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Mensaje 89

El arca del testimonio

(6)

  Lectura bíblica: Éx. 25:17-22

EL LUGAR DE PROPICIACION

  Pocos cristianos han visto que Cristo es el lugar de propiciación. Pablo habló de Cristo Jesús y dice en Romanos 3:25 “A quien Dios ha presentado como cubierta propiciatoria por medio de la fe en Su sangre, para la demostración de Su justicia, a causa de haber pasado por alto, en Su paciencia, los pecados pasados” (gr.). Aquí la palabra griega traducida por cubierta de propiciación es ilastérion, que significa el lugar de propiciación. Hebreos 9:5 usa esta palabra para la cubierta, la tapa del arca dentro del Lugar Santísimo. En Exodo 25:17-22 y Levítico 16:12-16, la septuaginta usa también esta palabra para cubierta del arca. Una versión dice: “asiento de misericordia”. Esto indica que los traductores consideraron el lugar de propiciación como un asiento, dándose cuenta que Cristo como el lugar de propiciación era un asiento para que Dios nos concediera misericordia.

  Es importante ver que la propiciación no es solamente un hecho, sino también Cristo mismo como un lugar. Según Romanos 3:25, Dios estableció a Cristo mismo, para que fuese una cubierta de propiciación. Es sobre esta persona donde Dios puede reunirse con nosotros y donde nos podemos reunir con El.

  En el libro de Hebreos, Pablo habla de la cubierta de propiciación como del trono de la gracia: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. (4:16). Hebreos 10:19-20 dice: “Así que, hermanos, teniendo firme confianza para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, entrada que El inauguró para nosotros como camino nuevo y vivo a través del velo, esto es, de Su carne”. El trono de la gracia está en el Lugar Santísimo, pues es la cubierta del arca, que está en ese lugar. Por tanto, la cubierta del arca es el lugar donde Dios nos da gracia. Es lógico que el lugar donde Dios nos da gracia sea el trono de la gracia. Ahora debemos ver que este trono de la gracia, donde Dios nos da gracia, es Cristo mismo.

  En estos mensajes acerca del arca del testimonio, hemos visto que toda el arca con su cubierta tipifica a Cristo. Este es un asunto muy significativo. Cristo es todo-inclusivo. No debemos pensar que la cubierta de propiciación sobre el arca es algo diferente de Cristo ni considerar la propiciación simplemente como un hecho cumplido por El. Repito que Cristo es toda el arca, incluyendo la cubierta.

  Pocos cristianos entienden que Cristo es el lugar de propiciación, la cubierta de propiciación, y por esta razón no aprecian la preciosidad de la sangre sobre ésta. Por el contrario, la mayoría de los cristianos aprecian la preciosidad de la sangre en la cruz. En lugar de entrar en el Lugar Santísimo, se quedan en la cruz, el altar. La mayoría de los himnos acerca de la sangre redentora se centran en la cruz. ¿Puede mencionar algún himno que hable de la preciosidad de la sangre redentora sobre la cubierta propiciatoria? Yo no conozco ninguno.

EL ARCA COMO LA PRESENTA JUAN EN SU MINISTERIO REMENDADOR

  Ya vimos que Pablo y Juan hablaron de asuntos relacionados con Cristo como la cubierta propiciatoria. Tanto el ministerio completador de Pablo como el ministerio que remienda de Juan cubren este punto. Algunos puntos en el ministerio de Juan son más fuertes que los puntos en el ministerio de Pablo. Cuando se repara algo, a menudo termina siendo más fuerte que antes. Por ejemplo, cuando usted repara una parte gastada de ropa, el área remendada generalmente es más fuerte que la ropa original. Pasa lo mismo con el ministerio que remienda de Juan con respecto a Cristo como el arca.

  En Juan 1:1 y 14, vemos que el Verbo que era en el principio y que era Dios se hizo carne. Según el versículo 14, los discípulos contemplaron la gloria del Señor. En otras palabras, vieron los querubines, el resplandor de la divinidad de Cristo. Juan 1:29 “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”. Un elemento importante relacionado con el Cordero de Dios es la sangre redentora. Juan 19:34 dice: “Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua”. En Juan 17, vemos algo más acerca de la gloria, acerca de los querubines. En el versículo 1, el Señor Jesús oró: “Padre, la hora ha llegado; glorifica a Tu Hijo para que el Hijo te glorifique”. En el versículo 22, el Señor sigue orando: “La gloria que me diste, Yo les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno”.

  En el capítulo uno de 1 Juan leemos acerca de la vida, la comunión y la sangre. El versículo 1 habla del Verbo de vida, y el versículo 2 dice que la vida fue manifestada. En el versículo 3 Juan declara: “Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con Su Hijo Jesucristo”. En cuanto a la sangre, el versículo 7 declara: “Pero si andamos en luz, como El está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado”. La vida eterna fue proclamada para que tengamos comunión con el Padre y el Hijo. Aunque somos pecaminosos, la sangre de Jesucristo nos lava.

  En el libro de Apocalipsis, vemos al Cristo resplandeciente, empezando con Su revelación en el capítulo uno: Su cabeza y cabello son blancos como la lana blanca, como la nieve; Sus ojos son como llamas de fuego; Sus pies como bronce bruñido; y Su rostro “como el sol resplandece en su poder” (vs. 14-16). Apocalipsis 10:1 describe también a un Cristo resplandeciente: “Vi descender del cielo a otro Angel fuerte, vestido de una nube, con el arco iris sobre Su cabeza; y Su rostro era como el sol, y Sus pies como columnas de fuego”. Apocalipsis 18:1 habla también de este Cristo resplandeciente: “Después de esto vi a otro Angel descender del cielo con gran autoridad; y la tierra fue iluminada con Su gloria”.

  El libro de Apocalipsis enfatiza también la sangre. Apocalipsis 1:5 dice: “Al que nos ama, y nos liberó de nuestros pecados con Su sangre”. Apocalipsis 5:9 declara: “Tu fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste para Dios hombres de toda tribu y lengua y pueblo y nación.”. Apocalipsis 7:14 habla de “los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. Hablando de los vencedores, Apocalipsis 12:11 afirma: “Y ellos le han vencido por causa de la sangre del Cordero”. La sangre con la cual somos lavados también calla la boca acusadora y calumniadora del demonio.

  En el libro de Apocalipsis podemos ver a Cristo tipificado por el arca hecha de madera de acacia cubierta de oro. Este libro habla mucho del oro. El Hijo del Hombre en medio de los candeleros de oro es tipificado por la madera de acacia.

EL ARCA MENCIONADA EN HEBREOS

  Ahora debemos ver que el libro de Hebreos es una definición del arca. Si queremos conocer el arca del testimonio, debemos estudiar Hebreos. Hablando de Cristo, Hebreos 1:3 declara: “El cual siendo el resplandor de Su gloria, y la impronta de Su substancia”. Cristo como resplandor de la gloria de Dios es los querubines. El es Dios y El tiene la naturaleza de oro de la cual proceden los querubines, la gloria. En Hebreos 2, vemos el elemento de la madera de acacia, la naturaleza humana de Cristo. En el versículo 14, vemos que Cristo se revistió de una naturaleza humana de sangre y carne. El versículo 17 dice: “Por lo cual debía ser en todo hecho semejante a Sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel Sumo Sacerdote en lo que a Dios se refiere, para hacer propiciación por los pecados del pueblo”.

  El libro de Hebreos dice mucho acerca de la sangre redentora. Hebreos 9:22 afirma que “sin derramamiento de sangre no hay perdón”. El versículo 12 afirma que Cristo “por Su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, obteniendo así eterna redención”. El versículo 14 continúa y declara: “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a Sí mismo sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de obras muertas para que sirvamos al Dios vivo?”

  En Hebreos 9:5, Pablo habla claramente de la cubierta de propiciación sobre el arca. Este versículo declara: “Sobre ella los querubines de gloria que cubrían con su sombra el propiciatorio”. ¡Cuán rico y todo-inclusivo es el Cristo representado por el arca! Jamás podremos agotar la definición del arca. Así como el arca del testimonio estaba en el Lugar Santísimo, ahora también el Cristo tipificado por el arca mora en nuestro espíritu.

EL TRONO DE LA GRACIA EN NUESTRO ESPIRITU

  La mayoría de los cristianos tienen una comprensión extremadamente superficial acerca del arca. La mayoría de los mestros bíblicos han interpretado el relato del arca simplemente de una manera doctrinal. No recalcan el lugar del arca en la experiencia cristiana. ¿Sabe usted de algún maestro bíblico que haya dicho que el arca es el Cristo que mora en nuestro espíritu? Muchos creyentes ni siquiera conocen el espíritu humano; consideran el espíritu y el alma como la misma cosa. Incluso muchos maestros bíblicos creen en la dicotomía; a saber, que el hombre está formado de dos partes, el cuerpo y el alma, y no la tricotomía, que el hombre se compone de tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Algunos cristianos que dan énfasis a la vida interior, recalcan el hecho de que el hombre está hecho de tres partes y de que el espíritu y el alma no son idénticos. Si no nos damos cuenta de que tenemos un espíritu humano, no podemos ver que el arca en el Lugar Santísimo tipifica a Cristo quien mora en nuestro espíritu.

  Debemos considerar este asunto de una manera práctica desde el punto de vista de nuestra experiencia. ¿Dónde tiene usted comunión con Dios? ¿va a los cielos para tener comunión con El? Seguro que no. Hebreos 4:16 nos alienta a ir al trono de la gracia. Pero cuando va al trono de la gracia conforme a este versículo, adónde llega? ¿no llega a su espíritu humano regenerado? En la práctica, el trono de la gracia está ahora en nuestro espíritu. Si no conocemos a Cristo como el arca que está en nuestro espíritu, no sabremos cómo llegar al trono de la gracia.

  Decir que el trono de la gracia está en nuestro espíritu es algo práctico y algo que podemos experimentar, y no solamente un asunto de doctrina. Cuando oramos volviéndonos al espíritu, tocamos el trono de la gracia. ¿Qué es el trono de la gracia? Es el Cristo todo-inclusivo representado por el arca, y tipificado particularmente por la cubierta propiciatoria.

LA SANGRE Y LOS QUERUBINES

  Dos símbolos importantes se relacionan con la cubierta del arca: la sangre y los querubines. La sangre representa la redención cumplida por Cristo en Su humanidad, y los querubines representan la gloria de Su divinidad. En esta cubierta propiciatoria con los querubines de gloria y rociada con la sangre redentora, nos reunimos con Dios. Aquí sobre esta cubierta tenemos comunión con Dios. Además, estamos en el lugar donde oímos una palabra de Dios y recibimos visión, revelación e instrucción para controlar nuestra vida cotidiana.

CONTROLADO POR LA VISION

  Nuestro caminar diario como cristianos no debería ser controlado por la ética, la moralidad, la devoción, la piedad ni la religión. Nuestra vida cotidiana tampoco debe ser controlada por las Escrituras solamente. Entonces ¿qué debería controlar nuestro diario vivir? Debería ser controlado por lo que vemos cuando nos reunimos con Cristo sobre la cubierta del arca. Proverbios 29:18 afirma que donde no hay visión, el pueblo se desenfrena. Esto indica que la visión es lo que nos controla. ¿Dónde recibimos esta visión? La recibimos cuando nos reunimos con Dios en la parte superior de Cristo, la cubierta propiciatoria. ¡Cuán significativo y profundo es esto!

  A diario podemos entrar en el Lugar Santísimo por medio del camino nuevo y vivo abierto por la sangre de Jesús derramada en Su humanidad. Cuando entramos en el Lugar Santísimo, nos encontramos con el Cristo todo-inclusivo. Con la sangre redentora como nuestra base, podemos reunirnos con Dios y tener comunión con El en medio de la gloria resplandeciente de Cristo. Entonces podemos ser infundidos con Dios y recibir revelación, visión, instrucción y dirección. Luego debemos caminar conforme a esta infusión y dirección. Esto es ser un cristiano genuino y no un cristiano devocional, piadoso, ético, moral, o religioso.

  Ser un cristiano que recibe la infusión de Dios en el Lugar Santísimo y camina conforme a ello significa ser un cristiano en el sentido más maravilloso. Para ser esta clase de cristianos, debemos dejar la devoción, piedad, religión, moralidad, ética y volvernos plenamente a Cristo. Por su falta de comprensión, algunos se oponen a lo que enseñamos al respecto. Su oposición expone simplemente la situación lamentable en la cual se encuentran y demuestra que no ven las profundidades de la Palabra de Dios. En Su misericordia, Dios nos ha mostrado muchas cosas, y creemos que El quiere mostrarnos más.

  También creemos que estamos en el último recobro, el último mover de Dios en la tierra. La situación mundial ha llegado a un punto final. El recobro final del Señor es el recobro de Cristo y la iglesia. Es el recobro del Cristo todo-inclusivo tipificado por el arca. No obstante, debemos recordar que las medidas del arca son unidades medias. Esto indica que así como una esposa es la otra mitad de su marido, también el Cristo tipificado por el arca tiene otra mitad: la iglesia. Cristo es el Novio, y la iglesia será Su novia. Con el novio y la novia tenemos el testimonio completo. Por esta razón, en Su recobro hoy, el Señor recalca no solamente a Cristo, sino a Cristo y la iglesia, el gran misterio. ¡Alabado sea el Señor porque estamos en Su recobro! Con este último recobro, el Señor terminará esta era e introducirá la era del reino.

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