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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Números»
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Mensaje 49

UN ESQUEMA VITAL DE LA REVELACIÓN DIVINA EN LOS LIBROS DE ÉXODO, LEVÍTICO Y NÚMEROS REFERENTE A LA ECONOMÍA DE DIOS CON SU PUEBLO ESCOGIDO Y REDIMIDO

(1)

  Lectura bíblica: Éx. 3:1-18; 19:1-6; Lv. 1:1-2; Nm. 1:1

  En este mensaje comenzaremos a presentar un esquema vital de la revelación divina en los libros de Éxodo, Levítico y Números referente a la economía de Dios con Su pueblo escogido y redimido. Podemos usar cuatro lemas para resumir algunos aspectos cruciales de este esquema: “Comprados, redimidos y salvados de la esclavitud de la caída”; “Disfrutar a Cristo, recibir revelación y ser edificados en el Dios Triuno”; “Conformar un ejército sacerdotal que combate por Dios y que prosigue en su jornada con Él”; y “Poseídos por Dios a fin de poseer al Cristo todo-inclusivo como buena tierra”. Estos lemas constituyen una mezcla de la tipología del Antiguo Testamento y el cumplimiento de dicha tipología en el Nuevo Testamento. Esto no debería sorprendernos, ya que las dos secciones de la Biblia —el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento— son una sola. Podríamos decir que el Nuevo Testamento está escondido en el Antiguo Testamento y que el Antiguo Testamento se hace manifiesto en el Nuevo Testamento.

  Estos cuatro lemas se aplican a los santos del Antiguo Testamento así como a los del Nuevo Testamento. Los santos fueron escogidos, redimidos y salvados de la esclavitud de la caída. Los santos del Antiguo Testamento fueron salvados de la esclavitud en Egipto, y nosotros hemos sido salvados de la esclavitud de Satanás. Ahora que somos salvos, disfrutamos a Cristo. Al igual que los hijos de Israel en el monte Sinaí, nosotros hemos recibido la revelación divina y estamos siendo juntamente edificados con el Dios Triuno procesado. Estamos siendo edificados con el Hijo, quien es la corporificación del Padre, y con el Espíritu, quien es la realidad del Hijo. Además, estamos siendo formados como un ejército sacerdotal. La expresión ejército sacerdotal quizás sea un término antiguotestamentario, pero concuerda también con el cumplimiento neotestamentario de la tipología del Antiguo Testamento. Este ejército sacerdotal combate por Dios y prosigue en su jornada con Dios. Mientras combatimos por Dios y por Su reino, proseguimos en la jornada con Él. Por último, hemos sido preparados por Dios en todo sentido para poseer al Cristo todo-inclusivo como buena tierra. Esta preparación se revela en los últimos cinco capítulos de Números, donde vemos lo dispuesto de antemano con respecto a la repartición de la buena tierra. Estas disposiciones constituyeron la preparación del pueblo de Dios para que entrara en la tierra y la poseyera.

  En este mensaje, y en los cuatro mensajes siguientes, presentaremos un esquema vital de la revelación divina en los libros de Éxodo, Levítico y Números referente a la economía de Dios con Su pueblo escogido y redimido. La palabra economía no se usa en el Antiguo Testamento, pero sí se encuentra en el Nuevo Testamento, especialmente en los escritos de Pablo, donde se recalca mucho el asunto de la economía de Dios. Sin embargo, aunque esta palabra no se usa en Éxodo, ni en Levítico ni en Números, la tipología contenida en esos libros revela la economía de Dios. La economía de Dios es Su administración con Su plan, Su propósito y Sus arreglos para llevar a cabo Su plan y lograr Su propósito a fin de cumplir el deseo de Su corazón. Este deseo consiste en tener un pueblo que no sólo sea creado por Él, sino que también sea regenerado, santificado, transformado y conformado a la imagen de Cristo, quien es la corporificación del Dios Triuno procesado. Finalmente, este pueblo será introducido en la gloria, en la expresión del Dios Triuno. En esto consiste la economía de Dios. En el Antiguo Testamento sólo tenemos un retrato de la economía de Dios; en el Nuevo Testamento se nos habla claramente de la economía de Dios.

I. LA NECESIDAD DE QUE EL PUEBLO ESCOGIDO Y REDIMIDO DE DIOS RECIBA LA REVELACIÓN DIVINA ACERCA DE DIOS MISMO Y DE SU ECONOMÍA, A FIN DE QUE SEA ADIESTRADO Y EDIFICADO COMO TESTIMONIO DE DIOS

  El pueblo escogido y redimido de Dios necesita recibir la revelación divina acerca de Dios mismo y de Su economía, a fin de que sea adiestrado y edificado como testimonio de Dios. Puesto que el libro de Génesis revela que Dios escoge a Su pueblo, este punto abarca tanto Génesis como Éxodo. En Génesis, el pueblo de Dios fue escogido, y en Éxodo ellos recibieron la revelación divina acerca de Dios y de Su morada.

A. Después de participar de la salvación inicial de Dios, según se ve en la Pascua

  El pueblo escogido por Dios recibió la revelación divina después que hubo participado en la salvación inicial de Dios, según se ve en la Pascua (Éx. 12). Dios sacó de Egipto al pueblo y lo llevó al monte de Dios, al monte Sinaí, y allí les dio una revelación completa de Su morada, la cual estaría en la tierra entre el linaje humano. Podría decirse que esta revelación contenía los “planos” para la edificación de la morada de Dios. A fin de morar entre el linaje humano, Dios necesitaba un pueblo que no solamente fuera escogido y redimido, sino también preparado para recibir la revelación divina acerca de Dios y de Su morada. Como lo muestra el libro de Éxodo, el pueblo de Dios recibió esta revelación, y ellos edificaron el tabernáculo en conformidad con dicha revelación. Cuando el tabernáculo fue erigido, la gloria de Dios descendió sobre él.

B. Mediante el disfrute de las provisiones divinas

  La revelación divina fue dada mediante el disfrute de las provisiones divinas, las cuales el pueblo probó en la suministración del maná celestial y del agua viva que fluyó de la roca herida (Éx. 16; 17:1-7).

C. Mediante la experiencia que tuvo al convertirse en un ejército que participa en el combate que Dios libra contra Sus enemigos

  La revelación divina fue también dada mediante la experiencia que tuvo el pueblo al convertirse en un ejército que participaba en el combate que Dios libra contra Sus enemigos, como se ve en la lucha que ellos sostuvieron contra los egipcios y los amalecitas (Éx. 14; 17:9-16).

D. Llegan y arriban al monte de Dios

  Finalmente, en Éxodo 19, el pueblo escogido y redimido por Dios llegó y arribó al monte de Dios. Cuando Dios envió a Moisés a que rescatara a los hijos de Israel de la mano de faraón, Dios le dijo que después que sacara al pueblo de Egipto, ellos le servirían sobre ese monte (Éx. 3:12). En Éxodo 19 se cumplieron estas palabras.

1. Para recibir la revelación divina en cuanto a Dios mismo, a fin de que se aparten para el Dios santo como Su pueblo santificado

  En el monte Sinaí, el pueblo de Dios recibió revelación en cuanto a Dios mismo, a fin de que se apartaran para el Dios santo como Su pueblo santificado (Éx. 20—24). Al hablar de la revelación en cuanto a Dios mismo, nos referimos a la ley. La ley es un retrato de Dios. Antes de que los hijos de Israel recibieran la revelación acerca del edificio de Dios, Dios les dio un retrato de Sí mismo para mostrarles qué clase de Dios Él era. La ley revela que Dios es un Dios de amor y luz, y que Él es santo y justo. Por consiguiente, amor, luz, santo y justo son palabras cruciales que describen las características del Dios Triuno todopoderoso. Por ser un Dios de amor y luz, Él es totalmente santo; es decir, Él es único, diferente y separado de todo lo que hay en el universo. Además, Dios es absolutamente justo. Él es justo consigo mismo, justo en todo lo que hace y justo para con el hombre y todas Sus criaturas. Éste es el Dios que se revela en el cuadro de Éxodo 20—24.

  En el Nuevo Testamento encontramos una descripción de Dios, mas no un retrato de Dios. Juan nos dice claramente que Dios es amor y luz, y Pablo nos dice que el propio Dios, que es amor y luz, es absolutamente santo y justo.

  Los Diez Mandamientos son un tipo que nos habla de Cristo como retrato de Dios, como expresión de la imagen de Dios. Hebreos 1:3 dice que el Hijo de Dios, Jesucristo, es la impronta de la sustancia de Dios. Usando términos modernos, diríamos que Cristo es una fotografía de Dios. Verlo a Él equivale a ver a Dios.

  La ley es también un retrato de Dios. Al estudiar los mandamientos de la ley, podemos ver que Dios es amor y luz, y que Él es santo y justo. Por ser la ley tal retrato de Dios, a ésta se le llamó el Testimonio de Dios (Éx. 25:16, 21; 31:18). Al Arca, en la cual fue puesta la ley, se le llamó el Arca del Testimonio (25:22), y al tabernáculo se le llamó el Tabernáculo del Testimonio (38:21). En Salmos, a menudo se usa la palabra testimonio para referirse a la ley (Sal. 19:7; 25:10; 119:2). Ese testimonio era un retrato, un cuadro, de Dios.

  El pueblo de Dios recibió revelación acerca de Dios mismo a fin de que se apartara para el Dios santo como Su pueblo santificado. Este asunto se recalca especialmente en el libro de Levítico. Por ejemplo, en Levítico 11:44 dice: “Yo soy Jehová vuestro Dios. Santificaos, por tanto, y sed santos, porque Yo soy santo”.

2. Para recibir la revelación divina en cuanto a la economía de Dios, a fin de que sean edificados juntamente con Dios en Su Trinidad Divina como Su morada en la tierra para Su testimonio

  Además de recibir la revelación divina acerca de Dios, los hijos de Israel recibieron la revelación divina en cuanto a la economía divina, a fin de que fueran edificados juntamente con Dios en Su Trinidad Divina como Su morada en la tierra para Su testimonio (Éx. 25—40). La revelación en cuanto a la economía de Dios incluye la revelación acerca de los arreglos, la administración y el propósito divinos.

  En los materiales que fueron usados para la edificación del tabernáculo se nos muestra que el pueblo de Dios sería edificado juntamente con Él. Por ejemplo, las tablas del tabernáculo, al igual que el Arca, estaban hechas de madera de acacia recubierta con oro. Las tablas de madera de acacia son un tipo del pueblo de Dios, y el oro que las recubría es un tipo de la Persona divina. Por tanto, las tablas de madera de acacia recubiertas con oro representan que el pueblo de Dios es edificado juntamente con Dios para ser Su morada. En esto vemos que no sólo el pueblo es el material con el cual se edifica la morada de Dios, sino que también el propio Dios es el material de edificación.

  En el tabernáculo podemos ver un cuadro de la Trinidad Divina. Es bastante fácil ver que el tabernáculo revela a Cristo el Hijo. Por ejemplo, el Arca, la mesa del pan de la Presencia y el altar del incienso, todos ellos representan al Hijo. Pero, ¿dónde vemos a Dios el Padre y a Dios el Espíritu? El Padre está representado por el oro, ya que en la tipología el oro representa la naturaleza de Dios, la cual, sin duda, guarda relación con Dios el Padre. Dios el Espíritu está representado por el aceite que se vertía en las siete lámparas del candelero. Si las lámparas no hubieran tenido aceite, no habrían tenido ningún uso y, por tanto, no habría habido luz en el tabernáculo. (Aquí también quisiéramos señalar que el candelero, que es una sola entidad, representa al Dios Triuno. El oro representa al Padre, la forma del candelero representa al Hijo y el aceite representa al Espíritu). Por consiguiente, en el tabernáculo vemos al Dios Triuno —el mobiliario representa al Hijo, el oro representa al Padre y el aceite representa al Espíritu—, y la humanidad, representada por la madera de acacia. Ésta es la revelación según la cual el pueblo de Dios es edificado juntamente con el Dios Triuno para ser Su morada en la tierra.

  El tabernáculo en su totalidad era el testimonio de Dios. Como ya señalamos, a las dos tablas de la ley se les llamaba el Testimonio, al Arca se le llamaba el Arca del Testimonio y al tabernáculo se le llamaba el Tabernáculo del Testimonio. Por esta razón, el tabernáculo en su totalidad, todo lo que estaba dentro y fuera de él, era considerado el testimonio de Dios. Esto significa que el tabernáculo era un retrato del Dios Triuno. Además, el Dios Triuno es de hecho Su propia morada, por cuanto el morador y la morada misma son uno solo. El morador es la morada misma.

  Las cuarenta y ocho tablas del tabernáculo corresponden a las cuarenta y ocho ciudades dadas a los levitas. Seis de esas ciudades debían ser ciudades de refugio. Lo más sobresaliente en cuanto a las ciudades de refugio era que se podía entrar en ellas. Finalmente, las cuarenta y ocho ciudades de los levitas tendrán su consumación en una ciudad única: la Nueva Jerusalén. El tabernáculo revelado en Éxodo es una miniatura de esta ciudad única. En el Antiguo Testamento, el testimonio de Dios era el tabernáculo, y en el Nuevo Testamento dicho testimonio es la iglesia, el Cuerpo de Cristo. En la eternidad, este testimonio llegará a su consumación en la Nueva Jerusalén, la cual también es llamada tabernáculo (Ap. 21:3). Así pues, hubo un tabernáculo en el Antiguo Testamento, hay un tabernáculo en el Nuevo Testamento y habrá un tabernáculo en la eternidad. En el Antiguo Testamento, el tabernáculo estuvo entre los hijos de Israel, mientras que en el Nuevo Testamento, el tabernáculo es primeramente Cristo (Jn. 1:14), y luego, la iglesia como agrandamiento de Cristo. En la eternidad estará el tabernáculo máximo y consumado, a saber, la Nueva Jerusalén. El punto sobresaliente en cada caso consiste en que el tabernáculo es un lugar al cual se puede entrar. La entrada al tabernáculo está abierta para nosotros hoy. ¡Aleluya, podemos entrar en el Dios Triuno!

3. Para recibir la revelación divina en cuanto al sacerdocio de Dios con todas sus ofrendas y sus servicios

  Por último, el pueblo escogido y redimido por Dios recibió la revelación divina en cuanto al sacerdocio de Dios con todas sus ofrendas y sus servicios. El libro de Levítico en su totalidad nos provee constancia de dicha revelación.

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