Mensaje 8
Lectura bíblica: Jue. 13:24-25; 14:6, 19; 15:14; 16:28-30; Rt. 1:16-17, 20-21; 2:10-16; 3:1, 7-13; 4:9-15
Al dar estas palabras de conclusión sobre el libro de Rut, tengo la carga de abordar un punto muy crucial en Josué, Jueces y Rut.
Este punto crucial es que estos libros nos muestran un cuadro de dos facetas. Una de las facetas concierne al mover que Dios realiza en Su Espíritu económico, el Espíritu de poder; la otra faceta concierne al mover que Dios realiza en Su Espíritu esencial, el Espíritu de vida. Con todos los jueces, e incluso con Josué y Caleb, podemos ver únicamente la obra, el mover, que Dios realiza en poder. En los libros de Josué y Jueces es difícil encontrar algún indicio del mover que Dios realiza en Su vida.
Sansón es un ejemplo típico de una persona que actúa en el Espíritu de poder, pero no en el Espíritu de vida. Sansón era muy poderoso, incluso en el momento de su muerte (Jue. 16:28-30), pero en él no vemos nada relacionado con la vida. Sí, él era un nazareo, por lo cual mantenía una larga cabellera como signo de sumisión a Dios, su Cabeza, no bebía vino y no comía nada inmundo. No obstante, él hacía esto para sujetarse a reglamentos divinos; tales cosas no indican que él estuviese relacionado con la vida divina. Aunque Sansón era un nazareo, no sabía cómo dominar las concupiscencias de su carne. El tema del sexo fue un gran tropiezo para él, pues tanto entre el pueblo santo de Dios en la Tierra Santa como entre los gentiles, él solía dar rienda suelta a sus concupiscencias. Esto muestra que él no era una persona llena de vida.
Más aún, el relato de Sansón, el último de los jueces, como conclusión de los jueces, indica que la situación imperante en el tiempo de los jueces consumó en que se ejerciera poder sin que se manifestara la vida. Es difícil entender cómo un nazareo podía ser una persona tan carnal. Sansón estaba lleno de poder, pero también estaba repleto de concupiscencias. En su caso, ambas cosas iban juntas.
Este cuadro sirve para responder una pregunta que yo tuve por muchos años. Cierto número de predicadores pentecostales han actuado de manera irresponsable, sin ejercer restricción ni control sobre las concupiscencias de su carne. Pero al mismo tiempo, ellos han sido verdaderamente poderosos al predicar. Por un lado, ellos predicaron poderosamente el evangelio fundamental con respecto a Cristo, el Hijo de Dios, como nuestro Salvador; por otro, ellos vivían en fornicación. He sabido de un cierto número de casos así, tanto en China como en los Estados Unidos. Por un período bastante prolongado no podía entender cómo es que se podía dar tal situación. Pero ahora sé que estos predicadores son los “Sansón” de hoy en día. El Espíritu de Jehová vino sobre Sansón (Jue. 13:25; 14:6, 19); y sin duda alguna, él poseía el verdadero poder de Dios. No obstante, él y muchos otros jueces no tenían control sobre sus concupiscencias desenfrenadas, como Gedeón, quien tuvo setenta y dos hijos con muchas esposas (8:30-31; 9:5); Jair, quien tuvo treinta hijos (10:3-4); Ibzán, quien tuvo treinta hijos y treinta hijas, y que tomó de fuera treinta hijas extranjeras para sus hijos (12:8-9); y Abdón, quien tuvo cuarenta hijos y treinta nietos (12:13-14).
En cambio, el libro de Rut no trata sobre el poder, sino sobre la vida.
Elimelec, el esposo de Noemí, fue castigado por Dios debido a que él no vivió conforme a la economía eterna de Dios. Él no cometió fornicación; por el contrario, aparentemente cometió apenas un pequeño error al dejar la Tierra Santa. Pero cuando él dejó la buena tierra debido a la hambruna, Dios intervino y lo disciplinó, dejando a su esposa y sus dos nueras sin nada, como viudas sin hijos. Creo que Elimelec, antes de ir a Moab, hipotecó todas sus propiedades, incluyendo la herencia para sus dos hijos. A la postre, Noemí, una viuda con dos nueras viudas, regresó de la tierra de Moab sin tener posesión alguna. A pesar de ello, Noemí no se rebeló en contra del duro trato por parte de Dios; más bien, ella admitió que Dios no sólo había tratado con su esposo sino también con ella, por lo cual dijo: “El trato de Aquel que es todo-suficiente me ha causado gran amargura. Yo me fui llena, pero Jehová me ha hecho volver vacía” (Rt. 1:20-21a). Estas palabras nos indican que ella era una mujer piadosa. Ella creyó en Dios, tuvo en cuenta a Dios y le temía.
Cuando Noemí regresó a la Tierra Santa, ella volvió al reposo hallado en la economía de Dios para participar nuevamente en el disfrute de la tierra prometida por Dios, lo cual posibilitaría su vínculo con la genealogía de Cristo. El regreso de Noemí revestía gran importancia, pero no se logró en virtud del poder; más bien, ella regresó como una mendiga pobre que tuvo que enviar a su nuera Rut a espigar en el campo.
Rut destacaba en lo referente a la vida. El propósito del libro de Rut no es hablarnos sobre el poder, sino revelarnos al máximo los asuntos relacionados con la vida. Noemí dejó bien en claro ante Rut que ella no tenía la capacidad de producir un esposo para Rut que pudiese redimirla y generar un descendiente para su suegro, Elimelec. Puesto que a Noemí le parecía una situación carente de toda esperanza, ella alentó a Rut a regresar a la casa de su madre a fin de que tuviese algún futuro allí. Pero la respuesta de Rut rebosa vida. Ella habría de seguir a Noemí siempre, acompañándola en su pobreza. Rut le dijo a Noemí: “No me ruegues que te abandone y que deje de seguirte, porque a dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que tú habites, habitaré yo; y tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo; y allí seré sepultada. Así me haga Jehová, e incluso me añada, si no es sólo la muerte lo que hará separación entre tú y yo” (vs. 16-17). Éste es el verdadero espíritu de los creyentes neotestamentarios: seguir a Jesús abandonándolo todo, esto es, padres, hijos, parientes, casas y todas las cosas (Mt. 10:37; 19:29; Mr. 10:29-30; Lc. 14:26). Éste es el camino de vida revelado en el Nuevo Testamento.
Al igual que Noemí y Rut, Booz era una persona llena de vida al máximo. Noemí le dijo a Rut: “Hija mía, tengo que buscarte un lugar de reposo, para que te vaya bien” (Rt. 3:1). Entonces Noemí le encargó a Rut que se lavara, se ungiera, se pusiera sus mejores ropas y fuese a la era para, en el momento propicio, darse a conocer ante Booz. Con el tiempo, Rut se presentó ante Booz diciéndole: “Soy Rut, tu criada. Extiende tu manto sobre tu criada, porque eres pariente cercano” (v. 9).
Al conversar con Rut en la era aquella noche, Booz actuó con absoluta moderación y no se dejó mover por su concupiscencia, lo cual difiere completamente del proceder de los jueces, quienes dieron rienda suelta a sus concupiscencias. Booz bendijo a Rut y la elogió. Luego, le dijo que él estaba dispuesto a cumplir con las responsabilidades que le correspondían según la ordenación de Dios para redimir la herencia de Elimelec; sin embargo, no se adelantaría a aquel que tenía precedencia sobre él en este asunto (vs. 12-13). Aquí, Booz parecía decir: “Hija, espera hasta mañana. Sí, soy pariente tuyo y tenemos libertad en Dios. Pero hay otro pariente que es más cercano a ti que yo, y debemos permitir que él sea consultado primero. Si yo no lo tomo en cuenta, el pueblo santo de Dios me condenaría por extralimitarme. Hay que consultar primero con este otro pariente; y si él no está dispuesto a cumplir su deber de pariente cercano contigo, yo lo haré por ti”. Booz fue respetuoso de la ley en todo sentido, y tal respeto por la ley no estaba basado en el poder sino en la vida. Esto muestra que Booz tenía la norma más elevada de vida.
En el recobro del Señor, ¿debemos tomar el camino de los jueces a fin de ser poderosos y realizar una gran obra? Si tomamos el camino de los jueces en lugar de tomar el camino de la vida, todo cuanto logremos carecerá de valor. Ningún juez fue antepasado de Cristo. Los jueces no tuvieron parte alguna en dar continuidad a la línea del linaje humano mediante la cual Cristo vino en Su encarnación. Fueron Rut y Booz quienes participaron en dar continuidad a esta línea. No obstante, ellos no tuvieron que librar una guerra; ellos no tuvieron que ejercer poder.
Es de crucial importancia que nosotros veamos que sólo la vida hace posible que Cristo sea producido. Sólo la vida puede dar continuidad al linaje humano apropiado, conservando así la tenue línea requerida para introducir a Dios en la humanidad, producir a Cristo, ministrarlo a los demás y abastecer a todo el linaje humano. Esto no fue logrado por los jueces, sino por Rut y Booz, quienes tomaron el camino de la vida.
En el recobro del Señor, he promovido mucho el crecimiento numérico, pero al hacerlo no di a entender que debemos lograr dicho crecimiento siendo personas como Sansón o Gedeón. Yo preferiría no obtener crecimiento numérico y conservar la autenticidad en vida. Preferiría carecer de poder, sin obtener resultado alguno en la obra, y mantenerme en la línea del linaje humano para que Cristo salga de la eternidad y entre en el tiempo, para que Cristo sea introducido con Su divinidad en la humanidad.