Mensaje 83
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Lectura bíblica: Éx. 25:1-9
En los dos mensajes anteriores, estudiamos acerca de la visión del tabernáculo y su mobiliario. Los hijos de Israel recibieron esta visión después de haber pasado por las experiencias iniciales de la Pascua, el cruce del mar Rojo, de Mara y Elim, el disfrute del maná, del agua viva que brotaba de la peña hendida y la guerra contra Amalec. Luego el pueblo fue llevado a la comunión con Dios en el monte Sinaí donde recibieron Su ley. Por una parte, la ley revelaba la clase de Dios que tenemos. Por otra, expuso la condición caída, pecaminosa y corrupta de la gente. La visión del tabernáculo fue dada a Moisés en la cima del monte cuando El permaneció con Dios bajo su gloria durante cuarenta días y cuarenta noches.
Dijimos que en 25:1-9, se mencionan tres categorías de materiales que son los minerales, los vegetales y los animales. Todos estos materiales se refieren a las virtudes de la persona y obra de Cristo, y todos fueron presentados a Dios como ofrenda elevada para la edificación de Su morada. El oro es el primero de los materiales mencionados, y representa la naturaleza divina de Cristo. En este mensaje, continuaremos con los demás materiales: los vegetales, los animales, y con el modelo.
La plata es el segundo de los minerales y representa la obra redentora de Cristo. No debemos ver esta obra redentora de manera superficial. La redención involucra el aniquilamiento y la sustitución. Fuimos creados, escogidos y destinados para Dios mismo. No obstante, por ser caídos y perdidos, necesitamos que Cristo nos redima. Como criaturas caídas, también debemos ser aniquilados. Por consiguiente, en la cruz, Cristo nos crucificó; El nos aniquiló. Además, mediante Su redención, Cristo se imparte a Sí mismo dentro de nosotros para ser nuestro sustituto. La plata representa la redención, el aniquilamiento y la sustitución. La plata testifica que fuimos redimidos, aniquilados y reemplazados.
En nuestra vida cotidiana, debemos llevar el testimonio de que hemos sido redimidos, aniquilados y reemplazados. Incluso los jóvenes universitarios deben tener este testimonio. Los demás deben ser capaces de decir: “Estos jóvenes son muy humanos, pero hay algo maravilloso acerca de ellos. Son especiales de una manera que me resulta difícil explicar”. Cuanto más seamos reemplazados por Cristo, más maravillosos seremos. ¡Alabado sea el Señor porque Cristo nos redimió y nos aniquiló y está en el proceso de reemplazarnos! Esta es la experiencia de Cristo como la plata.
Cuando experimentamos a Cristo como la plata y lo poseemos como nuestro tesoro, llevamos este tesoro a las reuniones de la iglesia. Luego al funcionar y liberar nuestro espíritu, debemos ofrecer a Dios, en adoración, la plata que hemos ganado, disfrutado y experimentado. Esta es la clase de adoración que Dios desea. El no desea que nos postremos delante de El, y tampoco quiere escuchar la actuación de un coro. La adoración aceptable para Dios es la que le ofrecemos del Cristo que hemos experimentado y poseído como ofrenda elevada. Esta adoración no sólo será aceptable para Dios, sino que también edificará a los santos. Reunión tras reunión, debemos ser edificados de esta manera.
El bronce representa la prueba del juicio de Dios. Cristo como hombre fue probado continuamente. El fue probado durante toda Su vida en la tierra, y fue probado cuando se presentó ante los sacerdotes, Herodes, y Pilato cuando fue juzgado y condenado a muerte. Además, Cristo fue probado por Dios. Cada día de Su vida, Cristo estaba bajo la prueba de Dios.
En tipología, el bronce representa la prueba del juicio de Dios. Esta es la razón por la cual el altar en el atrio fue construido con bronce en lugar de oro. El altar es un lugar de prueba. Como tal, tipifica la cruz como el lugar donde somos probados por Dios.
La serpiente de bronce elevada en el asta en Números 21:9 tipifica a Cristo como Aquel que fue hecho a semejanza de la carne de pecado y elevado en la cruz para ser juzgado por Dios. Así como la serpiente fue elevada en el asta, Cristo fue elevado en la cruz y probado por Dios. El pasó los diferentes aspectos de las pruebas de Dios.
A diario nosotros también estamos bajo la prueba de Dios. La clase de vida que llevamos en casa, en el trabajo y en la escuela está sujeta a la prueba de Dios. Lo que le dice un hermano a su esposa será probado por Dios y la actitud de un joven hacia sus maestros y compañeros en la escuela también será una prueba. Dios aún probará nuestros motivos, intenciones y todo lo que está en nuestro corazón. Al experimentar la prueba de Dios, ganamos no solamente el oro y la plata, sino también el bronce. Esto hace de nosotros una clase distinta de personas, quienes se preocupan por la manera como se comportan, hablan y expresan sus actitudes. Una persona que experimenta el bronce es una persona bajo la cruz, bajo la prueba de Dios.
Bajo la prueba de Dios, un joven puede ser examinado por El cuando él está a punto de decir o de hacer cierta cosa en la escuela. Un hermano también experimentará la prueba de Dios en su relación con su esposa. Supongamos que él intenté decirle algo fuerte. En ese momento, el Señor lo puede probar, y él se dará cuenta de que no debe pronunciar tal palabra. En lugar de decirle algo negativo a su esposa, el hermano tal vez dirá algo positivo al Señor, diciendole: “Señor, ¡cuán sabio y bueno eres! Te amo, Señor, y amo mi familia”. Por medio de esta experiencia, el hermano ganará más experiencia de bronce.
Primero debemos ganar bronce en nuestra experiencia cotidiana con el Señor. Luego debemos llevarlo a las reuniones y mientras funcionamos ejercitando nuestro espíritu, ofrecemos al Señor como ofrenda elevada. Este bronce, que experimentamos y poseemos, es también el material para la edificación del tabernáculo de Dios.
La piedra de ónix mencionada en 25:7 era de color verde. Esta piedra ónix representa la sangre de Cristo derramada para la redención como base de la obra transformadora del Espíritu. La redención de Cristo es la base de la obra transformadora del Espíritu Santo.
Las otras piedras preciosas representan diferentes aspectos de la obra transformadora del Espíritu Santo, aspectos basados en la redención de Cristo. La experiencia del ónix es la base para la experiencia de las demás piedras preciosas. Como hemos mencionado, esto significa que la redención de Cristo es el fundamento de la obra transformadora del Espíritu.
Todos debemos experimentar la transformación del Espíritu. Por ejemplo, debemos amar a nuestros padres, familiares, vecinos y particularmente a los hermanos y hermanas en la iglesia. No obstante, Dios no acepta nuestro amor natural. A Sus ojos, nuestro amor natural es barro y no piedras preciosas. Nos sentimos muy bien acerca de nuestro amor natural, pero para Dios es repugnante y desagradable. Nuestro amor debe ser transformado. Necesitamos un amor transformado por el Espíritu con la redención, el aniquilamiento y el reemplazo de Cristo como base. Luego amaremos a los demás con un amor puro, el cual es producto de la obra transformadora y preciosa del Espíritu Santo. Amar a los demás de esta manera es algo muy distinto a amarlos de una manera natural. No debemos quedar satisfechos con nuestra moralidad, ética, carácter, ni comportamiento natural. Todas estas cosas deben ser transformadas. Primero debemos ser redimidos, aniquilados,y reemplazados, y luego trasformados metabólicamente por el Espíritu Santo. Esta es la experiencia de las piedras preciosas.
Si llevamos estos materiales preciosos a las reuniones de la iglesia y las ofrecemos a Dios como ofrenda elevada, ayudaremos a edificar la iglesia como morada de Dios. Luego nuestras reuniones estarán llenas de la ofrenda de estos materiales preciosos y una obra maravillosa de edificación se producirá entre nosotros.
Hemos visto que la vida vegetal sirve para regenerar y producir. Cristo es el factor esencial de la vida regeneradora y productiva. Su vida es muy productiva, y El nos imparte esta vida. Según Juan 12:24, El fue el único grano de trigo que cayó en la tierra y murió para producir los muchos granos. Esto es Cristo como la vida vegetal que produce y genera.
La primera expresión de esta vida regeneradora es el vino, que representa la conducta de Cristo.
Exodo 25:4 habla de “azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras”. El lino en el color azul representa el hecho de que la vida generadora de Cristo no solamente nos imparte vida, sino que produce un carácter y un comportamiento celestial como lo representa el color azul. Cuando los demás nos ven, deben sentir que no somos terrenales, y que tenemos una naturaleza celestial. Tenemos una apariencia celestial, la apariencia de un cielo azul.
El lino con el color púrpura representa la realeza. En nuestro comportamiento, debemos exhibir un carácter digno. Aún los universitarios deben ser dignos y reales en su comportamiento. Debería haber cierta dignidad y realeza en lo que dicen y hacen.
Tener el carácter real en nuestra conducta no proviene de nuestro esfuerzo por mejorarnos. Debemos alejarnos de las enseñanzas religiosas, filosóficas y naturales acerca de la mejoría de uno mismo. Debemos experimentar a Cristo como lo celestial, lo real, lo digno y crecer hasta que nos convirtamos en aquellos que tienen la experiencia del lino azul y púrpura en su diario vivir. Así como un príncipe en una familia real es una persona digna, nosotros también debemos serlo, no mejorándonos a nosotros mismos, sino al experimentar a Cristo y crecer en El. Todos necesitamos la experiencia del lino azul y púrpura.
Para el tabernáculo también se necesitaba el lino de color carmesí. El color carmesí representa la sangre de Cristo derramada para nuestra redención. Siempre debemos llevar el testimonio de que reconocemos que somos pecaminosos y necesitamos el lavamiento de la sangre preciosa de Cristo. A menudo debemos decirle al Seño: “Señor, lávame. Aunque no esté consciente de ningún pecado, sé que de todos modos soy impuro. Señor, soy natural, pertenezco a la vieja creación, y todavía soy carnal. ¡Cuánto necesito Tu lavamiento!” Los demás quizás admiren nuestra apariencia celestial y nuestro carácter real, pero debemos entender que somos pecaminosos, y que siempre necesitamos el lavamiento de la sangre preciosa del Señor. Esto es tener la experiencia del lino carmesí.
Supongamos que un joven piense que él siempre está correcto y los demás están equivocados, particularmente con sus padres. Tal vez diga: “Padre, jamás te he ofendido. Quiero a mi familia, y siempre estoy dispuesto a hacer cosas por los demás”. Tener esta clase de actitud significa carecer del lino carmesí. Todo aquel que tiene esta actitud puede ser representado por la ropa negra, y no por la ropa carmesí.
Los demás pueden testificar que cuando oro, le pido al Señor que me lave. Aún cuando no me sienta contaminado, siento que estoy en la vieja creación. Inconscientemente puedo estar todavía en la vida natural en muchos aspectos. Puesto que ésta es nuestra condición, necesitamos el color carmesí. Necesitamos el lavamiento del Señor.
El versículo 4 indica que el lino usado para el tabernáculo no era solamente azul, púrpura y carmesí, sino también fino. Ser finos en nuestra conducta y comportamiento significa que somos equilibrados en todos aspectos. Por ejemplo, cuando nos reímos o cuando gritamos, debemos ser equilibrados. No debemos reírnos ni llorar excesivamente o sin límites. No obstante, algunos sí se ríen o lloran sin restricción, sin ningún equilibrio en las emociones. También es posible amar demasiado a los demás. Amar sin límites es señal de que no somos finos en nuestro amor, que nuestro amor no está equilibrado.
Nuestra conducta no sólo debe ser equilibrada, sino también perfecta y aún hermosa. Tal vez una persona puede ser muy humilde, pero esta humildad no sea hermosa. Necesitamos una humildad hermosa. Todas nuestras virtudes y atributos deben parecerse al lino fino: parejo, perfecto y hermoso.
Cuanto más consideramos por medio de la oración y de la comunión el significado del lino fino de color azul, púrpura y carmesí, más nos daremos cuenta de la importancia que revela y de la experiencia que queda implícita.
La acacia usada en la construcción del tabernáculo representa la naturaleza humana de Cristo, fuerte en carácter y elevada en norma. La humanidad de Cristo no es como el algodón; sino que se parece a la madera. En Su humanidad, el Señor Jesús era fuerte de carácter y de normas elevadas. No obstante, la humanidad de muchos creyentes se parece más al algodón que a la acacia.
El “aceite para la lámpara” (v. 6) representa el Espíritu de Cristo. Continuamente debemos estar bajo la unción del Señor. Debemos ser la harina fina mezclada con el aceite y totalmente saturada con él. En todo lo que somos y hacemos debemos ser saturados con el Espíritu de Cristo.
El Espíritu de Cristo se puede distinguir del Espíritu de Dios. No obstante, esto no significa que hayan dos Espíritus divinos. El Espíritu Santo no es solamente el Espíritu de Dios, sino también el Espíritu de Cristo incluyendo todas las virtudes del Cristo encarnado, crucificado, resucitado y ascendido. Debemos experimentar la unción continua de este Espíritu. Luego tendremos aceite que ofrecer a Dios para la edificación de la iglesia.
Exodo 25:6 habla de “aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático”. Estas especias tipifican la eficacia y la dulzura de la muerte y resurrección de Cristo. Estas fueron usadas para hacer el aceite de unción y el incienso que se quemaba delante de Dios.
Debemos experimentar estas especias en nuestro diario vivir. Primero, la muerte de Cristo será eficaz al aniquilar las cosas negativas, repelerá todos los “insectos” y los alejará. Ciertas especias funcionan como antibióticos para matar los gérmenes espirituales. Cuando experimentamos la eficacia de las especias en nuestro vivir, tenemos la dulzura de la muerte y la resurrección de Cristo. Los demás sentirán que estas son eficaces en nosotros y producen también un aroma agradable.
La vida de Cristo está tipificada también por la vida animal. Como dijimos, la vida animal sirve para la redención. Antes de la caída del hombre, Dios no le dijo al hombre que comiera animales. El hombre podía vivir de frutas y vegetales que Dios preparó en Su creación. Debido a la caída del hombre y al hecho de que se hizo pecaminoso y corrupto, éste necesitó el derramamiento de la sangre para la redención y también la carne de los animales para nutrirse y sostenerse. Esto indica que el hombre pecaminoso necesita al Cristo redentor, Aquel que derramó Su sangre en la cruz y sacrificó Su vida para redimirnos. Con la vida redentora de Cristo somos nutridos y sostenidos para poder vivir.
Exodo 25:4 y 5 se refieren a los tres aspectos de la vida animal: el pelo de cabra, las pieles de carnero y las pieles de tejones. Por tanto, el pelo de cabra representa que Cristo llegó a ser pecado por nosotros en Su obra redentora (2 Co. 5:21). Dios hizo de Cristo pecado por nosotros. El no era pecaminoso ni tenía la naturaleza pecaminosa, pero aparentemente era como una cabra.
Las pieles de carnero teñidas de rojo representan la redención de Cristo cumplida por medio del derramamiento de Su sangre. Cristo era el carnero que murió en la cruz por nuestros pecados. El fue ofrecido a Dios en el altar y derramó Su sangre para lavarnos de nuestros pecados.
Las pieles de tejones son firmes y duraderas. Representan la fuerza de Cristo en los sufrimientos. Las pieles se usaban como cubierta y protección para el tabernáculo. Hoy tenemos a Cristo como las pieles de tejones que nos cubren y nos protegen. El soporta toda clase de sufrimiento, herida y dificultad. Representado por la vida animal, Cristo primero nos redimió y luego llegó a ser una cubierta y protección que resiste las pruebas, los ataques, los trastornos y los sufrimientos.
Debemos experimentar a Cristo en los aspectos de esta vida animal y luego llevarlo como lo representan los pelos de cabras, las pieles de carnero teñido de rojo y de tejones, a las reuniones y ofrecerlo a Dios para edificar la iglesia y a todos los santos.
Si comparamos los materiales usados en la edificación del tabernáculo con aquellos que usan los cristianos, veremos que la mayoría de los cristianos contemporáneos se han apartado mucho de la revelación de Dios. En 25:1-9, tenemos la revelación de Dios, y no de una religión hecha por el hombre. Lamentamos decir que entre los cristianos hay mucha más religión humana que revelación divina.
Exodo 25:8-9 dice: “Y harán un santuario para Mi, y habitaré en medio de ellos. Conforme a lo que Yo te muestre, el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis”. El modelo del tabernáculo y de todo su mobiliario representa a la iglesia y todos los detalles de la vida de iglesia. Este modelo fue mostrado por Dios a Moisés cuando estaba en la cima del monte bajo Su gloria.
Hace poco recalqué la necesidad que tenemos que recibir la visión cerca de Cristo y la iglesia en la economía de Dios. No obstante, esto no significa que prestemos atención solamente a la visión y descuidemos los aspectos prácticos de la vida de iglesia. Por mucho que entendamos la visión de la economía de Dios, todavía necesitamos limpiar el local, cortar el pasto y cuidar todos los aspectos de la vida de iglesia.
Como lo indica el tabernáculo y su mobiliario, la vida de iglesia no es sencilla. Debemos prestar atención a los detalles indicados por las tipologías a fin de llevar una vida de iglesia y comunión apropiada con todos los santos, incluyendo a los más débiles y a los que vienen a las reuniones de la iglesia de vez en cuando. El tabernáculo con su mobiliario representa todos los detalle de la vida de iglesia.
Tanto el diseño del tabernáculo en su conjunto como su mobiliario en general se conformaba a las cosas celestiales, las cosas en los lugares celestiales (He. 9:23). El modelo del tabernáculo y su mobiliario tipifica plenamente la vida de iglesia.