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Mensajes del libro «Arbol de la vida, El»
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CAPITULO DIEZ

EL PROPOSITO DE DIOS SE CUMPLE CON EL CRECIMIENTO DEL ARBOL DE LA VIDA EN NOSOTROS

  Lectura bíblica: Mt. 13:3, 8; Jn. 3:5; Lc. 17:21; Gá. 5:22; Sal. 34:8; 1 P. 2:2-3; 1 P. 3:7; 2 P. 1:3-4; Hch. 5:20; Ro. 5:10, 21

DEBEMOS CUMPLIR CON LOS REQUISITOS DE LA GLORIA, SANTIDAD Y JUSTICIA DE DIOS PARA DISFRUTAR AL DIOS TRIUNO

  La intención de Dios es forjarse en nosotros como nuestra vida en la forma de alimento, lo cual se lleva a cabo al comerle nosotros. Pero el hombre cayó. Debido a la caída del hombre, éste se involucró con Satanás, con la fuerza maligna de las tinieblas. Todas las cosas negativas que existen en este universo están relacionadas con el hombre por causa de la caída. Antes de que fuera creado el hombre, Satanás, las tinieblas de Satanás y el reino maligno de Satanás ya estaban allí, pero el hombre no tenía nada que ver con esas cosas negativas. Por medio de la caída, Satanás trajo al hombre todas estas cosas negativas, las cuales están en contra de la gloria, santidad y justicia de Dios, las cuales no permitieron que el hombre caído tocara a Dios. Sin embargo, la muerte todo-inclusiva de Cristo juzgó y abolió todas estas cosas negativas. Además, por medio de Su muerte y en Su resurrección Cristo llegó a ser Espíritu vivificante. El se nos ha hecho disponible para que le disfrutemos. El Dios Triuno corporificado en Cristo, quien es hecho real en nosotros como Espíritu vivificante, es el resultado central de todas las obras que Cristo ha llevado a cabo.

  El tabernáculo del Antiguo Testamento nos muestra que el Dios Triuno se nos revela para nuestro disfrute. El tabernáculo tiene tres partes: el atrio, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. En el atrio está la justicia de Dios; en el Lugar Santo está la santidad de Dios y en el Lugar Santísimo se encuentra la gloria de Dios. Si uno quiere pasar por el atrio, tiene que cumplir con los requisitos de la justicia de Dios; si va a entrar en el Lugar Santo, debe satisfacer los requisitos de la santidad de Dios; y si quiere entrar en el Lugar Santísimo, tiene que cumplir con los requisitos de la gloria de Dios. En el Lugar Santísimo está Dios mismo. El arca del testimonio es la misma corporificación de Dios y dentro del arca está el maná escondido, el cual significa que Dios es nuestro disfrute. En la conclusión de la revelación divina, la Nueva Jerusalén se llama el tabernáculo de Dios (Ap. 21:2-3). Este tabernáculo es el resultado total, máximo y central de toda la obra de Dios en este universo. Incluidas en este tabernáculo están la justificación del atrio, la santificación del Lugar Santo y la glorificación hallada del Lugar Santísimo.

LA JUSTIFICACION, LA SANTIFICACION Y LA GLORIFICACION TIENEN COMO FIN LA VIDA DEL CUERPO

  El libro de Romanos también incluye los pasos de justificación, santificación y glorificación, los cuales satisfacen los requisitos de la justicia de Dios, de Su santidad y de Su gloria. El primer paso, el de la justificación, se encuentra en los versículos de Romanos 1:1 a 5:11. Esta parte de Romanos nos dice que somos pecaminosos y estamos bajo la condenación de Dios, pero que mediante la sangre de Jesús, hemos sido justificados. De 5:12 a 8:13 se ve la santificación y 8:14-39 habla de la glorificación. Dios primero nos justifica y luego obra para santificarnos. Ser santificados significa ser mezclados con Dios. Cuanto más somos mezclados con Dios, más santificados somos. Según el cuadro presentado por el tabernáculo, todas las cuarenta y ocho tablas fueron cubiertas de oro. Ser santificados significa ser cubiertos por Dios y con Dios. Dios no sólo nos ha justificado, sino que también nos ha puesto en Cristo. Dios nos ha identificado con Cristo, nos ha injertado en Cristo y ha hecho que Cristo fuese uno con nosotros. Ahora estamos en Cristo. En Romanos 8 el Espíritu es llamado el Espíritu de vida (v. 2). Cristo es el Espíritu, y este Espíritu es el Espíritu de vida. El está en usted, usted está en El, y usted tiene que aprender a vivir no por sí mismo sino por El y en El. Vivir por y en el Espíritu de vida significa que está en el proceso de la santificación. Ser santificado significa ser mezclado con la naturaleza divina. Sólo Cristo en Su naturaleza divina es santo. Romanos 8:14-39 nos dice que después de que somos justificados y santificados, seremos glorificados.

  Romanos 9—11 es una sección de paréntesis, en la cual se habla de la elección de Dios. Los capítulos del doce al dieciséis revelan la vida del Cuerpo. Por tanto, el libro de Romanos revela el tabernáculo de Dios. La justificación efectuada mediante la redención de Cristo se halla en el atrio, la santificación en el Lugar Santo, y la glorificación en el Lugar Santísimo. La vida de iglesia es la mezcla del Dios Triuno con Su pueblo escogido. Las tres etapas de justificación, santificación y glorificación componen la vida de iglesia, la vida del Cuerpo. La vida de iglesia es el Dios Triuno (Dios como fuente corporificado en Cristo y hecho real como Espíritu) mezclado con Su pueblo escogido. Estos escogidos son justificados, santificados, glorificados y edificados para conformar el tabernáculo, el Cuerpo, la iglesia. Esta verdad es la semilla de todo lo relacionado con el propósito de Dios.

CRISTO COMO SEMILLA DE VIDA ES LA SEMILLA DEL REINO, LA IGLESIA, EL VIVIR CRISTIANO Y EL MINISTERIO CRISTIANO

  Relacionado con el propósito de Dios están el reino, la iglesia, el vivir cristiano, es decir, su andar, o su conducta y la obra cristiana, o sea el servicio o ministerio cristiano. Con el reino de Dios, la iglesia de Cristo, el vivir cristiano y el ministerio cristiano, hay una semilla. La semilla de vida está relacionada con todo lo perteneciente al propósito de Dios.

El reino

  Algunos maestros de la Biblia hacen mención del asunto del reino como si fuera sólo una verdad dispensacional. Pero necesitamos ver que en Mateo el reino primero se compara con una semilla sembrada en la tierra (Mt. 13:3; cfr. Mr. 4:26). Esta semilla es Cristo, la corporificación del Dios Triuno. ¿Cómo podría este Cristo santo como la propia corporificación divina de Dios ser sembrado en nosotros ya que éramos tan pecaminosos, nos relacionábamos tanto con Satanás y estábamos completa y absolutamente envueltos con todo lo negativo del universo? Antes de entrar en nosotros, esta semilla pasó por la muerte y la resurrección. El preparó un lugar en el Padre y abrió el camino para que fuésemos introducidos en el Padre. Esta semilla hizo lo necesario para poder entrar en nosotros. De esta semilla el reino crecerá.

  En Mateo 13 hay siete parábolas relacionadas con el reino. En éstas, la semilla es Cristo sembrado en nosotros para crecer en nosotros, y el enemigo, Satanás, interviene para hacer todo lo posible para impedir y dañar el crecimiento de esta semilla. El objetivo de Satanás es impedir el crecimiento de esta semilla, porque el crecimiento producirá el reino. En Mateo 13 la semilla se siembra, y luego crece en la buena tierra para producir fruto. También, en las siete parábolas un tesoro está escondido en el campo (v. 44) y las perlas son mencionadas (vs. 45-46). Estas cosas representan la transformación de vida. Por tanto, el reino tiene que ver con la vida y con el disfrute de Dios como árbol de la vida para la transformación de vida.

  Juan 3:5 dice: “El que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. El reino de Dios es un asunto de vida. Uno debe participar de Dios como árbol de la vida, para tomar parte en el reino de Dios. Nuestra comunión en este capítulo muestra que todo lo relacionado con Dios y con Su propósito tiene que ver con el disfrute de Dios como vida. Aun el reino de Dios tiene que ver con el disfrute de Dios como árbol de la vida. De esta vida el reino de Dios crecerá y se extenderá. La semilla del reino es el propio Dios Triuno como árbol de vida plantado en nosotros. El reino es el crecimiento del árbol de vida plantado en nosotros. En Lucas 17 el Señor Jesús dijo a los fariseos: “El reino de Dios está entre vosotros” (v. 21). El Señor Jesús reveló que el reino de Dios es el propio Salvador, quien estaba entre los fariseos cuando le hacían preguntas. El reino es el Señor entre nosotros y dentro de nosotros.

La iglesia

  Necesitamos ver que la iglesia también es el crecimiento del árbol de vida plantado en nosotros. Cuanto más disfrutemos a Cristo, el árbol de la vida, más el elemento, la realidad, de la iglesia crecerá. Cuanto más crezcamos en Cristo, más llegará a existir la iglesia. Así que, la iglesia es lo que es producido al crecer el árbol de la vida en nosotros.

El vivir cristiano

  Ahora necesitamos considerar lo que es el andar cristiano, el vivir cristiano. Gálatas 5:22 menciona el fruto del Espíritu, el cual es producido por el árbol de la vida en nosotros. El resultado del árbol de la vida dentro de nosotros es el diario andar o el vivir del cristiano. El andar cristiano, o sea el vivir, la conducta, el comportamiento cristiano, no debe ser una actuación religiosa, sino algo divino y espiritual, algo del Espíritu de Dios.

  Cuando yo era joven, los misioneros me enseñaron que el cristianismo era una religión de amor, que nosotros los cristianos debíamos amar a los demás. Algunos de los maestros de mi escuela eran estudiantes de Confucio. Compararon las enseñanzas de la Biblia con las del libro clásico de Confucio. Dijeron que las enseñanzas de Confucio eran mejores, en cuanto a la ética, que las de la Biblia, y podían demostrarlo. Era difícil argüir con su lógica. Yo estaba muy confundido. Habiendo nacido como chino, pensaba que no había manera de que yo recibiera el cristianismo puesto que las enseñanzas de Confucio parecían ser mejores. Cuando fui salvo, me di cuenta de que por muy buenas que fuesen las enseñanzas de Confucio, no había redención en ellas. Prefiero tomar a Cristo porque con Cristo tengo la sangre redentora. Años después, me di cuenta aún más que con Cristo no solamente tenemos la sangre redentora, sino también la vida divina.

  El andar cristiano, o sea el vivir, la conducta cristiana, no tiene que ver simplemente con una conducta apropiada sino, aún más, con la vida. Como los cristianos que somos no debemos simplemente amar a otros, sino que debemos vivir a Cristo expresándole como amor. No debemos ser simplemente humildes, sino que debemos vivir a Cristo expresándole como la humildad. El bronce bruñido puede resplandecer más que una pieza de oro, pero las naturalezas de los dos son completamente diferentes. No sólo amamos a otros exteriormente, mostrándonos humildes o pacientes para con los demás. Nosotros vivimos a Cristo. Nuestro comportamiento, la manera en que vivimos, nos conducimos y andamos, debe provenir de Cristo, debe ser el fruto del Espíritu Santo desde nuestro interior. Cuando el Espíritu Santo vive en nosotros y nosotros vivimos por El, el fruto será producido, el fruto del Espíritu. Este fruto es nuestro andar cristiano, nuestro comportamiento cristiano y es algo totalmente diferente a las enseñanzas de Confucio.

  Por muy buenas que sean las enseñanzas de Confucio, nunca podrán producir algo divino y santo. Nunca podrán impartirle a usted la naturaleza santa y divina de Dios. Pero en nuestro andar cristiano, en nuestro vivir cristiano, debe manifestarse la naturaleza divina. El andar cristiano no es una clase de vida corregida, calibrada, instruida y disciplinada por las mejores enseñanzas de los filósofos. El vivir cristiano es algo que fluye de nuestro interior al tomar a Cristo como vida, al vivir nosotros en el Espíritu Santo. Debemos darle a la semilla de vida, la cual ha sido sembrada en nosotros, una oportunidad para crecer y brotar de nosotros.

El ministerio cristiano

  Además, el servicio cristiano, el ministerio cristiano, debe rebosar de la vida interior. No estamos meramente trabajando; nuestra obra rebosa de la vida divina que está en nosotros. La semilla de la obra, del ministerio, del servicio, debe ser el Cristo todo-inclusivo. Si este Cristo es la semilla de nuestra obra, ésta será revolucionada. La obra apropiada consiste en que primero Cristo se siembra en nosotros como semilla. Luego debemos permitir que Cristo crezca y luego fluya de nosotros. El fluir de Cristo, al rebosar de nosotros, es la obra, el servicio, el ministerio. La obra no es cosa de cuánto podemos hacer o cumplir, sino de cuánto Cristo podemos vivir y de cuánto El puede fluir de nosotros.

  Cristo es la semilla del reino, de la iglesia, del andar cristiano, y del servicio cristiano. Cristo es la semilla de todo lo relacionado con el propósito de Dios. Sin considerar el don que tenemos o la clase de don que somos para el Cuerpo, debemos darnos cuenta de que nuestra obra, nuestro ministerio, debe ser una obra y ministerio en los cuales Cristo como la semilla ha sido sembrado en nosotros para crecer y brotar de nuestro interior a fin de que ministremos a Cristo a los demás. Que el Señor nos ayude a entender lo que significa tener a Cristo como semilla en el reino, en nuestra vida de iglesia, en nuestro diario andar y en nuestra obra.

CRISTO COMO SEMILLA DE VIDA ES LA SEMILLA DE TODO LO RELACIONADO CON EL PROPOSITO DE DIOS

  Necesitamos considerar varios versículos que muestran que Cristo como semilla de vida es la semilla de todo lo relacionado con el propósito de Dios. Salmos 34:8 dice: “Gustad, y ved que es bueno Jehová”. Tenemos que gustar al Señor, no sólo conocerle. Luego 1 Pedro 2:2-3 dice: “Desead, como niños recién nacidos, la leche de la palabra dada sin engaño, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado lo bueno que es el Señor”. Una madre da leche a los niños recién nacidos para que crezcan. La mejor manera de ayudar a los nuevos creyentes a crecer es darles de comer. Es fácil simplemente enseñar, pero dar de comer no es muy fácil. Los niños recién nacidos necesitan la leche para beber a fin de crecer. Podemos gustar al Señor, y Su sabor es agradable y bueno. Si lo hemos gustado, deseamos la leche nutritiva que está en Su palabra.

  Dice en 1 Pedro 3:7: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida”. La gracia de la vida es Dios como nuestra vida y nuestro suministro de vida en Su Trinidad: el Padre como fuente de la vida, el Hijo como cauce de la vida, y el Espíritu como fluir de la vida, el cual corre dentro de nosotros con el Hijo y el Padre (1 Jn. 5:11-12; Jn. 7:38-39; Ap. 22:1). Todos los creyentes son herederos de esta gracia. La gracia de la vida es el árbol de la vida, el Dios Triuno. Las mujeres, los vasos más frágiles, son coherederas de la gracia de la vida, el árbol de la vida.

  Dice en 2 Pedro 1:3-4: “Ya que Su divino poder nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad, mediante el pleno conocimiento de Aquel que nos llamó por Su propia gloria y virtud, por medio de las cuales El nos ha concedido preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina”. La vida es la semilla; la piedad, o sea, ser semejante a Dios, es el fruto. La vida es algo interior; ser semejante a Dios es algo exterior. Ser participantes de la naturaleza divina es comer del árbol de la vida.

  En Hechos 5:20 un ángel del Señor le dijo a Pedro: “Id, y puestos en pie en el templo, hablad al pueblo todas las palabras de esta vida”. ¿Qué quiere decir “esta vida”? Esta era la vida que Pedro disfrutaba. El ángel le dijo a Pedro que ministrara a la gente la vida que disfrutaba. Esta vida es la vida divina que Pedro predicaba, ministraba y vivía, y la que venció la persecución, las amenazas y el encarcelamiento que Pedro sufrió a manos de los líderes judíos. Estas palabras indican que la vida y la obra de Pedro hicieron la vida divina muy real y presente en sus circunstancias que incluso el ángel la vio y la señaló. Las palabras de esta vida no son lógos sino réma, la palabra presente, viviente y práctica. Lo que le mandaron a Pedro a hablar no era una enseñanza doctrinal sino la palabra presente, viviente y práctica acerca de la vida que él disfrutaba.

  Romanos 5:10 dice: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos en Su vida”. Hemos sido reconciliados por Su muerte, y seremos salvos en Su vida. He sido reconciliado con Dios por medio de la muerte de Cristo, pero ahora estoy en el proceso de ser salvo en Su vida. La primera sección de Romanos habla de ser reconciliado por Su muerte. La segunda habla de ser salvo en Su vida, la vida de resurrección.

  Romanos 5:21 dice: “Para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”. La gracia reina como un rey para que podamos disfrutar la vida eterna de una manera real. De nuevo, esta vida es el Dios Triuno como árbol de la vida. En Romanos 5—8 lo recalcado es el árbol de la vida. Romanos 8:2 dice: “Porque la ley del Espíritu de vida me ha librado en Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte”. El Espíritu de vida es el Dios Triuno como árbol de la vida. Cuando le disfrutamos, será real para nosotros la plena salvación, la plena liberación. Este árbol de la vida, este Espíritu de vida, este Espíritu vivificante, es la raíz, la semilla, la realidad, y el punto central de todas las cosas espirituales, de todo lo relacionado con el propósito de Dios. Así que, todos tenemos que aprender cómo alimentarnos del árbol de la vida.

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