Mensaje 3
(2)
Lectura bíblica: Os. 2:2-23; 3:1-5
En este mensaje continuaremos considerando el símbolo de una esposa dada a la prostitución.
Las prostituciones de Gomer, esposa del profeta Oseas, simbolizan los actos de adulterio cometidos por Israel como esposa de Jehová, la cual no se conservó casta (2:2-13).
El versículo 2a dice: “Contended con vuestra madre, contended”. Esto indica que Dios deseaba que los israelitas que habían retornado (las hijas) contendieran con el pueblo adúltero de Israel (la madre).
En el versículo 2b Jehová dice: “Ella no es Mi mujer / ni Yo soy su Marido”. Esto implica una especie de divorcio. La situación obligó a Dios a hacer algo que no era normal. Sin embargo, que Dios se divorciase de Israel tenía como base Su firme determinación de volverla a recibir. En cierto sentido, Dios se divorció de Israel, pero lo hizo con la firme intención de recibirla de nuevo. Lo que Dios hace con respecto a Israel está basado en lo que Él es.
En los versículos del 2c al 4 tenemos la advertencia que Jehová le hace a Israel. Primero, Él le ordena que aparte de su rostro sus prostituciones, y sus adulterios de entre sus pechos (v. 2c). Si ella no lo hiciera, Él la desnudaría por completo como el día en que nació, la convertiría en desierto y en tierra seca y la mataría de sed (v. 3); además, no tendría compasión de los hijos de ella, pues eran hijos de prostitución (v. 4).
El versículo 5a nos dice que Israel se prostituyó y se portó desvergonzadamente. Ella incluso llegó al extremo de declarar: “Iré tras mis amantes, / que me dan mi pan y mi agua, / mi lana y mi lino, / mi aceite y mi bebida” (v. 5b). Ella afirmó que sus necesidades diarias eran cubiertas por sus amantes, esto es, por sus ídolos. Esto, por supuesto, era una mentira.
En el versículo 6 Jehová dice: “Por tanto, Yo cercaré / con espinos su camino; / y levantaré un muro contra ella, / para que no halle sus sendas”. Con frecuencia Dios, quien es grande, hará muchas cosas pequeñas que nos frustran con la finalidad de tratar con nosotros. Tal como dice Pablo en Romanos 8:28, todas las cosas —grandes y pequeñas— cooperan para nuestro bien. Como veremos, ésta fue la situación con el profeta Jonás. El gran pez así como el árbol de ricino y el gusano fueron usados por Dios para aplicar Su trato a Jonás.
A continuación, Oseas 2:7a dice: “Irá en pos de sus amantes / pero no los alcanzará; / los buscará, pero no los hallará”. Esto muestra la obstinación de Israel. Aun cuando Dios cercó su camino con espinos y levantó un muro contra ella impidiéndole proseguir, ella se rehusaba a retornar a Él y, en lugar de ello, iba en pos de sus amantes, sus ídolos. Sin embargo, a la postre, ella dirá: “Iré / y regresaré a mi primer Marido, / porque mejor me iba entonces que ahora”. Esto indica que finalmente ella retornará a Dios, su primer Marido. Todos nosotros hemos tenido esta clase de experiencia. Primero, luchamos persistentemente contra Dios hasta cierto punto, pero después retornamos a Dios para estar con Él. Hemos dicho: “Regresaré a Dios, porque era mejor entonces que ahora”.
Israel no sabía que era Jehová quien le daba el grano, el vino nuevo y el aceite fresco, y quien le multiplicaba la plata y el oro; en lugar de ello, ella usaba esa plata y oro para servir a Baal, un ídolo (v. 8).
El versículo 9 nos dice que Jehová volverá a tomar Su grano a su tiempo y Su nuevo vino en el tiempo señalado; además, Él le quitará Su lana y Su lino que le había dado para cubrir su desnudez. Algunos tal vez se pregunten si Dios, quien es tan grande, habría de hacer cosas como éstas. Pues así es, Dios sí hace tales cosas a fin de corregirnos, regularnos, perfeccionarnos y hacernos personas acordes con Su propósito.
Jehová descubrirá la lascivia de ella ante los ojos de sus amantes, y nadie la librará de Su mano. Él hará cesar toda su alegría, sus fiestas, sus lunas nuevas, sus Sábados y todas sus asambleas señaladas. Él asolará su vid y su higuera, de las cuales ella había dicho: “Son la paga / que me dieron mis amantes” (vs. 10-12a). Él las convertirá en un bosque, y las bestias del campo las devorarán (v. 12b). Él también visitará contra ella los días de los Baales, cuando ella les quemaba incienso y se adornaba con aretes de nariz y joyas, y se iba tras sus amantes olvidándose de Jehová (v. 13).
En 2:14-23 vemos que Jehová restaura a la adúltera y apóstata Israel.
Jehová seducirá a Israel, llevándola al desierto, y le hablará al corazón (v. 14). El desierto debe representar un lugar agreste. Durante la Segunda Guerra Mundial Hitler hizo que Alemania fuese un desierto para los judíos, y hoy en día los países árabes intentan hacer de la nación de Israel un desierto. Dios incluso permite esto, pues en el desierto Él puede hablarle a Israel.
Con frecuencia en nuestra vida humana nos encontramos en una situación que podríamos comparar a un desierto. A veces Dios hace que nuestro entorno sea un desierto para nosotros, de modo que Él pueda hablarnos al corazón.
Desde allí (el desierto) Jehová le dará a Israel sus viñas y el valle de Acor por puerta de esperanza. Ella responderá allí como en los días de su juventud y como en el día de su subida de la tierra de Egipto (v. 15).
En aquel día Israel llamará a Jehová: Marido mío (Is. 54:5; Jer. 3:14; Ez. 16:8) y ya no lo llamará: Baali (que significa “mi Amo”, Os. 2:16). Porque Jehová quitará de su boca los nombres de los Baales, y nunca más harán mención del nombre de ellos (v. 17).
En aquel día Jehová hará un pacto a favor de Israel con las bestias del campo, con las aves del cielo y con lo que se arrastra en la tierra (v. 18a). Así como, en tiempos de Noé, Dios hizo un pacto con todo ser viviente en favor nuestro, Él también hará un pacto en favor de Israel en el tiempo de la restauración. Debido a este pacto, las bestias, las aves y todo reptil se encontrarán en buen orden. Además, Dios quebrará y quitará de la tierra el arco, la espada y la guerra, y hará que Israel se acueste seguro (v. 18b).
Jehová desposará a Israel para siempre (v. 19a). Él ciertamente la desposará consigo en cinco de Sus atributos —en justicia, en derecho, en benevolencia amorosa, en compasiones y en fidelidad—, y ella conocerá a Jehová (vs. 19b-20).
En aquel día Jehová responderá a los cielos, y los cielos responderán a la tierra con lluvia para hacer que la tierra produzca fruto (v. 21). Entonces la tierra responderá al grano, al vino nuevo y al aceite fresco, y ellos responderán a Jezreel, que simboliza la siembra (v. 22).
Jehová sembrará para Sí a Israel en la tierra de Palestina (v. 23a). Él tendrá compasión de Lo-ruhama (que significa “ella no ha recibido compasión”) y dirá a Lo-ammi (que significa “no Mi pueblo”): “Tú eres Mi pueblo”. Y ellos dirán: “Dios mío” (v. 23b).
Oseas 3:1-5 confirma la restauración de Israel que Dios fielmente efectuará.
“Entonces Jehová me dijo: Ve otra vez, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, así como Jehová ama a los hijos de Israel, a pesar de que ellos se vuelven a otros dioses y aman las tortas de pasas” (v. 1). Aquí Jehová le dijo a Oseas que amara otra vez a Gomer, una mujer dada al adulterio. Esto simboliza que Jehová amaría nuevamente a los hijos de Israel pese a que ellos se volvieron a otros amantes (otros dioses) y amaron las tortas de pasas (los placeres para el yo). Aparentemente, Dios había dejado de amar a Israel cuando permitió que Nabucodonosor tomase Jerusalén y, de nuevo, cuando Tito, el príncipe de Roma, destruyó Jerusalén. Incluso hasta el día de hoy Israel se ha quedado solo, aparentemente sin contar con el amor de Dios; no obstante, Dios todavía se preocupa por Israel a Su manera.
Oseas fue muy obediente a Dios. Él ya se había casado con Gomer, y ella le había dado tres hijos. Luego, ella probablemente lo dejó y cometió adulterio con sus amantes. Después, como símbolo de Su firme intención de amar nuevamente a los hijos de Israel, Jehová le dijo a Oseas que amase nuevamente a Gomer, y Oseas así lo hizo.
Oseas le dijo a Gomer, una mujer dada al adulterio, que se quedase con él muchos días sin salir a prostituirse como ramera ni ser de otro hombre, y que él haría lo mismo para con ella (vs. 2-3). Según el versículo 4, esto simboliza que los hijos de Israel habrían de permanecer por muchos días sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estela (para adorar), y sin efod ni terafines (ídolos en los hogares). Estos “muchos días” comenzaron cuando los babilonios quemaron el templo. Durante setenta años los judíos no ofrecieron sacrificios. El templo había sido reedificado, pero fue completamente destruido por Tito el año 70 d. C. Desde entonces, Israel estuvo sin rey, sin príncipe y sin su adoración en la que ofrecía sacrificios a Dios; más aún, desde entonces hasta ahora, un período de unos dos mil años, los judíos no han adorado ídolos.
Después, como revela el versículo 5, los hijos de Israel volverán y buscarán a Jehová y a David, su Rey (Cristo en el milenio, Ap. 20:4, 6); y acudirán temblorosos a Jehová y a Su bondad en los postreros días (en la era de la restauración, Mt. 19:28).
Lo que Oseas hizo en obediencia al mandamiento de Dios con respecto a Gomer fue una confirmación de lo que Dios prometió hacer con respecto a Israel. Dios le dijo a Oseas que amase a Gomer nuevamente para que esto fuese un símbolo de Su firme intención de amar a Israel nuevamente. Hoy en día Israel es otra Gomer, pero el día viene cuando Dios la restaurará a Sí mismo.
Esta restauración será el resultado de la manifestación de Cristo. Nuevamente deseo recalcar el hecho de que en los libros proféticos se abordan reiteradamente cuatro cosas: la disciplina de Dios sobre los judíos, el castigo de Dios sobre las naciones, la manifestación de Cristo y la restauración. La disciplina y castigo de Dios redundan en la manifestación de Cristo, y la manifestación de Cristo traerá consigo la era de la restauración, el reino milenario, el cual introduce el universo arruinado y viejo en el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén. Si vemos estas cuatro cosas, veremos qué esperanza tenemos en Cristo.