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Mensaje 174

EL PRINCIPIO DE LA IDOLATRIA DEL BECERRO DE ORO

  Lectura bíblica: Éx. 32:7-14, 19-29

  En el mensaje anterior, mencionamos que debemos encontrar los principios implicados en el capítulo treinta y dos de Exodo. Antes de proseguir y considerar el asunto del ídolo y de los idólatras, debemos considerar el principio de la idolatría del becerro de oro.

  En Génesis ya se adoraban ídolos, pero el culto al ídolo en Exodo treinta y dos es algo único. Mas de dos millones de personas fueron rescatadas de las manos del faraón y sacadas de la tierra de tiranía. Cruzaron el mar rojo y atravesaron el desierto. Estas personas habían visto los numerosos milagros que cumplió Dios por ellos. Aún cuando hicieron el ídolo y lo adoraban, todavía recogían el maná que bajaba de los cielos. Se encontraban en una situación bajo cuidado milagroso de Dios. Sin embargo, hicieron un ídolo y lo adoraron como si fuese ese Dios que los había sacado de Egipto y los condujo al monte Sinaí.

  Moisés ya había subido al monte una vez y había bajado. Todo el pueblo sabía eso. Moisés seguramente les habrá dicho algo acerca de la promulgación de la ley de Dios. Creo que Moisés debe de haberles hablado de los diez mandamientos. Luego Moisés fue llamado de nuevo al monte y permaneció allí durante cuarenta días. Según el contexto, el ídolo, el becerro de oro no fue hecho al principio de estos cuarenta días. Como ya lo hemos mencionado, el becerro de oro fue hecho probablemente hacia el final de esos cuarenta días.

DOS ESCENAS

  En Exodo 32, vemos dos escenas: la primera en el monte y la otra al pie del monte. La escena del monte era maravillosa. Allí recibió Moisés el diseño del tabernáculo y su mobiliario. Dios probablemente inscribió la ley en las tablas de piedra con Su dedo cuando Arón y sus ayudantes hicieron el becerro de oro al pie del monte. En la cumbre del monte, se inscribía la ley, pero al pie del monte, hacían un ídolo. Esta comparación es muy significativa.

  Podemos comparar la situación del pueblo de Dios hoy en día a la de los hijos de Israel en el monte Sinaí. El Señor Jesús ha ido a los cielos, donde se encuentra ahora. En los cielos, el Señor revela el diseño acerca de Su morada en la tierra. En el Antiguo Testamento Moisés se encontraba en el monte, pero el Nuevo Testamento muestra que el Señor Jesús está ahora en los cielos. Si usted lee detenidamente el libro de Hebreos, verá que la experiencia de Moisés en el monte Sinaí era todo una tipología. La revelación que recibió Moisés acerca del tabernáculo tipificaba la revelación actual acerca de la morada de Dios. Vemos eso particularmente con el sacerdocio. El sacerdocio revelado a Moisés tipificaba el sacerdocio neotestamentario revelado por el Señor Jesús en los cielos.

  Mientras Moisés permanecía en el monte, el pueblo de Dios empezó a adorar el ídolo del becerro de oro. En principio, pasa lo mismo entre los cristianos contemporáneos. ¿Qué pasa en la tierra entre los cristianos mientras el Señor demora en los cielos? El pueblo de Dios se hace becerros de oro y los adora. Existe una gran similitud entre la situación de los hijos de Israel en Exodo 32 y la situación actual del pueblo de Dios. De hecho, la situación actual es prácticamente una réplica de lo que sucedió en el Antiguo Testamento.

  Moisés recibió una revelación sobre el tabernáculo como morada de Dios y sobre el sacerdocio para el servicio de Dios. Del mismo modo, después de Su ascensión a los cielos, el Señor reveló Su morada y Su sacerdocio. En los varios escritos del Nuevo Testamento, apóstoles como Pablo, Pedro, y Juan trabajaban juntos con el Cristo en los cielos para revelar el diseño de Dios. Al leer las epístolas del Nuevo testamento, podemos ver el modelo y el diseño de la morada de Dios y Su sacerdocio. En las epístolas de Pablo, Pedro y Juan, podemos ver el modelo de tabernáculo, del arca, del candelero, la mesa de los panes de proposición, el altar del incienso, el altar de bronce, el lavacro, y todos los utensilios relacionados con la morada de Dios. Además, en todas estas epístolas, podemos ver también el sacerdocio. Eso fue revelado en los cielos, pero al pie del monte, los cristianos están haciendo un becerro de oro.

EL CULTO MEZCLADO

  Es importante ver que la adoración del becerro de oro en Exodo 32 fue una mezcla. Adoraban un ídolo como debían adorar a Dios. Esta practica es muy común entre los cristianos contemporáneos. Los cristianos pueden adorar de una manera apropiada, pero el verdadero objeto de su adoración puede ser algo que no es Dios mismo. Si tenemos una visión clara y celestial, nos daremos cuenta de que la mayor parte de la adoración de los cristianos contemporáneos constituye una mezcla. Adoran algo que pretende ser Dios como si en realidad fuese Dios mismo.

  Después de que Aarón hiciera el becerro de oro, el pueblo dijo: “Israel, éstos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto” (Éx. 32:4). El pueblo adoraba al becerro de oro como si fuese el Dios que los sacó Egipto. ¿No fue eso una mezcla? Además leamos Exodo 32:5 y 6, : “y viendo esto Aarón, edificó una altar delante del becerro; y pregonó Aarón y dijo: mañana será fiesta para Jehová y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz, y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse”. Edificaron un altar delante del ídolo, y el pueblo ofreció holocaustos y sacrificios de paz. Esto indica que adoraban al ídolo tal como debían adorar a Dios. Esto fue toda una mezcla. En otras palabras, esta adoración no era pura. Podemos comparar la adoración entre los cristianos contemporáneos con la de los hijos de Israel en el monte Sinaí. La adoración del becerro de oro por los hijos de Israel es un cuadro de la adoración impura entre los cristianos contemporáneos.

  La adoración del becerro de oro difería de la adoración pagana de los ídolos. El becerro de oro fue adorado por un pueblo redimido en el nombre del Señor, Su redentor. Después de hacer el becerro de oro, el pueblo declaró que eso era el Señor que los había sacado de la tierra de Egipto. Esto indica que adoraban a un ídolo en el nombre de Jehová su Dios.

  Además, adoraban a este ídolo tal como debían adorar a Dios, es decir, en la manera ordenada por Dios. Ofrecían al ídolo el tipo de ofrenda que debían ofrecer a Dios. Se trata de una mezcla vergonzosa.

  La gente condenaría fácilmente la adoración pagana de los ídolos, pero no es fácil condenar la expresión actual de la adoración impura que vemos en Exodo 32, una adoración llena de mezcla. ¿Tiene usted la seguridad de que los supuestos servicios de adoración en las catedrales y capillas actuales son una adoración pura de Dios? ¿Es realmente Dios el que adoran? Si Dios no es Aquel que adoran, entonces cuál es el objeto de adoración? Si la adoración no pertenece a Dios, se trata de una adoración extraña. Cantarán cánticos a Dios y le dirigirán oraciones, pero en realidad la adoración es destinada a alguien o algo que no es Dios mismo.

NO USARON LOS DONES DE DIOS PARA EL PROPOSITO DE DIOS

  Veamos cuál es el principio de esta clase de adoración. El principio de la idolatría del becerro de oro muestra que las riquezas y los tesoros, los dones de Dios, tanto materiales como espirituales, no fueron usados adecuadamente para el propósito de Dios. Debemos ser cuidadosos acerca de las cosas materiales y espirituales que recibimos de Dios, pues quizá no usemos adecuadamente estas bendiciones para el propósito de Dios. Por ejemplo, supongamos que usted tiene la capacidad de enseñar la Biblia, y usa esta capacidad para emprender un trabajo. Su capacidad de enseñar la Biblia es un don de Dios, pero ¿usa usted este don adecuadamente para el propósito de Dios, o lo usa usted para edificar algo que no es el propósito de Dios? En este ultimo caso, usted estará haciendo un becerro de oro. Esta no es una postura extremista. Creo que algún día, en esta era o en la próxima, todos tomaremos conciencia de que en principio, esto equivale a un becerro de oro, algo que Dios condena. Muchos Aarones contemporáneos han fabricado numerosos becerros de oro.

  Los que poseen el don de predicar el evangelio pueden usar su capacidad para fabricar un becerro de oro. Un hermano puede ser evangelista. Dios le ha dado verdaderamente el don de predicar el evangelio, pero este hermano debe preguntarse cuál es su propósito al ejercer este don. ¿Es su propósito puro? ¿Es genuino?. Estas preguntas merecen seria consideración.

  Debemos examinarnos a nosotros mismos y preguntarnos lo que estamos haciendo y cuál es nuestro propósito al hacerlo. La mayor tentación de los obreros cristianos dotados es el trabajo mismo. La obra que estamos haciendo es la mayor tentación en sí. Si usted estudia la historia de la iglesia y biografías de los diferentes predicadores y evangelistas, verá que muchos han edificado ídolos. Algunos se han erigido en ídolos, es decir, se han convertido ellos mismos en ídolos, en becerros de oro. Eso corresponde al principio de la idolatría del becerro de oro, el principio según el cual no se usa adecuadamente los dones recibidos de Dios para Su propósito.

EL PUEBLO REDIMIDO POR DIOS HIZO UN IDOLO

  El becerro de oro difiere de un ídolo pagano. Resulta difícil describir este becerro de oro. No deberíamos llamarlo un ídolo cristiano. Podemos decir que el becerro de oro en Exodo 30 es un ídolo hecho por el pueblo redimido de Dios. Los paganos no hacen ni adoran a ídolos en forma de becerro de oro. Tuvo que ser el pueblo redimido de Dios, aquellos que fueron redimidos por la sangre del cordero pascual, que fueron sacados de Egipto, y que disfrutaron los milagros de Dios, aún cuando hacían el ídolo. Ciertamente los hijos de Israel no eran paganos. Aún cuando hacían el becerro de oro, comían el maná que milagrosamente bajaba del cielo. Además, conocían el nombre de Jehová y sabían cómo adorar Dios con ofrendas. Hicieron un ídolo sin ser paganos.

  No se imagine que no existen ídolos entre los cristianos contemporáneos. Los cristianos no tienen ídolos paganos, pero sí tienen ídolos hechos por cristianos. Los cristianos han hecho muchos ídolos, particularmente los líderes cristianos, los evangelistas e instructores bíblicos.

DIVISION, IDOLATRIA Y FORNICACION

  Si usted conoce los principios neotestamentarios, se dará cuenta de que estos tres asuntos están relacionados uno con otro: la división, la idolatría, y la fornicación. La división acompaña a la idolatría y la idolatría a la fornicación, tanto espiritual como física. En realidad, la división es una fornicación espiritual.

  En cuánto hicieron el becerro de oro, se produjo una división entre los hijos de Israel. Supongamos que el pueblo redimido de Dios hubiese hecho más de un ídolo en Exodo 32. Se hubiera producido inmediatamente otra división. Diez ídolos causarían diez divisiones.

  Las divisiones entre los cristianos se relacionan con los ídolos edificados en el nombre del Señor. Supongamos que un grupo de cristianos se reúne para adorar al Señor. Después de cierto tiempo, algunos hermanos, infelices por la situación de ese grupo, decide iniciar otra reunión en la misma localidad. Esta es una división que involucra la idolatría. En 1 Co. 1, Pablo pregunta: “¿está dividido Cristo?” (1 Co.. 1:13). En el mismo principio podemos preguntar: “¿Está Dios dividido?” Adoramos al mismo Dios, por lo tanto ¿por qué debemos ser divididos? La división puede indicar, o por lo menos implicar, que algunos adoran algo que no es el verdadero Dios. Podemos adorar algo o alguien en nombre de Jehová, sin que eso sea el Señor mismo. Además, podemos adorar algo que no es Dios, con ofrendas que deben ser ofrecidas a Dios y de una manera adecuada para la adoración a Dios.

  Hemos visto que la división está relacionada con la idolatría. Cuando una persona comete idolatría, seguirá y cometerá fornicación. Fornicación significa confusión. Si alguien está confundido acerca de Dios, lo estará también en cuanto al hombre? En la carta a Tiatira en Apocalipsis 2, vemos la idolatría y también la fornicación. La idolatría y la fornicación son dos hermanas malignas que siempre van juntas. Si una está presente, la otra estará presente también.

  La principal fuente de división y de fornicación es la idolatría. Aarón hizo un becerro de oro, y eso causó una división. La división entre los hijos de Israel se debía a la adoración del becerro de oro.

  En principio, el hecho de hacer el becerro de oro fue un abuso de los dones de Dios. Los hijos de Israel usaron el oro que Dios les había dado milagrosamente, e hicieron el becerro. Dios sometió milagrosamente a los egipcios, y dio su oro a los hijos de Israel. Dios deseaba que el oro dado a los hijos de Israel sería empleado para la edificación de Su tabernáculo. Pero antes de erigir el tabernáculo, el pueblo abusó del oro usándolo para su autoembellecimiento. Luego usaron este oro para hacer el becerro. Vemos así que el principio de idolatría involucra el abuso de lo que Dios nos ha dado y el hecho de no usar Sus dones para Su propósito.

EL IDOLO RELACIONADO CON LA DIVERSION Y EL ENTRETENIMIENTO

  El pueblo abusó también de lo que Dios le había dado y lo usó para su diversión y entretenimiento. La adoración del becerro de oro fue una clase de diversión y entretenimiento. Los hijos de Israel se divirtieron con este ídolo. Leamos Exodo. 32:6 “y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse”. Cuando Moisés y Josué bajaron del monte, oyeron los cantos, vieron el becerro y las danzas" (vs 18-19). Esto suena a diversión y entretenimiento. Esta es una advertencia para nosotros: no debemos reunirnos con el propósito de divertirnos o entretenernos. Efectivamente tenemos el disfrute del Señor, pero eso no es una forma de entretenimiento.

  Consideren la situación entre los cristianos contemporáneos acerca del deseo de entretenerse. Es difícil encontrar un servicio de iglesia desprovisto de una forma de entretenimiento. Se usan varias formas de entretenimiento para atraer a la muchedumbre. Sin entretenimiento, la gente no se desplaza. Quieren ir donde hay entretenimiento. Hoy en día muchos adoran alguna clase de becerro de oro para su entretenimiento.

  Debemos tener cuidado de no abusar de los dones materiales o espirituales que nos ha dado Dios. No debemos usar ninguna de las cosas materiales que nos ha dado Dios, para nuestra diversión o entretenimiento. Si las usamos de esta manera, tendremos un becerro de oro. Del mismo modo, no debemos abusar de los dones espirituales, como el don de la enseñanza, o de la predicación, para nuestra diversión o entretenimiento. Los que han recibido dones espirituales corren el peligro de abusar de estos dones y edificar algo para su propio propósito, su propia diversión y entretenimiento. Esto equivale a hacer un becerro de oro.

  Si vemos verdaderamente este principio, nos daremos cuenta de la situación lamentable y trágica que predomina entre los cristianos contemporáneos. Vemos becerros de oro casi en todas partes. La gente canta a un becerro de oro, lo alaba, se regocija delante de él. En la presencia de un becerro de oro, la gente come, bebe, hace deporte, y baila. Pretenden alabar al Señor, cantar a Dios, y regocijarse delante de El, pero debemos preguntarnos ¿a quién adoran ¿Jehová Dios, o el dios del becerro de oro?

  Yo he orado desesperadamente al Señor en cuanto a esta situación, y a lo que estoy diciendo al respecto. Tengo la obligación de señalar este principio al pueblo del Señor. No obstante, no quiero ir a los extremos. No creo que en este mensaje he ido demasiado lejos al respecto. Debo testificar que en lo profundo de mi espíritu, tengo una visión de la escena de Exodo 32, en su aplicación actual. También puedo testificar que en el transcurso de los años, he estado en guardia para no edificar que sirva mi propio propósito o para mi entretenimiento o diversión. A los ojos de Dios, todo lo que edificamos para nuestro propósito o entretenimiento constituye un becerro de oro. Este becerro causará siempre divisiones. Han hecho becerros continuamente, y las divisiones surgieron del culto a estos becerros de oro. Esta situación se puede repetir entre los cristianos contemporáneos.

  Todos debemos ver la diferencia que existe entre la adoración pura al Señor y un culto mezclado. Un culto mezclado consiste en adorar un becerro de oro en el nombre del Señor. En esta clase de adoración, la gente adora a un becerro de la misma manera en que adorarían al Señor. Hemos visto que eso difiere de la adoración pagana, porque el culto mezclado es un asunto de adorar a un ídolo en el nombre del Señor y en la manera en que adorarían al Señor.

MILAGROS HUMANOS

  Leamos Exodo 32:21 “Y Moisés dijo a Aarón: ¿qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado?” Aarón intentó justificarse diciendo: “por qué me dijeron: haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? apartadlo, y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro” (vs. 23-24). En Génesis Jacob pidió a su familia que se despojaran de sus zarcillos y que los sepultaran debajo de una encina con el fin de ser puros y subieran a Betel para construir un altar al verdadero Dios (Gn. 35:2-4). Aarón también pidió al pueblo que quitaran sus zarcillos, pero con un propósito muy distinto. Arón dijo a Moisés que él echó el oro en el fuego y que salió un becerro. Quizá Aarón intentaba decir que el becerro salió por alguna clase de milagro. Aarón quizá quería decir: “Eché el oro al fuego, y salió milagrosamente este becerro. ¿No fue algo de Dios? ¿Cómo hubiera podido hacer esto? Fue un milagro”. Este “milagro” fue forjado por las manos de Aarón y no por Dios.

  Los cristianos contemporáneos acostumbran tener milagros humanos. Por ejemplo, algunos predicadores pretenden que se producen casos de sanidad en sus reuniones. No obstante, estas sanidades quizá no vengan de la mano de Dios, sino de la mano de estos mismos predicadores. Hace años, asistí a una reunión y observé muchos casos de sanidades humanas. En algunos casos, la gente fue sanada momentáneamente. Después de cierto tiempo, su enfermedad regresaba. Sin embargo, los que dirigen estas reuniones se jactan de que estas sanidades son genuinas. En realidad tienen un becerro de oro en sus reuniones. Pretenden que Dios opera milagros cuando en realidad son hechos por los esfuerzos, la promoción y la publicidad de los hombres. No creo que la muchedumbre que se reúne alrededor de ciertos predicadores actuales son el resultado de milagros cumplidos por Dios. No, el becerro de oro no salió milagrosamente del fuego; fue moldeado por las manos del hombre.

  Si entendemos claramente el principio de la idolatría del becerro de oro, tomaremos cuidado de no echar “oro en el fuego” y no moldear oro con buriles. Tendremos miedo de no usar nuestra capacidad para hacer un becerro de oro. Esta es la razón por la cual he tenido comunión a menudo con los que llevan la delantera y con los colaboradores, diciéndoles que no debemos laborar demasiado. Si algo viene verdaderamente del Señor, El mismo lo cumplirá. No necesitamos hacer tanto. Si intentamos laborar demasiado por nosotros mismos, acabaremos haciendo un becerro de oro. Todos debemos tener cuidado, pues aún en las iglesias locales, podemos hacer becerros de oro. Todos debemos ver el principio de la idolatría del becerro de oro y guardarnos de ella.

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