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Mensaje 35

La dieta celestial: el mana

(1)

  Lectura bíblica: Éx. 16:4-5, 13-15, 31; Nm. 11:6-9

  Si deseamos entender la Biblia, necesitamos la iluminación y visión celestiales. Especialmente si deseamos ver el significado espiritual de los diferentes puntos del libro de Exodo. En los mensajes anteriores, hemos visto que Exodo es un libro de cuadros. No obstante, si no tenemos luz ni visión al leer este libro, no podremos captar el significado de todos estos cuadros.

  Muchos cristianos saben que durante los años de caminata en el desierto, los hijos de Israel comieron maná. Pero pocos saben de una manera completa y adecuada el significado del maná en Exodo 16. Es posible que conozcan la historia de Exodo y aún que el maná tipifica a Cristo como nuestra comida. Sin embargo, no se dan cuenta de la importancia de comer como lo presenta este capítulo.

  El concepto de comer en la Biblia es básico y fundamental. Al repasar la importancia de la comida en las Escrituras, debemos recordar un principio: la primera mención. Según este principio, la primera vez que se menciona algo en la Biblia gobierna su significado. Después de crear al hombre, Dios le dio un mandamiento y una advertencia acerca del comer: “De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres ciertamente morirás” (Gn. 2:16-17). Comer es un concepto fundamental en la palabra divina porque concierne a la relación del hombre con Dios. Por lo tanto, después de describir la creación del hombre, la Biblia habla de la vida del hombre, la cual se relaciona con el comer.

  En Génesis 1:26, vemos que el hombre fue creado a la imagen y semejanza de Dios. Las palabras “imagen” y “semejanza” indican que el hombre debe ser la expresión de Dios. No obstante, la imagen y la semejanza son algo exterior. No necesariamente implican un contenido interior. Por esta razón, Génesis 2 muestra la importancia del alimento para el hombre. Este capítulo revela la intención de Dios para con el hombre: el hombre debía comer del árbol de la vida. Exteriormente el hombre poseía la imagen y semejanza de Dios, pero interiormente, el hombre debía comer el fruto del árbol de la vida para que fuese su contenido. Sin lugar a dudas, el árbol de la vida simboliza a Dios como vida para el hombre. Según Su plan eterno, Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza para que lo expresara a El. Luego Dios colocó al hombre que El había creado frente al árbol de la vida (Gn. 2:9), con la intención de que el hombre comiera a Dios para que fuese su propia vida. Esta es la primera referencia en cuanto al comer en las Escrituras.

  Al final de la Biblia, en Apocalipsis 22, vemos una vez más el árbol de la vida. El versículo 2 afirma que a ambos lados del río que fluye desde el trono de Dios y del Cordero, está el árbol de la vida. El versículo 14 dice que aquellos que lavaron sus ropas tienen derecho al árbol de la vida. El versículo 19 hace referencia a nuestra porción del árbol de la vida. Estas referencias en Apocalipsis 22 indican que en la eternidad y por la eternidad el pueblo redimido de Dios comerá de este árbol. Además Apocalipsis 2:7 afirma que los que venzan comerán del árbol de la vida, el cual está en el paraíso de Dios.

  Después de la caída del hombre, Dios vino para redimir a Su pueblo. La Pascua es un cuadro completo de la redención de Dios y de Su intención y propósito en la misma. Según el cuadro presentado en Exodo 12, el concepto de comer también es básico y central en la redención. En el momento de la Pascua, se untó la sangre del cordero en “los dos postes y en el dintel de las casas en que lo iban a comer” (Éx. 12:7). Entonces el pueblo comía la carne del cordero con panes sin levadura y hierbas amargas (v. 8).

  Además el punto principal en Exodo 16 es comer el maná. Este capítulo no habla del comportamiento, la conducta, o el mejoramiento de uno mismo, sino del comer. En Juan 6, el Señor Jesús afirma claramente que El es el verdadero maná enviado del cielo por Dios el Padre para ser la comida de Su pueblo escogido. Por lo tanto, es vital que aprendamos a comerlo. En el versículo 32, el Señor Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: no dio Moisés el pan del cielo, más mi Padre os da el verdadero pan del cielo”. Luego el Señor siguió y dijo que aquel que lo coma a El vivirá por El (v. 57). Apocalipsis 2:17 también menciona el maná y afirma que el Señor dará “del maná escondido” a aquel que venza. Estos versículos nos ayudan a ver que en la Biblia comer es básico y central.

  Todos estamos conscientes de que debemos comer apropiadamente para vivir correctamente. Por ejemplo, si ingerimos un veneno, seguramente moriremos. Una vez leí un artículo que afirmaba que la dieta de una persona puede afectar su temperamento. Según este artículo, el temperamento de un niño es afectado por su dieta. Esto muestra la importancia de la comida espiritual apropiada. Indudablemente si tomamos a Cristo como el verdadero maná, será más difícil que perdamos la calma. Como mencionamos en el mensaje anterior, este alimento celestial restringe nuestros apetitos. También termina con nuestra ambición personal. Por una parte, el maná celestial nos nutre y nos sana. Por otra, elimina las cosas negativas en nosotros. Puesto que la comida es un asunto tan vital, la regulación de la dieta humana es otro concepto fundamental en la Biblia.

  ¿Sabe que ocasionó la caída del hombre? El hombre cayó por comer de manera inadecuada. En el mismo principio, somos salvos y sanados al comer correctamente. El hombre cayó al comer del fruto del árbol del conocimiento, pero él es salvo y recobrado al comer del árbol de la vida.

I. UN TIPO DE CRISTO

  El maná tipifica a Cristo (Jn. 6:31-35, 48-51, 57-58). Como el verdadero maná, Cristo fue enviado por Dios el Padre (v. 32) para que el pueblo escogido de Dios viviera por El (v. 57). Quizás reconozcamos en seguida que el maná tipifica a Cristo, pero no lo debemos hacer de una manera natural ni superficial. Al considerar el relato del envío del maná en Exodo 16, es importante que veamos la relación entre nuestra comida y nuestro vivir. Debemos comer para vivir. Este es otro concepto básico en la Biblia. Por lo tanto, en Juan 6:57, el Señor Jesús dijo: “El que me come, él también vivirá por causa de Mí”. Sin comida, es imposible vivir.

  Ahora debemos continuar para ver que nuestra manera de vivir depende de lo que comemos. Si usted come mucho pescado, estará constituido con el elemento del pescado, pues absorberá la vida y naturaleza de éste. Ciertamente usted no está constituido con el pescado si su dieta sólo incluye carne de pollo o vaca. La clase de vida que llevamos depende de la clase de comida que ingerimos.

  Según el cuadro presentado en el libro de Exodo, los hijos de Israel estaban destinados a vivir de manera celestial. No obstante, cuando salieron de Egipto, trajeron alimentos egipcios con ellos. Durante las primeras semanas de su viaje, comieron ciertos alimentos egipcios. Pero cuando se agotó el suministro de alimento, el pueblo se molestó y empezó a murmurar y a quejarse. Aunque la falta de alimentos era un problema para el pueblo, era motivo de regocijo para Dios, pues esto le brindó una excelente oportunidad de cambiarles su vida. La intención de Dios era cambiarles su vida de una vida egipcia a una celestial. Dios no quería simplemente ajustar, cambiar, ni regular a Su pueblo exteriormente. El deseaba cambiarlos orgánicamente al cambiar su dieta. Cuando los hijos de Israel estaban en Egipto, tenían muchas cosas diferentes para comer, todos los elementos de la dieta egipcia. No obstante, Dios deseaba cambiarles la dieta y hacer que pasarán de varias cosas a una sola cosa y esa cosa era el maná que venía del cielo.

  En Génesis 2, la intención de Dios era que el árbol de la vida se convirtiera en la única dieta del hombre. Apocalipsis 22 indica que el árbol de la vida será nuestra única dieta por la eternidad. Este árbol producirá doce clases de frutos, pero no habrá muchos arboles en la Nueva Jerusalén, sino uno solo. Por el contrario, en el cristianismo de hoy, existen miles de árboles, es decir, miles de fuentes de alimento. Pero en la economía de Dios existe un sólo árbol: el árbol de la vida. Este árbol estaba en el jardín y estará en la Nueva Jerusalén.

  En Exodo 16 y Juan 6, el árbol de la vida aparece con el nombre de maná. Si usted lee detenidamente la Biblia y con entendimiento, verá que el maná y el árbol de la vida son intercambiables. El maná es el árbol de la vida, y el árbol de la vida es el maná. Esto significa que el maná en Exodo 16 era el árbol de la vida en Génesis 2, y que el maná en Juan 6 será el árbol de la vida en Apocalipsis 22. El maná y el árbol de la vida son términos distintos que describen una misma cosa. Dios no tiene dos clases de alimentos para Su pueblo escogido. Hay un sólo Dios, y también hay una sola clase de alimento. Cristo es nuestro maná y también nuestro árbol de la vida por la eternidad. Tenemos un sólo Dios, un sólo Cristo, un sólo Espíritu. Tenemos también un sólo alimento, una sola dieta.

  No obstante, la gente en el mundo vive de distintas clases de alimentos. En el mensaje anterior, dijimos que la gente mundana puede vivir de cosas como la educación, los deportes y los entretenimientos. Así como existen supermercados para alimentos físicos, también existen supermercados psicológicos y religiosos para los alimentos psicológicos y religiosos. Puesto que la gente mundana se alimenta de tantas cosas que no son Cristo, podemos considerarlos como los egipcios de hoy. Antes de ser salvos, estábamos en Egipto disfrutando de la dieta egipcia con toda la gente que no era salva. Pero hemos sido salvos y hemos emprendido nuestro éxodo fuera de Egipto. Ahora Dios desea cambiar nuestra dieta. Sin embargo, todavía podemos tener el deseo de sentarnos cerca de las ollas de carne de Egipto, comer pepinos, melones, cebollas, puerros y ajo, y disfrutar el pescado del Nilo. Por lo tanto, nos enfrentamos al problema de tener más de un sólo alimento en nuestra dieta. También tenemos el problema de vivir de tantas cosas que no son Cristo. Por ejemplo, a pesar de alentar a los jóvenes a lograr un grado superior de educación, debo recordarles que no deben vivir de la educación. La educación no debe convertirse en nuestra dieta.

  Según la economía de Dios, debemos depender de Cristo y sólo de El. Cristo debe ser nuestra única dieta, y debemos vivir por El. No debemos depender de ningún otro alimento. Nuestra comida es todo lo que nos satisface, nos fortalece y nos sostiene. La única comida que tomamos para nuestro sustento, fuerza y satisfacción debe ser Cristo. No obstante, muchos creyentes no toman a Cristo como su única fuente de satisfacción, fortaleza y sustento. Al contrario, intentan satisfacerse, sostenerse y fortalecerse con otras cosas. Puesto que Dios desea que dependamos de Cristo, debemos ser sostenidos, fortalecidos y satisfechos por El solamente.

  Hemos recalcado el hecho de que Dios desea cambiar nuestra dieta. Su intención es eliminar la dieta mundana y limitarnos a una dieta celestial, la cual es Cristo. Debido a que expresiones como la tentación y amar al mundo han sido tomadas a la ligera en el cristianismo, prefiero no usarlas al hablar de la revelación divina en Exodo 16. Deseo hacer una pregunta acerca de la dieta: ¿De qué está viviendo usted día tras día? ¿Qué es lo que digiere para quedar satisfecho, fortalecido y ser sostenido? Todos debemos hacernos estas preguntas. Todos debemos ser capaces de decir: “El Señor es el único que me satisface. Fuera de El no tengo ninguna satisfacción. Cada día soy fortalecido y sostenido por Cristo. Dependo de El como mi único alimento”.

  Puedo testificar que durante más de cincuenta años no he sido satisfecho, fortalecido, ni sostenido por nada que no fuera Cristo mismo. Desde el día de mi salvación, a la edad de 19 años, Cristo ha sido el alimento que me ha satisfecho. He obtenido algunas cosas buenas, pero ninguna de éstas me ha satisfecho ni una sola vez.

  Cristo debe ser nuestro alimento, satisfacción, fortaleza y sustento. No obstante, esto no significa que no necesitemos de algunas cosas para nuestro vivir humano. Necesitamos diferentes cosas buenas y útiles, incluyendo por ejemplo la educación. Pero no debemos permitir que estas cosas se conviertan en nuestra comida. Es posible que las necesitemos y las obtengamos, pero no debemos depender de ellas ni vivir por ellas. Nuestra única comida es Cristo.

  Cristo, quien es nuestro alimento, se ha hecho subjetivo para nosotros. El es el Dios procesado que mora en nuestro espíritu como espíritu todo-inclusivo. Por un lado, Cristo está en el cielo como el Señor de todos; y por otro, El mora en nuestro espíritu como el Espíritu todo-inclusivo y vivificante. Miramos al Señor en los cielos, y tenemos comunión con el Espíritu en nuestro espíritu. ¡Alabado sea el Señor porque está dentro de nosotros subjetivamente! El propósito principal de que El sea tan subjetivo es que pueda ser nuestra comida, nuestro suministro de vida. La comida y el suplir de vida tienen que ser algo que pueda entrar en nosotros y ser asimilado por nosotros. Debe ser ingerido y formar parte del tejido mismo y de la fibra de nuestro ser. Cristo es subjetivo para nosotros precisamente de esta manera. En 1 Corintios 6:17, Pablo nos dice: “Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con El”. Cuando comemos ciertos alimentos, nos unimos a ellos. Por ejemplo, cuando ceno pescado me uno al pescado. En el mismo principio, cuando comemos a Cristo como nuestro verdadero alimento, nos unimos a El y llegamos a ser un sólo espíritu con El. Por lo tanto, el Cristo que es subjetivo para nosotros, al cual estamos unidos y con el cual somos un solo espíritu, es nuestro alimento, nuestro maná celestial. Es crucial que veamos esto.

  Al dar estos mensajes acerca del libro de Exodo, no me satisface simplemente el hecho de llevar a cabo un estudio bíblico o de enseñar a los santos. Mi deseo es que experimentemos todos estos asuntos de una manera real y práctica. Antes de dar este mensaje, oré al Señor varias veces para que todos viéramos nuestra necesidad de depender de El y de vivir por El. No necesitamos enseñanza, doctrina ni conocimiento bíblico. Lo que necesitamos es a El como nuestro alimento y vivir por El. El alimentarnos de Cristo y vivir por El no debe ser una práctica ocasional. Al contrario, debe ser la manera en que vivimos las veinticuatro horas del día.

  Durante los últimos meses, la mayor parte de mi confesión al Señor ha estado relacionada con mi carencia en el asunto de vivirlo siendo un sólo espíritu con El. Cada día he tenido mucho que confesar al Señor acerca de esto. Temprano por la mañana, oro: “Señor, concédeme la porción de gracia de hoy para que Te viva a ti y practique el ser un solo espíritu contigo”. Durante una hora aproximadamente, tengo éxito al vivir en un sólo espíritu con el Señor. Luego tomo conciencia del hecho de que ya no soy un solo espíritu con El. Por tanto, debo confesar, pedir perdón y regresar a El. Ser un sólo espíritu con el Señor es como respirar: no sucede de una vez por todas, sino que ocurre a cada momento.

  Al principio de mi vida cristiana, me era difícil vencer algunos pecados que me dominaban. Ahora, por la misericordia y la gracia del Señor, esos pecados ya no me molestan. Lo que me cuesta trabajo hoy en día es aprender a ser continuamente un solo espíritu con el Señor. Esta es una lección muy difícil de aprender. Si yo no practico el ser un solo espíritu con el Señor, todo mi ministerio acerca de este asunto no tendrá nada de realidad. Vivir a Cristo y vivir por El no deben ser meras doctrinas, sino nuestro vivir práctico y diario. Yo necesito aprender a vivir de esta manera. En mi experiencia he descubierto que ser un solo espíritu con el Señor requiere mucha sensibilidad. Los pecados que nos acosan son vulgares y crudos, pero vivir en un solo espíritu con el Señor es algo delicado y fino.

  En mi juventud, me preguntaba por qué el Señor nos exhortó a vigilar y a orar (Mt. 26:41). Me preguntaba por qué necesitaba vigilar. Ahora estoy aprendiendo que debemos vigilar o de lo contrario perderemos contacto con el Señor en nuestro interior. Debemos vigilar, de lo contrario apagaremos el botón espiritual y nos separaremos de Cristo en nuestra experiencia. Para no ser apartados de Cristo, no tenemos que hacer algo vulgar, como perder la calma. Podemos ser cortados de El simplemente al mirar a nuestro marido o esposa de una manera desagradable. Debemos ir al Señor, confesar y recibir Su perdón. Aún debemos pedirle que limpie nuestros ojos. La razón por la cual ponemos mala cara, es que en ese momento no somos un sólo espíritu con el Señor.

  Cada mañana debemos pedirle al Señor que nos dé la gracia de ser un solo espíritu con El durante ese día. Luego debemos procurar ser un solo espíritu con El de una manera práctica durante el día. Si intentamos esto, nos daremos cuenta de que dejamos de ser uno con El continuamente. Nuestra experiencia puede ser como una lámpara que por algún problema eléctrico, se apaga y se enciende de manera impredecible. Una vez tuve una lámpara en mi estudio, y me di cuenta de que no funcionaba bien. En un momento, la luz estaba encendida, y al instante estaba apagada. Se pasaba el día encendiéndose y apagandose. A menudo somos así en nuestra experiencia con el Señor. Todos los que desean vivir a Cristo al ser un solo espíritu con El serán perturbados por estas experiencias de encenderse y de apagarse.

  Mientras se prepara para ir a la cama por la noche, pida al Señor que lo prepare a practicar el ser un sólo espíritu con El al día siguiente. Si intentamos vivir en unidad con el Señor, descubriremos que tomar a Cristo como nuestra comida generalmente ha sido para nosotros un asunto de doctrina. Todavía no es tan real en nuestra vida cotidiana.

  Muchos cristianos saben que el maná tipifica a Cristo. Pero conocerle simplemete en la doctrina no significa gran cosa. La intención de Dios es que vivamos de Cristo durante todo el día. El no desea que vivamos de otra cosa que no sea Cristo. Necesitamos algunas cosas para nuestro vivir, pero no deben transformarse en nuestro alimento. Cristo es nuestra única dieta, y debemos solamente vivir por El y de El solamente. Que nuestros ojos sean abiertos para ver este asunto crucial.

II. EL UNICO ALIMENTO PARA EL PUEBLO DE DIOS

  El maná celestial debía de ser el único alimento para el pueblo de Dios. Los hijos de Israel hasta dijeron: “Nada sino este maná ven nuestros ojos” (Nm. 11:6b).

  Relacionado en cuanto a Cristo como el único alimento para el pueblo de Dios, quisiera decir algo acerca del hecho de que este ministerio es único. Algunos cristianos aseguran que existen muchos ministerios distintos. En el cristianismo actual, como ya dijimos, existen centenares de fuentes; también centenares de supuestos ministerios. No obstante, en la Biblia, particularmente en el Nuevo Testamento, hay un solo ministerio. Los doce apóstoles participaban en el mismo ministerio. En un mensaje titulado “El ministerio en la economía neotestamentaria” (ver Mensajes de la Verdad, mensaje 4), vimos la verdad acerca de la economía neotestamentaria. Dijimos en ese mensaje que a los ojos de Dios, existe un solo ministerio en la era neotestamentaria. Los doce apóstoles no tenían difrentes ministerios. Al contrario, todos compartían del único ministerio neotestamentario. Hablando de Judas, Pedro dijo que él era contado con ellos, y que se le asignó una porción de este ministerio (Hch. 1:17). Esto demuestra que los doce apóstoles estaban en “este ministerio” Esto indica que existe un solo ministerio en el Nuevo Testamento. Por lo tanto, cuando los apóstoles oraban para reemplazar a Judas, le pidieron al Señor que les mostrara a quién había escogido El para “tomar parte de este ministerio” (Hch. 1:25).

  El apóstol Pablo también tuvo parte en este ministerio. En 2 Corintios 4:1, El dijo: “Teniendo nosotros este ministerio”. El no dijo: “Tengo este ministerio”, tampoco “tenemos estos ministerios”. Además, en 1 Timoteo 1:12, Pablo dijo: “Doy gracias al que me reviste de poder, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio”. En este versículo Pablo no dice: “El me puso en mi ministerio”; él declara que el Señor lo puso en el único ministerio neotestamentario.

  Los apóstoles tenían un solo ministerio ya que ministraban la misma clase de alimento. Todos sabemos que en el Nuevo Testamento existen cuatro evangelios. No podemos negar que hay diferencias entre los evangelios. Mateo escribió desde la perspectiva del reinado; Marcos desde la perspectiva del servicio; Lucas desde la perspectiva de la redención por medio de la humanidad apropiada y Juan desde la perspectiva de la vida mediante la deidad de Cristo. No obstante, los evangelios presentan una sola persona. Los autores de los cuatro evangelios ministran el mismo Cristo. Esto indica que a pesar de diferir en énfasis, los autores de los evangelios son uno en su ministerio. Cada evangelio es una biografía de la misma persona maravillosa. No obstante, en el mundo cristiano actual, hay muchos ministerios distintos. Estos ministerios han causado divisiones. En lugar de un solo árbol con una sola dieta, existen centenares de árboles que producen muchas clases de alimentos.

  Los que se oponen al recobro del Señor afirman que las iglesias locales escuchan a una sola persona, Witness Lee y no reciben el ministerio de otras personas. No es correcto decir que las iglesias sólo me escuchan a mí. No obstante, declararé con firmeza que todas estas iglesias tienen un solo ministerio. Nosotros en el recobro del Señor hoy en día tenemos el único ministerio. Es cierto ahora como lo era al principio del recobro. Además, este ministerio es el mismo en todo el mundo. En los Estados Unidos, Europa, Asia y Australia el ministerio es único y es el mismo. Aunque sólo hay un ministerio en el recobro del Señor, hay centenares, aun miles de oradores. Pero todos estos oradores hablan lo mismo, a pesar de que lo hablan desde diferentes perspectivas. ¡Alabado sea el Señor por el ministerio en Su recobro! Todos comemos de un sólo árbol, el árbol de la vida. No tenemos ninguna otra fuente.

  En el recobro del Señor, no podemos aceptar ningún ministerio que no sea parte del ministerio. Aceptar otras clases de ministerio significaría ingerir una comida que es diferente del maná celestial. Le damos gracias al Señor porque desde el principio El nos mostró lo que es el ministerio de Cristo, el ministerio de la vida. Tenemos un solo árbol de la vida, un solo maná. En los años que he estado en este país, he dado miles de mensajes. Pero todos estos mensajes han proporcionado un solo alimento, una sola dieta: Cristo como el único alimento para el pueblo de Dios.

  Si el Señor me lo permitiera, daría mensaje tras mensaje acerca de la doctrina. Pero el Señor no me permite hablar de esas cosas. Cuando di los mensajes de los Estudios-vida de Apocalipsis y Mateo, el Señor me preservó y me impidió ser distraído del árbol de la vida y caer en el conocimiento de la profecía. No obstante, a veces me preguntan acerca de la profecía bíblica, por ejemplo acerca de las sesenta y dos semanas en Daniel 9. Este tipo de pregunta puede ser una tentación. Al abrir mi boca para contestar esta clase de preguntas, el Señor me ha recordado que mi misión es ministrar a Cristo como el único elemento. No tenemos otro árbol llamado el árbol de la doctrina ni el árbol de profecía.

  En el recobro del Señor, nos interesamos en el trigo y no en la paja. Hay miles de granos de trigo, pero todos los granos producen trigo, y no otra clase de cosecha. Siguiendo el mismo principio, la Biblia sólo produce a Cristo como nuestro único alimento. Por esta razón, no aceptamos los ministerios que imparten otra clase de alimentos.

  La Biblia enseña que Dios tiene un solo ministerio. Este ministerio es el ministerio de Cristo, el ministerio de la vida. Los que participan de este único ministerio hablan con el mismo tono y tienen la misma meta. Estoy agradecido porque en los años en que el recobro del Señor ha estado en este país, nuestro tono y nuestra meta han sido uno. La razón de esta unidad es que nuestro ministerio es uno y la vida que ministramos a los santos también es una sola.

  He sentido la carga de recalcar la importancia del único ministerio en la Biblia y el recobro del Señor actual, ya que algunos nos critican por no recibir otros ministerios. Les parece erróneo el hecho de que el ministerio en el recobro del Señor es uno. Esta crítica acerca del ministerio es sutil, como el hablar de la serpiente en Génesis 3. Espero que esta palabra nos vacune contra el veneno sutil. Cuando alguien critique el único ministerio en el recobro del Señor, debemos contestar que tenemos un solo ministerio porque en la Biblia hay un solo árbol de la vida. Así como tenemos un solo Dios, un solo Cristo, un solo Espíritu, un solo árbol de la vida, también tenemos un solo ministerio. ¡Alabado sea el Señor porque en Su recobro hay un solo ministerio! Puesto que el ministerio es único, no existen divisiones entre nosotros. No obstante, si hubiese dos ministerios habría divisiones. Si hubiese veinte ministerios, habría veinte divisiones. Le damos gracias al Señor porque mantenemos la unidad al tener un solo ministerio.

  Sin embargo, debemos entender claramente que tener un solo ministerio no significa que hay un solo orador para todas las iglesias. Existen más de tres mil cincuenta iglesias locales en la tierra hoy en día. ¿Cómo podría una sola persona hablarle a todas estas iglesias? Como lo hemos señalado, tanto en el Lejano Oriente como en el Occidente, hay muchos oradores que hablan lo mismo para la misma meta.

  Puesto que el maná era el único alimento para el pueblo de Dios, no se les permitía escoger alimentos según su propio gusto. En el asunto de comer, la gente come lo que le gusta. Por ejemplo, en Hong Kong hay muchos restaurantes chinos que se especializan en diferentes clases de comida. Para nuestro alimento físico, podemos escoger de una gran selección de restaurantes chinos así como muchos estilos distintos de comida occidental. Pero en la Nueva Jerusalén, habrá una sola clase de comida y una sola dieta. Según la visión de la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 22, el río de agua viva fluye del trono de Dios y del Cordero, y junto al río crece el árbol de la vida. Pasa lo mismo también en el recobro del Señor, donde tenemos a Cristo como nuestra única dieta.

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