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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Nehemías»
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Mensaje 5

EL LIDERAZGO DE NEHEMIAS EN EL RESTABLECIMIENTO DE LA NACION DE LOS ELEGIDOS DE DIOS

  Los líderes de los que volvieron de la cautividad fueron Zorobabel, de la familia real, Esdras, de la familia sacerdotal, y Nehemías, de una familia común. Entre todos los líderes de la historia de Israel, estos tres fueron los más prominentes. Nehemías era una persona ordinaria, sin rango. No hay ningún indicio de que su familia tuviera una posición elevada en la sociedad, y él mismo no tenía una profesión sobresaliente. El servía en el palacio del rey de Persia, pero no era más que un sirviente de la casa.

  A pesar de ser una persona ordinaria, sin ninguna posición, Nehemías fue elevado a un puesto muy importante, el cual implicaba una relación estrecha con el rey, pues era su copero (Neh. 1:11b). Cuando el vino estaba delante del rey, Nehemías lo tomaba y lo servía al rey (Neh. 2:1a). Finalmente, el rey nombró gobernador de Judá a este copero.

LAS CARACTERISTICAS PARTICULARES DE NEHEMIAS

  Como uno de los líderes de los cautivos que volvieron, Nehemías tenía algunas características particulares y especiales.

Era una persona amable con una actitud y conducta íntegras

  Como copero del rey, Nehemías debe de haber sido una persona amable y agradable, siempre íntegro en su actitud y conducta. El nunca estaba triste en presencia del rey (v. 1b). Si Nehemías no hubiera sido una persona agradable, que cumplía las ordenes del rey, éste no le habría permitido ser su copero por largo tiempo.

Una persona que amaba a Dios y se preocupaba por los intereses de Dios sobre la tierra

  Nehemías amaba a Dios y se preocupaba por los intereses de Dios con respecto a Su economía. Estos intereses incluían la buena tierra, el templo y la ciudad de Jerusalén, las cuales eran muy queridas para Nehemías. A pesar de ser una persona ordinaria, sin el rango de rey o de capitán en el ejército, él cuidó de los intereses de Dios sobre la tierra.

Uno que oraba buscando la comunión con Dios

  Nehemías siempre oraba a Dios para tener comunión con El. Cuando oyó que el pueblo sufría en Jerusalén y que el muro de Jerusalén estaba derribado y sus puertas quemadas, él lloró, se lamentó, ayunó y oró (Neh. 1:2-4). En el versículo 11, Nehemías ora, declarando: “Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón”. Nehemías oraba para hallar gracia delante del rey. Cuando el rey le preguntó cuál era su petición, Nehemías “oró al Dios del cielo” (2:4).

Una persona que confiaba en Dios y era uno con El

  Además, Nehemías era una persona que confiaba en Dios y era uno con El. Dios puso encomiendas sobre sus hombros, y él confió en Dios para realizarlas. Nehemías sabía que la mano buena de Dios estaba sobre él (vs. 8, 18), así que le pidió que se acordara de él (Neh. 5:19; 13:14, 31), lo cual indica que confiaba en Dios y era uno con El.

  No fue fácil para Dios obtener una persona como Nehemías. Aunque su rango y profesión eran inferiores, él amaba a Dios y se preocupaba por Sus intereses; de tal modo que oraba por ellos, tenía comunión con Dios, confiaba en Dios y llegó a ser uno con El. Estas son las características particulares de Nehemías en su relación con Dios.

Totalmente generoso

  En su relación con el pueblo, Nehemías era una persona generosa. En él no había ambición. Aunque logró una posición elevada, la de gobernador de Judá —en realidad él desempeñaba la función de rey de Judá, representando al rey de Persia— él nunca ambicionó nada para sí mismo. En Nehemías no había ningún interés propio. El estaba siempre dispuesto a sacrificar lo suyo por el pueblo y por la nación. El era el gobernador, pero no se aprovechó de las ventajas de su oficio durante doce años, porque se dio cuenta que la construcción del muro representaba una carga pesada para el pueblo (Neh. 5:14-18), y no quiso aumentar la carga sobre ellos. En lugar de recibir beneficios, él mismo proveyó las necesidades cotidianas de más de ciento cincuenta hombres.

  Nehemías se encontraba siempre entre los que estaban dispuestos a luchar contra el enemigo y él mismo participó en la vigilia nocturna (4:17-23). No simplemente delegó estos asuntos a otros, sino que participó en ellos.

No se entregó a la concupiscencia

  Es interesante observar que no se menciona nada del matrimonio de Nehemías. Yo creo que, en contraste con los jueces y los reyes, Nehemías tuvo una sola esposa. El no se entregó a los placeres sexuales. David y Salomón cayeron ambos en eso. La concupiscencia sexual fue el factor principal de la degradación de la familia de David y el factor principal y latente que llevó a David y a sus descendientes a perder el reino. Nehemías, sin embargo, era totalmente diferente.

  Pienso que en los seis mil años de historia humana, no ha habido otro como Nehemías. El pueblo nunca se quejó de él. Todos lo apreciaron y le expresaron su gratitud. Podemos declarar que Nehemías fue un anciano sobresaliente, el mejor ejemplo de lo que debe ser un anciano hoy en la iglesia. Desearía que todos los ancianos de las iglesias fueran como Nehemías.

NEHEMIAS SOLICITA LA AYUDA DE ESDRAS PARA EL RESTABLECIMIENTO DE LA NACION DE ISRAEL

  Aunque Nehemías era líder, príncipe de una nación, él no tenía ninguna ambición personal. Vemos esto en el hecho de que reconoció que necesitaba a Esdras. Al llevar a cabo el restablecimiento de la nación, Nehemías se dio cuenta de que él no conocía la palabra de Dios. Pero aún vivía Esdras, quien era famoso por su conocimiento de la Palabra de Dios, y Nehemías buscó su ayuda. Muchos líderes de hoy no buscarían ayuda de esta manera. Por su ambición, se aferrarían a su posición y no solicitarían la ayuda de un Esdras. Pero Nehemías no tenía ambición alguna, y por esta razón trajo a Esdras. El sabía que sin Esdras no podía restablecer el pueblo de Dios.

EL RESTABLECIMIENTO REQUIERE UNA NUEVA EDUCACION

  El restablecimiento del pueblo de Dios exige que ellos sean educados con la palabra que sale de la boca de Dios, la cual expresa a Dios. Esto significa que restablecer al pueblo de Dios equivale a educarlos con la palabra de Dios, hasta que sean impregnados de ella.

  Los israelitas habían estado en Egipto por lo menos cuatrocientos años, durante los cuales deben de haber asimilado la educación egipcia. Más adelante, fueron llevados cautivos a Babilonia durante setenta años. Zorobabel, Esdras y Nehemías nacieron y fueron criados entre los babilonios. Después de volver de Babilonia, el pueblo de Israel se mezcló con los cananitas. De este modo, se alojaron en los israelitas las culturas egipcia, babilónica y cananita. No obstante, ellos regresaron para ser el testimonio de Dios. Pero ¿cómo podía un pueblo impregnado de las culturas egipcia, babilónica y cananita ser el testimonio de Dios, la expresión del Dios-hombre? Ese no era un pueblo de Dios-hombres. ¿Cómo podían ellos expresar a Dios? Si habrían de ser el testimonio de Dios, Su expresión, necesitaban ser reeducados en la palabra de Dios.

LOS ISRAELITAS QUE REGRESARON LLEGARON A SER EL TESTIMONIO DE DIOS

  Además de ser reeducado, el pueblo de Israel necesitaba ser criado, tal como los padres crían a sus hijos. Los padres no sólo educan a sus hijos, sino que se imparten a sí mismos en ellos espontánea e inconscientemente; les infunden prácticamente todo su ser. Los padres infunden lo que son y lo que piensan en sus hijos. Finalmente, esto se imparte a ellos y los constituye sus réplicas. Esto es precisamente lo que necesitaban los hijos de Israel.

  Antes de que Nehemías viniera a Jerusalén, la nación de Israel era un caos. No se sabía cuáles eran los deberes de los sacerdotes, y nadie cuidaba de los levitas ni de los sirvientes. Los cantores estaban por allí, pero nadie los había preparado para cantar ni formado en coros. Sin embargo, Nehemías, con la ayuda de Esdras, restableció totalmente la nación. Entonces Israel se convirtió en una nación especial, santificada y separada para Dios, una nación que expresaba a Dios. El pensamiento de Dios, los intereses de Dios y todo lo que El es, se infundieron en ellos, constituyéndolos en la réplica de Dios. Por medio de esta impartición divina, todos llegaron a ser Dios en vida y naturaleza, y como resultado, se convirtieron en una nación divina, que expresaba el carácter divino. Así, se forjó en ellos una nueva constitución, tanto a nivel personal como colectivo, y esto los constituyó el testimonio de Dios. Los cautivos que regresaron se convirtieron en el testimonio de Dios, mediante el restablecimiento que dirigió Nehemías.

  La idea central y crucial de los libros que hablan del recobro, que concluyen con Nehemías, es una cuestión que se centra en el liderazgo apropiado. La crónica del liderazgo que encontramos en los libros de Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, y 1 y 2 Crónicas es algo oscura, pero en Esdras y Nehemías, el liderazgo es luminoso. En los libros de Esdras y Nehemías se mencionan tres líderes: Zorobabel, Esdras y Nehemías. Todos eran excelentes líderes, pero entre ellos el mejor y más destacado fue Nehemías. El fue un líder perfecto, el mejor líder en la historia de la humanidad. Sólo bajo el liderato de personas como Zorobabel, Esdras y Nehemías, Israel pudo ser restablecido para convertirse en el testimonio de Dios, la expresión misma de Dios sobre la tierra, un pueblo completamente diferente de las naciones gentiles. Esta es la tipología acerca de lo que Dios desea hoy para la iglesia.

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