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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Números»
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Mensaje 12

CONFORMAN UN EJÉRCITO

(11)

  Lectura bíblica: Nm. 7:1-10, 84-89

  En este mensaje llegamos a una nueva sección de Números, el capítulo 7. Este capítulo abarca las ofrendas que presentaron los hijos de Israel.

IX. LAS OFRENDAS

  Después de las medidas tomadas con respecto a la contaminación, la prueba en cuanto a la sospecha, el voto del nazareato y la bendición del Dios Triuno, la relación entre Dios e Israel entró en una nueva etapa. Con respecto al pueblo, todo estaba listo. Ellos conformaban un ejército y acampaban en orden. Con respecto a Dios, el tabernáculo había sido edificado y erigido, y estaba sobre la tierra, con lo cual se declaraba que el Dios de los cielos ahora tenía una morada en la tierra, incluso en el desierto.

  Desde una perspectiva general, podemos ver dos ítems: el tabernáculo y el altar. El tabernáculo representa la corporificación de Dios en la tierra. Esta corporificación es la morada de Dios, donde Dios puede morar en medio de los hombres y mediante la cual el hombre no sólo puede tener contacto con Dios, sino también entrar en Él para participar de todo lo que Él es en Sus elementos y atributos. Estos elementos y atributos están representados por el pan de la Presencia, el candelero, el altar del incienso y el Arca. El hombre puede entrar en Dios. ¡Cuán maravilloso es esto!

  Anteriormente, Dios no tenía un hogar en la tierra. En lo que a la tierra se refiere, Dios no tenía un hogar. Él no tenía adónde ir, dónde quedarse ni dónde establecerse. Abraham era un íntimo amigo Suyo y lo trató muy bien. Dios estimaba mucho a Abraham como íntimo amigo, pero lo único que podía hacer era venir a visitarlo, quedarse en la tienda de Su amigo por algunas horas y después marcharse. Dios no tenía un lugar donde establecerse y reposar. Cuando los hijos de Israel descendieron a Egipto, ellos fueron usurpados y esclavizados por Faraón, quien los usó como esclavos. Dios no podía hacer nada. En ese entonces sólo se le podía considerar como el Dios de los cielos, mas no todavía como el Dios de la tierra.

  En el libro de Números la situación había cambiado completamente. Ahora, en el desierto, en medio de casi dos millones de los hijos de Israel, Dios tenía un hogar, una morada, y podía establecerse plenamente y reposar. Además, Su pueblo conformaba un ejército que, en la manera que acampaba, exhibía un hermoso orden, lo cual le declaraba algo al enemigo de Dios. Además, el pueblo escogido por Dios tenía el derecho, por medio del altar (o sea, la redención), por medio del derramamiento de la sangre de los sacrificios, lo cual apuntaba a Cristo, no sólo para tener contacto con Dios sino también para entrar en Él. En esta etapa del libro de Números, Dios ya no estaba únicamente en los cielos; Él era el Dios de los cielos y de la tierra. Por tanto, Dios ahora tiene dos lugares de residencia: los cielos y la tierra. Y el lugar de residencia que Él prefiere es la tierra.

  El tabernáculo con todos sus enseres describe y tipifica plenamente al Dios Triuno corporificado, al Dios Triuno procesado. Estar en el tabernáculo equivale a estar en el Dios Triuno procesado y corporificado. Una vez que estamos en el tabernáculo, podemos hacer un recorrido dentro de él y ver todo su contenido.

  La vida cristiana es una vida en la que hacemos recorridos; es una vida en la que cada día hacemos un recorrido por el tabernáculo, el cual tipifica al Dios Triuno. Esto significa que cuando entramos en el tabernáculo, podemos hacer un recorrido para ver los atributos y elementos de Dios. En este recorrido, vemos el pan de la Presencia, el candelero y el altar del incienso, cada uno de los cuales tipifica a Cristo. Dios es vida; la mesa del pan de la Presencia despliega el pan de vida. Dios es luz; el candelero resplandece sobre nosotros y, debido a ello, nos encontramos en la luz. Dios recibe a los pecadores arrepentidos y redimidos, y el altar del incienso representa la bienvenida que Dios nos da.

  ¿Ha hecho usted un recorrido por el tabernáculo hoy? Después que se levantó esta mañana, ¿invocó “Oh Señor Jesús”, y entró en la morada de Dios? En la morada de Dios vemos la vida, la luz, el incienso por el cual somos aceptados y el Arca. Después de pasar tiempo en el altar, donde tomamos medidas con respecto a nuestros pecados, podemos entrar en el tabernáculo y hacer un recorrido en el cual vemos la mesa del pan de la Presencia, el candelero y el altar del incienso. Luego, podemos entrar en el Lugar Santísimo y reflexionar sobre el Arca. Incluso podemos abrir el Arca para ver la ley del Testimonio, la vara que reverdeció y el maná escondido. La vida cristiana es una vida en la que visitamos “sitios de interés”, una vida en la que hacemos recorridos diarios por el tabernáculo.

A. Moisés unge el tabernáculo junto con todos sus enseres y el altar y todos sus utensilios

  Números 7:1 habla del “día en que Moisés hubo acabado de erigir el tabernáculo, de ungirlo y santificarlo junto con todos sus enseres, y asimismo hubo acabado de ungir y santificar el altar y todos sus utensilios”. Esto indica que después que fue erigido el tabernáculo, Moisés ungió el tabernáculo y sus enseres, y el altar y sus utensilios.

  Debemos conocer el significado espiritual de este ungimiento. El ungüento con el cual se ungía puede compararse a la pintura, y la acción de ungir puede compararse a la acción de pintar. El ungüento, que es un compuesto hecho de diferentes elementos, tipifica al Espíritu compuesto y todo-inclusivo. Este Espíritu compuesto es la consumación del Dios Triuno procesado. Como consumación del Dios Triuno procesado, el Espíritu todo-inclusivo incluye la naturaleza divina de Cristo, Su naturaleza humana, Su encarnación, Su vivir humano, Su muerte todo-inclusiva, Su maravillosa resurrección y Su ascensión en la que fue exaltado. El ungüento, por tanto, tipifica al Dios Triuno con todos los procesos por los cuales Él pasó (véase el Estudio-vida de Éxodo, mensajes del 157 al 166). Ungir consiste en aplicar este ungüento al objeto que ha de ungirse. Un ejemplo de esto es la acción de pintar. Pintar un objeto equivale a aplicarle pintura. Gradualmente, se le aplica al objeto varias capas de pintura, una tras otra. De la misma manera, ungir significa que el Dios Triuno procesado y consumado, con Su naturaleza divina, Su naturaleza humana, Su vivir humano, Su muerte, Su resurrección y Su ascensión, es aplicado en Su totalidad al objeto de tal ungimiento.

  Sin este ungimiento, el tabernáculo y el altar no tenían nada que ver con Dios. Por esta razón, el ungüento, un símbolo del Dios Triuno procesado, consumado y compuesto, con todos Sus elementos y procesos, en Su totalidad, tenía que ser aplicado al tabernáculo y al altar. A partir de ese momento, el tabernáculo y el altar llegaban a ser absolutamente uno con el Dios Triuno compuesto y consumado. Hoy en día nosotros también hemos sido ungidos; esto significa que hemos sido identificados con el Dios Triuno procesado.

  Después de que el tabernáculo y el altar fueron ungidos, vinieron a ser santísimos, y toda persona que los tocaba era santificada, era hecha santa. Además, el tabernáculo y el altar fueron dedicados al ser ungidos, esto es, al ser identificados con el Dios Triuno procesado.

B. Los líderes ofrendan seis carretas cubiertas y doce bueyes

  Números 7:2-9 dice que se ofrendaron seis carretas cubiertas y doce bueyes. Esta ofrenda tenía como fin el transporte del tabernáculo (sin incluir sus enseres) y del altar, y debía complementar el mover que Dios, en Su morada, realiza sobre la tierra. Las seis carretas cubiertas y los doce bueyes fueron ofrecidos por el pueblo que había eliminado la contaminación y que se había santificado para recibir la bendición de Dios en Su Trinidad Divina.

  Dios, según Su economía neotestamentaria, no hará nada por cuenta propia. Cuando produjo la vieja creación, Él hizo algo por Sí mismo. Pero en la nueva creación, Él no hará nada por cuenta propia ni se moverá por cuenta propia. Él ha determinado moverse y laborar por medio del hombre.

  En Números vemos que el Dios omnipotente se movía transportándose en una morada portátil que estaba sobre carretas arrastradas por bueyes. Tal vez nos sorprenda escuchar que Dios se movía de esa manera. Al final de la Biblia, el Señor dijo: “Vengo pronto” (Ap. 22:20). ¿Por qué no ha venido el Señor todavía? Pareciera que Él viene muy despacio. De hecho, Aquel que está en la carreta no es lento; los bueyes son lentos. Esto indica que el transporte que nosotros le brindamos a Él es lento. Si pudiéramos ofrecerle a Dios un medio de transporte más veloz, como por ejemplo un “jet 747”, de seguro lo usaría. El punto aquí es que Dios, según Su economía neotestamentaria, no se moverá, ni actuará ni hará nada por cuenta propia. Dios necesita que el hombre coopere e incluso coordine con Él. Él nos necesita a nosotros, y nosotros debemos ofrecernos a Él.

C. Ofrendan doce platos de plata, doce tazones de plata y doce tazas de oro llenas de incienso

  Los líderes de las doce tribus ofrendaron doce platos de plata, doce tazones de plata y doce tazas de oro llenas de incienso (vs. 84-86). Al presentar estas cosas para el servicio de Dios, ellos cooperaron con Dios en Sus servicios ofrendando los vasos de plata y de oro, con el incienso, los cuales representan a Cristo en Su redención y en Su naturaleza divina como satisfacción fragante a Dios.

  Estas cosas fueron ofrendadas por las doce tribus en doce días, lo cual significa que el pueblo que las ofrendó y el tiempo en que las ofrendaron son eternamente completos en la administración de Dios. Se tardaron doce días para presentar todas estas cosas. Esto nos muestra que Dios fue paciente a pesar de la lentitud que mostró el hombre al coordinar con Él. No obstante, aunque todo se hizo muy lentamente, el pueblo que ofrendó estas cosas y el tiempo en que las ofrendó fueron eternamente completos y perfectos con respecto a la administración divina.

D. Diferentes categorías de ofrendas

  Los líderes de las doce tribus también ofrecieron doce novillos, doce carneros, doce corderos de un año y su ofrenda de harina para el holocausto; doce machos cabríos para la ofrenda por el pecado; y veinticuatro novillos, sesenta carneros, sesenta machos cabríos y sesenta corderos de un año de edad para la ofrenda de paz (vs. 87-88).

  Debemos ofrecernos a Dios para satisfacer la necesidad que Él tiene en cuanto a Su mover. Esta ofrenda equivale a nuestra coordinación con Dios. Sin embargo, debido a que somos pecaminosos, no podemos coordinar con Él por nosotros mismos. Si tratamos de hacerlo, no seremos aceptados. Necesitamos a Cristo. Primero debemos presentar a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado que nos redime del pecado; luego, debemos presentar a Cristo como holocausto a fin de vivir para Dios en Cristo, con Cristo y por Cristo. Como nuestro holocausto, Cristo nos capacita para que vivamos atentos a Dios. El resultado de la ofrenda por el pecado y del holocausto es la ofrenda de paz, la cual representa el disfrute que tenemos con Dios y el disfrute que Dios tiene con nosotros. El resultado de la ofrenda por el pecado y del holocausto es una rica ofrenda de paz, en virtud de la cual tanto nosotros como Dios disfrutamos mutuamente de Cristo en paz.

1. Para adorar a Dios

  Todas estas ofrendas servían para adorar a Dios. La manera apropiada de adorar a Dios es muy diferente de la adoración hallada en el judaísmo, en el islamismo y en el cristianismo. Según la Biblia, para adorar a Dios, primero tenemos que ofrecernos nosotros mismos a Él. Luego, tenemos que ofrecerle a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado, nuestro holocausto y nuestra ofrenda de paz. Como resultado de esto, Dios estará satisfecho y nosotros también estaremos satisfechos. Entonces, Dios y nosotros podremos sentarnos juntos para disfrutar mutuamente a Cristo.

  Incluso con relación al transporte de la casa móvil de Dios, Dios y Su pueblo disfrutaban mutuamente a Cristo como ofrenda por el pecado, holocausto y ofrenda de paz. Este mismo principio se aplica a nosotros hoy en día. Por ejemplo, cuando usted viene a limpiar el salón de reunión, debe venir de la manera indicada por el tipo hallado en Números 7. Eso significa que usted primeramente debe ofrecerse para cooperar con Dios, y después debe ofrecer a Cristo como su ofrenda por el pecado, holocausto y ofrenda de paz. Si ofrece a Cristo de esta manera, usted y Dios disfrutarán mutuamente a Cristo y serán satisfechos con Él.

2. Para satisfacer a Dios con los holocaustos, las ofrendas por el pecado y las ofrendas de paz

  Cuando adoramos a Dios apropiadamente, Dios es satisfecho con los holocaustos, las ofrendas por el pecado y las ofrendas de paz. Todas estas ofrendas representan a Cristo como redención del pueblo de Dios en diferentes aspectos.

3. Las ofrendas son presentadas por las doce tribus en doce días, y el número de los sacrificios es doce multiplicado ya sea por uno, por dos o por cinco

  Las ofrendas fueron presentadas por las doce tribus en doce días, y el número de los sacrificios era doce multiplicado ya sea por uno (doce), por dos (veinticuatro) o por cinco (sesenta), lo cual significa que tanto el tiempo en que se presentaban las ofrendas así como los oferentes y las ofrendas, todo ello era eternamente completo en la administración de Dios.

E. Le proveen a Moisés una oportunidad para hablar con Dios

  Las ofrendas presentadas en Números 7 le proveyeron a Moisés una oportunidad para hablar con Dios. “Al entrar Moisés en la Tienda de Reunión para hablar con Él, oyó la voz que le hablaba de encima de la cubierta expiatoria que estaba sobre el Arca del Testimonio, de entre los dos querubines; y él le habló” (v. 89). En la cubierta expiatoria, la cual estaba sobre el Arca del Testimonio, se dio una conversación entre el hombre y Dios. En esa conversación, Moisés pudo oír la voz de Dios. ¡Cuán maravilloso es que Dios y el hombre pudieran ser uno al grado de sostener tal conversación!

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