Mensaje 99
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Lectura bíblica: Éx. 26:31-35; 36:35-36; 40:3, 21
Es difícil entender la necesidad de un velo en el tabernáculo. Al estudiar el tabernáculo como un todo, puede que nos confunda el hecho de que hubiese un velo que separaba al Lugar Santo y al Lugar Santísimo. El tabernáculo era una tienda que medía treinta codos de largo, diez de ancho y diez de alto. El velo dividía el Lugar Santísimo del Lugar Santo. Este velo era una cortina azul, púrpura, carmesí de lino fino torcido. Era la obra de un obrero adiestrado y tenía unos querubines. El color y el diseño eran exactamente iguales al techo del tabernáculo, o sea, la primera capa de la cubierta. Siempre que un sacerdote entraba al tabernáculo, inmediatamente se daba cuenta de que el techo y el velo eran iguales.
El Lugar Santísimo formaba un cubo que medía diez codos en cada lado. El Lugar Santo tenía veinte codos de largo y diez de ancho y alto. El término Lugar Santísimo es una expresión hebrea que significa el lugar más santo de todos. Lo crucial aquí es ¿por qué había una separación entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo? ¿Con qué propósito se dividía la tienda en dos cuartos? Siempre hay un propósito cuando se construye una casa con cuartos o se levanta una división. Los diferentes cuartos en una casa tienen un propósito, y cada uno contiene los muebles apropiados. Por ejemplo, los muebles en el cuarto son muy diferentes a los muebles en la sala. El Lugar Santísimo tenía un solo mueble: el arca. En el Lugar Santo estaba la mesa de los panes de la presencia, el candelero y el altar de incienso. Cuando un sacerdote entraba en el Lugar Santo, primero iba a la mesa para obtener el alimento. Después de ser alimentado, iba al candelero para despabilarlo y añadía el aceite para que alumbrara brillantemente. Luego de esto, iba al altar del incienso. Veremos más adelante en otro mensaje que tanto el altar del incienso como el incienso que se ofrecía en este altar eran tipos de Cristo. Por medio de Cristo, representado por el incienso, como la dulce fragancia para Dios podemos entrar al Lugar Santísimo, donde Dios permanece, se reúne con nosotros y tiene comunión con nosotros. Tenemos comunión con Dios en el Lugar Santísimo, donde está Su gloria shekinah. Aunque ya sabemos lo que había en el Lugar Santo, nos falta ver por qué había un velo, una cortina, que separaba el arca del testimonio en el Lugar Santísimo de la mesa y el candelero en el Lugar Santo. Todavía debemos descifrar por qué el tabernáculo se dividía en dos secciones.
Según Hebreos 10:20, el velo simboliza la carne de Cristo. Cuando el Señor Jesús murió en la cruz, el velo en el templo se rasgó de arriba a abajo. Esto significa que a través de la muerte el velo de la carne de Cristo fue rasgado. Es difícil entender por qué el velo en el tabernáculo estaba sobre cuatro columnas. Las columnas son diferentes a las tablas. Ya vimos que al norte, al oeste y al sur del tabernáculo había un total de cuarenta y ocho tablas. Al este, en lugar de tablas, había una cortina llamada el primer velo. Por tanto, al velo en el tabernáculo se le puede llamar el segundo velo. El primer velo estaba sobre cinco columnas y el segundo velo sobre cuatro columnas.
Las cuarenta y ocho tablas del tabernáculo no son tipos de Cristo. Lo más que podemos decir es que son tipos del agrandamiento de Cristo o tipos del Cristo agrandado. No podemos decir que las tablas son tipos de Cristo directamente ya que estas tablas son un tipo de los creyentes quienes son el agrandamiento de Cristo. Así tampoco, las cuatro columnas sobre las cuales estaba el segundo velo son tipos de Cristo. Aunque la forma de las columnas es diferente a la de las tablas, estaban hechas de los mismos materiales: madera de acacia cubierta de oro. Además, estaban de pie sobre una base de plata. Debajo de cada una de las tablas había dos basas de plata en las cuales se colocaban firmemente dos espigas. Había un total de noventa y seis basas, dos para cada tabla. Cada una de las cuatro columnas se colocaba en una basa de plata. Por lo tanto, había un total de cien basas en el tabernáculo.
El hecho de que las basas de plata sostuvieran las columnas comprueba que éstas tipifican a los creyentes y no a Cristo. Cristo no necesita que la redención sea Su soporte. Sin embargo, los creyentes necesitan un soporte firme, y este soporte es la redención de Cristo tipificada por las basas de plata. Tanto las tablas como las columnas representan a los creyentes que están firmes sobre la redención de Cristo.
Ya que las tablas y las columnas tipifican a los creyentes, podemos preguntarnos cual es la diferencia entre las columnas y las tablas. Las columnas tipifican a los creyentes extraordinarios, no a todos. Las cuarenta y ocho tablas simbolizan a los creyentes. Según Gálatas 2:9, Pedro, Juan y Jacobo eran columnas. Estos discípulos extraordinarios del Señor Jesús eran columnas en la iglesia. En Apocalipsis 3:12 el Señor dice que los vencedores serán columnas en el templo de Dios.
En todas las iglesias locales deben haber algunas columnas. En la casa de Dios no sólo se necesitan las tablas sino también las columnas. En el tabernáculo las columnas eran una duodécima parte del número de las tablas. Espero que todos los ancianos en las iglesias sean columnas.
Ahora se nos presentan dos preguntas difíciles: ¿Por qué el velo es un tipo de Cristo y estaba colocado sobre las columnas que son un tipo de los creyentes extraordinarios? Según el cuadro presentado cuando Cristo se hizo carne, El fue colocado sobre los creyentes. Pero, ¿por qué estaba Cristo sobre los creyentes? Ahora tenemos dos preguntas difíciles que responder, una relacionada con la separación en el tabernáculo y la otra con la razón por la cual Cristo estaba sobre los creyentes.
En Exodo 26:31 dice: “También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra primorosa, con querubines”. Dijimos que el velo era igual a la primera capa de la cubierta del tabernáculo. Esto significa que la separación se iguala al techo, en el material, color, obra y bordado. El azul representa lo celestial (1 Co. 15:47-48), púrpura representa a la realeza (Jn. 19:19-20), carmesí representa el derramamiento de la sangre para la redención (He. 9:22; 1 P. 1:18-19), el lino torcido representa el vivir fino de Cristo manifestado a través de los sufrimientos y tratos y los querubines bordados representan la obra del Espíritu sobre Cristo para que la gloria de Dios se manifestara en la criatura. Cuando Cristo estaba en la tierra, El tuvo un vivir humano muy fino. Este vivir era manifestado por medio de los sufrimientos y los tratos.
Luego Exodo 26:32 dice: “Y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata”. El número cuatro en la Biblia representa a las criaturas. Las cuatro columnas sobre las cuatro basas de plata representan a las criaturas redimidas.
Vimos que estas columnas representan a los creyentes excepcionales, mientras que las tablas representan a los demás creyentes. ¿Qué prefiere usted, ser una tabla o una columna? La mayoría de los creyentes prefiere ser tablas. Ser una tabla en el tabernáculo es muy cómodo, sin embargo ser una columna es más difícil. Dondequiera que se coloca una tabla, ésta disfruta de comodidad. No obstante las columnas enfrentan contratiempos. Si usted desea ser una columna debe estar listo para enfrentar dificultades. Originalmente, las columnas eran como los otros creyentes, los cuales son tipificados por las tablas. Luego de ser disciplinados, oprimidos y moldeados, llegaron a ser columnas. Por tanto, cuesta más trabajo producir una columna que producir una tabla. Además, la mano de obra en las columnas es más detallada que en las tablas. Es más fácil cubrir una tabla con oro que cubrir una columna. Las columnas no solamente han sido redimidas sino que han sido disciplinadas. Estas han sufrido mucho y han pasado por muchas pruebas a fin de llegar a ser columnas. Por lo tanto, éstas representan a los creyentes que son fuertes para llevar el testimonio de la encarnación y la crucifixión de Cristo (Gá. 2:9; Ap. 3:12; 1 Ti. 3:15).
Las columnas llevan el testimonio de la encarnación y la crucifixión de Cristo. En primer lugar el velo nos muestra la encarnación de Cristo, o sea, que Cristo, el Verbo vivo, se hizo carne (Jn. 1:1, 14). Según Hebreos 10:20, esta carne es el velo. Finalmente, por medio de la crucifixión, este velo fue rasgado. Cuando el Señor Jesús murió en la cruz, el velo fue quebrado de arriba para abajo. Esto indica que fue rasgado por Dios. El velo, en tipología, representa la encarnación y crucifixión de Cristo. Estos son los aspectos principales de Cristo quien está en los creyentes que han sido redimidos y disciplinados.
El versículo 32 menciona que las columnas tenían capiteles de oro. Los capiteles de oro simbolizan la fuerza que sostiene y que conecta la naturaleza divina. Solamente la naturaleza divina puede conectar las columnas al Cristo encarnado y crucificado. Sólo por medio de la fuerza sostenedora de la naturaleza divina podemos llevar el testimonio de la encarnación y la crucifixión de Cristo.
Vimos que las columnas se encuentran sobre cuatro basas de plata. Estas basas indican la redención que Cristo llevó a cabo por las criaturas. Había un total de cien basas de plata en el tabernáculo, noventa y seis para las tablas y cuatro para las columnas. El número cien se compone de diez multiplicado por diez. El diez es el número que representa la perfección y la plenitud del hombre. Diez veces diez representa la realización cabal y completa de los requisitos de los Diez Mandamientos conforme a lo que Dios es. También vemos el número diez en el Lugar Santísimo, el cual era un cubo que medía diez codos. Según 38:27, la plata para la redención de la vida de los hijos de Israel era un poco más de cien talentos. Los hijos de Israel eran el pueblo redimido por Dios. Por esta razón, todos pagaban la misma cantidad de plata, la cual simboliza la redención de Dios. De la plata que se recogió, se usaron cien talentos para hacer las cien basas de plata para el tabernáculo. Sin duda alguna, esto significa que como las tablas para la edificación de la morada de Dios, Su pueblo redimido estaba firme en la redención sólida de Cristo.
Cada uno de los hijos de Israel pagaba medio siclo de plata. Ya que un siclo se compone de veinte geras, medio siclo son diez geras. Por lo tanto, tenemos otra vez el número diez, el cuál representa la plenitud del ser humano. Los mandamientos de Dios para el hombre también son diez. Estos representan una exigencia cabal y completa para el hombre. Debido a que el pueblo de Dios debe llevar la responsabilidad completa y cumplir cabalmente los requisitos de Dios, cada uno debía pagar diez geras. El total de todas estas geras era un poco más de cien talentos. Cada vez que se menciona el número diez, el cual representa una exigencia, un requisito, una responsabilidad y un cumplimiento cabal, está relacionado con Cristo y Su obra redentora. La redención efectuada por Cristo se encuentra en el número diez. El diez está compuesto de dos veces cinco, donde el cinco representa la responsabilidad y el dos al testimonio. Por tanto, dos veces cinco simboliza dos veces la responsabilidad para un testimonio. Esto es Cristo con Su obra redentora.
El velo cubría el arca del testimonio (Nm. 4:5). Los que entraban al Lugar Santo podían ver la mesa, el candelero y el altar del incienso. Sin embargo, no podían ver el arca del testimonio. El velo no sólo separaba al Lugar Santo y al Lugar Santísimo, sino también cubría el arca. Esto simboliza la separación entre Dios y el hombre (Gn. 3:24). Ahora podemos contestar la pregunta que planteamos al principio del mensaje: ¿Por qué se necesitaba un velo de separación en el tabernáculo? Porque el hombre caído natural está separado de Dios. Debido a que aún tenemos nuestra naturaleza caída, hay una separación entre nosotros y Dios. Los seres humanos caídos no pueden acercarse al arca en el Lugar Santísimo para contactar a Dios, conversar con El o tener comunión con El. Aunque Dios nos ama y desea tener comunión con nosotros, nuestra naturaleza caída no le permite hacerlo. Somos pecaminosos, pero El es recto. Nosotros somos injustos, pero El es justo. Un Dios recto y justo no se puede reunir con gente injusta y pecaminosa. Debe haber una separación entre El y ellos, dicha separación es representada por el velo que estaba en el tabernáculo
Este velo fue rasgado por la muerte del Señor (Mt. 27:51) para abrir un camino nuevo y viviente para contactar a Dios (He. 10:19-20). Debido a la caída, llegamos a ser pecaminosos en naturaleza. Por esta razón se necesitaba una separación entre el arca que estaba en la recámara interior del tabernáculo y la recámara exterior. Como resultado de la caída, el hombre llegó a ser carne. El término carne en la Biblia es principalmente negativo y denota al hombre caído. Nosotros caímos y llegamos a ser carne. Ahora esta carne es el velo que nos separa de Dios.
El arca no pertenece a la misma categoría de la mesa, el candelero y el altar de incienso. En éstos encontramos algo de Dios, pero no encontramos a Dios mismo. Dios mismo se encuentra en el arca que está en el Lugar Santísimo. Aunque las personas caídas pueden recibir el suministro de Dios y pueden ver Su luz, ellos no pueden contactarlos. Una cosa es recibir el suministro y la luz de Dios y otra es tener un contacto directo con El. Supongamos, por ejemplo, que un hijo ofende de alguna manera su padre. Aunque el padre todavía desea darle el suministro a su hijo, no podrá verlo hasta que la barrera, la separación que hay entre ellos es quitada. Puede que el padre diga: “El es mi hijo y quiero darle mis riquezas. Sin embargo, no puedo verlo hasta que la barrera sea quitada”. Esto nos da un ejemplo del hecho de que Dios no nos verá, no tendrá comunión con nosotros ni nos hablará cara a cara hasta que nuestra carne sea quebrantada. Dios nos ama, y El nos suministrará con Sus riquezas. No obstante, hasta que nuestra carne sea quebrantada El no nos hablará cara a cara desde el arca. Hay un velo que nos separa, este velo es la carne, nuestro ser caído.
El problema de la carne, nuestro ser caído, es diferente al problema de los pecados. Este es un asunto de nuestro ser, de nuestra persona. Nuestros pecados han sido perdonados, pero todavía somos un problema. Aún cuando nuestros pecados han sido lavados, todavía tenemos la carne y puede que ésta no haya sido quebrantada. La carne que no ha sido quebrantada constituye el velo.
Exodo 26:33 y 34 dicen: “Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo. Pondrás el propiciatorio sobre el arca del testimonio en el lugar santísimo”. Los corchetes bajo los cuáles estaba el velo pertenecen a la primera capa de la cubierta. Ya vimos que esta capa, hecha de diez piezas, cada una tenía cuatro codos de ancho, tenía cuarenta codos de largo. Cincuenta corchetes de oro conectaban las dos secciones principales de la cubierta; cada una medía veinte codos de largo. Veinte codos de esta capa cubrían el Lugar Santo, diez cubrían el Lugar Santísimo y diez codos colgaban de la parte de atrás. Sabemos que, debido a que la cortina, o sea, el velo, estaba bajo la linea formada por los cincuenta corchetes del techo, el Lugar Santísimo era un cubo que medía diez codos. Había diez codos de la primera capa que cubrían el área desde el velo hasta las tablas puestas en pie en la parte de atrás del tabernáculo. Por lo tanto, el Lugar Santísimo medía diez codos de largo, de ancho y de alto.
El hecho de que el Lugar Santísimo fuese un cubo que medía diez codos representa la plenitud de la plenitud. El Lugar Santo, que medía veinte codos por diez codos por diez codos, era el doble de largo que el Lugar Santísimo. Además, el velo era un cuadrado, diez codos por diez codos. Era completamente un cuadrado.
Ahora necesitamos estudiar más a fondo el significado del velo que estaba colocado sobre las cuatro columnas. Hemos dicho que estas columnas representan a los creyentes extraordinarios, aquellos que no sólo han sido redimidos sino también han sido disciplinados. El velo representa la carne de Cristo. Sabemos que el Cordero de la Pascua, el maná, el arca y la buena tierra tipifican a Cristo. ¿Qué clase de Cristo tipifica el velo? El cordero es el Cristo redentor, el maná es el Cristo que alimenta y el velo es el Cristo que fue crucificado en la carne por nosotros. Cristo en la carne representa la encarnación y la crucifixión. Cristo mismo fue rasgado y partido. Sin embargo, ahora las columnas, los creyentes extraordinarios, quienes fueron redimidos y disciplinados, deben llevar el testimonio de Cristo en el tabernáculo, o sea, la morada de Dios. Sólo podemos llegar a ser tales columnas cuando somos disciplinados. Por ende disciplinados significa tener la experiencia de la crucifixión, de rasgar nuestra carne. Los que son columnas, los creyentes extraordinarios, en la iglesia, la morada de Dios, deben llevar el testimonio de que su carne ha sido crucificada. Pedro, Juan, Pablo y todos los creyentes vencedores a través de las generaciones y los siglos han llevado tal testimonio. Ellos han sido columnas que testifican que su ser caído con su naturaleza caída, es decir, su persona y su carne, han sido rasgados. Aquí tenemos un concepto y un pensamiento muy profundos.
El tabernáculo es la morada de Dios. Pero dentro de ésta hay una separación. En una casa una separación puede ser algo positivo, pero en la morada de Dios una separación representa algo negativo. Por lo tanto, el velo es algo negativo, ya que éste cubre al pueblo de Dios de Su presencia. Antes de que el velo fuera rasgado, sólo el sumo sacerdote estaba calificado para entrar una vez al año al Lugar Santísimo. Esto nos muestra que el velo era algo negativo. Hoy día ese velo es nuestra carne. Algunos pueden argumentar que el velo representa la carne de Cristo y no nuestra carne. Sin embargo, cuando Cristo, el Verbo eterno de Dios, se hizo carne, El se identificó con nosotros. Esto quiere decir que la carne que Cristo llegó a ser en realidad denota nuestra propia naturaleza caída. Además, cuando El fue crucificado en la cruz, nuestra naturaleza caída, esto es, nuestro ser natural, o sea, la carne, fue crucificada con El. Cuando El fue rasgado, nuestra carne también fue rasgada, ya que fue rasgada con El. Así es que en la morada de Dios, Cristo ha sido crucificado y el velo fue partido. Ahora las columnas deben continuar llevando el testimonio. En Cristo, la carne ha sido crucificada y el velo ha sido partido. Sin embargo, en nosotros puede que todavía el velo no haya sido partido. Debido a que en Cristo el velo ya fue partido, la separación entre Dios y el hombre ha sido rota. Ahora todos los que han sido redimidos por Cristo pueden tener comunión directa con Dios. Sin embargo, todavía hay muchos creyentes que no han experimentado la crucifixión de su carne. Por lo tanto, su carne sigue siendo una separación entre ellos y Dios. Las columnas dentro de la morada de Dios deben llevar el testimonio de que el velo de su carne ha sido rasgado con Cristo. En otras palabras, los que son columnas en la iglesia no deben vivir más por su carne. Más bien, deben llevar el testimonio de que su carne ha sido crucificada con Cristo. Este es el significado de Gálatas 5:24.
Cuando estudiamos el velo desde el punto de vista de la experiencia, vemos que hay una identificación de Cristo, como el velo, con los creyentes que son las columnas. Esto significa que las columnas están íntimamente identificadas con Cristo. El velo fue colocado sobre las columnas. Esto implica la identificación y la unidad del velo con las columnas. Podemos decir que el velo era la vestidura, o sea, la cubierta de las columnas. La vestidura representa la identificación. Cuando nos ponemos algo, esta ropa viene a ser una con nosotros. De igual modo, el velo que viste las columnas llega a ser uno con las columnas. Por lo tanto, el velo y las columnas se identifican uno con el otro.
Si el camino está abierto o no para tener contacto con Dios depende de nuestra experiencia de esta identificación. Si el velo está rasgado, entonces el camino está abierto para que la gente caída pueda tener comunión con Dios. De otro modo, el camino está cerrado. Esto significa que cuando la carne es tratada, hay una entrada para que el hombre caído contacte a Dios y tenga comunión con El.
Antes de que el velo fuera rasgado, no había manera de entrar al Lugar Santísimo. Los sacerdotes podían entrar al Lugar Santo y acercarse a la mesa, al candelero y al altar del incienso, pero no podían ir más allá. Una vez el velo fue rasgado, se abrieron tres entradas. Decimos esto analizando la posible posición de las cuatro columnas. Es muy probable que hubieran dos a cada extremo, al lado de las tablas erguidas, y que hubieran dos en el medio. Esto abría tres entradas a la presencia de Dios. Si no hubiesen dos columnas a los lados de las tablas erguidas, no habría manera de sostener las esquinas del velo. Espiritualmente hablando, estas tres entradas tipifican al Dios Triuno. En la Nueva Jerusalén hay tres puertas a cada uno de los cuatro lados. Estas puertas tipifican al Dios Triuno como la entrada a la ciudad santa. Podemos ver estas tres puertas en las parábolas de Lucas 15: el Hijo como el Pastor, el Espíritu como la mujer que enciende la lámpara y el Padre que recibe al hijo pródigo que regresa. También en Efesios 2:18 vemos que en un mismo Espíritu tenemos acceso al Padre por medio del Hijo. Por lo tanto, el Dios Triuno es representado por estas tres entradas.
Vemos una vez mas que por medio de los tipos presentados en el tabernáculo podemos conocer a Cristo de una manera detallada. Es difícil encontrar las palabras para expresar lo que se encuentra en estos tipos. No obstante, aún cuando no podemos expresar con claridad lo que hemos visto en estas figuras, muy dentro de nosotros podemos tener la realización apropiada. Esto nos fortalecerá, nos nutrirá y nos ayudará a crecer.