Mensaje 7
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Lectura bíblica: Os. 11; Os. 12; Os. 13; Os. 14
En este mensaje comenzaremos a considerar los capítulos del 11 al 14. Estos capítulos tratan sobre el amor inalterable de Jehová en contraste con la obstinada infidelidad de Israel.
La virtud más elevada de una esposa apropiada es la castidad. Una esposa puede ser muy buena en todo aspecto, pero si no es casta, no es una esposa apropiada. Israel era obstinada en su infidelidad para con Jehová su Marido.
Dios envió a los profetas para que llamasen a Israel una y otra vez, pero cuanto más los profetas los llamaban, más ellos se alejaban de los profetas. “Cuanto más los llamaban, / tanto más se alejaban de ellos; / a los Baales sacrificaban, / y a los ídolos quemaban incienso” (11:2). Ellos servían a los Baales con sus ofrendas y sacrificios.
Desde el tiempo en que Tito destruyó Jerusalén y el templo en el año 70 d. C. hasta la fecha, Dios no ha levantado más profetas entre los judíos. Esto es obra de Dios. En Mateo 21:43 el Señor Jesús les anunció a los judíos: “El reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a una nación que produzca los frutos de él”. Esta nación es la iglesia. En la iglesia Dios ha levantado muchos profetas; más aún, en la iglesia todo creyente regenerado es un sacerdote (1 P. 2:5, 9; Ap. 1:6). Siempre y cuando seamos hijos de Dios, somos sacerdotes. Además de ser los sacerdotes de Dios que le sirven en el evangelio (Ro. 15:16), todos debemos esforzarnos por profetizar. En 1 Corintios 14 Pablo nos exhortó a anhelar el profetizar (vs. 1, 39) y dijo que podemos profetizar todos, uno por uno (v. 31). El Señor nos ha mostrado que hoy en día, en Su recobro, Él desea recobrar 1 Corintios 14, esto es, recobrar la función del profetizar de todos los creyentes. Todos los días del Señor, después de recordar al Señor y adorar al Padre en la mesa del Señor, todos los miembros de la iglesia deben profetizar. Esto quiere decir que todos ellos deben hablar por el Señor y proclamar al Señor. Si todos nosotros, jóvenes y viejos, profetizáramos uno por uno, ¡cuán rico, cuán elevado, cuán fresco, cuán viviente y cuán poderoso sería eso! Todos tenemos que honrar la manera ordenada por Dios presentada en 1 Corintios 14. Fuimos regenerados para ser sacerdotes. Ahora debemos esforzarnos por profetizar.
Ellos no volverían a la tierra de Egipto, pero el asirio sería su rey, porque ellos rehusaron volver a Jehová. La espada habría de girar en sus ciudades, consumir las barras de sus puertas y devorarlos a causa de sus propios consejos. Ellos persistían en apartarse de Jehová. Aunque los profetas los llamaban para que se volvieran a Aquel que está en lo alto, ninguno lo exaltaba (Os. 11:5-7).
Efraín rodeaba a Jehová de mentiras, y a la casa de Israel, de engaño (v. 12). Al venir a Dios, mentían. Judá seguía siendo inconstante para con Dios y para con el Santo, el Fiel.
Oseas 12:1 dice que Efraín se apacentaba de viento (de vanidad y en vano) y perseguía sin cesar al viento solano (en vaciedad). Él multiplicaba las mentiras y la violencia. Ellos hicieron un pacto con Asiria (no con Jehová), y el aceite era llevado a Egipto (no al templo de Dios). Ésta era la situación en que se encontraban al ser obstinados en su infidelidad.
El versículo 2 nos dice que Jehová también tenía pleito con Judá. Esto quiere decir que Él contendía, discutía, con Judá. Jehová habría de castigar a Jacob conforme a sus caminos. Él habría de pagarle conforme a sus obras. En el seno materno Jacob había tomado por el calcañar a su hermano (v. 3a; Gn. 25:26). “Jacob huyó a tierra de Aram; / e Israel sirvió por una mujer, / y por una mujer guardó rebaños” (Os. 12:12; Gn. 29:20, 30; 31:38-41). En su plena fuerza él luchó con Dios (Os. 12:3b). “Sí, luchó con el Ángel [Cristo] y prevaleció; / lloró y le hizo súplicas” (v. 4a; Gn. 32:24-32).
Efraín era un mercader. En su mano tenía balanzas falsas, y le gustaba extorsionar a los demás (v. 7). Efraín dijo: “Ciertamente me he enriquecido; / he hallado riquezas para mí. / En todas mis labores / nadie encontrará en mí / iniquidad alguna, que es pecado” (v. 8). En las manos de Efraín había dos clases de balanzas: una para pesar de menos lo que compraba, y otra para pesar de más lo que vendía.
Galaad era iniquidad (6:8). Ellos eran completa vanidad. En Gilgal (foco de idolatría) ellos sacrificaron bueyes. Ciertamente sus altares eran como montones en los surcos del campo (12:11). Ésta era una figura literaria para describir la obstinada infidelidad de Israel.
Efraín provocó a Jehová a amargo furor. Por tanto, su Señor dejaría sobre él la culpa de la sangre que había derramado y le pagaría su oprobio (v. 14).
Cuando Efraín hablaba, todos temblaban. Él se exaltó a sí mismo en Israel; mas transgredió por Baal y murió. Ahora ellos continuaban pecando más y más, y de su plata se hicieron imágenes fundidas, ídolos conforme a su propio entendimiento, todo ello obra de artífices. Ellos pidieron a quienes sacrificaban que besaran a los becerros (los ídolos). Por tanto, ellos serían como la nube matutina y como el rocío que temprano se disipa; además, serían como el tamo que el viento tempestuoso arroja de la era y como el humo que sale de una chimenea (13:1-3). Éstas también son figuras usadas por Oseas para describir la vanidad de la vida pecaminosa que llevaba Israel.
Después que se saciaron, su corazón se ensoberbeció. Por tanto, se olvidaron de Jehová (v. 6). Por eso, Jehová sería para ellos como león; como un leopardo Jehová los acecharía en el camino. Jehová saldría a su encuentro como osa privada de sus cachorros, desgarraría la envoltura de su corazón y los devoraría como leona. La bestia del campo los despedazaría (vs. 7-8). Ésta era la manera poética de escribir de Oseas.
Era para su propia destrucción que Israel estuviese contra Jehová, contra su ayuda. Su rey no podría salvarlos en todas sus ciudades. Jehová les dio rey en Su furor y se los quitó en Su ira desbordante (vs. 9-11). El rey que les fue dado por Jehová en Su furor podría haber sido Saúl, quien a la postre les sería quitado por Jehová en Su ira desbordante.
La iniquidad de Efraín estaba atada, su pecado estaba guardado. Le vendrían los dolores de mujer que da a luz. Efraín era un hijo carente de sabiduría, pues no debía haberse demorado en la apertura del vientre (vs. 12-13).
Los versículos 15 y 16 dicen que incluso si Samaria fructificase entre sus hermanos, vendría el solano, subiría del desierto un viento de Jehová, y se secaría su manantial y su fuente se agotaría. El enemigo habría de saquear el tesoro de todas las vasijas deseables. Samaria sería considerada culpable, porque ella se rebeló contra su Dios. Ellos caerían a espada. Sus niños serían estrellados, y abiertos los vientres de sus mujeres que estaban encinta.
Finalmente, 14:1b dice que Israel había caído por su iniquidad.