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Mensaje 87

El arca del testimonio

(4)

  Lectura bíblica: Éx. 25:17-22

  En nuestro estudio del tabernáculo y de su mobiliario, prestamos atención no sólo a los tipos de una manera doctrinal, sino a la aplicación de éstos a nuestra experiencia espiritual. En este mensaje y en los dos siguientes, siento la carga de hablar más acerca de la cubierta propiciatoria. Ya vimos que la cubierta propiciatoria representa a Cristo como la cubierta de la ley justa de Dios y también el lugar donde Dios habla con Su pueblo redimido en gracia. Esta cubierta está hecha de oro puro, lo cual representa la naturaleza divina de Cristo, y su tamaño representa el testimonio. Además, los dos querubines de oro sobre la cubierta propiciatoria representan la gloria de Dios e indican que la gloria de Dios procede de Cristo como cubierta propiciatoria para ser un testimonio. En el mensaje anterior, recalcamos el hecho de que Dios se reúne con Su pueblo redimido y habla con ellos en el Cristo propiciatorio. El les habla desde los dos querubines, lo cual indica que El habla con Su pueblo desde la gloria expresada en el Cristo propiciatorio como Su testimonio.

EL CRISTO QUE MORA EN NUESTRO ESPIRITU

  Ya mencionamos que el arca del testimonio se encontraba dentro del tabernáculo. El tabernáculo está rodeado por el atrio. Había dos secciones en el tabernáculo: el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. El Lugar Santísimo se puede comparar con la parte más profunda de nuestro ser, el espíritu. El Lugar Santísimo es la parte más profunda del tabernáculo, y en esta parte más profunda el arca ocupa el lugar central.

  Así como nosotros somos tripartitos, compuestos de cuerpo, alma y espíritu, el tabernáculo con el atrio también consta de tres partes. El atrio corresponde con nuestro cuerpo, el Lugar Santo con nuestra alma, y el Lugar Santísimo, con nuestro espíritu. El arca del testimonio en el Lugar Santísimo representa al Cristo que mora en nuestro espíritu. Cristo, Aquel que resucitó, vive como el espíritu que mora en nuestro espíritu regenerado. En realidad, este mensaje no es una explicación sobre la cubierta propiciatoria. Al contrario, es una palabra acerca del Cristo que vive en nuestro espíritu.

  Tal vez usted conozca las palabras de Pablo: “El Señor esté con tu espíritu” (2 Ti. 4:22), y quizás usted ha tenido alguna experiencia del Cristo que mora dentro de usted. ¿Pero sabe usted la clase de Cristo que vive en usted? El es maravilloso y todo-inclusivo. No obstante, si jamás hemos sido iluminados acerca del arca del testimonio, y si no tuvimos la visión del arca como tipo de Cristo con su significado para nuestra experiencia, no tenemos el conocimiento adecuado del Cristo que está en nuestro espíritu. Quizás conozcamos la terminología y los versículos que hablan del Cristo que mora en nosotros, pero puede ser que en realidad no conozcamos quién es El y lo que es. Si queremos conocer a este Cristo, necesitamos una visión del arca de testimonio. En particular, debemos ser iluminados en cuanto a la cubierta propiciatoria.

EL TESTIMONIO DE DIOS

  El arca es una caja en forma de plataforma. Ya vimos que el arca tipifica a Cristo. Cristo mismo quien está en nuestro espíritu es el arca, y ésta es una plataforma. En la Biblia cualquier plataforma o posición implica un testimonio. Optar una posición significa testificar. Como arca, Cristo es el testimonio de Dios. El permanece como el testimonio de Dios en nuestro espíritu y en todo el universo.

  Por ser una caja, un recipiente, el arca tiene un contenido particular. Exodo 25:21 dice: “Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio de lo que yo te daré". Este testimonio son las tablas de la ley y pueden ser consideradas como una fotografía, un retrato de Dios. Por consiguiente, el contenido de Cristo como el arca es la ley como retrato, fotografía, definición de Dios. Más adelante, la urna de oro que contiene el maná y la vara floreciente de Aarón también fueron colocadas en el arca.

EL DIOS-HOMBRE

  Ya vimos que el arca estaba hecha de madera de acacia cubierta con oro. La madera de acacia y el oro representan las dos naturalezas de Cristo: el oro representa Su naturaleza divina, y la madera de acacia, Su naturaleza humana. El arca estaba cubierta de oro por dentro y por fuera. Esto indica que Cristo es divino, que El es Dios. No obstante, El no es solamente Dios; es hombre también. Por consiguiente, Cristo es un Dios-hombre. El arca de madera y de oro tipifica a Cristo como el Dios-hombre.

  Oponerse a la verdad de que Cristo es un Dios-hombre es señal de ceguera y de insensatez. Algunos opositores parecen prestar atención únicamente al oro del arca, a la divinidad de Cristo. No prestan la debida atención a que el arca estaba hecha de madera cubierta de oro, al hecho de que Cristo es realmente el Dios-hombre. Ciertamente creemos que Cristo es Dios. No obstante, nos damos cuenta de que así como el arca estaba hecha de madera cubierta de oro, también Cristo tiene una naturaleza humana dentro de Su naturaleza divina.

  En el futuro, más creyentes se darán cuenta de que el Cristo tipificado por el arca hecha de madera cubierta de oro, es el Dios-hombre. Esta verdad saldrá a la luz, y convencerá, someterá, e iluminará. Alabamos al Señor por esto.

  Como Dios-hombre, Aquel que posee la naturaleza divina y también la humana, Cristo es el Creador y también una criatura. Hace varios años algunas personas se oponían a esta verdad y declaraban: “Nuestro Cristo es el Creador. El no es una criatura”. ¡Cuánta ceguera! La Biblia enseña claramente que Cristo es el primogénito de toda creación (Col. 1:15). Por ser todo-inclusivo, Cristo es la primera criatura y El es el Creador de todo. Si Cristo fuese solamente Dios y no hombre, solamente el Creador y no una criatura, El no podría ser todo-inclusivo. El no sería la realidad de todas las cosas positivas en el universo.

  Finalmente en esta era, como en la era venidera, todos los que se oponen hoy en día creerán que Cristo es todo-inclusivo. En la eternidad, todos sabremos que Cristo es Dios y hombre, el Creador y la criatura, pues El es el arca hecha de madera de acacia cubierta de oro.

LA PARTE MAS ELEVADA DE CRISTO

  La parte más crucial del arca del testimonio era su cubierta. Antiguamente muchos edificios tenían una piedra llamada piedra cimera. La cubierta del arca se parecía a la piedra superior de un edificio. La cubierta propiciatoria del arca representa la parte más elevada de Cristo. La palabra hebrea traducida por cubierta aquí significa una tapa. No obstante, la mayoría de los traductores no consideran la palabra tapa como traducción apropiada, pues se dan cuenta de que esta cubierta no tiene un significado sencillo. Por ejemplo, había dos querubines sobre la tapa del arca. Nadie puede describir estos querubines, pero sabemos que tenían rostros, ojos y alas. Exodo 25:20 declara: “Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines”. Los querubines estaban en los dos extremos de la cubierta propiciatoria, y sus alas cubrían toda la tapa. Los querubines estaban hechos de obra martillada, lo cual significa que la expresión de la gloria divina de Cristo se hacía por medio de los sufrimientos. La Biblia enseña que estos querubines representan la gloria de Dios. Dondequiera que están los querubines, allí está también la gloria de Dios. Por tanto, el cuadro de la tapa propiciatoria con los querubines muestra que la gloria de Dios, representada por los querubines, está sobre Cristo.

  En versículos como éstos, necesitamos tener una buena traducción para poder entender correctamente. Sin embargo, no resulta fácil traducir la Biblia. No piense que por tener unos estudios universitarios de lenguas bíblicas, una persona está calificada para traducir correctamente la Biblia. Para traducir correctamente la Biblia requiere que se conozca la verdad de la Biblia en su conjunto y que también tengamos experiencia en el Señor.

  Según la verdad de la Biblia, la sangre fue rociada sobre la cubierta propiciatoria del arca. Esta sangre vino de los sacrificios ofrecidos en el altar de bronce en el atrio para propiciación, los cuales hacen la paz entre los pecadores y Dios. La sangre de estos sacrificios era introducida en el Lugar Santísimo y rociada siete veces sobre la cubierta propiciatoria. Sin duda, por lo menos una parte importante de la tapa estaba cubierta con sangre rociada. Como resultado, la tapa de oro estaba finalmente cubierta con sangre. De esta manera, el arca llegó a ser un lugar de propiciación para el hombre con Dios.

  En un mensaje anterior, dijimos que el arca de testimonio tiene una cornisa de oro. Una versión de la Biblia usa la palabra corona. Esto puede implicar que la cubierta del arca es una corona. Esto significa que Cristo, tipificado por el arca, lleva una corona. Las coronas se colocan sobre la cabeza de una persona y puede ser llevada como un sombrero o gorra especial.

  Si queremos entender el significado del arca del testimonio en nuestra experiencia espiritual, no debemos confiar en la capacidad de nuestra mente natural. Podríamos comparar esto con unas vacas que escuchan una hermosa melodía. Pueden oír los sonidos, sin comprenderlos ni apreciarlos. Hace muchos años hubo momentos en los cuales me parecía a una vaca al escuchar los mensajes. Podía recibir fácilmente todos los puntos de cierto mensaje todavía un año después, no entendía la “melodía” ni la apreciaba. No tenía la visión espiritual genuina, y carecía de la luz del Señor. Por la misericordia del Señor, hoy mi situación es muy distinta. Ahora aprecio la “melodía” que escucho de la Palabra. Espero que más santos lleguen a apreciar esta melodía. En cuanto al arca, necesitamos la luz del Señor. Necesitamos particularmente luz en cuanto a la cubierta, los querubines, la cornisa, y la sangre rociada sobre la tapa del arca.

  Exodo 25:22 dice: “Y de allí me declararé a ti, hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel”. Este versículo indica que Dios podía reunirse con el hombre y hablar con él entre los querubines. ¿Tendría usted el denuedo de entrar en el Lugar Santísimo, permanecer delante del arca, y encontrarse con Dios cara a cara? Yo no tendría este denuedo, a pesar de haber conocido la gracia de Dios durante muchos años.

UN CUADRO DE DIOS REUNIDO CON EL HOMBRE

  Ahora debemos considerar el cuadro del arca más detalladamente. Dios estaba entre los querubines, listo para reunirse con el hombre. El Lugar Santísimo, en el cual se situaba el arca del testimonio, era un espacio bastante restringido; sólo medía diez codos cuadrados. Bajo la gloria y en ella, Dios se reúne con el hombre y habla con él. En el mensaje anterior, vimos que Dios siempre se reúne con nosotros y nos habla en gloria. Según el cuadro del Antiguo Testamento, Dios está en medio de la gloria de los querubines, y bajo Sus pies se encontraba la cubierta propiciatoria rociada con la sangre. Aquí tenemos un cuadro de la reunión de Dios con el hombre. Ahora debemos ver que este cuadro representa a Cristo en Su totalidad, Cristo no solamente como el arca misma, sino también como la cornisa, la tapa del arca. Este es el Cristo que está en nuestro espíritu. No obstante, pocos cristianos entienden que el Cristo que mora en nuestro espíritu es esta Persona.

  Necesitamos un nuevo idioma para describir al Cristo que vive en nosotros. Este Cristo es el arca, una plataforma, como testimonio y recipiente. El contenido de Cristo como arca es la ley de Dios como Su definición, descripción y cuadro. Además, Cristo tiene dos naturalezas: divina y humana. El también tiene una parte superior, representada por la tapa del arca, la cual es la cubierta propiciatoria. En los extremos de la tapa se encuentran los querubines, que están relacionados con la gloria de Dios. Todo esto describe al Cristo que está en nuestro espíritu.

LA SANGRE SOBRE LA CUBIERTA PROPICIATORIA

  La sangre rociada sobre la cubierta propiciatoria venía de los sacrificios. Los sacrificios se hacían en el altar, en el atrio, pero la sangre era introducida en el Lugar Santísimo y rociada sobre el arca. Esto indica que la eficacia de la sangre de los sacrificios no se produce principalmente en el atrio, sino en el arca, en el Lugar Santísimo. No obstante, la mayoría de los cristianos contemporáneos tienen una comprensión limitada de la sangre que no va más allá de la sangre derramada en la cruz. Muchos himnos hablan de la sangre de la cruz. En su vida cristiana, los creyentes pueden pasar todo su tiempo en la cruz, en el altar. Algunos incluso pueden pasar toda su vida cristiana dando vueltas alrededor de la cruz. Son pocos los que entran en el Lugar Santísimo.

  Considere su experiencia. Cuando estaba en las denominaciones, ¿Acaso entró alguna vez en el Lugar Santísimo? ¿Acaso no pasó mucho tiempo solamente en la cruz? ¿No cantó himnos que enfatizaban solamente la sangre en el altar? La sangre derramada en el calvario ha sido introducida en el Lugar Santísimo y rociada sobre la cubierta propiciatoria. El Antiguo Testamento enseña que la sangre derramada en el altar primero fue rociada en el altar. Esto representa el cumplimiento de la redención. Luego, después de que la redención o propiciación fuese cumplida, esta sangre era introducida en el Lugar Santísimo y rociada sobre la cubierta del arca. Eso permitió que Dios se reuniera con el hombre y hablara con él desde los querubines. Cuando Dios viene y se reúne con nosotros, Su posición es la sangre redentora. Puesto que la sangre ha sido rociada sobre la cubierta propiciatoria y que la base de Dios está en la sangre, El puede reunirse con nosotros en medio de Su gloria resplandeciente. Todo eso está relacionado con el Cristo que vive en nosotros.

  Ahora tenemos este Cristo maravilloso morando en nuestro espíritu. Pero nuestra ceguera e ignorancia impiden que muchos de nosotros entendamos correctamente esto. La mayoría de los cristianos jamás entendieron plenamente que el Cristo que vive en nosotros es Aquel que está descrito por el arca con la cubierta propiciatoria. No obstante, no debemos estar satisfechos simplemente con oír de este Cristo y aprender de El de una manera doctrinal. Debemos seguir adelante y experimentarle cada vez más.

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