Mensaje 104
Lectura bíblica: Éx. 27:1-8; 38:1-7; 40:6, 29; He. 13:10
El relato acerca del altar en Exodo es muy difícil de entender. En cuanto al tabernáculo se refiere, el punto más difícil son las tablas de las esquinas. Nadie ha podido resolver el enigma de estas tablas. El relato acerca del altar es aún mas difícil de entender. No obstante, tenemos la manera de escapar de este problema, esto es, siguiendo el camino de la experiencia espiritual. Literalmente, de acuerdo con el relato, algunos puntos son extremadamente difíciles de entender. Pero si entramos en la esfera del entendimiento y la experiencia espiritual, podemos librarnos de este problema. Por tanto, les recuerdo que nuestro acercamiento al libro de Exodo en este Estudio-vida no es algo doctrinal; por el contrario, es más bien en la experiencia. Esto quiere decir que queremos estudiar cada asunto desde la perspectiva de nuestra experiencia espiritual. Si algún asunto en particular no se aplica a nuestra experiencia cristiana, preferiría no hablar sobre ello. ¿En qué nos beneficia hablar de algo que no tiene nada que ver con nuestra experiencia de Cristo? No queremos hacer es. Más bien, queremos hablar sobre lo que es real y comprensible en nuestra experiencia.
Examinemos primeramente la posición del altar. Había dos altares, uno estaba en el tabernáculo, y el otro en el atrio, fuera del tabernáculo. Al altar que estaba dentro del tabernáculo se llamaba el altar del incienso y estaba hecho de madera de acacia cubierta de oro. Era mucho mas pequeño que el altar del holocausto que estaba en el atrio. El altar del incienso se extendía más verticalmente que horizontalmente, a saber, era más alto que ancho. Frente a este altar, aquellos que entraban a la habitación de Dios podían tener una relación más cercana con Dios, ya que allí se quemaba el incienso a Dios. Sobre este altar no se derramaba sangre. En lugar de esto, se quemaba el incienso a fin de ofrecerle un olor grato a Dios. No obstante, sobre el altar del holocausto, se ofrecían sacrificios con derramamiento de sangre. Además las ofrendas se quemaban allí. Quemar los sacrificios sobre el altar que estaba en el atrio era para la redención, pero quemar el incienso sobre el altar del incienso tenía el propósito de obtener la aceptación de Dios. Era necesario traer el fuego desde el altar exterior para quemar el incienso sobre el altar interior. Por lo tanto, se usaba el mismo fuego para ambos altares. El fuego del altar del holocausto quemaba los sacrificios y este mismo fuego quemaba el incienso sobre el altar del incienso. Por lo tanto, un solo fuego, quemaba dos clases de substancias. Ya que habían dos altares en el tabernáculo, cuando leemos el Antiguo Testamento debemos comprender a cual altar se están refiriendo.
En el Lugar Santísimo había un solo mueble: el arca. En el Lugar Santo estaba la mesa, el candelero y el altar de incienso. En el atrio se encontraban el altar del holocausto y el lavacro. Según la interpretación dada en el Nuevo Testamento, el atrio representa a la tierra, y todo el tabernáculo incluyendo tanto al Lugar Santo como al Lugar Santísimo, representa los cielos. Por tanto, estar en el atrio equivale a estar en la tierra, pero estar en el tabernáculo significa estar en los cielos. ¿Sabe usted cómo puede estar en los cielos? No le dé importancia a las enseñanzas superficiales que dicen que sólo podrá estar en los cielos cuando muera. De hecho, Cristo es el tabernáculo. Si se encuentra en Cristo, está en los cielos. Pero en cuanto esté fuera de Cristo, estará en la tierra. Basándonos en este principio, podemos decir que a diario entramos a los cielos varias veces. Puede ser que antes de ir a la reunión de la iglesia, hablando desde el aspecto de la experiencia, usted esté en la tierra. Sin embargo, cuando está en la reunión, entra en los cielos.
Si analizamos un diagrama del tabernáculo y el atrio, veremos que el arca y el altar del holocausto están a ambos extremos. En el universo, en realidad, sólo hay dos personas: Dios y el hombre (Satanás, quien puede ser considerado una tercera persona, finalmente será echado al lago de fuego). Los dos extremos se relacionan con estas dos personas, o sea, Dios y el hombre. El extremo de Dios es el arca, el extremo del hombre es el altar del holocausto.
¿Cómo comienza el relato del tabernáculo en Exodo, con el extremo de Dios o con el extremo del hombre? Comienza desde el lado de Dios, debido a que comienza con el arca. La descripción del arca inicia el relato divino acerca del tabernáculo. Esto indica que el relato comienza con Dios y prosigue hacia el hombre. No obstante, cuando el hombre viene al tabernáculo no comienza por el lado de Dios. Comienza por el altar, es decir, comienza por el extremo del hombre. Cada vez que una persona viene al tabernáculo, lo primero que encuentra es el altar.
Dios no mora en el altar, sino en el arca, donde está el trono de la gracia. Todo aquel que quería reunirse con Dios tenía que pasar por todos los muebles del tabernáculo hasta llegar al arca. Sin embargo, Dios ya ha venido a nosotros. El vino de los cielos hacia la tierra y el altar era Su destino. Cristo vino de los cielos a la tierra y durante Sus últimas horas en la tierra, El fue a la cruz. En la cruz, El terminó con la vieja creación y redimió a Su pueblo escogido. Como mencionamos, la redención implica terminación, remplazo, y ser devuelto a Dios. Tal como lo indica el libro de Hebreos, Cristo vino a la tierra de esta manera de una vez y por todas. Sin embargo, no sucede los mismo con el hombre. Más bien, es un asunto continuo, un asunto diario.
¿Cuál fue la intención principal, la meta primordial de Dios en dejar Su morada venir a la tierra e ir a la cruz? Su meta primordial era recobrar al hombre para Sí mismo. Esto significa decir que Dios salió del tabernáculo a fin de traer al hombre al tabernáculo. Sin embargo, la mayoría de los creyentes permanece alrededor de la cruz; pocos han sido introducidos al tabernáculo. Todas las semanas se predican muchos sermones, pero muy pocos constituyen el medio para que los pecadores sean salvos en el tabernáculo. En el mejor de los casos tales sermones sirven para traerlos al altar. Tal vez algunos argumenten que Dios es omnipresente y que tan pronto una persona se arrepiente y cree en el Señor Jesús, se torna a Dios. Por un lado esto es cierto. Sin embargo el Nuevo Testamento indica que mientras permanecemos alrededor del altar, no estamos en el tabernáculo con Dios. Necesitamos ir a la mesa de los panes de la proposición, al candelero, al altar del incienso y finalmente al arca. Sobre el arca tenemos la cubierta del propiciatorio, el trono de la gracia mencionado en Hebreos 4:16: “Acerquémonos, pues confiadamente al trono de la gracia, para recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”
Cuando llegamos al trono de la gracia, no sólo estamos en la presencia de Dios, estamos en Dios mismo. Allí Dios y nosotros somos uno. Según las palabras de Colosenses 3:3, nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. El Dios que nos esconde no está en el altar; El está en el arca. Además, no es en el altar donde estamos escondidos en Dios, sino en el arca. Dios salió del tabernáculo a fin de traernos al tabernáculo, para traernos al lugar donde El mora.
El Señor Jesús vino de los cielos a la tierra y en ella estuvo por treinta tres años y medio. Aunque El visitó la tierra, El habita en el Lugar Santísimo y nos quiere llevar allí. El fue al altar, a la cruz, con la intención de que nosotros, los pecadores caídos, pudiésemos ser devueltos a Dios en Su habitación. Este entendimiento es muy útil para nuestra experiencia.
En Exodo el relato en cuanto al altar del incienso aparece al final. La razón de esto es que solo podemos ser aceptados por Dios una vez que hemos experimentado todos los otros aspectos. La aceptación por parte de Dios es el resultado de los otros asuntos. Además, en la Biblia no es fácil descifrar el lugar donde se encontraba el altar del incienso. Puede que haya estado fuera del velo en el Lugar Santo, o al otro lado del velo en el Lugar Santísimo. Esto indica que nuestra aceptación por parte de Dios depende de nuestra condición. Cuanto somos aceptados por El depende de cuán cerca estamos de El. Es posible que en algún momento del día el altar del incienso, en su experiencia esté muy cerca de Dios. Sin embargo, en otro momento se encuentre alejado de El. Luego cuando viene a la reunión y ejercita su espíritu, espontáneamente el altar del incienso en su experiencia se acerca a Dios.
La posición del altar del holocausto es fija; no se puede cambiar. No obstante, el lugar del altar del incienso puede variar, de acuerdo con nuestra condición. Repito, en nuestra experiencia el altar del incienso aparece luego de que hayamos pasado por el altar del holocausto, el lavacro, la mesa del pan de la proposición y el candelero. En ocasiones puede que vayamos al arca y luego va al altar del incienso. En el Antiguo Testamento la narración acerca del tabernáculo con su mobiliario y sus utensilios es muy significativa. Corresponde a la secuencia de nuestra experiencia.
Es imposible que alguien entre al tabernáculo por la parte de atrás, no existe una puerta trasera. Sin embargo, hay una entrada al frente del tabernáculo. Necesitamos experimentar cada mueble en el atrio y en el tabernáculo hasta llegar al Lugar Santísimo. Recalcamos que es difícil determinar si el altar del incienso se encuentra en el Lugar Santísimo o en el Lugar Santo. (Vea la nota de Hebreos 9:4 en la Versión Recobro)
Si tenemos tal visión del tabernáculo y del atrio estamos calificados para entender el altar del holocausto. Este altar es el mueble más grande del tabernáculo. Todo el mobiliario y utensilios del tabernáculo: el arca, el altar del incienso, la mesa, el candelero y el lavacro, caben dentro del altar del holocausto. Este altar medía cinco codos de largo y de ancho y tres codos de alto. El hecho de que el altar pudiera contener todos los otros objetos del tabernáculo indica que la cruz de Cristo contiene todas las experiencias espirituales. Esto significa que la experiencia de la cruz es la base para todas las experiencias espirituales. Nuestra experiencia espiritual comienza desde la cruz, desde el altar. Además, los principios relacionados con todas las otras experiencias espirituales están implícitos en la experiencia de la cruz. Por ejemplo, aunque usted no haya recibido la instrucción adecuada cuando creyó por primera vez en el Señor Jesús, usted tuvo alguna experiencia del pan de la proposición, del candelero, del altar del incienso y hasta del arca. Todas estas experiencias están implícitas en la experiencia básica de la cruz. Allí también están implícitas la resurrección, la unción y el alumbrar.
A menudo me gusta recordar mi experiencia cuando fui salvo. Todas las experiencias eran frescas y deliciosas. Como muchos otros, seguramente tuve una dulce experiencia con el Señor Jesús cuando fui salvo. Esto se debe que todas las experiencias espirituales son iniciadas por la experiencia de la cruz y están implícitas en esa experiencia. Sin la cruz no podemos tener ninguna experiencia en el Espíritu. La cruz es la base, el fundamento, el factor inicial de toda experiencia espiritual. Por lo tanto, la cruz es de vital importancia.
El altar del holocausto tipifica la cruz de Cristo. Al referirse a esto, Hebreos 13:10 dice: “Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo”. Entre los israelitas en los tiempos antiguos el altar era un tipo de la cruz como el verdadero altar. Hoy día tenemos un altar. No estamos hablando de algo que no tenemos. En el primer día de la semana, nos reunimos para comer el sacrificio que está sobre este altar. Este altar se refiere a la mesa del Señor. Sobre esta mesa podemos ver la sangre vertida y el cuerpo inmolado representados por la copa y por el pan. El Señor Jesús dijo que en la mesa que debíamos tomar y comer de Su cuerpo y beber Su sangre. El altar es la cruz, y la cruz es la mesa para nuestro disfrute.
Necesitamos una comprensión más plena del significado de la mesa del Señor. Ahora vemos que esta mesa es un altar, no solamente un festín. En el Antiguo Testamento algunas ofrendas, después de ser presentadas a Dios sobre el altar, se convertían en la comida para el pueblo de Dios. Cuando el pueblo de Israel se reunía para celebrar las fiestas, lo que disfrutaban era ofrecido primeramente a Dios y luego llegaba a ser comida para su disfrute. Debemos darnos cuenta de que cada vez que venimos a la mesa del Señor, la mesa es un altar donde Cristo se presenta a Sí mismo a Dios. Luego podemos participar de lo que Cristo ha ofrecido.
El altar estaba hecho de madera de acacia (27:1a), representando a Jesús, un hombre que fue juzgado por Dios como nuestro sustituto. A este punto debemos hacer una pregunta importante: ¿Es la cruz, el altar, una persona o una cosa? La razón por la cual debemos hacernos esta pregunta es debido a que la substancia del altar es la madera de acacia y ésta representa la humanidad del Señor. La madera de acacia usada en la construcción del altar estaba cubierta de bronce. No obstante, la substancia básica, el material básico del altar era la madera de acacia, no el bronce. Esta madera de acacia representa a Jesús el hombre. Esto implica que el altar, la cruz, se relaciona con un hombre.
Supongamos que había un altar, pero sin ningún sacrificio sobre él. ¿Podría el altar por sí mismo salvar a alguien? Por supuesto que no. De igual modo, supongamos que estaba la cruz, pero sin nadie que muriera en la cruz por nosotros. ¿Podría la cruz por sí misma salvarnos? Nuevamente la respuesta es no. El elemento que salva no está en la cruz como una cosa, sino en la Persona que fue crucificada en la cruz por nosotros. En el mismo principio, cuando venimos a la mesa del Señor, no participamos de la mesa como tal, sino que comemos de la comida que está sobre la mesa. Comemos de lo que es ofrecido sobre el altar, la mesa. Por lo tanto, cuando hablamos del altar, no nos referimos unicamente al altar, hablamos principalmente de lo que es ofrecido sobre el altar. Cuando decimos que la cruz nos salva, no queremos decir la cruz como el instrumento usado por el Imperio Romano. Más bien, estamos hablando de Cristo que murió en la cruz. De hecho, la cruz no nos salva. El que nos salva es el Señor Jesucristo, quien sufrió el juicio de Dios por nosotros.
En tipología, el Señor usó la madera de acacia como el material para construir el altar. Esto indica que la eficacia de la cruz no se encuentra en la cruz misma, sino en la humanidad que está relacionada con la cruz y que fue crucificada en la misma. Esta humanidad equivale a la que el arca demuestra, la cual también estaba hecha de madera de acacia. La madera de acacia es la esencia y la substancia tanto del arca como del altar. Sólo una humanidad que alcanza el nivel del arca puede ser nuestro sustituto en la cruz para salvarnos. Por supuesto que esta humanidad solo se encuentra en el Señor Jesús. El Señor Jesús es el único que tiene tal humanidad.
Exodo 27:1 dice: “Será cuadrado el altar”. Ser un cuadrado es una cosa y ser cuadrado es otra. El hecho de que el Señor Jesús haya sido cuadrado significa que El fue probado muchas veces. Ser cuadrado equivale a ser probado. No sólo era cuadrado, sino que El fue cuadrado. El fue probado. Ser cuadrado significa ser recto, perfecto , sin ningún tipo de deficiencia. Una persona con tal rectitud es llamada una persona cuadrada, justa. El Señor Jesús era cuadrado y también fue cuadrado. El fue probado por medio de muchas disciplinas a fin de ser recto y perfecto. Por lo tanto, El estaba preparado para ser nuestro sustituto, calificado para ser nuestro Redentor. El estaba calificado para satisfacer los requisitos de la justicia, la santidad y la gloria de Dios. Los requisitos de Dios se relacionan con Su justicia, santidad y gloria. Al haber cumplido estos requisitos de Dios el Señor Jesús podía estar calificado para ser reconocido por El como el Sustituto de nosotros, los pecadores. ¡Oh cuanto debemos agradecer y alabar al Señor por haber sido aprobado y ser calificado! Cristo fue probado tanto por Dios como por el hombre para ser recto y perfecto. Por lo tanto, El fue cuadrado.
Según el versículo 1, el altar medía cinco codos de largo y cinco de ancho. Cinco multiplicado por cinco representa a Cristo llevando la responsabilidad en la cruz para cumplir todos los requisitos de la justicia, la santidad y la gloria de Dios. Cinco es el número de la responsabilidad y cinco multiplicado por cinco indica una responsabilidad cabal, o sea, responsabilidad sobre responsabilidad. El Señor Jesús llevó tal responsabilidad en la cruz cuando cumplió la triple exigencia de Dios.
EL versículo 1 también indica que la altura del altar era de tres codos. ¿Por qué medía tres codos de alto? ¿Por qué la altura era menor que la longitud y la anchura? Esto no es fácil de entender. El hecho de que el alto sea menos que el largo y el ancho indica que la obra redentora del Señor se extiende de una manera amplia. Además, el altar es todo-inclusivo. Si fuese muy angosto, no podría incluir muchas cosas. También si fuese muy alto, no podríamos alcanzarlo.
El número tres se refiere al Dios Triuno o a la resurrección. No creo que sea apropiado aplicar el concepto de la resurrección aquí. Por lo tanto, aquí el número tres se debe referir al Dios Triuno.
El Señor Jesús no fue el único que llevó a cabo la redención en la cruz, sino todo el Dios Triuno. Hebreos 9:14 dice que el Señor Jesús se ofreció a Sí mismo a Dios Por el Espíritu eterno. Según Colosenses 2, Dios el Padre estaba ocupado cuando Cristo fue crucificado en la cruz. Mientras Dios el Hijo pasaba por una muerte todo-inclusiva, Dios el Padre estaba muy activo. Como ya mencionamos, los espíritus malignos, también estaban ocupados. Hebreos 9:14 muestra que el Dios Triuno estaba envuelto en el logro de la redención; nos dice que Cristo se ofreció a Sí mismo a Dios por medio del Espíritu. Este es el Dios Triuno representado por los tres codos de la altura del altar. Por lo tanto, El Dios Triuno es el nivel de la redención. La redención fue alcanzada por el Dios Triuno conforme a Su nivel.
Las tres parábolas de Lucas 15 también nos muestran que el Dios Triuno está envuelto en la redención del hombre. El Hijo está representado por el pastor que busca a la oveja perdida; el Espíritu está representado por la mujer que enciende la lámpara buscando la moneda perdida y el Padre, está representado por padre, que recibe al hijo pródigo y lo cubre con su mejor vestido y lo alimenta con el becerro gordo. Aquí vemos que el Dios Triuno recibe al pecador arrepentido. Este es el significado de que la altura del altar sea de tres codos.
Según nuestra experiencia sabemos que el Dios Triuno estaba envuelto en nuestra redención. Cuando éramos pecadores y escuchamos el evangelio, el Espíritu estaba trabajando dentro de nosotros. Cuando nos arrepentimos, comenzamos a apreciar al Señor Jesús. Al mismo tiempo, el Padre estaba trabajando. Por ende, el Espíritu, el Hijo y el Padre trabajaban juntamente para redimirnos, traernos de vuelta y aceptarnos. Este es el significado de la altura de la redención efectuada por Cristo. Los tres codos de altura en el altar implican que éste fue construido por el Dios Triuno y conforme a El. Creo que este es el verdadero significado de la altura del altar. La redención fue realizada en la cruz por el Dios Triuno, por el Hijo, por el Espíritu y por el Padre.
El versículo 2 dice: “Y le harás cuernos en sus cuatro esquinas”. Los cuernos en las cuatro esquinas del altar representan el poder de la cruz de Cristo (véase Salmos 92:10a) para llegar a las cuatro esquinas de la tierra. Los cuernos en las esquinas eran rociados con la sangre de los sacrificios (Lv. 4:25, 34). Creo que ésta es la razón por la cual era perdonado el que se agarraba de los cuernos. Un ejemplo de esto se encuentra en 1 Reyes 1:50. En contraste, otro versículo, Exodo 21:14 dice que aun si cierta clase de persona pecaminosa se agarraba de los cuernos del altar, no recibiría perdón.
Los cuernos representan la fuerza, y en tipología los cuatro cuernos representan los cuatro extremos, o esquinas, de la tierra. Esto quiere decir que la obra redentora de Cristo es tan eficaz que se puede extender a toda la tierra. Esta tiene la fuerza, el poder, de alcanzar las cuatro esquinas de la tierra. En la historia, en especial hoy día, se ha visto que la eficacia de la redención de Cristo ha alcanzado las partes más alejadas del mundo. Esto nos muestra el poder de la redención de Cristo. Por lo tanto, los cuernos en las cuatro esquinas del altar representan el poder y la fuerza de la redención de Cristo.
El versículo 2 dice: “los cuernos serán parte del mismo”. Esto nos muestra que los cuernos eran uno con el altar. Los cuernos no se hacían por separado y luego se adherían al altar. Más bien, formaban una sola pieza con el altar. Esto indica que el poder y la fuerza de la redención de Cristo no pueden ser separados de Su cruz. Sin el altar no estarían los cuernos, ni el poder, ni la fuerza. No piense que puede tener ningún poder o fuerza fuera de la cruz de Cristo. Este poder nunca puede ser separado de la cruz. Los cuernos deben ser uno con el altar.
En cuanto al altar, el versículo 2 dice: “Y lo cubrirás de bronce”. Esto representa al juicio justo de Dios sobre Cristo como nuestro sustituto (Nm. 16:37-38). En Números 16 vemos que el bronce usado para cubrir el altar provenía de los incensarios de los doscientos cincuenta rebeldes que fueron juzgados por Dios con fuego. Luego de que Dios los juzgara, El le encomendó a Moisés que tomara el bronce de los incensarios y lo usara para cubrir el altar. Por lo tanto, el bronce que cubre el altar indica un juicio. En tipología, el cobre y el bronce representan el juicio de Dios.
Cuando Cristo estaba en la cruz, El era un hombre, representado por la madera de acacia. No obstante, El estaba cubierto de bronce, por medio del juicio de Dios. A diferencia del arca, la cual estaba cubierta de oro representando la naturaleza de Dios, el altar estaba cubierto de bronce, representando al juicio justo de Dios. Por lo tanto, como el hombre que murió en la cruz, Cristo fue completamente juzgado por Dios como nuestro sustituto. El sufrió el juicio en nuestro lugar. El estaba completamente cubierto por el juicio de Dios. En la cruz El fue un hombre juzgado por Dios.
El versículo 3 dice: “Harás también sus calderos para recoger la ceniza, y sus paletas, sus tazones, sus garfios y sus braseros; harás todos sus utensilios de bronce”. Todos los calderos para echar las cenizas, las paletas para recogerlas, los tazones para echar la sangre (Zac. 9:15), los garfios para virar la carne y los braseros para poner el carbón estaban hechos de bronce, el mismo material usado para cubrir el altar. El hecho de que todos los utensilios estuviesen hechos de bronce, significa que todas las cosas relacionadas con la cruz tienen como fin el juicio de Dios.