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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Romanos»
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Mensaje 3

LA FUENTE DE LA MALDAD Y EL CAMINO DE RESTRICCIÓN

  Lectura bíblica: Ro. 1:18-32; 2:1-16

  En este mensaje hablaremos primero sobre la fuente de la maldad, según se presenta en la sección acerca de la condenación ejercida sobre la humanidad, y luego sobre el camino de restricción, según se presenta en la sección acerca de la condenación que cae sobre los que se justifican a sí mismos. Pablo, después de introducir el libro de Romanos, presenta el tema de la condenación en cuatro aspectos: sobre la humanidad en general (1:18-32); sobre los que se justifican a sí mismos, en particular (2:1-16); sobre los religiosos, específicamente (2:17—3:8); y sobre todo el mundo, en su totalidad (3:9-20). Primeramente, Romanos revela que la condenación ha venido sobre la humanidad en general. Aquí la humanidad está dividida en dos clases principales: la clase de los que se justifican a sí mismos, y la clase religiosa y culta. Pero a fin de cuentas, todo el mundo se encuentra bajo condenación. Ya que seamos buenos o malos, religiosos o incrédulos, todos estamos bajo la condenación de Dios. Aunque no queremos ahondar más en el tema de la condenación, hay dos puntos relacionados con ésta que exigen más atención debido a la importancia que ellos revisten. El primer punto es la fuente de la iniquidad, de la maldad. Debido a esta fuente negativa, la humanidad es maligna y perversa. Así que, en este mensaje veremos la fuente de la maldad del hombre. En segundo lugar, necesitamos ver el camino de restricción. Es cierto que existe una manera de restringir la impiedad. Puesto que nosotros ya fuimos salvos de la condenación, no es necesario poner mucha atención a ella. Sin embargo, debemos tomarla en cuenta para estar conscientes de que hay una fuente de la impiedad, y de que existe una forma de restringirla.

I. LA CONDENACIÓN EJERCIDA SOBRE LA HUMANIDAD

A. La fuente de la maldad

  Ahora debemos considerar la fuente de la maldad. Esta sección de Romanos (1:18-32) muestra cuatro factores relacionados con esta fuente maligna.

1. Reprimen la verdad con la injusticia

  El primer factor negativo de la fuente de la impiedad consiste en reprimir la verdad con la injusticia (v. 18). ¿Qué es la verdad? La verdad no es simplemente una doctrina o cierto conocimiento; la verdad es la realidad, algo sólido y substancial. La realidad principal de todo el universo es Dios mismo. Decir que Dios no existe es una afirmación completamente vana, pero proclamar la realidad de Dios es una afirmación sólida, substancial, genuina y verdadera. Dios sí existe y es verdadero. Nadie puede negar la realidad de Dios ni refutar el hecho de Su existencia, porque la existencia de Dios es una realidad contundente. Sin embargo, desde el principio los hombres han repudiado la realidad de Dios y han intentado suprimirla. No les interesó la realidad de Dios, no la aprobaron ni desearon aferrarse a ella. Así que, reprimieron la verdad con la injusticia. Hoy en día en Estados Unidos podemos ver por todos lados la impiedad del hombre, pues los periódicos están saturados con noticias impuras, vergonzosas y perversas. ¿Cuál es la razón por la cual el país líder del mundo está saturado de maldad y de hechos vergonzosos? Porque la mayoría de la gente no aprueba la verdad, sino que equivocadamente insiste en suprimirla. Éste es el factor más insidioso de la fuente de la maldad.

2. No aprueban tener a Dios en su pleno conocimiento

  A pesar de que los hombres sabían que Dios existía, lo comprobaron, lo sometieron a prueba y determinaron no tenerlo en cuenta ni conocerlo. No aprobaron tener en su pleno conocimiento a Dios (v. 28). Un gran número de eruditos y hombres profesionales rehúsan creer en Cristo. Cuando se les pregunta acerca de Dios, contestan: “Sabemos que hay un Dios, pero no nos interesa creer en Él”. Esta clase de personas rechazan abiertamente el conocimiento acerca de Dios. Debemos sustentar nuestro conocimiento de Dios, pues es muy lamentable y terrible rechazarlo.

3. No glorifican a Dios ni le adoran

  Desde tiempos antiguos los hombres conocían a Dios pero no lo glorificaron; ni siquiera le dieron las gracias, ni le adoraron ni le sirvieron (vs. 21, 25). Éste es otro factor negativo producto de la fuente de la maldad. En efecto, es uno de sus mayores aspectos. Sin embargo, si glorificamos a Dios, le damos gracias, le adoramos y le servimos, seremos guardados y protegidos de todo mal. Ahora hay tantos divorcios e inmoralidad en el mundo debido a que el hombre rehúsa glorificar y adorar a Dios. Alguien que glorifica, agradece, adora y sirve a Dios, nunca llegará a divorciarse. El divorcio y la inmoralidad provienen de una sola fuente, a saber: el rehusar adorar a Dios. No menospreciemos la adoración a Dios ni pensemos que glorificarle es algo insignificante. Adorar y glorificar a Dios es de suma importancia para nuestro vivir humano. También debemos darle gracias a Dios, pues hay innumerables razones por las cuales debemos hacerlo. Hay personas que no agradecen a Dios sino hasta que llegan a la hora de su muerte. Aunque ya para entonces es muy tarde, eso es mejor que nada.

  Necesitamos darnos cuenta de cuán importante es glorificar, agradecer, adorar y servir a Dios. Supongamos que tengo muy mal genio, o sea, un carácter feo y pésimo. Si intento suprimirlo, ciertamente no tendré éxito. Sin embargo, si constantemente estoy dando gracias a Dios y alabándole, ésta será la mejor manera de escapar de mi condición. Siempre que se encuentre a punto de perder la paciencia debe decir: “Voy a servir a Dios, no tengo tiempo de enojarme. Dios, te doy gracias porque eres mi Dios y mi Creador. Sin Ti, ni siquiera existiría. Te debo aun mi propia existencia. Por todo esto te doy gracias, te adoro y te sirvo”. Si usted hace esto, será liberado inmediatamente de su mal genio. ¡Cuánto necesitamos adorar a Dios!

4. Cambian la verdad de Dios

  La consecuencia de todo lo anterior fue que el hombre cambió la verdad de Dios por algo diferente (vs. 23, 25). Es terrible y lamentable que el hombre se volviera a otras cosas para sustituir a Dios con ellas, porque Dios es la gloria y la realidad del universo. Cuando Dios es expresado, se ve la gloria. Cambiar la verdad de Dios significa reemplazarlo a Él por algo diferente. El hombre cambió a Dios por los ídolos. Dios es la gloria, pero los ídolos son falsedad y mentira. ¡Cuán insensato y deplorable fue que el hombre cambiara a Dios por los ídolos! La mayoría de los ciudadanos estadounidenses han aprendido que no deben adorar ídolos fabricados, aunque algunos todavía lo practican. Sin embargo, una gran cantidad de ellos han cambiado a Dios por ídolos creados por ellos mismos, como por ejemplo un futuro exitoso, una posición social, títulos universitarios y muchas otras metas humanas. Ellos se ocupan de estos ídolos y no de Dios. Por lo tanto, ellos también han cambiado a Dios por sus ídolos.

  Si consideramos cuidadosamente estos cuatro aspectos de la fuente de la maldad, veremos que constituyen el origen de todo tipo de maldad y pecaminosidad.

A. Abandonar a Dios y el resultado de ello

  Ahora examinaremos lo que sucede cuando el hombre abandona a Dios.

1. Abandonados por Dios

  Lo primero que sucede cuando el hombre abandona a Dios es que Dios lo abandona a él. Los que renuncian a Dios le obligan a abandonarlos. Esto es lo más deplorable. No hay nada más terrible que ser abandonado por Dios. Deberíamos decirle: “Dios, aun si yo te abandonara, por favor, no me abandones. Tal vez yo pueda ser tan necio que me aleje de Ti. Pero Señor, sé misericordioso conmigo y nunca me abandones”. Es necesario orar de esta manera, porque es algo terrible ser abandonado por Dios. Cuando Dios abandona a una persona, ésta jamás vuelve a hacer lo bueno. Nunca más mejorará, sino que descenderá cada día más, e irá de mal en peor.

  Cuando una persona abandona a Dios, obliga a Dios a abandonarla, y según Romanos 1, Dios entrega a tales personas a tres cosas terribles. Primero Dios los entrega a la inmundicia (v. 24), esto es, que dicha persona inmediatamente se verá envuelta en cosas impuras. En segundo lugar, Dios los entrega a pasiones deshonrosas (v. 26), esto es, a deseos vergonzosos. No me gusta ni aun mencionarlos con mis labios limpios. Es posible que tales personas se conviertan en sodomitas, entregándose a pasiones malignas y a afectos sin restricción, deshonrando aun sus propios cuerpos unos con otros. En tercer lugar, Dios los entrega a una mente reprobada (1:28). Si uno no aprueba tener en su pleno conocimiento a Dios, Él lo entregará a una mente que Él desaprueba. La mente de los pecadores jamás podrá ser aprobada por Dios. Por ejemplo, Dios no aprueba una mente que se ocupa con pensamientos acerca del divorcio. Observe la sociedad pecaminosa de hoy. Nadie tiene una mente que pueda ser aprobada por Dios. Él los ha abandonado a todos y los ha entregado a una mente reprobada, porque lo que ellos hacen es impropio. Son tan necios y vergonzosos en sus prácticas pecaminosas. Su conducta es totalmente reprobable. Sin embargo, ellos continúan en el pecado porque Dios los ha entregado a una mente reprobada.

2. La fornicación: una violación al orden divino

  Cuando una persona ha sido entregada por Dios a la inmundicia, a las pasiones deshonrosas y a una mente reprobada, cae en la fornicación (vs. 24, 26, 27). ¿Conoce usted el verdadero significado de la fornicación? Cometer fornicación es violar el principio divino que nos dirige y controla, y tal violación trae confusión. La economía de Dios establece que cada hombre tenga una sola mujer, y que cada mujer tenga un solo hombre. Esto no se relaciona solamente con la economía de Dios, sino también con el principio gobernante divino. Los que han sido abandonados por Dios harán casi cualquier cosa para quebrantar este precepto, violando así el principio gobernante que establece el matrimonio, es decir, un solo hombre para una sola mujer. El resultado de esto es la fornicación, es decir, una violación del orden divino. ¿Por qué se enredan en la fornicación? Lo hacen por causa de la inmundicia, las pasiones deshonrosas y la mente reprobada. Cuando los hombres rechazan a Dios, Él los entrega a la fornicación.

  La fornicación es el origen de todo tipo de perversidad (vs. 29-32). Al final del capítulo 1 de Romanos, Pablo enumera las diferentes clases de perversidad y describe cómo son las personas perversas, tales como los murmuradores, los detractores y los aborrecedores de Dios. Con esto podemos darnos cuenta de que si alguien rechaza a Dios, Él lo entregará a las pasiones, la confusión y a toda clase de maldad imaginable.

II. LA CONDENACIÓN QUE CAE SOBRE LOS QUE SE JUSTIFICAN A SÍ MISMOS

  La porción de Romanos que habla de la condenación que cae sobre los que se justifican a sí mismos (2:1-16), junto con la condenación ejercida sobre la humanidad en general, nos muestra el camino de restricción.

A. El camino de restricción

  Ahora llegamos al camino de restricción, la manera de restringir lo maligno y perverso. Me gusta esta parte de Romanos. Todos nosotros, especialmente los jóvenes, debemos prestar toda nuestra atención a este camino.

1. Conocer a Dios por medio de la creación

  El primer elemento del camino de restricción consiste en conocer a Dios por medio de la creación (1:19-20). Las cosas invisibles de Dios, Su eterno poder y Su naturaleza divina, pueden conocerse por medio de Su creación. Los cielos y la tierra manifiestan las cosas invisibles de Dios. Hace aproximadamente veinte años que los hermanos de Taiwán reunieron material bibliográfico acerca de los científicos más sobresalientes de los siglos pasados. Ellos descubrieron que sólo un pequeño porcentaje de estos científicos afirmaron no creer en Dios. La gran mayoría de ellos creía en Dios. En una ocasión leí un artículo en el que le preguntaron a Einstein si creía en Dios o no. Él contestó: “Su pregunta es un insulto para mí. ¿Cómo puede un científico como yo dudar de la existencia de Dios?” Si usted estudia ciencia, ésta le dirá que Dios sí existe.

  Aunque yo no soy científico, tengo cierto conocimiento sobre el cuerpo humano. Muchas veces, mientras predicaba acerca de Dios, les pedía a las personas que consideraran sus propios cuerpos. Les he dicho: “Piensen en lo maravilloso que es su cuerpo, ¿quién lo formó?” Todo el vello de nuestro cuerpo crece hacia abajo, únicamente el vello interior en nuestra garganta crece hacia arriba. Esto es muy significativo, porque si el vello en nuestra garganta creciera hacia abajo, moriríamos debido a que la flema no podría ser expulsada. ¿Quién nos hizo de esta forma? Además, consideremos el maravilloso diseño del rostro humano. La boca fue puesta en el lugar preciso, ¡qué inadecuado y qué terrible sería que nuestra boca estuviera ubicada entre nuestros ojos! Además, ¿ha pensado usted alguna vez en la función de nuestras cejas? Ellas funcionan como un paraguas, evitando que el sudor entre en nuestros ojos. ¿Quién nos diseñó de esta forma? Recientemente fui sometido a dos operaciones en mi ojo derecho. El cirujano me mostró una réplica del ojo humano; específicamente me señaló el cristalino y la retina. De inmediato vi que el ojo humano era una réplica exacta de la más sofisticada cámara fotográfica. Nadie puede fabricar una cámara fotográfica que se iguale al ojo humano. ¿Quién hizo todas estas cosas? Nuestra dentadura tiene también un diseño extraordinario. Nuestros dientes incisivos actúan como navajas al frente de la boca, cortando todo lo que se ponga entre ellos, luego, la lengua pasa la comida hacia atrás, a los molares, los cuales son como piedras de molino que muelen los alimentos para hacerlos digeribles. Mientras las muelas llevan a cabo su función, se efectúa la secreción de la saliva con el fin de licuar el alimento. Esto es maravilloso. ¿Quién pudo hacerlo así? Debemos decir: “Señor, gracias. Tú eres mi Creador. Tú me hiciste de esta forma tan maravillosa”.

  Al contemplar la creación en general, y el cuerpo humano en particular, ¿cómo podríamos decir que Dios no existe? Incluso un médico ateo tiene que confesar que debe de existir un Ser todopoderoso que creó el cuerpo humano. Por lo tanto, por medio de las cosas creadas podemos darnos cuenta del poder eterno y de la naturaleza divina de Dios. Cuando vemos a Dios en la belleza y en las maravillas de Su creación, tenemos que adorarle y glorificarle. Conocer a Dios por medio de Su creación es lo primero en restringir la maldad.

2. Asirse de la verdad con la justicia

  Debemos asirnos de la realidad de Dios con la justicia, aprobando tener a Dios en nuestro pleno conocimiento (1:18, 28). Debemos glorificarle, darle gracias, adorarle y servirle (vs. 21, 25). Es de suma importancia practicar estas cuatro cosas. Como abuelo, quiero dirigir una palabra a mis nietos que asisten a este entrenamiento. Yo sé lo que es la vida humana. Por favor, créanme cuando les digo que adorar a Dios jamás será incorrecto. Lo primero que ustedes los adolescentes deben aprender es adorar a Dios. No existe otra cosa que sea de igual importancia. Sería algo reprobable para mí que mis hijos ganaran millones de dólares pero que no supieran adorar a Dios. No quisiera ver que mi segunda y tercera generación prosperen materialmente, pero no adoren a Dios. Prefiero verlos asistir a las reuniones dispuestos para aprender cómo adorar a Dios. La mayor bendición en la vida humana es ser adiestrado en adorar a Dios.

3. Obedecer la ley que por naturaleza está en uno

  Además, debemos actuar conforme a la naturaleza que está en nosotros (2:14). Algunas personas son tan espirituales que condenan todo lo natural. Parece que ellas sienten que todo lo natural está mal, y que es imposible que algo de nuestra naturaleza pueda ser bueno. En cierto sentido, estoy casi totalmente de acuerdo con esto, pero en otro sentido, les advertiría que no desatiendan completamente su naturaleza. La naturaleza del hombre fue creada por Dios y originalmente era buena porque correspondía a Dios y a Su ley. Originalmente todo lo que nuestro Padre creó, incluyendo nuestra naturaleza, era bueno. Ciertamente nuestra naturaleza fue envenenada por la caída, no hay duda de ello. No obstante, como seres humanos, la naturaleza buena que Dios creó permanece en nosotros, y debemos actuar de acuerdo con ella. Debemos prestar atención a lo que nuestra naturaleza nos indica. Aunque alguien pueda argumentar que robar no tiene nada de malo, su misma naturaleza interior protestará cada vez que sea tentado a robar. Aun los saltabancos admitirán que, mientras ellos roban un banco, su naturaleza les dice: “No hagas esto”. No obstante, ellos no la obedecen. Sucede lo mismo con cada malhechor. Siempre que ellos cometen algo indebido, su naturaleza no está de acuerdo. Debemos atender a lo que nuestra naturaleza nos indica interiormente.

  En Romanos 2:14-15 Pablo dice que cuando las naciones que no tienen la ley hacen por naturaleza lo que es de la ley, muestran que la ley está escrita en sus corazones. La ley de Dios tiene una función en nuestra naturaleza. Ésta corresponde a la ley de Dios porque fue hecha por Él. Él nos dio Su ley en conformidad con Su naturaleza, al igual que un legislador establece una ley de acuerdo con su propia naturaleza. Dios creó al hombre conforme a lo que Él es. Por consiguiente, tanto la ley que Dios dio, como el hombre que Él creó, corresponden el uno al otro. De manera que no necesitamos una ley exterior, porque interiormente tenemos la función de la ley escrita en nuestra naturaleza. Simplemente debemos vivir conforme a ella.

4. Escuchar la conciencia

  Junto con nuestra buena naturaleza, tenemos también una conciencia (v. 15). Nuestra conciencia es una entidad maravillosa, y debemos escucharla. A pesar de que los médicos no pueden localizar la conciencia, nos es imposible negar el hecho de que la tenemos. Nuestra conciencia protesta constantemente dentro de nuestro ser. Cuando uno discute con sus padres, su conciencia le dice: “No debes hacer esto”. Si los ofende, su conciencia le perturbará durante tres noches. Todo esposo que desea divorciarse de su esposa, tendrá la experiencia de que su conciencia lo dejará convicto. Todo ser humano tiene una conciencia. Éste es un asunto crucial. En la vida cristiana normal todos debemos atender adecuadamente a nuestra conciencia.

5. Atender a los razonamientos correctos

  Además de nuestra naturaleza y nuestra conciencia, contamos con los razonamientos de nuestra mente (v. 15). No seamos tan espirituales como para decir que nuestra mente es absolutamente innecesaria, porque en ella se hallan los buenos razonamientos. En ocasiones estos razonamientos nos acusan y nos condenan, y otras veces nos justifican y nos defienden. A menudo, cuando nos proponemos llevar a cabo cierta cosa, nuestros razonamientos entran en conflicto, pues unos razonamientos dicen: “Sí, esto es correcto”, y otros se oponen diciendo: “No, eso está mal”. Todos hemos tenido esta experiencia. Debemos prestar atención a nuestra naturaleza, a nuestra conciencia y a nuestros razonamientos, los cuales funcionan en nuestro interior.

  Hemos visto los cinco elementos que colaboran para restringir la maldad. Éstos son: conocer a Dios por medio de Su creación, asirnos de la verdad de Dios con la justicia, vivir conforme a nuestra naturaleza, escuchar a nuestra conciencia, y atender a nuestros razonamientos apropiados. Si seguimos todos estos principios, seremos restringidos y guardados de participar en todo tipo de maldad. Aunque seamos salvos y nos encontremos viviendo conforme a una de las experiencias del libro de Romanos, descritas en los capítulos del 5 al 8, es imprescindible que conozcamos la fuente de la maldad y la manera de restringirnos de hacer el mal. ¡Aleluya por la luz que hemos encontrado! Necesitamos conocer a Dios por medio de Su creación y abrazar Su verdad en justicia. Necesitamos aprender a conducirnos de acuerdo con nuestra naturaleza, obedecer la voz de nuestra conciencia, y atender a los razonamientos apropiados que se levantan en nuestro interior. Si practicamos todo esto, estaremos protegidos contra el presente siglo maligno.

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