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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Números»
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Mensaje 18

SUS JORNADAS

(3)

  Lectura bíblica: Nm. 11

  En este mensaje empezaremos a considerar los fracasos narrados en los capítulos del 11 al 14 de Números.

III. SUS FRACASOS

  Lo dicho por Moisés en 10:35 y 36 implica la encarnación de Cristo, Su ascensión y Su segunda venida. Sin embargo, después de estas maravillosas palabras que se encuentran al final del capítulo 10, prácticamente lo único que vemos en los capítulos del 11 al 17 son fracasos. Estos capítulos hablan de distintas clases de contaminación. El comportamiento que tuvo el pueblo en el capítulo 16 fue un agravio tanto para Moisés como para Jehová. Fue tan grave el agravio que Jehová, quien es lleno de misericordia y paciencia, no pudo tolerar más la situación y se enojó en gran manera. Esto es semejante a la situación descrita en Juan 2, donde el Señor Jesús, el Dios encarnado, se enojó. En Números 16 vemos que Dios se enojó de esta manera, y dijo a Moisés: “Alejaos de en medio de esta asamblea, para que los consuma en un solo momento” (v. 45).

  Quizás no nos interesen estos capítulos que narran los fracasos del pueblo de Dios; no obstante, estos capítulos están en la Biblia, y debemos prestarles atención.

A. Murmuran malignamente

  En Tabera, que significa “ardiente”, los hijos de Israel murmuraron malignamente (11:1-3; cfr. Dt. 8:2). Aquí malignamente no sólo denota malas palabras, sino también cosas malas. Las malas palabras proferidas por el pueblo se basaban en cosas malas. Estas malas palabras llegaron a oídos de Jehová. Las murmuraciones encendieron la ira de Jehová, y Él les envió un fuego que consumió a algunos de los que estaban en el extremo del campamento. Moisés oró por el pueblo, y el fuego se apagó. “Y llamaron aquel lugar Tabera, porque el fuego de Jehová había ardido entre ellos” (Nm. 11:3).

B. Codician

  Después de la murmuración, la multitud mixta que estaba entre ellos comenzó a codiciar (vs. 4-35). La multitud mixta consistía de aquellos que no pertenecían a una familia en particular, de aquellos que no sabían de quiénes habían nacido o a qué familia pertenecían. En principio, podría haber este tipo de personas en la vida de iglesia hoy, personas que, por no saber cómo fueron salvas o por medio de quién fueron regeneradas, no tenga un estatus espiritual normal.

  Al nombre del lugar donde codició la multitud mixta se le llamó Kibrot-hataava, que significa “las tumbas de la codicia”, por cuanto “allí sepultaron al pueblo que había sido codicioso” (v. 34).

1. Para que le dé a comer carne

a. Se acuerdan de la comida de Egipto

  Números 11:4 y 5 dice: “Y la multitud mixta que estaba entre ellos se dejó llevar por sus apetitos desenfrenados; y también los hijos de Israel volvieron a llorar y dijeron: ¿Quién nos diera a comer carne? Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos”. Aquí vemos que los que codiciaron carne se acordaron de la comida de Egipto. En Egipto ellos comían pescado, pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos, comida que representa el disfrute carnal del mundo, pero en el desierto lo único que comían era maná (vs. 6-9).

b. Estaban hastiados de comer maná

  El versículo 6 agrega: “Ahora se nos va el apetito, pues nada sino este maná ven nuestros ojos”. El maná representa al Cristo celestial como alimento diario del pueblo de Dios. Esto lo dijo el propio Señor Jesús en Juan 6:29-35.

  En el desierto, el pueblo se hastió de comer maná. Día tras día, ellos recibían el milagroso suministro de maná. Independientemente de dónde ellos se encontraran, había suficiente maná en la mañana para alimentar a más de dos millones de personas. Esto indudablemente fue un milagro. Sin embargo, aunque los hijos de Israel fueron testigos de este milagro cada día durante cuarenta años, esto no los afectó de una manera positiva; en vez de ello, se cansaron del maná, e incluso se hastiaron de él.

  El maná es un tipo de Cristo. Si somos sinceros, reconoceremos que al igual que los hijos de Israel se aburrieron de comer maná, a veces nos hemos sentido aburridos de comer a Cristo como nuestro alimento diario.

1) El maná es como la semilla de cilantro

  “Y era el maná como la semilla de cilantro” (Nm. 11:7a). Esto indica que Cristo, como alimento, está lleno de vida. Este alimento es una semilla. Cuando comemos a Cristo, Él entra a nosotros como una semilla. El cilantro, a diferencia del maíz o el trigo, es una semilla muy pequeña. No obstante, aunque esta semilla es muy pequeña, está llena de vida e introduce el elemento vital en nuestro ser. Como tal semilla, Cristo crece en nosotros.

2) Su apariencia es como la del bedelio

  La apariencia del maná era como la del bedelio (v. 7b). Esto indica que el maná tenía un aspecto brillante. Según la interpretación que se le ha dado, el bedelio representa dos sustancias diferentes: una goma transparente y una perla blanca. Las perlas producidas por la resina de ciertos árboles se parecen mucho a las perlas que producen las ostras. Cuando la goma resinosa que brota de dichos árboles se endurece, forma unas esferas parecidas a las perlas. La palabra bedelio en 11:7b pudiera referirse a esas esferas. Ambas clases de perlas son brillantes y transparentes.

3) Lo muelen entre dos muelas o lo machacan en el mortero; luego lo cuecen en ollas y hacen de él tortas

 

  “El pueblo se dispersaba para recogerlo, y lo molía entre dos muelas o lo machacaba en el mortero; luego lo cocía en ollas y hacía de él tortas” (v. 8a). El hecho de que el maná fuese molido, machacado y cocido indica que era sólido. Después que el pueblo había preparado el maná de esta manera, hacía de él tortas. Estas tortas eran una especie de pan fino, y eran muy nutritivas. Esto indica que el maná era muy nutritivo. Hoy en día Cristo, nuestro verdadero maná, es rico en elementos nutritivos.

4) Su sabor es como sabor de aceite nuevo, o de tortas cocidas en aceite

  “Su sabor era como sabor de tortas cocidas en aceite” (v. 8b). Las palabras hebreas traducidas “tortas cocidas con aceite” también se pueden traducir “aceite nuevo”. El sabor del aceite nuevo, o de tortas cocidas en aceite, representa el agradable sabor del Espíritu Santo. El aceite tipifica al Espíritu Santo. Cuando comemos a Cristo como nuestro maná, gustamos del Espíritu de Dios. El aceite aquí es aceite nuevo. El Espíritu del que gustamos cuando disfrutamos a Cristo como maná, es siempre fresco.

5) Desciende con el rocío

  “Cuando descendía el rocío sobre el campamento de noche, el maná descendía con él” (v. 9). Esto indica que cada mañana el maná descendía con las nuevas misericordias de Dios (Lm. 3:22-23).

  En la Biblia, el rocío significa que Dios en Su gracia nos visita desde los cielos. El maná siempre viene con la visita que Dios nos hace en Su gracia. Cada vez que tenemos contacto con Cristo como nuestro suministro de vida, percibimos que los cielos mismos han venido a nosotros de una manera suave, refrescante y que nos riega.

  El maná indudablemente era un maravilloso suministro para los hijos de Israel. No obstante, a pesar de que ocurría este maravilloso milagro todos los días, ellos se hastiaron del maná y desearon la comida de Egipto.

2. Moisés se queja de que el pueblo de Israel era una carga pesada sobre él

  A estas alturas, Moisés se sintió muy molesto. Para entonces, él no tenía mucha experiencia en dirigir al pueblo de Dios. Según los versículos del 10 al 15, Moisés acudió a Dios y se quejó de que el pueblo le era una pesada carga.

3. Dios establece setenta ancianos para que le sirvan a Moisés de ayudantes

  “Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus oficiales; y tráelos a la Tienda de Reunión, y hazlos permanecer allí contigo” (v. 16). Aquí vemos que Dios estableció setenta ancianos para que le sirvieran a Moisés de ayudantes. Setenta denota compleción y plenitud. Que Dios estableciera setenta ancianos indica que cuando Él hace algo, lo hace de forma completa y en plenitud.

a. Dios toma del Espíritu que está sobre Moisés y lo pone sobre los setenta ancianos

  Dios tomó del Espíritu que estaba sobre Moisés y lo puso sobre los setenta ancianos (v. 25). Cuando este Espíritu reposó sobre ellos, profetizaron.

b. Moisés desea que todos los del pueblo de Israel fuesen profetas que hablan por Dios

  Dos de los setenta, quienes no estaban con lo demás cerca de la Tienda de Reunión, profetizaron también (v. 26). “Corrió un joven y dio aviso a Moisés, y dijo: Eldad y Medad profetizan en el campamento. Entonces respondió Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés, uno de sus escogidos, y dijo: ¡Señor mío Moisés, detenlos!” (vs. 27-28). Josué tuvo celos por Moisés, y le pidió a éste que los impidiera. Pero Moisés le respondió: “¿Tienes tú celos por mí?” (v. 29a), y luego añadió una gran profecía: “¡Cómo quisiera que todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera Su Espíritu sobre ellos!” (v. 29b). Esta profecía fue promovida por Pablo en 1 Corintios y halla su cumplimiento en la economía neotestamentaria de Dios.

4. Dios alimenta al pueblo de Israel con codornices

  En aquella ocasión, cuando el pueblo deseó comer carne, Dios intervino y realizó un gran milagro al alimentar al pueblo con codornices (vs. 18-23, 31-34). Él trajo tantas codornices que éstas cayeron alrededor del campamento hasta una distancia equivalente a un día de camino y como de dos codos de espesor sobre la faz de la tierra (v. 31).

a. Dios en Su ira hiere al pueblo con una plaga muy severa

  Cuando Dios alimentó al pueblo con codornices, Él estaba airado, y en Su ira, hirió al pueblo con una plaga muy severa. “Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió contra el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy severa” (v. 33).

b. El pueblo codicioso es herido y sepultado en Kibrot-hataava

  El pueblo codicioso fue herido y sepultado en Kibrot-hataava. “Y llamaron aquel lugar Kibrot-hataava, porque allí sepultaron al pueblo que había sido codicioso” (v. 34). Esto se hizo con el propósito de purgar a la multitud mixta. Por medio de esta plaga, Dios depuró a Su pueblo.

5. El pueblo de Israel parte de Kibrot-hataava y se queda en Hazerot

  “De Kibrot-hataava partió el pueblo a Hazerot, y se quedó en Hazerot” (v. 35). Es probable que el pueblo permaneciera en silencio mientras iba de camino a Hazerot. Sin duda alguna, nadie deseó comer codornices, ya que su codicia por carne les había acarreado muerte.

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