Mensaje 2
Por la forma en que está escrito el libro de Exodo entendemos que es la continuación de Génesis. Eso se comprueba por la manera en que empieza: “Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto” (1:1). El principio del Génesis es maravilloso, pero su conclusión es pobre. Empieza con las palabras: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”, pero termina diciendo: “Y murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un ataúd en Egipto” (Gn. 50:26). Por tanto, Génesis concluye con un muerto dentro de un ataúd en Egipto. Esto indica que el pueblo escogido por Dios se encontraba en una situación de muerte.
Exodo 1 también presenta la condición en la cual se encontraba el pueblo de Dios en Egipto. Ellos estaban en una condición de muerte, pero estaban vivos y eran activos en dicha condición. Este es el pensamiento de Pablo en Efesios 2, donde vemos que los que están muertos en sus delitos y pecados caminan conforme a la era del mundo, su conducta la regulan los apetitos de la carne y llevan a cabo los deseos de la carne y de los pensamientos. Los que están muertos espiritualmente tienen obras, pero son obras muertas, obras de muerte.
El capítulo uno de Exodo es un relato detallado de las actividades del pueblo de Dios en su condición de muerte en Egipto. Ellos eran obligados a laborar como esclavos de Faraón; ya estaban en muerte y sin embargo, los estaban matando a diario. Tal vez parezca extraño decir que mataban a los muertos, pero esto es algo que sucede realmente en la experiencia espiritual. Aunque la gente en el mundo ya está muerta espiritualmente, la están matando continuamente. La condición de la gente mundana hoy día, así como la del pueblo de Dios en Exodo, se caracteriza por el cautiverio y la muerte. Primero la gente es esclavizada por el mundo, y luego el mundo la amortece y la aniquila. Tal vez la gente piense que la cultura humana progresa positivamente, pero a los ojos de Dios, hoy en día hay más esclavitud y muerte en la tierra que nunca antes. Antes de venir a Cristo y de ser salvos, nosotros también éramos esclavos y estábamos amortecidos. Además, antes de entrar en la vida de iglesia, en el recobro del Señor, muchos de nosotros seguíamos siendo esclavos y permanecíamos en un estado de muerte aun después de ser salvos. Todos debemos estar alerta; de otro modo seremos más esclavizados y amortecidos.
El libro de Génesis tiene un buen comienzo pero termina con una situación lamentable; mientras que Exodo empieza con una situación lamentable pero termina de manera gloriosa. Hemos hecho notar que Génesis empieza con la creación pero termina con un muerto dentro de un ataúd en Egipto. Al contrario, Exodo comienza con un cuadro del pueblo de Dios que es esclavizado y que se encuentra en muerte pero concluye con el arca en el tabernáculo lleno de la gloria de Dios. ¡Qué diferencia tan grande existe entre el final de Génesis y el final de Exodo! ¿Dónde prefiere estar usted: en un ataúd en Egipto o con el arca en el tabernáculo lleno de la gloria de Dios?
En este mensaje vamos a examinar la esclavitud en que estaban los hijos de Israel. Los israelitas se originaron en Canaán. Debido a la escasez de alimentos, se vieron forzados a bajar a Egipto, donde acabaron por ser esclavizados. Así vemos que el pueblo fue esclavizado primeramente por la necesidad de obtener el sustento y de ganarse la vida. La gente mundana aspira a divertirse porque desea vivir mejor. Asimismo, la gente procura una educación más elevada o una formación técnica para poder vivir bien, incluso vivir mejor que todos los demás. En todo el mundo, tanto en países desarrollados como en países del tercer mundo, la gente es esclavizada por la necesidad de ganarse el sustento. Esta también era la situación entre los hijos de Israel en Egipto.
La Biblia enseña que el mundo tiene por lo menos tres aspectos: el aspecto de rebeldía e idolatría, representado por Babel; el aspecto pecaminoso, representado por Sodoma; y el aspecto del deleite y el placer, representado por Egipto. La rebeldía se relaciona con la idolatría, la adoración de todo lo que no es Dios. El culto a los ídolos representa la rebeldía porque aquellos que adoran ídolos están en rebeldía contra Dios. En la Biblia, Babel simboliza el mundo rebelde e idólatra. En la tierra hay ídolos por todas partes, inclusive en los países cristianos.
Abraham fue llamado a salir de la tierra de Babel, es decir, a salir del mundo de rebeldía e idolatría. El hecho de que Dios llamara a Abraham a salir de Babel representa nuestro llamado a salir del mundo rebelde e idólatra. No obstante, como ya dijimos, el llamamiento de Abraham representa un solo aspecto de ser salvos del mundo.
El éxodo de los hijos de Israel de Egipto representa otro aspecto. Egipto representa el mundo de deleites, el mundo de placer. Los que están relacionados con este aspecto del mundo no están atrapados principalmente por la rebeldía ni la idolatría, sino por el placer, la abundancia de bienes materiales y por el deleite físico del mundo (Gn. 12:10; 42:1; Nm. 11:4-5). El Río Nilo, que irriga la tierra de Egipto, enriquece el suelo y lo hace productivo. Cuando los hijos de Israel vagaban por el desierto, dijeron: “Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos” (Nm. 11:5). Todos esos alimentos representan la abundancia material del mundo que proporciona deleite y placer.
Antes de ser salvos, no sólo estábamos en el mundo de rebeldía e idolatría, sino también en el mundo de riquezas y de deleites. Abraham fue llamado a salir del mundo rebelde, pero los hijos de Israel emprendieron su éxodo del mundo del disfrute. Egipto era rico no solamente en alimentos sino también en oro. Esto queda demostrado por el hecho de que los egipcios dieron oro a los israelitas en el momento del éxodo.
El mundo representado por Egipto usurpa a la gente que Dios creó y escogió para Su propósito (Éx. 5:6-9). Los hijos de Israel fueron esclavizados por este aspecto del mundo, que les porpocionaba el sustento y les permitía obtener disfrute. Hoy en día muchos son esclavos del dinero, ya sean ricos o pobres. Trabajan duro para ganar mucho dinero y luego en poco tiempo gastan todo lo que tienen para disfrutar de los placeres del mundo. Por tanto, hoy en día muchos no sirven a Dios, sino a Mammón. Esta era la situación de los antiguos israelitas en Egipto. Allí, vivían bien y disfrutaban de las riquezas del mundo. Pero Egipto les impidió cumplir el propósito por el cual Dios les había llamado originalmente.
En Egipto, los hijos de Israel llegaron a ser fuertes. Exodo 1:7 dice: “Y los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra”. En cierto sentido, fortalecerse es enriquecerse. Sin dinero, una nación no puede ser fuerte. Por ejemplo, los Estados Unidos es una nación fuerte a causa de su economía.
Los hijos de Israel disfrutaron del aspecto del mundo representado por Egipto. Ellos no se encontraban en el primer aspecto, representado por Babel, ni en el segundo, representado por Sodoma. Pero fueron esclavizados en el tercer aspecto, representado por Egipto. Por estar ocupados por las riquezas y el disfrute del mundo, no pudieron cumplir el propósito por el cual Dios los había creado y escogido. En el mismo principio, toda la gente mundana hoy en día ha sido usurpada por Satanás. Como resultado, no conocen el propósito de Dios. ¡Cuánto debemos agradecer al Señor por librarnos del cautiverio del mundo y por liberarnos de la mano usurpadora de Satanás!
Los hijos de Israel cayeron en la tiranía egipcia por la necesidad de ganarse el sustento (Éx. 1:10-11). La gente mundana hoy en día está también bajo tal tiranía. Aún el hecho de que pasan tiempo divirtiéndose en el mundo es una señal de que se encuentran bajo la tiranía de Satanás. Forzados a seguir un camino que los retiene bajo la tiranía de Satanás y que les impide cumplir el propósito de Dios, no tienen ninguna libertad, y tampoco pueden tomar las decisiones correctas.
Los hijos de Israel se encontraban bajo el cautiverio de Faraón (Éx. 1:8-11,13-14), quien representaba a Satanás, el príncipe del mundo (Jn. 12:31; Ef. 2:2). Por ser la corporificación de Satanás, Faraón es un cuadro de éste en Exodo, el cual es un libro de cuadros.
Faraón obligó al pueblo de Dios a trabajar para él (Éx. 1:10-11, 13-14). En el versículo 10, Faraón dijo: “Ahora, pues, seamos sabios para con él”. La gente mundana no se da cuenta de lo sabio que es Satanás y de la sabiduría que él usa con el pueblo para usurparlos, mantenerlos ocupados, y esclavizarlos. La meta de las acciones sabias de Satanás es el cautiverio de la humanidad.
El versículo 13 dice: “Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza”. Algunas versiones traducen la palabra hebrea “dureza” por “severidad”. Esta palabra indica que los hijos de Israel no tenían ninguna libertad, ningún derecho, ningún descanso. Cualquiera que fuesen sus circunstancias, tenían que laborar como esclavos. Tenían que hacer lo que Faraón pedía.
El versículo 14 continua: “y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor”. Faraón amargó la vida de los israelitas con dura servidumbre. Actualmente, a los ojos de Dios, todo el pueblo labora en el “campo”. Usted quizá trabaje en un hospital, una fábrica o una oficina, pero en realidad está laborando en el “campo” haciendo “ladrillos” y usando como cemento el “barro”.
Como esclavos en Egipto, los hijos de Israel “edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés” (v. 11). Pitón significa “boca de integridad” y Ramesés significa “trueno de la norma”. Estos nombres indican que las ciudades de almacenaje de Faraón fueron construidas para el orgullo y la jactancia, así como lo fueron las pirámides. Creo que bajo el reino de Faraón, los egipcios edificaron estas ciudades de almacenaje para jactarse de su integridad, honestidad y bondad y también para propagar sus normas culturales. La boca de integridad sigue expresándose hoy en el mundo. Cada raza y nación se jacta de su bondad. Además, todos los países están orgullosos de sus logros. Durante miles de años, el mundo se ha jactado de su bondad y ha propagado sus normas. Hoy, la gente mundana está construyendo ciudades de almacenaje para Satanás a causa del orgullo que tienen en su integridad y normas.
En contraste con la gente mundana, el Señor Jesús no se jactó de Su integridad. En lugar de jactarse, El pronunció palabras de gracia (Lc. 4:22). Además, con el Señor no hubo expresión de normas. Mateo 12:19 dice de El: “no contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles Su voz”.
La labor de los hijos de Israel en Egipto era idéntica a los esfuerzos de los rebeldes en la tierra de Babel, de la cual fue llamado Abraham a salir. Los habitantes de Babel hicieron ladrillos y usaron barro como cemento para edificar la ciudad y la torre de Babel a fin de hacerse un nombre para ellos mismos (Gn. 11:3-4). En Egipto, Faraón obligó a los hijos de Israel a edificar ciudades para él con ladrillos y barro.
Faraón no solamente esclavizó a los hijos de Israel, sino que también intentó matar a todos los niños varones que nacieron de mujeres hebreas (Éx. 1:15-19). El versículo 22 dice: “entonces Faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida”. La Biblia indica que la vida del varón sirve para el propósito de Dios; y especialmente entre el pueblo caído, la vida de la mujer sirve para el placer del hombre. Lo que hizo Faraón en Egipto es exactamente lo que está haciendo Satanás hoy en día: está matando la vida que sirve para el propósito de Dios y preserva la vida que sirve para el placer del hombre. Como creyentes en Cristo, aún nosotros podemos ser usados por Satanás para matar al varón, una vida que es para el propósito de Dios, y preservar a la mujer, la vida para el placer del hombre. Todo creyente tiene ambas clases de vida. Si no tenemos la gracia del Señor, a diario seremos un Faraón que mata la vida para el propósito de Dios y conserva la vida para el placer del hombre. Por ejemplo, en el día del Señor, muchos cristianos no tienen deseos de asistir a las reuniones. Al contrario, pasan el día disfrutando de deportes, entretenimientos, y diversiones. No obstante, en el día del Señor, los creyentes deberían reunirse para adorar al Señor, escuchar Su palabra y servirle. Sin embargo, en el día del Señor, muchos creyentes matan la vida del varón, pero conservan la vida de la mujer. En cuanto a la adoración del Señor en el día del Señor, ellos están amortecidos, pero cuando se trata de compartir los entretenimientos y diversiones mundanas, son activos y muy vivientes.
Satanás siempre busca oportunidades para matar la vida que sirve para el propósito de Dios y preservar la vida que sirve para el placer del hombre. ¿Ha considerado usted alguna vez por qué resulta mucho más fácil murmurar que orar? Orar consiste en ejercitar la vida masculina, pero murmurar, es ejercitar la vida femenina. Quizás aún ahora usted es uno con Satanás al matar la vida que sirve para el propósito de Dios. Cuando el Señor nos incita a orar y en lugar de eso murmuramos, somos usados por Satanás para matar la vida masculina y preservar la vida femenina. Esto indica que hoy en día estamos haciendo lo mismo que Faraón en el capítulo uno de Exodo. ¿Vive usted por la vida que sirve para el propósito de Dios o por la que sirve para el placer del hombre? Es posible que parte del tiempo usted sea un Faraón entronizando el ego y matando la vida que sirve para el propósito de Dios, pero preserva la vida que sirve para su propio placer.
En Génesis 3:1-6, vemos que Satanás usó a Eva, la vida femenina, para aniquilar la vida masculina. Esto significa que Satanás usa la vida que le proporciona placer al hombre, a fin de matar la vida destinada al propósito de Dios. No obstante, Dios también usa la vida femenina para cumplir algo para sus propios intereses. Al principio del Antiguo Testamento, Satanás visitó a una mujer, Eva, y la usó para matar la vida masculina. Pero al principio del Nuevo Testamento, Dios visitó a la virgen María y la utilizó para introducir Su salvación. La visita que hizo Satanás a Eva provocó la caída, pero la visita de Dios a María introdujo Su salvación. En el mismo principio, en Exodo 1 Faraón usó a las parteras para matar la vida masculina, pero Dios las usó para conservar y preservar la vida que le sirve para Su propósito.
Tal vez sea fácil que el enemigo use a las hermanas pero Dios también puede usarlas fácilmente. La condición de muerte o de liberación de la iglesia depende de las hermanas. Las hermanas deben ser las Marías de hoy. En el Nuevo Testamento, no sólo hay una sola María. En el tiempo en que el Señor Jesús fue concebido y nació, hubo una María. Cuando el Señor fue crucificado y sepultado, por lo menos dos Marías estaban presentes. Además, en la mañana de Su resurrección, el Señor Jesús se apareció a María Magdalena. Todas estas Marías fueron usadas por el Señor a fin de cumplir Su propósito.
Lo que vemos en cuanto a las hermanas en la vida de iglesia se aplica también a las mujeres en una nación. Cuando Satanás usa a las mujeres, el país se corrompe. Pero cuando son usadas por Dios, el país es preservado.
En la historia, vemos que Satanás viene para usurpar a las mujeres y dañar la situación cuando las condiciones relacionadas con Dios son maravillosas: en el jardín del Edén, en el tiempo de avivamiento, en un tiempo glorioso y de mucha elevación. Rara vez él puede usar a un hombre de esta manera. No obstante, en tiempo de degradación, de necesidad desesperada, Dios viene y usa la vida femenina para rescatar la situación y traer Su salvación. Ese fue el caso en Exodo 1. Satanás se presenta a las mujeres en tiempos elevados porque él sabe que son los vasos más frágiles. Al presentarse también a las mujeres, el Señor avergüenza a Satanás. La Palabra indica claramente que las hermanas estaban presentes en todo momento de urgente necesidad. Tanto por el lado positivo como por el lado negativo, la historia presenta este principio. Por tanto, las hermanas deben tener cuidado en los momentos maravillosos, pero también deben estar listas para permanecer al lado del Señor, como lo hicieron las parteras, y ser usadas por El en tiempo de degradación y de urgente necesidad para rescatar la situación y cumplir Su propósito.
La clave de la segunda parte de Exodo 1 no se encuentra en la vida masculina, sino en la vida femenina. Faraón, la corporificación de Satanás, buscó usar la vida femenina, las parteras, para destruir la vida masculina, pero Dios vino y usó a estas parteras para conservar la vida masculina. El principio es el mismo tanto en el caso de las parteras como en el caso de la virgen María. Todas fueron usadas por Dios para traer salvación. Este principio se aplica también a la vida de iglesia actualmente. Cuando Satanás use a las hermanas, habrá corrupción en la iglesia. Pero cuando el Señor las use, habrá salvación. ¡Le pedimos al Señor que El use nuevamente la vida femenina para rescatar la situación en la vida de iglesia hoy!
Faraón esclavizó a los hijos de Israel e hizo todo lo posible para matar la vida masculina, pero Dios seguía siendo soberano sobre toda la situación (Éx. 1:7, 12, 17-21). Por ejemplo, la soberanía de Dios hizo que los hijos de Israel “fructificaran y se multiplicaran, y fueran aumentados y fortalecidos en extremo” (Éx. 1:7). Hoy en día la iglesia a menudo se fortalece sin razón aparente. Lo podemos explicar solamente por la soberanía de Dios. En el transcurso de los años, he aprendido que no debemos confiar en nuestra labor. Sólo debemos confiar en la bendición de la soberanía de Dios. Cuando el Señor nos bendice, hasta nuestros errores resultan para nuestro bien (no obstante, esto no significa que debemos hacer el mal para que venga el bien). Pero si no viene ninguna bendición por parte del Señor, por muy correctos o buenos que seamos, no veremos mucho resultado positivo. Nunca deberíamos poner nuestra confianza en lo que somos ni en lo que podemos hacer. Nuestra confianza debe centrarse totalmente en el Señor. Debemos orar: “Señor, sólo estamos haciendo nuestro deber al seguirte. Pero Señor, Tú sabes que no confiamos en lo que somos ni en lo que podemos hacer. Señor, nuestra confianza reposa totalmente en lo que Tú eres. Si Tú bendices soberanamente a Tu iglesia, ésta se multiplicará y se fortalecerá”.
Vemos también la soberanía del Señor en el hecho de que fortaleció a las mujeres hebreas (Éx. 1:19). Cuando Faraón preguntó a las parteras por qué los niños varones seguían viviendo, las parteras contestaron: “porque las mujeres hebreas no son como las egipcias, pues son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas” (v. 19). Al contestar de esta manera a Faraón, las parteras no mentían. Era cierto que las mujeres hebreas eran más robustas que las egipcias. Esto fue conforme a la soberanía de Dios. Las mujeres hebreas eran robustas porque Dios en Su soberanía las hizo así.
Pasa lo mismo con la iglesia hoy. El hecho de que la iglesia sea robusta o esté amortecida no depende de lo que hacemos. Depende totalmente de la soberanía del Señor. Pero eso no significa que debemos ser perezosos ni ociosos. Por una parte, no debemos pensar que nuestra labor traerá la bendición de Dios. Por otra parte, no debemos pensar que no debemos hacer nada porque todo depende de la bendición del Señor. Debemos laborar, cumplir nuestro deber, conscientes de que mientras estemos haciendo eso, la condición de la iglesia y de los santos es por completo un asunto de la soberanía de Dios.
Además, el Señor en Su soberanía usó la vida femenina, las parteras, para salvar la vida masculina, en el mismo principio que El usó a la virgen María para producir al Salvador (Gá. 4:4-5). En su propia sabiduría, Faraón planificó terminar con la nación de Israel. Dios no luchó contra Faraón. Al contrario, en Su soberanía El usó a dos parteras para salvar la vida masculina.
Los versículos 20 y 21 dicen: “Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera. Y por haber las parteras temido a Dios, El prosperó sus familias”. Al hacer bien a las parteras, Dios prosperó sus familias para cumplir Su propósito. Eso significa que El usó la vida que sirve para el placer del hombre a fin de producir la que sirve para el propósito de Dios. En este cuadro, vemos que si nos negamos a permanecer con Faraón y en cambio permanecemos con Dios, El nos hará bien para que produzcamos vida a fin de cumplir Su propósito. Hermanas, cuando ustedes permanezcan con Dios, y no con Satanás, Dios prosperará sus familias. Eso significa que Dios establecerá unidades que producen vida para cumplir Su propósito.
Por medio de este mensaje, podemos concluir que por mucho que Satanás intente esclavizarnos o aniquilarnos, Dios es soberano y El nos puede usar para ser las parteras de hoy. Todos podemos ser aquellos que convierten la vida para el placer del hombre en una vida para el propósito de Dios. Si somos estas parteras, Dios establecerá casas para nosotros, llenas de gente que producen vida con miras al cumplimiento del propósito de Dios. En el mensaje siguiente, veremos que Moisés fue preservado por medio de tres mujeres: su madre, su hermana y la hija de Faraón. ¡Alabado sea el Señor por las parteras, por la vida femenina que se vuelve a Dios a fin de cumplir Su propósito! Alabado sea El porque en la oscuridad de Exodo 1 resplandece una luz brillante.