Mensaje 30
Lectura bíblica: Ro. 15:14-33; 16:1-27
En los mensajes anteriores, hemos abarcado siete secciones del libro de Romanos: introducción, condenación, justificación, santificación, glorificación, elección y transformación. Ahora llegamos a la última parte, la conclusión (15:14—16:27). Aunque Pablo ha abordado muchos asuntos en el libro de Romanos, en esta sección nos presenta algunos temas prácticos que podemos experimentar y nos revela plenamente la máxima consumación del evangelio. Uso la palabra revelar porque muchos asuntos preciosos habían estado cubiertos con un velo. En este mensaje deseo dar a conocer algunos de los tesoros que están escondidos y encerrados en la última sección de Romanos.
Ninguna de las otras epístolas de Pablo tiene una conclusión tan larga como la Epístola a los Romanos. ¿Por qué es tan larga esta conclusión? Dudo que alguno de entre nosotros escribiera una carta de esta manera. Sin embargo, Pablo fue muy sabio y profundo, sabiendo que después de la sección sobre la transformación, aun necesitaba presentar la máxima consumación del evangelio de Dios, la cual es la vida práctica de iglesia. Además, no escribió acerca de la vida de iglesia de una manera doctrinal, sino de una forma sumamente práctica. Es por eso que en la conclusión no se halla doctrina alguna; al contrario, todo lo que se encuentra en esta sección es algo que se puede experimentar y poner en práctica. Como veremos, en esta sección Pablo nos habla del celo que tenía por predicar el evangelio y de su deseo por visitar España. Él nos dice que había recibido la carga de suplir las necesidades materiales de los santos de Judea y que los creyentes gentiles querían ayudarlos.
En Romanos 16 aparecen cinco veces las palabras iglesia e iglesias. Si leemos este capítulo cuidadosamente en el espíritu, nos daremos cuenta de que Pablo lo escribió con un propósito definido. Toda referencia acerca de la iglesia en este capítulo tiene que ver con la práctica y la experiencia. En Romanos 16:1 Pablo habla de Febe, una diaconisa de la iglesia en Cencrea. En 16:4 él dice que las iglesias de los gentiles estaban agradecidas con Prisca y con Aquila porque los dos habían arriesgado sus vidas por Pablo y también por las iglesias. En 16:5 se menciona “la iglesia que está en su casa”, lo cual quiere decir que la iglesia que estaba en Roma se reunía en la casa de Prisca y Aquila. En 16:16 Pablo menciona las iglesias de Cristo y en 16:23 dice que Gayo era hospedador de toda la iglesia. El versículo 20 es también muy importante: “El Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesús sea con vosotros”. ¿De quiénes son los pies bajo los cuales Satanás será aplastado por el Dios de paz? Son los pies de aquellos que viven la vida de iglesia, y la gracia del Señor Jesús será suministrada a ellos. Finalmente, Pablo envía saludos a muchos santos; casi todo el capítulo se ocupa de esto. Admiro la excelente memoria de Pablo, porque él recordó los nombres de muchos santos y mencionó sus características personales.
La conclusión de Romanos se asemeja a la pintura de un bosque. Si usted contempla la pintura de lejos, solamente verá el bosque, pero no podrá percibir las cosas escondidas, los tesoros ocultos que se hallan entre los árboles y debajo de las hojas. Cuando estudiaba el libro de Romanos en mi juventud, pasaba por alto la conclusión, pensando que ya había terminado las porciones doctrinales y que no era necesario prestar atención a la lista de nombres del capítulo 16. Ya que me era difícil pronunciar esos nombres tan peculiares, decidí estudiar el libro sólo hasta Romanos 15:13, incluyendo también los últimos tres versículos del capítulo 16, pues constituyen una melodía de alabanza a Dios y uno no debe pasarlos por alto. Sin embargo, recientemente el Espíritu Santo me condujo a entrar en esa selva y me mostró algunos de los tesoros ocultos bajo las sombras proyectadas por los árboles. Ahora creo que esa conclusión es la sección más preciosa y valiosa de todo el libro de Romanos. La vida práctica de iglesia está escondida bajo las sombras de los árboles. Podíamos decir que los saludos a los santos son los árboles, y que debajo de los árboles se hallan las iglesias como los tesoros: la iglesia en Cencrea, las iglesias de los gentiles, la iglesia en la casa de Prisca y Aquila, las iglesias de Cristo y la iglesia que recibía hospitalidad del hermano Gayo. Ahora deseo considerar con más detalle esos tesoros escondidos.
Necesitamos leer Romanos 15:16: “Para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles, un sacerdote que labora, sacerdote del evangelio de Dios, para que los gentiles sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo”. Pablo era un ministro de Cristo, un siervo público que servía a los creyentes gentiles impartiéndoles la persona de Cristo, o sea, ministrando a Cristo a los creyentes gentiles. Él era como un mozo que servía las mesas con deliciosos platillos. Pablo era un camarero en el salón de banquetes universal, y como tal servía a Cristo a los demás. Todo aquel que se sentaba a la mesa quedaba satisfecho con Cristo, y Cristo venía a ser el elemento de transformación dentro de su ser. De manera que los gentiles fueron transformados con la esencia del Cristo maravilloso y todo-inclusivo, quien es el Espíritu vivificante. Además, este versículo revela que Pablo era un sacerdote, porque él laboraba como sacerdote “del evangelio de Dios”. Como tal, él presentaba a los creyentes gentiles a Dios como una ofrenda agradable con el fin de darle satisfacción. Él presentó como una ofrenda a Dios a los mismos creyentes gentiles a quienes ministraba a Cristo.
Los gentiles pudieron ser ofrecidos a Dios como resultado de una amplia y extensa predicación del evangelio (15:18-23). En 15:19 Pablo dice que “desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, [había] cumplido la predicación del evangelio de Cristo”. En los tiempos de Pablo, Ilírico era la región más remota del extremo nordeste de Europa. Pablo predicó el evangelio desde Jerusalén, una ciudad culta, hasta la región más remota e inculta de Ilírico. Además, él tenía el deseo de viajar hasta España (v. 24).
El evangelio que predicamos debe ser elevado. Nuestro evangelio no debe centrarse en ir al cielo, sino en ministrar a Cristo a otros. Necesitamos predicar a Cristo a fin de que la gente pueda ser santificada y transformada con la esencia misma de Cristo, de modo que lleguen a ser una ofrenda agradable para Dios. Siempre y en todo lugar que nosotros, como iglesia, prediquemos el evangelio, debemos hacerlo con la convicción de que ministramos a Cristo a las personas, es decir, Cristo es el alimento que servimos a los pecadores hambrientos. Debemos ministrarles a Cristo a fin de que Él entre en ellos como el elemento de santificación que cambie totalmente su ser.
En Romanos 15:16 Pablo dice: “Para que los gentiles sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo”. Ser santificado significa ser separado, ser hecho santo por la transformación en vida. Pablo consideraba a los creyentes gentiles como una ofrenda grata para Dios. Anteriormente eran inmundos y estaban contaminados, pero llegaron a ser santificados y hechos una ofrenda agradable a Dios. Ellos fueron transformados y conformados a la imagen de Dios y de esta manera eran plenamente aceptados por Él, lo cual fue el resultado de que Pablo ministrara a Cristo a los gentiles. Cuando Cristo fue forjado dentro de ellos y así llegó a ser su mismo elemento, los gentiles se convirtieron en una ofrenda corporativa para Dios, la cual había sido completamente saturada con Cristo y empapada con Su esencia divina. Por lo tanto, ellos fueron presentados a Dios para Su satisfacción.
La comunión de amor, es decir, la comunicación en amor que existía entre los santos gentiles y los santos judíos, se desarrolló como resultado de que Cristo fuera ministrado a los gentiles y de que éstos fueran ofrecidos como sacrificio a Dios (15:25-28, 30, 32). Los santos gentiles tuvieron comunión con los santos judíos al contribuir prácticamente con sus bienes materiales. Anteriormente, los gentiles, a los ojos de los judíos, eran tenidos por cerdos; pero llegaron a ser santos, una ofrenda fragante para Dios. Como resultado, se sintieron conmovidos a suplir las necesidades materiales de sus hermanos judíos, y les dieron sus propios bienes como una expresión de su deseo de cuidar a los santos de Judea. Cuando el apóstol Pablo fue a los gentiles, llevó a Cristo consigo e impartió a Cristo en ellos. Cuando regresó a los judíos, trajo consigo bienes materiales para los santos necesitados. Pablo fue con Cristo y regresó con bienes materiales, los cuales provinieron del amor de los santos. Esto fue el resultado del ministerio de Pablo.
La espiritualidad de muchos cristianos hoy en día no es nada práctica. Ellos dicen: “Yo estoy por Cristo y lo llevaré a donde yo vaya, y no me preocuparé por el dinero ni por las necesidades materiales”. El hecho de que usted dijera esto, puede significar que su espiritualidad no es nada práctica. Considere el ejemplo del apóstol Pablo. Él fue a Acaya y a Macedonia y ministró a Cristo en esas ciudades. ¿Cuál fue el resultado de esto? Los creyentes gentiles contribuyeron con sus bienes materiales para cuidar a los que antes eran sus enemigos, o sea, a sus hermanos judíos en Cristo. Después de que los gentiles fueron convertidos, regenerados, santificados y transformados, su viejo corazón les fue extirpado y les fue implantado un nuevo corazón, desde el cual surgió esa preocupación por sus hermanos judíos. Expresaron su preocupación por ellos de una manera práctica al darles sus bienes materiales. Ellos no dijeron: “Pablo, somos uno contigo; cuenta con nuestro apoyo y nuestra oración y lleva nuestros saludos a los queridos hermanos que están en la tierra santa”. Pablo dio un ejemplo de la vida práctica de la iglesia al ir con Cristo y al regresar con contribuciones de bienes materiales. Ésta es la comunión genuina en amor y la expresión práctica de interés por el bienestar de los santos.
Ya vimos la relación que Pablo tenía con estos dos grupos de creyentes: con los gentiles, a quienes ministró a Cristo, y con los judíos, a quienes llevó los bienes materiales. Ahora bien, Romanos 15:29 revela la relación que Pablo tenía con un tercer grupo de creyentes: los santos de Roma, a quienes esperaba ver en su camino hacia España. En este versículo vemos que Pablo esperaba visitar a los santos en Roma: “Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con la plenitud de la bendición de Cristo”. Pablo no dice esto en ninguna otra epístola. Él fue a los gentiles con Cristo, regresó a los hermanos judíos con bienes materiales, y esperaba visitar Roma llevando la plenitud de la bendición de Cristo. Ésta es la vida de iglesia: está llena de Cristo, llena del amor mostrado por la repartición de los bienes materiales, y llena de la plenitud de la bendición de Cristo. Anhelo ver en todas las iglesias del recobro del Señor que Cristo sea ministrado a la gente por doquier, que esa gente responda con sinceridad y amor contribuyendo con sus bienes materiales, y que también tengan una participación mutua de la plenitud de la bendición de Cristo. No debemos sólo compartir enseñanzas doctrinales por doquiera que vayamos. Adonde vayamos, debemos llevar la plenitud de la bendición de Cristo; pero antes de que podamos ir con la plenitud de la bendición de Cristo, debemos primero experimentarla nosotros mismos. Pablo pudo ir por todas partes compartiendo la plenitud de la bendición de Cristo porque él tenía la plena experiencia de ella. Cuando viajemos entre las iglesias, no llevemos con nosotros las doctrinas y los dones; más bien, llevemos la plenitud de la bendición de Cristo. No se trata sólo de contribuir con nuestros bienes materiales, aunque tal práctica de comunión es una expresión genuina de la realidad de Cristo. Si tenemos esta realidad, nos derramaremos a nosotros mismos como una expresión de nuestro amor para con los santos necesitados. Pablo fue muy sabio al presentarnos un cuadro de la práctica apropiada de la vida de iglesia, no en doctrina, sino en experiencia. Con Pablo vemos la experiencia de todas las riquezas de Cristo. El hecho de que él fuese a la gente con la plenitud de la bendición de Cristo, quiere decir que les ministró todas las riquezas de Cristo.
Yo creo que el apóstol Pablo fue el primero en establecer la comunión expresada en el cuidado mutuo entre los santos y entre las iglesias (16:1-19, 21-23). Pablo inició la comunión en cuanto al cuidado mutuo entre los santos. Él se preocupaba por los santos, por los siervos del Señor y por las iglesias. Él era un hermano totalmente inmerso en dicha comunión. Todos los saludos enumerados en el capítulo 16 de Romanos manifiestan el alcance tan grande de su interés. Me gusta mucho este capítulo porque en él se revela que las iglesias están incluidas en esta comunión. Esta comunión de cuidado mutuo se hallaba dentro de las iglesias entre los santos y también entre las iglesias mismas.
Ya indicamos que las palabras iglesia e iglesias se mencionan cinco veces en el capítulo 16 de Romanos. Ahora examinemos detalladamente cada una de las ocasiones en que se mencionan. En el versículo 1 Pablo dice: “Os recomiendo a nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia que está en Cencrea”. Febe era una diaconisa, es decir, una que servía a la iglesia. Pablo la tenía en tan alta estima que en el siguiente versículo dijo que “ella ha sido protectora de muchos, y de mí en particular”. El término protectora en el griego es una palabra de dignidad que denota una persona que ayuda, sustenta y suministra. Un protector es alguien que está a nuestro lado sirviendo, nutriendo, atendiendo y supliendo todas nuestras necesidades. El hecho de que Pablo haya usado este término para referirse a Febe indica cuánto ella era valorada y estimada. Febe era una hermana que servía a otros a cualquier precio y a cualquier costo. Si colaboramos en serio con el Señor en la vida de iglesia, también debemos servir a la iglesia y cuidar de ella sin escatimar el costo. Si no tenemos un corazón para cuidar de iglesia, somos indignos de practicar la vida de iglesia. El requisito principal para practicar la vida de iglesia es que le sirvamos. La hermana Febe fue una protectora de la iglesia. De igual manera nosotros debemos ser unos servidores en la vida de iglesia.
En segundo lugar, Pablo indica que debemos estar dispuestos a arriesgar nuestras vidas por la iglesia. Pablo, refiriéndose a Prisca y Aquila, dice en 16:4 que ellos “arriesgaron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles”. Debemos estar dispuestos aun a arriesgar nuestra propia vida por causa de la vida de iglesia. Prisca y Aquila no estimaron su propia vida como preciosa a ellos, sino que estuvieron dispuestos a velar por el interés de la iglesia aun a costa de su propia vida. Por esa razón, todas las iglesias de los gentiles, esto es, de todo el mundo gentil, estaban agradecidas con ellos. No piense que Pablo habló acerca de Prisca y Aquila de una forma ligera. Él escribió esto con un propósito definido, indicando que si nosotros verdaderamente amamos la iglesia del Señor, debemos estar dispuestos aun a arriesgar nuestra propia vida por ella. Debemos estar dispuestos a pagar el precio no sólo por la iglesia de nuestra localidad, sino también por todas las iglesias. A algunos santos queridos sólo les interesa su localidad; esto es completamente erróneo. Prisca y Aquila tenían el mismo interés por todas las iglesias. Aunque es correcto ser establecidos por el Señor en alguna localidad específica, nuestro corazón debe ser lo suficientemente amplio y ensanchado para abarcar a todas las iglesias.
La tercera mención de la iglesia se encuentra en el versículo 5, donde Pablo dice: “Saludad también a la iglesia, que está en su casa”, refiriéndose a la casa de Prisca y Aquila. Por un lado, esta pareja estaba dedicada a todas las iglesias; por otro, ellos estaban dedicadas a su iglesia local en particular. Cuando ellos vivían en Éfeso (Hch. 18:18-19), la iglesia en Éfeso estaba en su casa (1 Co. 16:19). Cuando vivían en Roma, la iglesia en Roma también se reunía en su casa. “La iglesia que está en su casa” mencionada en el versículo 5 era la iglesia en Roma. Que la iglesia se reúna en la casa de uno es una carga muy pesada. Si usted prueba esto, descubrirá cuán pesada es esta carga. No obstante, Prisca y Aquila eran absolutos para la vida de iglesia; no les importaba lo pesado de tal carga.
En el versículo 16 Pablo dice: “Os saludan todas las iglesias de Cristo. De pronto Pablo menciona “las iglesias de Cristo”. Sin importar en qué ciudad se encuentren las iglesias, en su ciudad o en la mía, ellas son las iglesias de Cristo. La iglesia en toda localidad debe ser la iglesia de Cristo. No debemos decir que la iglesia en tal o cual localidad es la iglesia de tal o cual hermano, pues sería erróneo decirlo. Todos debemos aprender a hablar de “las iglesias de Cristo”.
La última mención de la iglesia en Romanos se relaciona con la hospitalidad: “Os saluda Gayo, hospedador mío y de toda la iglesia” (v. 23). Sin la hospitalidad, faltaría algo en la vida práctica de iglesia. Si en cierta iglesia no hay hospitalidad, tal iglesia debe de estar pobre. Por otra parte, cuanto más se practica la hospitalidad, más rica será la vida de iglesia. Gayo no sólo fue el hospedador del apóstol, sino también de toda la iglesia. No creo que él hospedara a toda la iglesia a la vez, pero tal vez todos los santos que viajaban a esa ciudad y permanecían allí por un tiempo eran hospedados por él. Su hogar estaba siempre abierto y disponible para todos los santos. La vida genuina de iglesia depende de este tipo de práctica hospitalaria. Cuando un hogar se abre a la hospitalidad, será llena de la bendición de Cristo. Alabamos al Señor porque cuanto más hospitalidad brindemos, mayor será nuestra experiencia de la vida de iglesia. Este asunto es muy práctico.
En resumen, podemos enumerar estos cinco aspectos de la vida de iglesia: servir a la iglesia; estar dispuestos a arriesgar nuestra vida por la iglesia; tener la iglesia en nuestro hogar; nunca considerar la iglesia como la iglesia de nadie, sino estar conscientes de que es la iglesia de Cristo; brindar hospitalidad a toda la iglesia; y ser hospitalarios para con todas las iglesias. Pablo, en los saludos que da en Romanos 16, muestra los asuntos básicos que indican la vida apropiada de iglesia, tanto en la iglesia local en particular como entre todas las iglesias. Sus saludos también subrayan las cualidades de muchos de los queridos santos. Así que, en Romanos 16 vemos las iglesias en las distintas localidades y los detalles de la vida genuina de iglesia expresada por medio de los atributos y las virtudes de muchos santos. Ésta es una descripción completa de la vida de la iglesia primitiva. Una vez más digo que en Romanos no encontramos la doctrina de la iglesia; al contrario, contemplamos la vida de iglesia en práctica. De ahí que, la máxima consumación del evangelio es la vida de iglesia.
¡Qué gran contraste existe entre el capítulo 1 y el capítulo 16 de Romanos! En el capítulo 1 vemos a los pecadores: personas malignas, inmundas y condenadas; pero en el capítulo 16 vemos a las iglesias, las cuales son santas y gloriosas. No existe comparación entre los dos. ¿Cómo es que esos pecadores viles llegaron a ser las iglesias gloriosas? Mediante el largo proceso revelado desde el capítulo 1 hasta el capítulo 16, es decir, el proceso de redención, justificación, santificación, glorificación, elección y transformación. Como resultado de este largo proceso, los pecadores llegaron a ser las iglesias gloriosas, las cuales son santas y al mismo tiempo muy prácticas.
Después de los saludos que muestran la comunión de cuidado mutuo entre los santos y entre las iglesias, el apóstol declaró que el Dios de paz aplastaría a Satanás, y que lo aplastaría en breve bajo los pies de los santos que están en la vida de iglesia (16:20). Si no estamos en la iglesia y no practicamos la vida de iglesia, será difícil que Dios aplaste a Satanás bajo nuestros pies. La vida de iglesia es el medio más fuerte por el que Dios vence a Satanás. Siempre que nos separamos de la iglesia, nos convertimos en presa fácil para Satanás, pues es difícil hacer frente a Satanás individualmente. Pero alabamos al Señor porque cuando estamos en la iglesia y somos uno con el Cuerpo, Satanás es puesto bajo nuestros pies y disfrutamos a Dios como el Dios de paz en la vida de iglesia. Experimentamos y participamos de la paz de Dios al vencer al perturbador, Satanás; pero mientras que este perturbador no esté bajo nuestros pies, nos será difícil tener paz. Cuando él es aplastado bajo nuestros pies en la vida de iglesia, disfrutamos de la paz de Dios como una prueba de nuestra victoria sobre el maligno. Así que, tanto el hecho de que Satanás sea aplastado como el que disfrutemos de la paz de Dios, son experiencias que obtenemos en la vida de iglesia.
El apóstol, después de proclamar que Dios aplastará a Satanás bajo los pies de aquellos que están en la iglesia, les da su bendición, diciendo que la gracia del Señor Jesús estará con ellos (16:20). Esto indica que en la vida de iglesia la gracia del Señor Jesús es impartida a todos los santos. Los creyentes en su mayor parte pierden esta gracia porque ellos están apartados de la vida de iglesia. Todos nosotros podemos testificar de que tenemos un rico disfrute de la gracia del Señor cuando vivimos en las iglesias y practicamos la vida del Cuerpo con todos los santos. La iglesia es el lugar donde el Señor imparte Su gracia y donde podemos participar de ella. La iglesia no es solamente el lugar donde podemos aplastar a Satanás bajo nuestros pies y experimentar al Dios de paz, sino también el lugar donde podemos experimentar la rica gracia del Señor.
Leamos Romanos 16:25-27: “Al que puede confirmaros según mi evangelio, es decir, la proclamación de Jesucristo, según la revelación del misterio, mantenido en silencio desde tiempos eternos, pero manifestado ahora, y que mediante los escritos proféticos, según el mandato del eterno Dios, se ha dado a conocer a todos los gentiles para la obediencia de la fe, al único y sabio Dios, mediante Jesucristo, sea gloria para siempre. Amén”. Esta alabanza, dada como conclusión, es semejante a una melodía. Pablo hace mención de Dios como “el que puede confirmaros”. En Romanos 16 nuestra necesidad ya no es ser salvos ni ser santificados, sino ser confirmados. Todo lo demás ya ha sido realizado y únicamente nos falta ser confirmados. No somos confirmados por medio de doctrinas ni verdades relacionadas con las varias dispensaciones, sino por medio del evangelio, la predicación de Cristo y la revelación del misterio. ¡Oh, en estos días hay una gran necesidad de que los santos sean rescatados de las doctrinas y prácticas divisivas y de que sean confirmados por el evangelio puro y completo de Dios, por la predicación y ministración del Cristo viviente y todo-inclusivo, y por la revelación del misterio de Dios! Solamente el evangelio puro, el Cristo viviente y la revelación del misterio de Dios pueden confirmarnos y guardarnos en unidad para la vida de iglesia.
Este misterio, el cual ha sido mantenido en silencio desde tiempos eternos y no ha sido revelado, consta principalmente de dos aspectos: uno es el misterio de Dios (Col. 2:2), que es Cristo, quien está en los creyentes (Col. 1:26-27) como su vida y su todo para que sean miembros de Su Cuerpo; y el otro aspecto es el misterio de Cristo (Ef. 3:4-6), que es la iglesia que, como Su Cuerpo, ha de expresar Su plenitud (Ef. 1:22-23). Por lo tanto, Cristo y la iglesia son el gran misterio (Ef. 5:32). Romanos primeramente nos dice cómo los creyentes han sido bautizados en Cristo (6:3), cómo Cristo ha sido forjado en los creyentes (8:10) y cómo los creyentes se han vestido del Señor Jesucristo (13:14). Luego nos revela cómo los creyentes son edificados juntamente en un solo Cuerpo (12:4-5) para expresar a Cristo. De esta manera las iglesias han llegado a existir en muchas ciudades de una forma práctica y local, donde todos los santos se aman y tienen comunión los unos con los otros y con todas las iglesias, expresando así el Cuerpo de Cristo para el cumplimiento del misterio de Dios. Ésta es la máxima consumación del evangelio completo de Dios. Por medio de esto Satanás es aplastado bajo los pies de los santos (16:20), la gracia de Cristo es impartida a todos los santos (v. 20) y la gloria es y será para Dios por la eternidad (v. 27). El Dios eterno ha dado a conocer este misterio a todos los gentiles para la obediencia de la fe.
En Romanos 15 y 16 Dios es llamado “el Dios de la perseverancia y de la consolación” (15:5), “el Dios de esperanza” (v. 13), “el Dios de paz” (16:20), “el eterno Dios” (v. 26) y “el único y sabio Dios” (v. 27). Nuestro Dios es rico en muchos aspectos —en perseverancia, en consolación, en esperanza, en paz, en sabiduría y en eternidad—, y el evangelio presentado en este libro es el evangelio de este rico Dios. El evangelio de este Dios tan rico tiene su consumación en la práctica de la vida de iglesia. ¡Aleluya!