Mensaje 134
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Lectura bíblica: Éx. 29:1-14; 40:12-15; Lv. 8:1-9, 12-17
Ya vimos que los sacerdotes necesitaban ponerse las vestiduras sacerdotales exteriormente y ser llenados internamente con el alimento. Ambas cosas representan aspectos diferentes de Cristo.
Exodo 29:1, y 10 al 14 habla acerca del becerro que se ofrecía como la ofrenda por el pecado de los sacerdotes. Esta ofrenda es Cristo buscando la manera de llenar nuestro vacío. Este vacío es un asunto de hambre interna. Si tenemos hambre estamos vacíos por dentro. Las vestiduras sacerdotales representan a Cristo cubriendo nuestra desnudez. Cuando lo tenemos a El como nuestras vestiduras sacerdotales, ya no estamos desnudos. Por el contrario, tenemos una expresión de gloria y hermosura. Esto quiere decir que externamente tenemos a Cristo cubriendo nuestra desnudez. Pero aún necesitamos que Cristo nos llene por dentro. A fin de llenar nuestro vacío por dentro, Cristo debe ser nuestra ofrenda por el pecado.
La ofrenda por el pecado no era alimento para los sacerdotes. Esta se quemaba completamente. Exodo 29:13-14 dice: “Tomarás también toda la grosura que cubre los intestinos, la grosura de sobre el hígado, los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos, y lo quemarás sobre el altar. Pero la carne del becerro, y su piel y su estiércol, los quemarás a fuego fuera del campamento; es ofrenda por el pecado”. Estos versículos nos hablan de dos quemados diferentes. El primero, que se describe en el versículo 13, es el quemado de la grosura del hígado y de los riñones sobre el altar. Esto produce un olor fragante que subía a Dios para Su satisfacción. Era como cuando se quemaba el incienso, el cual no era para juicio ni purificación, sino para el disfrute de Dios. La palabra hebrea que se traduce “quemar” en el versículo 13 es el término que se usa para quemar el incienso (véase los versículos 18 y 25). Los sacerdotes quemaban el incienso como olor agradable para satisfacer a Dios. Dios disfrutaba del aroma del incienso. En cuanto a la ofrenda por el pecado, la grosura interna y algunas otras partes se quemaban para el disfrute de Dios.
Este quemar satisfacía los requisitos de Dios, los cuales se dividen en tres categorías principales: Su justicia, santidad y gloria. Dios es justo, es santo y está lleno de gloria. Por lo tanto, Su justicia, santidad y gloria exigen algo de nosotros. Si carecemos de la gloria de Dios y no correspondemos a Su justicia y santidad, fallamos en cumplir con Sus requisitos y por ende somos condenados.
La grosura de la ofrenda por el pecado satisfacía los requisitos de Dios. La grosura del becerro proviene de la riqueza del mismo. Esto tipifica lo dulce y rico de la perfección de Cristo y satisface los requisitos de la justicia, santidad y gloria de Dios. Quemar la grosura y las otras visceras produce un olor grato para la satisfacción de Dios; El es completamente satisfecho con esto. Por tanto, el primer tipo de quemado se refiere a que la ofrenda por el pecado satisfacía a Dios completamente.
El segundo tipo de quemado, se describe en el versículo 14, era el de la carne, la piel, y el estiércol fuera del campamento. Estas partes de la ofrenda eran quemadas con el fuego del juicio. Por cierto, esté era un quemado para el juicio. No se hacía sobre el altar, sino fuera del campamento, lo cual representa abandono y juicio. Por un lado, Cristo era aceptado como olor grato a Dios, para satisfacer todos Sus requisitos; por el otro, Cristo era abandonado, condenado, juzgado y quemado fuera del campamento, fuera de la morada de Dios y lejos del pueblo de Dios.
La ofrenda por la transgresión se encarga de nuestros pecados, pero la ofrenda por el pecado se encarga de nuestro pecado, a saber, nuestra naturaleza pecaminosa. Si queremos ser los sacerdotes que sirven a Dios, debemos darnos cuenta de que, aunque hemos sido salvos, aún tenemos la naturaleza pecaminosa.
Esta naturaleza existirá en nuestro cuerpo hasta que sea transfigurado. Puedo testificar que no importa cuanto tiempo hemos sido salvos, nuestra naturaleza pecaminosa no cambia. Yo he sido salvo por mas de cincuenta y cinco años. Sin embargo, debo testificar que todavía tengo esta naturaleza. Nunca debemos creer en la doctrina de la erradicaciónla cual plantea que la naturaleza pecaminosa es erradicada de una persona cuando cree en Cristo. No, nuestra naturaleza todavía existe. Por lo tanto, siempre que vamos a servirle a Dios como sacerdotes, debemos recordar que tenemos esta naturaleza y que necesitamos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado para que El se encargue de ésta.
Cristo ha cumplido con todos los requisitos de Dios para satisfacerlo, y ha llevado el juicio de Dios por nosotros. Nuestra naturaleza pecaminosa ha sido juzgada en El. Siempre que tomamos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado, nos juzgamos pecadores, incluso el pecado como tal. Necesitamos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado y ser juzgados una y otra vez. En Romanos 8:3, Pablo se refiere a Cristo como la ofrenda por el pecado cuando dice que Dios envió a Su Hijo en semejanza de la carne de pecado y en cuanto al pecado, condenó al pecado en la carne.
Exodo 29:10-11 dice en cuanto a la ofrenda por el pecado: “Después llevarás el becerro delante del tabernáculo de reunión, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del becerro. Y matarás el becerro delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión”. Hoy nosotros debemos poner las manos sobre Cristo e identificarnos completamente con El.
Si queremos servir a Dios como los sacerdotes, debemos darnos cuenta que todavía tenemos la naturaleza pecaminosa y que necesitamos experimentar a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado. Nuestro ser es pecaminoso. Somos pecadores, aún el pecado mismo. ¡Cuanto necesitamos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado! Esta es la razón por la cual Pablo dice en 2 Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros viniésemos a ser justicia de Dios en El”.
La dulzura y riqueza de la perfección de Cristo satisface a Dios, al subir a El al ser ofrecido para Su satisfacción. Como la ofrenda por el pecado, Cristo fue abandonado por Dios y juzgado en nuestro lugar. El lavamiento de la palabra, acaba con nuestra corrupción externa. La ofrenda por el pecado se encarga de la naturaleza pecaminosa que tenemos por dentro. Para ser un sacerdote, no es suficiente confesar que hemos sido corrompidos por el trafico terrenal y que necesitamos ser lavados. Debemos tener en cuenta que nosotros, los sacerdotes, aun tenemos la naturaleza pecaminosa y somos pecadores. Por lo tanto, necesitamos que Cristo sea nuestra ofrenda por el pecado. Lo necesitamos con toda su perfección para ser quemado y satisfacer a Dios. También para llevar el juicio por nosotros.
Si vemos que tenemos una naturaleza pecaminosa y ponemos nuestras manos sobre Cristo para identificarnos totalmente con El, estaremos protegidos y, según la tipología, preparados para disfrutar de la comida de los sacerdotes. Si queremos ser los sacerdotes que sirven a Dios, necesitamos el lavamiento externo de la palabra, y también ponernos a Cristo como nuestra vestidura. Además, necesitamos la alimentación y el llenar interno. Esta alimentación requiere de una limpieza más profunda, llevada a cabo por Cristo como nuestra ofrenda por el pecado. Esta limpieza se encarga de nuestra naturaleza pecaminosa. Siempre que va a servir a Dios como un sacerdote, debe confesar que su naturaleza todavía es pecaminosa. Si no se presta atención a esto, no podrá disfrutar el Cristo que es tipificado por los carneros, los panes, las tortas y las hojaldres, todos sin levadura. No podemos disfrutar a Cristo adecuadamente si no reconocemos que tenemos la naturaleza pecaminosa y que lo necesitamos como nuestra ofrenda por el pecado.
Hace cincuenta y cinco años, comencé a ver esto. Hoy, sin embargo, estoy mucho más convencido. Después de muchos años de experiencia, tengo la certeza de que nací pecaminoso, que nací pecador con la naturaleza pecaminosa. De hecho, nací pecado. Esta naturaleza no ha cambiado en todos estos años que he estado en el Señor. Cuanta más cuenta me doy de esto, más tomo a Cristo como mi ofrenda por el pecado. Por un lado, reconocer que tengo tal naturaleza y tomar a Cristo como mi ofrenda por el pecado me lleva a ser juzgado y sumiso. Por otro, me preserva, pues me quita toda la confianza en mi mismo. Me recuerda una y otra vez que en mi carne no soy otra cosa que pecado.
A veces los creyentes se preguntan como un hermano que es espiritual y tiene experiencia puede caer en pecados serios. Debemos saber que todos somos capaces de tal pecado. Fíjese en David por ejemplo. David, por supuesto, era un santo del Antiguo Testamento. Realmente eran santificado y escribió muchos himnos espirituales. Pero ¿estaba erradicada la naturaleza de David? Ciertamente, no. Por satisfacer su lujuria, hizo matar un hombre, y luego tomó a su esposa. Hasta alguien santificado como David era completamente capaz de tal pecado. David no llegó a ser santo luego de este pecado; el ya lo era. No obstante, de igual modo cayó en pecado.
Suponga que cuando David fue tentado a pecar, hubiese recordado que era pecaminoso y le hubiese ofrecido una ofrenda por el pecado a Dios. En ese caso, pienso que no habría cometido el pecado. Es posible que David cometió el pecado porque temporalmente olvidó cuan pecaminoso era. El perdió la noción de su naturaleza pecaminosa. Debemos aprender de esta experiencia a que no debemos tener la más mínima confianza en nosotros mismos.
En otra ocasión mencioné que un hermano y una hermana no deben tener una larga conversación en privado. Hacer esto indica que no estamos conscientes de que necesitamos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado. Si nos recordamos continuamenet de esta necesidad, no nos envolveremos en largas conversaciones con miembros del sexo opuesto en privado. Además, en otras circunstancias, no confiaremos en nosotros mismos, ya que sabremos que somos pecadores.
Todos los días necesitamos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado. Después de levantarnos en la mañana, necesitamos recordar y aceptar una vez más, que somos pecaminosos por naturaleza, que nacimos siendo pecadores, y que necesitamos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado. Si, hemos sido regenerados, pero nuestra naturaleza pecaminosa continua con nosotros. Tenemos el Espíritu Santo en nuestro espíritu, pero nuestra naturaleza todavía es pecaminosa. Por lo tanto, si queremos disfrutar a Cristo como el carnero, el hojaldre, las tortas y el pan, debemos aplicarlo como nuestra ofrenda por el pecado. Esto nos preparará para disfrutarlo más a El.
La ofrenda por el pecado no debe ser una doctrina. Todos necesitamos tener más experiencia de Cristo como nuestra ofrenda por el pecado. Que seamos animados a experimentar a Cristo de esta manera más y más.
Según 29:1, la ofrenda por el pecado que se usaba para santificar a Aarón y a sus hijos para ser sacerdotes era un becerro. Este tipifica a Cristo siendo fuerte y rico en vida. Vimos que Aarón y sus hijos ponían sus manos sobre la cabeza del becerro, lo cual representa a los creyentes siendo identificados con Cristo. Según el versículo 11, Moisés debía matar al becerro delante del Señor a la puerta del tabernáculo de reunión. Esto significa que Cristo fue inmolado por Dios, representado por Moisés, delante de Dios frente a Su pueblo (Is. 53:10).
El versículo 12 dice: “Y de la sangre del becerro tomarás y pondrás sobre los cuernos del altar con tu dedo; y derramarás toda la demás sangre al pie del altar”. Esto representa la poderosa poderosa efectuada por Cristo con una base fuerte.
Ya mencionamos, que quemar de la grosura que cubría las visceras, el hígado y los dos riñones representa las riquezas y la dulzura del ser interno de Cristo ofrecido a Dios para Su satisfacción. Quemar la carne del becerro con su piel y estiércol fuera del campamento representa el ser externo de Cristo siendo sacrificado por los creyentes en la tierra para su redención.
Un punto importante que hemos cubierto hasta este punto es que para ser sacerdotes necesitamos ser llenados con Cristo. Todos debemos darnos cuenta de esto, sin Cristo, estamos totalmente vacíos, y no tenemos nada que satisfaga a Dios ni a nosotros. Antes de ser salvos, estábamos absolutamente vacíos. No teníamos nada que nos llenara ni nos calificar para servir a Dios. Pero la intención de Dios es santificarnos, separarnos para que seamos Sus sacerdotes. Para esto, El necesita llenar nuestro vacío para que podamos satisfacerlo a El. Externamente, estamos vestidos con Cristo como la túnica, el manto, el efod, y el pectoral. Todas estas vestiduras tipifican diferentes aspectos de Cristo cubriendo nuestra desnudez. Ahora que estamos cubiertos con El, ya no estamos desnudos.Cristo como nuestra vestimenta nos califica para servir como sacerdotes.
La vestimenta de los sacerdotes los calificaba para servirle a Dios. Sus vestiduras sacerdotales se pueden comparar con un uniforme. En muchos empleos, las personas deben usar un uniforme para estar calificados para trabajar. Por ejemplo un policía y una enfermera deben llevar el uniforme apropiado. Esto es así también para un juez y un medico. Cuando vestimos a Cristo, El viene a ser la vestimenta que nos califica para servir a Dios como sacerdotes. El es la cubierta de nuestra desnudez.
Internamente, Cristo es nuestro alimento y fuerza. El llena el vacío que tenemos dentro de nuestro ser.
Para llenar nuestro vacío interno, Cristo tiene que resolver el problema básico con Dios, el problema de nuestra naturaleza pecaminosa. En nuestra carne somos pecadores. En realidad, somos pecado. Según Romanos 7, nada bueno mora en nosotros, a saber, en nuestra carne, ya que no somos otra cosa que pecado. Por lo tanto, Cristo ha llegado a ser nuestra ofrenda por el pecado para resolver nuestro problema básico con Dios y ser llenados internamente.
Un segundo punto crucial relacionado con servir a Dios como sacerdotes es que; siempre que vayamos a servirle, debemos confesar que tenemos una naturaleza pecaminosa. Cada mañana necesitamos ofrecer la ofrenda por el pecado. Esto es tener en cuenta de que en nuestra carne no hay nada más que pecado.
Si prestáramos atención a que tenemos tal naturaleza ¿sería posible que discutiéramos con otros o peleáramos con ellos? Por supuesto que no. Ya que somos pecaminosos, ¿qué derecho tenemos a discutir con otros? ¿qué razón tenemos para ser orgullosos o pensar que somos superiores a otros? La razón por que hacemos tales cosas es que pensamos que somos mejores que los demás. Esta actitud demuestra que hemos olvidado lo que somos, que somos pecaminosos. Si recordáramos que somos pecaminosos por naturaleza, hasta el pecado mismo, no seríamos orgullosos.
Ofrecer a Cristo como la ofrenda por el pecado prepara la manera para que lo disfrutemos a El. Si usted ofrece Cristo como su ofrenda por el pecado en la mañana, seguramente durante el día lo disfrutará, tal vez como un carnero, como el pan, las tortas o las hojaldre. Si no se acuerda de esta ofrenda, no tendrá la base para disfrutar a Cristo. Es muy probable que carezca del disfrute de El durante ese día. Como resultado de no tener tal disfrute, estará vacío. ¿Cómo puede usted, entonces ser satisfecho internamente para servir a Dios como un sacerdote? Usted será sacerdote de nombre y de posición, pero no de verdad. Todos los creyentes son sacerdotes, pero en realidad la mayoría de ellos no tienen la base para servir como tales.
Mi carga en cuanto a Exodo 29 no es presentarles una doctrina, tal como, poner la sangre sobre los cuernos del altar, o derramar de la sangre al pie del altar. Mi carga es demostrar cuanto necesitamos ser llenos con Cristo y alimentarnos de El. El capítulo veintinueve de Exodo nos presenta la manera. Sin embargo, ésta no es muy común. Aún el darnos cuenta de lo que nos revela este capítulo es maravilloso. Muchos han leído este capítulo muchas veces sin darse cuenta de esto. Tal vez veamos las ofrendas, el lavamiento y la aplicación de la sangre, pero no el alimentarnos de Cristo.
Dudo que hayan libros que hablen acerca de lo que Exodo 29 revela. La mayoría de los cristianos no ven este asunto debido a que no están en la línea de la vida. Esta es la razón por la cual llamamos a nuestro estudio de la Biblia un estudio-vida. Esto también se aplica a nuestro estudio de Exodo 29. Por medio de este capítulo vemos que necesitamos ser llenados con Cristo. Lo que necesitamos es la experiencia de vida. Siempre que hablo acerca de un asunto de vida en un capítulo de la Biblia, me ocupo de ello solamente y no me baso en los puntos doctrinales.
Algunos maestros de la Biblia tienen mucho que decir acerca de la ofrenda por el pecado. Su argumento puede ser muy interesante de una manera doctrinal. Puede ser muy atractivo, pero al fin y al cabo lo distraerá de la vida y lo llevará a un entendimiento mental de la enseñanzas doctrinales de la tipología. Nosotros hablamos acerca de Exodo 29 desde otra perspectiva. Es por esto que debemos ofrecer la ofrenda por el pecado a fin de ser preparados para disfrutar a Cristo.
Que todos veamos la necesidad de ser llenados con Cristo y nos demos cuenta de que todavía tenemos una naturaleza pecaminosa y que a diario, temprano en la mañana, necesitamos ofrecer a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado. Esta naturaleza merece ser condenada, quemada, como lo fue la ofrenda por el pecado fuera del campamento. Si ofrecemos a Cristo como tal con este entendimiento, seremos preservados, y tendremos la manera de disfrutar más a Cristo.