Mensaje 91
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Lectura bíblica: Éx. 25:23-30; Lv. 24:5-9
Esta es la continuación del mensaje anterior acerca de la mesa para el pan de la presencia.
La mesa para el pan de la presencia estaba hecha de madera de acacia (25:23). Aquí la madera de acacia denota que la humanidad de Cristo es el elemento básico que constituye nuestro disfrute. Es significativo que tanto el arca del testimonio como la mesa estaban hechas de madera de acacia, que representa a la humanidad de Cristo.
Exodo 25:24 dice: “Y la cubrirás de oro puro”. El hecho de que la mesa estuviera cubierta de oro indica la expresión de Dios, la divinidad de Cristo. Por dentro, se halla la humanidad de Cristo, el elemento básico que disfrutamos y por fuera está Su divinidad como expresión de Dios. Si disfrutamos a Cristo, expresaremos a Dios. Esto significa que cuando disfrutamos al Señor Jesús como la provisión para servr a Dios, el resultado es oro, o sea, la divinidad de Cristo como la expresión de Dios. Esto es muy significativo, y confío en que el Espíritu nos revelará más acerca de esto. Basándonos en nuestra experiencia espiritual sabemos que cuanto más disfrutamos a Cristo como elemento básico de nuestro disfrute, más expresamos a Dios. Este es el significado de que la mesa esté cubierta de oro.
El versículo 24 también dice: “Y le harás una cornisa de oro alrededor”. La cornisa de oro que rodea la mesa denota que la gloria expresada por la divinidad de Cristo llega a ser el poder que mantiene y la fuerza que sostiene. Anteriormente vimos esto relacionado con la cornisa de oro que estaba alrededor del arca del testimonio. Tanto en el arca como en la mesa, el significado de la cornisa de oro es el mismo.
Según el versículo 23, la mesa tenía dos codos de largo y uno de ancho. Aquí tenemos dos unidades de medida, cada una de un codo cuadrado, o de dos codos cuadrados. En la Biblia el número uno representa una unidad completa, una unidad simple. Además, la forma cuadrada indica que algo es perfecto, sin deformación ni defecto. Por tanto, los dos codos cuadrados denotan el suministro de vida completo y perfecto de Cristo que produce un testimonio.
El disfrute que tenemos de Cristo es perfecto, pues está representado por un cuadrado. No tiene deformación ni defecto. Este disfrute nos constituye un testimonio. Este disfrute elevado al cuadrado da como resultado un testimonio. No existen palabras adecuadas para explicar esto. Sin embargo, si consideramos el cuadro de la mesa, obtendremos el entendimiento apropiado de esto.
En el versículo 23 vemos que la mesa para el pan de la presencia medía un codo y medio de altura. Esto denota que el nivel aquí es igual al del arca del testimonio. Cristo nos nutre como sacerdotes servidores y esto está al mismo nivel del testimonio de Dios. Si el disfrute que tenemos de Cristo no concuerda con el testimonio de Dios representado por la altura del arca, entonces tal disfrute no es perfecto. Es en cierta medida defectuoso y por debajo del nivel.
En la actualidad los cristianos leen la Biblia y la estudian. Ahora bien, ¿corresponde el nivel de su disfrute con el nivel del testimonio de Dios? En la inmensa mayoría de los casos no llega al nivel de Dios. Algunos grupos cristianos usan música mundana junto con el estudio de la Biblia. El uso de tal música baja inmensamente el nivel. Por un lado, estos cristianos tienen la Biblia; por otro, tienen cosas que bajan el nivel.
Al examinar el cuadro del arca del testimonio y de la mesa para el pan de la presencia, vemos que la altura del arca y de la mesa es la misma: un codo y medio, lo cual indica que el arca y la mesa están al mismo nivel. Esto demuestra que el disfrute que tenemos de Cristo debe estar al nivel del testimonio de Dios. El disfrute que hallamos en la Palabra debe ser muy elevado. No se debe dar lugar a ninguna estratagema humana que baje el nivel.
Exodo 25:25 dice: “Le harás también una moldura alrededor, de un palmo menor de anchura, y harás a la moldura una cornisa de oro alrededor”. De acuerdo con nuestro entendimiento, la palabra hebrea usada aquí denota una moldura, aunque no en el sentido ordinario. Según los versículos 26 y 27, se pondrían cuatro anillos de oro en las cuatro esquinas que correspondían a las cuatro patas. Además, los anillos estarían “debajo de la moldura, para lugares de las varas para llevar la mesa”. En hebreo la palabra traducida debajo también denota al lado. El hecho de que los anillos estaban debajo de la moldura significa que estaban al lado de ella. Esto indica que los anillos estaban en las cuatro esquinas que correspondían a las cuatro patas de la mesa, seguramente la moldura estaba debajo de la cubierta de la mesa. Algunas traducciones usan la palabra borde en lugar de moldura.
Al examinar la mesa y su borde o su moldura, vemos que el propósito de la moldura era conectar las patas y reforzarlas. De esta manera la moldura ayudaba a estabilizar la mesa.
El borde o la moldura era de un palmo menor de anchura. Aquí un palmo menor significa la fuerza que conecta y refuerza. Nótese que el versículo 25 no dice que la moldura era de un palmo menor de alto. Esto puede indicar que la moldura era de un palmo menor cuadrado, de un palmo menor tanto de ancho como de alto. Tal moldura era seguramente un soporte fuerte para la mesa.
El versículo 25 dice que tenía alrededor de su moldura una cornisa de oro. Tal como había una cornisa o corona, sobre la superficie de la mesa (v. 24), así también había una cornisa de oro sobre la moldura. Como mencionamos, esta cornisa era un apoyo y un soporte.
No es suficiente usar sólo nuestra mente para tratar de entender el significado de la moldura que rodea las patas de la mesa. Debemos examinar esto a la luz de la experiencia cristiana. Por nuestra experiencia con el Señor sabemos que cuando obtenemos a Cristo como nuestro alimento, El llega a ser para nosotros una mesa que tiene la capacidad de conectarnos y fortalecernos. Esto significa que al disfrutar de Cristo como un festín somos fortalecidos, levantados y sustentados. Cada aspecto de la moldura está relacionado con nuestra experiencia. El tamaño, la forma y el material tienen mucho significado cuando se observan desde el punto de vista de la experiencia .
Los versículos 26 y 27 dicen: “Y le harás cuatro anillos de oro, los cuales pondrás en las cuatro esquinas que corresponden a sus cuatro patas. Los anillos estarán debajo de la moldura, para lugares de las varas para llevar la mesa”.
Aquí sencillamente basta repasar lo que dijimos acerca de los cuatro anillos de oro moldeados para el arca. Estos anillos no representan a la divinidad de Cristo, sino al Espíritu de Cristo como el factor y el poder que unen. En tipología, un anillo de oro representa al Espíritu. Cuando Rebeca se comprometió con Isaac, recibió unos anillos de oro. Estos representan al Espíritu mencionado en Efesios 1:13. Además, cuando el hijo pródigo regresó a casa, el padre no sólo le dio un vestido, el cual representa a Cristo como la justicia que lo cubre, sino también un anillo de oro, que representa el don inicial, el Espíritu que sella (Lc. 15:22). El Espíritu representado por un anillo de oro es un lazo que une. Efesios 4:3 habla de mantener la unidad del Espíritu. Esta unidad del Espíritu es el anillo, el lazo con capacidad de unir.
Si Cristo fuese solamente el Señor que está en el cielo objetivamente y no fuese el Espíritu dador de vida que mora en nosotros subjetivamente, no podríamos como creyentes estar unidos, ya que no tendríamos los anillos de oro. A fin de obtener la unidad y mantenerla, necesitamos los anillos de oro en nuestra experiencia, esto es, el Espíritu como el factor y el poder que unen.
Los cuatro anillos de oro estaban puestos sobre las cuatro patas de la mesa para que se pudiera transportar. Sin los anillos no podría ser llevada. Esta mesa, que representa a Cristo como nuestro festín, no es estática; es una mesa que se mueve y nos sigue constantemente. Conforme a 1 Corintios 10:4, los hijos de Israel “bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”. Igual que Cristo seguía a los hijos de Israel como una roca espiritual, El nos sigue como la mesa para nuestro festín. El arca del testimonio podía ser transportada, lo mismo que la mesa para el pan de la presencia.
En el versículo 27 vemos que los anillos estaban debajo de la moldura, y a través de ellos se metían las varas para cargar la mesa. Esto significa que tanto la unión como el movimiento dependen del enlace y del refuerzo. Ya vimos que la moldura enlazaba y reforzaba y que los anillos unían y servían para el transporte. Los anillos estaban debajo de la moldura, lo cual indica que la unión y el movimiento dependen del enlace y del refuerzo. Si entre nosotros no existe el enlace ni el refuerzo, no puede existir ninguna unión ni movimiento. Si estamos separados, no tendremos el refuerzo. Entonces será imposible tener el enlace y el movimiento. Pero, cuando tenemos el enlace y el refuerzo, tenemos la unión y el movimiento. ¡Cuán significativo es que los anillos de oro estuvieran colocados por debajo para enlazar y reforzar las molduras!
El versículo 28 habla de las varas: “Harás las varas de madera de acacia, y las cubrirás de oro, y con ellas será llevada la mesa”. Reiteramos que la madera de acacia representa la humanidad de Cristo. Estas varas, hechas de madera de acacia, indican que la humanidad de Cristo es la fuerza necesaria para el movimiento. El hecho de que estas varas estuvieran cubiertas de oro denota que la divinidad de Cristo es la expresión del movimiento de la mesa. La madera de acacia es la fuerza, y el oro es la expresión de Dios en Su mover. Además, las varas hechas de madera de acacia y cubiertas de oro denotan que el mover de Cristo como nuestro suministro de vida se lleva a cabo por medio de Sus dos naturalezas mezcladas en una sola.
El versículo 29 dice: “Harás también sus platos, sus cucharas, sus cubiertas y sus tazones, con que se libará; de oro fino los harás”. Los platos tenían como fin exhibir el pan. Cuando uno sirve una comida, la pone en platos. Según este principio, los platos se usaban para exhibir el pan.
Las cucharas contenían olíbano. El olíbano, que representa la resurrección de Cristo, era vertido sobre el pan de la presencia que se exhibía sobre la mesa. Las cucharas se usaban para contener el olíbano líquido. Las cubiertas y los tazones se usaban para vertir la libación.
Todos estos utensilios estaban hechos de oro puro. Esto significa que la naturaleza divina de Cristo es el medio por el cual participamos de El como nuestro suministro de vida y nuestra ofrenda a Dios.
Si examinamos nuestra experiencia como cristianos, sabremos que esta interpretación de los detalles relacionados con la mesa es muy válida. ¡Alabado sea el Señor por ser el arca de Dios y nuestra mesa! El es la corporificación del testimonio de Dios y el festín que nosotros disfrutamos. Como el arca, la ley está dentro de El y los querubines están sobre El. Como la mesa, el pan de la presencia es exhibido sobre El. Si permanecemos en el tabernáculo sirviendo a Dios, disfrutaremos a Cristo como tal porción.
Exodo 25:30 dice: “Y pondrás sobre la mesa el pan de la presencia delante de mí continuamente”. (heb.) Algunas versiones utilizan la palabra pan de la proposición en lugar del pan de la presencia. En el Antiguo Testamento el pan que se ponía sobre la mesa dentro del Lugar Santo tenía dos nombres: el primero, que se encuentra aquí en Exodo, es el pan de la presencia; el segundo, que se encuentra en 1 Crónicas 9:32, es el pan de la proposición puesto por orden. Cuando el pan era acomodado de cierta manera, había una proposición, un despliegue, del pan. No obstante, con el término proposición no tenemos la idea de que el pan estuviera relacionado con la presencia de Dios. Este pan no es sólo para una proposición, despliegue u orden, también es el pan de la presencia.
El pan de la presencia es una expresión extraña indudablemente. En el idioma común no tenemos tal término, ya que no es parte de nuestra cultura. La gente normalmente no habla acerca de la comida de la presencia de Dios. Pero este es precisamente el significado de la expresión el pan de la presencia, denota el alimento de la presencia de Dios. De hecho, la palabra hebrea significa rostro. Por tanto, el versículo 30 habla del pan de la presencia o del pan del rostro. Cuando usted tiene este pan, tiene la presencia de Dios, el rostro de Dios. Además, cuando usted come de este pan, come de la presencia de Dios, del rostro de Dios. Por tanto, este pan no es meramente una demostración o un despliegue.
Dijimos que la mesa del pan de la presencia no estaba lejos del arca del testimonio. Entonces esta mesa estaba ante Dios, ante Su presencia.
Tal vez podamos explicar el significado del pan de la presencia haciendo referencia al placer que siente una madre al preparar el plato favorito de su hijo. Aunque una madre pueda tener setenta años y su hijo cincuenta, ella lo ama y le gusta cocinar para él. Supongamos que el hijo de ella viene a visitarla después de muchos años de ausencia. La anciana madre puede que le prepare una comida que a él le gustaba mucho cuando era joven. Ella recuerda que a su hijo amado le gustaba mucho ese plato en particular. Así que, ella le prepara la comida y se la sirve. Mientras él está comiendo, ella lo observa. El disfruta esta comida en presencia de su madre. Por tanto esta comida es la comida de la presencia de su madre, del rostro de su madre. En cierto sentido, esta comida es la presencia de su madre. Al comer este alimento, él ingiere la presencia de su madre. Cuando come el alimento frente a su madre, llega a ser la comida de la presencia de su madre. De igual manera, el pan de la mesa que estaba en el Lugar Santo es el pan de la presencia de Dios.
Este pan es muy diferente al maná. El maná podía ser recogido y comido lejos del rostro de Dios. Ya mencionamos que sin importar donde se encuentren los cristianos pueden obtener el maná sin tener la presencia de Dios. Si consideramos nuestra experiencia pasada como creyentes, podemos confirmar esto. ¿Acaso usted no experimentó el maná hace años, antes de venir a la vida de iglesia en el recobro del Señor? Sin embargo, ¿disfrutaba de la presencia de Dios en ese entonces? Ahora en medio de los santos edificados tenemos una porción de Cristo con la presencia de Dios. Aunque las palabras no explican esto como es debido, si lo experimentamos, lo podremos entender. ¡Alabado sea el Señor por el pan de la presencia divina, el pan del rostro de Dios! En la vida de iglesia tenemos un banquete ante el rostro de Dios.
El pan de la presencia, el pan del rostro, representa a Cristo como el alimento para los sacerdotes de Dios. Ellos debían disfrutar esta comida en la presencia de Dios y los conducía a ella. Por experiencia sabemos que cuando disfrutamos a Cristo como porción, este deleite nos lleva a la presencia de Dios. De hecho disfrutamos a Cristo como nuestro suministro de vida en la presencia de Dios.
Según Levítico 24:9 el pan de la presencia era el holocausto más santo de los que se ofrecía a Jehová. Representa el excedente de la experiencia de los creyentes y el disfrute de Cristo que ofrecen a Dios para Su satisfacción. Esto significa que el pan de la presencia era la comida que el pueblo le ofrecía a Dios. No obstante, Dios ordenaba que se reservaran unos panes y que se llevaran al lugar santo, para ser ordenados y exhibidos sobre la mesa. Los sacerdotes que servían en el Lugar Santo comían este pan.
La importancia de este asunto es que los creyentes deben experimentar a Cristo y disfrutarlo diariamente. Ellos deben traer al Cristo que han experimentado y disfrutado, y deben ofrecerlo a Dios para Su satisfacción. Dios reservará una parte de esta comida para los sacerdotes. Supongamos que nadie tiene esta experiencia y que nadie hace tal ofrenda a Dios. Dios no tendría comida y no estaría satisfecho. Además, nada podría ser reservado como el suministro semanal para los sacerdotes. Si en la iglesia en su localidad nadie experimenta ni disfruta a Cristo a este grado, no habrá nada de Cristo que ofrecer a Dios. Como resultado, no estará el pan de la presencia, y los servidores no tendrán el suministro semanal.
Hoy nosotros somos tanto los creyentes como los servidores, tanto el pueblo de Dios como Sus sacerdotes. Por tal razón, animamos a todos los santos a que experimenten y disfruten a Cristo diariamente. Entonces tendrán una porción del Cristo que experimentaron para traerla a las reuniones y ofrecerla a Dios para Su satisfacción. En realidad, esta ofrenda es la comida de Dios. Dios reservará esta porción de la comida para los sacerdotes que le sirven. Ellos entonces exhibirán esta porción en la presencia de Dios y participarán de ella como su suministro semanal.
El pan de la presencia estaba sobre la mesa que estaba en el Lugar Santo del tabernáculo. Esto significa que Cristo como la comida de los sacerdotes de Dios servía como un festín corporativo que se tiene dentro de la morada de Dios.
En las reuniones de la iglesia tenemos un disfrute especial de Cristo. Aquellos que permanecen alejados de las reuniones, aunque pueden disfrutar a Cristo en otros aspectos, no tienen este disfrute. Cuando estamos en el tabernáculo, en medio de los santos edificados, disfrutamos del Cristo que está sobre la mesa dentro de la morada de Dios.
El pan de la presencia que está sobre la mesa representa un festín corporativo. En la Biblia una mesa nunca representa un festín individual, sino un banquete corporativo. En la vida de iglesia festejamos corporativamente. Sin duda podemos tener cierto disfrute de Cristo cuando estamos solos. Pero éste no se compara con disfrutarle corporativamente dentro de la morada de Dios. ¡Cuán rico es el disfrute que tenemos del pan que está sobre la mesa dentro del tabernáculo!
El pan de la presencia debía comerse en el Lugar Santo. Esto significa que se come y se disfruta dentro de la morada de Dios, la iglesia. No es posible tener esta mesa fuera de la vida de iglesia. Esta mesa sólo se encuentra dentro del tabernáculo, en la morada de Dios.
El pan exhibido sobre la mesa representa al suministro de vida. El arca con los querubines representa a la gloria de Dios, pero la mesa con el pan de la presencia representa el alimento. En la vida de iglesia debemos tener el testimonio junto con el alimento. Debemos tener el arca de Dios como su testimonio y la mesa con el pan de la presencia como el alimento para los sacerdotes.
Ya mencionamos que tanto el arca como la mesa estaban hechos de madera de acacia cubierta de oro, que ambos tenían la misma altura, que ambos tenían anillos de oro en las patas y que ambos eran cargados por las varas de madera de acacia cubierta de oro. Estas semejanzas indican que la mesa viene de la experiencia que uno tiene del arca. El arca siempre produce la mesa, y no al contrario. Por último, es difícil decir qué experimentamos primero. El resultado del arca es la mesa. Sin embargo, cuanto más experimentamos la mesa, más tenemos el arca, ya que la mesa siempre nos conduce al arca. Por tanto, el arca da como resultado la mesa, y la mesa nos regresa al arca. Esto significa que Cristo como corporificación del testimonio de Dios nos trae el disfrute de El, y que este disfrute siempre nos regresa a El como testimonio de Dios.