Mensaje 108
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Lectura bíblica: Éx. 27:4-7; 38:5; Is. 53:8, 10a; 2 P. 3:18; 2 Co. 5:21; Ro. 3:23-26; He. 9:14; Gá. 3:13-14; Hch. 1:8; 2:38; Ef. 1:13-14; Gá. 3:3
Algunos lectores de la Biblia piensan que el altar del holocausto era una mesa o un estante donde se colocaban las ofrendas, un tipo de caja sobre la cual se ponían los sacrificios. En realidad el altar se parecía a una concha. Tenía cuatro lados y un enrejado en el medio, sin cubierta ni fondo. En Exodo 27 vemos que el altar medía cinco codos de largo, cinco de ancho y tres de alto. Exodo 27:4-7 habla acerca del enrejado, los anillos y las dos varas. Si al altar se le quitaba el enrejado con los cuatro anillos y las varas, éste sería una concha o una caja vacía. Hace años, le prestaba atención a esta “caja”; sin embargo, no recuerdo nada acerca del enrejado, los anillos y las varas. Parece que estas tres cosas no me impresionaron mucho. Cada vez que pensaba en el altar del holocausto, me imaginaba una concha, una caja. No obstante, el enrejado, los anillos y las varas son el contenido del altar. Además, estas cosas son la realidad, fuerza y poder del altar, que dependen del contenido del mismo.
Hemos dicho que el enrejado estaba colocado a la mitad del altar y se extendía de un lado al otro. Probablemente el enrejado era pesado y fuerte. De lo contrario, no hubiera podido sostener el peso de la madera y los sacrificios. Debió haber sido de bronce para poder soportar el calor.
Estudiemos el cuadro representado por este tipo y su significado. Dentro de la concha del altar estaba el enrejado, la rejilla, y sobre el enrejado estaba la madera y los sacrificios que serían quemados. A medida que éstos se quemaban, las cenizas caían al suelo, pero el humo subía hacia Dios como olor fragante para Su satisfacción. Por lo tanto, el olor fragante satisfacía a Dios, y las cenizas comprobaban que la ofrenda había sido aceptada por Dios. Cuando Dios olía la dulce fragancia, era satisfecho y complacido. Cuando el que presentaba el sacrificio veía las cenizas, su conciencia podía descansar, ya que las cenizas eran la prueba de que Dios había aceptado el sacrificio y de que había sido perdonado. El enrejado estaba relacionado tanto con la fragancia como con las cenizas. La fragancia estaba por encima del enrejado, y las cenizas por debajo.
El enrejado representa mucho más que la obra redentora de Cristo. Según la Biblia, Cristo no puede ser separado de Su obra redentora. Cristo mismo es nuestra redención. La redención no es simplemente una cosa, es también una persona. Es cierto que el enrejado representa a la obra redentora de Cristo. No obstante, en realidad representa al Cristo que redime. El enrejado es un tipo de Cristo en Su obra redentora.
A fin de entender como el enrejado tipifica al Cristo que redime, sería útil comparar el enrejado con la cubierta del propiciatorio que estaba sobre el arca. Según Romanos 3:25, la cubierta del propiciatorio es Cristo mismo. La propiciación no es simplemente un acto que Cristo llevó a cabo; El mismo es la propiciación. Aquel que llevó a cabo la propiciación es también la cubierta del propiciatorio. La cubierta del arca es una persona: Cristo, en Sí mismo logró la propiciación. Siguiendo el mismo principio, el enrejado representa a Cristo, el Redentor, en Su obra redentora, es decir, representa a Cristo mismo.
Ya vimos que las cenizas son la evidencia, la prueba, una confirmación de que el sacrificio había sido aceptado por Dios y de que su pecado o pecados habían sido perdonados. El resultado era que Dios disfrutaba el olor de la obra redentora de Cristo, y el que ofrecía disfrutaba de paz.
Es de importancia ver que el enrejado no estaba al fondo del altar ni por encima. Por el contrario, estaba en el medio, a la mitad, entre la parte superior y el fondo. Esto nos indica que el juicio de Dios sobre Cristo no sólo era un asunto externo sino que también era un asunto interno. Cristo no sólo llevó el juicio de Dios sobre Sus hombros sino también en Su corazón. El Salmo 22:14, que habla de los sufrimientos de Cristo en la cruz dice: “Mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas”. Esto indica que cuando Cristo sufrió el juicio de Dios, El no sólo lo sufrió externamente, sino también internamente. Este es el significado de que el enrejado no estuviese encima ni al fondo sino dentro del altar y en medio de éste. El que Cristo sufriera el juicio justo de Dios fue un asunto interno y no sólo externo.
No tenemos las palabras adecuadas para hablar de Cristo, Su cruz y Su obra redentora. Carecemos del entendimiento, y no tenemos la capacidad de hablar de lo que entendemos correctamente. Por lo tanto, estamos agradecidos por el cuadro que nos provee el altar del holocausto. Este nos revela algunos detalles que no son mencionados claramente en el Nuevo Testamento.
Aunque usted leyera los veintisiete libros del Nuevo Testamento y estudiara cada versículo relacionado con la obra redentora de Cristo, Su muerte y Su cruz, no obtendría una visión clara de qué es la muerte de Cristo. La muerte de Cristo es grandiosa y todo-inclusiva. De acuerdo con la Biblia no es simplemente una muerte temporal sino que es una muerte que ha durado por la eternidad. Según Apocalipsis 13:8, a los ojos de Dios, Cristo fue inmolado desde la fundación del mundo. Por lo tanto, El es el Redentor eterno, y Su muerte es diferente a la de cualquier pecador, ya que dura por toda la eternidad.
Nosotros no podemos entender cabalmente la muerte de Cristo. Simplemente no se pueden explicar algunos aspectos de Su muerte redentora. Sin embargo, el enrejado representa al Cristo todo-inclusivo junto con Su muerte infinita. El soportó el ardor y el peso del juicio justo de Dios ejercido sobre El. No obstante, aunque el cuadro del altar nos presenta esto, no podemos entender por completo todos los detalles relacionados con la muerte de Cristo.
El cerco es uno de los puntos relacionados con el altar que no comprendo muy bien. En cuanto a éste y al enrejado se usan las palabras “abajo” y “debajo”. Pienso que al enrejado estar debajo del cerco formaban una parrilla, un donde se colocaba lo que sería quemado. Como mencioné anteriormente, tal vez el cerco protegía la madera de acacia que estaba cubierta por el bronce a los cuatro lados del altar para que no fuera quemada por el calor intenso. No obstante, no les puedo decir el significado espiritual del cerco. Puede que represente el apoyo que se le dio a Cristo mientras soportaba el juicio de Dios en la cruz. Como un ser humano, con toda seguridad, El necesitaba algo en que apoyarse. Así que tal vez el cerco represente el apoyo que se le dio al Cristo redentor.
Examinemos una vez más el cuadro del altar con el enrejado. Mientras la madera y los sacrificios que se quemaban sobre el enrejado, el olor fragante subía hacia Dios y la madera junto con los sacrificios se convertían en cenizas. Repito: que las cenizas comprueban claramente que hemos sido aceptados por Dios y que nos ha perdonado. Por lo tanto, podemos estar en paz. Las cenizas son una señal de esto. Así que las cenizas tienen que ver con nosotros, mientras que el olor fragante es para Dios. Que seamos impresionados con el Cristo redentor quien es tipificado por el enrejado y el altar del holocausto.
El enrejado resulta en los cuatro anillos. Al enrejado no se le adherían los anillos, ni tampoco eran soldados a éste. De acuerdo con el relato, los cuatro anillos salían del enrejado. Pienso que las cuatro puntas de los largueros del enrejado se insertaban en los huecos que estaban a los lados. También que las puntas de las barras que salían a través de los huecos del altar eran formadas en anillos. Por lo tanto, los anillos no estaban separados del enrejado, más bien formaban una sola pieza. Realmente no pienso que luego de que se hacía el enrejado se le adherían los cuatro anillos.
El que los cuatro anillos sean una sola pieza de trabajo con el resto del enrejado indica que el Cristo redentor llega a ser el Espíritu. A Cristo no se le añade el Espíritu. Algunos cristianos piensan que a Cristo se le ha añadido el Espíritu. Sin embargo, la Biblia revela que Cristo llega a ser el Espíritu todo-inclusivo. En otras palabras, el Espíritu todo-inclusivo es idéntico a Cristo y El se identifica con el Espíritu todo-inclusivo.
Los cuatro evangelios presentan el enrejado, al Cristo que redime. Este es absolutamente una persona del Espíritu. El nació del Espíritu. Estaba lleno del Espíritu, y siempre seguía la dirección del Espíritu. Finalmente, este Cristo redentor llegó a ser el Espíritu todo-inclusivo. En otras palabras, según el Nuevo Testamento, el Cristo redentor llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45).
La noche antes de la crucifixión, el Señor Jesús le dijo a los discípulos que vendría otro Consolador (Jn. 14:16). En esta profecía el Señor indicó que este Consolador sería El mismo. El sería el segundo Consolador. Cuando El estaba hablando acerca de esto, El era el primer Consolador. Por lo tanto, el primer Consolador, es el Cristo redentor; el segundo Consolador es el Espíritu vivificante. El segundo Consolador no es otro adicional. Más bien, el primer Consolador vino de nuevo en la forma del segundo. En tipología esto es representado por el enrejado que resulta en los cuatro anillos.
Hace muchos años, cuando estaba en el cristianismo, tenía el concepto de que Cristo estaba separado del Espíritu. De acuerdo con este concepto, Cristo había ascendido al cielo y permanecía allí mientras que el Espíritu venía a la tierra para tomar Su lugar. Esto quería decir que el primero se había ido y que ahora estaba el segundo. Sin embargo, al estudiar la Biblia y tener más experiencias, comencé a darme cuenta de que Cristo y el Espíritu, son uno. El segundo, el Espíritu, es el resultado del primero y que Cristo resulta en el Espíritu.
En 1 Corintios, la Biblia nos dice que el postrer Adán llegó a ser el Espíritu vivificante. ¿Quién es el postrer Adán? El postrer Adán es el Cristo redentor. Ahora este postrer Adán, el Cristo redentor, es el Espíritu vivificante.
Para quemar sobre el altar se necesitaba el enrejado, pero para el movimiento se necesitaban los cuatro anillos. No obstante, los anillos no estaban separados del enrejado. Cuando estudiamos este cuadro, vemos que Cristo, el Redentor, es tanto el enrejado como los anillos, los cuales fortalecen, facilitan el transporte y tipifican al Espíritu. Hemos visto que los cuatro anillos sostenían todo el enrejado incluyendo la madera y los sacrificios. Sin los cuatro anillos, el enrejado junto con todo lo demás se caería. Sin los anillos, el enrejado no tenía soporte, ni fuerza. Debido a que los anillos sostenían el enrejado, éste se podía mantener en su lugar y llevar la pesada carga para que el juicio de Dios ardiera. Por lo tanto, los anillos no sólo eran el poder para mover, sino que también eran la fuerza para sostener el enrejado.
Si no tuviésemos un Cristo que resultase en el Espíritu, entonces El sería para nosotros una figura histórica, y Su obra redentora sólo sería una doctrina. Para muchos cristianos de hoy, Cristo sólo es un personaje histórico, y Su obra es sólo doctrina. No tienen ninguna experiencia personal de Cristo o de Su obra redentora, para ellos, Cristo y Su obra, son técnicamente objetivos.
Yo puedo testificar que antes de ser salvo, para mi también eran asuntos objetivos. En ese momento, no tenía ninguna experiencia relacionada con Cristo o Su obra redentora. No obstante, debido a que el cristianismo era la religión de mi familia, lo defendía. Defendía a Cristo y Su cruz. Sin embargo, un día fui salvo de una manera real. Tuve un contacto real con el Señor Jesús, le recibí y tuve una experiencia personal de Su obra redentora.
Hoy día hay millones de cristianos que tienen a Cristo sólo como un redentor histórico y la redención como una doctrina. No tienen un Cristo personal ni una redención personal. ¿Conoce la causa de esto? Se debe a que para ellos, Cristo y Su obra redentora han estado separados del Espíritu. Por lo tanto, en el recobro del Señor debemos tocar y ministrar a Cristo en el Espíritu. Cada vez que predicamos el evangelio, debemos hacerlo en el Espíritu. Nuestro enrejado debe tener los cuatro anillos. El Cristo que nos redime debe tener como resultado el Espíritu vivificante todo-inclusivo.
El Nuevo Testamento está escrito de tal manera que revela el enrejado dando como resultado los cuatro anillos. En los cuatro evangelios vemos al Cristo redentor que resulta en el Espíritu. Al final de los evangelios y en Hechos, tenemos al Espíritu. Además, las epístolas dan énfasis al Espíritu. Por ejemplo, Pablo nos exhorta a andar en el Espíritu (Gá. 5:16). Finalmente en el último libro de la Biblia, Apocalipsis, tenemos el Espíritu siete veces intensificado (Ap. 1:4). Según Apocalipsis 22:17, “El Espíritu y la novia dicen: Ven”. Por lo tanto, según el Nuevo Testamento, el Espíritu es el resultado del Cristo redentor. Esto es el enrejado con los cuatro anillos.
Ahora debemos decir unas palabras acerca de las varas. Las varas eran unas cañas. Tanto los anillos como las varas debían haber sido muy fuertes a fin de sostener el peso del altar. Recuerden que el altar era un cuadrado de unos siete pies y medio, y estaba hecho de madera de acacia cubierta de bronce. Por tanto debe haber sido muy pesado. A causa de esto se necesitaban más de cuatro personas para cargarlo. Por lo menos se necesitaban dieciséis personas para mover el altar. Claro está, la Biblia no nos dice el número. El punto aquí es que un cuerpo corporativo transportaba el altar.
Lo que quiero decir al usar las palabras “corporativo” y “cuerpo”, es que el movimento de la cruz es llevado a cabo por la iglesia. El grupo de hombres que llevaban el altar representa el movimiento de la cruz por parte de la iglesia. ¿Y qué clase de iglesia es ésta? Esta debe ser una iglesia con los cuatro anillos, una iglesia que tenga al Espíritu, que permanezca en El.
El cuadro del altar nos presenta al Cristo redentor, al Espíritu todo-inclusivo, y a la iglesia. No es suficiente que la cruz de Cristo sea predicada por individuos. Si somos individualistas, perdemos el poder necesario para predicar la cruz. Esta debe ser predicada por la iglesia. En otras palabras, es el Cuerpo el que carga a Cristo y a Su cruz en el Espíritu vivificante todo-inclusivo.
A medida que estudiamos el tipo del altar, vemos que éste junto con el enrejado, los anillos y las varas representan a todo el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento revela al Cristo redentor, al Espíritu y a la iglesia. Según el Nuevo Testamento Cristo redentor resulta en el Espíritu todo-inclusivo, y es en este Espíritu, la iglesia, el Cuerpo, lleva a Cristo y Su cruz. El altar puede ser transportado debido a las varas que están dentro de los anillos y que están sobre los hombros del cuerpo. Hoy nosotros estamos incluidos entre aquellos que están llevando el altar. Hemos puesto nuestros hombros bajo las varas, y estamos llevando al Cristo redentor en el Espíritu todo-inclusivo.
Hoy nuestra necesidad es que tengamos el pleno entendimiento del Cristo redentor y experimentar al Espíritu de una manera real. Debemos comprender a Cristo y Su obra redentora y necesitamos conocer en nuestra experiencia al Espíritu, quien es el resultado del Cristo redentor. Entonces llegaremos a ser una iglesia viviente que lleva el testimonio a todos los confines de la tierra.
En Apocalipsis 5 los siete Espíritus, los cuales son los siete ojos del Cordero, son enviados a toda la tierra. No obstante, estos siete Espíritus no son enviados solos; van juntamente con las iglesias. Por lo tanto, si no vamos a algún sitio, el Espíritu no tendrá la manera de llegar allí tampoco, ya que el Espíritu va en nosotros, con nosotros, y a través de nosotros, los miembros del Cuerpo. Si las varas no iban a algún lugar de la tierra, ¿cómo llegarían los anillos a ese lugar? Los anillos acompañan a las varas. Del mismo modo, cuando las varas se detienen, los anillos se detienen. Esto quiere decir que si hoy no hubiesen cristianos, no existiría el mover del Espíritu Santo. Este se mueve con los creyentes. En otras palabras, el Espíritu se mueve con la iglesia. La iglesia es la que lleva el poder del Espíritu.
Los que cargaban el altar, en primer lugar, cargaban las varas. Mientras llevaban las varas, también llevaban los anillos, y cuando llevaban los anillos, llevaban el enrejado junto con todo el altar. Esta es la razón por la cual digo que el altar, con el enrejado, los anillos y las varas constituyen todo el Nuevo Testamento. A medida que estudiamos este cuadro, debemos preguntarnos dónde estamos nosotros hoy. Todos debemos tener nuestros hombros debajo de las varas, las cuales están dentro de los anillos que cargan el enrejado. Debemos ser aquellos que llevan al Cristo redentor como un testimonio en el Espíritu todo-inclusivo.