Mensaje 165
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Lectura bíblica: Éx. 30:23-30; 1 Jn. 2:18-27; 4:2-3
En los dos mensajes anteriores, hemos considerado los ingredientes del Espíritu compuesto y la unción del Espíritu compuesto. Los ingredientes del Espíritu incluyen el Dios único, el Dios Triuno, la humanidad de Jesús, la muerte preciosa de Cristo, la dulzura y la eficacia de la misma, la resurrección preciosa de Cristo y su poder, la mezcla de la divinidad con la humanidad, el poder para llevar responsabilidades y el elemento de edificación. Hemos visto que la unción del Espíritu compuesto consiste en ungir a los creyentes con el Padre y el Hijo, transmitidos en el Espíritu que unge y con la vida eterna transmitida en el Espíritu. La unción del Espíritu compuesto consiste también en vacunar a los creyentes contra las enseñanzas heréticas acerca de la Persona de Cristo. Además, los creyentes pueden permanecer en el Señor conforme a la enseñanza de la unción que mora en ellos. En este mensaje, estudiaremos a fondo la unción del Espíritu tal como lo revela 1 Juan 2:18-27. Por supuesto, consideraremos esta porción a la luz de la tipología del ungüento compuesto en Exodo 30:23-30.
Leamos 1 Juan 2:22 “¿quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”. Este versículo fue escrito conforme al trasfondo de la Primera Epístola de Juan. Si ignoramos totalmente este trasfondo, no podremos entender correctamente este versículo. Los que negaban que Jesús es el Cristo hacían a Jesús y a Cristo dos personas separadas. Por tanto, declarar que Jesús no es Cristo equivale a dividir a Jesús, de Cristo, como si fueran personas distintas. La existencia de esta enseñanza herética formaba parte del trasfondo del escrito de Juan en el versículo 22 con respecto a los que negaban que Jesús es el Cristo. La verdad es que Jesús es el Cristo. Jesús y Cristo es una sola y misma persona. Declarar que Jesús no es el Cristo constituye una herejía.
El versículo 22 no declara que el anticristo niega a Jesús y a Cristo. Primero, este versículo declara que el anticristo niega que Jesús es Cristo. El versículo prosigue y declara que el anticristo niega al Padre y al Hijo. Esto indica que Jesucristo, el Padre y el Hijo son una sola persona.
Los que intentan separar el Padre del Hijo y el Hijo del Espíritu causan un grave problema teológico acerca de la Persona de Cristo y la Trinidad. Eso equivale a intentar sistematizar Jesucristo y el Dios Triuno. Intentar separar Jesucristo, el Padre, el Hijo y el Espíritu es una equivocación, así como intentar sistematizar la Trinidad. En realidad, no podemos dividir a Jesucristo, el Padre, el Hijo y el Espíritu porque forman una sola persona.
Algunos instructores ingenuos tratan de separar al Padre del Hijo y al Hijo del Espíritu. Estos instructores niegan que el Hijo es el Padre y que el Hijo es el Espíritu. El resultado de sus esfuerzos por separar al Padre del Hijo y al Hijo del Espíritu es que tienen tres Dioses.
Del mismo modo que no se puede separar al Padre, al Hijo y al Espíritu, tampoco podemos separar la divinidad de Cristo de Su humanidad, esto es imposible. Separar la divinidad de Cristo de Su humanidad equivaldría a separar el cuerpo humano, el alma y el espíritu de una persona para convertirla en tres entidades separadas y distintas. Si una persona pudiese ser dividida de esta forma, dejaría de ser una persona íntegra. Esto ilustra el error grave en que incurren los que dividen y separan el Padre del Hijo y el Hijo del Espíritu. Este intento da por resultado la herejía del triteismo, es decir la creencia de que el Padre, el Hijo y el Espíritu son tres Dioses.
En el versículo 23, Juan dice: “todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre”. ¿No indica eso que el Padre y el Hijo son una misma Persona? Este versículo enseña que si negamos al Hijo, no tenemos al Padre pero si confesamos al Hijo, sí tenemos al Padre.
Los versículos 22 y 23 indican que Jesucristo, el Padre y el Hijo son una sola persona, no pueden separarse. El error de las enseñanzas heréticas acerca de la Cristología y la Trinidad consiste en dividir, es decir separar el Hijo del Padre y el Espíritu del Hijo, pero en estos versículos particularmente, la Biblia une al Padre con el Hijo en un compuesto. La obra del anticristo consiste en dividir el Padre del Hijo.
Leamos el versículo 24 “lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre”. ¿Qué oyeron los creyentes desde el principio? Oyeron la predicación de los apóstoles acerca de la Trinidad. Por consiguiente, en este versículo Juan exhorta a los creyentes a permitir que la verdad de la Trinidad misma permanezca en ellos. Si permitían que esta verdad permaneciera en ellos, permanecerían en el Hijo y en el Padre. En realidad, lo que oyeron en la predicación de los apóstoles fue el Padre y el Hijo, y no una mera doctrina. Oyeron la realidad del Padre y del Hijo.
Juan parecía decir: “les hablamos acerca de la realidad del Padre y del Hijo. Les enseñamos eso y ustedes lo oyeron y lo recibieron. No recibieron una mera doctrina. Por el contrario, ustedes recibieron al Dios Triuno, al Padre, al Hijo y al Espíritu”. Pero ¿dónde se encuentra el Espíritu aquí? El Espíritu es la unción mencionada en los versículos 20 y 27.
Leamos el versículo 25 “y ésta es la promesa que El mismo nos hizo, la vida eterna”. Durante muchos años, no pude entender este versículo. Usando la lógica, me preguntaba: “¿qué está diciendo este versículo? Primero, Juan habla de Jesucristo, luego del Hijo y del Padre. El toca ahora el asunto de la vida eterna. ¿De qué está hablando Juan? ¿Cuál es el tema de su escrito, Jesucristo, el Padre y el Hijo o la vida eterna? Me parece que Juan tiene en realidad tres temas”. Al estudiar este versículo de esta manera, no lo podía entender ni podía reconciliar los varios temas que contiene. Hace poco llegué a entender que aquí tenemos un compuesto, una mezcla de Jesucristo, el Padre, el Hijo y la vida eterna. Esta interpretación de esos versículos puede molestar a los teólogos pero yo creo que si recibimos luz del Señor, veremos que esta interpretación es correcta. Aquí tenemos la mezcla de Jesucristo, el Padre y el Hijo y la vida eterna.
En el versículo 26, Juan continúa: “os he escrito esto sobre los que os desvían”. En realidad, la palabra “esto” no se encuentra en este versículo, como lo indica el hecho de que algunas versiones lo imprimen en itálicos. Por tanto, Juan escribe a los santos que “esto” no debe desviarlos. ¿A qué se refiere “esto”? Se refiere a Jesucristo, al Padre y al Hijo y a la vida eterna. Además, “os he escrito” significa en realidad “os estoy escribiendo”. Por consiguiente, Juan pudo decir: “les estoy escribiendo esto sobre los que les desvían”. El anticristo y los falsos profetas enseñan que Cristo está separado de Jesús y que el Hijo está separado del Padre. Esta clase de enseñanza herética distrae y desvía.
Después de escribir a los creyentes sobre los que los desvían, Juan prosigue en el versículo 27 “y en cuanto a vosotros, la unción que vosotros recibisteis de El permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; pero como su unción os enseña toda las cosas, y es verdadera, y no es mentira, así como ella os ha enseñado, permaneced en El”. Ciertamente esta unción que permanece en nosotros es el mover de una Persona. La unción que permanece en nosotros es una Persona que se mueve y actúa dentro de nosotros. ¿Quién es esta persona que unge? Debemos recurrir a Exodo 30 para encontrar la respuesta a esta pregunta.
El capítulo 30 de Exodo nos muestra que la unción del tabernáculo y del sacerdocio constituía la función de un ungüento compuesto. Cuando un sacerdote era ungido con este ungüento compuesto, el aceite de oliva, la mirra, la canela, el cálamo y la casia se aplicaban a él. Como mencionamos en los mensajes anteriores, el Espíritu compuesto tipificado por el ungüento compuesto incluye la eficacia de la muerte de Cristo, el poder de Su resurrección, la mezcla de la divinidad con la humanidad, el poder para llevar responsabilidades y el elemento de la edificación. Esta unción compuesta permanece en nosotros.
El versículo 27 indica que no tenemos necesidad de que nadie nos enseñe porque la unción permanece en nosotros. No tenemos ninguna necesidad de que nadie nos enseñe si el Padre está separado del Hijo o si es uno con el Hijo. Si consideramos el contexto, veremos que la palabra “enseñe” está relacionada con Jesucristo y con el Padre y el Hijo.
En el versículo 27, Juan señala también que “Su unción os enseña todas las cosas” ¿qué quiere decir Juan por “todas las cosas”? Podemos interpretar eso de manera general como lo he hecho durante muchos años y considerar que se refiere a todas las cosas de nuestro diario vivir: la manera de vestir, de cortarnos el cabello, de gastar el dinero y nuestra actitud hacia los demás pero en el sentido riguroso de la palabra, se refiere a Jesucristo, al Padre, al Hijo y a la vida eterna. La unción que permanece en nosotros nos enseña todo eso. Por tanto, no debemos prestar atención a las herejías insensatas según las cuales Jesús no es el Cristo o que el Padre y el Hijo no son uno. No debemos escuchar los que separan a Cristo del Padre o que niegan que Cristo es el Espíritu.
Fíjese en su experiencia personal. Usted tiene la unción compuesta en su interior. ¿Qué le dice esta unción? ¿No le dice que Jesucristo, el Padre, el Hijo y la vida eterna están en usted? Muchos de nosotros podemos afirmar que según nuestra experiencia de la unción interior, Jesucristo, Dios el Padre, el Hijo, la vida eterna y el Espíritu están dentro de nosotros. No podemos separarlos. No necesitamos consultar teólogos porque tenemos la unción compuesta dentro de nosotros. La enseñanza de esta unción nos declara que Jesucristo, el Padre y el Hijo, la vida eterna y el Espíritu son inseparables y permanecen en nosotros. No acuda a los teólogos, pastores o instructores bíblicos. Preste toda sua atención a la enseñanza de la unción compuesta dentro de usted.
En el versículo 27, Juan declara también que la unción es verdadera y no es mentira. Luego El nos dice: “así como ella os ha enseñado, permaneced en El”. Los traductores tuvieron muchas dificultades para decidir si el pronombre al final de este versículo debería ser traducido por “El” o “ella”. En el margen de la versión King James, leemos “o, ella”. Yo preferiría decir: “así como ella os ha enseñado, permaneced en ella”. En realidad, la palabra griega significa “ella”, aunque podemos traducirla también por “El”. ¿Por qué prefiero decir “ella” en lugar de “El” en este versículo? La razón es sencilla: este versículo denota que permanecemos en la unción. La unción es todo-inclusiva, pues se trata del Espíritu todo-inclusivo que incluye al Padre, al Hijo, Jesucristo, la vida eterna, la muerte y la resurrección de Cristo, el poder para llevar responsabilidades y el elemento de edificación.
Leamos 1 Juan 4:2 “en esto conocéis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios”. En el versículo 3, Juan prosigue: “y todo Espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios; y este es el Espíritu del anticristo...”
Jesucristo ha venido en la carne. Esto se refiere a Su encarnación. En cuanto a la encarnación, la carne en Juan 1:14 denota la humanidad del Señor. Juan 1:1 declara que el Verbo es Dios. Esto denota la divinidad de Cristo, pero Juan 1:14 afirma que el Verbo se hizo carne. En este versículo “carne” se refiere a la humanidad de Cristo. El Señor Jesús tenía un cuerpo, carne, sangre, huesos y piel porque El participó de la humanidad. Ciertamente todos estos elementos fueron creados por Dios. Por consiguiente, con respecto a Su humanidad, el Señor Jesús es una criatura. Si el Señor Jesús no hubiera venido en la carne como criatura, ¿cómo hubiera podido derramar Su sangre por nuestros pecados en la cruz? La sangre humana es lo único que puede redimir los seres humanos. Por supuesto, los ángeles no tienen sangre, y aun si la tuviesen, su sangre no serviría para redimir a los seres humanos. Del mismo modo, Dios el Creador no tiene sangre. Entonces ¿quién tiene la sangre que puede ser derramada para la redención del hombre? He aquí la respuesta: como criatura, el hombre tiene sangre. Por esta razón, afirmamos que el Señor es una criatura en cuanto a Su humanidad, incluyendo todos los elementos de Su cuerpo físico.
Hace poco un hermano me dijo que un predicador proclamó en una conferencia y dijo: “algunos alegan que Colosenses 1:15, donde leemos que Cristo es el Primogénito de toda la creación, significa que Cristo es una criatura. ¡No! Nuestro Cristo es el Creador. ¡El jamás fue creado!” Si este predicador cree realmente lo que dice, él entra en la categoría de los que niegan que Cristo ha venido en la carne (ver 1 Juan 4).
Yo conozco las enseñanzas de los que usan Colosenses 1:15 para enseñar la herejía acerca de la Persona de Cristo. Ario fue condenado en el concilio de Nicea en el año 325 por enseñar que Cristo era un ser creado y no era Dios. El intentó usar Colosenses 1:15 para demostrarlo. Ario aseguró que Cristo fue creado por Dios, pero que El fue creado antes de las edades y antes de todas las demás cosas creadas. Por tanto, Ario pensaba que hubo un tiempo en el cual Cristo no existía. La Biblia enseña claramente que “el Verbo era Dios” (Jn. 1:1), pero Ario aseguraba que el Verbo no es el Dios que existe por Sí mismo y mantuvo por lo tanto que no se puede comparar la divinidad de Cristo con la de Dios. ¡Qué herejía más abominable!
La Biblia revela que Cristo es Dios mismo que existe desde el principio por Sí mismo y que no tiene comienzo. No obstante, Ario afirmaba que hubo un tiempo en el cual Cristo no existió. ¡Esta clase de enseñanza constituye un grave insulto a la Persona de Cristo! Ario negaba totalmente la divinidad no creada de Cristo. Con razón, Su enseñanza fue declarada herejía y rechazada por el concilio general de Nicea. Nosotros también rechazamos firmemente la enseñanza herética de Ario.
Colosenses 1:15 declara efectivamente que Cristo fue el Primogénito de toda la creación. Colosenses 1:18 se refiere a El como “el Primogénito de entre los muertos”. Estos versículos indican que Cristo es el Primogénito de dos maneras distintas: El es el Primogénito en la primera creación y en resurrección, El es también el Primogénito de la nueva creación. Dios tiene solamente dos creaciones: la primera creación, la cual es física y la nueva creación, la cual es espiritual. Cristo es el Primogénito en las dos creaciones de Dios.
Podemos afirmar que Cristo ha pasado por dos etapas importantes: la encarnación y la resurrección. Por medio de la encarnación, Cristo participó de la naturaleza creada del hombre. Cristo llegó a ser un verdadero hombre por medio de la encarnación. Como hombre, Cristo fue creado. Si negamos que Cristo fue creado con respecto a Su humanidad, negamos el hecho de que El era un hombre genuino. ¿Entonces quién era El? ¿un fantasma? ¡No, no, no! Cristo llegó a ser un verdadero hombre con carne y sangre. En este sentido, El fue creado. En Su carne, El fue el Primogénito de la primera obra creadora de Dios. Luego en resurrección, El fue hecho el Primogénito de entre los muertos, es decir el Primogénito de la nueva creación de Dios. Por consiguiente, el Señor Jesús es Dios, el Creador y El es también un hombre, una criatura. Esta es la enseñanza acerca de la todo-inclusividad del Señor.
Según la revelación completa de la Biblia, Cristo es el Creador y también la criatura porque El es Dios y hombre. El es el Dios que crea y también el hombre creado. En Su calidad de Dios, El es el Creador, el YO SOY sin principio, pero en Su calidad de hombre, El es creado, el Primogénito con un principio. Debemos ver y conocer estos dos aspectos de Cristo. Debemos ver que El es Dios y hombre a la vez, que El es el Creador y una criatura también, que El es el YO SOY y también el Primogénito, que no tiene comienzo y a la vez tiene un principio. Por una parte, la Biblia enseña que Cristo es el Creador, por otra que El es una criatura. Esta es la revelación completa y clara de la Palabra de Dios.
A aquellos que creen que Cristo es solamente el Creador y que nunca fue creado, yo les contestaría: “ustedes insisten en que Cristo es el Creador, y no un criatura. ¿Llegó Cristo a ser hombre o no? ¿murió en la cruz y derramó Su sangre? ¿cómo hubiera podido derramar Su sangre si no fuese una criatura? Un fantasma no puede ser crucificado ni derramar su sangre”.
Este mismo Cristo que está ahora sobre el trono de Dios es todavía un hombre. En 1 Timoteo 2:5, Pablo nos dice que existe un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre. Este mediador no es un fantasma; El es un hombre genuino. Un fantasma jamás podría ser mediador por nosotros. El verdadero mediador debe ser Dios y hombre; El debe tener la divinidad y también la humanidad.
Podemos ilustrar eso con el ejemplo de la traducción. Un traductor debe conocer por lo menos dos idiomas para traducir del uno al otro. ¿Cómo podría alguien traducir del chino al inglés si no supiera inglés? Esta falta de conocimiento del inglés no le permitiría traducir. Del mismo modo, Cristo debe tener dos naturalezas: la divina y la humana. El debe ser Dios y hombre a la vez para “traducir” Dios al hombre y el hombre a Dios.
¡Cuán ciegos e ignorantes son muchos instructores contemporáneos! Por ignorancia y ceguera, condenan la verdad cuando es proclamada. En realidad y en principio, estos instructores son anticristos según la palabra del apóstol Juan. Si Juan estuviera entre nosotros hoy en día, El calificaría de falso profeta o falso maestro a todo aquel que negase que Cristo fue creado en cuanto a Su humanidad. Negar que Cristo ha sido creado equivale en realidad a negar el hecho de que El ha venido en la carne. Nuestro Señor Jesucristo es todo-inclusivo. El es Dios y hombre a la vez, el Creador y también una criatura.
La vida cristiana es toda una vida de unción por el Espíritu compuesto. Todo lo relacionado con la vida cristiana tiene que ver con esta unción. Aquí en la unción del Espíritu compuesto, tenemos la santidad, la victoria, la luz, el poder y la verdadera espiritualidad. La vida cristiana es una vida en la unción del Espíritu todo-inclusivo y vivificante. ¡Oh, que el Señor abra nuestros ojos y veamos que la vida cristiana no es un asunto de enseñanza, de mejoramiento, de ajuste o de corrección! ¡La vida cristiana depende totalmente de la unción compuesta!
De hecho, podemos aplicar esta unción a todo nuestro diario vivir. Podemos aplicarla a nuestra vida familiar, a nuestro trabajo o a nuestra manera de ir de compras. Al ungirnos, el Espíritu compuesto nos enseña todas las cosas. Por consiguiente, debemos llevar la vida cristiana según la enseñanza de esta unción compuesta, y nada más. Todos necesitamos recibir esta visión.
Si recibimos la visión de la unción del Espíritu compuesto, nos daremos cuenta de que la gran mayoría de los cristianos contemporáneos vive en la religión. Esta religión es muy distinta de la unción del Espíritu compuesto. En lugar de la enseñanza de la unción, los cristianos tienen teología, reglas, organización y enseñanzas con respecto al mejoramiento de su carácter. Muchos cristianos no entienden correctamente esta porción de la Palabra ni la pueden interpretar correctamente porque los velos religiosos, naturales y éticos han cubierto sus ojos. ¡Que el Señor nos abra los ojos y veamos lo que está revelado aquí! ¡Que veamos la unción compuesta para el vivir de la vida cristiana!