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Mensaje 42

EL AGUA DE VIDA EN RESURRECCION

  Lectura bíblica: Éx. 17:6; 1 Co. 10:4; 12:13; Jn. 4:10, 14; 7:38-39; 19:34; Ap. 22:1-2, 17; 21:6

  Algunos de los puntos relacionados con el agua que brotó de la peña golpeada en 17:6 son espirituales y misteriosos. Si queremos entenderlos necesitamos ver que cada relato bíblico tiene un significado espiritual. No podemos tratar de entender una porción del relato bíblico simplemente según las letras impresas. Por ejemplo, el relato acerca del maná presentado en Exodo 16 tiene ciertos aspectos espirituales. Al considerar estos aspectos, nos damos cuenta de que el maná es un misterio. Nadie puede decir lo que era el maná. El maná era misterioso porque procedía del cielo. En el mismo principio, el agua que fluye de la peña golpeada también es un misterio.

  Puesto que el maná vino del cielo, resulta fácil entender que era misterioso. No obstante, quizá no reconozcamos los aspectos misteriosos del agua que brotó de la peña golpeada. Más bien pensemos que sea algo natural, algo simplemente relacionado con la tierra. ¿Pero cómo pudo esta agua brotar de una peña? ¿era la peña una fuente o un manantial? ¿cómo pudo ser la fuente del agua? Además, ¿es el agua de la roca algo físico o espiritual? Si decimos que es solamente física porque salió literalmente de una peña, ¿qué haremos con lo que dijo Pablo en 1 Corintios 10:4: “todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía?” Según este versículo, el agua y la peña eran espirituales.

  Todo lo espiritual es misterioso. Por tanto, la bebida espiritual y la roca espiritual son un misterio. Algo misterioso no se puede explicar totalmente, aunque lo podemos experimentar y disfrutar. El maná y el agua viva que brotó de la peña golpeada son espirituales y misteriosos.

  ¿Qué base tenía Pablo para decir que la peña era espiritual? Quizás su base era la abundante revelación que él recibió del Señor acerca de las cosas en los cielos, en la tierra, y debajo de la tierra. Al haber sido instruido por Gamaliel, Pablo tenía un conocimiento completo del Antiguo Testamento. Indudablemente, mediante la revelación que le dio el Señor, los ojos de Pablo fueron abiertos para ver el significado espiritual de muchos puntos del Antiguo Testamento. Eso quizás le haya dado la seguridad de afirmar que el maná, el agua, y la peña eran espirituales. Pero cualquiera que haya sido la base de Pablo, tenemos la seguridad de que su interpretación estaba correcta.

  El agua es misteriosa debido a que fluyó de una peña que seguía al pueblo en su viaje por el desierto. Ciertamente esta peña no pudo haber sido física ni material. ¿Cómo podría una peña literal y física viajar con el pueblo? El hecho de que Pablo afirme que la peña seguía al pueblo indica que era una peña viviente. Por consiguiente, esta roca era espiritual y misteriosa. Al considerar el asunto del agua de vida en resurrección, nos deben llamar la atención el aspecto espiritual y misterioso del agua que brotó de la peña golpeada.

  El agua que brotó de la peña era el agua de vida en resurrección. La resurrección denota que algo ha muerto y que revive. También denota la vida que brota de algo que ha pasado a través de la muerte. El agua viva en Exodo 17 brotó de una roca. ¿Por qué Dios hizo brotar agua de una roca? El es todopoderoso, no tenía que usar una roca. El pudo simplemente abrir el suelo y hacer brotar agua viva. En la Biblia, esta roca habla de la redención de Dios y de la encarnación de Cristo. Habla también de la humanidad de Cristo y de Su muerte. El agua que fluyó de la peña golpeada brotó después de la encarnación, del vivir humano y de la muerte. Fluyó únicamente después de que Cristo pasara por estas etapas principales. La Biblia nos dice claramente que la roca era Cristo. ¿Cómo pudo Cristo, siendo Dios, convertirse en una roca? Esto implica encarnación y vivir humano. Para ser la roca, Cristo tenía que encarnarse y vivir entre los hombres durante un tiempo. Finalmente, cuando El fue a la cruz, fue crucificado por la autoridad de la ley de Dios. Por consiguiente, 17:6 es un versículo que implica la encarnación de Cristo, Su vivir humano y Su muerte.

  Es fácil ver que golpear la peña representa a Cristo durante la crucifixión. Ahora debemos seguir adelante y ver que el agua de vida fluye en resurrección. No podía fluir antes de que Cristo pasara por la encarnación, el vivir humano y la muerte. En la actualidad, el agua de vida sigue fluyendo en resurrección. A menudo cantamos acerca de beber del agua viva. Pero cuando cantamos estos cánticos o leemos versículos como 1 de Corintios 12:13, dudo que muchos de nosotros nos demos cuenta de que el agua viva que bebemos está en resurrección, En Juan 4:10, el Señor Jesús dijo a la mujer samaritana: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le habrías pedido y El te habría dado agua viva”. El agua viva a la cual se refiere el Señor es el agua de vida en resurrección. Antes de la muerte del Señor Jesús, esta agua no estaba disponible para nosotros.

  Juan 7:38 y 39 indica que los ríos de agua viva están relacionados con la resurrección de Cristo. Vemos que el Espíritu como agua viva sólo podía recibirse después de que el Señor Jesús fuera glorificado, es decir, después de que Cristo fuese crucificado y entrara en resurrección. La glorificación mencionada en Juan 7:39 se refiere a la glorificación de Cristo en Su resurrección. Lucas 24:26 indica que en resurrección, Cristo entró en Su gloria. Por tanto, cuando El resucitó, El fue glorificado. El agua fluyó después de la glorificación de Cristo en resurrección. El Espíritu como ríos de agua viva sólo podía ser experimentado por los creyentes después de que Cristo hubiera pasado por la encarnación, el vivir humano, la muerte y entrado en la resurrección.

  Cuando el Señor Jesús estuvo en la cruz, “uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” (Jn. 19:34). Muchos cristianos prestan atención solamente a la sangre que fluyó del costado abierto del Señor y no al agua. Observe que en Juan 19:34 primero se menciona la sangre y luego el agua. Esto indica que primero somos redimidos y luego recibimos el Espíritu.

  Hemos señalado que el agua de vida fluye en resurrección, pero todavía no hemos definido la resurrección. La resurrección es difícil de definir. Para entenderla correctamente, necesitamos la revelación de toda la Biblia. De hecho, el enfoque de la Biblia es la resurrección. Tal vez se sorprenda al oír que la resurrección, en realidad, es Dios mismo. En Juan 11:25, el Señor dijo: “ Yo soy la resurrección y la vida”. En este versículo, la resurrección se presenta antes de la vida. No obstante, según nuestro concepto, primero tenemos la vida y luego la resurrección. Pero en la secuencia divina, la resurrección viene antes de la vida.

  El hecho de que la resurrección sea Dios mismo se ve cuando el Señor dijo que El es la resurrección era Dios encarnado. El era el Verbo quien era Dios y que se hizo carne (Jn. 1:1, 14). En Juan 11:25, esta persona declaró que El es la resurrección. Volviendo atrás, vemos que la resurrección era Jesús, quien era el Verbo que se hizo carne, y que el Verbo era Dios. Esto indica que la resurrección es Dios mismo.

  Algunos se preguntarán cómo Dios pudo ser la resurrección, ya que la misma involucra la muerte. Sin muerte, no puede haber resurrección. ¿Cómo pudo morir Dios, o pasar por la muerte y resucitar? Para comprobar que El es la resurrección, Dios tuvo que entrar en la muerte. No había otra posibilidad de demostrar que El es la resurrección. Para entrar en la muerte, Dios tuvo que encarnarse. El tenía que tomar un cuerpo humano con la vida y la naturaleza humanas. Dios mismo se encarnó y pasó por el vivir humano, la muerte y entró también en la resurrección. Todo lo que pasa por la muerte y sale vivo está en resurrección. Como resurrección, Dios es Aquel que se encarnó, que experimentó el vivir humano, y que pasó por la muerte. Ahora en resurrección, El es victorioso, triunfante y trascendente.

  Al leer la Biblia necesitamos que el Señor amplíe nuestra capacidad. Si tenemos una visión amplia, veremos que mediante la encarnación, el Dios eterno pasó por muchas dificultades, y presiones del vivir humano, cosas a las cuales El no estuvo sometido en la eternidad. Pero como Aquel que se encarnó, El experimentó estos sufrimientos, y finalmente entró en la muerte. La resurrección de Cristo no solamente fue el resultado de su salida de la tumba, sino también de los treinta y tres años y medio de su vivir humano con sus dificultades y sufrimientos. Ninguna prueba, dificultad, o ambiente negativo pudo vencerlo ni detenerlo. Por el contrario, El pasó por todas estas cosas y las sometió. El conquistó todas las cosas negativas, incluyendo la muerte, el Hades, y la tumba. Este es Dios en Cristo como resurrección.

  Puesto que el agua de vida está en resurrección, es victoriosa y triunfante, trasciende sobre todas las cosas negativas. Cuando bebemos de esta agua, estamos en resurrección.

  Veamos ahora tres cuadros que se describen en las Escrituras: la peña golpeada y el agua que fluyó de ella, Cristo en la cruz donde fluyó de Su costado sangre y agua, y Dios en el trono, del cual fluye el río de agua de vida. Estos cuadros no representan tres clases distintas de aguas que fluyen: una de la peña, otra del cuerpo de Jesús y otra del trono de Dios. No, el agua en estos cuadros se refiere a una sola agua. Entonces ¿por qué la Palabra describe separadamente la peña, el cuerpo de Jesús y el trono? ¿Cuál es la fuente del agua que fluye? ¿es la roca, el cuerpo físico de Jesús, o el trono? Según Apocalipsis 22:1, la fuente del agua viva es el trono de Dios. Este versículo revela que el río de agua de vida procede del trono.

  El trono de Dios y el fluir del agua viva existía mucho antes de que Jesús fuese crucificado y antes de que la peña fuese golpeada. El agua viva que procedía del trono empezó a fluir antes de la muerte de Cristo, y no después de ella. Según la secuencia bíblica, primero es la roca, luego el cuerpo físico de Jesús, y en tercer lugar el trono. Pero en realidad, el trono es primero. El fluir del agua viva empezó desde el trono. Antes de que la peña fuese golpeada y antes de la crucifixión de Cristo, el agua viva ya estaba fluyendo desde el trono. No piense que Apocalipsis 22:1 describe solamente lo que sucederá después de Exodo 17 y Juan 19. Es un cuadro de algo en la eternidad, que incluye toda la Biblia. Esto indica que el agua viva fluía antes de la encarnación 35de Cristo. La encarnación fue una etapa adicional en el fluir del agua viva. Dios fluyó desde Su trono hasta el interior del pesebre y también dentro de la casa de un carpintero. Treinta y tres años y medio despúes, Dios fluyó por medio de la cruz y luego fluyó en resurrección.

  La Biblia cuenta la historia del fluir de Dios. En el transcurso de los siglos, Dios ha estado fluyendo, y hoy El sigue fluyendo. En Su fluir, El pasó por la encarnación, del vivir humano, de la muerte y luego entró en la resurrección. Ahora en resurrección, El es el agua viva que bebemos. Por consiguiente, el agua de vida que disfrutamos hoy está en resurrección.

  El agua viva tiene muchos ingredientes, muchos elementos. Cuando la bebemos correctamente, nos proporciona todos los elementos y sustancias del agua. Estos elementos obran en nosotros interiormente. Los que recalcan las experiencias pentecostales piensan que beben mucha agua cuando hablan en lenguas. En realidad, reciben poco suministro de vida, por no decir que ninguno. Sin embargo, en nuestra experiencia, disfrutamos de la obra interior de esta agua que fluye con todos sus ingredientes. El agua que fluye en nosotros no es el agua sin el elemento de la encarnación, sino el agua que incluye la encarnación, el vivir humano, la muerte y la resurrección. Nada puede vencer esta agua, pues es la resurrección y la vida.

  En este mensaje, quisiera mencionar que el agua de vida está en resurrección. De hecho el agua misma es la resurrección. Esto significa que el Espíritu, representado por el agua que fluye, es la resurrección. La resurrección es el Dios Triuno: el Padre como la fuente, Cristo el Hijo como la corriente, y el Espíritu como el fluir. En la actualidad Bebemos del agua viva en resurrección. Esta agua ha pasado por la encarnación, el vivir humano y la muerte. Puesto que esta agua está en resurrección, cuanto más bebemos de ella, más nos salimos de nuestra condición natural y triunfamos sobre las dificultades y las pruebas. Esta agua viva nos libera del mundo y de toda clase de cosas negativas. Puesto que el agua de vida es la resurreción, disfrutamos de la resurrecciónal tomar de ella.

I. EL AGUA DE VIDA ES EL DIOS TRIUNO QUE FLUYE PARA SER NUESTRA VIDA

  El agua de vida es el Dios Triuno que fluye para ser nuestra vida. Decir que el agua de vida es el Dios Triuno puede sorprender a los que son sistemáticos y dogmáticos en su teología. Es posible que consideren que esta declaración es herética. El agua de vida que fluye del trono de Dios y del Cordero indica que Dios el Padre es la fuente, que Dios el Hijo es la corriente y que Dios el Espíritu es el fluir. En 2 Corintios 13:14 Pablo confirma esto: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Aquí vemos el amor del Padre, la gracia del Hijo y la comunión o el fluir del Espíritu. Este es el Dios Triuno como agua viva. En la actualidad, el agua de vida que bebemos es el Dios Triuno que fluye para ser nuestra vida.

  Al leer estas declaraciones, algunos pensarán que el agua de vida no es Dios mismo fluyendo, sino el fluir de la vida de Dios. Entonces, ¿qué es la vida de Dios? No podemos contestar esta pregunta cabalmente ni de explicar adecuadamente lo que es la vida de Dios. No obstante, nuestra experiencia nos enseña que el agua viva es el mismo Dios Triuno.

  No intente comprender a la Trinidad de manera doctrinal. Al contrario, busque conocer al Dios Triuno en su experiencia. Día tras día, podemos experimentar el fluir del Padre, del Hijo y del Espíritu. Puedo testificar que cada día disfruto mucho del Dios Triuno que fluye. Si no fuese por este fluir, no podría soportar todas las dificultades y sufrimientos que enfrento continuamente. ¡Alabado sea el Señor por la experiencia del Dios Triuno que fluye como el agua de vida!

II. DIOS SE CORPORIFICA EN CRISTO A FIN ALCANZAR A LA HUMANIDAD

A. Se encarna para vivir entre los hombres

  Para fluir dentro de nosotros y alcanzar a la humanidad, Dios se corporificó en Cristo (Jn. 1:14). Esto significa que Dios se encarnó para vivir entre los hombres. El Señor Jesús vivió en la tierra durante treinta y tres años y medio. Cuando Jesús vivió en la tierra, Dios vivía en El. Este es un hecho histórico.

B. Crucificado para ser liberado

  Cuando yo era joven, me lamentaba por la crucifixión del Señor Jesús. Mi comprensión de la crucifixión de Cristo se basaba en mi concepto natural. Sin crucifixión, el Dios que estaba corporificado en Cristo no hubiera podido ser liberado. Mediante la encarnación, Dios se restringió y se limitó en el Señor Jesús. Sin embargo, mediante la crucifixión, El fue liberado de toda limitación y restricción. El Señor Jesús era un grano de trigo solo. Si El no hubiera caído en la tierra y hubiese muerto, se hubiera quedado sólo (Jn. 12:24), y lo que estaba dentro de El no habría sido liberado. No obstante, por haber caído en la tierra y morir, El fue liberado. El único grano produjo muchos granos. La vida divina, la naturaleza divina, y todas las riquezas divinas fueron liberadas mediante la crucifixión de Cristo.

C. Resucitó para ser el Espíritu vivificante

  Después de pasar por la encarnación y la crucifixión, Cristo resucitó para ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Deseo recalcar que Cristo ahora es el Espíritu vivificante.

  De principio a fin, la Biblia revela al Dios Triuno. En Génesis 1:26, Dios se refiere a Sí mismo como “nosotros”. Esto se refiere a la naturaleza triuna de la Deidad. La Biblia habla de muchas cosas, pero el punto de enfoque es que el Dios Triuno se ha procesado por medio de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y resurrección para convertirse en el Espíritu todo-inclusivo y vivificante. Nunca me canso de declarar este hecho maravilloso. El fluir del Dios Triuno es inagotable. Si leemos la Biblia desde el punto de vista divino, veremos que lo central de su revelación concierne al Dios Triuno y al proceso por el cual El pasó para convertirse en el Espíritu vivificante.

III. EL ESPIRITU ES EL AGUA DE VIDA

  El Espíritu vivificante, es el agua de vida (Jn. 7:38-39). Hemos mencionado que el agua de vida es el Dios Triuno. Ahora declaramos que el Espíritu es el agua de vida. Algunos se preguntarán si el agua de vida es el Espíritu o el Dios Triuno. La manera correcta de entender esta revelación divina consiste en que el agua de vida es el Espíritu, el Espíritu es el Dios Triuno, y el Dios Triuno es el agua de vida. Lo que revela la Biblia nos lleva a un círculo. Juan 1:1 declara que en el principio era el Verbo, que el Verbo estaba con Dios y que el Verbo era Dios. Juan 1:14 continúa y declara que el Verbo se hizo carne. Cristo, en la carne, el postrer Adán, se hizo el Espíritu, y el Espíritu es el Verbo (Ef. 6:17). Si preferimos analizar esta revelación maravillosa de manera doctrinal y discutir acerca de ella en lugar de disfrutarla, sufriremos pérdida. Las riquezas divinas están disponibles para que las bebamos. Si las tomamos, seremos nutridos y recibiremos un rico suministro. No obstante, si las analizamos, nos privaremos de este disfrute y suministro.

A. Fluye desde Dios que está en el trono

  El Espíritu vivificante como el agua de vida fluye desde Dios que está en el trono. (Ap. 22:1). Por una parte, Aquel que está sentado en el trono es Dios; por otra, el agua de vida que procede del trono también es Dios. El agua que fluye desde Dios trae la autoridad de Dios. Cuando bebemos de esta agua, recibimos autoridad y también poder. Somos sometidos por el agua viva que fluye dentro de nosotros.

  Además, el agua viva que fluye del trono de Dios nos trae las riquezas de la vida divina. Esto lo indica el hecho de que el árbol de la vida crece en el agua de vida (Ap. 22:2). Puesto que las riquezas de la vida divina son llevadas en el fluir del agua viva, recibimos estas riquezas cuando bebemos del agua.

B. Fluye por medio del Cristo que fue herido

  El Espíritu fluye por medio del Cristo que fue herido, tipificado por la peña golpeada (Éx. 17:6; 1 Co. 10:4). Este fluir incluye la humanidad de Cristo, Su vivir humano y Su muerte. No podemos probar, experimentar, ni disfrutar la humanidad del Señor si en nosotros no fluye el agua viva. Cuanto más bebemos de esta agua, más experimentamos y disfrutaremos de la humanidad de Cristo, de Su vivir humano y de Su muerte.

C. Fluye en la resurrección

1. Con el poder de la resurrección de Cristo, con Su ascensión y entronización

  El Espíritu como el agua de vida fluye en resurrección con el poder de la resurrección de Cristo (Fil. 3:10), con la ascensión de Cristo, y Su entronización, incluyendo la glorificación, el señorío, y la autoridad como Cabeza. Resulta difícil explicarlo, pero todo esto llega a ser nuestra experiencia al beber del agua viva. Podemos testificar que hemos probado de la resurrección de Cristo, de Su ascensión y de Su entronización.

2. Para la formación del Cuerpo de Cristo

  El fluir del agua de vida en resurrección forma al Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:13). Si bebemos del mismo Espíritu, podemos ser un sólo Cuerpo. Beber de un sólo Espíritu en resurrección nos hace miembros del Cuerpo y nos edifica.

3. Para preparar la novia de Cristo

  El fluir del agua viva en resurrección también prepara a la novia de Cristo. Según Apocalipsis 22:17, el Espíritu y la novia hacen una invitación y ofrecen de beber del agua de vida. La novia se prepara al beber. El agua que la novia bebe es el Espíritu. Al beber del Espíritu, la novia se hace una con El. Esto no debe ser una simple doctrina ni enseñanza, sino debería ser algo que practicamos en nuestro vivir cotidiano. Si bebemos del agua viva día tras día, el Cuerpo de Cristo será edificado y Su novia se preparará.

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