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Mensaje 111

El atrio del tabernaculo

(2)

  Lectura bíblica: Éx. 27:9-19; 38:9-20; 40:33

I. REPRESENTA LA ESFERA Y EL LIMITE DEL EDIFICIO DE DIOS

  El atrio representa la esfera y el límite del edificio de Dios. El tabernáculo no sólo tipifica a Cristo mismo, sino también tipifica a la morada de Dios en cuatro etapas: Cristo, el pueblo de Israel, la iglesia y la Nueva Jerusalén. Cristo es la morada de Dios, el edificio de Dios. En el Antiguo Testamento Israel fue también la morada de Dios. Ahora en el Nuevo Testamento la iglesia es el edificio de Dios, Su morada. En el milenio la Nueva Jerusalén será la morada de Dios por la eternidad.

  El libro The Vision of God’s Building (La vision del edificio de Dios) nos muestra que toda la Biblia es un libro de edificación. En los primeros dos capítulos de la Biblia, Génesis 1 y 2, tenemos los materiales para la edificación. En Génesis 2 se menciona el oro, el bedelio (un tipo de perla), el ónice. En los últimos dos capítulos de la Biblia, Apocalipsis 21 y 22, tenemos el edificio construido con estos materiales. En medio de estos dos extremos de la Biblia está el proceso de la edificación de Dios.

  Dios creó todas las cosas con el fin de cumplir Su plan de tener un edificio eterno. La creación fue una obra de preparación. La obra principal de Dios es la edificación. Puede ser que cuando leemos la Biblia le prestemos atención a la obra creadora de Dios y no a Su obra de edificación. La selección, la predestinación, el llamado, la redención, y la salvación por parte de Dios tienen como propósito la edificación. Incluso la meta de la regeneración es la edificación. Cualquier cosa que Dios esté haciendo hoy; ya sea, predicando el evangelio, edificando a los santos o estableciendo iglesias, todo es parte de Su obra de edificación. En otras palabras, estas actividades son parte de la obra principal de Dios, la obra de edificación. Dios tiene una meta, y ésta es edificar una morada universal para Sí mismo. Con el tabernáculo en Exodo tenemos un tipo, un modelo, de este edificio.

  Aunque el tabernáculo era algo pequeño, diez codos de ancho y treinta de largo, es único en todos los aspectos. Sería difícil cambiarle algo. Ningún ser humano habría hecho tal diseño. Como ya dijimos, el tabernáculo seguía el patrón mostrado a Moisés en la montaña. Por lo tanto, el patrón del tabernáculo era un patrón celestial.

  El tabernáculo como edificio de Dios tenía una esfera y un límite, los cuales era el atrio. Sabemos por el libro de Apocalipsis que la Nueva Jerusalén tendrá una pared que mide ciento cuarenta y cuatro codos de alto. Esto indica que la morada de Dios tiene un límite. Dios desea tener una pared que marque el límite de Su morada.

II. SU TAMAÑO

  El largo del atrio era de cien codos. El número cien se compone de diez por diez. Esto representa la plenitud de la plenitud. Esta expresión se compara con expresiones tales como Rey de reyes y Cantar de los Cantares, lo cual indica que es el mejor, lo máximo, la plenitud.

  El atrio medía cincuenta codos de ancho. El cincuenta se compone de diez por cinco y representa la responsabilidad cabal. El diez es el número de la plenitud, y cinco es el número de la responsabilidad. Sin los cinco dedos de nuestra mano, sería difícil llevar la responsabilidad. En cada mano tenemos cuatro dedos y un pulgar. El número cuatro representa a los seres humanos, como la criaturas de Dios, y el uno representa a Dios. El hombre más Dios nos da la capacidad para llevar la responsabilidad. Como creyentes, somos seres humanos a los que se le ha añadido Dios. Ahora nuestro número es el cinco.

  El área del atrio formaba un rectángulo de cien codos de largo y cincuenta de ancho. Este rectángulo representa la mitad de un cuadrado cuyos lados miden cien codos. También indica que se necesita la otra mitad. Por lo tanto, esto implica un testimonio.

  El atrio era un testimonio. Una mitad estaba representada, pero la otra mitad estaba por venir. La Nueva Jerusalén será un entero, un cuadrado en lugar de un rectángulo. Claro está que nosotros aún no estamos en esa era de plenitud. Aún estamos en la edad del testimonio, esperando a que venga la otra mitad. Somos como la mitad de un matrimonio que necesita la otra mitad para ser complementado.

III. LAS COLGADURAS

  Las colgaduras del atrio representan a Cristo como la justicia de Dios para ser la expresión del edificio de Dios como su límite (27:9, 11-12, 14-15). Como justicia de Dios, Cristo es tanto la expresión como el límite del edificio de Dios. Aquí tenemos tres palabras importantes: justicia, expresión y límite. Cristo es la justicia de Dios, Cristo es la expresión de Dios, y Cristo es el límite de Su edificio.

  El lino fino representa a la justicia de Dios, la cual es Cristo mismo. Cristo, la justicia de Dios, llega a ser nuestra justicia. Cristo es nuestra justicia, y la de Dios. Este Cristo, quien es tanto de Dios como nuestro, es la expresión del edificio de Dios.

  Siempre que se levantaba en el desierto el tabernáculo junto con el atrio, el pueblo podía ver el lino blanco como la esfera del edificio de Dios. Esta expresión era blanca, brillante, limpia y ordenada. No había ninguna mezcla, ni nada sucio. El tabernáculo junto con el atrio representaban una esfera donde todo era justicia, la justicia de Dios expresada a través de Cristo y ahora también es expresada a través de la iglesia. La iglesia hoy debe tener una expresión adecuada, la cual es la expresión de Cristo mismo como nuestra justicia. El límite del edificio de Dios es esta expresión justa. El límite de la iglesia es la medida en que expresa a Cristo la cual viene a ser la expresión del edificio de Dios. No obstante, hoy entre los cristianos a menudo hay una carencia de este límite o expresión debido a que carecen de Cristo. Carecen de la manifestación de Cristo en su vivir a fin de expresar a Dios en justicia.

  Pablo habla en Efesios 4:24 acerca del nuevo hombre. En realidad este nuevo hombre es la edificación de Dios. Cuando comparamos Efesios 4:24 con Colosenses 3:10, podemos ver que el nuevo hombre se renueva a la imagen de Dios en justicia y santidad de la verdad. La imagen de Dios tiene una expresión doble: la justicia y la santidad. El nuevo hombre se renueva a la imagen de Dios, la cual es la expresión de la justicia y la santidad.

  La expresión exterior de la edificación de Dios en el tabernáculo era la justicia mientras que interiormente era la santidad. En el atrio estaban la colgaduras de lino las cuales representan la justicia de Dios. Dentro del tabernáculo estaba el oro. Las tablas y el mobiliario estaba cubierto de oro. El oro representa la naturaleza de Dios, la cual es santidad. La santidad es la naturaleza de Dios, mientras que la justicia se relaciona con sus actos. Todo lo que Dios dice y hace es justo. Todas las acciones de Dios son justas. Por tanto, la justicia es la expresión de Dios en Sus actos, mientras que la santidad es la expresión de Dios en Su naturaleza.

  Hoy la iglesia, como la edificación de Dios debe tener esta doble expresión de Dios. La expresión exterior de la iglesia debe ser la justicia, y la interior debe ser la santidad. En el aspecto exterior de la iglesia se debe ver la expresión de Dios como la justicia. Sin embargo, por dentro todo debe ser dorado; es decir, debe haber la expresión de Dios en Su naturaleza santa.

  Los tipos en el Antiguo Testamento nos dan detalles de las cosas espirituales que no pueden ser descritas con palabras. Muchas veces un cuadro es mejor que mil palabras. Por ejemplo, usted puede usar mil palabras para describir el rostro de una persona y aún así no es capaz de describirlo adecuadamente. Es mucho mas fácil tener una foto. Siguiendo el mismo principio, los libros del Nuevo Testamento tal vez no describan de manera detallada algunas cosas espirituales. Debido a los detalles es útil estudiar los tipos. En los tipos se pueden ver muchos puntos que no podemos encontrar en el Nuevo Testamento. Particularmente, relacionado con el tabernáculo y su atrio, vemos la expresión de Dios exteriormente en la justicia e interiormente con la santidad.

A. De lino

  El lino fino representa el vivir humano de Cristo. Nuestra expresión de la justicia debe ser la expresión del vivir humano de Cristo. El lino que se usaba para las colgaduras era fino. Era sedoso (suave), no era áspero ni arrugado. Si leemos los cuatro evangelios, podremos ver que el vivir humano de Cristo fue verdaderamente fino y suave.

  El lino también estaba torcido. Esto significa que había sido probado a través de sufrimientos. Como resultado, no estaba suelto. Mientras Cristo vivió en la tierra, El fue probado a través de sufrimientos.

B. El tamaño

  Ahora hablaremos en cuanto al tamaño de las colgaduras. El largo de las cortinas era de cien codos a cada lado, el ancho de la parte de atrás era de cincuenta codos, y el largo de las colgaduras a cada lado de la entrada era de quince codos. Esto hace un total de doscientos ochenta codos. Esto era igual al largo total de las diez cortinas del tabernáculo (26:1-2). El hecho de que el largo de las colgaduras y el largo total de las diez cortinas encima del tabernáculo fuese el mismo indica que lo que comprende el límite del atrio del tabernáculo es igual a la cubierta del tabernáculo. Del mismo modo, la expresión externa de la iglesia hoy también debe ser la cubierta de la iglesia. Tanto la expresión como la cubierta son Cristo. Además, tanto las cortinas que estaban sobre el tabernáculo como las colgaduras que estaban alrededor del atrio estaban hechas de lino. La única diferencia era que las colgaduras no tenían color ni bordado, mientras que las cortinas estaban bordadas y eran de diferentes colores.

  El número doscientos ochenta se compone de cuarenta multiplicado por siete. En la Biblia el cuarenta es el número de pruebas y dificultades, y el siete es el número de plenitud en esta edad. Cuando el Señor Jesús estaba en la tierra, El experimentó dificultades y pruebas intensas. El fue probado en todos los aspectos y por todos. Estas pruebas y dificultades sin duda alguna fueron séptuples, completas a totalidad; estas fueron multiplicadas por siete.

  Según 27:18, la altura de las colgaduras era de cinco codos. Ya hemos dicho que el cinco representa la responsabilidad. En las colgaduras vemos dos cosas importantes: la justicia representada por el lino blanco, y la responsabilidad representada por el número cinco. La justicia jamás puede separarse de la responsabilidad. Si usted no lleva la responsabilidad, no puede ser justo. Sólo se puede ser justo cuando se lleva a cabo la responsabilidad. Todos tenemos ciertas responsabilidades. Como esposo o esposa, como padre o hijo, como jefe o empleado, y hasta como vecino, debemos llevar a cabo nuestra responsabilidad. De lo contrario, no podemos ser justos. Si queremos estar bien con otros, debemos ejercer nuestra responsabilidad y llevarla a cabo.

  En el recobro del Señor debemos expresar a Dios en Cristo como justicia. Sólo podemos hacerlo si llevamos a cabo nuestra responsabilidad en todos los aspectos. Dondequiera que estemos, en la escuela, en el hogar, en nuestro vecindario o con nuestros familiares, debemos llevar a cabo nuestra responsabilidad. Si somos descuidados y no cumplimos con nuestra responsabilidad, no somos justos. Si no tenemos la justicia, entonces carecemos de la expresión de Dios en Cristo como nuestra justicia. Por lo tanto, debemos expresar la justicia por medio de llevar a cabo nuestra responsabilidad.

IV. LAS COLUMNAS Y SUS BASAS

A. Las basas de bronce

  Las basas de bronce (38:29-31) representan al Cristo juzgado por Dios para ser la base de separación en Su edificio. Esto no es fácil de entender. Vimos que el edificio de Dios tiene un límite, y este sirve de separación. Además, esta separación, este límite, tiene una base, a saber, las basas de bronce. El Cristo que fue juzgado por Dios ahora es la base de esta separación.

  Las colgaduras de lino fino estaban sobre las columnas de bronce, y éstas a su vez estaban sobre las basas de bronce. Por lo tanto, en el atrio podemos ver el bronce, que representa a la justicia de Dios y el lino, que es el resultado del bronce. Esto indica que la justicia de Dios sale del Su juicio.

  Hemos mencionado enfáticamente el hecho de que la expresión de la iglesia debe ser la justicia. No obstante, ¿de dónde viene esta justicia? Esta proviene del juicio de Dios. Todos los aspectos de nuestro vivir deben ser juzgados por Dios. Cualquier cosa que hagamos que no haya sido juzgada por Dios no puede ser justa. El Cristo que vive en nosotros es aquel que ha sido juzgado por Dios. Las basas de bronce tipifican a este Cristo. El Cristo que fue juzgado ahora es nuestro vivir interno. Cuando vivimos por El, todo lo que hacemos y tenemos en nuestro diario vivir es juzgado. Nuestro hablar será juzgado, y nuestras actitudes serán juzgadas. Nuestra memoria, intención, pensamientos, tendencias, todos deben ser juzgados por Dios. El Cristo que vive en nosotros es el Cristo que fue juzgado.

  Tal Cristo es la base para el límite de justicia que separa. Cuando en nuestro diario vivir todo es juzgado por Dios, el resultado es la justicia. Sin embargo, muchos hermanos y hermanas en el Señor no viven una vida juzgada. No viven todo el tiempo bajo el juicio de Dios.

  Necesitamos tener la experiencia del juicio de Dios en nuestro hablar. Siempre que abra mi boca para hablar, debo estar bajo el juicio de Dios. A causa de esto yo no diría algunas palabras. Ocasionalmente, puede que diga algunas cosas, pero estas palabras, luego de haber pasado por el juicio de Dios, serán justas.

  ¿Conoce usted cuál es el origen del chisme? El chisme viene de un hablar que no ha sido juzgado por Dios. Supongamos que soy tentado a chismear acerca de un hermano. Si yo estuviese bajo el juicio de Dios no podría chismear. Además, la persona que gusta de escuchar ese chisme también debe experimentar el juicio de Dios. Las basas que sostienen las columnas de bronce implican este juicio.

  Los hermanos que están casados necesitan el juicio de Dios sobre la manera en que le hablan a sus esposas. Algunas veces su hablar es muy licensioso, y se dicen palabras que no debieron haber sido dichas. Si queremos vivir a Cristo, tenemos que experimentar en Su vivir un elemento que juzga, que nos pone bajo el juicio de Dios. El Cristo por el cual vivimos fue juzgado por Dios, y Su vida lo fue también.

  Tal vez algunos piensen que el juicio de Dios es lo mismo que el sentir interno que aparta a una persona salva de cometer ciertas cosas. De hecho este sentir es una prohibición; no es el juicio de Dios. A medida que vamos creciendo en el Señor, pasamos de la etapa de la prohibición a la etapa del juicio. Entonces nos damos cuenta de la diferencia entre la prohibición y el juicio.

  Necesitamos experimentar a Cristo como la justicia y también como la vida que ha sido juzgada por Dios. ¡Aleluya, tenemos una vida justa que también ha sido juzgada! De esta vida que ha sido juzgada se obtiene una vida justa. Esta es la experiencia de las basas de bronce como base para el límite y la separación del edificio de Dios.

B. Las columnas

  El versículo 11 dice: “Y del lado del norte cortinas de cien codos; sus columnas, veinte, con sus veinte basas de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata”. La frase “de bronce” incluye a las basas y a las columnas, así como la frase “de plata” se refiere tanto a los capiteles como a las molduras. Así que tanto las basas como las columnas son de bronce. Debido a que algunos estudiantes de la Biblia utilizan algunas traducciones un tanto ambiguas, piensan que las columnas estaban hechas de otro tipo de material, tal vez de plata o de madera de acacia. No obstante, ni la plata ni la madera de acacia encajan en este cuadro ni tampoco concuerdan con el significado espiritual.

  Las columnas de bronce representan al Cristo juzgado por Dios y quien es el poder sostenedor y de soporte de la división del edificio de Dios. Cristo no es sólo el fundamento de la división; también es el poder sostenedor y de soporte de la misma. Por lo tanto, Cristo es tanto las columnas como las basas. Sin embargo, este Cristo no es un Cristo glorificado: es un Cristo juzgado. Hoy nosotros tenemos que vivir a este Cristo juzgado. A fin de expresarlo a otros, especialmente para los que están en el mundo, tenemos que ser juzgados en nuestro diario vivir. Si somos juzgados día a día en todo, expresaremos a Cristo como la justicia de Dios.

  Mi intención no es simplemente darles una enseñanza de los tipos como amonestaciones o exhortaciones para que tengan un buen comportamiento. No, lo que tenemos aquí es algo más básico, más crucial. Si viviéramos a Cristo, veríamos que Su vida es una vida juzgada. En El está el elemento de juicio. Por lo tanto, mientras más le vivimos a El, más será juzgado nuestro diario vivir. Este juicio nos proporcionará la base y el poder sostenedor para llevar la justicia de Dios como Su expresión.

C. Sesenta: el número de las columnas y de las basas

  En el atrio había un total de sesenta basas y sesenta columnas: veinte a cada lado, diez al fondo y diez al frente. (Las del frente estaban acomodadas en dos grupos de tres y un grupo de cuatro). El número sesenta aquí representa a Cristo en la semejanza de carne de hombre (Rm. 8:3; Jn. 3:14) quien es juzgado por Dios conforme a Su justicia. Aquí se denota el número seis. Cristo en la semejanza de carne de hombre o en la semejanza de hombre de carne fue juzgado por Dios. En otras palabras, Cristo fue completamente juzgado por Dios en la carne de hombre. Esto no quiere decir que Cristo tenía la carne caída. No, El tenía la semejanza de la carne caída y fue juzgado en esa carne. Esto también es el elemento de la vida juzgada de Cristo. En esta vida juzgada existe el elemento de la carne de hombre que es juzgada por Dios. Todos somos hombres de la carne. Nuestra carne debe ser juzgada, y en Cristo ésta ya ha sido juzgada. Cuando vivimos a Cristo, tenemos la experiencia del juicio de Dios sobre la carne.

  El número sesenta denota al número seis. No obstante, si sumamos las sesenta columnas con las sesenta basas obtenemos el número ciento veinte. Esto quiere decir que al final los ciento veinte hacen desaparecer a los sesenta. En el número ciento veinte no tenemos el seis. ¿Cómo es posible que el número seis desaparezca? Esto sucede al tener las columnas erguidas sobre las basas. El punto aquí es que si vivimos a Cristo, la vida juzgada de Cristo hará de nosotros las basas y también las columnas erguidas y que se sostienen. Si somos basas sin ser las columnas todavía estamos en el número seis. Lo mismo ocurre si somos las columnas sin ser las basas. Sin embargo, si somos tanto las columnas como las basas, ya no estaremos en el número seis. Más bien el número ciento veinte tomará el lugar del número seis.

  Cuando vivimos a Cristo, Su vida que ha sido juzgada pondrá nuestro diario vivir bajo el juicio de Dios. Debemos ser juzgados a diario en todos los aspectos. Entonces tendremos las basas y también las columnas para llevar la justicia de Dios como Su expresión. Esta no es una enseñanza con el propósito de exhortar. Por el contrario, esta es una revelación que se encuentra en la Biblia que nos muestra donde se encuentra nuestra salvación. Nuestra salvación se encuentra en el Cristo juzgado.

D. El área que existía entre dos columnas es igual a la de la parte superior del altar

  El área que existía entre dos columnas medía cinco codos por cinco codos. Esto iguala a la parte superior del altar (27:1). El área de la parte superior del altar era un cuadrado de cinco codos de largo y cinco de ancho. Así también, el área que existía entre dos de las columnas era de cinco codos de ancho y cinco de alto. Esto demuestra que el área entre las columnas es igual a la de la parte superior del altar. Esto significa que la obra redentora de Cristo por nosotros complementa los requisitos de la justicia de Dios. Podemos tener la justicia “cuadrada” de Dios gracias a la obra redentora “cuadrada”. La obra redentora de Cristo complementa a los justos requisitos de Dios.

E. Las cabezas, los capiteles y las molduras de las columnas

  Las cabezas, los capiteles y las molduras de las columnas eran de plata. Esto representa la obra redentora de Cristo la cual es el resultado del juicio justo de Dios. Las basas y las columnas eran de bronce, pero sus cabezas, las coronas de las columnas, estaban cubiertas de plata, y los capiteles y las molduras eran de plata. Esto nos muestra que la obra redentora de Cristo sale del juicio justo de Dios. Esta redención es nuestra corona y también nuestro poder sostenedor (los capiteles), nuestra fuerza que une. Nosotros, las columnas, estamos unidos unos con otros por medio del poder de la obra redentora de Cristo la cual sale del juicio justo de Dios.

  No debemos tener solamente conocimiento doctrinal de éstas cosas. Debemos ver que sólo podemos estar unidos cuando tenemos una vida que ha sido juzgada por parte de Dios de una manera justa. Esta vida también es una vida redentora. Así que, tenemos la redención que se obtiene del juicio justo de Dios. Entonces ésta redención llega a ser el poder que une y nos junta los unos con los otros. También llega a ser nuestra gloria, nuestra corona, nuestra cabeza. Por lo tanto, en primer lugar somos juzgados, luego somos redimidos, y después somos unidos y tenemos una corona gloriosa. Las cabezas representan la gloria, mientras que los capiteles representan al poder sostenedor, y las molduras a la fuerza unificadora.

  Los asuntos relacionados con el plan y la economía de Dios no son tan sencillos. Por ejemplo, la expresión de la iglesia con respecto al mundo no es un asunto sencillo. A fin de comprender esto debemos ver el tipo que se nos presenta en Exodo 27.

  Aquí hay otro asunto importante. Si queremos disfrutar del aspecto interior del tabernáculo, debemos tener todos los detalles del atrio. A menos de que hayamos entrado en la esfera del atrio, no existe la manera de que entremos en el Lugar Santísimo.

  Además, en primer lugar debemos disfrutar a Cristo y experimentarlo como nuestra justicia. Entonces podremos disfrutarle y experimentarle como nuestra santidad. Esta es la razón por la cual 1 Corintios 1:30 dice que primero Dios hizo a Cristo nuestra justicia y luego nuestra santificación, es decir, nuestra santidad práctica y en la experiencia. Por lo tanto, la justicia viene primero y luego la santidad. Si queremos entrar a la sección más interna del tabernáculo, o sea, el Lugar Santísimo, primero debemos pasar por la sección de la justicia de Dios.

  Finalmente, lo que llevamos y expresamos en el atrio es el lino. Sin embargo, como las tablas levantadas en el tabernáculo, lo que llevamos y expresamos es el oro. Todos queremos expresar el oro. No obstante, a fin de expresar el oro, primero debemos llevar el lino. Esto quiere decir que debemos tener la expresión externa de la justicia antes de que podamos tener la expresión interna de la santidad. La expresión exterior es para con los otros, pero la expresión interior es para Dios. Sin santidad, nadie puede ver a Dios. Esta es la razón por la cual en Hebreos 12 se nos exhorta a perseguir la santidad, ya que sin ella nadie verá a Dios. La santidad tiene como propósito que podamos tener comunión con Dios, para que tengamos contacto con El, y le disfrutemos. Necesitamos la justicia exteriormente, y la santidad interiormente. Necesitamos la expresión exterior para todos los seres humanos, y la expresión interior para Dios para que le podamos ver, disfrutar, absorber y tener comunión con El.

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