Mensaje 117
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Lectura bíblica: Éx. 28:1-4; 1 P. 2:5, 9; Ap. 1:6; 5:9-10
En el libro The Vision of God’s Building [La visión de la edificación de Dios] mencionamos que el tema principal de la Biblia era la edificación de Dios. Dios creó al hombre con un espíritu para que lo recibiera a El como vida. Según el capítulo 2 de Génesis, al hombre se le presenta la vida divina en forma del árbol de la vida. El versículo 9 dice: “También el árbol de la vida en medio del huerto”. El versículo 10 nos dice: “Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos”. Desde el lugar en que estaba el árbol de la vida, fluía un río hacia los cuatro extremos de la tierra. Los versículos 11 y 12 hablan del oro, del bedelio y del ónice. Como dijéramos en el libro antes mencionado, estos asuntos están relacionados con los puntos cruciales de la vida y la edificación. En Génesis 2 tenemos el árbol de la vida y los materiales para la edificación de Dios.
Resulta muy interesante comparar este relato con los últimos dos capítulos de Apocalipsis. En Apocalipsis 22 tenemos también el árbol de la vida y el río del agua de vida. Pero cuando llegamos al final de la Biblia, los materiales para la edificación se encuentran en el edificio, la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén contendrá los mismos materiales que se mencionan en Génesis 2: el oro, la perla (bedelio) y las piedras preciosas.
Si el Señor nos concede el tiempo para completar el estudio-vida de los primeros cinco libros de la Biblia, o sea, el Pentateuco, veremos que estos son libros acerca de la edificación. Además, los libros históricos, desde Josué hasta Esdras, Nehemías y Ester, están relacionados con la edificación. De hecho, el tema principal de estos libros es la edificación de Dios. Cuando todo en cuanto a la edificación de Dios iba bien, la situación del pueblo de Israel era muy buena, pero cuando la edificación tenía dificultades, la situación era muy distinta.
En los libros proféticos la edificación es uno de los temas principales. El libro de Ezequiel tiene muchos capítulos que contienen la visión de la edificación de Dios. En el libro titulado The Visions of Ezekiel [Las visiones de Ezequiel], comentamos bastante acerca de esto. Ya que el deseo de Dios es la edificación, este es el tema de todo el Antiguo Testamento.
Sin duda alguna la Biblia dice mucho acerca de la salvación. No obstante, la Biblia no culmina con la salvación, sino con el edificio de Dios, la Nueva Jerusalén. A través de toda la Biblia vemos algunos asuntos relacionados con la edificación. En Génesis tenemos los materiales para la edificación y en Exodo tenemos la edificación del tabernáculo.
Los tres materiales preciosos en Génesis 2: el oro, la perla y el ónice, se pueden ver en el tabernáculo y en el sacerdocio. Sabemos que en el tabernáculo hay abundancia de oro. Vimos que el pectoral y las hombreras del efod que llevaba el sacerdote tenían piedras preciosas. Sin embargo, en el tabernáculo, en lugar de perla estaba la plata. La plata representa la redención. En Génesis 2 está la perla pero no la plata, ya que aún no existía el pecado. Además, en la Nueva Jerusalén habrá perlas en lugar de plata, ya que para ese entonces no habrá más necesidad de la redención. Pero entre Génesis 2 y Apocalipsis 21, definitivamente existe la necesidad de la redención, que es representada por la plata. Por esta razón, en 1 Corintios 3:12 Pablo menciona el oro, la plata y las piedras preciosas; pero no habla de la perla. La razón por la cual Pablo menciona la plata y no la perla es que en esta era existe la necesidad de la redención. Además, en la edificación del templo en el Antiguo Testamento, se utilizaron estos mismos materiales.
Pablo recibió una revelación maravillosa por parte del Señor acerca de la edificación. Su mención del oro, la plata y las piedras preciosas en 1 Corintios 3 concuerda completamente con el pensamiento de que antes de la caída del hombre en Génesis no existía el pecado por tanto no se necesitaba la redención. Pero luego de que el pecado entróen el hombre, era necesaria. En la eternidad no se necesitará la plata, ya que no habrá más pecado. Pero después de la caída y antes de la Nueva Jerusalén en la eternidad, debemos tener la plata. Una vez más vemos cuan consistente es la Biblia. Lo que Pablo escribió acerca de la edificación es consistente con la revelación de toda la Escritura.
La verdadera espiritualidad es un asunto de edificación. Sin la edificación, o sea, la casa espiritual, no hay santificación, ni espiritualidad, ni poder espiritual. Tal vez un hermano parezca ser noble, santo y espiritual, pero si no es parte del edificio de Dios, su supuesta riqueza espiritual se convertirá en bancarrota espiritual. La razón para esta condición es que sin la edificación no hay protección ni cubierta.
Podemos usar el local de reunión en Anaheim como ejemplo del edificio de Dios es nuestra protección. Supongamos que los materiales para la construcción del edificio estuvieran todavía sobre el suelo. En el caso de tormenta o de lluvia fuerte, se dañarían. No estarían protegidos. Pero debido a que ahora son parte del edificio, están protegidos de los cambios en el clima. Este es el mismo principio que encontramos en el edificio de Dios. Si queremos estar protegidos, debemos estar edificados en el edificio de Dios. Nuestra espiritualidad no nos sirve de protección; nuestra protección es el edificio.
Al comienzo de mi vida cristiana, no veía la importancia del edificio. Por la misericordia del Señor, yo amaba al Señor desde que fui salvo. Por más de cincuenta años mi amor por El nunca ha cesado. Además, he empleado mucho tiempo en buscar de El. También he seguido la santidad, la espiritualidad y el poder. He leído muchos libros acerca de esto. Pero mi búsqueda de estas cosas fue un fracaso. Al fin y al cabo aprendí que la única manera de ser santo, espiritual o poderoso es estar edificado en el edificio de Dios.
En los mensajes del entrenamiento para ser perfeccionados hablamos acerca de las opiniones y la peculiaridad. Pero sin importar cuanto se ejercite en resolver estos problemas, si no está edificado, ninguno de esos mensajes le serán de ayuda. Solamente cuando somos edificados, estos problemas se resuelven. Mientras usted este dispuesto a ser edificado en el edificio de Dios, el problema de la opinión y la peculiaridad desaparecerán. No trate de vencer estas cosas por su propio esfuerzo. Nuestra única necesidad es ser edificados.
Indudablemente Pedro, como uno de los apóstoles principales, aprendió mucho en su vida junto al Señor. En su primera epístola, un libro corto de sólo cinco capítulos, el habla claramente acerca de la edificación. El nos dice que necesitamos ser nutridos a fin de ser edificados como casa espiritual. En 1 Pedro 2:2 dice: “Desead como niños recién nacidos, la leche de la palabra dada sin engaño, para que por ella crezcáis para salvación”. Y luego en el versículo 5 continua diciendo: “Vosotros también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual hasta ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”. Según estos versículos, el alimento es propicio para el edificio, la casa espiritual, y esta es para el sacerdocio santo. Pedro habla, en el versículo 9, del real sacerdocio: “Mas vosotros sois un linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a Su luz admirable”. Cuando recibimos el alimento y somos edificados como casa espiritual, como un sacerdocio santo y real, mostramos la excelencia y las virtudes de Aquel que nos llamó.
En general, los cristianos de hoy se esfuerzan en vano por ser santos, espirituales y poderosos. Se han escrito muchos libros con el propósito de ayudar a los creyentes a ser santos y victoriosos. ¿Cuanta ayuda podemos recibir de estos libros realmente? Yo diría que la ayuda que ofrecen es muy poca o nula. Yo puedo testificar que he leído libros de diferentes categorías de enseñanza espiritual o bíblica. Además, traté de poner en practica los métodos utilizados en estos libros. Como mencioné anteriormente, el resultado fue un fracaso.
A través de los siglos han habido mucho creyentes que han sido muy espirituales. Sin embargo, muchas de las biografías de estos gigantes espirituales no son del todo correctas. Las biografías no siempre presentan un cuadro claro y completo de la vida de una persona. Tal vez después de morir alguno de estos gigantes espirituales, alguien decida escribir acerca de él. Puede ser que esa biografía exalte demasiado a esa persona. Este tipo de biografía es diferente a las que se encuentran en la Biblia. Por ejemplo, la Biblia habla acerca de las faltas de Abraham y expone los pecados de David. Si usted fuera a escribir la biografía de David, ¿mencionaría sus pecados? ¿acaso no trataría de ocultarlos y exageraría un poco acerca de su vida? A veces la autobiografía de un creyente es mas veraz y precisa que las biografías.
Aún las personas mas santas y espirituales, han cometido muchas faltas. Sabemos que los fracasos son diferentes a las faltas. Puede que una persona no haya tenido ningún fracaso, pero si muchas faltas. Las faltas en las vidas de los cristianos más espirituales se deben a la falta de la edificación.
Hace muchos años estuve por un mes en un lugar de Inglaterra, conocido por su espiritualidad. Es cierto que había algo de espiritualidad entre aquellos cristianos, pero no había edificación. Se hablaba mucho acerca de la espiritualidad, pero no tenían nada de la edificación. Los santos queridos de ese lugar bajo la mano del Señor aprendieron diferentes lecciones espirituales y tenían alguna experiencia espiritual. Habían aprendido a confiar en el Señor, como ser disciplinados por el Señor y como tener la experiencia de la cruz. También los principios de la vida de resurrección. Pero aunque conocían todo eso, el resultado finalmente fue una tragedia ya que no tenían la edificación.
En la Biblia y en la vida cristiana, los asuntos más básicos son la vida y la edificación. Si no le permitimos al Señor tener Su edificación entre nosotros, seremos un fracaso en lo que al propósito de Dios se refiere. La edificación es la única meta de Dios. El desea la Nueva Jerusalén por la eternidad. Hoy el desea la iglesia.
En el Antiguo Testamento podemos ver que la meta de Dios siempre ha sido la edificación. En el desierto El requería que se levantara el tabernáculo. Después en la tierra santa, la tierra de Canaán, El deseaba que se construyera un templo. Muchos versículos en los Salmos hacen mención del templo. Esto indica que conforme a la experiencia de los salmistas, la espiritualidad, la victoria y el poder están relacionados con el templo. Este mismo principio se aplica a nosotros hoy. La iglesia es el templo para nosotros. Nuestra espiritualidad, victoria y poder deben estar relacionados con la iglesia. Pero es muy triste, hasta trágico, que muchos cristianos no se interesan por la iglesia y algunos hasta se oponen a ella.
La situación entre el pueblo de Dios es muy desanimante. Así es hasta en los grupos de creyentes que son espirituales. La razón de esto es la falta de la edificación.
El Señor no ha obtenido Su meta de la edificación. Sin el edificio ¿cómo podemos tener el sacerdocio? Es imposible tener el sacerdocio sin el edificio. Los sacerdotes no son creyentes individuales; por el contrario, son un conjunto; el sacerdocio se compone de sacerdotes que han sido edificados con otros. Además, el servicio sacerdotal se lleva a cabo en conjunto y coordinación. Este sacerdocio corporativo es lo que el Señor está buscando hoy día.
Si estamos fuera de la meta de Dios, ¿qué podremos obtener? No podremos hacer nada para llevar a cabo el propósito de Dios.
En los siguientes mensajes estudiaremos en detalle las vestiduras sacerdotales. Luego veremos que la expresión de Cristo, la cual es representada por las vestiduras es en realidad un edificio. El sumo sacerdote no se ponía el efod para protegerse del frío o mantenerse caliente. Más bien, éste tenía como propósito la edificación; servía para unir el pectoral a las hombreras. Estas hombreras sin duda alguna son una fuerte señal de la edificación. El pectoral que llevaba el sumo sacerdote representaba la edificación. En el pectoral las piedras preciosas estaban incrustadas en oro. Y el pectoral estaba unido al efod. Las hombreras en las que estaban grabados los nombres de las doce tribus de Israel también estaban conectadas al efod. Esto nos muestra que el efod estaba relacionado con la edificación.
Cuando el sumo sacerdote se presentaba frente al Señor para recibir Su dirección, este debía llevar puesto el pectoral con el Urim y el Tumim. Esto significa que debía llevar el edificio. Si el sumo sacerdote no llevaba puesto el pectoral, podía alabar a Dios, quemar el incienso y encender las lámparas, pero no podía recibir la revelación de Dios. El recibir la revelación de Dios requiere del pectoral junto con el Urim y el Tumim.
El sacerdocio, sin el edificio, se desvanecería. No podemos tener el sacerdocio sin el edificio. La situación entre los cristianos de hoy es muy desanimante debido a la falta de edificación.
Mi corazón está entristecido por la condición del pueblo del Señor. No solamente me decepciona la oposición en contra del recobro del Señor, sino mayormente la falta de edificación. Sin embargo, aunque la situación no sea muy animante debemos creer que así como el Señor preservó a siete mil personas en los días de Elías, también ha preservado un remanente en la actualidad. Cuando Elías estaba desanimado, pensando que el era el único que había permanecido fiel al Señor, El le dijo que no se desanimara, ya que había preservado a siete mil que no había doblado sus rodillas a Baal. En la actualidad, el Señor también ha preservado un grupo de Su pueblo. El es soberano, y debemos alabarlo por Su soberanía.
Debido a nuestra limitación humana, puede ser que aspiremos a que el recobro del Señor aumente y se multiplique rápidamente. Sin embargo, un gran aumento en número podría corromper y arruinar el recobro. Por lo tanto, el Señor en Su soberanía, en lugar de dejar que esto pase, permite que se opongan a nosotros y que seamos purificados. El resultado es que aquellos que no tienen un corazón genuino para el Señor no toman el camino del recobro. En el pasado vimos como el Señor ha purificado Su recobro. Esta purificación era una prueba para ver quienes de verdad tenían un corazón por los intereses del Señor.
Todos debemos ver que la meta del recobro del Señor es recobrar a Cristo como la vida y nuestro todo, a fin de que seamos transformados y edificados. Cuando seamos edificados juntos, Dios tendrá un edificio. Este edificio es el sacerdocio.