Mensaje 146
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Lectura bíblica: Éx. 29:29-46
En el mensaje anterior le dimos énfasis al valor de los tipos que aparecen en el Antiguo Testamento, y también estudiamos las diferentes actitudes hacia estos tipos. Además de lo registrado en el Nuevo Testamento, necesitamos los tipos, los cuadros, que aparecen en el Antiguo Testamento. Especialmente, debemos prestar atención a los tipos de Cristo presentados en Exodo 29. Si aplicamos este cuadro de Cristo a nuestra experiencia, disfrutaremos más de Cristo y aprenderemos a cultivar y producir a Cristo a fin de que podamos ofrecerlo a Dios en las reuniones de la iglesia.
Espero que todos lo santos en el recobro del Señor estén dispuestos a desprenderse de su antiguo trasfondo religioso. Por lo menos hasta cierto punto, este trasfondo les influye inconsciente o conscientemente. Cuando van a las reuniones, todavía muchos están bajo la influencia religiosa. Debido a esto, van a las reuniones con el simple propósito de sentarse junto con la congregación y cantar con ellos. Otros tal vez ofrezcan una oración o den un testimonio. Por supuesto que esto es un avance. No obstante, todavía la situación de las reuniones está demasiado bajo la influencia de nuestra herencia del cristianismo tradicional. Tal vez consideremos esta herencia, esta influencia, como una cultura antigua de la cual debemos desprendernos.
En estos mensajes acerca de Exodo 29 hemos estado estudiando la santificación de los creyentes para servir a Dios como sacerdotes. Esto está relacionado con el asunto de cómo reunirnos. Lo que se revela mediante los tipos que aparecen en Exodo 29 es completamente diferente de la practica tradicional del cristianismo. Por esta razón, les exhorto ha que se desprendan de su viejo trasfondo y tomen algo nuevo según el cuadro que nos presenta Exodo 29.
Al final de Exodo 29 vemos el becerro de la ofrenda por el pecado, los corderos del holocausto, la harina y el aceite de la ofrenda de harina, y el vino de la libación. A diario nuestra practica debe ser igual a lo que se revela en estos tipos. Esto quiere decir que en nuestro diario vivir debemos experimentar a Cristo en todos estos aspectos. Ya no debemos vivir una vida cristiana de la vieja manera. El Nuevo Testamento pone en claro lo que es la vida cristiana. Sin embargo, el Nuevo Testamento no nos da los detalles. Los detalles están presentados en los tipos del Antiguo Testamento. Aquí en Exodo 29 tenemos el cuadro que demuestra que en nuestro diario vivir necesitamos un becerro, dos corderos, harina, aceite y vino. ¿Dónde está la ofrenda por el pecado en su vida cristiana? ¿Dónde están los corderos, la harina fina, el aceite, y el vino? Es posible que en su diario vivir usted no tenga ninguno de estos. Los aspectos de Cristo están presentados en la Biblia, pero no son parte de su experiencia; no se encuentran en su vida diaria. Nuestro modo de vivir la vida cristiana, puede estar basada en la ética, cultura, religión y en nuestro concepto natural. Este no se constituye de los elementos presentados en Exodo 29. Tal vez somos como los estudiantes de la Biblia, los cuales estudian los tipos presentados en Exodo 29, pero no viven conforme a ellos. No los hacen parte de su diario vivir. ¿Cuál es el propósito del becerro, los corderos, la harina, el aceite y el vino? Por supuesto que no son simplemente parte de la composición de la Biblia. Son un cuadro de lo que deberíamos experimentar en nuestra vida diaria.
Es posible estar bajo el ministerio del Señor por años sin aplicar la revelación que hemos recibido a nuestra vida diaria. Si esta es su condición, escuchamos el ministerio, lo aprendemos, lo leemos, pero no es parte de nuestro vivir. Incluso, es posible que nuestra vida cristiana provenga de la tradición. Hasta lo que ganamos del ministerio del Señor no haga más que influenciar nuestra manera tradicional de vivir la vida cristiana. No nos lleva a un cambio radical, a revolucionar nuestro diario vivir. El cuadro de Exodo 29 debe traer un cambio radical a nuestra vida cristiana. Debe causar que no llevemos nuestra vida diaria de una manera tradicional.
Podemos usar como ejemplo de lo que queremos decir con tradición algunas practicas del catolicismo. Conforme a la manera católica, un creyente debe ir a confesarse regularmente y asistir a misa. Además, cuando las mujeres están en su local de reunión, deben llevar la cabeza cubierta. También conforme a la tradición católica, algunos compran velas y las colocan frente a alguna imagen. Esta es la costumbre católica según la tradición. Aunque usted no siga este tipo de tradición, en principio su forma de vivir la vida cristiana también puede ser tradicional. Por lo tanto, espero que ha medida que hablamos acerca de la manera de reunirse y como ser los sacerdotes que le sirven al Señor, apliquemos estos asuntos de Exodo 29 a nuestro diario vivir. Que todas estas cosas revolucionen nuestra vida cristiana. En especial, necesitamos ser revolucionados en nuestra manera de orar.
Puedo testificar que todavía estoy aprendiendo a como tener una vida cristiana apropiada. Admito que en el pasado estaba fuertemente influenciado por la tradición. No sabemos cuan metidos estamos en la tradición. Cuando tratamos de salir de la tradición, descubrimos que es extremadamente difícil salir de ella.
En Exodo 29 el becerro tipifica a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado, y los corderos tipifican a Cristo como nuestro holocausto. Los animo a que practiquen el ofrecer Cristo a Dios como su ofrenda por el pecado y también como su holocausto. También los animo a que durante el día disfruten a Cristo como la ofrenda de harina, como la harina fina mezclada con el aceite, y hasta que lo experimenten como el vino que es vertido ante Dios como libación.
Debido a que es un poco difícil entender estos puntos y ponerlos en practica, permítanme explicar un poco más a lo que me refiero. Yo no digo que debe hacer nada de una forma legal. El Señor está presente y es viviente, y lo amamos. El está presente en nosotros y nosotros estamos presentes en El. ¿Es que el Señor no esta vivo y presente? ¿o usted no está vivo y presente? Por ende, tanto usted como el Señor están vivos y presentes el uno en el otro. Debe haber comunicación espontanea entre usted y el Señor. a medida que usted y el Señor disfrutan de esta relación, se dará cuenta de que usted sigue siendo pecaminoso, y le ofrecerá la ofrenda por el pecado.
El vivir en la presencia del Señor nos hace conscientes del hecho de que somos pecaminosos, hasta de que somos el pecado mismo. Si no tenemos este sentir cuando estamos en la presencia del Señor, algo debe andar mal. Por supuesto, no puede haber nada malo en cuanto al Señor. Lo que anda mal debe ser de nuestra parte. Pero si la situación es normal, probablemente comenzaremos diciendo algo como esto: “Oh Señor, todavía estoy en la vieja creación, en mi yo, en mi vieja naturaleza, y en mi carne. Señor te confieso que soy pecaminoso. Gracias, Señor, que moriste por mi en la cruz como mi ofrenda por el pecado. Señor, ahora en Tu presencia, pongo mi mano sobre Ti y te aplico como mi ofrenda por el pecado actual”. Esto es tomar a Cristo como la ofrenda por el pecado de una manera espontanea, y no legalista.
Una oración espontanea en la cual aplicamos a Cristo como nuestra ofrenda por el pecado es una verdadera alabanza al Señor. Cuando oramos de esta manera, le estamos rindiendo la más alta apreciación. Este tipo de oración, es diferente de la oración común conforme a la tradición o a lo habitual. A continuación les doy un ejemplo de una oración común, una oración que puede ser ofrecida según el hábito: “Señor, soy pecaminoso. Te agradezco por Tu preciosa sangre que me aplico en este momento”. Este tipo de oración es sin duda buena, pero la expresión indica que, hasta cierto punto, el que ora de esta manera se encuentra bajo la influencia de la tradición. Sin embargo, si aplicamos a Cristo como la ofrenda por el pecado de la manera que presentamos anteriormente, esto demostrará que no estamos bajo la tradición, sino que el Señor nos ilumina.
Cuando el Señor y nosotros, como personas vivientes, estamos juntos en comunión, algo opera dentro de nosotros y nos hace darnos cuenta de que el Señor es nuevo y que nosotros somos viejos. Entonces tal vez digamos: “Oh Señor, Tu eres tan santo y nuevo, pero yo soy viejo. Vivo en la vieja creación, y todavía estoy en mi carne y en mi vieja naturaleza. Soy pecaminoso, hasta soy el pecado mismo. Aunque he sido salvo y regenerado, todavía soy el pecado”. Este es el conocimiento que se obtiene de forma espontanea cuando tenemos un contacto íntimo y genuino con el Señor. Esta no es una oración común y tradicional que se ofrece de una forma legal. Por el contrario, es una forma íntima de hablar con el Señor. Entonces, podemos decir: “Señor te agradezco que te hiciste pecado por mi. Cuando moriste en la cruz, condenaste al pecado. Señor, te agradezco por condenar mi carne”. Este tipo de oración no se basa en la tradición; es una palabra íntima y cariñosa expresada al Señor bajo Su iluminación. Este tipo de expresión va de acuerdo con un profundo sentir dentro de nosotros.
A menudo en nuestra practica, la manera en que le hablamos al Señor es muy diferente a la que usamos cuando hablamos con los miembros de nuestra familia. En lugar de hablarle a El de una forma íntima, somos formales y hasta a veces nuestro hablar es simplemente una presentación. No es agradable presentarse ante el Señor de esta manera. ¿Por qué no tenemos contacto con el Señor de la misma forma viviente, espontanea e íntima en que lo hacemos con las personas cercanas a nosotros? Cuando usted ve a su esposa o esposo, usted no le habla de manera formal. Al contrario, le habla de una forma amorosa y espontanea. De igual modo debemos hablarle al Señor Jesús.
¿Se ha dado cuenta de que en los Evangelios los discípulos no le oraban al Señor de una forma religiosa ni formal ni tradicional? Más bien, los discípulos oraban por medio de hablar con el Señor íntima y amorosamente. Debemos aprender de este ejemplo a cesar nuestra vieja forma de orar y llevar una vida conforme a lo que se presenta en Exodo 29.
A raíz de mi experiencia he aprendido cuan bueno es el ser íntimo con el Señor y ser uno con El. A veces no debemos hablar nosotros primero. Debemos permitirle al Señor que hable primero. Cuando El habla, no debemos ser rápidos en responder. Esto quiere decir que el Señor y nosotros debemos ser como amigos que se dan tiempo para escucharse el uno al otro. Supongamos que un amigo lo visite y comience a hablarle de algunas cosas. Si lo interrumpiese y comenzara a hablar de otros asuntos, esto indicaría que a usted no le interesa lo que el estaba diciendo. Esta no es la manera en que conversan los amigos íntimos. La manera apropiada es que su amigo le hable y usted lo escuche. Entonces, después de un rato, el le dará una oportunidad para que usted hable, y el lo escuche. Por supuesto que no es adecuado que el sea el único que hable y que una vez terminara se despidiera y se afuera. El debería darle la oportunidad de hablar. Esto también se aplica a nuestra relación con el Señor.
Temprano por la mañana, cuando está con el Señor, puede que El comience a hablarle. A medida que le habla, El lo ilumina, ya que Su hablar es nuestra iluminación. En ocasiones puede que El lo anime. Y otras, puede que lo amoneste y tal vez hasta lo discipline. Pero sin importar lo que diga, usted debe escucharlo. Entonces El le dará tiempo para hablar. Yo estoy casi seguro de que cualquier cosa que usted diga lo hará en el ámbito de la ofrenda por el pecado. Puede que le conteste así: “Señor, soy pecado, pero Tu eres mi ofrenda por el pecado. Tu te hiciste pecado por mi, y moriste en la cruz para condenar al pecado. Cuanto te agradezco que derramaras Tu preciosa sangre como mi ofrenda por el pecado. Oh Señor ¡Cuánto atesoro esta sangre¡”. El hablarle al Señor de esta manera hará que usted lo ame mucho más. Usted sentirá que nunca lo había amado como ahora. Además, usted le dará la más alta apreciación. Todo esto hará que usted tenga una vida diaria disfrutando del Señor. Especialmente, usted lo disfrutará como la harina fina que lo alimenta y su suministro de vida. También, usted espontáneamente andará, actuará y hablará en el espíritu. De este modo usted disfrutará de Cristo como el aceite de oliva. Entonces usted estará dispuesto a sacrificarse por el Señor y por otros. Esto es tener una vida que derrama a Cristo como el vino. Por ende, usted tendrá al becerro, los dos corderos, una cantidad de harina, de aceite y de vino.
Si usted va a la reunión de la iglesia con estos aspectos de Cristo, no irá de una manera tradicional ni común ni según su trasfondo religioso. No, su manera de ir a las reuniones y funcionar en las mismas será totalmente diferente. Yo no se lo que hará, pero espontáneamente usted ofrecerá alabanzas al Señor y testificará de El. La Biblia revela que cualquier cosa que nos llena finalmente tendrá que ser derramada. Esto quiere decir que si estamos llenos de Cristo, debemos derramarlo a El en alabanza y testimonio.
Nuestra manera de reunirnos todavía es demasiado formal y tradicional. Por ejemplo, tal vez pensemos que los testimonios se deben dar al final de la reunión. Según este concepto, si testificamos al principio de la reunión, quebrantamos las reglas o regulaciones de la reunión. De hecho, no existe ninguna regla que diga que debemos testificar al final de la reunión y no al principio. Si existe esta regla, es en las reglas estipuladas por los mismos santos. Supongamos que vamos a la reunión de la iglesia o hasta a una reunió del ministerio y testificamos uno tras otro. Puede que hayan tantos testimonios que no habrá oportunidad para que nadie de el mensaje. Sin embargo, mi intención al mencionar esto no es presentar una propuesta en cuanto a la manera de reunirse. Mi carga es mencionar cuan formales, religiosas, naturales y tradicionales somos. Mi intención es demostrar que todavía estamos bajo la influencia del cristianismo tradicional. En nuestra practica diaria y en nuestras reuniones necesitamos desprendernos de tal influencia.
Quisiera tomar como ejemplo mi experiencia de cambiar la antigua cultura oriental por la cultura occidental moderna. Como resultado de mucho contacto con los occidentales, mi familia comenzó a ser influenciada por la cultura occidental. Pero la influencia de la antigua cultura oriental era tan fuerte que tomó mucho tiempo para que siguiéramos la manera moderna. Cuando estamos en una situación donde debemos decidir entre dos culturas, necesitamos ejercer discernimiento para saber cual es la mejor. Desde mi juventud, comencé a darme cuenta de que la cultura moderna era mejor que la tradicional. Pero la gran mayoría de los chinos no se dieron cuenta de esto y hasta se oponían a la cultura moderna. Hoy tenemos dos atmósferas, una más prevaleciente que la otra. La más prevaleciente es la del cristianismo; la otra es la del recobro del Señor. Necesitamos el discernimiento apropiado para saber en cual atmósfera debemos estar, en la del cristianismo o la del recobro del Señor.
Cristo está vivo, presente y es real. De hecho y de forma real El es nuestra ofrenda por el pecado, nuestra ofrenda por la transgresión, y holocausto. El es la harina fina para la ofrenda de harina la cual se compone de harina mezclada con aceite, lo cual representa al Espíritu vivificante. El también el vino del cual nos llenamos y el cual derramamos en libación para el disfrute de Dios. Cristo es todas estas cosas. Pero no sólo necesitamos una vida que equipare esto, sino que también lo refleje. Nuestro vivir debe ser el reflejo de tal Cristo.
Si asistimos a la reunión del ministerio semana tras semana y año tras año y no ponemos en practica estas cosas que escuchamos en los mensajes, entonces este tipo de reunión se convierte en simplemente una clase bíblica. Todos debemos practicar las cosas que se revelan de la Palabra. Yo mismo espero recibir misericordia y gracia para tomar la delantera en esto. Que todos estos asuntos formen parte de nuestra vida diaria y las hagamos un reflejo de Cristo según el cuadro que nos brindan los tipos del Antiguo Testamento.
Necesitamos experimentar a Cristo a diario de una manera practica como nuestra ofrenda por el pecado y por la transgresión. También necesitamos la experiencia de El como la ofrenda de harina, es decir, como nuestro suministro de vida. Esto quiere decir que debemos tener la harina fina mezclada con la cantidad adecuada de aceite. No debemos estar secos; debemos tener el aceite del Espíritu vivificante no sólo derramado sobre nosotros, sino también mezclado con nosotros. Entonces estaremos completamente saturados con el aceite el Espíritu. Seguido de esto, necesitamos a Cristo como el vino que nos llena y nos hace tan felices que le ofrecemos todo por el Señor y lo entregamos todo por El.
La harina fina proviene de los granos que han sido molidos. El moler de los granos es un cuadro de la obra de la cruz en nuestra experiencia. La disciplina de la cruz es el moler. Tal vez seamos granos, pero no harina fina. Esto significa que tenemos la experiencia de Cristo como el grano, pero no la de El como la harina fina, por que no hemos sido molidos en la experiencia. Necesitamos esta experiencia, esta disciplina de la cruz.
El aceite de oliva proviene de olivas que han sido presionadas. Si no presiona la oliva, no fluirá el aceite. Sólo puede fluir aceite de olivas que han sido presionadas. Esto también se aplica a las uvas. A menos de que se machaquen las uvas, no producirán vino. El presionar de las olivas y el machacar de las uvas son dos ejemplos de la disciplina de la cruz. Por lo tanto, el moler y el presionar representan la obra de la cruz en nosotros. Si queremos disfrutar a Cristo como la harina fina, debemos ser conformados a Su muerte. Necesitamos vivir una vida bajo el moler de la cruz. Aún más, a fin de que fluya el aceite y el vino, necesitamos vivir bajo la opresión de la cruz.
A medida que consideramos estos asuntos, tal vez sintamos que son difíciles de entender. Pero si los ponemos en practica en nuestra vida diaria y tenemos un vivir que es reflejo de este cuadro, experimentamos de forma espontanea el moler de los granos y la opresión de las olivas y las uvas. Si no estamos bajo la presión de la cruz, no podemos tener el aceite. No podremos tener una vida rica en el Espíritu vivificante. De igual modo, si no estamos bajo la opresión de la cruz, no podemos tener el vino para beber, y mucho menos para ser derramado por el Señor y por los demás. El vino y el aceite provienen del presionar, y la harina fina del moler.
Los versículos 42 y 43 dicen: “Esto será el holocausto continuo por vuestras generaciones, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová, en el cual me reuniré con vosotros, para hablaros allí. Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria”. Estos versículos indican que si tenemos la vida que se describe en este capítulo, el Señor se reunirá con nosotros y nos hablará. Según el versículo 43, El se reunirá no sólo con los sacerdotes, sino con toda la congregación. Además, todo será santo. Los versículos 44 y 45 dicen: “Y santificaré el tabernáculo de reunión y el altar; santificaré asimismo a Aarón y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes. Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios”. Este también es el producto, el resultado de la vida que se representa en este capítulo. Finalmente, en el versículo 46 tenemos la conclusión: “Y conocerán que yo soy Jehová su Dios, que lo saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos. Y Jehová su Dios”. El resultado de experimentar a Cristo según Exodo 29 es que el Señor mora en medio nuestro.