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Mensaje 9

LA AYUDA MASCULINA Y FEMENINA PARA EL QUE HA SIDO LLAMADO

  El relato acerca del llamado que Dios hizo a Moisés es el más completo de toda la Biblia. En este mensaje, vamos a estudiar como Aarón (Éx. 4:10-16) y Séfora (Éx. 4:24-26) están relacionados con este llamado. Sin la porción acerca de Aarón y Séfora, el llamado que Dios hizo a Moisés estaría incompleto. El relato del llamado de Moisés no se encuentra solamente en Exodo 3, sino también en Exodo 4. Por tanto, si queremos entender completamente el llamado de Moisés, también debemos prestar atención a las pequeñas porciones del capítulo cuatro que forman parte del mismo.

  Exodo 4:14 dice “Jehová se enojó contra Moisés”. Aún después de las señales del capítulo cuatro, Moisés todavía estaba renuente a obedecer al Señor. Me parece que Moisés debe de haber dicho: “Señor, puesto que Tú me has llamado y me has dado estas señales, obedezco Tu palabra”. No obstante, Moisés también le dijo al Señor que mandara a otra persona. En ese momento, el Señor se enojó con él. Cuando yo era joven, por un lado entendía por qué el Señor se había enojado pero, por otro pensaba que El es tan grande y esta situación era demasiado insignificante como para que El se enojara con Moisés.

I. AARON COMO SU COMPAÑERO

A. Obedeciendo el principio de que dos constituyen un testimonio

  Pienso que el Señor deseaba, en lo profundo de Su corazón, que Aarón fuese el compañero de Moisés. Cuando el Señor Jesús mandó Sus discípulos, El les mandó de dos en dos (Lc. 10:1), es decir, siguiendo el principio de que dos constituyen un testimonio. Estar solo significa ser individualista, pero ser enviado con otra persona significa ser enviado conforme al principio del Cuerpo. Por tanto, el hecho de que Aarón fuese el compañero de Moisés estaba conforme con el principio divino.

  Aunque esto estaba conforme a Su principio, Dios no le dijo a Moisés que el necesitaba a Aarón como su compañero. Pero si leemos detenidamente esta porción, veremos que esto ya estaba en el corazón de Dios. El versículo 14 dice así: “Entonces Jehová se enojó contra Moisés y dijo: ¿No conozco Yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón”. El Señor esperaba que Moisés se diera cuenta de que él necesitaba a alguien que le correspondiera. El Señor estaba dispuesto a hacer eso, pero no se lo mencionó a Moisés hasta que éste se diera cuenta de su necesidad. El Señor es muy sabio. El puede estar dispuesto a hacer cierta cosa por nosotros, pero El no hará nada hasta que nos demos cuenta de nuestra necesidad. Este principio se puede aplicar a nosotros en la vida de iglesia. Usted quizá se dé cuenta de que yo necesito algo, pero es mejor que no me lo diga. Más bien, usted debe esperar hasta que yo me dé cuenta de mi necesidad.

  Si entendemos claramente lo que estaba en el corazón del Señor podremos entender la razón por la cual el Señor se enojó con Moisés. Aparentemente este enojo no era agradable; pero en realidad era dulce. La gente superficial es la única que dirá que el enojo del Señor aquí era cruel. Los que entienden al Señor profundamente saben que fue agradable. Este enojo indica una comunión dulce, íntima y humana. Algunos se preguntarán cómo el Señor puede tener una comunión humana. Esto fue posible porque el Señor apareció a Moisés como el ángel de Jehová, quien tipificaba a Cristo. Puesto que Cristo es Dios encarnado para ser hombre, El es misterioso. Por esta razón, resulta difícil entender la aparición del ángel de Jehová en el Antiguo Testamento. En Exodo 4, el Señor habló a Moisés como si fuese un hombre hablando a otro hombre. Según el relato, la conversación se parecía más a la de unos amigos que a la del Dios Todopoderoso con un ser humano.

  Esta intimidad entre Dios y Moisés puede ser comparada con la intimidad entre un hombre y su esposa. A veces un hombre se enoja con su esposa, pero su expresión de enojo es dulce y agradable. No es la clase de enojo que él mostraría hacia otra persona, pues se trata de un enojo que expresa un sentimiento dulce e íntimo. Esto es muy parecido al sentimiento entre el Señor y Moisés. El enojo del Señor para con Moisés en este capítulo es muy diferente a Su ira hacia Sodoma. En este caso, el enojo es un enojo agradable entre dos personas íntimas. Después de que el Señor hablara a Moisés en los versículos 11 y 12, Moisés contestó: “¡Ay Señor! Envía, te ruego, por medio del que debes enviar” (v. 13). La palabra de Moisés no fue un rechazo duro del Señor. Por el contrario, fue una expresión íntima de su sentimiento personal. A pesar de que la respuesta de Moisés provocó el enojo del Señor para con él. Su reacción obligó al Señor en Su enojo amable a abrir Su corazón acerca de Aarón como el complemento de Moisés.

  Fiel al principio divino, el Señor no podía permitir que Su siervo fuese individualista. Moisés necesitaba a Aarón; por esto, la presencia de Aarón no fue accidental. Dios lo había preparado como el compañero de Moisés.

  Este principio de emparejarse se aplica hoy en día. Si usted ha sido llamado por el Señor, debe entender que necesita a alguien que lo acompañe. Hemos señalado que el Señor Jesús envió a Sus discípulos de dos en dos. Cuando el apóstol Pablo salió para servir al Señor, él no fue individualista. El siempre tenía a otros que lo acompañaban. Esto queda demostrado en el primer versículo de 1 Corintios: “Pablo, apóstol de Cristo Jesús llamado por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes”. Cuando Pablo escribió esta epístola, ni Timoteo ni Barnabás estaban presentes. Por consiguiente, Pablo tomó a Sóstenes como compañero; él tomó un hermano cuyo nombre casi desconocemos a fin de obedecer al principio.

  Actuar de manera individual en el servicio del Señor no está conforme al principio divino. Actualmente, en la economía neotestamentaria, el ser individualista equivale a violar el principio del Cuerpo. No debemos comportarnos de manera individualista, sino que debemos movernos y actuar conforme al principio corporativo, y tener siempre por lo menos otro miembro que nos complemente. Cuanto más miembros tenemos para complementarnos, es mejor. El cuerpo no puede ser representado por un solo individuo. Según el principio divino, la representación apropiada del cuerpo se hace siempre por aquellos miembros que son acompañados de otros.

  No obstante, ser complementado es algo difícil. En el caso de Moisés y de Aarón, el hermano menor era el líder, y el mayor era el que seguía. Ser el compañero de alguien es algo difícil. Ser complementado por un hermano en la carne es aún más difícil, y ser complementado de tal manera que el menor sea el líder, es todavía más difícil. Mi hermano menor era un hermano querido en el Señor; él amaba mucho al Señor. Cuando estábamos en la China continental, nos encontrábamos en la misma iglesia local. Pero aprendí por experiencia que era difícil que él me complementara. Puesto que Aarón era el hermano mayor de Moisés en la carne, era muy difícil que Moisés lo complementara. Esta pudo haber sido una razón por la cual el Señor no le dijo a Moisés que Aarón sería su complemento hasta que Moisés hubiese aceptado plenamente delante del Señor su incapacidad de contestar a Su llamado. Esto le dio al Señor el terreno para decirle a Moisés que Aarón sería su portavoz. El Señor había preparado a Aarón para Moisés, y por muy difícil que fuese, Moisés no tenía otra opción más que aceptarlo como su compañero.

  En Números 12, vemos un incidente que involucra a Aarón y Miriam y que muestra lo difícil que era para Moisés ser complementado por Aarón. El versículo 1 de este capítulo dice: “Miriam y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita”. Esto indica cuan difícil era para Miriam y Aarón, quienes eran ambos mayores que Moisés, aceptar a Moisés como líder. El error que cometió al casarse con la mujer cusita les proporcionó a Miriam y a Aarón la oportunidad de hablar en contra de él. Lo que dijeron aquí no fue algo accidental; por el contrario, fue una expresión de lo que ya estaba dentro de ellos. ¡Cuán difícil fue para Moisés tomar la delantera sobre su hermana y su hermano! El Señor ciertamente preparó una situación difícil para él.

  En principio, pasa lo mismo con nosotros hoy, el Señor a menudo preparará un compañero difícil para nosotros. Pero éste en realidad es una gran ayuda. Sin esto, no tendríamos ninguna restricción, ninguna protección, ni ninguna defensa. La mayor parte del tiempo, Aarón y Miriam se sometían a Moisés. Pero por lo menos en una ocasión no se sometieron. Esta falta de sumisión por parte de ellos fue una protección para Moisés; le impidió ser orgulloso. Números 12:3 dice que Moisés “era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra”. Miriam y Aarón ayudaron a Moisés a ser humilde. No obstante, por mucho que le ayudaron Miriam y Aarón, Dios no toleró lo que ellos hablaron en contra de él.

  Los arreglos que prepara Dios al acomodarnos con otros a veces van más allá de nuestra comprensión. No se imagine que un compañero siempre será agradable. La mayor parte del tiempo puede que sea agradable, pero en algunas ocasiones será desagradable. Pero este desagrado es nuestra protección.

B. Para llevar a cabo la comisión de Dios

  Entre los cristianos contemporáneos, vemos muy poco esta clase de complemento. Existe muy poca coordinación entre los obreros cristianos porque carecen de la visión del principio del Cuerpo. Siento la carga de que todos nosotros, como los que han sido llamados por Dios, veamos la necesidad de este complemento. He conocido hermanos muy dotados que llegaron a ser inútiles porque se negaban a aceptar un complemento. Un compañero nos ata y nos restringe. Por esta razón, resulta difícil ser complementado por los demás.

  La carrera de tres piernas es un ejemplo del principio del compañerismo. En una carrera de tres piernas, los corredores tienen una de sus piernas atada a la de su compañero de carrera. El servicio del Señor no es una carrera corrida por un solo individuo, sino una carrera corrida por los que están atados a otro miembro del Cuerpo. Si no nos gusta este arreglo tampoco nos gustará el servicio del Señor. Si usted quiere participar en Su obra, debe estar dispuesto a entrar en una carrera de tres piernas. Si usted no quiere estar atado a otro, no está calificado para esta carrera. Por si mismo, usted puede ser capaz de hacer muchas cosas, pero lo que haga no será de mucho provecho para la edificación del Cuerpo. Algunos pueden llevar a cabo una gran labor cristiana, pero no es de mucho provecho para el Cuerpo. La obra en el recobro del Señor no es una obra cristiana ordinaria, sino la obra de edificar el Cuerpo. Si queremos ser usados por el Señor para edificar el Cuerpo, debemos estar dispuestos a correr una carrera de tres piernas, es decir, debemos estar dispuestos a estar atados a otro para formar una sola unidad.

  Hay muchas lecciones que aprender al respecto, y en especial por aquellos que son capaces. A una persona capaz le resulta muy difícil estar atada a otra. La situación en el cristianismo actual lo demuestra. Cada predicador o ministro dotado es individualista. Estas personas pueden tener empleados, que contratan o despiden, pero no tienen ningún colaborador que los complemente. Una persona contratada es muy distinta de una persona que complementa. Moisés no contrató a Aarón, y Pablo no contrató a Timoteo. No obstante, la mayoría de los obreros cristianos famosos hoy en día son individualistas. Si necesitan que otros los ayuden, los contratan, pero no los aceptan como complemento. Todo lo que hacen estos obreros cristianos no es de mucho provecho para la edificación del Cuerpo. En el recobro del Señor se necesita urgentemente la verdadera labor de edificación. No obstante, esta obra de edificación puede ser llevada a cabo solamente por colaboradores que han sido complementados. Todos debemos tener complemento, no solamente con una sola persona, sino con varias. La comisión de Dios es llevada a cabo por medio de este complemento.

C. Aarón se convierte en el portavoz de Moisés y Moisés llega a ser Dios para él

  Muchos se imaginan que si son complementados por otros, perderán su posición. Por esta razón, no quieren que otros hagan el mismo trabajo que ellos. Mire nuevamente el caso de Moisés y Aarón. Aarón no hizo que Moisés perdiera su posición. Nada de lo que hizo Aarón pudo reemplazar a Moisés en su posición como el que había sido llamado por Dios. En 4:16, Dios dijo a Moisés acerca de Aarón: “Y él hablará por ti al pueblo, él te será a ti en lugar de boca, y tu serás para él en lugar de Dios”. Este versículo indica que Moisés no necesitaba preocuparse por ser reemplazado. Lo mismo pasa con los llamados por Dios hoy en día. Su posición como llamado pertenece al Señor y nadie se la puede quitar.

  Según el relato, Aarón pudo haber sido más capaz que Moisés en el asunto de hablar; Aarón quizá era más elocuente que Moisés. No obstante, Aarón no debía tomar eso como razón para ser orgulloso. El solamente podía hacer ciertas cosas, pues Dios no le dio una posición. De hecho, el versículo 16 afirma que Moisés había de ser como Dios para Aarón. Con el complemento de Moisés y de Aarón, todos podemos aprender la importancia de saber donde estamos. El lugar que ocupamos en una relación de complemento depende totalmente del arreglo del Señor. El Señor llamó a Moisés y El preparó a Aarón para que lo complementara. No había ningún lugar para maniobras humanas. Todo estaba conforme a la economía divina, al arreglo divino.

  He estado involucrado en relaciones de complemento durante casi cincuenta años. He aprendido que esta relación no es fácil de sobrellevar por mucho tiempo. Por eso, debemos recibir gracia del Señor. Ahora parece ser el tiempo adecuado para liberar esta palabra acerca del complemento. Yo espero que todos los que están en las iglesias locales entiendan perfectamente la necesidad de tener un complemento apropiado para que haya entre nosotros complementos permanentes y constantes.

II. EL CORTE DADO POR SEFORA

A. Para completar la circuncisión en la familia de Moisés

  Llegamos ahora al relato de Moisés y Séfora (4:24-26). El versículo 24 dice: “Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro y quiso matarlo”. En El versículo 23, parecía que el llamado de Moisés era completo. Por tanto, Moisés tomó a su esposa y a sus dos hijos y empezó a caminar desde el país de Midian a Egipto. Pero mientras estaban en una posada, el Señor salió al encuentro de Moisés y quiso matarlo. Moisés debió haberse sorprendido y Séfora debió haberse atemorizado. Séfora quizá haya preguntado a Moisés por qué Dios quien lo había llamado y enviado, ahora quería matarlo. Ella debe haberse preguntado qué pasaba. Creo que Moisés se dio cuenta inmediatamente del problema: su hijo menor no había sido circuncidado. Como esposa gentil, Séfora quizá no estuvo muy contenta cuando Moisés circuncidó al primer hijo, y esa pudo haber sido la causa por la cual se opuso a la circuncisión de su segundo hijo. Debido a la debilidad y el descuido de Moisés, además de la oposición de Séfora, el requisito del Señor no se había cumplido; por tanto, el Señor quiso matar a Moisés. No le resultó fácil a Séfora, una mujer gentil, aceptar este requisito. Séfora fue obligada a aceptar, aunque no estaba contenta al respecto.

B. Con un pedernal afilado

  El versículo 25 dice: “Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: a la verdad tú me eres un esposo de sangre”. Al cortar el prepucio de su hijo, Séfora no usó un cuchillo, sino un pedernal afilado, una piedra, un instrumento cortante poco usual. Quizá ella usó este instrumento porque la circuncisión se llevó a cabo en un estado de urgencia. El uso de un pedernal afilado también parece indicar que la circuncisión fue llevada a cabo en un ambiente desagradable. Eso también queda indicado por el hecho de que Séfora echó el prepucio a los pies de Moisés y dijo: “tú me eres un esposo de sangre”. El ambiente no era agradable, pero Dios dejó que Moisés se fuese después de la circuncisión. Si el ambiente hubiera sido agradable, no cabe duda de que Séfora habría expresado su arrepentimiento y habría tenido comunión con Moisés. Ella habría pedido a Moisés que hiciera la circuncisión con un cuchillo para hacer el corte apropiado. Entonces el corte no habría sido tan doloroso. No obstante, en nuestra experiencia sólo el Señor usa un cuchillo adecuado para llevar a cabo la obra de cortar. Aquí el corte es representado por la vida femenina, porque el corte es subjetivo. Pero todos nosotros, mayores o jóvenes, hermanos y hermanas, somos los que hacemos el corte. En la vida de iglesia, o cortamos o somos cortados. En casi todos los casos, este corte es hecho con instrumentos crudos y rudimentarios.

C. Llamó a Moisés “esposo de sangre”

  Durante muchos años me inquietó esta porción de la Palabra. Después de ganar cierta experiencia comencé a entenderla. Mediante la experiencia, me di cuenta de que los que han sido llamados no solo necesitan la ayuda masculina, la ayuda de Aarón, sino también la ayuda femenina, la ayuda de Séfora. La ayuda masculina es el complemento, pero la ayuda femenina es el corte. Todo aquel que es llamado por Dios necesita tanto la ayuda masculina como la ayuda femenina, tanto el complemento como el corte.

  Como todo hermano casado se da cuenta, las esposas son muy propensas a cortar. Hay momentos en que aún las esposas cristianas son “gentiles” con sus esposos. Si el marido no ama al Señor ni desea obedecer al Señor, la esposa quizá no sea una “gentil”. Pero en cuanto él empieza a amar al Señor, a seguir el camino del Señor, y a vivir por el Señor, la esposa queda expuesta como “gentil”, como “pagana”. Esto significa que una esposa que ha sido cristiana durante años de repente puede comportarse como alguien que no es separado para Dios y que no vive para Dios. Muchos cristianos contemporáneos siguen siendo paganos en su diario vivir: no aman al Señor, no son separados para el Señor, y no toman el camino del Señor. Son cristianos en el hecho de que han sido regenerados y han recibido la vida divina, pero no son cristianos en su diario andar.

  Cuando cierto hermano está en el mundo, sin preocuparse por los intereses del Señor, su esposa quizá no le cause ningún problema en cuanto al Señor. Pero en cuanto él empiece a vivir para el Señor, su esposa se comporta como una Séfora pagana, una mujer que no está totalmente separada para el Señor. Hasta cierto punto, su esposa lo apoyará, así como Séfora apoyó a Moisés. Pero en su situación, hay algo que no está circuncidado, algo que es común, impuro y que no ha sido separado, santificado, para el Señor. Si el Señor no interviene en la situación de este hermano, la naturaleza gentil de la esposa quizá no quede expuesta. Pero en cuanto el Señor interviene, quizá mientras el hermano está a punto de cumplir la comisión de Dios, la actitud de la esposa hacia la circuncisión de la carne sea expuesta. Obligada a aceptar el corte del prepucio, la esposa lo lleva a cabo, pero no lo hace con una actitud positiva ni agradable. Por tener que aceptar la separación de su marido al Señor, ella lo considera como “un esposo de sangre”.

  Ser un “esposo de sangre” significa ser una persona bajo la muerte. A los ojos de Séfora, la circuncisión significaba que su marido Moisés estaba bajo sentencia de muerte. Si nosotros los hermanos somos absolutos con el Señor, también llegaremos a ser un “marido de sangre” a los ojos de nuestras esposas.

  Observe cuidadosamente el cuadro de Moisés y Séfora en Exodo 4. Mientras ellos estaban cumpliendo la comisión de Dios, Séfora aceptaba de algún modo lo que Moisés estaba haciendo. No obstante, Moisés era más absoluto para el Señor que Séfora. El estaba dispuesto a que su hijo fuese circuncidado, pero Séfora no. No vemos ninguna indicación de que Moisés y Séfora estuviesen peleando sobre el asunto de la circuncisión, pero entre ellos había algo que no fluía. Debería ser una circuncisión, pero Séfora se oponía a ella. Ella no estaba de acuerdo con el hecho de cortar la carne como señal de separación para Dios. Pero el usar a alguien que todavía vivía en la carne o en la vida natural iba en contra del principio divino. La carne y la vida natural deben ser cortadas. Dios sólo puede usar a alguien que ha sido separado para El.

  El asunto de la circuncisión incluye un principio crucial en la economía de Dios. Sin la circuncisión, es imposible participar en el pacto que Dios hizo con Abraham acerca de la herencia de la buena tierra. Además, una persona incircuncisa no puede tener parte en el ministerio de Dios. El que Dios viniera para matar a Moisés significa que una situación incircuncisa podría acabar con el al servir a Dios. Pero el significado de la circuncisión consiste en ser introducido en Su ministerio.

  Por consiguiente, mientras Moisés trataba de llevar a cabo la comisión de Dios, Dios no podía tolerar el descuido de Moisés en el asunto de la circuncisión. Por tanto, El vino a disciplinar a Moisés. Indudablemente Moisés fue débil al ceder, al menos un poco, a la oposición de su esposa de no circuncidar a su hijo. Debido a que esta debilidad ofendía al Señor, El quiso matar a Moisés. Cuando el Señor salió al encuentro de Moisés, toda la situación salió a la luz. Moisés sabía que estaba equivocado, y Séfora se dio cuenta de cual era su responsabilidad. Puesto que la responsabilidad descansaba principalmente sobre ella por su oposición a la circuncisión, ella fue obligada a tomar acción. Ella cortó el prepucio con un instrumento poco común, un pedernal afilado. Pero debemos señalar que Séfora hizo el corte en amor. Ella amaba a Moisés y quería salvar su vida.

  Al aplicar este incidente de forma espiritual, vemos que a menudo las esposas cortan a sus esposos de una manera poco común. Si las hermanas llevan este asunto al Señor en oración, El les mostrará las maneras poco usuales en que ellas cortan a sus maridos. No obstante, no son siempre las esposas las que cortan. El apóstol Pablo nunca estuvo casado, pero ciertamente fue cortado por otros.

  La ayuda de Aarón, su compañero, era algo objetivo, mientras que la ayuda de Séfora, el corte, era subjetivio. A veces el Señor nos coloca en un ambiente donde somos cortados por otros, quizá por nuestros queridos hermanos en el Señor. En esos tiempos, estos hermanos no nos complementan sino que nos cortan. Quizá no luchen en contra de nosotros, pero aún cuando aparentemente están de acuerdo con nosotros, funcionan como personas que cortan. Todos debemos estar listos para recibir este corte.

  Dios ha preparado no solamente a un Aarón para nosotros, sino que en Su soberanía, también ha preparado una Séfora. Nosotros no necesitamos escogerlo. Dios tiene los Aarones y las Séforas listos y esperando. Particularmente en la vida de iglesia hoy en día existen las personas que nos complementan y las que nos cortan. Manejar a los complementos es algo difícil, pero manejar a los que cortan es aún más difícil porque nos hacen un “marido de sangre”.

  Después del complemento con Aarón y del corte de Séfora, el llamado de Moisés estaba completo. El estaba listo para ir a Egipto y llevar a cabo la comisión de Dios. Le damos gracias al Señor por el cuadro completo del llamado de Dios. Si llevamos esta palabra al Señor, El nos iluminará. Entonces diremos: “Señor, cuanto te agradezco que conmigo estén algunos Aarones y algunas Séforas. Te alabo Señor por el complemento y por el corte”.

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