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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Números»
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Mensaje 19

SUS JORNADAS

(4)

  Lectura bíblica: Nm. 12

  En este mensaje dedicaremos nuestra atención a otro fracaso narrado en el libro de Números: difamar.

C. Difaman

  En los capítulos 11 y 12 vemos que entre los hijos de Israel hubo un problema tras otro. En primer lugar, algunos de los que estaban en los extremos del campamento murmuraron malignamente contra Moisés y contra Dios; luego, la gente mixta que estaba entre ellos codició carne. Después de estos eventos, Miriam y Aarón, hermanos de Moisés, los cuales eran mayores que él, siguieron la corriente de murmuración y rebelión oponiéndose a Moisés y difamándolo. En aquel tiempo hubo mucha agitación entre los israelitas; no hubo paz ni tranquilidad. Entre el pueblo deben de haber circulado muchos chismes, y esto pudo haber incitado a Miriam y Aarón a hablar en contra de Moisés. Creo que los motivos que los llevaron a hacer esto habían estado operando en ellos por bastante tiempo; esto no fue algo nuevo que surgió en aquella ocasión.

1. Moisés se había casado con una mujer cusita

  En Números 12:1b dice que Moisés se había casado con una mujer cusita. No se nos dice cuándo Moisés hizo esto; tampoco tenemos forma de saber dónde y por qué lo hizo.

2. Miriam y Aarón hablan contra Moisés, la autoridad delegada de Dios

  Por lo visto en Números 12, los hijos de Israel atravesaban por un periodo de murmuración, chismes y rebeliones. Así que, “Miriam y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita con quien se había casado” (v. 1a). Por alguna razón, ellos no estaban contentos con Moisés a causa de esto. Sin embargo, la Biblia no nos dice que Dios estuviera molesto con este matrimonio, ni que tampoco lo hubiera condenado.

  Moisés, Aarón y Miriam eran parientes consanguíneos. Para entonces, todos ellos eran mayores de ochenta años. Moisés había sido llamado por Dios, y Aarón también había sido llamado por Él. No se nos dice que Miriam hubiera sido llamada, pero la Biblia sí afirma que ella era una profetisa (Éx. 15:20). Miriam había sido ordenada por Dios, y cuando los hijos de Israel cruzaron el mar Rojo, ella fue quien tomó la delantera en alabar a Dios (v. 21). Los tres eran muy sobresalientes entre el pueblo. Todos ellos habían recibido una buena educación, estaban cerca de Dios, eran conocedores de las cosas de Dios y eran considerados líderes entre el pueblo de Israel. Sin embargo, había “gérmenes” ocultos en Miriam y Aarón que fueron despertados por los “vientos” que soplaban junto con la corriente tormentosa. De esto debemos aprender que en el servicio del Señor no debemos permitir que nada negativo permanezca oculto dentro de nosotros. Toda cosa semejante que no sea desarraigada de nuestro ser, se hará manifiesta tarde o temprano. Debemos estar alertas y atentos a todo germen que aún pudiera estar en nosotros. Tal vez aparentemente seamos muy buenas personas, pero cuando comiencen a soplar ciertos vientos o cuando se levante cierta “tormenta” o agitación, podríamos vernos afectados e involucrados. En tal caso, quedaremos al descubierto al igual que Miriam y Aarón.

a. A causa de los celos

  Uno de los gérmenes ocultos dentro de Miriam y Aarón fue los celos. Tanto Miriam como Aarón eran mayores que Moisés, y Miriam probablemente era la mayor de los tres. Por ser mayores que Moisés, es posible que en sus corazones se consideraran superiores a Moisés y sintieran celos de que Moisés fuese más respetado que ellos.

  Miriam y Aarón dijeron: “¿Acaso sólo por medio de Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por medio de nosotros?” (Nm. 12:2). Quizás Miriam haya dicho: “Yo soy profetisa, alguien que habla por Dios. Dios no ha hablado únicamente por medio de Moisés, sino también por medio de mí”. Por consiguiente, en realidad la cuestión era quién tenía el oráculo de Dios. Es posible que usted sea usado por Dios para hablar por Él, pero no necesariamente tenga el oráculo de Dios.

  En la época de Moisés, el oráculo de Dios estaba con Moisés. Según el Pentateuco, Dios le habló a Moisés en muchas ocasiones. Cada vez que Jehová quería que se hiciera algo, Él primeramente le hablaba a Moisés sobre ello. De hecho, ni Aarón ni Miriam eran el portavoz de Dios; sólo uno, Moisés, tenía el oráculo de Dios. La envidia que ellos tuvieron al respecto fue el germen que provocó la “enfermedad” descrita en Números 12. A través de los siglos, los gérmenes de la envidia y la rivalidad en cuanto a hablar por el Señor han existido entre los siervos de Dios.

  Miriam y Aarón, al hablar contra Moisés, hablaron contra la autoridad delegada de Dios. Aunque Moisés era menor que Miriam y Aarón, Dios lo había designado como Su autoridad delegada, Su autoridad representativa. Si bien Dios había llamado a Aarón y había levantado a Miriam, no hay ningún indicio de que Él les hubiera mandado ser Su representante. Pero en cuanto a Moisés, Dios le dijo claramente que lo había escogido para que fuese Su autoridad representativa en la tierra (Éx. 3:10-17; 7:1). Debido a la timidez de Moisés, Dios le dio a Aarón para que fuese su ayudante (4:10-16; 6:30—7:1). Sin embargo, eso no significa que Dios hubiera designado a Aarón para que fuese Su autoridad. Según la administración gubernamental de Dios, Miriam y Aarón debían haberse sujetado a Moisés; pero se rebelaron.

b. Toman como excusa el aparente error de Moisés

  Miriam y Aarón tomaron como excusa para difamar a Moisés su aparente error de casarse con una mujer cusita. Sin embargo, la verdad era que ellos competían con Moisés con respecto a quién hablaba por Dios; así que, rivalizaron con Moisés. Esto, no la mujer cusita, era el verdadero factor que los llevó a hablar contra Moisés.

3. Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la faz de la tierra

  “Aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la faz de la tierra” (Nm. 12:3). En el léxico de Dios, en el diccionario espiritual, ser manso significa no luchar, no contraatacar, cuando otros se oponen a uno. En la constitución del reino de los cielos, una de las nueve bienaventuranzas es dada a los mansos: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mt. 5:5). No son los que pelean o luchan los que poseerán la tierra; los mansos recibirán la tierra por heredad. En 2 Timoteo 2:24 dice: “El esclavo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos”. Moisés era una persona así; él no peleaba ni contendía con nadie.

  Números 12:3 fue escrito por Moisés. No debió haber sido fácil para Moisés escribir tales palabras acerca de sí mismo. Esto nos muestra la fidelidad de Moisés (v. 7; He. 3:2, 5). Él escribió todo lo que Dios le dijo que escribiera, aun si se trataba de algo positivo acerca de sí mismo. Si hubiera rehusado hacerlo, no habría sido fiel, sino que habría jugado a la política. En cada área de la sociedad humana vemos que la gente juega a la política. Es difícil encontrar la franca fidelidad de uno que sirve a Dios conforme a lo que Dios dice.

4. Dios interviene

  En Números 12:5-9 vemos que Dios intervino.

a. Desciende en una columna de nube, se pone a la entrada de la tienda y habla a Aarón y a Miriam

  “Jehová descendió en una columna de nube, y se puso a la entrada de la tienda, y llamó a Aarón y a Miriam. Y [...] se acercaron ambos” (v. 5). Dios tomó muy seriamente la difamación hecha por Miriam y Aarón porque esto constituía un desafío a la autoridad de Dios. Ir en contra de la autoridad de Dios, desafiarla o retarla es atacar el trono de Dios. Esto es muy serio, mucho más serio que murmurar malignamente y codiciar carne.

b. Vindica a Moisés

  Dios vindicó a Moisés al llamarlo Su siervo y al decir que él era fiel en toda Su casa (v. 7). Dios también vindicó a Moisés al decir que era alguien con quien Él hablaba cara a cara, claramente y no con enigmas, y alguien que contemplaba la figura de Jehová (v. 8a).

c. Reprende a Aarón y a Miriam

  Dios reprendió a Aarón y a Miriam. Les preguntó: “¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra Mi siervo, contra Moisés?” (v. 8b). La ira de Jehová se encendió contra ellos; luego, Él se fue (v. 9).

5. Miriam es castigada

  En los versículos del 10 al 12 vemos que Miriam fue castigada. Aunque fueron dos los que se rebelaron, ¿por qué sólo uno fue castigado? ¿Por qué castigó Dios a la mujer y no al hombre? Tal vez pensemos que el hombre debía asumir mayor responsabilidad y que, más bien, debió haber sido castigado él y no la mujer. Considero que hay dos razones por las que Dios castigó a Miriam, pero no a Aarón. En primer lugar, es probable que fue Miriam quien tomó la delantera en dicha rebelión. Tal vez fue ella la instigadora, la iniciadora, que provocó a Aarón. De manera que la causa principal fue Miriam, y no Aarón. En segundo lugar, la rebelión es particularmente ofensiva en el caso de una mujer. Con respecto a la rebelión, uno puede ser algo tolerante con el varón, pero no con la mujer. Dios castigó a Miriam a fin de dar una advertencia y hacer sonar la alarma para todas las mujeres de entre los hijos de Israel, de modo que ellas no siguieran el ejemplo de Miriam.

a. Es castigada con la infección de lepra

  Miriam fue castigada con la infección de lepra. “Cuando la nube se apartó de sobre la tienda, he aquí que Miriam estaba leprosa, blanca como la nieve. Y Aarón se volvió hacia Miriam, y he aquí que ella estaba leprosa” (v. 10). Ésta fue la medida gubernamental de parte de Dios.

b. Aarón le ruega a Moisés por ella

  Aarón rogó a Moisés por Miriam (vs. 11-12). Aarón había sido instigado por su hermana, y ahora se convirtió en su mediador, en su intercesor. Esto debe enseñarnos a no seguir a un instigador. Si lo seguimos, a la postre podríamos encontrarnos rogando por él.

  Al rogar por Miriam, Aarón confesó la locura de ellos. “Dijo Aarón a Moisés: ¡Ah! señor mío, te ruego que no pongas sobre nosotros este pecado que locamente hemos cometido” (v. 11). Luego, le ruega que no permita que ella quede como un muerto. “No sea ella como un muerto, que al salir del vientre de su madre tiene ya medio consumida su carne” (v. 12). Aarón rogó que Miriam no muriera de esta forma tan miserable.

6. Moisés ora por la sanidad de Miriam

  Moisés oró por la sanidad de Miriam, diciendo: “Te ruego, oh Dios, que la sanes” (v. 13). Esto es otro indicio de la mansedumbre de Moisés. Si él no hubiera sido manso, no habría orado por ella, sino que la habría dejado morir en su lepra. Si alguien se rebelara en contra suya, ¿oraría usted por la sanidad de esa persona? ¿Ha orado de esta manera alguna vez?

  Dios escuchó la oración de Moisés y juzgó a Miriam echándola fuera del campamento por siete días (vs. 14-15a). El pueblo no se puso en marcha hasta que Miriam fue admitida de nuevo (v. 15b). “Después el pueblo partió de Hazerot y acampó en el desierto de Parán” (v. 16).

  El mismo principio que vemos en el caso de Miriam y Aarón se aplica a nosotros hoy en día. Espero que el Señor les hable más de lo que yo les he podido hablar para que todos aprendamos esta lección.

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