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Mensajes del libro «Arbol de la vida, El»
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CAPITULO DOS

LA FUENTE Y LA CONSUMACION DE LOS DOS ARBOLES

  Nos ayudaría mucho ver por toda la Biblia un breve panorama del árbol de la vida. La Biblia comienza con dos árboles y concluye con el resultado de los dos árboles. Empieza de la misma manera en que termina.

LOS TRES PARTIDOS DEL UNIVERSO

  En el universo hay tres partidos: Dios, Satanás y el hombre. El hombre se halla entre Dios y Satanás. Después de que Dios creó al hombre, éste era neutral para con Dios y para con Satanás. En Génesis, Dios está representado por el árbol de la vida. Dios se le presentó al hombre como el árbol de la vida, así que el árbol de la vida es la realidad de Dios. Hay otro árbol, el del conocimiento, el cual representa a Satanás. El hombre, creado por Dios, quien le dio espíritu, alma y cuerpo (Gn. 2:7), tenía una posición neutral entre los dos árboles. Los tres partidos de Génesis 2 son Dios, representado por el árbol de la vida, Satanás, la fuente de la muerte, quien está representado por el árbol del conocimiento, y el hombre, quien fue creado por Dios como ser tripartito. Génesis 2:7 dice que “Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. Este versículo presenta al hombre tripartito con su cuerpo formado del polvo de la tierra, su espíritu como aliento de vida, y su alma, la cual se formó cuando el espíritu y el cuerpo se juntaron. Entre Dios y Satanás había, y todavía hay, una lucha. Dios va a realizar y cumplir Su propósito, y Satanás está haciendo todo lo posible por frustrar el propósito de Dios. Todos los incidentes narrados en los sesenta y seis libros de las Escrituras surgieron o del árbol de la vida a través del hombre o del árbol del conocimiento a través del hombre.

LAS DOS MEZCLAS

  Antes de que el hombre tuviera contacto con el árbol de la vida al ejercitar su espíritu, Satanás intervino y tentó al hombre a participar del árbol del conocimiento. Dios tenía la intención de que el árbol de la vida entrara en el espíritu del hombre, pero el árbol del conocimiento entró primero en el alma del hombre. Por consiguiente, una mezcla ocurrió entre Satanás y el alma del hombre. Todas las cosas e historias malignas fueron producidas por causa de la mezcla de Satanás con el alma del hombre. Esta mezcla es la mismísima fuente de todo lo maligno y pecaminoso que existe en la tierra. Génesis 3 da una crónica de esta mezcla, y en Génesis 4 se ve la consecuencia de ella. El resultado producido por la mezcla de Satanás con el alma del hombre fue una ciudad y la cultura que se desarrolló allí (Gn. 4:16-22). Caín puso a la ciudad el nombre de su hijo, Enoc. En aquella cultura el hombre se convirtió en carne y toda la humanidad se corrompió por la maldad (Gn. 6:3, 5). Debido a la corrupción de aquella cultura pecaminosa, Dios envió un diluvio para juzgar al linaje humano (Gn. 7:17-24). Otro resultado de la fuerza satánica unida con el poder anímico del hombre fue Babel (Gn. 11:1-9). La mezcla de Satanás y el poder anímico del hombre produjeron Babel. Las historias negativas de Sodoma y Egipto, y todos los acontecimientos pecaminosos narrados en Génesis y Exodo procedieron de la mezcla de Satanás con el alma del hombre.

  En la Biblia existe una línea de la obra satánica y otra línea de la obra de Dios. El enemigo de Dios trabaja todo el tiempo inyectándose en el alma del hombre. Todas las cosas malignas y todas las historias pecaminosas surgen de la mezcla de Satanás con el alma del hombre, es decir, la obra de Satanás en el hombre, con el hombre y a través del hombre produce todo esto. Al mismo tiempo Dios obra. La obra de Dios es forjarse en el espíritu del hombre. Todas las cosas santas y todas las historias espirituales surgen de otra mezcla, la de Dios con el espíritu del hombre. Finalmente, en el Nuevo Testamento tenemos este versículo, 1 Corintios 6:17, donde dice: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con El”. Puesto que el Señor mismo es el Espíritu (2 Co. 3:17) y al crearnos nos dio un espíritu (Ro. 8:16), podemos unirnos a El como un solo espíritu. La historia de Abel da testimonio de un hombre que no vivió en el alma sino en el espíritu. Los relatos referentes a Enós, Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob y José también testifican de personas que no vivieron por las cavilaciones de su alma, sino por la fe hallada en su espíritu.

  Los hijos de Israel, los descendientes de los Patriarcas, se desviaron del camino de Dios, pero desde el día en que Dios los libró de Egipto, el día de la Pascua, se les enseñó a vivir no de manera mundana o natural. Tenían que vivir por el cordero. Tenían que inmolar el cordero, aplicar su sangre y comer su carne. También aprendieron a vivir comiendo el pan sin levadura. Después de salir de Egipto, vagaron en el desierto y aprendieron a vivir por el maná celestial. Vivieron de manera totalmente diferente de la forma mundana o natural. Esto significa que aprendieron a no vivir en sí mismos sino en el Señor. El cordero pascual, el pan sin levadura y el maná celestial, por los cuales vivieron los hijos de Israel, tipifican a Cristo. Además, todas las ofrendas relacionadas con el tabernáculo y todo lo incluido en el tabernáculo tipifican a Cristo. Esto nos da un cuadro completo de la manera de vivir en el espíritu, y de no vivir por nosotros mismos, sino por el Señor.

  Los hijos de Israel no pudieron ser salvos por sí mismos ni siquiera pudieron vivir por sí mismos. Tenían que ser salvos por la sangre del cordero pascual, y tenían que vivir del cordero pascual. En el desierto tenían que vivir día tras día del maná celestial. Todo lo que los sustentaba era un verdadero tipo de Cristo. La columna de fuego y la columna de nube tipificaban a Cristo. La roca de la cual fluyó el agua viva para saciar la sed de los hijos de Israel, tipificaba a Cristo. Moisés y Josué, los líderes de los hijos de Israel, eran tipos de Cristo. Todos estos tipos indican que no debemos vivir conforme a nosotros mismos, sino por Cristo. Satanás ha ocupado y ganado a toda la gente mundana. Según lo que vemos en el Antiguo Testamento, sólo una minoría, los hijos de Israel, fueron ocupados y ganados por Dios. Aprendieron a vivir, a existir, a actuar, a ser, no de manera mundana, sino de manera celestial. Esto significa que no vivieron por sí mismos sino por el Señor.

  Por lo tanto, vemos un cuadro de dos mezclas: la primera, la mezcla entre Satanás y el alma del hombre, y la segunda, la mezcla entre Dios y el espíritu del hombre. Todos los eventos que han ocurrido en la historia del linaje humano han surgido de una de éstas. Dios tiene la intención de forjarse en nosotros para ser todo para nosotros. Pero Satanás quiere forjarse en el hombre para hacer una falsificación de la mezcla de Dios con el hombre. Satanás no centra su atención en lo que hagamos o en lo que intentemos cumplir. La intención de Satanás es impedir que toquemos a Dios y que seamos mezclados con Dios. Si puede hacer esto, permitiría que hiciéramos cosas buenas y religiosas y aun utilizáramos las cosas religiosas para impedir que seamos mezclados con Dios.

  La historia de los hijos de Israel confirma esto. En los primeros años de su historia aprendieron a vivir no por sí mismos sino por el Señor como el todo. Todo lo relacionado con ellos en el Pentateuco tipificaba a Cristo, lo cual muestra que el Señor había llegado a ser todo para ellos, que ellos no vivieron por sí mismos sino por el Señor. Con el tiempo, se apartaron del Señor y usaron las cosas del Pentateuco como reglas y regulaciones, formando así una religión de los tipos y las sombras de Cristo. Fueron engañados por las cosas buenas y religiosas y cautivados por algo que no era el Señor apartándose así de El. Esto es lo que llamamos la religión judía. Esta religión puede verse tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. Según lo narrado en los cuatro Evangelios, podemos ver cuánto el enemigo, Satanás, ha utilizado la religión judía para impedir que los hombres tengan contacto con el Señor y le disfruten. Satanás, enemigo de Dios, tomó lo que Dios había usado para llevar a los hombres a Sí mismo y con lo mismo formó una religión, la cual usó como substituto para que en la experiencia de ellos Cristo, quien es la corporificación de Dios, fuese reemplazado.

  Cuando el Señor Jesús vino, era la realidad de todos los tipos del Pentateuco. Hay muchas cosas en el Pentateuco, pero en los cuatro Evangelios hay una sola persona quien es todo-inclusiva. El es el Cordero de Dios, el pan sin levadura, el maná celestial, el tabernáculo con todas las ofrendas y todo. El es todo-inclusivo. Cuando se les presentó a Sí mismo a los judíos, la mayoría no quería recibirle porque los judíos habían sido distraídos por su religión y aun por el Antiguo Testamento. Los escribas y los fariseos usaron las Escrituras para discutir con frecuencia con el Señor Jesús. Dios dio las Santas Escrituras para llevar a Sí mismo a los hombres, pero aun estas Escrituras fueron usadas por el enemigo de Dios para impedir que los hombres tengan contacto con el Señor. Los judíos fanáticos escudriñaron las Escrituras buscando el conocimiento, pero no fueron al Señor Jesús para recibir la vida (Jn. 5:39-40). Esto significa que se adhirieron al árbol del conocimiento, gastando mucho tiempo en escudriñar, estudiar y aprender las Escrituras, pero no quisieron acudir al Señor Jesús, el árbol de la vida, para recibir vida. Se adhirieron a algo que no era el propio Señor.

  El mismo problema continuó en el libro de Hechos. La iglesia empezó cuando un grupo de personas recibió a Cristo y lo tomó como vida. La iglesia empezó y fue formada así. Sin embargo, el libro de Hechos y las epístolas siguientes nos muestran que aun en la iglesia, entre los cristianos, Satanás podía utilizar las llamadas cosas cristianas para impedir que los hombres tuvieran contacto con el Señor y para distraerlos. El enemigo provocó las divisiones entre los hijos del Señor para impedir que sean uno en Cristo.

  Las divisiones surgieron de dos categorías de cosas: las enseñanzas y los dones. Las Epístolas nos muestran que debido a las enseñanzas y los dones las divisiones empezaron a existir entre los cristianos. Las enseñanzas y los dones son cosas buenas. Si no fueran cosas buenas, los cristianos no las aceptarían. Pablo hace notar en 1 Timoteo que las diferentes enseñanzas son la semilla, la fuente, de la declinación de la iglesia, o sea, de su degradación y deterioro (1:3-4, 6-7; 6:3-5, 20-21). En la iglesia en Corinto el hecho de que hubiera divisiones se debía mayormente a los dones. Las enseñanzas y los dones son cosas buenas, pero debemos darnos cuenta de que las dos deben de ser para Cristo. Las enseñanzas no deben de ser para sí, y los dones no deben de ser para sí. Todas las enseñanzas y todos los dones deben de ser para Cristo. Las enseñanzas y los dones deben ser simplemente un medio por el cual trasmitir a Cristo y no deben ser la meta en sí. Satanás, el insidioso, vino a utilizar aun las enseñanzas buenas y los dones auténticos para seducir a la gente, distrayéndola de Cristo.

  Finalmente, al final de las Escrituras en Apocalipsis, vemos el sistema mundano casado con la religión. La civilización mundana se muestra como un esposo, y la religión es comparada con una ramera. Es por esto que en el libro de Apocalipsis hay un cuadro de una mujer, una ramera, sentada en una bestia (Ap. 17:3). La bestia representa la máxima consumación de todas las invenciones humanas que acaban en instituciones y en la política; sobre esa bestia está una mujer, la cual representa la religión. Babilonia, la grande y misteriosa, es una mezcla de la civilización humana y la religión. Si no entendemos claramente esta visión, será fácil que seamos seducidos y apartados del camino de la vida, llevados a algo que no sea el Señor mismo.

  Satanás se inyectó en el alma del hombre y se mezcló con la misma. De esta mezcla proceden todos los acontecimientos pecaminosos y malignos de la historia del linaje humano. Debemos entender que vivir en nuestra alma y tratar con la religión es un asunto serio. Aun la religión puede ser utilizada por Satanás. Si tenemos una visión clara del Señor, veremos que hoy en día muchos cristianos, junto con las actividades cristianas, los movimientos religiosos y las obras cristianas, son utilizados por el enemigo de Dios para impedir que los hombres tengan contacto con el árbol de la vida, el cual es una figura de Cristo.

EXPERIMENTAR A CRISTO COMO EL ARBOL DE LA VIDA EN NUESTRO ESPIRITU

  Por el lado positivo, hay otra línea en el Nuevo Testamento, la de la mezcla de Dios con el espíritu del hombre. Se nos manda a andar en el espíritu, vivir en el espíritu, actuar en el espíritu y orar en el espíritu. Esta no es solamente una expresión. Cuando vivamos en nuestro espíritu, no viviremos por nosotros mismos sino por el Señor. Cuando aprendamos a andar conforme a nuestro espíritu, no andaremos según el sistema mundano sino según el camino celestial. Según el Nuevo Testamento, aun las enseñanzas y los dones en sí están clasificados con el árbol del conocimiento. Junto con el árbol del conocimiento están el conocimiento, el bien, el mal y la muerte. Este árbol es complejo. Pero junto con el árbol de la vida está una sola cosa y nada más: la vida, la vida, la vida. El árbol de la vida es sencillo. Las Escrituras revelan la vida como el principio, como el proceso, como el fin, y como todo. Es posible que nuestras buenas obras no estén relacionadas con la vida, sino con el árbol del conocimiento del bien y del mal, incluso pueden estar totalmente envueltas con él.

  El Señor no tiene interés sólo en lo que hacemos, sino en dónde estamos: en nuestra alma o en nuestro espíritu. Es por esto que el Señor recalcó muchas veces en los cuatro Evangelios que debemos negar el alma, el yo. Esto se debe a que Satanás está mezclado con nuestra alma, con nuestro yo. En Mateo 16, Pedro pensaba que decía algo bueno al Señor, pero el Señor le reprendió, llamándole Satanás (vs. 22-23). Cristo percibió que no era Pedro sino Satanás quien impidió que tomara la cruz. Inmediatamente después el Señor habló de negar el yo y de perder la vida del alma (vs. 24-25). Esto comprueba que Satanás es uno con nuestra alma, uno con nuestro yo.

  Sólo las experiencias del Señor mismo en nuestro espíritu durarán eternamente. Las enseñanzas no permanecerán, sino que pasarán. Nuestra necesidad principal no es recibir más conocimiento del Señor. Lo que necesitamos hoy es tener contacto con el Señor. No necesitamos los dones, sino al Señor mismo como vida, alimento, bebida y aire. Tenemos que conocer y experimentar al Señor de una manera tan llena y todo-inclusiva. Luego tendremos el conocimiento debido y viviente del Señor, no de la letra sino de la vida. Si experimentáramos al Señor de tal forma, tendríamos la función apropiada. La función adecuada y los dones apropiados surgirán de la vida interior.

  Es bueno que nos retiremos de lo que no es el Señor mismo. Debemos aprender a volvernos al Señor mismo. Todo lo relacionado con el árbol del conocimiento del bien y del mal es complejo. El bien y el mal se mezclan y dan por resultado la muerte. Lo único que necesitamos es disfrutar al Señor como el árbol de la vida. Tenemos que aprender a disfrutar a este Señor viviente y a participar de El. Debemos aprender a tener contacto con El, a conocerle en realidad, y a experimentarle en el espíritu como nuestra vida y nuestro todo.

LA MAXIMA CONSUMACION DE LOS DOS ARBOLES

  Todas las cosas positivas surgen de la experiencia del árbol de la vida, de la mezcla de Cristo como vida con nuestro espíritu. La iglesia, el reino, la Nueva Jerusalén, y todas las cosas celestiales, positivas y espirituales surgen de la mezcla de Dios con nuestro espíritu, es decir, de la experiencia del árbol de la vida. La máxima consumación del árbol del conocimiento es el lago de fuego (Ap. 20:10, 14-15), y la máxima consumación del árbol de la vida es la ciudad de agua, la Nueva Jerusalén (21:2). Esta ciudad está caracterizada por un río puro de agua de vida, y con el árbol de la vida en medio de su corriente (22:1-2). Todo lo perteneciente al hombre y relacionado con el árbol del conocimiento, con Satanás, será echado en el lago de fuego, y todo lo perteneciente al hombre y relacionado con Dios, con el árbol de la vida, entrará en la ciudad de agua viva. Necesitamos pasar más tiempo leyendo el Nuevo Testamento una vez más con este punto de vista, el de estar en el espíritu.

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