Mensaje 1
Lectura bíblica: Mi. 1:1-16; 2:1-11; 3:1-12
Los Profetas Menores revelan que Dios usó a los gentiles como el medio, el instrumento, con el cual disciplinar a Israel, Su elegido. Sin embargo, al hacer esto los gentiles se excedieron, con lo cual ofendieron a Dios, quien entonces vino a castigar a los gentiles. La disciplina de Dios para con Israel y Su castigo para con los gentiles tienen por resultado la manifestación de Cristo, y la manifestación de Cristo trae consigo la restauración, la cual consumará en el cielo nuevo y la tierra nueva. Todos los Profetas Menores tienen este mismo pensamiento básico, aunque se valen de expresiones distintas para comunicarlo. Las expresiones usadas en Miqueas son muy poéticas. Todo el libro de Miqueas es un libro de poesía.
En este mensaje comenzaremos a considerar la profecía de Miqueas, abordando las palabras de introducción y la reprensión que Jehová le hace a Israel.
Las palabras de introducción se encuentran en 1:1.
Miqueas es una forma abreviada del nombre Micaías, que significa “¿Quién es como Jah?”. “Jah” es una forma abreviada de Jehová. El nombre del profeta aparece en su forma completa en el texto hebreo de Jeremías 26:18.
El período de tiempo en que transcurrió el ministerio de Miqueas fue alrededor del año 750-710 a. C., en tiempos de Isaías y Oseas.
El lugar donde desempeñó su ministerio fue Judá.
El destinatario de su ministerio fue el reino norteño de Israel (también Judá). En el Antiguo Testamento se usa el término Israel para referirse a dos cosas: todo el linaje de Israel y el reino norteño de Israel. Debido a que este término es usado con ambos significados, a veces resulta difícil para nosotros los lectores saber si se refiere al reino norteño de Israel o a todo el pueblo de Israel. Aquí, se refiere a todo el linaje de Israel, incluyendo a Judá.
El tema de Miqueas es que Jehová reprende a Israel y lo restaura.
El pensamiento central de Miqueas es que Jehová reprendió a Israel por sus maldades y le prometió que los salvaría y que congregaría a su remanente para la restauración (Mt. 19:28) en el milenio (Ap. 20:4, 6).
En Miqueas la revelación con respecto a Cristo es prevaleciente. Cristo es revelado en Su origen eterno (5:2c); en Su nacimiento humano en Belén (v. 2a); en que Él es el Gobernante, el Pastor y la paz de Israel en el milenio (Ap. 20:4, 6; Mi. 5:2b, 4a, 5a); en que Él será engrandecido (v. 4b); y en que Él salvará a Israel de Asiria (v. 6b).
Miqueas 5:4b dice que en el milenio Cristo será engrandecido hasta los confines de la tierra. Daniel 2:34 y 35 nos dicen que Cristo, Aquel que es la piedra que fue cortada no por mano, desmenuzará a la gran imagen humana y, entonces, se convertirá en un gran monte, el reino de Dios, y llenará toda la tierra. Hoy en día, aparentemente Jesús es muy pequeño, pero en el reino venidero Él será engrandecido.
El libro de Miqueas tiene cinco secciones: palabras de introducción (1:1); Jehová reprende a Israel (1:2—2:11; 3:1-12); Jehová consuela a Israel (2:12-13; 4:1—5:15); Jehová contiende con Israel (6:1-16); y las observaciones hechas por el profeta y su expectativa (7:1-20).
Consideremos ahora la reprensión que Jehová le hace a Israel.
En el versículo 2 el profeta le dice a los pueblos que oigan y a la tierra que esté atenta, y que sea el Señor Jehová testigo contra ellos, el Señor desde Su santo templo. Después, indicando que Jehová viene a juzgar desde Su santo templo, el profeta continúa: “Jehová va a salir de Su lugar, / y descenderá y hollará las alturas de la tierra. / Y se derretirán los montes debajo de Él, / y los valles se hendirán, / como la cera delante del fuego, / como las aguas derramadas por un precipicio” (vs. 3-4).
La causa de que Jehová reprendiese a Israel es hallada en el versículo 5. Aquí el profeta dice: “Todo esto por la transgresión de Jacob / y por los pecados de la casa de Israel. / ¿Cuál es la transgresión de Jacob? / ¿No es Samaria? / ¿Y cuáles son los lugares altos de Judá? / ¿No es Jerusalén?”.
Según el versículo 6, Samaria será hecha montón de ruinas en un campo, lugares para plantar viñas. A continuación, el versículo 7 dice: “Todos sus ídolos grabados serán despedazados, / y todos sus obsequios de ramera serán quemados en el fuego, / y asolaré todas sus imágenes, / porque del salario de ramera los juntó, / y salario de ramera volverán a ser”.
Los versículos 8 y 9 hablan sobre la invasión de Jerusalén. Aquí el profeta declara: “Por esto plañiré y aullaré; / andaré descalzo y desnudo. / Daré aullidos como los chacales / y lamentos como los avestruces, / porque su llaga es incurable, / pues ha llegado hasta Judá; / alcanza hasta la puerta de mi pueblo, / hasta Jerusalén”.
En el resto del capítulo (vs. 10-16) constan los terrores en Judá e Israel así como los males enviados por Jehová.
En Miqueas 2:1-11 consta la reprensión de Jehová por las maldades de Israel.
Miqueas 3:1-11 describe la reprensión que Jehová le hace a los cabezas y gobernantes de la casa de Israel.
Finalmente, el versículo 12 habla acerca de la destrucción de Jerusalén y del monte Sion. “Por tanto, a causa de vosotros / Sion será arada como campo, / Jerusalén se convertirá en montón de ruinas, / y el monte de la casa en alturas de un bosque”.
Todos los Profetas Menores abordaron un mismo asunto: la disciplina de Dios para con Israel y Su castigo sobre las naciones, los cuales redundan en la manifestación de Cristo para la restauración del universo en su totalidad, que consuma en el cielo nuevo y la tierra nueva. Esto muestra que en la consideración de las personas piadosas, principalmente los profetas, existía la expectativa de que el Mesías vendría para restaurar no sólo el reino de Israel, sino el universo entero, en especial el sol, la luna y las estrellas, con miras al crecimiento de los organismos vivos sobre la tierra de modo que la tierra sea muy rica en cuanto a su producto. Isaías 30:26 dice que en la restauración “la luz del sol será siete veces mayor”, no para calcinar sino para resplandecer, para irradiar la luz del sol que hace crecer los organismos vivos sobre la tierra. Esto quiere decir que los cielos responderán a la tierra y harán que ésta haga crecer lo sembrado en ella de manera rica (Os. 2:21-22). Que el sol resplandezca con intensidad siete veces mayor indica que el producto de la tierra será siete veces más rico de lo que es hoy en día. En ese entonces no habrá escasez, sino abundancia.
Antes de la caída de Adán, la tierra era rica en cuanto a su producto. El hombre no tenía que laborar fatigándose hasta sudar. Sin embargo, después de la caída del hombre, Dios vino a maldecir la tierra y le dijo al hombre que comería del producto de ella fatigándose con el sudor de su rostro (Gn. 3:17-19). Pero en la era de la restauración “los montes destilarán mosto, / los collados fluirán leche” (Jl. 3:18). Puesto que no habrá pobreza ni escasez, no habrá necesidad de ningún “ismo”, tales como el comunismo o el capitalismo, para equilibrar la riqueza de la sociedad. Al igual que las aves del campo (Mt. 6:25-26), los pobladores de la tierra participarán de los recursos naturales de la tierra como un bien común a todos. En la restauración no habrá mercaderes (en Zac. 14:21b “cananeo” puede también traducirse “mercader”), no habrá dinero (mammon, Lc. 16:9), no se comprará ni se venderá, no habrá estaciones de policía ni habrá tribunales. Cristo estará allí como la fuente del rico suministro, como la ley de vida en nuestro interior y como Aquel que lo es todo para que nosotros le disfrutemos.