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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Nehemías»
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Mensaje 3

EL RESTABLECIMIENTO DE LOS ELEGIDOS DE DIOS

(1)

  Lectura bíblica: Neh. 8; Neh. 9; Neh. 10

III. LOS ELEGIDOS DE DIOS SON RESTABLECIDOS COMO NACION

  En este mensaje veremos que la nación que Dios había escogido es restablecida (caps. 8—13).

A. Regresan a Dios al volverse a Su ley, Su palabra

  Si queremos ser restablecidos, debemos regresar a Dios volviendo a Su ley, es decir, a Su palabra (cap. 8). Supongamos que una persona caída desea regresar a Dios. Para hacerlo, primero debe volver a la palabra de Dios. Nadie puede regresar a Dios sin volver a Su palabra.

  La palabra de Dios nos restablece. Todos tenemos nuestra propia manera de ser, nuestros propios hábitos, pero Dios puede restablecernos por medio de Su palabra. Por eso necesitamos leer la Biblia. La palabra de Dios cambia gradualmente nuestra mente, nuestra manera de pensar. La palabra de Dios está unida al Espíritu (Ef. 6:17). Cuando la palabra obra en nosotros, el Espíritu obra por medio de ella, impartiendo espontáneamente en nosotros la naturaleza de Dios con el elemento divino. Tal vez ni estemos conscientes de esta impartición; pero esta es la manera en que somos restablecidos.

  La mayoría de los que volvieron a Jerusalén, de los que salieron de la cautividad de Babilonia, no nacieron en Israel, sino en Babilonia, y fueron criados allí. Así que, el elemento babilónico se había forjado en ellos, y formaba parte de su constitución. Por consiguiente, después de regresar a la tierra de sus padres para ser los ciudadanos de la nación de Israel, necesitaban que un nuevo elemento se forjara en ellos. Esdras fue muy útil en esto, pues por medio de él, el pueblo recibió un nuevo elemento constitutivo, mediante la palabra de Dios.

  La constitución de una persona proporciona la base para forjar una nación. Una nación apropiada no es solamente una organización sino también una constitución. Pasa lo mismo con el ejército de un país. Por ejemplo, el ejército de los Estados Unidos está constituido de muchos elementos, los cuales permiten que los soldados a nivel individual reciban los elementos que los constituyen como parte del ejército. De modo que, el ejército es una constitución y no solamente una organización.

  El deseo de Dios en cuanto a Israel era tener en la tierra un pueblo que poseyera una constitución divina, a fin de que fuera Su testimonio. El pueblo de Dios, para ser Su testimonio, debía recibir la palabra de Dios. Así, mediante Esdras y Nehemías, el pueblo de Israel, que volvió de la cautividad, fue restablecido colectivamente por Dios y con El, mediante Su palabra, con el fin de formar una nación que llevara el testimonio de Dios.

1. Se reúne todo el pueblo de Israel como un solo hombre y piden a Esdras que trajese el libro de la ley de Moisés y se los leyese

  Según Nehemías 8:1-8, todo el pueblo de Israel se juntó como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras que trajese el libro de la ley de Moisés y se los leyese. Esdras lo hizo así y bendijo a Jehová, Dios grande, y todo el pueblo contestó: “¡Amén! ¡Amén!”, alzando sus manos; y adoraron a Jehová postrados en tierra. Esto indica que la palabra que Dios había hablado por medio de Moisés había convencido y sometido plenamente al Israel rebelde.

  La palabra de Dios es la base sólida sobre la cual el Espíritu de Dios, quien es Dios mismo, nos imparte el elemento divino y forja a Dios en nosotros. Debemos experimentar esto día tras día. Cuando nos reunimos, debemos leer la palabra de Dios; al hacerlo, gradualmente se forjará en nosotros la constitución divina.

  Si deseamos que se forje en nosotros una nueva constitución, debemos leer muchas veces los sesenta y seis libros de la Biblia. Yo he leído la palabra por más de sesenta y cinco años, y puedo testificar que tengo otra constitución, gracias a que leo la palabra todos los días. Cada día crece en mí este nuevo elemento.

2. Nehemías, Esdras y los levitas exhortan al pueblo a santificar ese día para Jehová su Dios

  Nehemías el gobernador, Esdras el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo, exhortaron a todo el pueblo a santificar ese día para Jehová su Dios y a no lamentarse ni llorar, porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la ley. Nehemías les exhortó que celebraran no con tristeza, sino con gran gozo y alegría. Al pueblo le resultó difícil hacer esto, ya que habían sido convencidos y sometidos por la palabra, y se dieron cuenta de que eran pecaminosos (vs. 9-10a). Nehemías les dijo: “No os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.” (v. 10b). Entonces “todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones, y a gozar de grande alegría” (v. 12).

3. Los jefes de las casa paternas, los sacerdotes y los levitas se reúnen con Esdras buscando entender las palabras de la ley

  Al día siguiente, las cabezas de las familias, los sacerdotes y los levitas se reunieron con Esdras el escriba buscando entender las palabras de la ley (v. 13). Actualmente muchos leen la Biblia sin entenderla. ¿Quién entiende verdaderamente la palabra de la Biblia? En el versículo 13, “entender” alude al significado intrínseco. Todos necesitamos ser ayudados para comprender el significado intrínseco de la palabra de la Biblia.

  Los versículos 14-18 afirman que se halló escrito en la ley, que Jehová había mandado a los hijos de Israel que habitaran en tiendas durante la fiesta solemne del mes séptimo (la fiesta de los tabernáculos) y que anunciaran y pregonaran en todas sus ciudades y en Jerusalén, que subieran al monte y trajesen ramas de olivo y de otros árboles para hacer tabernáculos; y toda la asamblea lo hizo así por siete días con gran regocijo, y cada día Esdras leía en el libro de la ley de Dios. Al octavo día hubo una solemne asamblea, según estaba ordenado. Esto indica que lo hicieron todo conforme a la ley, con los mandamientos, los estatutos (los suplementos a los mandamientos), y las ordenanzas (incluyendo los juicios). De modo que tuvieron un gran avivamiento y llegaron a ser una nueva nación, forjada por medio de la palabra y con ella.

B. Confiesan todos sus pecados a Dios y hacen un pacto firme con El

  En los capítulos nueve y diez, el pueblo confesó sus pecados pasados a Dios e hicieron un pacto firme con El.

1. Los descendientes de Israel se apartan de todos los extranjeros

  Los descendientes de Israel se separaron de todos los extranjeros y estando en pie, confesaron sus pecados y las iniquidades de sus padres, y leyeron el libro de la ley de Jehová (9:1-4).

2. Alaban a Jehová como el único Dios

  El pueblo alabó a Jehová como el único Dios, quien creó los cielos de los cielos, la tierra, los mares, y todo lo que en ellos hay, quien escogió a Abraham, lo sacó de Caldea e hizo pacto con él, prometiéndole que le daría a él y a su descendencia la tierra de Canaan (vs. 5-8). Ellos conocían a Dios de esta manera y así lo alabaron.

3. Enumeran todo el bien que Dios había hecho a sus padres

  Luego, enumeraron todo lo bueno que Dios había hecho a sus antepasados, sacándolos de Egipto y llevándolos por el desierto hasta introducirlos en la buena tierra y dándoles la ley a pesar de la arrogancia y terquedad de ellos y su rebeldía contra Sus mandamientos (vs. 9-25). ¿Qué puede vencer nuestra arrogancia, nuestra terquedad y nuestra rebeldía contra los mandamientos de Dios? Sólo la palabra de Dios puede eliminar estas cosas. La palabra de Dios puede anular nuestra arrogancia y terquedad, y hacernos dóciles a los mandamientos de Dios.

4. Además confiesan su desobediencia y rebeldía

  Después de eso, confesaron su desobediencia y rebeldía (vs. 26-37). Ellos confesaron que, por su terquedad, echaron la ley de Dios tras sus espaldas y mataron a Sus profetas. Así que, provocaron la ira de Dios, quien los entregó en mano de las naciones y los llevó cautivos a tierras extranjeras. Como resultado de esto, desde los días de los reyes de Asiria hasta ese día, ellos habían estado en gran angustia.

5. Hacen un firme pacto por escrito

  Por todo eso, hicieron una promesa fiel por escrito, y sobre el documento sellado estaban los nombres de sus príncipes, sus levitas y sus sacerdotes (9:38-10:27).

6. El resto del pueblo hace juramento bajo maldición

  El resto del pueblo, los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los sirvientes del templo, y todos los que se habían apartado de los pueblos de aquellas tierras a la ley de Dios, se reunieron para hacer un juramente bajo maldición (v. 28-39). Para ellos, el hecho de efectuar este juramento significaba que se maldecirían a sí mismos si no guardaban el pacto. Para el pueblo de Israel, jurar significaba que no podían retractarse del pacto que habían hecho.

a. Prometen andar en la ley de Dios

  En los versículos 29-31 vemos que el juramente consistía en que andarían en la ley que Dios les había dado mediante Moisés, que guardarían todos los mandamientos de Jehová su Dios, y asimismo Sus ordenanzas y estatutos, que no darían sus hijas a los pueblos extraños de la tierra, ni tomarían a las hijas de ellos para sus hijos, que guardarían el día de reposo y en él no negociarían, y que dejarían descansar la tierra el año séptimo. Dejar descansar la tierra significa dejarla por sí misma. Según lo que Dios había instituido en Su ley, en el séptimo año, debían cesar de sembrar y segar para que la tierra tuviera reposo. Entonces la tierra daría fruto por sí misma, el cual sería para los pobres y los menesterosos. Esta ley acerca del séptimo año revela que Dios, el dador de la ley, está lleno de amor, que cuida de las viudas, los huérfanos, los necesitados y los forasteros.

  Además, el pueblo también estaba de acuerdo en remitir toda deuda, y a no obligar a los demás a pagar sus deudas. Así que, en el séptimo año, no se les permitía usufructuar la tierra, ni exigir el pago de las deudas. El rico tenía que prestar al pobre y luego remitir la deuda si los pobres no podían pagarla. Para los que no estaban dispuestos a prestar a los pobres, Dios tenía muchas maneras de equilibrar los bienes entre ricos y pobres. En Su sabiduría y amor, Dios equilibra la riqueza de Su pueblo. Este asunto también está relacionado con el restablecimiento de la nación escogida de Dios.

b. Se impone la obligación de ofrecer a Dios el producto de la tierra para los sacrificios

  Además, ellos se impusieron a sí mismos el cargo de contribuir con los productos de la tierra para los sacrificios que se ofrecían a Dios y para mantener el servicio del templo (vs. 32-39).

  Todos estos asuntos tienen que ver con el restablecimiento del pueblo de Israel. El Israel “salvaje” asimiló una constitución divina, lo cual lo designó como un pueblo separado, particular, santificado, como testimonio de Dios sobre la tierra.

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