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Mensaje 173

EL QUEBRANTAMIENTO DE LA LEY

  Lectura bíblica: Éx. 31:18; 32:1-8, 15-20

  Creo que todos conocemos la historia del quebrantamiento de la ley en Exodo. En este mensaje, investigaremos los principios implicados en esta historia. En el pasado hemos señalado que se necesita tocar el espíritu del autor, tal como es expresado en sus escritos, en nuestro estudio de la Biblia. Ahora quiero añadir que también es importante descubrir los principios implicados en cualquier porción de la Palabra. Exodo relata muchos principios fundamentales acerca del becerro de oro. En este mensaje, nos preocuparemos principalmente por ver los principios relacionados con el culto al becerro de oro.

  La manera de gracia preparada antes del quebrantamiento de la ley de Dios llamó a Moisés a Su monte para darle las tablas de la ley después de promulgarla y antes de su quebrantamiento (24-:12). El Señor llamó por primera vez a Moisés al monte Sinaí en Exodo 19:20. En aquel tiempo el Señor dio a Moisés la ley de los diez mandamientos con todas las ordenanzas derivadas. Luego en Exodo 24:12, El Señor pidió a Moisés que volviera al monte. El Señor deseaba entregarle las tablas de la ley. La ley había sido promulgada, pero Moisés todavía no recibía las tablas de los diez mandamientos. Las tablas de la ley le fueron dadas en 31:18. “Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con El en el monte Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios”.

  Tanto Exodo 24:12, como 31:18, se refieren a las tablas de la ley que fueron dadas a Moisés, pero siete capítulos separan estos versículos. Esto indica que el Señor, después de llamar al Moisés al monte para darle las tablas de la ley, empezó a hablarle de otras cosas. En los capítulos veinticinco a treinta y uno, el Señor reveló a Moisés el diseño del tabernáculo y su mobiliario, y El le habló acerca de asuntos relacionados con el sacerdocio. Hemos visto que el tabernáculo y el sacerdocio representan a Cristo. El tabernáculo y su mobiliario representan a Cristo, y el sacerdocio con sus vestiduras, y los alimentos sacerdotales también son tipologías detalladas de Cristo. Si deseamos conocer a Cristo, debemos estudiar los capítulos veinticinco a treinta y uno de Exodo. Cuando Dios llamó a Moisés al monte, El deseaba darle a Moisés las tablas de la ley, pero antes de darle estas tablas, Dios primero le reveló el diseño del tabernáculo e le dio instrucciones acerca del sacerdocio. Entonces el Señor dio las tablas a Moisés.

  El hecho de que Dios mostró a Moisés el tabernáculo y su mobiliario así como el sacerdocio, antes de darles las tablas de la ley, indica que Dios sabía que el hombre no iba a guardar la ley que El iba a promulgar. Esto indica también que Dios había preparado la manera de gracia para que el hombre tomara contacto con El y lo disfrutara. La manera de gracia es Cristo tipificado por el tabernáculo y el sacerdocio. Dios preparó a Cristo como la manera de gracia para que el hombre tomara contacto con Dios y lo disfrutara. Dios sabía que el hombre no podía guardar la ley que El iba a promulgar; por tanto, El preparó esta manera de gracia. Cristo es nuestro tabernáculo, las ofrendas, y todos los aspectos del sacerdocio. Los escritos de Juan revelan que Cristo es el cumplimiento del tabernáculo y de las ofrendas.

  Después de mostrarle a Moisés el tabernáculo y el sacerdocio, Dios le dio las dos tablas de la ley. Dios pudo hacerlo tranquilamente, sabiendo que la ley sería quebrantada. Eso no perturbó a Dios porque antes del quebrantamiento de la ley, El ya había preparado la manera de gracia para que el hombre fuese capaz de tomar contacto con Dios y de disfrutarlo. Por consiguiente, Dios no confiaba en la ley; depositaba Su confianza en Cristo, quien era la manera preparada de gracia. Dios promulgó la ley, pero El no tenía ninguna confianza en ella. Dios confiaba y sigue confiando absolutamente en Su Cristo como el tabernáculo y el sacerdocio.

  Creo que Moisés estaba contento de tener las tablas de la ley y él puso su confianza en ellas. Al descender del monte, él quizás pensaba: “¿ Oh tengo las dos tablas de piedra en mis manos? En estas tablas se encuentran palabras escritas por el dedo de Dios”. Sin duda, Moisés atesoró estas tablas que contenían la ley grabada en piedra por Dios mismo.

  Moisés quedó en el monte con Dios durante cuarenta días. En la Biblia cuarenta es el número de la prueba. Por ejemplo, el Señor Jesús ayunó en el desierto durante cuarenta días. Probablemente hicieron el becerro de oro después de que Moisés haya pasado treinta y seis días en el monte, y eso debe de haber ocurrido en los dos o tres últimos días de la estancia de Moisés en el monte, porque se desesperaron y no pudieron esperar su regreso. Algunos de ellos habrán dicho: “El hombre que respetamos, que nos sacó de Egipto y nos llevó a este lugar se ha ido por más de cinco semanas. El subió al monte, y no sabemos lo que le habrá sucedido. Ya no podemos esperar más”. Quizá el pueblo haya hecho el becerro de oro al pie del monte en el momento mismo en que Dios entregaba las tablas a Moisés, el mediador.

EL QUEBRANTAMIENTO DE LA LEY POR MEDIO DE LA IDOLATRIA

  Ahora llegamos al quebrantamiento de la ley (32:1-20). ¿Por qué nosotros seres humanos no podemos guardar la ley, y la quebrantamos? La respuesta a esta pregunta involucra un principio importante. Este principio es el siguiente: quebrantamos la ley porque tenemos ídolos. Cada quien tiene su propio ídolo. No necesitamos intentar deliberadamente quebrantar la ley de Dios. Mientras tenemos un ídolo, los tres primeros mandamientos de la ley ya están quebrantados. Los tres primeros mandamientos están relacionados con el hecho de no adorar otros dioses, de no hacer imagen grabada, y de no usar el nombre del Señor en vano. Estos mandamientos están relacionados con Dios. El cuarto mandamiento se refiere al sábado, y los seis últimos mandamientos involucran nuestra relación con los demás. Todo aquel que tiene un ídolo quiebra los tres primeros mandamientos.

  No podemos guardar la ley porque tenemos ídolos. Si tenemos a Dios y no permitimos que ningún ídolo lo sustituya, este mismo Dios que disfrutamos se convertirá en nuestra habilidad de guardar Sus mandamientos. Como resultado, guardaremos la ley de Dios.

  Vemos este principio en los escritos de Juan. El evangelio de Juan y su primera epístola nos exhortan a guardar los mandamientos. Podemos cumplir esta exhortación porque el Nuevo Testamento nos revela que tenemos al Señor dentro de nosotros como nuestro disfrute. El Cristo que vive en nosotros y se convierte en nuestro disfrute es nuestra fuerza para guardar la ley, y además el disfrute de Cristo es en sí la observancia de la ley. Esto significa que el Cristo que vive en nosotros y se convierte en nuestro disfrute es en realidad la observancia de los mandamientos. No tenemos ninguna necesidad de intentar guardar los mandamientos por nosotros mismos. Nuestro disfrute del Cristo que mora en nosotros se convierte espontáneamente en la observancia de los mandamientos.

  ¿Por qué los seres humanos no pueden guardar la ley? La gente no puede guardar la ley porque tienen ídolos que sustituyen a Dios. Como lo hemos señalado, si tenemos a Dios y no permitimos que los ídolos lo remplacen, el Dios que tenemos y que disfrutamos será nuestra fuerza para guardar la ley. De hecho, Dios mismo como disfrute nuestro es la verdadera observancia de la ley. Si tenemos a Dios dentro de nosotros como nuestro disfrute, jamás adoraremos otro Dios, jamás nos haremos imagen grabada y tampoco tomaremos el nombre de Dios en vano. Descansaríamos con Dios y honraríamos a nuestro padres. Además, no mataríamos ni cometeríamos fornicación, no robaríamos, no mentiríamos, ni daríamos falso testimonio; no seríamos codiciosos. Guardaríamos todos los mandamientos de la ley, y esta observancia de la ley sería en realidad la experiencia del Dios que mora en nosotros y que se convierte en nuestro disfrute. Este es el primer principio que vemos en el relato del quebrantamiento de la ley en Exodo 31.

  El Nuevo Testamento nos muestra que los fariseos, los saduceos, y los escribas quebrantaban la ley. La quebrantaban porque estaban llenos de ídolos, pero los discípulos del Señor Jesús podían guardar los mandamientos porque el Señor se había convertido en el disfrute de ellos. Finalmente, los discípulos, incluyendo Pedro, Juan, y Jacobo, estaban llenos del Señor Jesús, y El se convirtió en el disfrute de ellos. Como resultado, ellos observaron espontáneamente los mandamientos.

  Antes de recibir la ley, los hijos de Israel ya la habían quebrantado. La quebrantaron porque tenían un ídolo. No tenían la intención de quebrantar la ley. La quebrantaron simplemente por el hecho de tener un ídolo. Por consiguiente, el primer principio es el siguiente: la ley de Dios es quebrantada cada vez que el pueblo tiene ídolos.

EL AUTOEMBELLECIMIENTO CONDUCE A LA IDOLATRIA

  Esta porción de Exodo implica otro principio acerca de la naturaleza del ídolo, o del principio del ídolo. Vemos este principio en Exodo 32:1-3 “Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos que le haya acontecido. Y Aarón les dijo: apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos, y de vuestras hijas y traédmelos. Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y lo trajeron a Aarón, y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición”.

  Vemos aquí la clase de material que usaron para hacer el ídolo. Por supuesto un ídolo debe ser hecho con algún material. En Exodo 30, el material que usaron para hacer el becerro era el oro de los zarcillos de las esposas, hijos, e hijas, de los hijos de Israel. Quizá los únicos en no tener zarcillos de oro eran los hombres mayores. Los hombres mayores fueron la excepción porque no se preocupaban por su embellecimiento. Puedo testificar, como hombre mayor, que no tengo ningún interés en embellecerme. No obstante, los hombres y mujeres jóvenes, y también las mujeres mayores, acostumbran embellecerse. Por tanto, en Exodo 32, tomaron los zarcillos de oro de las orejas de las esposas, de los hijos e hijas y los usaron para hacer el ídolo, el becerro de oro.

  La gente se pone zarcillos para embellecerse. La cultura actual promueve el autoembellecimiento. Los hombres y las mujeres gastan mucho dinero comprando artículos de belleza.

  El autoembellecimiento conduce a la idolatría. Esta es la razón por la cuál el Señor dio a los hijos de Israel un mandamiento relacionado con los atavíos en Exodo 33:5 y 6 “Porque Jehová había dicho a Moisés: Di a los hijos de Israel: vosotros sois pueblo de dura cerviz; en un momento subiré en medio de ti, y te consumiré. Quítate, pues, ahora tus atavíos, para que Yo sepa lo que te he de hacer. Entonces los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte Horeb”. El Señor dio este mandamiento acerca de los atavíos porque lo aclara el capítulo treinta y dos, el autoembellecimiento conduce a la idolatría.

  Antes de hacer el ídolo del becerro de oro, los hijos de Israel ya tenían ídolos, en una forma distinta, en forma de autoembellecimiento. Las esposas como los hijos, y las hijas de los hijos de Israel, llevaban zarcillos de oro en sus orejas para embellecerse a sí mismos. Vemos aquí el principio según el cual el embellecimiento es la forma preliminar de la idolatría. Antes de convertirse en becerro, el oro ya existía en la forma idólatra del autoembellecimiento. A los ojos de Dios, el autoembellecimiento constituye un ídolo. Esta fue la razón por la cual el Señor mandó en Exodo 33:5-6 que el pueblo no tuviera ningún atavío. Estos atavíos eran precursores de los ídolos. Antes de tener el ídolo del becerro de oro, el pueblo ya tenía los ídolos preliminares colgando de sus orejas.

  Ahora debemos ser capaces de ver el principio de un ídolo. Este principio es el autoembellecimiento. Por consiguiente, un ídolo es la expresión final de embellecimiento de una persona.

  En este país, no vemos templos idólatras con imágenes o ídolos. No obstante, los habitantes de este país tienen otra clase de ídolos: los ídolos de autoembellecimiento. Embellecerse a sí mismo es algo popular, prevaleciente y extendido entre la gente de los Estados Unidos. Esto significa que para muchos norteamericanos, el autoembellecimiento es una forma de idolatría. La gente en los países subdesarrollados no se preocupan tanto por embellecerse a si mismos, aunque tengan en sus templos ídolos de madera o de piedra. Por el contrario, los que viven en culturas modernas y científicas, no tienen esa clase de ídolos, pero sí tienen los ídolos del embellecimiento. Podemos encontrar estos ídolos casi en todas partes: en las casas, en las escuelas, y en las oficinas.

  ¿Sabe usted lo que adoran muchos americanos hoy en día? adoran los ídolos del embellecimiento. Por ejemplo, antes de ir a trabajar, una mujer joven dedica mucho tiempo a su embellecimiento. Quizá le cueste más dinero los artículos de embellecimiento que su propia comida. Mi preocupación es señalar el hecho de que el embellecimiento conduce a la idolatría. Primero los hijos de Israel llevaban zarcillos de oro para embellecerse. Luego estos zarcillos de oro fueron usados por Aarón para hacer el ídolo del becerro de oro.

SATANAS USURPA LOS DONES DE DIOS

  La idolatría involucra otro principio: Satanás usurpa lo que Dios nos ha dado para echarlo a perder. En Exodo 32, los hijos de Israel desperdiciaron mucho del oro que les proporcionó Dios. Antes de que los hijos de Israel salieran de Egipto, Dios obligó a los egipcios a entregar su oro y otras cosas preciosas a los hijos de Israel. Este oro debía ser usado para erigir el tabernáculo. El tabernáculo necesitaba una gran cantidad de oro para cubrir las tablas derechas. Dios venció a los egipcios, y dio el oro al pueblo de Israel, pero Satanás vino y usurpó el oro y lo usó para hacer un ídolo, antes de que usaran este oro para erigir la morada de Dios. En realidad, antes del becerro de oro, Satanás ya había usurpado el oro de tal modo que lo usaron para hacer zarcillos. Si los hijos de Israel hubieran amado al Señor a lo sumo, jamás habrían desperdiciado el oro en zarcillos. Por el contrario, lo hubieran guardado para el uso del Señor.

  En el capítulo treinta y cinco, se pide al pueblo que ofrezca oro y otros materiales para edificar el tabernáculo de Dios. El oro fue el primer material que ofrecieron para la morada de Dios, pero en el capítulo treinta y dos, se usó una gran cantidad de oro para hacer un becerro. Obviamente el becerro de oro requería una gran cantidad de oro para su fabricación, porque su tamaño probablemente era grande.

  Dios nos ha dado muchas cosas destinadas a Su culto y glorificación, y no a nuestro embellecimiento, pero antes de que las usemos para adorar y glorificar a Dios, los enemigos vienen e intentan usurpar lo que Dios nos ha dado, con el fin de desperdiciarlo y echarlo a perder. Este es el segundo principio de la idolatría, y constituye una ofensa para Dios.

LA DURACION DEL DISFRUTE

  Vemos otro principio en el hecho de que el pueblo no hizo una imagen de Moisés, tampoco de un caballo o de otro animal de labor. Hicieron un becerro de oro. Un becerro no sirve para el trabajo, sino que es destinado al disfrute, y en particular, a la comida. En el Antiguo y Nuevo Testamento, se usaba un becerro para alimentar a los huéspedes. En Génesis. 18, Abrahám hizo preparar un becerro para sus huéspedes y en la parábola de Lucas 15, el padre mandó matar al becerro gordo cuando el hijo pródigo volvió a casa. Por lo tanto, un becerro representa el disfrute. Los que se embellecían en Exodo 32 buscaban el disfrute. El disfrute constituía su ídolo. Del mismo modo, mucha gente adoran ahora a un becerro, es decir, adoran a su disfrute.

  Exodo 32:6 confirma esta interpretación del significado del becerro de oro “y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos y presentaron ofrendas de paz, y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse”. Después de hacer el becerro de oro, el pueblo comió, bebió , y se regocijó. C. A.. Coates afirma que hacían deporte. Durante los fines de semana, mucha gente en este país se preocupa únicamente por comer, beber, y hacer deporte.

  El versículo 18 nos muestra que Moisés oyó voz de cantar, y en el versículo 19 declara que : “vio el becerro y las danzas”. El pueblo comía, bebía, y hacía deporte, y además bailaba y cantaba. Hicieron todo eso en frente del becerro de oro. Este cuadro indica que el becerro representa el disfrute y que los hijos de Israel adoraban el objeto de su disfrute

PRETENDIAN ADORAR AL DIOS VERDADERO

  La pretensión es otro principio de idolatría. Todo idólatra pretende adorar al Dios verdadero. Leamos el versículo 4 “Entonces dijeron: Israel, éstos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto”. El versículo 5 afirma que cuando Aarón vio eso: “edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: ¡mañana será fiesta para Jehová!” y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz (v. 6). Las ofrendas y la manera de adorar eran adecuadas pero el objeto del culto estaba equivocado. Los hijos se Israel habían cambiado el objeto de su culto, adorando a un ídolo en lugar del Dios verdadero. Hicieron becerro en Horeb, se postraron ante una imagen de fundición. Así cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba" (Sal. 106:19-20). Jehová Dios era la gloria de ellos, pero cambiaron su gloria por un buey que come hierba. Esto se parece a lo que describe Romanos 1:23 “y cambiaron la gloria de Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre incorruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles”. A pesar de eso, todo idólatra pretende que su ídolo es el dios verdadero.

EL CULTO MEZCLADO

  El culto mezclado es otro principio relacionado con los ídolos. Podemos aplicar este principio a los cristianos contemporáneos. Muchos cristianos adoran a un becerro, y están convencidos de que adoran al Señor Jesús o al Dios verdadero. En realidad lo que ellos adoran es su disfrute . Muchos cristianos contemporáneos centran su culto en la comida, la bebida, los deportes, el canto y el baile, alrededor de alguna clase de disfrute, alrededor de un becerro de oro.

  En la asamblea de Hermanos, algunos instructores enfocaron muy bien este punto. Dijeron que el culto al becerro de oro al pie del monte Sinaí era una mezcla, porque adoraban a un becerro como si fuese Dios, con las ofrendas adecuadas y en la forma adecuada. Las ofrendas eran apropiadas y el ritual adecuado, pero el objeto del culto estaba equivocado. Este es el punto que queremos recalcar cuando hablamos de mezcla.

  No consideremos únicamente la manera en que los demás adoran. Debemos examinar nuestra propia adoración. ¿Se trata de un culto puro o de una mezcla? El culto mezclado está relacionado con el disfrute que procede del autoembellecimiento. Como lo hemos visto, la idolatría involucra cinco principios: el embellecimiento de sí mismo, el hecho de que Satanás usurpa los dones de Dios y los echa a perder, el culto a nuestro disfrute, la pretensión de adorar al Dios verdadero, y la mezcla en el culto.

LAS PERSONAS DOTADAS FABRICAN IDOLOS

  Aarón no era un Balaam; él era un sumo sacerdote auténtico, un compañero de lucha de Moisés. El llevaba la delantera entre el pueblo de Dios, pero aún esta clase de persona podía hacer un ídolo. No debemos pensar que Aarón podía hacer tal cosa, y nosotros no. Cualquier líder de la iglesia es capaz de hacer eso. Tiemblo por el temor a hacer esa clase de ídolos. Todos debemos tener cuidado al respecto, especialmente las personas capaces, dotadas y muy talentosas.

  Exodo 32:4 afirma que Aarón tomó el oro y “le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición”. No resultaba fácil tomar un montón de oro y darle forma de becerro. Aarón usó un buril para realizar eso. Hemos visto que el principio fundamental de un ídolo es el embellecimiento de sí mismo. Si no se embellece a un ídolo, ¿Quién lo adoraría? El punto importante es éste: se requiere habilidad para dar al oro la forma de becerro. Ciertas personas poseerán el oro, sin tener la capacidad de moldearlo en becerro. Sin embargo, todo fabricante de ídolos, como Aarón, es una persona capacitada, dotada, y muy talentoso. ¿Quién puede saber cuántos fabricantes de ídolos existe entre los cristianos de hoy? Esos artesanos tienen mucho conocimiento, cultura y capacidad. Los demás no tienen la capacidad de hacer ídolos, pues no tienen estos talentos, pero estos artesanos sí tienen la capacidad de moldear oro en ídolos. Saben hacer ídolos hermosos. A veces me pregunto: “¿qué estás haciendo aquí? ¿Estás moldeando un ídolo? ¿Estás embelleciendo tu propia obra para que los demás la adoren”. Tengo miedo de hacer alguna clase de ídolos.

  Debemos considerar que el becerro de oro fue hecho por Aarón, el sumo sacerdote de Dios. Esto es un punto importante. Además, él hizo este becerro en nombre de Jehová y llevó la delantera en el culto del ídolo, presentando ofrendas a Dios y adorándole. Cuando Moisés descendió y le preguntó a Aarón lo que había hecho, Aarón dijo una mentira. Aarón afirmó que él tomó el oro y lo echó en el fuego, y que un becerro salió de allí. Parece que Aarón decía a Moisés: “No me condenes, Moisés. Sólo eché oro en el fuego, y salió este becerro”. Por supuesto Aarón hizo el ídolo. El era un típico fabricante de ídolos.

  Abramos los ojos y veamos la situación idólatra que predomina entre muchos cristianos contemporáneos. “¿Piensa usted que ninguno de los líderes cristianos destacados fabrica ídolos? ¡Ojalá y ningún líder cristiano fabricara ídolos! Si tal fuese el caso, le daría sinceras gracias al Señor y lo adoraría por eso. Podría alabar al Señor porque ningún obrero cristiano fabrica ídolos. No obstante, El Señor sabe que ahora muchos Aarónes, muchos líderes cristianos capaces, fabrican ídolos. Estos Aarónes no son falsos profetas ni tampoco verdaderos profetas gentiles como Balaam. Son sacerdotes auténticos, designados por Dios. No obstante, fabrican ídolos en el nombre del Dios que ellos sirven, y enseñan a los demás a adorar a estos ídolos con ofrendas que deberían ser presentadas a Dios, y en una manera que corresponde al culto a Dios. Esta es una mezcla y es muy sutil.

  Si usted habla de este asunto con uno de estos Aarones contemporáneos, él probablemente diría: “No adoramos a un ídolo, adoramos al Señor. Festejamos con El, y ofrecemos Sus holocaustos y Sus sacrificios de paz ¿Cómo puede afirmar usted que adoramos a un ídolo?” Efectivamente, adoran aparentemente a Dios tal como debería de ser, pero Dios en realidad no es el objeto del culto. Por el contrario, un becerro de oro reemplaza al Dios verdadero. Originalmente era el oro del autoembellecimiento, pero ahora el oro ha sido cambiando en forma y ha sido moldeado en becerro.

  Por tener un ídolo entre ellos, los hijos de Israel quebrantaron la ley inconsciente e involuntariamente. Aarón quizá haya dicho que ellos no tenían ninguna intención de quebrantar la ley. Ninguno de ellos deseaba quebrantar la ley, pero lo hicieron de todos modos. Cuando Moisés vio esta situación de idolatría entre el pueblo, ardió su ira. No pudo controlarse y “arrojó las tablas de sus manos y las quebró al pie del monte” (v. 19). Moisés era el mediador que Dios usó para dar la ley. Cuando él arrojó las tablas de sus manos, y las quebró, la ley entera fue destruida. En un próximo mensaje, veremos cómo Moisés aniquiló a los idólatras.

  Este mensaje presenta un asunto importante: Dios no dio la ley a los hijos de Israel con la esperanza de que ellos la guardarían. Cuando Dios promulgó la ley, El deseaba que Su pueblo se diera cuenta de su incapacidad de observarla. No podían hacer otra cosa que quebrantar la ley. Al adorar el becerro de oro, quebrantaron la ley de Dios.

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