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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Números»
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Mensaje 38

COMBATEN

(7)

  Lectura bíblica: Nm. 27:1-11

VI. EL ESTATUTO DE DERECHO PARA QUE LAS MUJERES HEREDEN LA BUENA TIERRA

  En 27:1-11 encontramos el estatuto de derecho para que las mujeres hereden la buena tierra.

A. El pedido de las hijas de Zelofehad

  Las hijas de Zelofehad dijeron: “¿Por qué será quitado el nombre de nuestro padre de entre su familia, por no haber tenido hijo? Danos heredad entre los hermanos de nuestro padre” (v. 4). Según la ordenación de Dios, solamente los varones tenían derecho a recibir heredad. Aquí, sin embargo, algunas mujeres pidieron heredad. Como veremos, Dios les concedió su petición.

1. Una de las familias de Manasés, hijo de José

  Los versículos del 1 al 4 hablan de la petición que hicieron las hijas de Zelofehad. Ellas constituyeron una de las familias de Manasés, hijo de José. Esto es un tipo relacionado con la vida y con la comunión de vida. El hecho de que las hijas de Zelofehad constituyeran una de las familias de Manasés, hijo de José, indica que ellas eran partícipes de la vida y de la comunión de esta vida, la cual procedía del origen apropiado.

  En la Biblia, la herencia de una persona es determinada según la genealogía. La genealogía tiene que ver con la vida, y esta vida guarda relación con las tribus, las casas y las familias. El concepto básico de la tipología hallada en Números 27 tiene que ver con la vida. Todo lo que tiene que ver con nosotros en Cristo está relacionado con la vida que hemos recibido en Él.

  La vida tiene su origen, y recibimos la vida de cierta manera, mediante un canal específico. La manera en que recibimos la vida divina es muy importante. Como creyentes en Cristo, todos hemos recibido la vida divina, pero hay una diferencia en el medio o canal por el cual recibimos dicha vida. El medio por el cual recibimos la vida divina guarda relación con nuestra familia espiritual.

  Según el tipo hallado en Números, el cual tiene que ver con el origen de la vida y con el medio por el cual recibimos la vida, quiénes somos y qué hemos de ser depende de nuestra familia. Importa muchísimo por medio de quién fuimos salvos y recibimos al Señor Jesús, ya que la vida cristiana con sus actividades depende del origen de la vida y del canal de la vida. Ésta es la razón por la que se nos dice, en este tipo, que el conteo del pueblo se efectuó conforme a las casas de sus padres. Éste es un requisito básico. Todo aquel que no tuviera casa, aunque fuese un auténtico israelita, no tenía genealogía y no calificaba para ser contado. Para ser contado, un israelita debía tener una base sólida en cuanto al origen de la vida y al canal de la vida. El principio es el mismo con respecto a nosotros hoy en día. Debemos tener una base sólida en relación con el origen de la vida, y debemos tener un canal apropiado para recibir la vida divina. Este canal es el medio por el cual vinimos a existir en la vida divina.

2. Son mujeres

  La petición en 27:4 fue hecha por cinco mujeres. Las mujeres representan a los más débiles. A los ojos de Dios, todos nosotros somos mujeres. Eso significa que en nosotros mismos todos somos débiles, e incluso los más débiles. Cristo es el único fuerte.

  En términos espirituales, en todo el universo hay un solo varón: Dios corporificado en Cristo. Por consiguiente, Cristo es el único Marido. Todos los creyentes, incluyendo a los hermanos, son mujeres. Según la creación de Dios, soy un hombre; pero conforme a la nueva creación de Dios, soy una mujer. Las cinco hijas de Zelofehad nos tipifican a nosotros, y el pedido de ellas es hecho en representación de todos nosotros.

3. Desean tomar posesión de la heredad de su padre

  Las hijas de Zelofehad deseaban tomar posesión de la heredad de su padre. En la tipología, esto significa valorar la herencia —la gracia— dada por Dios; significa el deseo de heredar la gracia de Dios, esto es, heredar a Cristo como la gracia que nos ha sido dada por Dios. Todos debemos aprender a hacer esta clase de petición. El deseo de poseer a Cristo como nuestro disfrute es maravilloso, y esto agrada a Dios.

  Aparentemente, las hijas de Zelofehad pedían algo para sí mismas. (Dios no se agrada de las peticiones que hacemos para nosotros mismos). En realidad, ellas pedían algo por el bien de su padre, quien había tenido hijas pero no hijos (v. 4a). En la ley había un estatuto que decía que si un hombre casado moría sin tener heredero varón, su herencia y su mujer debían ser dadas a su hermano, quien, con la mujer, debía engendrar un hijo para el primer hermano. El hijo nacido de la mujer del primer hermano por medio del segundo hermano, no debía llevar el nombre del segundo hermano, sino del primero, para que el nombre del primer hermano permaneciera entre el pueblo de Dios. De este modo habría un descendiente para memoria del primer hermano. La preocupación de las hijas de Zelofehad era que el nombre de su padre fuese quitado de su familia y que su herencia fuese dada a alguien ajeno a su familia. Ellas querían que la herencia de su padre fuese dada a alguien nacido de él para que su nombre fuese recordado entre su tribu. Por consiguiente, lo que pidieron no era para sí mismas, sino para su padre. Al hacer ellas esta petición, la cual estaba basada en la vida, su deseo era que el nombre de su padre fuese recordado.

  Esta clase de petición agrada a Dios. Él no quiere que ninguno de Sus hijos se quede sin descendiente; al contrario, él desea que Sus hijos estén en la historia de Su pueblo. Si un miembro de Su pueblo no tiene descendiente, Dios busca la manera de proveerle un descendiente para que sea recordado en la historia de Su pueblo.

B. El estatuto de derecho dado por Dios

  Cuando Moisés llevó el caso de las cinco hijas de Zelofehad delante de Jehová (v. 5), Él le dijo: “Bien dicen las hijas de Zelofehad. Ciertamente les darás la posesión de una heredad entre los hermanos de su padre; y traspasarás la heredad de su padre a ellas” (v. 7). El Señor parecía decir: “Lo que ellas piden es correcto; esto me complace. No me agrada ver que ninguno de entre Mi pueblo muera sin que quede memoria de él en la historia de Mi pueblo. La petición de las cinco hijas concuerda con Mi deseo”.

  A las cinco hijas se les dio heredad entre los hermanos de su padre. Sin embargo, hubo un requisito. El requisito, o condición, era que las hijas no se casaran con alguien que fuese ajeno a su tribu (36:2-3, 6-7).

  El tipo que vemos en 27:1-11 se puede aplicar a nuestra situación actual como creyentes. En Cristo, tenemos derecho a heredar las cosas divinas. Debemos pedir la herencia que nos corresponde, y Dios aprobará dicha petición. Sin embargo, hay una condición que debemos cumplir: no debemos casarnos con alguien ajeno a nuestra “tribu”. Hoy en día nuestra tribu es Cristo y la iglesia.

  En los versículos del 8 al 11 encontramos otros aspectos de este estatuto de derecho. Si un israelita moría sin llegar a tener hijos, su herencia era dada a sus hijas (v. 8); si no tenía hijas, su herencia era dada a sus hermanos (v. 9); si no tenía hermanos, su herencia era dada a los hermanos de su padre (v. 10); y si su padre no tenía hermanos, su herencia era dada al pariente más cercano de su familia (v. 11). Esto tipifica que poseemos el disfrute de Cristo sobre la base de la relación en vida.

  La clase de relación en vida que tengamos determinará la clase de disfrute que poseeremos. Eso significa que el grado de relación en vida que tengamos determinará la medida en que disfrutaremos a Cristo.

  El disfrute que tenemos de Cristo podría diferir en género y en grado. Si nuestra experiencia de vida es elevada, entonces nuestro disfrute de Cristo también será elevado. Pero si nuestra experiencia de vida es baja y muy limitada, también nuestro disfrute de Cristo será bajo y muy limitado. Por tanto, el disfrute que tenemos de Cristo se mide en términos de nuestra experiencia de vida.

  Este pasaje de Números referente al estatuto de derecho para las mujeres que heredan la tierra en realidad guarda relación con Cristo y la iglesia. Tal vez se pregunte dónde vemos a Cristo y la iglesia en 27:1-11. Estos versículos a menudo hablan de la heredad, lo cual se refiere a heredar la buena tierra. Según la tipología, la buena tierra representa a Cristo, y heredar la buena tierra representa nuestro disfrute de Cristo. Por consiguiente, en estos versículos Cristo es tipificado por la herencia de la buena tierra. Pero, ¿dónde vemos la iglesia? La iglesia es representada por la casa del padre, la cual se menciona en 26:2 y la cual está implícita y sobreentendida en el capítulo 27. Hoy en día la iglesia es la casa de Dios (1 Ti. 3:15), y nosotros, quienes en otro tiempo fuimos extranjeros y advenedizos, somos ahora “miembros de la familia de Dios” (Ef. 2:19). Todos somos miembros de la casa de nuestro Padre. Como miembros de la familia de Dios, tenemos un auténtico origen de vida y también los canales, los medios, por los cuales recibimos la vida.

  Aunque tenemos derecho a disfrutar la herencia de la buena tierra, a fin de hacer uso de este derecho, necesitamos la casa y los canales apropiados. Sin la casa y sin los canales apropiados, no podemos hacer uso de nuestro derecho a heredar. Necesitamos el origen y los canales. El origen es la vida, y los canales son la comunión de vida. Muchos de nosotros podemos testificar que en la iglesia hemos recibido la vida divina y hemos disfrutado la comunión de la vida divina.

  El hecho de recibir la vida divina y de disfrutar la comunión de la vida divina da por resultado que disfrutemos a Cristo. Algunos disidentes, sin embargo, tienen un concepto equivocado con respecto al disfrute de Cristo. Ellos dicen que no deberíamos interesarnos por llevar a cabo ninguna obra, sino únicamente dedicarnos a disfrutar a Cristo. Este tipo de disfrute que ellos promueven no es equilibrado. Según Juan 15, el disfrute apropiado de Cristo es un disfrute equilibrado, pues tiene que ver con el hecho de llevar fruto. El disfrute de Cristo que no va acompañado de fruto es inadecuado y desequilibrado. De hecho, eso que ellos llaman “disfrutar a Cristo” es erróneo y no es real. La Biblia revela que si verdaderamente disfrutamos de la buena tierra, produciremos fruto. Si alguien afirma que disfruta su herencia de la buena tierra, pero nunca ha tenido una cosecha, tendríamos base suficiente para poner en duda la clase de disfrute del que habla. Su disfrute podría ser inadecuado o incluso falso, pues es un disfrute sin ninguna cosecha. Una cosecha en su tiempo constituye la prueba de nuestro disfrute de Cristo, quien es la buena tierra.

  La tipología de Números revela que si hemos de disfrutar a Cristo como nuestra herencia, participando de Sus riquezas, es imprescindible que participemos también de la vida de iglesia. A fin de disfrutar a Cristo, debemos participar en la vida de iglesia. La vida de iglesia se relaciona en cierta medida con la comunión que tenemos con aquellos que están cerca de nosotros. Números 27:8-11 indica que la posesión de nuestra herencia, esto es, el hecho de disfrutar a Cristo, tiene como base nuestra relación en vida. Tal vez sería mejor reemplazar la palabra relación, una palabra humana, con la palabra comunión, una palabra divina. Nuestra comunión con los santos en la iglesia es una especie de relación. Es crucial que tengamos esta relación, esta comunión, si hemos de disfrutar a Cristo. Si perdemos nuestra comunión con los santos, perderemos también nuestro disfrute de Cristo. Esto nos muestra que es muy riesgoso y peligroso abandonar la vida de iglesia, como lo han hecho algunos queridos creyentes. Los que abandonan la vida de iglesia con la correspondiente comunión de vida, espontáneamente pierden su derecho a heredar el disfrute de Cristo. Que todos seamos alumbrados en cuanto a este asunto crucial y permanezcamos en la comunión de vida con los santos, los miembros de la gran familia de Dios.

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