Mensaje 13
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Lectura bíblica: Nm. 8
En este mensaje sobre el capítulo 8 de Números hablaremos brevemente de dos asuntos: la acción de encender las lámparas (vs. 2-4) y la presentación de los levitas (servidores del sacerdocio, vs. 5-26). En lugar de abarcar estos asuntos detalladamente, sólo prestaremos atención a algunos de los puntos cruciales.
Números 7 habla de las ofrendas que tenían como fin el transporte del tabernáculo, y 8:2-4 habla de la acción de encender las lámparas. Únicamente después que las ofrendas fueron presentadas, Aarón encendió las lámparas.
Números 7 concluye mencionando la conversación que Moisés sostuvo con Dios mediante las ofrendas (v. 89). Fue después de dicha conversación que las lámparas fueron encendidas.
Números 8:2 y 3 dice: “Cuando coloques las lámparas, las siete lámparas iluminarán el área delante del candelero. Y Aarón lo hizo así; colocó las lámparas para iluminar el área delante del candelero, como Jehová había mandado a Moisés”. Aquí vemos que las siete lámparas, que representan a los siete Espíritus (Ap. 4:5), emitían su luz delante del candelero hacia el centro, o la parte central, del tabernáculo. Por tanto, su resplandor alumbraba en la dirección correcta para permitir que las personas sirvieran y se movieran.
En el interior del tabernáculo no entraba la luz del sol, ni de la luna ni de las estrellas. Sin el resplandor del candelero, todo el tabernáculo habría estado en tinieblas.
“Ésta era la hechura del candelero, de oro labrado a martillo. Desde su pie hasta sus flores era labrado a martillo; conforme al modelo que Jehová había mostrado a Moisés, así hizo el candelero” (Nm. 8:4). La hechura del candelero describe la manera en que fue constituido Cristo como portador de luz. Un trozo de oro era labrado a martillo hasta que tomaba la forma de un candelero, conforme al modelo que Dios había mostrado a Moisés (Éx. 25:31-40; 37:17-24). El oro representa la naturaleza divina de Cristo, y la acción de labrar el oro a martillo representa los sufrimientos que Cristo padeció en Su humanidad, mediante los cuales Él fue constituido como portador de la luz divina que resplandece en la morada de Dios a fin de que los servidores de Dios puedan servir allí. (Para más detalles sobre el candelero, véase el Estudio-vida de Éxodo, mensajes del 92 al 94).
A esas alturas, el pueblo estaba listo, las ofrendas relacionadas con el transporte habían sido presentadas y las lámparas habían sido encendidas. Por consiguiente, el pueblo de Dios podía comenzar a rendir su servicio espiritual a Dios.
La presentación de los levitas, servidores del sacerdocio, se describe en Números 8:5-26. De hecho, el trabajo levítico debiera ser uno con el sacerdocio. Debido al arreglo antiguotestamentario, Dios los dividió en dos secciones. El sacerdocio era un servicio divino que se rendía a Dios directamente, y los levitas servían al sacerdocio. Tareas tales como encargarse de los animales y cargar los enseres del tabernáculo, eran oficios levíticos.
“Toma a los levitas de entre los hijos de Israel, y purifícalos” (v. 6). Todos los levitas debían ser purificados. Los versículos 7 y 8 hablan sobre la purificación de los levitas.
“Así harás con ellos para purificarlos: rocía sobre ellos el agua de la purificación” (v. 7a). Que el agua de la purificación fuese rociada sobre los levitas representa la aplicación de la eficacia de la redención de Cristo a los creyentes que sirven. Hoy en día este mismo principio se aplica a nosotros. Cada día, temprano por la mañana, somos purificados de una manera nueva mediante la aspersión, la aplicación, de la sangre redentora de Cristo.
En cuanto a la purificación de los levitas, a Moisés se le mandó lo siguiente: “Haz que pasen la navaja sobre toda su carne” (v. 7b). Esto representa la eliminación de toda su fuerza natural. El pelo del cuerpo, que representa la fuerza natural, debía ser afeitado. Esto indica que al realizar nuestro servicio a Dios no debemos depender de nuestra fuerza natural.
A los levitas también se les requería que “laven sus vestidos y se purifiquen” (v. 7c). Esto significa tomar medidas con respecto a su persona y su conducta. La persona y conducta de los que servían debía ser purificada.
“Luego tomarán un novillo del ganado, con su ofrenda de harina, flor de harina mezclada con aceite; y tomarás otro novillo del ganado para ofrenda por el pecado” (v. 8). Los levitas presentaban un novillo (Cristo en Su frescura) como ofrenda por el pecado. Esto indica que ellos mismos eran pecaminosos. Además, ofrecían otro novillo como holocausto. Esto indica que ellos debían vivir para Dios. La ofrenda de flor de harina mezclada con aceite indica que ellos debían vivir como Cristo vivió en Su humanidad.
Lo que ofrendaban de Cristo indica que ellos debían ser semejantes a su ofrenda. Sin embargo, éste no era el caso. Es por eso que tenían necesidad de Cristo como sus ofrendas y como Aquel que los reemplazara. Ellos necesitaban a Cristo como ofrenda por el pecado, como holocausto y como ofrenda de harina.
Después de ser purificados, los levitas fueron presentados a Dios. Los versículos del 9 al 22 describen lo relacionado con la presentación de los levitas.
“Presentarás a los levitas delante de la Tienda de Reunión, y reunirás a toda la asamblea de los hijos de Israel. Y presentarás a los levitas delante de Jehová, y pondrán los hijos de Israel sus manos sobre los levitas” (vs. 9-10). Aquí vemos que los hijos de Israel ponían sus manos sobre los levitas. Esto significa que los hijos de Israel se identificaban con los levitas.
En realidad, los hijos de Israel debieron haberse encargado de los servicios del tabernáculo, pero Dios escogió a los levitas para reemplazar a los hijos de Israel. Ahora, cuando estos levitas estaban por ser presentados a Dios —lo cual significa que todos los hijos de Israel serían presentados a Dios—, los hijos de Israel pusieron sus manos sobre los levitas para identificarse con ellos.
“Ofrecerá Aarón a los levitas delante de Jehová como ofrenda mecida de los hijos de Israel, para que realicen el servicio de Jehová” (v. 11). En tipología, la ofrenda mecida tipifica al Cristo resucitado. En este caso la ofrenda no consistía de ganado, sino de personas vivas, los levitas. Los levitas eran ofrecidos en calidad de ofrenda mecida para que pudieran realizar el servicio de Dios.
“Y los levitas pondrán sus manos sobre las cabezas de los novillos, y ofrecerás uno como ofrenda por el pecado y el otro como holocausto a Jehová, para hacer expiación por los levitas” (v. 12). Que los levitas pusieran sus manos sobre los novillos significaba que se identificaban con ellos. Aquí vemos que tres grupos se identificaban unos con otros mediante la imposición de manos: los hijos de Israel, los levitas y los novillos.
Moisés ofrecía un novillo como ofrenda por el pecado y el otro como holocausto para hacer expiación por los levitas. Los levitas habían sido purificados, pero estaban sujetos a condenación debido a que todavía tenían pecado. Por una parte, Aarón podía ofrecerlos a Dios; pero, por otra, Moisés tuvo que hacer expiación por ellos.
“Harás que los levitas se presenten delante de Aarón y delante de sus hijos, y los ofrecerás como ofrenda mecida a Jehová” (v. 13). Aarón primero ofreció los levitas a Dios como ofrenda mecida antes de la redención (v. 11). Luego, Moisés ofreció la ofrenda por el pecado y el holocausto para hacer expiación por ellos, y después los presentó de nuevo delante de Aarón y de sus hijos y los ofreció como ofrenda mecida a Jehová.
“Así separarás a los levitas de entre los hijos de Israel, y serán Míos los levitas” (v. 14). Mediante el procedimiento anterior, Moisés separaba a los levitas de entre los hijos de Israel, y los levitas llegaban a ser posesión de Dios.
El Señor tomó a los levitas en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel (v. 18). Por esta razón, los levitas entraron para realizar el servicio de la Tienda de Reunión en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel (vs. 15-18). Si los levitas no hubiesen llevado a cabo este servicio, se les habría exigido a los primogénitos de los hijos de Israel que lo realizaran.
“Yo he dado en don los levitas a Aarón y a sus hijos de entre los hijos de Israel, para que realicen el servicio de los hijos de Israel en la Tienda de Reunión y para que hagan expiación por los hijos de Israel, a fin de que no haya plaga entre los hijos de Israel al acercarse ellos al santuario” (v. 19). Aquí vemos que Dios dio a los levitas en calidad de don a Aarón, el sacerdote principal, y a sus hijos, los sacerdotes, para que hicieran el servicio en la Tienda de Reunión e hicieran expiación por los hijos de Israel.
Los versículos del 23 al 26 hablan sobre la edad en que sirven los levitas.
“Esto es lo que aplica a los levitas: Los de veinticinco años para arriba entrarán a realizar el servicio en la obra de la Tienda de Reunión” (v. 24). Según la norma establecida en la Biblia, para poder servir, el levita debía tener por lo menos veinticinco años de edad, la edad que se requiere para que un ser humano apropiado obtenga una educación completa y alcance pleno crecimiento.
“Desde los cincuenta años se jubilarán de ejercer el servicio en la obra, y nunca más servirán. Pero podrán ministrar a sus hermanos en la Tienda de Reunión, para que cumplan con sus encargos, pero ellos mismos no realizarán ningún servicio. Así harás con los levitas en cuanto a sus encargos” (vs. 25-26). Al cumplir los cincuenta años de edad, los levitas debían jubilarse del servicio; sin embargo, podían ministrar a sus hermanos en la Tienda de Reunión para que cumplieran con sus obligaciones. Esto indica que, aunque debían retirarse del servicio, su experiencia seguía siendo necesaria. Los levitas, por tanto, necesitaban veinticinco años de preparación y veinticinco años para ejercer el servicio apropiado. Después de cumplido este tiempo, ellos ministraban a sus hermanos. La experiencia obtenida por ellos en sus veinticinco años de servicio todavía era útil después que cumplían los cincuenta años de edad.
Los encargos de la Tienda de Reunión eran todo-inclusivos. Había diversas responsabilidades en cuanto al servicio del tabernáculo con todo su contenido, el altar y el atrio. Además, a cada ofrenda le correspondía su propia ley: la ley de la ofrenda por el pecado, la ley de la ofrenda por las transgresiones, la ley del holocausto, la ley de la ofrenda de paz y la ley de la ofrenda de harina. Además de estas ofrendas básicas, había otras ofrendas, y a cada una le correspondía una ley. Puesto que eran tantas las normas, se necesitaban “abogados” que instruyeran al pueblo. De hecho, estos “abogados” eran los sacerdotes que instruían al pueblo en cuanto a las leyes de las ofrendas. El punto aquí es que era necesario que los más experimentados instruyeran al pueblo de Dios a fin de que no hicieran nada equivocado que pudiera ofender a Dios. Debido a la seriedad con la cual Dios aplicaba las leyes que gobernaban el tabernáculo, las ofrendas y las labores de los levitas, era necesario que algunos supieran cómo ocuparse de estas cosas para que se llevara a cabo el servicio sin problemas con relación a Dios.
Aquí en Números encontramos un tipo completo del servicio en la iglesia. Espero que el Señor abra nuestros ojos para ver que, comparado con esto, el servicio que hemos venido desempeñando en la iglesia ha sido un tanto descuidado. Con respecto a los principios espirituales, no hemos sido lo suficientemente serios, estrictos ni correctos. El hecho de que sin darnos cuenta hayamos cometido errores puede ser la razón por la cual hemos perdido gran parte de la bendición de Dios. Al servir a Dios, no debemos ser descuidados, sino que debemos proceder con la debida seriedad. Todos nosotros, especialmente los jóvenes, debemos aprender cuáles son las normas y las leyes espirituales en cuanto al servicio de Dios.