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Mensaje 150

El altar de oro para el incienso

(4)

  Lectura bíblica: Éx. 30:6-10; 40:5, 26-27; Sal. 84:3; 141:2; Ap. 8:3-6; Éx. 30:26-28

  En el mensaje anterior le dimos énfasis a tres asuntos importantes que se relacionan con el altar del incienso. En primer lugar, que cuando oramos, debemos hacerlo en el tabernáculo, el cual tipifica al Dios encarnado. Segundo, para poder orar en el altar del incienso debemos estar llenos y satisfechos con el alimento santo, es decir, nuestra porción de las ofrendas. Tercero, que cuando oramos debemos ofrecer el incienso a Dios. Si tenemos una visión clara de estos asuntos, nuestra vida de oración será revolucionada. En lugar de preocuparnos en orar por cosas materiales o personales, oraremos para que se lleve acabo el propósito de Dios, para que se ejecute Su administración divina, y para que se imparta el suministro de gracia de Dios.

LA ORACION SE RELACIONA CON CRISTO Y LA IGLESIA

  Mateo 6:33 es citado muy a menudo por los cristianos: “Mas buscad primeramente Su reino y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Esto indica que si buscamos el reino de Dios y Su justicia; cualquier cosa que necesitemos: comida, ropa, casa, se nos añadirá. Esto demuestra que no debemos preocuparnos en orar por comida o ropa. Más bien, debemos orar por el reino de Dios.

  ¿Qué es el reino de Dios en la actualidad? El reino de Dios es la iglesia. ¿Pero, qué es la iglesia? La iglesia es Cristo. Por lo tanto, buscar el reino de Dios equivale a buscar a Cristo y la iglesia.

  Según Mateo 6:33 también debemos buscar la justicia de Dios. ¿Qué es la justicia de Dios? La justicia de Dios es Cristo expresado a través de la iglesia. Por lo tanto, buscar el reino de Dios y Su justicia equivale a buscar a Cristo y la iglesia. Nuestra oración debe estar relacionada con el reino de Dios y Su justicia, a saber, con Cristo y la iglesia.

  Lo triste es que muchos cristianos saben orar por un mejor empleo, una casa más grande o por un viaje seguro, pero no saben orar por Cristo y la iglesia. Cuando algunos oran por la iglesia, no lo hacen por ella en sí, sino por asuntos financieros relacionados con la misma. Debemos olvidarnos de esta manera de orar y orar por Cristo y la iglesia. Algunos al escuchar esto dirán: “Esto es muy conflictivo. Tal parece que me está robando todas mis oraciones. Luego de escuchar acerca de esto no sé como orar. Parece que de cualquier manera que ora está mal”.

UNA PROHIBICION CONTUNDENTE

  Los animo a leer nuevamente esta porción de la Palabra. Debemos quemar el incienso en el altar de oro. No obstante, existe una prohibición seria: no debemos quemar un incienso extraño. Solamente el Cristo resucitado y ascendido es aceptable; todo lo demás está prohibido. No debemos quemar un incienso extraño, y ni siquiera podemos quemar en el altar del incienso lo que Dios aceptaría en el altar de las ofrendas. Esto significa que no debemos presentar al Cristo crucificado y juzgado en el altar del incienso. Más bien, nuestro incienso debe ser el Cristo que resucitó y ascendió. Este Cristo vivo es lo que debemos presentarle a Dios como incienso en el altar.

  Si me preguntaran cómo deben orar, no les diría. Si le dijera cómo hacerlo, y usted lo hace así, esa clase de oración de todos modos no sería Cristo. Tal vez use las palabras apropiadas, pero seguirá orando fuera de Dios. No estaría orando en Dios, en el centro de Su morada. Además, mientras ora, no sentirá una satisfacción interna ni se llenará de energía. Esto significa que no tiene a Dios orando dentro de usted mientras ora. Cuando oramos, debemos hacerlo en Dios, y con El dándonos energías. Luego debemos ofrecer Cristo a Dios y orarle.

UNA CONDICION LAMENTABLE

  Si usted se quedara conmigo por algunos días, se daría cuenta de que no estoy contento todo el tiempo. La condición del cristianismo actual me entristece mucho. Póngase a pensar en la gente que lo rodea y lo que hacen. ¿Qué sabe acerca de la economía de Dios? ¡Cuán lamentable es su condición! El Señor Jesús ha retrasado Su venida por casi dos mil años. Claro, que para El dos mil años son como días. Lo que representa un largo período de tiempo para nosotros es poco tiempo para El. Para El doscientos cincuenta años son como seis horas, o sea una cuarta parte de un día. Pedro dijo que con el Señor mil años son como un día. (2 P. 3:8). En ese mismo capítulo Pedro no menciona el milenio, sino que habla directamente acerca de los cielos nuevos y la tierra nueva en la eternidad (2 P. 3:13). Esto indica que ni siquiera mil años son mucho tiempo para el Señor. Sin embargo, yo pienso que el Señor ha retrasado Su venida por mucho tiempo.

  Hoy en día ¿quién está orando para que Dios imparta Su gracia a Su pueblo? ¿quién está orando de manera que motive al trono de la autoridad de Dios a juzgar esta edad? Cristo tiene mucho incienso, pero ¿dónde están las oraciones calificadas para recibirlo? ¿puede Cristo añadir incienso a sus oraciones? Me temo que muy pocas de nuestras oraciones están calificadas para recibir el incienso de Cristo. Por lo tanto, es muy importante, que veamos que en relación con nuestra vida de oración, Cristo es el tabernáculo, la comida que se ofrece y también es el incienso.

COMO SE CONECTAN LOS DOS ALTARES

La unción

  Conforme a la Biblia, los dos altares estaban conectados. En Exodo 30:27 y 28 dice que ambos altares, del incienso y del holocausto, eran ungidos con el aceite santo de la unción. Después de que el tabernáculo y sus utensilios eran ungidos, se ungían los dos altares. Exodo 30:26-28 dice: “Con él ungirás el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, la mesa con todos sus utensilios, el candelero con todos sus utensilios, el altar del incienso, el altar del holocausto con todos sus utensilios, y la fuente y su base”. Fíjese que la secuencia de estos versículos es el tabernáculo, el arca, la mesa, el candelero, el altar del incienso y el altar del holocausto. Por lo tanto, la unción conecta a los dos altares.

  La unción representa el mover de Dios. Según el mover de Dios, el altar del incienso y el altar del holocausto están conectados. La unción es el elemento conectador.

La sangre de la ofrenda por el pecado

  Los altares también estaban conectados por la sangre de la ofrenda por el pecado que se ofrecía como propiciación, en el día de la expiación. El de la expiación, el cual preferimos traducir como el día de propiciación, se llevaba a cabo una vez al año. Ese día la ofrenda más importante era la ofrenda por el pecado. Después de que se derramaba la sangre de esta ofrenda, se llevaba del altar al Lugar Santo y se aplicaba en las cuatro esquinas del altar del incienso. Parte de esta sangre también se llevaba al Lugar Santísimo, y el resto se derramaba alrededor del altar que estaba en el atrio. Esta sangre propiciatoria también conectaba a los dos altares.

El fuego para quemar las ofrendas

  Además, los dos altares estaban conectados por el fuego del altar que estaba en el atrio. Si leemos el Nuevo Testamento cuidadosamente, veremos que no se permitía ninguna clase de fuego extraño para quemar el incienso. Más bien, el único fuego que se podía usar era el del altar del holocausto, el cual descendía del cielo. Este no era un fuego extraño, como lo hubiese sido cualquier otra clase de fuego. El fuego celestial, el fuego que provenía de Dios, el cual se usaba en el altar del holocausto, también se usaba para quemar el incienso. Esto nos demuestra que el fuego utilizado para quemar las ofrendas también conectaba los dos altares.

  Del altar del holocausto subía hacia Dios un olor fragante. También del altar del incienso subía un olor grato. Así que de ambos altares subía un olor fragante que satisfacía a Dios. Sin embargo, existía una diferencia entre estos. En el altar del holocausto se quemaba para el juicio, mientras que en el altar del incienso se quemaba para la aceptación.

  Los dos tipos de quemado se reflejan el uno en el otro. Especialmente, la primera clase de olor fragante, el del altar del holocausto, se refleja en el segundo, en el del altar del incienso. El olor fragante que subía hacia Dios desde el altar del holocausto se reflejaba en el olor fragante que le llegaba del incienso. En estas dos clases de olor fragante tenemos la dulzura de la muerte de Cristo en el altar de las ofrendas y la dulzura de Cristo en Su resurrección y ascensión en el altar del incienso. El aroma de Cristo en Su resurrección y en la ascensión sirven para que seamos aceptados. Estos tres elementos: la unción, la sangre y el fuego, conectan los dos altares.

EL APRECIO QUE EL SALMISTA TIENE DE LOS DOS ALTARES

  Puesto que estos dos altares estaban conectados, el salmista habla de ellos simultáneamente: “Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío y Dios mío”. En poesía el salmista expresa su aprecio por los dos altares. Esto cobra importancia cuando consideramos que en la morada de Dios había otros muebles y utensilios, tales como el arca, la mesa y el candelero. Sin embargo, lo que más apreciaba el salmista eran los dos altares.

  El gorrión y la golondrina representan a los seres humanos que son pequeños, débiles e insignificantes. El Señor Jesús dijo que dos gorriones costaban un asarión, lo que equivale a un centavo (Mt. 10:29). No obstante, nosotros que somos tan insignificantes como un gorrión hallamos una casa en los altares del Señor. Además, al igual que las golondrinas, podemos poner a nuestros hijos en estos altares.

  Los que no tienen una comprensión adecuada del Salmo 84 se preguntarán como es posible que los gorriones y las golondrinas hagan sus nidos en los altares del Señor. Incluso pensarán que los altares son lugares desolados y descuidados. Sin embargo, el Salmo 84 está lleno de amor, con una grande apreciación por la morada de Dios, especialmente, de los dos altares.

  Estos dos altares representan la muerte de Cristo y Su intercesión. El altar de las ofrendas se relaciona con la muerte de Cristo, y el altar del incienso con Su intercesión. Puedo dar testimonio de que estos dos altares unidos, han llegado a ser muy especiales para mí. Yo me comparo con un gorrión o con una golondrina que hace su nido y empolla a sus hijos en ellos.

NUESTRA EXPERIENCIA DE LOS DOS ALTARES

  Muchos cristianos sólo han experimentado uno de los altares, el primero, el altar de las ofrendas que se encontraba en el atrio. Esto quiere decir que tienen la cruz, pero no tienen el altar del incienso. Nosotros debemos experimentar los dos altares.

  Ahora que estamos estudiando acerca del altar del incienso que se describe en el capítulo treinta de Exodo, quisiera mencionar que esto no es simplemente un estudio bíblico o enseñanza bíblica. Nuestra vida de oración debe ser en Dios, y con El dentro de nosotros como nuestro suministro y satisfacción. Si queremos tener una vida de oración adecuada, también debemos ofrecer Cristo, como incienso, a Dios. Además, es muy importante que veamos que esta clase de oración está ligada al Cristo crucificado. Los animo a que le presenten estos puntos al Señor en oración y que le pidan que les muestre mucho más.

  La revelación acerca del altar del incienso me ha ayudado grandemente. En ocasiones ha dirigido mis oraciones. Pero a veces, debido a lo que me rodea, también he orado de manera natural.

  Que el Señor tenga misericordia de nosotros para que veamos que la vida de oración adecuada y sincera se encuentra en Dios y requiere Su presencia en nosotros; ésta es una con el Cristo resucitado y ascendido como nuestro incienso para Dios; y está ligada al Cristo crucificado por medio de la sangre, el fuego y el olor fragante. Si tenemos esta clase de oración, nuestra vida motivará al mover de Dios. Esta clase de oración regula la impartición de la gracia de Dios y la administración de Su autoridad. Esto significa que la oración que se ofrece en el altar del incienso regula el universo. Esto tiene gran importancia. Que nuestros ojos sean abiertos para ver esto.

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