconocido.

  Los versículos 13 y 14 dicen: “Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. Y se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: ‘De oídos oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis’ ”.

  El versículo 15 dice: “Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos han oído pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y Yo los sane”. La gente de esa generación necia no podía entender porque su corazón se había engrosado. El engrosamiento del corazón se debía al orgullo de poseer algo. El corazón de esa generación necia estaba lleno de orgullo. Esa era la verdadera situación de los fariseos. Debido a que su corazón se había engrosado, sus ojos y oídos estaban también afectados; por eso, podían ver, pero no percibir, y podían oír, pero no entender. Como consecuencia, los misterios del reino no significaban nada para ellos. Todas las parábolas eran misterios para ellos debido a su orgullo.

  Esta es exactamente la situación de hoy. Si ciertos maestros y líderes cristianos escucharan un mensaje como éste, lo condenarían, lo criticarían y lo rechazarían. Ellos escucharían, pero no entenderían. Verían, pero no percibirían. La razón por la cual no podrían entender ni percibir es el orgullo que hay en su corazón debido a lo que tienen. Si los maestros de las Asambleas de los Hermanos escucharan este mensaje, dirían: “No, el reino fue suspendido; ésta no es la dispensación del reino sino la de la iglesia. La dispensación del reino será en el milenio, en la era venidera de mil años”. Al decir esto, se muestra el engrosamiento de su corazón, su orgullo. Este orgullo impide que ellos entiendan y perciban. Debemos aprender la primera lección dada en la constitución del reino de los cielos: “Bienaventurados los pobres en espíritu” (5:3). Cuando somos pobres en espíritu no tenemos orgullo en nuestro corazón; no tenemos nada de orgullo. Por el contrario, estamos despojados, desocupados y listos para recibir lo nuevo del Señor. Todos debemos prepararnos para lo que se revela en este capítulo.

  Creo firmemente que el Señor nos ha mostrado la verdadera interpretación de todas estas parábolas. A través de los años no he tenido la menor duda con respecto al entendimiento de ellas. De hecho, durante estos días de laborar en el Evangelio de Mateo, he sido confirmado al máximo que tenemos la interpretación correcta, ya que tal interpretación corresponde a la historia de la iglesia y con nuestra experiencia. Debido a la situación del cristianismo actual, todos nosotros debemos conocer este capítulo tan crucial, el cual es aun más crucial que los capítulos cinco, seis y siete. Necesitamos ser iluminados acerca de este capítulo para no ser leudados, llevados a conclusiones erróneas ni corrompidos.

2. Los discípulos son bienaventurados

  El Señor también dijo que Sus discípulos eran bienaventurados. De acuerdo al versículo 9 ellos eran bienaventurados por tener oídos para oír. Además, los versículos 16 y 17 dicen: “Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís; y no lo oyeron”. ¡Qué bendición poder ver y oír los misterios del reino celestial!

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