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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Romanos»
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Mensaje 10

EL DON EN CRISTO SOBREPASA LA HERENCIA EN ADÁN

  Lectura bíblica: Ro. 5:12-21

  Si leemos el libro de Romanos cuidadosamente, observaremos que la sección sobre la justificación termina en Romanos 5:11, lo cual significa que en la primera parte de Romanos hay dos secciones principales que abarcan dos temas: la condenación y la justificación. La sección sobre la condenación comienza en 1:18 y termina en 3:20, y la sección que trata de la justificación empieza en 3:21 y concluye en 5:11.

  En la sección sobre la justificación, Pablo habla de nuestra posición externa delante de Dios. Originalmente estábamos llenos de pecado y necesitábamos la obra redentora de Cristo, ya que ésta es la base sobre la cual Dios nos justifica. La justificación cambia nuestra posición. Anteriormente nos alábamos bajo condenación, pero ahora nuestra posición es que hemos sido justificados. Como resultado de esta justificación, tenemos amor, gracia, paz, esperanza, vida y gloria, y también a Dios, a Cristo y al Espíritu Santo. Aunque disfrutemos de estos seis elementos que están llenos de significado, y de las tres maravillosas personas de la Deidad, todo esto lo tenemos principalmente de una manera externa y objetiva. No obstante, en la sección sobre la justificación, Pablo nos da algunos indicios de que, más tarde, él abordará el tema de nuestra persona interior.

  Encontramos el primer indicio en Romanos 4:24-25, donde Pablo habla del Cristo resucitado. El Cristo crucificado nunca podría entrar en nuestro ser, pero el Cristo resucitado sí puede. Nuestro Cristo no sólo fue crucificado para realizar nuestra redención, sino que también resucitó para impartir Su vida en nosotros. Por lo tanto, Romanos 4:24-25 da a entender que Cristo entrará en los que hayan sido justificados y llevará en ellos una vida de justificación.

  Podemos ver otro indicio en Romanos 5:10, donde dice que seremos salvos en Su vida. La forma verbal seremos implica experiencias en el futuro. En los pasajes anterior a Romanos 5:10, se nos dice que ya fuimos salvos, porque fuimos redimidos, justificados y reconciliados. Entonces, ¿por qué este versículo nos dice que “seremos” salvos? Aunque hemos sido salvos por medio de la muerte de Cristo, la cual nos trajo la redención, la justificación y la reconciliación, aún no hemos sido salvos en cuanto a ser santificados, transformados y conformados. La redención, la justificación y la reconciliación requieren la muerte de Cristo, en la cual Él derramó Su sangre, mientras que la santificación, la transformación y la conformación requieren que Su vida obre en nosotros. La muerte de Cristo en la cruz nos salvó de una manera objetiva, pero Su vida nos salvará de una manera subjetiva. El Cristo crucificado nos salvó objetivamente en la cruz, pero el Cristo resucitado que reside en nuestro interior nos salva subjetivamente. Es preciso que Su vida entre en nosotros. Finalmente, en Romanos 8, que comprende la conclusión de la sección que trata de nuestro modo de ser, vemos que Cristo está en nosotros (8:10). Anterior a lo que se abarca en el capítulo 5, Cristo fue crucificado en la cruz, pero aún no estaba dentro de nosotros. Pero en el capítulo 8 Cristo ya no se halla más en la cruz, sino dentro de nuestro ser. El Cristo que mora en nuestro interior es la vida que nos salvará subjetivamente después de habernos salvado objetivamente. Necesitamos ser salvos más y más. Fuimos salvos del infierno y de la condenación, lo cual es una salvación que tiene que ver con nuestra posición objetiva. Pero ahora necesitamos ser salvos de nuestra manera de ser, es decir, de nuestro viejo hombre, de nuestro yo, de nuestra vida natural, etc.

  Otro indicio de que un cambio ocurrió a partir de 5:11 se ve en el hecho de que se usan las dos palabras pecado y pecados. Anterior a Romanos 5:12 la palabra pecado siempre se encuentra en plural, pero de repente, en Romanos 5:12, aparece en singular. ¿A qué se debe este cambio? Los pecados son externos y tienen que ver con nuestra posición, pero el pecado es interior y tiene que ver con nuestro modo de ser. Los pecados externos, los que tienen que ver con nuestra posición, es decir, nuestros hechos pecaminosos, los resolvió por completo la muerte de Cristo, pero el pecado que se encuentra en nuestro modo de ser, es decir, nuestra naturaleza pecaminosa, todavía no ha sido solucionado. A partir de Romanos 5:12, Pablo comienza a enfocar el pecado que tiene que ver con nuestra manera de ser.

  Además, aunque ya en Romanos 5:11 estamos en Dios y en Cristo, todavía no tenemos muchas experiencias ni de Dios ni de Cristo viviendo en nosotros. Estamos en Dios, nos gloriamos y gozamos en Él, y nos mantenemos firmes en la esfera de la gracia, pero no hemos experimentado en plenitud a Dios y a Cristo morando en nuestro ser. El hecho de que estemos en Cristo tiene que ver con nuestra posición objetiva, pero el que Cristo esté en nosotros, especialmente que viva y more en nuestro ser, tiene que ver con nuestro modo de ser y con nuestra experiencia. Primero es necesario que estemos en Cristo, y entonces Él puede morar y vivir en nosotros. Encontramos ambos aspectos de esta verdad en Juan 15:4, donde dice: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros”. “Permaneced en Mí” significa estar en Cristo; y “Yo en vosotros” significa que Cristo vive en nosotros. Primero nosotros estamos en Él, y luego Él vive en nosotros. El hecho de que Cristo viva en nosotros es presentado en Romanos, de 5:12 a 8:30, que es la sección sobre la santificación y la glorificación, las cuales se ocupan de nuestro modo de ser y de nuestra naturaleza, y no de nuestro comportamiento exterior. Pablo se refirió a nuestro comportamiento en las secciones precedentes. En la sección que se extiende de 5:12 a 8:30 del libro de Romanos, Pablo se ocupa de nuestra naturaleza, de nuestro yo. Si no distinguimos estos aspectos claramente, no podremos entender de forma adecuada esta sección.

  Al llegar a la sección sobre la santificación, es crucial entender que el don de Cristo sobrepasa la herencia que tenemos en Adán. Ya que todos nacimos de Adán y en él, heredamos todo lo que él es y tiene. ¿Cuáles son los elementos de nuestra herencia en Adán? Son dos cosas terribles: el pecado y la muerte. No importa si somos buenos o malos, como resultado de ser descendientes de Adán, heredamos el pecado y la muerte. Pero, ¡alabado sea Dios por el don en Cristo! El don en Cristo sobrepasa la herencia en Adán. No se pueden comparar los dos.

I. DOS HOMBRES, DOS HECHOS Y DOS RESULTADOS

  En Romanos 5:12-21 tenemos dos hombres, dos hechos y dos resultados. Este pasaje es difícil de retener en la mente porque todo lo que se halla en él trasciende nuestro entendimiento. Por naturaleza no tenemos en nuestro lenguaje el concepto que se revela en este pasaje de las Escrituras, pues si lo tuviéramos, fácilmente nos impresionaría el pensamiento de Pablo. ¿Acaso usted se ha imaginado alguna vez que en todo el universo existen sólo dos hombres? Es probable que no, pero esto es un hecho a los ojos de Dios. Para Dios solamente existen dos hombres: Adán y Cristo. Nosotros mismos no somos nadie, pues todos estamos incluidos ya sea en el primer hombre o en el segundo. Todo depende de nuestra posición. Si estamos en Adán, somos parte de él, pero si estamos en Cristo, somos parte de Cristo. Hace cincuenta años yo me encontraba en Adán, pero hoy estoy en Cristo y siempre estaré en Él.

A. Dos hombres

1. Adán

  Adán fue el primer hombre (1 Co. 15:47). Él no sólo fue el primer hombre, sino también el primer Adán (v. 45). Cuando Adán fue creado por Dios (Gn. 1:27), no tenía nada de la naturaleza divina ni de la vida de Dios. Él era simplemente la creación de Dios, la obra de Sus manos.

2. Cristo

  Cristo es el segundo hombre (1 Co. 15:47) y el postrer Adán (v. 45). ¿Qué significa que Cristo sea el segundo hombre y el postrer Adán? Significa que Él es el último hombre. Después de Él, no hay un tercer hombre, porque el segundo es el último. Esto excluye definitivamente la posibilidad de un tercer hombre. No se considere a usted mismo como el tercer hombre, pues Cristo es el segundo hombre y el postrer Adán. Después de Él, ya no hay otro.

  El segundo hombre no fue creado por Dios. Al contrario, es un hombre mezclado con Dios. Él es Dios encarnado como hombre (Jn. 1:14). El primer hombre no tenía nada de la naturaleza divina ni de la vida de Dios, porque él era meramente creación Suya. El segundo hombre es la mezcla de Dios con Su criatura y está lleno de la naturaleza divina y de la vida de Dios. Es un hombre mezclado con Dios, un Dios-hombre. La plenitud de la Deidad está corporificada en Él (Col. 2:9; Jn. 1:16).

B. Dos hechos

1. La transgresión de Adán en el huerto de Edén

  Romanos 5:14 menciona la transgresión de Adán, la cual consistía en comer del árbol del conocimiento del bien y del mal en el huerto del Edén. Después de que Dios creó al hombre Adán, lo puso delante del árbol de la vida, lo cual indica que Adán debía participar de este árbol. Esto lo habría capacitado para recibir la vida de Dios y para vivir con Dios. Pero Adán falló: desechó el árbol de la vida, que representaba a Dios como vida, y se volvió al árbol del conocimiento, que representaba a Satanás como la fuente de la muerte. Así que, la transgresión de Adán consistió en dejar el árbol de la vida y seguir en pos del árbol del conocimiento (Gn. 2:8-9, 17; 3:1-7). El árbol de la vida produce vida, pero el árbol del conocimiento produce muerte. Esto significa que Adán rechazó la vida y escogió la muerte.

2. La obediencia de Cristo en la cruz

  La obediencia de Cristo en la cruz (Fil. 2:8) constituye el segundo hecho. Este acto de obediencia, un hecho justo realizado por Cristo, dio fin al hombre de conocimiento (Ro. 6:6). Adán condujo al hombre al conocimiento, convirtiéndolo en un hombre de conocimiento. Y Cristo, por Su obediencia en la cruz, puso fin a este hombre, e hizo volver al linaje humano a la vida. En 1 Pedro 2:24 dice que la muerte de Cristo restauró al hombre volviéndolo a la vida, y Juan 3:14-15 afirma que Cristo fue levantado en la cruz con el fin de hacer volver al hombre a la vida eterna. Por lo tanto, la obediencia de Cristo en la cruz puso fin al hombre caído que había elegido el conocimiento, es decir, el hombre de muerte, y lo llevó a la vida, convirtiéndolo en un hombre de vida.

C. Dos resultados

  Estos dos hombres efectuaron dos hechos, y estos dos hechos produjeron dos resultados.

1. El resultado de la transgresión de Adán

a. El pecado entró en el mundo

  El pecado entró en el mundo por medio de la transgresión de Adán (5:12). Parece que en el libro de Romanos, del capítulo 5 al 8, el pecado se menciona de una forma personificada. Es como una persona que puede reinar (5:21), enseñorearse de otros (6:14), engañarlos y matarlos (7:11) y morar en ellos y dominar la voluntad de ellos (7:17, 20). El pecado está vivo y es sumamente activo (7:9). Así que, este pecado debe de referirse a la naturaleza maligna de Satanás, el maligno mismo, quien mora, actúa y obra en la humanidad caída. El pecado es en realidad una persona maligna. Por medio de la transgresión de Adán, este pecado se introdujo en la humanidad.

b. Los muchos fueron constituidos pecadores

  Como resultado de la desobediencia de Adán, los muchos, incluyéndonos a nosotros, fueron constituidos pecadores (5:19). No sólo fuimos hechos pecadores, sino que también fuimos constituidos así. No fuimos creados para ser pecadores, sino que fuimos constituidos así. Un elemento no creado por Dios se inyectó en nuestro ser y nos constituyó pecadores. No es por casualidad que somos pecadores; somos pecadores porque así fuimos constituidos. El pecado fue forjado en nosotros y llegó a ser nuestra propia constitución. Por lo tanto, el pecado no es solamente un hecho externo, sino un elemento interno y subjetivo que forma parte de nuestra constitución. De modo que, somos pecadores típicos por naturaleza.

c. Todos los hombres fueron condenados a muerte

  Además, todos los hombres fueron condenados a muerte (5:18). Todos los hombres han nacido de Adán y en él. De manera que, por el delito de Adán, todos los hombres fueron condenados a morir en él, tal como él fue condenado.

d. La muerte reinó sobre todos los hombres

  Así que, la muerte reinó sobre todos los hombres (5:14). La muerte ha llegado a ser un rey que rige sobre todo. “Así como el pecado reinó en la muerte” (5:21), así la muerte reina por medio del pecado.

e. En Adán todos mueren

  El resultado final de la transgresión de Adán es que en él todos mueren (1 Co. 15:22). Todos murieron en Adán. A veces decimos que cierta persona está moribunda. Cuando escuché esta expresión por primera vez, me dije: “No solamente esa persona está moribunda, sino que todos están así”. No diga que usted está vivo, porque al igual que todos, está moribundo. Uno vive para morir. Cuanto más vive, más muere. En cierto sentido no vivimos, sino morimos. Todos nacimos para morir porque hay un poderoso rey que reina sobre nosotros: la muerte. Dicho rey fue investido de poder por el pecado, que es su precursor. De manera que, todos los hombres nos encontramos bajo el reinado de la muerte. Esta persona tan horrible fue establecida para reinar sobre la humanidad. Cuando nacimos en Adán, empezamos a morir. Antes de que el hombre muera, comete pecados, y el pecado apresura la hora de la muerte. Cuanto más uno peque, más pronto morirá; y cuanto menos peque, más retardará el día de su muerte. Si no queremos morir pronto, no debemos pecar. Debemos permanecer apartados del pecado.

2. El resultado de la obediencia de Cristo

  ¡Alabado sea el Señor porque tenemos el segundo hombre, el segundo hecho y el segundo resultado! ¿Cuál es el resultado de la obediencia de Cristo?

a. La gracia vino

  La gracia vino (Jn. 1:17) mediante la obediencia de Cristo. “La gracia de Dios [abundó] para los muchos” (Ro. 5:15). Pablo no dijo que la vida abundó. Esto es semejante al caso de la transgresión de Adán, en la cual el pecado vino primero y la muerte vino después. De la misma forma, por medio de la obediencia de Cristo, la gracia vino primero y la vida vino después. La muerte es contraria a la vida, y la gracia es contraria al pecado. El pecado vino por medio de la transgresión de Adán. En cambio, la gracia vino por medio de la obediencia de Cristo. El pecado es la personificación de Satanás, quien vino a envenenarnos, perjudicarnos y traernos muerte. Y la gracia es la personificación de Dios, quien vino a traernos vida y disfrute. Por medio de la transgresión de Adán el pecado entró en el género humano como veneno, causando la destrucción del hombre; pero mediante el hecho justo y obediente de Cristo, Dios vino como gracia para nuestro disfrute.

b. Los muchos fueron constituidos justos

  Romanos 5:19 nos dice que “por la obediencia de uno solo [Cristo], los muchos serán constituidos justos”. No solamente somos justos, sino que fuimos constituidos justos. Si usted pinta mi piel de verde, eso no afectará mi constitución interior. Sin embargo, si inyecta pintura verde en mi sangre, gradualmente todo mi ser será constituido con pintura verde. Esto no sería simplemente pintura exterior, sino una constitución interior. Cuando el Dios viviente entra en nuestro ser como la gracia, somos constituidos justos.

c. La justificación de vida para todos

  Un resultado adicional de la obediencia de Cristo es que recibimos la justificación que conduce a la vida (5:18). Ya que fuimos constituidos justos, alcanzamos el nivel de la justicia de Dios y estamos a la par con ella. Por eso, espontáneamente recibimos una justificación que conduce a la vida. En Adán, por medio de su delito, fuimos condenados a morir; pero en Cristo, y gracias a Su hecho de justicia, fuimos justificados para vida. La finalidad de la justificación es la vida. Primero obtenemos la justificación y, luego, recibimos la vida. Exteriormente, la justificación cambia nuestra posición; interiormente, la vida cambia nuestro modo de ser. Ahora tenemos tanto la justificación en el aspecto exterior, en posición, como la vida en el aspecto interior, para nuestra manera de ser.

d. La gracia reinó por la justicia para vida eterna

  Romanos 5:21 dice: “...la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”. La gracia reina. Nosotros los creyentes tenemos otro rey porque ahora estamos en otro reino. Anteriormente estábamos en el reino de la muerte, y mediante la muerte el pecado era nuestro rey. Pero ahora estamos en el reino de la vida, y tenemos por rey a la gracia. El que “la gracia reine por la justicia para vida eterna” es un pensamiento muy profundo. ¿Por qué debe reinar la gracia por la justicia? Porque anteriormente éramos pecadores. Si no hubiéramos sido constituidos pecadores, habríamos sido limpios y justos, sin tener nada en nuestro ser que contradijera el carácter de Dios. Si ése hubiera sido el caso, no habríamos necesitado la justicia. Sin embargo, la realidad es que fuimos constituidos pecadores. ¿Cómo podría la gracia, la cual es Dios mismo, reinar sobre personas tan impías? La gracia necesita un instrumento o medio, con el cual reinar. Dicho instrumento, o medio, es la justicia de Dios. Así que, la gracia reina por medio de la justicia de Dios para vida eterna. Debido a que Cristo murió en la cruz a fin de realizar la redención en beneficio nuestro, y debido a que la justicia de Dios nos ha sido revelada, tenemos la base para disfrutar a Dios como gracia, y sobre esta base incluso tenemos derecho legal a disfrutarle como tal. Por lo tanto, la gracia puede reinar mediante la justicia para vida eterna.

  Apliquemos esto a nuestra experiencia. Supongamos que yo soy un pobre pecador moribundo. Estoy condenado a morir, y la muerte reina sobre mí. Pero un día me doy cuenta de que Cristo murió en la cruz para realizar la redención divina, y la justicia de Dios me es revelada. Como pecador, acudo a Dios bajo la sangre redentora de Cristo. Inmediatamente la justicia de Dios le obliga a justificarme, y Él llega a ser mi porción. Yo tengo el derecho de tomarle como mi porción porque la obra redentora de Cristo ha cumplido todos los justos requisitos de Dios. Ahora tengo la posición y el derecho para tomarle como mi porción. Él no puede rechazarme. Por causa de Su justicia, está comprometido a venir a mí como la gracia para que le disfrute. La gracia que me es dada significa que recibo un don que no merezco. Si yo trabajara para usted, usted tendría que pagarme, por obligación, no por gracia. Pero si usted me regalara quinientos dólares, esto sería gracia, pues yo no los merezco ni me los he ganado. Mediante la justicia de Dios recibo la gracia, la cual no merezco.

  Dios se nos ha dado como una gracia que no merecemos. Nunca hemos trabajado para obtenerla, ni podríamos ganárnosla por nosotros mismos, pues el precio de la gracia es demasiado alto. Dios simplemente se nos da como gracia por medio de Su justicia. Esta gracia viene a ser nuestra porción para nuestro disfrute, y reina en nosotros mediante la justicia, lo cual produce la vida eterna. Esto no se refiere a la bendición eterna sino a la vida eterna, la cual podemos disfrutar desde hoy. No nos referimos a la vida humana ni a la vida creada, sino a la vida divina, la cual es eterna e increada.

  Por la sangre de Cristo legalmente tenemos derecho a tomar a Dios como nuestra porción, y recibimos de Él algo que no merecemos, el cual es la gracia que se nos da como nuestro disfrute. El resultado de este disfrute es la vida eterna, la cual transformará todo nuestro ser. Nos santificará por completo efectuando un cambio profundo en nuestro modo de ser. Es de esta manera que llegaremos a ser personas santificadas, transformadas, conformadas y glorificadas.

e. En Cristo todos seremos vivificados

  En Adán todos morimos pero en Cristo todos somos vivificados (1 Co. 15:22). La transgresión de Adán trajo muerte a todos sus descendientes y aún lo sigue haciendo, pero la obediencia de Cristo logra que todo hombre viva. En Adán todos mueren, pero en Cristo todos son vivificados. La transgresión de Adán dio por resultado muerte para todos los hombres, pero la obediencia de Cristo produjo vida para todos.

II. CUATRO ENTIDADES GOBERNANTES

  Hemos visto dos hombres, dos hechos y dos resultados. Estos dos hombres junto con sus dos hechos y los dos resultados produjeron cuatro entidades gobernantes. Tenemos que conocer estos hombres, hechos y resultados, y también las cuatro entidades gobernantes a fin de entender claramente Romanos 5:12-21.

A. El pecado

1. Se introdujo por medio del primer hombre

  El pecado entró en la humanidad por medio del primer hombre (5:12). Por la desobediencia de Adán, el maligno, en forma de pecado, entró en el mundo. El mundo aquí se refiere a la humanidad en general, porque, en un sentido, la palabra mundo en el Nuevo Testamento denota la humanidad. Por ejemplo, Juan 3:16 dice que Dios amó al mundo, lo cual significa que Dios amó a la humanidad. Así que, el pecado entró en la humanidad, en la naturaleza humana, por medio del primer hombre, Adán.

2. Mora en el cuerpo caído del hombre

  El pecado, después de haber entrado en el linaje humano, estableció su morada en el cuerpo caído del hombre (Ro. 7:17, 18, 21, 23). El pecado no mora en nuestra mente, alma ni espíritu, sino en nuestro cuerpo. Pablo dijo que el pecado moraba en él, que la ley del pecado estaba en los miembros de su cuerpo, y que en su carne no moraba el bien, sino el mal (7:17, 18, 23). El pecado mora en nuestro cuerpo. Aunque el cuerpo humano creado por Dios era bueno, una vez que el pecado se inyectó e hizo su hogar en él, este cuerpo se convirtió en carne. Dios no creó la carne, la cual es una mezcla entre lo creado por Dios y el pecado, que es el maligno mismo. Así que, el cuerpo vino a ser la carne, y el pecado mora en ella. Toda concupiscencia se origina en la carne.

3. Tiene por poder la ley

  El poder del pecado es la ley (1 Co. 15:56; Ro. 7:11). Sin la ley el pecado no tiene ningún poder. Según Romanos 7:11, el pecado nos mata por medio de la ley porque la ley le da su poder. El pecado usa la ley como una navaja capaz de darnos muerte. En 1 Corintios 15:56 leemos: “El poder del pecado [es] la ley”. No acuda a la ley, porque si lo hace, se encontrará con la navaja del pecado que trae muerte. Nosotros somos totalmente incapaces de guardar la ley, y sería una necedad intentar hacerlo. Si intentamos guardar la ley, el pecado usará la misma ley para matarnos.

4. Reina por medio de la muerte

  El pecado reina por medio de la muerte (5:21; 6:12). El pecado, al igual que cualquier otro rey, necesita una autoridad para reinar. La autoridad del pecado es la muerte. El pecado tiene la autoridad de ejercer su reinado en la muerte. Romanos 5:21 y 6:12 muestran que el pecado rige como un rey.

  El pecado está en nuestra carne, en nuestro cuerpo caído, y no es un simple hecho de maldad; al contrario, es la personificación misma del maligno. En Romanos 7:21 Pablo dijo que “el mal” estaba consigo. La palabra griega que se traduce “el mal” en este versículo, denota lo que es maligno en carácter. Esto debe referirse al carácter maligno de Satanás mismo. No tengo la menor duda de que el pecado que entró en nuestro cuerpo es la encarnación de Satanás. Cuando el hombre comió el fruto del árbol del conocimiento, ese fruto entró en su ser. De hecho, todo lo que comemos entra en nuestro cuerpo. Ya vimos que el árbol de la vida en el huerto de Edén representa a Dios mismo, y el árbol del conocimiento, a Satanás. Por lo tanto, cuando el hombre participó del árbol del conocimiento, tomó a Satanás, el maligno, recibiéndolo en su ser. El cuerpo que Dios creó al principio no tenía ningún mal en él. La Biblia dice que el hombre creado por Dios era bueno en gran manera y completamente recto (Gn. 1:31; Ec. 7:29). Pero después de la caída, otro elemento, el pecado, la misma naturaleza del maligno, fue inyectado en el cuerpo del hombre. Este pecado reina en nosotros. Su poder se basa en la ley y ejerce su dominio en la muerte.

B. La muerte

1. Se introdujo por medio del pecado

  La muerte es la segunda entidad gobernante, la cual se introdujo por medio del pecado (Ro. 5:12), porque éste abrió el camino para que la muerte entrara en la humanidad. El aguijón de la muerte es el pecado (1 Co. 15:56). Un aguijón, al igual que el aguijón de un escorpión, contiene veneno. De la misma manera, el pecado acarrea el elemento del veneno. Una vez que el pecado nos envenena, experimentamos la muerte.

2. Por causa de un solo hombre, la muerte reina sobre todos los hombres

  Por medio del delito de Adán, la muerte reina sobre todos los hombres (14, Ro. 5:17). Según Hebreos 2:14, Satanás tiene el imperio de la muerte. Por lo tanto, Satanás está íntimamente relacionado con la muerte. El pecado introduce la muerte, la cual reina con poder bajo el control de Satanás. Así que, Satanás se relaciona con la muerte, la muerte con el pecado, y el poder de éste es la ley. De ahí que, nunca debemos permitir que nos controle la ley, el pecado, la muerte ni Satanás.

C. La gracia

1. Vino por medio del segundo hombre

  Juan 1:14 nos dice que cuando Cristo se encarnó como hombre, Él estaba lleno de gracia. Juan 1:17 dice que la ley fue dada por Moisés, pero que la gracia vino por medio de Jesucristo. La gracia vino con Cristo. Esto quiere decir que cuando Cristo está presente, la gracia también está presente. Así como el pecado es la personificación de Satanás, la gracia es la personificación de Cristo. Por lo tanto, la gracia es Cristo mismo, la corporificación de Dios. ¿Qué es la gracia? La gracia es Dios encarnado para ser nuestro disfrute. Dios se ha dado a Sí mismo a nosotros para nuestro disfrute. Si comparamos 1 Corintios 15:10 con Gálatas 2:20, veremos que la gracia de Dios es Cristo. En 1 Corintios 5:10 Pablo afirma que él laboró más abundantemente que los demás apóstoles, aunque reconoce que no fue él mismo, sino la gracia de Dios que estaba con él. Y en Gálatas 2:20 Pablo afirma que no vivía más él, sino que Cristo mismo era quien vivía en él. Por lo tanto, la gracia es simplemente la persona viva de Cristo. En 2 Corintios 13:14 también se menciona que la gracia es Cristo. Así que, Cristo es la gracia de Dios. Cuando Cristo viene a nosotros como Dios corporificado para ser nuestro disfrute, tenemos la gracia. Esta gracia vino mediante el segundo hombre.

2. Sobreabunda y reina por la justicia para vida eterna

  Esta gracia abunda, se multiplica y reina por medio de la justicia para vida eterna (Ro. 5:15, 20, 21). Hemos visto que por medio de la obra redentora de Cristo obtenemos la justicia de Dios, y que ésta nos da la base para reclamar a Cristo como nuestra gracia. Esta gracia constantemente se multiplica y sobreabunda, lo cual da por resultado que reine para vida eterna. El resultado no es algo material ni temporal, sino eterno y divino, algo que pertenece al reino de la gracia, esto es, la vida divina de Dios. Cuanto más gracia disfrutamos, más vida tenemos. Esta vida nos santifica, transforma, conforma y glorifica. Esta vida viene de la gracia.

D. Los creyentes

  Los creyentes también reinan, porque son reyes.

1. Recipientes de la abundancia de la gracia y del don de la justicia

  Romanos 5:17 dice que “reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”. ¿Cómo podemos reinar en vida? Reinamos en vida recibiendo la abundancia de la gracia. Debemos considerar el significado práctico de la abundancia de la gracia. Supongamos que usted enfrenta cierto problema. Si le es fácil resolverlo, significa que usted tiene la debida provisión de gracia. Pero si la situación le parece insoportable, esto prueba que carece de la abundancia de la gracia. Tal vez tenga la gracia, pero en una porción muy pequeña. En realidad, carece de la abundancia de la gracia. En muchas ocasiones ciertos hermanos se ofenden cuando hablamos franca y abiertamente con ellos. ¿Por qué se ofenden? Porque no tienen suficiente gracia. Si la tuvieran, les sustentaría y capacitaría para recibir una palabra dura. El que alguien nos dé una palabra dura es algo muy difícil de soportar. A todos nos gusta escuchar palabras blandas, agradables y melodiosas. Los aduladores saben cómo endulzar sus palabras. Sin embargo, si a usted únicamente le gustan las palabras blandas, será fácilmente engañado. Es mucho mejor hablar con franqueza. En Colosenses 4:6 Pablo nos dice que nuestro hablar siempre debe ser sazonado con sal. Esto quiere decir que debemos ser restringidos en nuestro hablar. Las palabras más beneficiosas son las palabras francas y no endulzadas ni aduladoras. Debemos aprender a aceptar la palabra franca. Si usted está lleno de la gracia, es decir, si tiene la abundancia de esta gracia, aceptará de buena gana cualquier clase de palabra.

  Pablo tenía cierto problema, un aguijón en su carne, y le pidió tres veces al Señor que se lo quitara (2 Co. 12:7-9). Parece como si el Señor le hubiera contestado: “No te quitaré el aguijón. Tienes que soportarlo por medio de Mi gracia. Mi gracia es suficiente para ti”. ¿Qué es la gracia? La gracia es la encarnación de Cristo, es Cristo mismo como nuestro disfrute. Cuando disfrutamos esta gracia, el resultado siempre será vida. Usted será rico en vida. Cuanto más soportemos penalidades mediante la gracia, más seremos llenos con la vida.

  Así que, Pablo dijo que la gracia no sólo abundó para los muchos, sino que también la gracia reinará en nosotros para vida eterna. La multiplicación de la gracia continuamente produce la vida. Es imprescindible que la gracia sobreabunde. Romanos 5:20 dice: “Donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. La gracia siempre excede al pecado. Aunque el pecado es poderoso, la gracia es más poderosa. La gracia es mucho más fuerte que el pecado. Debemos abrirnos a la gracia y ensanchar nuestra capacidad para recibir gracia sobre gracia. Juan 1:16 dice: “Porque de Su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia”. Cristo es la fuente de la gracia, y aun más que eso, Él es la gracia misma. Si nos abrimos a Él y recibimos “la abundancia de Su gracia”, seremos llenos con la vida.

  Esta vida es en realidad el crecimiento en vida del que habla Romanos 6. Es también la vida santificadora, liberadora, transformadora y conformadora. Finalmente, esta vida será la vida glorificadora. Éste es el resultado de disfrutar a Cristo como la gracia.

2. Reinan en vida por un Hombre, Cristo

  Ya que la gracia reina para vida, así nosotros, quienes recibimos la abundancia de la gracia reinaremos en vida por uno solo, Jesucristo (5:17). Desde el principio del libro de Romanos hasta el versículo 11 del capítulo 5, la vida se menciona muy poco. Romanos 5:10 dice que seremos salvos en Su vida, y Romanos 1:17 dice que el justo tendrá vida y vivirá por la fe. Sin embargo, cuando llegamos a la sección sobre la santificación, encontramos una frase enfática en Romanos 5:17, la cual nos dice que “reinaremos en vida”. Por lo tanto, podemos “andar en novedad de vida” (6:4). Reinamos en vida y andamos en novedad de vida porque hemos recibido la abundancia de la gracia en Cristo. Hoy en día, por medio del hombre Jesucristo, mediante la abundancia de Su gracia, no sólo tenemos vida eterna, sino que podemos reinar en esta vida sobre todas las cosas y en todas las situaciones, y podemos andar en novedad de vida.

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