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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Mateo»
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Mensaje 42

LA SENDA QUE CONDUCE A LA GLORIA

(1)

  El Evangelio de Mateo trata del reino de los cielos, y por eso Cristo es revelado en él como el Rey celestial. En los otros evangelios El es revelado como hombre (en Lucas), como esclavo (en Marcos), y como el Hijo de Dios (en Juan).

  Los primeros trece capítulos de Mateo presentan muchos asuntos cruciales relacionados con Cristo. En el capítulo uno tenemos la genealogía y el nacimiento de Cristo. En el capítulo dos se presenta un relato de la juventud de Cristo. En el capítulo tres Cristo es recomendado por Juan el Bautista mediante el bautismo en agua, y ungido con el Espíritu. En el capítulo cuatro El es puesto a prueba, y luego comienza Su ministerio. Después de ser recomendado, ungido y probado, Cristo inició Su ministerio, al principio del cual, en los capítulos cinco, seis y siete, El promulgó la constitución del reino de los cielos. Después de emitir este decreto, descendió del monte para continuar Su ministerio. Dicho ministerio le proporcionaba excelentes oportunidades para revelar diferentes aspectos de Su persona a la gente. En el capítulo nueve Cristo se reveló como el Médico. Nosotros los seres caídos estamos enfermos y por eso necesitamos un médico. Debido a la urgente necesidad que tenemos de la sanidad del Señor, El primeramente se reveló como nuestro Médico, nuestro Sanador. Después de esto se reveló como el Novio, la persona más agradable; como nuestro Pastor, quien cuida de nosotros; y como el Señor de la mies de Dios. En el capítulo doce Cristo se reveló a Sí mismo como el David verdadero, el templo superior, el Señor del sábado, y como uno superior a Jonás y a Salomón. Si juntamos todos estos títulos —el Médico, el Novio, el Pastor, el Señor de la mies, el David verdadero, el Señor del sábado, el templo superior, el Jonás superior y el Salomón superior— comprenderemos lo mucho que es Cristo, el Rey de los cielos, para nosotros.

  Además de todas estas revelaciones acerca de la persona de Cristo, en el capítulo nueve, el Señor reveló que El es la tela nueva no tratada, para la nueva vestidura, la cual es también El mismo. Además, El es el vino nuevo y aun el odre nuevo. ¿No desea usted disfrutar a Cristo como la nueva tela y como la nueva vestidura? ¿No quiere beber de El como el vino nuevo y preservar este disfrute como el odre nuevo? Yo ciertamente deseo esto.

  Hemos señalado que Cristo como el Salvador y Rey es nuestro Médico. ¿Está usted enfermo o moribundo? Estoy preocupado de que algunos lectores de este mensaje estén moribundos, pero deben saber que Cristo es nuestro Médico, nuestro Sanador. Todo aquel que se encuentre enfermo o en condiciones de muerte, puede decir: “Señor Jesús, gracias, Tú eres mi Médico, mi Sanador. Yo creo que Tú me sanarás completamente”. Estoy seguro de que todos estamos bajo Su sanidad. Por lo tanto, tenemos buena salud. ¡Qué maravilloso es que Cristo sea nuestro Médico!

  ¡Cristo lo es todo para nosotros! Es nuestro Novio, y no hay persona más agradable que un novio. Tenemos el privilegio de disfrutar la mejor vida matrimonial con Cristo, nuestro Novio. Como nuestro Pastor, Cristo conoce nuestras necesidades y las suple. De manera que podemos olvidarnos de nuestras carencias porque El es nuestro Pastor. Cristo es el Señor de la mies de Dios. El es también el David verdadero, y nosotros somos Sus seguidores. Además, El es el templo superior, y nosotros somos los sacerdotes que sirven, adoran y ministran en El. No estamos ministrando en una religión, sino en una Persona que es el templo superior. Cristo es también el Señor del sábado, el Señor del reposo; así que no únicamente tenemos reposo sino al Señor del reposo. No necesitamos buscar reposo, porque tenemos al Señor. Finalmente, Cristo es uno mayor que Jonás y que Salomón, y es nuestro. El es el Profeta, el que nos dice lo que debemos hacer, el que nos guía, y es también nuestro maravilloso Rey, nuestro amado Salomón que vive en nosotros. ¡Oh, éste es nuestro Cristo!

  Aunque por medio de Su ministerio Cristo fue revelado en tantos aspectos, este ministerio fue completamente rechazado. Al final del capítulo doce este rechazo llegó a su clímax, pues Cristo fue totalmente rechazado por aquella obstinada generación de judíos religiosos. El rechazo que ocurrió en el capítulo doce expuso el hecho de que esa generación había rechazado al Señor tan profunda y completamente que no quedaba manera de reformarlos; por eso, en cierto sentido el rechazo es imperdonable no sólo en esta era sino también en la venidera. Debido a que los judíos rechazaron al Rey celestial a tal grado, El los abandonó. El abandonó la relación natural que tenía con el pueblo judío, la cual se basaba en la carne, y negó la relación natural que tenía con Sus familiares. Al final del capítulo doce vemos que la consecuencia de que los judíos rechazaran al Rey fue que El los abandonara.

  En el capítulo trece el Rey subió a una barca en el mar, lo cual significa que entró en la iglesia. En ella El reveló el misterio del reino de Dios. En otras palabras, reveló el misterio de la iglesia, la cual es el pulso vital, la misma realidad, del reino. Debido a que los misterios del reino fueron expresados en parábolas, sólo aquellos que lo amaban, lo seguían y eran uno con El, podían entenderlas. Hemos visto que el Señor promulgó la constitución del reino a la multitud sobre un monte. Pero en el capítulo trece El reveló el misterio del reino a Sus seguidores.

  Después de que hemos visto la revelación de la persona de Cristo y la del misterio del reino de Dios, nosotros Sus seguidores tenemos que aprender la manera de seguirle. Pedro, Andrés, Jacobo y Juan, y todos los otros discípulos sabían que el Señor era el Médico, el Novio, y el Pastor. Ellos entendieron muchos aspectos de Su persona; además, escucharon los misterios del reino. Pero ellos necesitaban descubrir la manera de seguirle. Por lo tanto, lo revelado a partir de la última sección del capítulo trece es el camino que debemos tomar para seguir a este Rey rechazado.

  ¿Cómo podemos seguir al Rey rechazado? Recordemos que Mateo no es principalmente un libro de hechos históricos sino de doctrinas. El Evangelio de Mateo no se narra según la secuencia de los hechos históricos, sino conforme a la secuencia doctrinal. En su evangelio, Mateo presenta la doctrina respecto al Rey celestial y a Su genealogía, nacimiento, juventud, recomendación, ungimiento, prueba, ministerio, revelación de Su persona, y la revelación de los misterios del reino. Después de ver todo esto, podemos decir: “¡Qué maravilloso! Ahora sabemos muchas cosas acerca del Rey y del reino. ¿Qué más necesitamos?” Lo que necesitamos es la manera de seguirlo. El es maravilloso, y el reino también lo es, pero lo que necesitamos saber es cómo entrar a este reino y cómo seguirle a El. Por lo tanto, desde la última sección del capítulo trece hasta la mitad del capítulo diecisiete, una larga sección de este libro de doctrinas, nos presenta un mapa que claramente nos enseña la senda que debemos tomar para seguir al Rey rechazado.

  Si somos sinceros y fieles para con El, debemos estar en este camino siguiendo al Cristo que ha sido rechazado por esta generación. ¿Dónde estamos hoy? Podemos decir que estamos en el recobro del Señor, pero el recobro del Señor es la senda por la cual seguimos al Rey celestial rechazado. Este Rey fue rechazado por esta generación y todavía lo es. Sin embargo, nosotros optamos por seguirlo sabiendo que participaremos de Su rechazo. ¡Aleluya! Nosotros disfrutamos al Señor, pero también participamos de Su rechazo! El es el Rey rechazado y nosotros somos sus seguidores rechazados. El fue el primero en ser rechazado y sigue igual, y nosotros lo seguimos en la senda que conduce a la gloria. Al inicio de este camino no encontramos otra cosa que rechazos; no obstante, al final está la gloria, la manifestación del reino.

  En este mensaje y en los siguientes tengo la carga de mostrarle a usted la manera de andar por esta senda que lleva a la gloria. Aunque usted puede estar siguiendo a Cristo, tal vez no conozca la manera de andar por esta senda. Para ir por ella, uno necesita un mapa. En este mensaje aprenderemos cómo leer este mapa. Nos encontramos siguiendo al Rey rechazado y nuestro destino es la gloria. ¡Cuánto agradecemos a Mateo por haber incluido en su libro de doctrinas, no sólo un diagrama del reino, sino también un mapa del camino, para que pudiéramos así entrar a este reino. Desde el final del capítulo trece hasta la mitad del diecisiete tenemos un mapa que nos muestra claramente la manera de ir por este camino mientras seguimos a nuestro amado Rey hacia la gloria.

I. SE INTENSIFICA EL RECHAZO

  Lo primero que enfrentamos en esta senda es el rechazo. Ya que Cristo fue rechazado, nosotros debemos ser rechazados también. No tenemos opción alguna. No esperemos recibir la bienvenida porque nadie nos recibirá sino hasta que llegue la gloria. Por el contrario, debemos estar dispuestos a ser rechazados. De Mateo 13:53 a 14:13 vemos la intensificación del rechazo. Muchos de nosotros hemos experimentado cierta cantidad de rechazo de parte de aquellos que se nos opusieron cuando empezamos a reunirnos en la iglesia. Pero debo advertirles que ese rechazo no se disminuirá, sino que se aumentará. Vendrá rechazo tras rechazo, y debemos estar preparados para esto.

A. El rechazo de parte de los galileos

1. Ellos conocen al Señor según la carne, y son cegados por su conocimiento natural

  El Rey celestial fue rechazado primeramente por los judíos fanáticos. Los líderes religiosos totalmente rechazaron a Cristo debido a que estaban completamente ocupados, obsesionados y cegados por su religión. Debido a que la religión significaba todo para ellos, no pudieron reconocer al Rey celestial. Cegados por el velo de la religión, lo rechazaron. Después de que el Señor fue rechazado en Jerusalén, el centro religioso, se volvió a una área geográfica que no era muy religiosa, Galilea, la cual estaba muy cerca del territorio gentil y fue el lugar donde El nació y creció. No obstante, ni siquiera ahí fue bien recibido. Aunque los galileos no se le opusieron, lo rechazaron por causa de su conocimiento natural. Cuando ellos lo vieron y lo oyeron hablar, dijeron: “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y Sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? Y Sus hermanas, ¿no están todas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?” (Mt. 13:55-56). Aquí vemos que los galileos lo conocían según la carne y no según el espíritu (2 Co. 5:16). Creyendo que conocían todo acerca de El, ellos estaban cegados por su conocimiento natural. Ellos vieron los prodigios y milagros que el Señor realizó, pero estaban más preocupados por sus conceptos naturales. La gente religiosa estaba preocupada por su religión y sus conceptos, y los galileos, por su conocimiento natural.

  Si hemos de conocer a Cristo y seguirle, debemos comprender que la religión y el conocimiento natural son velos que nos impiden ver. Algunos de nuestros opositores nos menosprecian diciendo que no tenemos ningunos estudios teológicos. Pero el mismo Señor Jesús, el hijo del carpintero, tampoco tuvo estudios teológicos. El hermano Nee, quien me enseñó tanto, mucho más que ningún otro, tampoco los tuvo. La religión y el conocimiento natural son dos obstáculos grandes que impiden que la gente conozca a Cristo. Si usted sigue una religión, permanecerá en Jerusalén, y si sigue su conocimiento natural, estará en Galilea. Sin embargo, Cristo no permanece ni en Jerusalén ni en Galilea. Como veremos, El se partió al desierto. Debido a que Jerusalén estaba llena de los conceptos religiosos, y Galilea, del conocimiento natural, el Señor se partió al desierto. ¿Se encuentra usted en Jerusalén, en Galilea o en el desierto? En el desierto no hay religión, ni cultura ni seminarios teológicos. En Jerusalén está la religión, y en Galilea, el conocimiento natural, pero en el desierto se encuentra la presencia de Cristo. ¡Oh, en el desierto tenemos a Cristo! Nuestro orgullo y gozo es que no tenemos religión ni conocimiento natural, pero sí tenemos a Cristo.

  Debido a que menospreciamos el conocimiento, nos han condenado y acusado de ser torcedores de mentes. Pero nuestras mentes no están siendo torcidas sino renovadas al ser liberadas del conocimiento natural y religioso. Debemos proclamar con denuedo que ya no estamos en la religión ni en el conocimiento natural. En lugar de ellos tenemos a Cristo como nuestra sabiduría, una sabiduría que sobrepasa todo entendimiento.

  Todo intento de conocer a Cristo mediante el conocimiento natural da por resultado el rechazo. Conforme al conocimiento natural, Cristo era hijo de un carpintero, y su madre era una mujer sencilla. Sus conciudadanos conocían muy bien sus características externas pero no se dieron cuenta de que Dios estaba en El. En 2 Corintios 5:16 Pablo dice que al igual que los demás él anteriormente conocía a Cristo según la carne. Cuando Pablo era Saulo de Tarso, le conocía sólo de esta forma; él pensaba que Jesús era un simple e insignificante nazareno. No comprendía que dentro de Jesús se encontraba Dios mismo. Sin embargo, un día en que iba camino a Damasco, el Señor Jesús le dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué Me persigues?” Cuando Pablo preguntó quién era el que le hablaba, el Señor le contestó: “Yo soy Jesús”. En el camino a Damasco Pablo comprendió que Jesús de Nazaret estaba en los cielos. El Señor Jesús parecía estar diciendo: “Cuando estaba en la tierra Yo no era únicamente carne, sino Dios, pues Dios mismo estaba en Mí. Saulo, tú me conociste según la carne, y no según el espíritu interior”.

  Sigue lo mismo hoy en día. Debemos conocer a otros creyentes no de acuerdo con las cosas externas, o sea conforme a su país de origen, idioma, parentesco, preparación académica, apariencia externa o capacidades. Si sólo le damos importancia a estas cosas, los conoceremos según la carne. Pero debemos conocer a los creyentes según el espíritu, porque Cristo mora en ellos. Hace algunos meses un opositor fue invitado a mi casa a comer. Pasamos más de tres horas juntos, y en cierto momento él dijo: “¿Ustedes no tienen eruditos entre sus miembros, verdad? Nosotros contamos con más de cien eruditos”. Sin embargo, al fin de cuentas, nosotros quienes, según cabe suponer, no contábamos con eruditos, imprimimos artículos en el periódico que los opositores no pudieron contestar. Ellos se encontraron en grandes problemas causados por nosotros, los hijos de carpintero.

  Al seguir al Señor en Su recobro, no debemos conocer o valorar a la gente según la carne, sino conforme a la medida de Cristo que tengan. El conocimiento, la inteligencia y la apariencia externa no significan nada. Quizás cierto hermano no pueda hablar correctamente y lo haga con una gramática deficiente. Pero siempre que habla, Cristo brota de él. Aun cuando usted se sienta junto a él, percibe que cierta cantidad de Cristo está en él. En la vida de iglesia, en el recobro del Señor, no nos guiamos por la apariencia externa; sólo nos interesa el espíritu interior donde se encuentra a Cristo. Esta es la manera de conocer a Cristo, de conocer a otros creyentes y de seguir al Señor.

2. Por causa de la incredulidad de los galileos, el Rey celestial no realizó muchas obras poderosas entre ellos

  El versículo 58 dice: “Y no hizo allí muchas obras poderosas, a causa de la incredulidad de ellos”. El rechazo de los fariseos causó que el Rey celestial los abandonara, y la incredulidad de los galileos, que no hiciera muchas obras poderosas entre ellos. Por causa del conocimiento natural de los galileos, Cristo el Señor no pudo hacer nada con ellos. Aunque los galileos no lo rechazaron diciendo: “¡Jesús, no te queremos! ¡Aléjate de aquí!”, ellos simplemente se preguntaron: “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿De dónde, pues, tiene éste toda esta sabiduría y estas obras poderosas?” Estas preguntas fueron suficientes para que el Rey celestial no permaneciera allí, por lo que no pudieron disfrutar más de Sus obras llenas de gracia y poder. De manera que El se alejó de ellos hacia el desierto, donde no hay cultura, religión y como veremos, ni política.

B. Rechazado por el tetrarca pagano

  En Mateo 14:1-13 vemos que el Señor fue rechazado por el tetrarca pagano. La política va junto con la religión y la cultura. De acuerdo con el relato de Mateo, el Señor, después de ser rechazado por la religión y por los que seguían el conocimiento natural, fue rechazado por la política. Herodes el tetrarca representa el rechazo de la política. Este es el principio básico que encontramos en Mateo 14:1-13.

  Herodes había decapitado a Juan el Bautista mientras éste estaba encarcelado. En Mateo 12:24 los líderes religiosos de los judíos, quienes representaban a toda la nación judía, rechazaron completamente al Rey celestial. Esto lo forzó a abandonar Su relación natural con ellos (12:46-50). Después, en los versículos del 53 al 58 del capítulo trece, también fue rechazado por los galileos. Ahora, en el capítulo catorce, Mateo mediante la secuencia de su narración revela la manera en que los políticos paganos trataron a Juan, el precursor del Rey. Los políticos de los gentiles eran malignos y estaban llenos de corrupción y tinieblas. Hasta aquí, Mateo ha presentado un claro cuadro de la forma en que los judíos, los galileos y los gentiles rechazaron el ministerio del reino de los cielos.

1. La política pagana coincide con la religión judía

  Primeramente el rechazo por parte de la religión llegó a su clímax. Después de esto vino el rechazo basado en el conocimiento natural. Más tarde, el rechazo de parte de la política coincidió con el rechazo de parte de la religión y de aquellos que confiaban en el conocimiento natural. Aunque los judíos fanáticos, los que confiaban en el conocimiento natural, y los políticos no sostuvieron una conferencia encausada a rechazar al Señor Jesús, todos ellos coincidieron al rechazarlo. La religión, el conocimiento natural y la política se unieron en su rechazo hacia Cristo.

2. Las tinieblas de la política son expuestas

  En el capítulo catorce vemos las tinieblas, la corrupción y la injusticia que hay en la política. Es necesario que nuestros ojos sean abiertos para que veamos que la religión no le brinda una bienvenida a nuestro Rey celestial y que ni siquiera queda lugar para El donde se halla el conocimiento natural o la corrupción y tinieblas de la política actual. En esta generación no hay lugar para el Rey celestial. La religión, la cultura y la política coinciden en su rechazo al Rey celestial. ¡Cuánto agradezco al Señor por la narración del Evangelio de Mateo! Si uno lee los capítulos anteriores al capítulo catorce podrá ver el engaño que existe en la religión judía. También verá que el conocimiento natural ha causado gran daño a la gente. Además, encontrará la corrupción y tinieblas que existe en la política romana, la cual era el sistema político más poderoso sobre la tierra en ese tiempo. Pero aun en el mejor sistema político no hay otra cosa que corrupción y tinieblas.

3. El motivo por el cual el Rey celestial se retira al desierto

  Hasta aquí hemos visto las primeras dos estaciones de la senda que conduce a la gloria. La primera es el rechazo de parte de los que confían en el conocimiento natural, y la segunda, el rechazo de parte de la política. El rechazo de parte de la cultura y la política, hizo que el Rey celestial se retirara. Cuando El oyó de la ejecución de Juan el Bautista, El “se retiró solo de allí en una barca a un lugar desierto” (14:13). El Rey celestial, habiendo sido rechazado por la gente religiosa, la gente culta y los políticos, se apartó de ellos y se retiró a un lugar desierto, lo cual indica que de ahí en adelante se escondería en un lugar desierto, en un lugar sin cultura, separado de las personas religiosas, de las personas cultas y de los políticos. Hizo esto usando una barca, lo cual implica que lo haría mediante la iglesia. Ya que ha sido rechazado por el mundo civilizado, el Señor, mediante la iglesia, siempre se ha escondido en una esfera donde no hay mucha cultura, separado de los círculos religiosos y políticos.

  El resto de Mateo 14:13 dice: “Y cuando las multitudes oyeron esto, le siguieron a pie desde las ciudades”. A pesar del rechazo por parte de toda clase de personas, eran muchos los que seguían al Rey celestial. Ellos salían de sus ciudades para seguirle. El Rey no iba a sus ciudades para visitarlos, sino que ellos salían de sus ciudades cultas para seguirlo a un lugar desierto. Durante todos los siglos, los verdaderos seguidores de Cristo han dejado la esfera culta para seguir a su Rey celestial fuera de su mundo. Nosotros nos encontramos entre aquellos que le han seguido. Donde El esté, allí nosotros vamos. Lo seguimos a pesar de todo el rechazo, lo seguimos hacia el desierto.

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