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Mensaje 103

La cortina para la puerta de la tienda

(2)

  Lectura bíblica: Éx. 26:36-37; 2 Co. 5:18-21

  Había dos velos o dos cortinas en el tabernáculo. El primer velo, localizado a la entrada del Lugar Santo, se llamaba la cortina; el segundo, que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo, era llamado el velo. El capítulo veinte y seis de Exodo habla primero del velo interior y luego de la cortina. El versículo 31 dice: “También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra primorosa, con querubines”. Este era el velo que hacía una separación entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo (v. 33). Los versículos 36 y 37 dicen: “Harás para la puerta del tabernáculo una cortina de azul, púrpura, carmesí y lino torcido, obra de recamador. Y harás para la cortina cinco columnas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro”. Como dijimos en los pasados mensajes, estos velos representan dos aspectos de la muerte todo-inclusiva de Cristo. La cortina nos dice que Cristo murió por nosotros para que nuestros pecados fueran perdonados y pudiésemos ser justificados por Dios. El velo interior nos dice que Cristo murió por nosotros para que nuestra carne, nuestra naturaleza caída, pudiera ser rasgada, quebrantada, y que pudiéramos entrar en el Lugar Santísimo para disfrutar a Dios hasta lo sumo.

DOS ASPECTOS DE LA RECONCILIACION

  Recientemente he visto que la cortina y el velo que están en el tabernáculo se relacionan con la palabra de Pablo en 2 Corintios 5 acerca de la reconciliación. Por muchos años estuve confundido con este capítulo, especialmente por el llamado de Pablo a los corintios para que se reconciliaran con Dios. En este capítulo Pablo definitivamente no está tratando con inconversos, sino con creyentes. No obstante él concluye este capítulo con una palabra de reconciliación. ¿Por qué cuando Pablo habla a los creyentes, se refiere a su ministerio como el ministerio de reconciliación? ¿Acaso los que estaban en Corinto no estaban ya reconciliados con Dios? Sin duda alguna, debido a que eran creyentes habían sido reconciliados. Segunda Corintios 5:19 dice: “a saber que en Cristo Dios estaba reconciliando consigo al mundo, no imputándoles a los hombres sus delitos, y puso en nosotros la palabra de reconciliación”. Luego en el versículo 20 Pablo continua diciendo: “Así que somos embajadores en nombre de Cristo, exhortándoos Dios por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”. Debemos ver que aquí Pablo habla de la reconciliación en dos maneras o en dos aspectos. Un aspecto se relaciona con los pecadores; el otro, con los creyentes.

  Si conocemos la importancia del velo y la cortina que están en el tabernáculo, podremos entender cómo Pablo trata con los creyentes corintios en 2 Corintios 5. Los corintios habían pasado a través del primer velo, la cortina, que estaba a la entrada del tabernáculo. Pero no habían pasado a través del segundo velo, el velo interior, el velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo. Esto significa que ellos no habían experimentado los dos aspectos de la reconciliación entre ellos y Dios. Antes de que los corintios creyeran en Cristo y fueran salvos, eran enemigos de Dios. Sin embargo, cuando ellos creyeron en Cristo, fueron reconciliados con Dios. Ellos fueron perdonados, fueron justificados y pudieron entrar al Lugar Santo para tener cierto disfrute del Señor. Sin embargo, aunque los creyentes corintios habían experimentado este aspecto de la reconciliación, no habían entrado al Lugar Santísimo. Ellos habían sido reconciliados con Dios hasta cierto punto, pero no hasta el grado de poder entrar al Lugar Santísimo para disfrutar a Dios por completo. Por esta razón, ellos necesitaban ser más reconciliados, ésta es la reconciliación de la cual Pablo habla en 2 Corintios 5:20.

  En 1 Corintios 15:3 Pablo dice: “Porque primeramente os he trasmitido lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras”. Aquí Pablo enfatiza la verdad básica del evangelio de que Cristo murió por nuestros pecados. Esto está relacionado con el primer aspecto de la reconciliación. La meta de la reconciliación es quitar la barrera entre nosotros y Dios. Cuando experimentamos el perdón y la justificación y entramos en el Lugar Santo, la barrera es removida hasta cierto grado. No obstante, un aspecto particular de la barrera permanece, y éste es nuestra carne, nuestra naturaleza caída. En cuanto a nuestros pecados, hemos sido perdonados y reconciliados con Cristo. Sin embargo, en cuanto a nuestra carne, nuestra naturaleza caída, puede que aún no hayamos sido reconciliados con Dios. Puede que todavía estemos separados de El, sin poder disfrutar de El en el Lugar Santísimo.

  Los creyentes corintios eran hermanos genuinos en el Señor, y Pablo varias veces se refirió a ellos como tal. Sin embargo, en 2 Corintios 5:20 él les pide que se reconcilien con Dios. Luego en el versículo 21 él continua diciendo: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros viniésemos a ser justicia de Dios en El”. Esto es más profundo que el hecho de Cristo muriera por nuestros pecados. El que Cristo se hiciera pecado por nosotros para que pudiéramos llegar a ser la justicia de Dios es diferente a que Cristo muriera para que nuestros pecados fueran perdonados y fuésemos justificados por Dios.

  Si leemos cuidadosamente 2 Corintios 5, nos daremos cuenta de que en realidad hay dos aspectos de la reconciliación. En el versículo 19 Pablo dice que Dios en Cristo estaba reconciliando consigo al mundo. Note que en cuanto a la reconciliación de Dios con el mundo, Pablo no nos dice que Cristo fue hecho pecado. Por el contrario, simplemente dice que Dios no les imputó sus delitos. El uso de la palabra “mundo” por el apóstol Pablo indica que este aspecto de la reconciliación envuelve a los pecadores. No obstante de acuerdo con el versículo 20, aún los reconciliados, los creyentes, todavía necesitan ser reconciliados. En estos versículos vemos tres clases de personas: los apóstoles, los pecadores y los creyentes que han sido plenamente reconciliados con Dios.

  Hoy día la mayoría de los predicadores cristianos sólo hablan del primer aspecto de la reconciliación, donde Dios no les imputa sus delitos a los pecadores. Muy pocos, si alguno, hablan sobre el segundo aspecto de la reconciliación, donde Cristo se hace pecado para que nosotros podamos llegar a ser en El la justicia de Dios. Este aspecto, el cual es mucho más profundo que el primero, es representado por el segundo velo que se encuentra en el tabernáculo. Sólo cuando pasamos por este velo somos reconciliados completamente con Dios y podemos disfrutarle por completo.

DIOS CONDENA AL PECADO EN LA CARNE

  Este segundo aspecto de la reconciliación corresponde a lo que Pablo dice en Romanos 8. Romanos 8:3, es un versículo muy parecido a 2 Corintios 5:21 que dice: “Dios, enviando a Su hijo en semejanza de carne de pecado y en cuanto al pecado, condenó al pecado en la carne”. Esto corresponde a lo que dice en 2 Corintios 5:21 acerca de que Cristo fue hecho pecado por nosotros. El Hijo de Dios fue enviado en semejanza de carne de pecado y luego fue hecho pecado por nosotros a la cruz. Dios condenó al pecado en la carne cuando Cristo estuvo en la cruz. Esto significa que Dios crucificó, mató a la carne, incluyendo al pecado, que de hecho es Satanás mismo. Dios condenó al pecado en la carne para que el justo requisito de la ley fuese llevado a cabo en nosotros quienes no andamos conforme a la carne, sino conforme al espíritu. La carne que fue tratada en Romanos 8 y en 2 Corintios 5 es representada por el velo interior en Exodo 26. Si no tenemos al velo que está en el tabernáculo como un tipo, no podemos tener un pleno entendimiento de que la carne debe ser tratada. Ya vimos que el desgarramiento del velo interior representa el quebrantamiento de nuestra carne.

UNA NUEVA CREACION

  Segunda Corintios 5:16 dice: “De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así”. Aquellos que conocen a Cristo según la carne, en el mejor de los casos se encuentran en el atrio, pero muchos, ni siquiera están en el atrio. Ya que muchos de los corintios estaban en Lugar Santo, el cual representa al alma, es posible que conocieran a los apóstoles de acuerdo a su entendimiento anímico. En el versículo 17 Pablo habla de la nueva creación: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva creación es; las cosas viejas pasaron; he aquí son hechas nuevas”. El ser una nueva creación es ser absolutamente nuevo. Esto es estar en el Lugar Santísimo.

VIVIR PARA CRISTO

  En Segunda Corintios 5:14 Pablo dice que uno, a saber Cristo, murió por todos. Este versículo no dice que Cristo murió por nuestros pecados a fin de que fuésemos perdonados. Como hemos visto, el perdón de los pecados es el primer aspecto de la reconciliación. Cristo murió por nosotros para que pudiéramos vivir para El. Vivir para Cristo en 2 Corintios 5 es igual a andar conforme al espíritu en Romanos 8. Vivir para Cristo al andar conforme al espíritu es más profundo que el perdón de nuestros pecados.

  Antes yo estaba confundido con algunos asuntos en 2 Corintios 5. Por años no conocía el verdadero significado de este capítulo. Aunque tenía una visión clara de los capítulos dos, tres y cuatro, no tenía el entendimiento apropiado del capítulo cinco. Por esta razón, no he dado muchos mensajes acerca de este capítulo en los pasados diecinueve años, especialmente de los últimos versículos de este capítulo. Sin embargo ahora, mi visión de este capítulo se está haciendo cada vez más clara. Como veremos al llegar a este capítulo en el Estudio-vida de 2 Corintios, aquí tenemos un trato que trae a los creyentes al segundo aspecto de la reconciliación. Este aspecto es que nuestra carne sea quebrantada a fin de que podamos entrar al Lugar Santísimo y tener el disfrute pleno de Dios.

LA MANERA EN QUE PABLO HACE USO DE LAS METAFORAS

Cautivos de Cristo para Su desfile

  En 2 Corintios Pablo utiliza muchas metáforas. Como por ejemplo, en 2 Corintios 2:14 al 16 dice: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en el Cristo, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de Su conocimiento porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que perecen; a éstos olor de muerte para muerte, y a aquellos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” Hay dos metáforas en estos versículos. La primera es la del desfile triunfal. Pablo se consideraba a sí mismo y a los otros apóstoles como cautivos en este desfile. Ellos habían sido completamente capturados por Dios, y se encontraban marchando en el desfile de Cristo. Sin embargo, los corintios aún no habían sido capturados completamente por el Señor.

Los portadores del incienso

  La segunda metáfora en estos versículos es la de los portadores del incienso. Por un lado, los apóstoles estaban cautivos; por otro lado, eran los que llevaban el incienso, el olor de Cristo. Mientras los apóstoles marchaban en el desfile de Cristo, llevaban el olor de Cristo como el incienso.

Las epístolas vivas

  En 2 Corintios 3:2 y 3 Pablo utiliza la metáfora de las epístolas vivas: “Nuestra carta sois vosotros, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones de carne”. Aquí vemos que Pablo y sus colaboradores estaban escribiendo epístolas vivientes. Estas epístolas eran sus cartas de recomendación. Los apóstoles eran los escritores, y los creyentes eran las epístolas escritas por ellos.

Los espejos descubiertos

  La cuarta metáfora es la del espejo. Pablo se refiere a éste en 2 Corintios 3:18: “Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu”. Según este versículo los creyentes deberían ser espejos sin ningún tipo de velo que los cubra. Esto significa que ya no debemos estar cubiertos por el velo de la ley. Y como espejos descubiertos debemos mirar la gloria del Señor y por lo tanto ser transformados.

Vasos de barro

  En 2 Corintios 4:7 Pablo utiliza otra metáfora, la de los vasos de barro: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. Cuando analizamos este versículo a la luz de lo que Pablo dice en el versículo 6 donde él habla de que Dios brilla en nuestros corazones para dar la iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo, nos damos cuenta de que el vaso mencionado en el versículo 7 puede igualarse a una cámara. Lo que Pablo describe en estos versículos es en realidad la experiencia de una fotografía espiritual. Como creyentes, podemos ser comparados con una cámara. La luz divina brilla a través del lente y produce una imagen, una figura, que se imprime en la película de nuestro espíritu. Originalmente esta película estaba en blanco. Sin embargo ahora, por medio del brillar de Dios, la película tiene la imagen gloriosa de Cristo impresa en ella. Esta imagen en la película de nuestro espíritu es el tesoro en el vaso de barro. Además, este tesoro es un dínamo, la fuente de poder espiritual. Nada, incluyendo las cosas descritas en los versículos 8 y 9, pueden derrotar a este dínamo.

LA NECESIDAD DE SER RECONCILIADOS AUN MAS

  El capítulo cinco de 2 Corintios es una continuación excelente de los capítulos dos, tres y cuatro. En el capítulo cinco Pablo indica que los creyentes en Corinto aún no habían entrado en la situación que él había descrito en los capítulos anteriores. Esto quiere decir que ellos no habían entrado al Lugar Santísimo, aun los separaba el segundo velo. Por lo tanto, ellos necesitaban ser reconciliados aun más. Por esto Pablo les suplicó que fueran reconciliados con Dios. El segundo aspecto de la reconciliación es que nuestra carne sea quebrantada, hecha pedazos.

  Le agradecemos al Señor por lo que nos ha mostrado en cuanto al velo y a la cortina y a la necesidad de que la carne sea quebrantada a fin de que podamos experimentar a Dios en el Lugar Santísimo. Una vez hayamos visto esto, ya no podremos estar contentos en el atrio ni en el Lugar Santo. Mientras mas vemos con relación a las cosas espirituales, más somos dañados de una manera real para cualquier otra cosa. Mientras mas disfrutamos del Lugar Santo, menos queremos regresar al atrio. Sólo aquellos que viven en el borde, entre el Lugar Santo y el atrio considerarían abandonar el Lugar Santo y regresar al atrio. Bajo el mismo principio, si estamos en el Lugar Santísimo, no hay manera de que vayamos a ningún otro lado. Ya no podríamos estar contentos en el Lugar Santo. La visión que tendremos en el Lugar Santísimo nos capturará.

  Alabamos al Señor por mostrarnos los dos velos, el velo interior y la cortina, y por revelarnos los dos aspectos de la reconciliación. Todos debemos pasar a través de los dos velos y experimentar los dos aspectos de la reconciliación a fin de que podamos entrar al Lugar Santísimo y disfrutemos el Señor al máximo.

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