Mensaje 2
Lectura bíblica: Mi. 2:12-13; 4:1-13; 5:1-15
Hemos recalcado el hecho de que todos los profetas menores hablan de una misma cosa en diferentes maneras, desde diferentes perspectivas y en diferentes aspectos. Por tanto, Miqueas también nos habla de lo mismo que hablan los otros profetas menores, pero lo hace de una manera muy particular y propia de él.
En el mensaje anterior abordamos las palabras de introducción así como la reprensión que Jehová le hace a Israel. Miqueas 1 revela que Jehová viene desde Su templo para ejecutar juicio sobre el pecaminoso Israel. Los versículos 3 y 4 describen el terrible juicio que viene: “Jehová va a salir de Su lugar, / y descenderá y hollará las alturas de la tierra. / Y se derretirán los montes debajo de Él, / y los valles se hendirán, / como la cera delante del fuego, / como las aguas derramadas por un precipicio”. Debido a este juicio, el profeta plañó y aulló, y algunos del pueblo también (vs. 9-16). Los siguientes dos capítulos, que forman parte de la reprensión hecha por Jehová, son una descripción de la pecaminosidad de la casa de Jacob y de la casa de Judá.
En este mensaje consideraremos el consuelo que Jehová brinda a Israel. Este consuelo en realidad guarda relación con la restauración.
El consuelo que Jehová brinda a Israel es hallado en 2:12-13 y en 4:1—5:15.
Miqueas 4:1-5 trata sobre la restauración de Israel (Mt. 19:28) en el milenio (Ap. 20:4, 6; Is. 2:2-5). En aquel tiempo los pueblos no se adiestrarán más para la guerra (Mi. 4:3), sino que, disfrutando la vida sin ser turbados, “se sentará cada uno debajo de su vid / y debajo de su higuera, / y nadie los molestará” (v. 4). Todos podrán disfrutar de comer y beber en paz. Este comer y beber será una especie de adoración a Dios.
Los mil años del milenio serán un continuo banquete. Según el Antiguo Testamento, a los hijos de Israel se les ordenó no trabajar durante las fiestas anuales (Lv. 23:7, 8, 35). Trabajar durante tales fiestas habría sido un insulto contra Dios. La gente debía únicamente descansar, comer, beber y disfrutar de su vida delante de Dios. Su comer y beber eran su adoración a Dios. Según el Nuevo Testamento, en la mesa del Señor el primer día de la semana ponemos a un lado nuestras labores, descansamos en el Señor, y comemos y bebemos a Cristo para disfrutarle y permitir que Él se deleite en nuestra satisfacción. Ésta es la suprema adoración a Dios, y ésta es la vida cristiana: una vida de reposo para adorar. Dios busca tales adoradores (Jn. 4:23-24). Hemos sido llamados no a laborar, sino a adorar. Todos los días y todas las noches debemos adorar a Dios al disfrutarle.
Al consolar a Israel, Jehová congregará al remanente del pueblo (2:12-13; 4:6-8). En 2:12 Jehová promete juntar a todo Jacob y recoger al remanente de Israel. En 4:6 y 7 Él anuncia que recogerá a la que cojea y reunirá a la descarriada y a la que Él afligió; de la que cojea Él hará un remanente, y de la que fue descarriada lejos, una nación poderosa.
El consuelo de Jehová para con Israel también incluye la liberación de Israel que Él efectuará después que Israel haya sido capturado (4:9-13; 5:1). Esto quiere decir que Dios satisfará toda necesidad y resolverá todo problema.
Miqueas 5:2 es una profecía acerca de Cristo. Este versículo dice que Sus “salidas son desde tiempos antiguos, / desde los días de la eternidad”. Sus “salidas” son Su venida. Para los ángeles son Sus salidas, pero para nosotros son Su venida.
“Sus salidas son [...] desde los días de la eternidad” indica que en la eternidad, antes que la tierra fuese creada, Cristo se preparaba para salir. La aparición de Cristo, Su manifestación, tuvo sus inicios en la eternidad. Desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad, el Dios Triuno ya se preparaba para manifestarse al venir de la eternidad al tiempo, para introducirse con Su divinidad en la humanidad. Al crear todas las cosas, Él se preparaba para venir de la eternidad al tiempo. Éste fue el propósito de la creación. Mientras las “langostas” operaban (Jl. 1:4; 2:25), Cristo vino. En la eternidad, Cristo se hallaba escondido en Su divinidad, pero mediante la encarnación, Él vino para introducirse con Su divinidad en la humanidad.
La salida de Cristo, Su aparición, es algo continuo. En el tiempo de Su encarnación Cristo dio inicio a Su venida, la cual todavía continúa hoy en día. Su venida tendrá su consumación cuando Él arroje al anticristo y al falso profeta al lago de fuego (Ap. 19:19-20), cuando Satanás sea arrojado al abismo (Ap. 20:2-3) y cuando Cristo establezca Su trono para reinar como Rey (Mt. 25:31, 34, 40). En ese tiempo, Su aparición será completa. Pero al presente Él todavía está en el camino.
Mientras Cristo está en el camino, Él también cuida de los judíos que están dispersos. Por un lado, Israel está bajo la disciplina de Dios; por otro, también está siendo cuidado al estar bajo el pastoreo de Dios. Este pastoreo es la manera en que Él resguarda a Israel.
En la restauración, Cristo será el Gobernante, el Pastor y la paz de Sus elegidos, esto es, de Israel (Mi. 5:2-5a). Hoy en día, en Sus salidas, Él es nuestro Gobernante, nuestro Pastor y nuestra paz. Como nuestro Gobernante, Él nos guarda; como nuestro Pastor, Él nos nutre y cuida con ternura; y como nuestra paz, Él controla nuestro entorno de modo que le disfrutemos.
“Cuando Asiria entre en nuestra tierra / y huelle nuestros palacios, / levantaremos contra él siete pastores / y ocho príncipes de entre los hombres. / Y ellos devastarán la tierra de Asiria a espada, / y la tierra de Nimrod en sus entradas. / Él nos salvará de Asiria / cuando entre en nuestra tierra / y huelle nuestras fronteras” (vs. 5b-6). Estos versículos revelan que Cristo también salvará a Israel después que éste sea invadido por Asiria. El Cristo venidero asumirá plenamente la responsabilidad de tomar medidas con respecto a todo gobierno humano, el cual está representado por Asiria y Nimrod.
Que en estos versículos se mencione a Asiria y a Nimrod sirve al propósito de recordarnos el inicio de las langostas, esto es, nos recuerda de cuándo y cómo se produjeron las langostas. Que el Señor tome medidas con respecto a los asirios significa que Él se hace cargo del primer grupo de langostas, y esto indica que Él procederá a tomar medidas con respecto a todas las langostas.
Aquí debemos considerar nuevamente la gran imagen humana de Daniel 2, cuya cabeza es de oro (Babilonia), su pecho y brazos de plata (Medo-Persia), su abdomen y muslos de bronce (Grecia), sus piernas de hierro (Roma) y sus pies parte de hierro y parte de barro cocido (vs. 32-33). El desmenuzamiento de esta imagen por la piedra cortada no por manos (Cristo) comienza no con la cabeza, sino con los pies. Según el versículo 34, esta piedra herirá a la imagen en sus pies y los desmenuzará. Entonces el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro serán desmenuzados todos de una sola vez, y la piedra se convertirá en un gran monte que llenará toda la tierra (v. 35). Lo que deseamos recalcar aquí es que la destrucción de los pies, que representan al anticristo, involucra la destrucción de toda la imagen, lo cual significa la destrucción de la totalidad del gobierno humano, desde Asiria y Babilonia hasta Roma. Es muy significativo que Miqueas mencione a Asiria y a Nimrod, el fundador de Nínive (la capital de Asiria) y de Babel (Gn. 10:8-11). En realidad, Asiria equivale a Roma, y Nimrod equivale al anticristo.
A la postre, Israel será invadido por el anticristo y sus ejércitos. Habiendo reunido sus malignos poderes mundiales, el anticristo sitiará la ciudad de Jerusalén, con la intención de exterminarla. En esta coyuntura, Cristo vendrá a destruir al anticristo y sus ejércitos así como a salvar a Israel. En ese tiempo, la gran imagen humana será desmenuzada por la piedra no cortada por manos; Asiria, Nimrod, los imperios de Babilonia, Persia, Grecia y Roma, así como el anticristo, dejarán de ser; y toda la tierra se convertirá en el reino de Dios por la eternidad. Entonces, todos los elegidos de Jehová le disfrutarán. En esto consistirá el consuelo que Él brindará a Israel, consuelo que atañe a la restauración.
Después que Cristo elimine a todos los enemigos, el remanente de Jacob será bendecido por Jehová, y ellos también serán victoriosos entre las naciones. A este respecto, Miqueas 5:7 y 8 dicen que el remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como rocío que viene de Jehová, como abundantes lluvias, como el león entre las bestias del bosque y como el cachorro del león entre los rebaños de las ovejas. Respecto al remanente de Jacob, el profeta procede a decir: “Tu mano se alzará contra tus adversarios, / y todos tus enemigos serán eliminados” (v. 9). Es posible que a algunos les resulte difícil creer que la pequeña nación de Israel será victoriosa entre las naciones, pero esto se halla claramente profetizado en la Biblia.
Finalmente, en el día de la restauración, Jehová limpiará Israel de todo ejército, ciudad, fortaleza, hechicería, ídolo e idolatría, y con furor e ira Él ejecutará Su venganza sobre las naciones (vs. 10-15).