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Mensaje 170

Los trabajadores del tabernaculo, el mobiliario, y las vestiduras sacerdotales

(1)

  Lectura bíblica: Éx. 31:1-11; 35:10-19, 30-35; 36:1-2

  En este mensaje, comenzaremos nuestro estudio de los trabajadores del tabernáculo, el mobiliario, y las vestiduras sacerdotales, como los describen Exodo 31:1-11; 35:10-19, 30- 36:2. Aprecio estas porciones de la Palabra. Después de estudiarlas, me doy cuenta de que ni siquiera el Nuevo Testamento nos presenta un cuadro tan detallado de la manera de edificar la morada de Dios.

  Hoy en día la morada de Dios es la iglesia. La edificación de la iglesia es realmente un asunto muy importante y un tema sobresaliente en la Biblia. Durante mucho tiempo, a menudo he hablado con los hermanos que llevan la delantera en Anaheim acerca de la edificación de la iglesia. Esta es una carga pesada en nuestro corazón, pero no somos capaces de abundar acerca de la manera de edificar la iglesia en la localidad. Estudié el libro de Exodo muchas veces, pero no entendía claramente la manera de edificar la morada de Dios sobre la tierra, tal como lo presenta este libro. Esta es la razón por la cual aprecio el relato de Exodo acerca de los trabajadores del tabernáculo. Este es el único relato bíblico que nos detalla la manera en que el pueblo de Dios debe edificar la morada de Dios sobre la tierra en esta era. Por esta razón, debemos atesorar este relato.

  El relato de la edificación de la morada de Dios en Exodo consta de tres secciones: la primera es Exodo 31:1-11, la segunda, 35:10-19, y la tercera, 35:30—36:2. En este mensaje y en el siguiente, abarcaremos muchos puntos relacionados con los trabajadores del tabernáculo, el mobiliario, y las vestiduras sacerdotales en estas secciones.

EL ARQUITECTO

  Exodo 31:2-5 habla del arquitecto del tabernáculo. Pablo usa la palabra arquitecto en 1 Co. 3:10: “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, Yo como sabio arquitecto puse el fundamento...” Un arquitecto es un lider en el edificio de Dios.

Bezaleel, hijo de Uri, hijo de Hur

  Leamos Exodo 31:2 “Mira, Yo he llamado por nombre a Bezaleel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá.” Bezaleel tipifica al arquitecto en el Antiguo Testamento. El nombre Bezaleel significa “en la sombra de Dios.” Esto indica que como arquitecto, Bezaleel se encontraba totalmente bajo la sombra de Dios. Este hombre estaba cubierto por la sombra de la gracia de Dios. Esto corresponde con lo que dice Pablo en 1 Corintios 3:10, donde él afirma que “él fue hecho sabio arquitecto por la gracia de Dios”.

  Cada uno de nosotros necesita la gracia de Dios, que seamos líderes en el edificio de Dios o trabajadores normales. Debemos estar cubiertos por la sombra de Su gracia. Si no nos encontramos debajo de esta sombra de la gracia de Dios, muchas cosas nos perturbarán, pero la sombra de Dios apartará estas cosas lejos de nosotros y nos mantendrá en una situación y condición tranquila para edificar.

  En cuanto a la edificación de la morada de Dios, existe un verdadero conflicto, un combate severo entre Dios y Su enemigo. Al enemigo no le gusta ver que la edificación de la morada de Dios siga en buen camino. Por tanto, él hará todo lo posible para interrumpirla, interferir en ella, frustrarla, atacarla y destruirla. Los hermanos que llevan la delantera en las iglesias saben que cuidar una iglesia local es problemático porque el enemigo a menudo provoca problemas y frustraciones. Sabemos que el enemigo mandó ciertas cosas con el propósito de perjudicar la obra de edificación. Esas cosas no debían de haber sucedido. No obstante, ocurrieron porque el enemigo las causó.

  Los ancianos deben ver claramente que necesitamos estar bajo la sombra de nuestro Dios para edificar una iglesia local. Todos deberíamos llamarnos Bezaleel para edificar la morada de Dios. La sombra de Dios debe cubrirnos.

  ****El padre de Bezabeel se llamaba Uri, que significa “luz de Jehová.” Este nombre indica que todos los participantes en la construcción de la morada de Dios deben estar no solamente cubiertos por la sombre de Dios, sino también llenos de la luz del Señor.

  El nombre del abuelo de Bezabeel era Ur. Ur significa libre, noble, blanco. Debemos estar cubiertos por la sombra de Dios y llenos de luz, y también ser libres y nobles. Los edificadores de la morada de Dios no son gente inferior. Por el contrario, son personas nobles que llevan a cabo una obra noble. No existe ninguna obra más noble que la edificación de la morada de Dios. Además, los constructores de la morada de Dios son “blancos,” es decir, limpios y puros. Cuando reunimos el significado de los nombres Bezaleel, Uri, y Hur, vemos qué clase de personas deben ser constructores de la morada de Dios, y particularmente los ancianos.

Llenos del espíritu de Dios

  Exodo 31:3 nos habla de Bezaleel: “Y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte.” Si deseamos edificar la morada de Dios, debemos ser personas llenas del Espíritu de Dios. No somos capaces de hacer esta obra por nuestra vida y capacidad naturales y en nuestro hombre natural. Nada natural puede edificar la morada de Dios. El Espíritu de Dios es lo único que edificará Su propia morada por medio de. Somos los instrumentos, los medios, pero la verdadera capacidad, fortaleza y poder deben ser Dios mismo como Espíritu para nosotros.

  El versículo 3 enseña que este Espíritu de Dios que nos llena involucra cuatro asuntos: sabiduría, comprensión, conocimiento, y arte. Resulta difícil explicar la diferencia entre sabiduría, comprensión y conocimiento. La palabra hebrea traducida por arte significa también habilidad. Necesitamos habilidad para edificar la morada de Dios. Se requiere habilidad para hacer aún una pequeña mesa. Este talento, esta habilidad, involucra el conocimiento, pero el mero conocimiento no es suficiente; necesitamos también la comprensión y la sabiduría.

  Podemos conocer sin comprender. Por ejemplo, las hermanas conocerán perfectamente los materiales que deban medir para confeccionar ropa o la manera de cortar estos materiales, pero se requiere comprensión para saber cómo juntar a estos materiales y hacer de ellos una prenda de vestir. Yo sé algo acerca de los trajes que llevo, pero no entiendo cómo fueron hechos. Puedo conocer la longitud de mis mangas y la clase de material que usaron para hacer mis trajes, pero no entiendo cómo un sastre los confecciona. Eso ilustra la diferencia que existe entre el conocimiento y la comprensión y el hecho de que podemos tener conocimiento y carecer de comprensión.

  Podemos ilustrar la diferencia entre el conocimiento y la comprensión con el asunto de escuchar los mensajes. Quizá usted conozca todos los versículos mencionados en un mensaje específico. Puede conocer estos versículos y hasta recitar muchos de ellos, pero sí usted los reúne, quizá no los entienda. Debe escuchar el ministerio de la palabra si desea entenderlas. Entonces usted empezará a tener comprensión y también conocimiento.

  Cuando escuchamos un mensaje, primero tenemos el conocimiento de los versículos y luego la comprensión de lo que significan. Sin embargo, podemos conocer y comprender estos versículos, sin tener ninguna revelación al respecto. Alguien dirá: “Yo conozco estos versículos, y los entiendo también, pero no tengo nada que aprender de ellos.” Mientras un ministro de la palabra le abre la palabra a usted, usted finalmente empieza a ver lo que revelan estos versículos. Este es un asunto de sabiduría.

  Cuando Moisés estaba con el Señor en el monte, Dios le mostró el diseño del tabernáculo, todo el mobiliario y los utensilios. Moisés aprendió las dimensiones del arca, de la mesa de los panes de proposición, del altar del incienso, y del altar de bronce. El también aprendió cuáles materiales debía usar para hacer estas cosas; pero supongamos que Moisés hubiera dicho a algunos de los hijos de Israel: “Aquí está una descripción del diseño, las dimensiones, y el material del tabernáculo y de su mobiliario. Por favor, vaya y haga el tabernáculo y el mobiliario”. Nadie podía llevar a cabo esta obra sin conocimiento, comprensión y sabiduría.

  En una clase de historia, ciertos estudiantes conocerán perfectamente la materia que necesitan aprender. Pueden dedicar horas al repaso de los capítulos de su libro de historia, y estudiarlos profundamente. Conocerán la mayor parte de la materia hasta el punto de recitar casi cada palabra. Si el examen de historia depende de la materia en el manual, estos estudiantes recibirán una calificación sobresaliente por el conocimiento que poseen. No obstante, si el Señor les hace otra clase de preguntas, más allá del manual, estos estudiantes quizá no sepan contestar. Pueden tener un conocimiento adecuado y carecer de comprensión. Conocerán el material contenido en el manual, sin entender cómo reunir todo este material y presentar un punto de vista determinado. Por ejemplo, no sabrán resumir todo el material relacionado con un tema particular. Los estudiantes que disponen de mucho conocimiento pasarán un examen sin problema cuando se trate de mera información, pero quizá no les vaya tan bien con un examen que requiera razonamiento e interpretación. Un estudiante sin comprensión recitará muchas cosas, sin poder pasar un examen que requiera razonamiento e interpretación. Esto ilustra también el hecho de que el mero conocimiento no es suficiente; también necesitamos comprensión.

  Como lo hemos señalado, el conocimiento y la comprensión no son apropiados. Necesitamos también sabiduría. Supongamos que un profesor de historia pida a sus estudiantes que redacten cómo tratarían un asunto particular si fuesen ministros de asuntos exteriores de un país determinado. La respuesta a esta pregunta requiere sabiduría y no solamente comprensión. Quizá estas ilustraciones le pueden ayudar a usted a ver la diferencia entre conocimiento, comprensión, y sabiduría.

  A partir de Exodo 25, vemos la descripción del tabernáculo, de su mobiliario y utensilios. Primero tenemos el conocimiento del diseño, las dimensiones, y los materiales involucrados con todos estos asuntos, pero sin comprensión, no podemos reunir nuestro conocimiento y elaborar una conclusión adecuada. La comprensión es la capacidad de elaborar conclusiones basándonos en el conocimiento, pero el conocimiento y la comprensión no son suficientes; necesitamos todavía sabiduría para erigir el tabernáculo. La sabiduría es necesaria para considerar la parte con la cual vamos a empezar. Si los obreros del tabernáculo no tuviesen sabiduría, habrían desperdiciado mucho tiempo antes de encontrar la manera adecuada.

  En realidad, cualquier obra requiere cierta sabiduría. El Señor Jesús declaró una vez que El es el camino (Jn. 14:6), y Pablo afirma que Cristo es nuestra sabiduría (1 Co. 1:30). Cuando reunimos estos versículos, vemos que la sabiduría y el camino forman una sola cosa. Por ejemplo, existen varios caminos para conducir un automóvil de una ciudad a otra. Un conductor sabio tomará el mejor camino. Cada conductor talentoso tiene sabiduría. Una persona insensata conducirá un automóvil, pero no tendrá la sabiduría necesaria para tomar el camino adecuado de un lugar a otro. Cuando esa persona se presenta en un crucero, especialmente en la intersección de tres autopistas, se quedará confundida y no sabrá qué camino tomar. Tiene conocimiento, pero eso es insuficiente. El conductor de un automóvil necesita comprensión y también sabiduría. Esta ilustración sencilla muestra la diferencia entre el conocimiento, la comprensión, y la sabiduría.

  Mi experiencia en la vida de la iglesia me ha enseñado que los ancianos en las iglesias pueden carecer de conocimiento. Cuando algunas personas oigan eso, se preguntarán cómo unos ancianos en el recobro del Señor puedan carecer de conocimiento. El conocimiento es un campo muy extenso. ¿Quién pretendrá conocer todo lo relacionado con la edificación de la iglesia? Nadie puede poseer este conocimiento completo. Por ejemplo, Exodo 31:4 y 5 declaran : “ Para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor”. ¿Entiende usted lo que significa trabajar el oro, la plata, y el bronce? ¿Sabe usted cortar piedras y engastarlas? ¿Conoce usted el arte de la madera? ¿Sabe usted lo que significa trabajar el bordado en azul, en púrpura, en carmesí y en lino fino? El significado de todas estas cosas tiene mucho que ver con la edificación de la iglesia hoy en día. Hermanos ancianos, ¿conocen ustedes el verdadero significado de la santificación? ¿Saben ustedes lo que es la “madera” usada en el edificio de Dios hoy en día? Quizá ustedes entiendan que la madera representa la humanidad, pero saben ustedes cómo “tallar” la humanidad ? Muchos ancianos jamás han pensado en estas cosas. Por tanto no poseen el conocimiento de ellas.

  La mayoría de los ancianos tienen cierto grado de conocimiento, pero quizá carezcan de comprensión. Supongamos que un hermano y una hermana en la iglesia tienen dificultades en su vida matrimonial, y se pelean continuamente el uno con el otro. Ustedes ancianos, ¿entienden realmente el problema de ellos? Ustedes conocerán estas personas, pero ¿entienden realmente el caso de ellos ? Quizá ustedes únicamente sepan cómo se comportan exteriormente, sin entender las razones que llevaron a la situación presente y sus causas profundas. Quizá ustedes no entiendan la influencia de su trasfondo. Esto indica que quizá ustedes sepan lo que está sucediendo entre ellos, sin entender realmente el caso de ellos.

  Algunos ancianos entenderán el problema de esta pareja casada, pero les faltará sabiduría. Carecerán de la sabiduría necesaria para ayudar a esta pareja a crecer en vida y ganar más de Cristo.

  Los ancianos necesitan conocimiento, comprensión, y sabiduría para edificar la iglesia. Si todos los ancianos en todas las iglesias tuvieran conocimiento, comprensión, y sabiduría, pronto la condición de todas las iglesias sería gloriosa. Cada iglesia tendría un anticipo rico de la Nueva Jerusalén.

  En este mensaje, no estoy recurriendo a definiciones del diccionario acerca del conocimiento, la comprensión, y la sabiduría. Años de experiencia y observación me han permitido entender la diferencia entre el conocimiento, la comprensión y la sabiduría aplicadas a la edificación de la iglesia.

  Podemos ilustrar la diferencia entre el conocimiento, la comprensión y la sabiduría usando ejemplos de la vida familiar. El cuidado de los niños es una carga pesada, una responsabilidad muy seria. Los padres, y particularmente la madre, necesitan primeramente un conocimiento de la condición y situación de sus hijos. Luego los padres necesitan comprender el motivo, el deseo, disposición, carácter, medio ambiente y entorno de sus hijos. La madre y el padre deben considerar todos los factores, incluyendo la influencia de los parientes y el trasfondo de la familia, lo cual afectará la crianza de los niños. Luego deben acudir al Señor y pedirle en oración que les conceda sabiduría. Orarán así: “Señor, conocemos la situación de nuestros hijos. También entendemos algo acerca de su disposición, carácter, y entorno. Señor, danos la sabiduría de saber cómo cuidarlos y criarlos”. Si queremos criar adecuadamente a nuestros hijos, necesitamos el conocimiento, la comprensión, y la sabiduría. Pasa lo mismo con la edificación de la iglesia. Si queremos que el Señor nos use para edificar a la iglesia, necesitamos el conocimiento, la comprensión, y la sabiduría.

  Ningún escrito humano puede ser comparado con la Biblia. La Biblia es un libro lleno de sabiduría divina. La Biblia nos enseña que la tarea más noble consiste en edificar la morada de Dios con todo el mobiliario, tipificando a Cristo y a nuestra experiencia cristiana. Debemos estar llenos del “Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte ” (31:3). Podremos llevar a cabo la tarea noble de edificar la morada de Dios sólo cuando tengamos conocimiento, comprensión, sabiduría, y arte apropiados.

  Este mensaje no se dirige únicamente a los ancianos, sino a todos los santos de todas las edades, incluyendo a las hermanas jóvenes. No somos una organización; tampoco tenemos clero ni laicado. Somos simplemente el pueblo de Dios. Por lo tanto, todos nosotros nos parecemos a Bezaleel, Aholiab, y a todos los que recibieron sabiduría de corazón por parte de Dios (v. 6). Todos podemos ser sabios de corazón y participar en la edificación de la estructura más noble en todo el universo: la morada de Dios .

  Este mensaje no es un sermón ni una enseñanza bíblica común. Mi carga consiste en mostrarles lo que está en el corazón de Dios y lo que El desea de nosotros, en estos versículos. El Señor anhela una morada sobre la tierra, y El desea que Su pueblo la edifique, estando llenos del Espíritu en conocimiento, comprensión, sabiduría, y arte.

  Espero que Señor obre maravillas en los santos de Su recobro, y particularmente en los jóvenes. Puedo testificar que ésta es mi esperanza. Hermanas jóvenes, no digan, “ Oh, no tenemos nada que ver con la edificación de la iglesia. Somos hermanas jóvenes, y todavía estamos en el colegio. Esta labor les corresponde a los ancianos o a los santos mayores”. En lugar de verlo de esta manera, todos debemos tomar conciencia de que la obra noble de edificación de la iglesia nos corresponde a cada uno de nosotros.

  Todos debemos atesorar el hablar del Señor acerca de la edificación de Su morada, la iglesia. Espero que ustedes no tomen ese mensaje a la ligera. ¡Ojalá y todos veamos lo que está en el corazón de Dios acerca de la tarea noble de edificar Su morada, y que veamos también nuestra necesidad de estar llenos del Espíritu de Dios en conocimiento, comprensión, sabiduría, y arte a fin de poder llevar a cabo la obra noble de edificación.

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