Mensaje 115
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Lectura bíblica: Éx. 27:20-21; 28:1-5
A través de los siglos, los cristianos han debatido en cuanto a la manera de reunirse, particularmente desde la Reforma. Todas las denominaciones y los grupos cristianos se reúnen de manera distinta. Por ejemplo, la manera presbiteriana de reunirse es diferente a la manera bautista. ¿Cuál es su manera de reunirse? La manera apropiada de reunirse se basa en el tipo presentado en el Antiguo Testamento de encender las lámparas que estaban en el Lugar Santo. Jamás debemos pensar que encender las lámparas es algo insignificante. En tipología, encender las lámparas al menos implica la manera apropiada de reunirse.
Las lámparas siempre se encendían en el tabernáculo de reunión. El tabernáculo no sólo era la morada de Dios, sino también el lugar de reunión. Por lo tanto, era el lugar donde Dios moraba y donde el pueblo de Israel se reunía.
Encender las lámparas se relaciona con la reunión del pueblo de Dios. Si nos preguntaran de que manera nos reunimos en la vida de iglesia, diríamos que nos reunimos de manera que encendamos las lámparas. La manera adecuada de reunirnos como cristianos es encendiendo las lámparas. Cada vez que nos reunimos como iglesia, necesitamos la luz de las lámparas. Además, todo lo que hagamos en la reunión debe hacer que las lámparas brillen. Cantar himnos y dar testimonios debe encender las lámparas.
Reunirnos para encender las lámparas abarca todos los aspectos de nuestra experiencia espiritual en la vida cristiana. Incluye nuestra experiencia de Cristo como corporificación del Dios Triuno, de la naturaleza divina, de la humanidad elevada de Cristo que arde a fin de alumbrar ante Dios y ante Su testimonio, del Espíritu de Dios como el aceite que se obtiene de las olivas y de los procesos por los cuales Cristo pasó, a saber, la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, y la resurrección. Además, incluye que llevemos las vestiduras sacerdotales, o sea, que expresemos a Cristo.
Como ya mencionamos, necesitamos todos los aspectos de las vestiduras sacerdotales a fin de estar calificados para encender las lámparas que estaban en el Lugar Santo. Si tenemos la túnica sacerdotal sin el efod sin el pectoral, no tenemos la expresión completa de Cristo y no estamos calificados. Por esto algunos de los que asisten a las reuniones no pueden encender la luz de las lámparas.
¿Sabe usted lo que significa encender las lámparas en el santuario? Encender las lámparas es emitir luz. Cuando algunos santos hablan en la reunión, todos tenemos el sentir de que la luz está brillando y que se disipan las tinieblas. Aquellos que emiten la luz de esta manera sin duda alguna tienen las vestiduras sacerdotales, las cuales son la expresión de Cristo. Cuánta luz habrá en el santuario depende de cuán calificados estemos para encender las lámparas al ponernos a Cristo como las vestiduras sacerdotales. Para encender las lámparas, debemos expresar a Cristo, y debemos tener la experiencia de la corporificación de Dios, de la naturaleza divina, de la humanidad de Jesús, y del Espíritu de Cristo con los elementos de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, y la resurrección. Estos elementos deben ser los componentes de nuestra vida cristiana. Si este es el caso, entonces estaremos calificados para encender las lámparas que están en el santuario de Dios.
Tal vez al venir a la reunión con el deseo de encender las lámparas, estemos escasos de la experiencia genuina de Cristo como corporificación del Dios Triuno. Tal vez nos falte también algo de la experiencia de la naturaleza divina y de la humanidad de Cristo. Además quizás no tengamos el aceite del Espíritu de Cristo. A consecuencia de esto, trataremos de encender las lámparas con algo que no es aceite de oliva. En ocasiones cuando algunos santos oran-leen e invocan al nombre del Señor Jesús, no tienen el aceite de oliva. No tienen el aceite que se obtiene de Cristo como el olivo, sino que lo obtienen de alguna otra fuente. Si alguien ora-lee o invoca al Señor de una forma ligera, no puede encender las lámparas con aceite de oliva puro. Cuando algunos santos escuchan este hablar, se desaniman y dicen: “Ahora me siento condenado por la forma en que yo oro-leo, invoco el nombre del Señor, y le alabo. De ahora en adelante permaneceré callado en las reuniones. No quiero usar aceite que no sea de oliva”. No tenemos que desanimarnos, más bien, lo que necesitamos es ser purificados. Los jóvenes deben admitir que en ocasiones cuando gritan “¡Alabado sea el Señor!” no tienen el aceite de oliva. Debemos alabar al Señor de la manera apropiada, con el aceite de oliva puro del Espíritu.
Yo no estoy de acuerdo con orar-leer, invocar o gritar que de por resultado un elemento impuro y natural. La pureza y santidad de estas prácticas no se debe mezclar con la soltura y la broma. En el momento en que tengamos tal mezcla el resultado será oscuridad en lugar de luz. Todo lo que expresemos en la reunión debe ser aceite puro del olivo. Ese es el único aceite que arderá para dar luz en el Lugar Santo. Orar-leer, el invocar y gritar de una manera natural nunca hace que la luz santa ascienda, y nunca alumbra a los santos.
Necesitamos que la cruz opere en nosotros. El aceite puro de oliva ha pasado por la encarnación y la crucifixión, y ha entrado en la resurrección. Este aceite no posee ninguna mezcla ni elemento natural. Es cierto que debemos liberarnos en las reuniones y estar llenos de gozo. En ocasiones podemos hasta reírnos, pero todo se debe hacer con el aceite puro de oliva.
Cada vez que nos reunimos como iglesia, debemos hacerlo en la morada de Dios. Es muy importante que recordemos esto. Nuestra reunión es un santuario. Por lo tanto, no debemos comportarnos como si estuviéramos en un estadio. Debemos recordar que estamos en una reunión santa de los santos. Ya que la reunión es el santuario de Dios debemos encender las lámparas en el santuario, esto es, en la tienda de reunión. Sabemos que el edificio donde nos reunimos no es el santuario ni el Lugar Santo; es la reunión la que viene a ser el santuario. No importa donde nos reunamos, ya sea en un edificio o al aire libre, nuestra reunión es en el Lugar Santo. Es por esto que no debemos reunirnos de una manera natural o secular. Todo lo que hagamos en la reunión: hablar, cantar, alabar, invocar, clamar, orar-leer, debe propiciar la ascensión de la luz santa. Esto es encender las lámparas en el santuario de Dios para que la luz acabe con las tinieblas.
En Exodo 27:21 dice: “En el tabernáculo de reunión, afuera del velo que está delante del testimonio, las pondrá en orden Aarón y sus hijos para que ardan delante de Jehová desde la tarde hasta la mañana, como estatuto perpetuo de los hijos de Israel por sus generaciones”. Este versículo menciona “afuera del velo que está delante del testimonio”. La razón por la cual necesitamos la luz de las lámparas es que, en la mayoría de los casos no estamos en el Lugar Santísimo. Nos reunimos en el Lugar Santo, no en el Lugar Santísimo. Esto significa que el velo todavía separa al Lugar Santísimo del Lugar Santo. Detrás del velo está el arca con la ley, llamada el arca del testimonio. La frase “delante del testimonio” denota delante de la ley que está dentro del arca. Aunque tengamos la luz que asciende al Lugar Santo, todavía estamos en el, y no hemos pasado al Lugar Santísimo. Estamos en el Lugar Santo pero tenemos una vista del Lugar Santísimo. Aunque estamos en el Lugar Santo, estamos delante del testimonio. Aún no hemos entrado en el Lugar Santísimo. Encendemos las lámparas delante del testimonio, que se encuentra al otro lado del velo, con la esperanza de que éste sea quitado. Por lo tanto, cada vez que nos reunimos en el santuario de Dios, encendemos las lámparas, a fin de que la luz ascienda delante del testimonio, con la expectativa de entrar en el Lugar Santísimo. Una vez entremos en el Lugar Santísimo, la gloria shekinah tomará el lugar de la luz que nosotros encendido en el santuario. Esto es encender las lámparas cuando tenemos los requisitos del sacerdocio. Necesitamos estos requisitos a fin de estar delante del testimonio y esperar, así, poder entrar en el Lugar Santísimo. Al encender las lámparas podemos ver el camino que dirige al Lugar Santísimo, el camino que nos lleva a las profundidades de Cristo dentro de Dios.
Espero que todos quedemos impresionados de que en nuestras reuniones necesitamos la luz de las lámparas y esto a su vez se relaciona con el sacerdocio. En nuestras reuniones debemos propiciar que la luz divina brille a fin de que las tinieblas se disipen y podamos ser traídos a la luz con la esperanza de entrar en el Lugar Santísimo, donde está el testimonio de Dios. Tal vez aún estemos en el Lugar Santo. No obstante, estamos muy cerca del testimonio, y estamos a la expectativa de entrar pronto el Lugar Santísimo.
Otra razón por la que se debían encender las lámparas que estaban en el Lugar Santo, es que cuando tenemos la luz en el santuario, podemos ver los diferentes muebles que están en el Lugar Santo, es decir, podemos ver los diferentes aspectos de Cristo en la esfera santa. Cada vez que encendemos la luz de las lámparas en las reuniones de la iglesia, podemos ver algún aspecto de Cristo. Sin embargo, si en lugar de ver algún aspecto de Cristo vemos algo que es común, natural o mundano, algo está mal en cuanto a la luz. Lo que debemos ver bajo la luz de las lámparas del santuario es Cristo en Sus diferentes aspectos. Cuando cantamos, testificamos, hablamos y compartimos, la luz debe brillar a fin de presentar los aspectos de Cristo. Además, vemos el camino al Lugar Santísimo. Nuestra experiencia en las reuniones de la iglesia comprueba que cuando la luz brilla, vemos a Cristo y también la manera de entrar al Lugar Santísimo.
Según 27:21, los sacerdotes ponían las lámparas en orden “desde la tarde hasta la mañana”. Aquí no se menciona el día. Durante nuestra vida cristiana, estamos en la noche, no en el día. Ya que estamos en la noche, necesitamos que la luz brille hasta que amanezca el día. Al encender la luz en las reuniones de la iglesia en esta era de la noche, somos alumbrados para ver más de Cristo y ver más claramente el camino al Lugar Santísimo.
Pocos de los que vienen a las reuniones saben como encender las lámparas. Necesitan aprender a hacerlo a fin de alumbrar la reunión. Cuando estábamos en el salón de reunión de la calle Elden en los años 1969-1971, las lámparas estaban encendidas desde mucho antes de que comenzara la reunión. Además, durante aquellos años, los santos se preparaban para encender las lámparas desde sus casas o de camino a la reunión. Durante esos años los hermanos escribieron muchos cánticos e himnos, tales como “Espíritu dador de vida es Cristo el Señor...”, el cual me gusta mucho. Este cántico nos da luz. Muchos santos han sido animados en su espíritu cuando la cantan.
Encender las lámparas en el Lugar Santo es un asunto serio. Requiere de varias cosas: el candelero, las mechas y el aceite de oliva. Además, para obtener el aceite necesitamos el olivo con las aceitunas. Al estudiar el cuadro del alumbrado de las lámparas con el aceite de oliva, vemos también nuestra experiencia espiritual. Si queremos encender las lámparas, necesitamos más experiencia. Necesitamos experimentar a Cristo como el olivo en Su encarnación, vivir humano, crucifixión, y resurrección. Estos aspectos del proceso de Cristo deben llegar a ser nuestra experiencia. Esto quiere decir que lo que El debe llegar a ser nuestro. Si no tenemos la experiencia del proceso de Cristo, no tenemos el olivo con el aceite de oliva. Entonces tendremos las manos vacías cuando venimos a encender las lámparas, estaremos cortos de aceite de oliva. Por lo tanto, necesitamos tener la experiencia adecuada de Cristo. También necesitamos el candelero como corporificación del Dios Triuno. Necesitamos el candelero no sólo en doctrina, sino también en la experiencia. Además, necesitamos la experiencia de ordenar las lámparas, despabilarlas y llenarlas de aceite. Como ya mencionamos, también necesitamos las vestiduras sacerdotales, que son la expresión de Cristo.
Muchos de los que van a las reuniones no pueden encender las lámparas debido a que no tienen el aceite. No tienen la experiencia necesaria de Cristo y carecen de Su expresión. No están calificados para servir como los sacerdotes que encienden las lámparas del Lugar Santo. Esto nos muestra que encender las lámparas es algo serio e importante.
Hace muchos años me enseñaron que el candelero tipificaba a Cristo y que el aceite representaba al Espíritu Santo. Pero no prestaban atención a la experiencia espiritual. Nuestro entendimiento de encender las lámparas no es simplemente doctrinal, más bien se relaciona mucho con nuestra experiencia cristiana. En nuestra experiencia debemos ser sacerdotes, necesitamos el candelero junto con las mechas, y necesitamos el aceite. El aceite es muy importante. Esto requiere que experimentemos a Cristo como el olivo en Su encarnación, vivir humano, crucifixión, y resurrección. Entonces tendremos la substancia necesaria para encender las lámparas. Sólo cuando tenemos el candelero, las mechas y el aceite en nuestra experiencia estamos calificados para encender las lámparas.
Además de todos estos asuntos necesitamos una experiencia más profunda de las vestiduras sacerdotales. Sólo los que tienen tales vestiduras están calificados para encender las lámparas. Si no las tenemos quiere decir que carecemos de Cristo y de Su expresión. Si tratamos de encender las lámparas sin tener la expresión adecuada de Cristo en los diferentes aspectos tipificados por las vestiduras sacerdotales, experimentaremos una muerte espiritual en el Lugar Santo. Esto no es simple doctrina, sino que es una experiencia real. Muchos de los santos vienen a la reunión y experimentan muerte espiritual debido a que no llevan puestas las vestiduras sacerdotales.
Ya mencionamos que cuando encendemos las lámparas en el Lugar Santo, vemos los muebles que representan diferentes aspectos de Cristo: la mesa del pan de la proposición, el candelero, y el altar del incienso. Por medio de la visión adecuada bajo la luz de las lámparas del santuario, vemos los diferentes aspectos de Cristo y también el camino que nos conduce al Lugar Santísimo. Aunque no estemos en el Lugar Santísimo, tenemos la vista y la esperanza de entrar a ese lugar secreto y tocar las profundidades de Cristo.
Espero que a través de estos mensajes acerca del alumbrado de las lámparas y las vestiduras sacerdotales muchos de nosotros entendamos el verdadero significado de la reunión de los creyentes. El propósito de la reunión es tener el santuario apropiado con las lámparas encendidas por los sacerdotes que están calificados a fin que de obtengamos una visión de los diferentes aspectos de Cristo y veamos el camino para entrar a las profundidades de Cristo con Dios.