Mensaje 46
Lectura bíblica: Ro. 5:17, 21; 8:2; 16:20
En los mensajes anteriores hablamos de varias cosas negativas de las cuales debemos ser salvos en la vida de Cristo; éstas son: la ley del pecado, la mundanalidad, el vivir por la vida natural, el individualismo, el ser divisivos y la semejanza del yo. Ahora proseguiremos con el asunto de reinar en vida.
Romanos 5:17 dice: “Pues si, por el delito de uno solo, reinó la muerte por aquel uno, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”. Éste es el único versículo de la Biblia que habla de reinar en vida. En conformidad con el versículo 17, el versículo 21 dice: “Para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”. Tal vez haya oído que la gracia abunda, pero probablemente nunca se ha percatado de que la gracia reina. Pero ciertamente la gracia es un rey que rige todas las cosas. Aunque en el texto bíblico el versículo 21 aparece después del versículo 17, en nuestra experiencia aquél viene antes de éste. Según el versículo 21 la gracia reina para vida eterna, lo cual significa que cuando la gracia reina, el resultado es la vida eterna. Es en esta vida eterna que podemos reinar.
A pesar de que existen muchos libros cristianos sobre la victoria y el ser vencedores, no conozco ningún libro que hable acerca de reinar en vida. Ciertamente se han escrito varios libros acerca del reinar con Cristo en el reino milenario. Sin embargo, el reinar en vida no debe ser solamente una experiencia que tendremos en el futuro; al contrario, debemos experimentarlo en nuestra vida diaria. No estoy satisfecho con las promesas acerca de ser un rey en el futuro, pues deseo reinar en vida como un rey hoy. En 5:17 Pablo no se refiere al reino milenario. Si consideramos este versículo en su contexto, descubriremos que Pablo está hablando de nuestra vida diaria actual. ¡Alabado sea el Señor porque desde hoy podemos ser reyes en vida!
Antes de explorar más el asunto de reinar en vida, debemos considerar la relación que existe entre el Evangelio de Juan y el libro de Romanos. El libro de Romanos es una continuación del Evangelio de Juan. En Juan 1:4 leemos: “En Él estaba la vida”, y el versículo 14 del mismo capítulo dice: “Y el Verbo se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros ... lleno de gracia y de realidad”. En el versículo 16 se añade: “Porque de Su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia”. Por tanto, en el primer capítulo del Evangelio de Juan tenemos la vida y la gracia. En 10:10 el Señor Jesús dice: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. En Juan 8 se habla de ciertas cosas negativas, tales como el pecado y la muerte. El versículo 24 dice: “Si no creéis que Yo soy, en vuestros pecados moriréis”. Esto quiere decir que aquellos que no creen en el Señor Jesús permanecerán en muerte. Además, en el versículo 34 el Señor dice algo acerca de ser esclavos del pecado: “De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que comete pecado, esclavo es del pecado”. En el versículo 36 el Señor habla acerca de ser hechos libres: “Así que, si el Hijo os liberta, seréis verdaderamente libres”. Aquellos que se encuentran bajo la esclavitud del pecado en la esfera de la muerte pueden ser libertados por el Hijo de Dios, quien es la realidad viviente. Por lo tanto, en el Evangelio de Juan tenemos vida, gracia, abundancia de vida, pecado, muerte, esclavitud y el ser hechos libres del pecado y de la muerte.
Todos estos asuntos se encuentran también en Romanos, donde la verdad con respecto a ellos se desarrolla aún más. Aunque tanto el Evangelio de Juan como el libro de Romanos presentan muchos de los mismos temas, y muchas veces aun utilizan los mismos términos, el Evangelio de Juan no habla de que la gracia reine ni de la necesidad de reinar en vida. El uso de la palabra reinar en Romanos con respecto a la gracia y la vida, muestra un desarrollo significativo de lo presentado en el Evangelio de Juan. Aunque el Evangelio de Juan es muy rico y profundo, y aunque habla de la abundancia de la vida, no dice nada acerca del reinado de la gracia ni del reinado de la vida. Debido a que Pablo reinaba en gracia y en vida, pudo mencionar tales cosas en Romanos. A diferencia de muchos cristianos de hoy, Pablo no esperaba el milenio para reinar con Cristo.
En Romanos 5 se nos dice que la gracia reina y que aquellos que reciben la abundancia de la gracia pueden reinar en vida. Ya que la gracia reina para vida eterna, nosotros también podemos reinar en dicha vida.
Reinar es un asunto de ser un rey; es someter algo y enseñorearse de ello. Reinar también significa ejercer dominio o tener un reino. Nuestra vida cristiana hoy no debe ser solamente una vida victoriosa o vencedora, sino también debe ser una vida digna de un rey, una vida reinante. Día tras día podemos ser reyes.
Como reyes que reinan en vida, debemos someter a los enemigos y regir sobre ellos. No considere usted a su cónyuge como un enemigo sobre el cual debe reinar. De acuerdo con ambos libros, el Evangelio de Juan y el libro de Romanos, nuestros mayores enemigos son el pecado, la muerte y Satanás. Ni siquiera nuestro mal genio es uno de los enemigos principales. Si el pecado, la muerte y Satanás son vencidos, nuestro mal genio también será derrotado y hasta se volverá agradable. El pecado es la razón por la cual nuestro temperamento es tan desagradable. Según el mismo principio, el yo es tan detestable porque el pecado, la muerte y Satanás hacen morada en nosotros. Si estas cosas fueran subyugadas, aun nuestro yo sería hermoso. Por lo tanto, tenemos solamente tres enemigos principales: el pecado, la muerte y Satanás.
Pablo habla de estos enemigos en el libro de Romanos. En 8:2, donde se habla de la ley del pecado y de la muerte, vemos dos de nuestros enemigos: el pecado y la muerte. Luego, en 16:20 Pablo menciona a Satanás, diciendo: “El Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies”. No se debe esperar ser el rey del cónyuge. Maridos, por lo que a su esposa se refiere, el Señor los ha designado cabeza, pero no para ser un rey, para que la domine. Asimismo los padres no debemos actuar como si fuésemos reyes que rigen sobre nuestros hijos, pero sí debemos reinar sobre el pecado, la muerte y Satanás. Con respecto a los miembros de nuestra familia, y a los hermanos y hermanas que están en la vida de iglesia, somos siervos; pero con respecto al pecado, la muerte y Satanás, somos reyes.
Si queremos saber el significado de que la gracia reine para vida eterna, necesitamos primero el debido entendimiento de lo que es la gracia. La gracia es Dios mismo dado a nosotros en Cristo e impartido a nuestro espíritu como nuestra porción. Si entendemos la Biblia de manera cabal, sabremos que Dios no tiene la intención de darnos ninguna otra cosa aparte de Sí mismo. Cualquier otra cosa aparte de Dios es vanidad. Salomón, el rey sabio, dijo: “Vanidad de vanidades; todo es vanidad” (Ec. 1:2). En las palabras del apóstol Pablo, todas las cosas aparte de Cristo son basura (Fil. 3:8). Nuestra única porción es Dios mismo, y la gracia es Dios dado a nosotros como nuestra porción para que participemos de Él, le experimentemos y le disfrutemos.
Si consideramos Juan 1:1 y 1:14 dentro de su contexto, veremos que la gracia es Dios que viene a nosotros para impartirse en nosotros a fin de ser nuestro disfrute. Leemos en 1:16: “Porque de Su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia”. En Romanos 5:17 Pablo habla de recibir no sólo la gracia, sino también la abundancia de la gracia. Debido a que la gracia es viviente y siempre está en crecimiento, es superabundante. Esta gracia abundante también reina. La gracia no es un elemento inanimado, sino una persona viviente, Dios mismo.
En Romanos 5 el pecado así como la gracia aparecen personificados. Según se indica en el versículo 21, tanto el pecado como la gracia pueden reinar, la gracia positivamente y el pecado negativamente. El pecado es la corporificación de la naturaleza maligna de Satanás en nuestra carne, y la gracia es Dios en Cristo corporificado en nuestro espíritu. Por lo tanto, en nuestro ser hay dos reyes: el pecado y la gracia. En nuestra carne se halla el rey del pecado, y en nuestro espíritu, el rey de la gracia. Dentro de nuestro ser se está librando una batalla entre los dos.
Tal vez usted desee saber cómo puede obtener la abundancia de la gracia. La única manera de tenerla es recibirla, y esto sin laborar ni pagar ningún precio; simplemente la recibimos. Tanto el Evangelio de Juan como el libro de Romanos hablan de recibir la gracia. Hemos visto que Juan 1:16 dice que de Su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia. En Romanos 5:17 Pablo habla de que recibamos la abundancia de la gracia. Debemos acudir al propio Dios, quien es la gracia, y recibir esta gracia una y otra vez hasta que estemos llenos de ella. Solamente cuando estemos llenos de esta gracia podemos experimentar el reinado de la gracia. Cuando permitimos que esta gracia nos llene, abundará en nosotros y luego reinará en nosotros. La gracia reinante siempre procede de la gracia que abunda en nosotros.
Si carecemos de la gracia, ésta no puede reinar en nosotros. Podemos experimentar el reinar de esta gracia sólo cuando ella nos llena hasta el borde y aun rebosa de nosotros. Cuando la gracia reina, el pecado, la muerte y Satanás son subyugados y puestos bajo nuestros pies, y nosotros llegamos a ser reyes en la gracia. Reinamos en vida a medida que la gracia reina en nosotros.
No considere que la experiencia de reinar en vida mediante la gracia es algo inalcanzable. Puedo testificar con certeza que reinar en vida es una experiencia muy alcanzable para nosotros. Siempre y cuando estemos llenos de la gracia, ésta rebosará de nosotros y reinará; entonces, reinaremos en vida por la gracia sobre el pecado, la muerte y Satanás. No solamente somos libertados de los tres mayores enemigos, sino que reinamos sobre ellos. El principio de reinar en vida se revela en el capítulo 5, pero la experiencia de reinar en vida se encuentra en el capítulo 8. Reinar en vida es una experiencia mucho más grandiosa y elevada que ser salvos en la vida de Cristo.
Con respecto a reinar en vida por la gracia, la doctrina, la enseñanza y la exhortación son inútiles. En cierto sentido, ni aun nuestra oración puede capacitarnos para reinar en vida. Lo único que sí da resultados es que acudamos a la fuente divina abriéndole nuestro ser profundamente a fin de llenarnos de la gracia, quien es Dios mismo. A fin de ser llenos, debemos pedir al Señor que elimine toda barrera y estorbo. Necesitamos orar: “Señor, estoy dispuesto para que todo estorbo sea quitado. Deseo mantenerme completamente abierto a Ti. Señor, lléname completamente con la gracia, la cual es Tú mismo”. Dondequiera que nos encontremos, sea en el trabajo, en la escuela, o en el automóvil, debemos mantenernos abiertos al Señor para ser llenos de Él, la misma gracia. En esto consiste la abundancia de la gracia. Al recibir la gracia de esta manera, ésta nos llenará y gradualmente rebosará desde nuestro interior. Entonces reinaremos en vida por la gracia sobre el pecado, la muerte y Satanás. Estos tres enemigos serán completamente subyugados en nuestra experiencia.
El pecado, la muerte y Satanás siguen operando dentro de nosotros; pero si acudimos a la fuente celestial y nos abrimos completamente para ser llenos de la gracia, reinaremos en vida sobre estos enemigos. Ésta es nuestra necesidad hoy en día en la vida de iglesia. Aunque aprecio mucho todo lo que se encuentra en el Evangelio de Juan, debemos avanzar, pasando de Juan a Romanos 5:17 y 21, para recibir la abundancia de la gracia, a fin de que ésta pueda reinar en nosotros y nosotros podamos reinar en vida.