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Mensajes del libro «Base para la obra edificadora de Dios, La»
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La base para la obra edificadora de Dios

PREFACIO

  En el verano de 1958 el hermano Witness Lee, un siervo del Señor, fue enviado por Dios a Europa, América y Asia para que visitara a los santos y observara la condición de las iglesias en aquellos lugares. Cuando regresó a Taiwán, tenía una gran carga en su corazón debido a su profunda impresión de que entre las iglesias hoy en día hay una gran carencia con respecto a la edificación. Como consecuencia, dio diez mensajes durante la undécima conferencia celebrada para toda la isla de Taiwán. Estos mensajes han sido publicados en el libro La obra de edificación que Dios realiza. Para reforzar la revelación que se halla en estos primeros diez mensajes, el hermano Lee dio ocho mensajes más, titulados “La base para la obra edificadora de Dios”. Por un lado, nuestro hermano vio que la voluntad eterna de Dios, Su meta final, es edificar una casa que consiste de la mezcla y la morada mutua de Dios y el hombre. Por otro, él se dio cuenta de que a pesar de la presencia del cristianismo y de los cristianos por toda la tierra, hace falta la casa. Aunque hay personas en muchos lugares que aman al Señor, celosamente siguen en pos del Señor y prestan atención a las cosas espirituales, es difícil encontrar un grupo de cristianos que han sido edificados como casa espiritual en la cual Dios puede morar, una casa que satisfice las necesidades de Dios así como del hombre. No sólo no tenemos la realidad de la edificación, nos falta aún el concepto de la edificación de la iglesia. Para la mayoría de los cristianos la meta es ser salvos e ir al cielo, pues ignoran la revelación de la edificación de la iglesia. Estos ocho mensajes hacen frente a esta situación. Por un lado, apuntan a dar a conocer la voluntad de Dios e indicar cuál es Su meta; por otro, apuntan a corregir nuestros errores e inspirarnos en nuestra búsqueda. Todos deben tener una copia de este libro; debe leerse.

  Chang Yu-lan 15 de mayo de 1959 Taipéi, Taiwán

HAY UNA RELACIÓN ESPECIAL ENTRE LOS ESCRITOS DE JUAN Y LA OBRA DE EDIFICACIÓN QUE DIOS REALIZA

  Los versículos 1 y 2 del capítulo 22 dicen: “Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle. Y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida”.

  En esta conferencia nos concentraremos cada noche en el edificio de Dios. En las reuniones de las mañanas, hablaremos más acerca del edificio de Dios leyendo algunos pasajes de las Escrituras.

  Hemos leído algunos pasajes del Evangelio de Juan, de las Epístolas de Juan y de la profecía de Juan. En estos pocos días esperamos ver el edificio de Dios en el universo a través de los escritos de Juan. ¿Por qué lo podemos ver a través de los escritos de Juan? Primeramente porque la manifestación consumada del edificio de Dios se nos revela en el libro de Apocalipsis escrito por Juan. La manifestación de la Nueva Jerusalén es la conclusión de la edificación que Dios realiza en el universo a través de los siglos. Esto nos lo muestra Juan. Por consiguiente, si queremos conocer el edificio de Dios, tenemos que leer los escritos de Juan.

  En segundo lugar, hemos dicho repetidas veces que la obra de edificación que Dios realiza en el universo consiste en obtener una morada en la cual Él mismo, y todos los que le pertenecen, puedan morar. Por lo tanto, Su obra de edificación consiste en obtener una morada. En los libros escritos por los otros apóstoles, raras veces hallamos afirmaciones que nos digan que Dios mora en el hombre y el hombre mora en Dios. Sin embargo, en los escritos de Juan fácilmente podemos encontrar esta expresión. Juan clara y reiteradamente nos dice que Dios mora en el hombre y que el hombre mora en Dios. El hecho de que Dios y el hombre moren el uno en el otro guarda estrecha relación con el edificio de Dios. Si nosotros hemos de conocer el edificio de Dios en el universo, tenemos que entender el asunto del morar mutuo de Dios y el hombre; es decir, debemos entender cómo Dios mora en el hombre y cómo el hombre mora en Dios. Es por ello que debemos examinar los escritos de Juan.

  En tercer lugar, de Génesis a Apocalipsis vemos que después de la creación, el segundo paso de la obra de Dios es Su edificación; y el asunto central del tema de la edificación es la vida. En el huerto del Edén, Dios había creado todas las cosas, pero no había un edificio. Por lo tanto, Dios nos muestra que después de haber creado al hombre, lo puso en el centro del huerto del Edén, frente al árbol de la vida. Cualquiera puede entender que la intención de Dios era que el hombre que había creado comiera del fruto del árbol de la vida, a fin de que la vida de este fruto entrara en el hombre y se mezclara con él como una sola entidad. Esta mezcla es el edificio de Dios. Al final del libro de Apocalipsis, cuando el edificio de Dios haya sido consumado, todavía estará allí el árbol de la vida en la Nueva Jerusalén. Esto indica que definitivamente hay una relación entre el edificio de Dios y la vida. El edificio de Dios en el universo se completa perfectamente cuando Él entra en el hombre como vida. Esta mezcla es la edificación. Dios quiere edificarse en el hombre y también edificar al hombre en Sí mismo.

  Esto es semejante a una casa edificada con concreto reforzado, el cual se hace al mezclar barras de hierro con una mezcla de cemento y grava. Lo mismo se aplica al edificio de Dios en el universo. Dios desea mezclarse con el hombre y unirse a él al igual que el hierro batido es labrado a martillo. ¿Cómo se mezcla Dios con el hombre? Él hace esto al entrar en el hombre para ser su vida en forma de alimento. Él desea entrar en el hombre como su alimento y ser disuelto y digerido dentro del hombre para llegar a ser la vida de éste.

  Este ejemplo del alimento que usa la Biblia para referirse a la mezcla de Dios y el hombre es muy apropiado, pues nada se mezcla con el hombre de manera tan completa como el alimento. Después que el hombre recibe el alimento y lo digiere, éste llega a ser la sangre, huesos y carne del hombre, mezclándose completamente con él como una sola entidad. Por favor, no se ofendan cuando digo que los seres humanos somos el resultado de mezclarnos con pollo, pato, pescado, cerdo y carne de res. No suponga que usted es sólo humano. Piense en cuánto pescado, pollo, cerdo y carne de res ha digerido para haber crecido. Cuando una persona nace, su estatura es cuando mucho un poco más de treinta centímetros, y pesa unos dos o cuatro kilos. Sin embargo, más tarde crece hasta alcanzar una estatura de ciento cincuenta y dos o ciento ochenta y dos centímetros y llega a pesar mucho más de cuarenta y cinco kilos. ¿Cómo aumenta una persona de estatura y tamaño? Debido a que interiormente se ha mezclado con una buena cantidad de pollo, pato, pescado, cerdo, carne de res, trigo y arroz.

  Éste es un muy buen ejemplo que nos ayuda a entender cómo Dios entra en nosotros y se mezcla con nosotros para terminar Su edificación. Dios entra en nosotros como alimento para ser nuestro pan y nuestra vida. De esta manera, Él se mezcla continuamente con el hombre al grado en que una edificación es producida. Esta edificación es la Nueva Jerusalén.

  Por lo tanto, es difícil decir con exactitud qué es la ciudad de la Nueva Jerusalén. Entre los expositores de la Biblia hoy se libra un gran debate en cuanto a esto. Unos afirman que la Nueva Jerusalén es un lugar físico, mientras que otros dicen que es simplemente un símbolo. Sin embargo, únicamente debemos ver esto: Dios está en esta ciudad, y el pueblo redimido también está en esta ciudad. En esta ciudad Dios y el Cordero son el templo, y los redimidos a través de los siglos son los cimientos y las puertas. Por lo tanto, esta ciudad es el resultado de la mezcla y edificación de Dios con los redimidos. Ésta es la misteriosa edificación de Dios en el universo, y Dios lleva esto a cabo al llegar a ser la vida del hombre y al mezclarse con el hombre. Por consiguiente, en esta ciudad todavía estará el árbol de la vida.

  Recuerden que los escritos de Juan específicamente abarcan esta línea. Por ejemplo, el Evangelio de Juan se centra en el hecho de que Dios entra en el hombre y llega a ser la vida de éste. Por lo tanto, cuando el Evangelio de Juan dice que el Señor Jesús viene a ser la vida del hombre, dice que Él es el pan de vida y que es la vid. Si conectamos Juan 6 —donde el Señor dice que Él es el pan de vida— con lo que dice en Juan 15 —que Él es la vid—, podemos ver fácilmente que Él es el árbol de la vida que viene para ser la vida del hombre en forma de alimento, tal como se nos muestra en Génesis 2. El árbol de la vida es un árbol, y su fruto es el alimento del hombre. Esto es exactamente lo que Juan nos dice: que este Dios que viene para ser la vida del hombre es el pan de vida y también una vid. Por esta razón, si queremos entender la edificación de Dios, tenemos que leer los libros escritos por Juan.

  Repetiré una vez más. Primero, Juan de manera particular nos muestra que la manifestación final del edificio de Dios será la Nueva Jerusalén. Segundo, nos muestra que la obra de edificación que Dios realiza consiste en obtener una morada en la cual Dios y el hombre puedan morar. En toda la Biblia, aparte de Juan, nadie dice tan claramente que Dios mora en el hombre y el hombre mora en Dios. Tercero, nos muestra que el edificio de Dios se completa mediante el proceso en el cual Dios entra en el hombre para ser su vida y se mezcla con él, lo cual es precisamente el ministerio de Juan. Éstas son las tres razones por las que debemos leer los escritos de Juan.

  Debido a que nuestro tiempo es limitado, en estos mensajes no podemos leer los escritos de Juan capítulo por capítulo y versículo por versículo. Además, es posible que si leemos de esta manera no les ayude a tener claridad. Pero si, en vez de ello, destacamos los puntos principales y hablamos acerca de ellos, ustedes podrán tener un mejor entendimiento. Por consiguiente, les ruego a todos los hermanos y hermanas que de antemano lean todo el Evangelio de Juan y 1 Juan. No creo que esto sea una tarea muy difícil.

ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL EVANGELIO DE JUAN

  A medida que leemos el Evangelio de Juan, quiero que prestemos atención a varias características. Esto nos ayudará a reconocer los puntos principales.

  En primer lugar, en Juan el tiempo comienza a partir de “en el principio”. Todos los que leen la Biblia saben que la palabra principio se refiere a la eternidad. Puesto que en la eternidad no existe el tiempo, tampoco existe el elemento del tiempo en Juan. Asegúrense de no leer el Evangelio de Juan desde la perspectiva del tiempo. Juan nos muestra cómo Dios en la eternidad entró en nosotros para ser la vida eterna. Al igual que la Palabra en la eternidad pasada, Él era sin principio ni fin, sin elemento del tiempo. Aunque Él entró en el tiempo y estuvo restringido por el tiempo, impartió al hombre la vida eterna, una vida que sobrepasa los límites del tiempo. En esta vida eterna no existe el elemento del tiempo.

  A modo de inserción, quisiera hablarles acerca de la lectura de la Biblia. Muchos hermanos y hermanas suponen que puesto que Génesis es el primer libro en la Biblia, que empieza su narración desde el principio, su relato es el más antiguo. Sin embargo, quisiera decirles que el relato del Evangelio de Juan se remonta aún más al pasado. ¿Por qué? Porque Juan empieza a partir de la eternidad pasada, la eternidad sin principio. En cambio, el principio en Génesis tiene un punto de partida, el cual es el tiempo de la creación de Dios. En otras palabras, Génesis comienza desde el principio del tiempo, mientras que Juan empieza antes que el tiempo comenzara, en la eternidad pasada.

  Además, Génesis empieza con la creación de Dios, pero Juan empieza con Dios. Génesis dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (1:1). Juan dice: “En el principio era la Palabra [...] la Palabra era Dios” (1:1). Sólo después que habla del Dios que era en el principio procede a declarar que todas las cosas por medio de Él llegaron a existir. Por lo tanto, Génesis empieza en Juan 1:3, con la cláusula: “Todas las cosas por medio de Él llegaron a existir”. Los primeros dos versículos de Juan 1 ocurren antes de Génesis, es decir, preceden al libro de Génesis. Estos asuntos son puntos cruciales que deben tenerse en cuenta en la lectura bíblica. Todos debemos prestar especial atención a ellos.

  En segundo lugar, en el Evangelio de Juan no existe el espacio. El Evangelio de Juan excede los límites del tiempo y el espacio. El tiempo en Juan es la eternidad pasada, y el espacio en Juan es Dios. En 3:13 encontramos una frase que dijo el propio Señor, la cual demuestra que no existe el elemento del espacio en el Evangelio de Juan: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo”. No entendemos estas palabras porque estamos llenos de conceptos espaciales. Sin embargo, para el Señor no existe el elemento del espacio. Muchas veces decimos que el Señor Jesús dejó el cielo y descendió a la tierra. No obstante, aquí el Señor Jesús dijo que Él había dejado el cielo, pero que todavía estaba en el cielo. A menudo nosotros también decimos que el Señor Jesús dejó la tierra y ascendió a los cielos, pero creo que el Señor Jesús diría: “No; Yo dejé la tierra, pero aún estoy en la tierra”.

  Quisiera preguntarles, hermanos y hermanas, dónde dice en el Evangelio de Juan que el Señor Jesús descendió del cielo. Tal vez ustedes pregunten: “¿No dijo el Señor mismo que Él descendió del cielo?”. Eso es cierto, pero el Señor después añadió que todavía estaba en el cielo. De la misma manera, tampoco podemos encontrar el relato de la ascensión del Señor Jesús en el Evangelio de Juan. Marcos contiene un relato de la ascensión del Señor Jesús, y Lucas también, pero ni Juan ni Mateo incluyen tal relato. Quizás digan que de los cuatro Evangelios al menos hay dos que mencionan la ascensión del Señor Jesús. Tal vez pregunten: “¿Acaso no hablan Marcos y Lucas de la ascensión del Señor Jesús?”. Sin embargo, si ustedes escogen esos dos libros, yo también puedo escoger otros dos libros. ¿Pueden ustedes decirme dónde Mateo y Juan mencionan la ascensión del Señor? Ustedes pueden escoger dos libros que hablan de la ascensión del Señor; y también puedo escoger dos libros que no la mencionan. Los dos libros que ustedes escogen no son ni el principio ni el final. En cambio, los que yo escojo están uno al principio y el otro al final. Más aún, de los dos libros que ustedes escogen, uno lo presenta como Esclavo y el otro como hombre. Ambos libros en cuanto a peso son relativamente livianos. En cambio, de los dos libros que no mencionan la ascensión del Señor, uno le presenta como Rey mientras que el otro le presenta como Dios. El libro que dice que Él es Rey no sólo no menciona Su ascensión, sino que dice que Él estará con nosotros hasta la consumación del siglo (Mt. 28:20). El comienzo del Evangelio de Mateo dice que el Señor es Emanuel, que traducido es “Dios con nosotros” (1:23). Mateo también dice que donde hay dos o tres reunidos en el nombre del Señor, allí Él está en medio de ellos (18:20). Al final, dice que el Señor estará con nosotros hasta la consumación del siglo. Mateo nos dice que el Señor es Emanuel y que Él viene a gobernar en nuestro interior como nuestro Rey espiritual; por lo tanto, Él no nos deja, sino que estará con nosotros hasta la consumación de este siglo.

  El Evangelio de Juan dice que el Señor es Aquel que es desde el principio, desde la eternidad pasada, que vino para estar entre nosotros. Él no vino del cielo a la tierra, sino de Dios al hombre. Esto no es un asunto de lugar, sino de personas. Él nunca abandonó los cielos, ni nunca abandonó la tierra. Él dice: “Permaneced en Mí” (15:4). Esto es un hecho que podemos experimentar hoy. Para permanecer en el Señor, no necesitamos ir al cielo. No necesitamos subir una escalera que llegue hasta el cielo para permanecer en el Señor por un tiempo y después de unos días descender. No es necesario hacer esto porque no existe el elemento del espacio. El Señor dice: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros”. Hoy el Señor Jesús vive en nosotros sin haber descendido del cielo; de la misma manera, nosotros vivimos en el Señor sin haber subido una escalera hasta el cielo.

  Aunque tal vez suene como una broma hablar de esta manera, uso este ejemplo para mostrarles que el Evangelio de Juan no contiene el elemento del espacio. El Señor descendió, pero todavía estaba en el cielo. Después de resucitar, ascendió, pero todavía estaba en la tierra. Después de la resurrección del Señor, los discípulos estaban dentro de la casa con las puertas y ventanas cerradas, y de repente el Señor apareció en medio de ellos. Eso era verdaderamente maravilloso. ¿Por dónde entró? No lo sabemos. Él no era simplemente un Espíritu, pues también tenía un cuerpo de carne y hueso. Sin embargo, las puertas y ventanas estaban cerradas, así que no sabemos cómo entró en la casa. Después que hubo hablado con los discípulos y les dijo que recibieran al Espíritu Santo, desapareció de nuevo. No sabemos adónde se fue. Si decimos que se marchó, no lo vimos abrir la puerta. Él volvió a aparecer cuando Pedro y los otros discípulos se fueron a pescar al mar, y no sabemos adónde se fue después de esa ocasión. Cuando leemos el Evangelio de Juan, no podemos encontrar versículos que nos digan adónde fue.

  ¿Por qué el Evangelio de Juan no dice adónde fue el Señor? Porque en el Evangelio de Juan no existe el elemento del espacio. Hoy Él está en todas partes. Incluso al estar reunidos aquí esta mañana, Él está aquí. Si hay mil personas sentadas aquí esta mañana, hablando con propiedad necesitamos decir que no sólo hay mil personas, sino mil una personas, porque el Señor Jesús está también aquí. Él es Aquel que sobrepasa los límites del tiempo y también es Aquel que sobrepasa los límites del espacio. Ustedes deben prestar atención a estos dos puntos cuando lean el Evangelio de Juan.

  Recuerden que en Su encarnación Él vino, no del cielo a la tierra, sino de Dios al hombre. Asimismo en Su muerte y resurrección Él no fue de la tierra al cielo, sino del hombre a Dios. Los lugares que Juan menciona son personas, y no simplemente lugares.

  En tercer lugar, el Evangelio de Juan abarca el tema de que la vida está en el Señor. El primer versículo de este libro dice: “En el principio era la Palabra”. Esto habla acerca del principio, de Dios mismo. Luego el versículo 3 habla de la creación, y el versículo 4 dice que en Él estaba la vida. El universo entero es una historia acerca de la vida, y esta vida está en Él. Cuando usted lee Génesis, primero ve la creación, y después la vida. Esa vida representada por el árbol de la vida en Génesis 2 está en Él. Por favor, presten atención a la secuencia en Juan. Juan empieza diciendo que en el principio era Dios; luego habla acerca de la creación de Dios, y después nos dice cómo Dios vino para ser la vida del hombre porque la vida estaba en Él. A partir de allí, todo el Evangelio de Juan habla acerca de que la vida está en Él. Es a esto que debemos prestar atención.

  En cuarto lugar, el Evangelio de Juan se divide en dos secciones principales. Una sección habla acerca de la venida del Señor, y la otra de Su ida. Del capítulo 1 al 13 nos habla de la encarnación del Señor, de Su venida. En el capítulo 14 se da un giro. Del capítulo 14 hasta el final del libro se nos habla de la muerte y la resurrección del Señor, de Su ida. Sin embargo, la venida y la ida del Señor aquí no contienen el elemento de tiempo ni de espacio. La encarnación del Señor es la venida de Dios a los hombres para estar entre ellos, la entrada de Dios en el hombre. El propósito de la muerte y la resurrección del Señor es introducir al hombre en Dios. No existe aquí el elemento de espacio ni de lugar.

  Por consiguiente, en el capítulo 14 se da un gran giro. Del capítulo 1 al 13 se nos habla acerca de la encarnación, de cómo Él trajo a Dios para estar entre los hombres e introdujo a Dios en el hombre, y de cómo hace que el hombre vea a Dios, le toque y le reciba. Éstas son cosas relacionadas con la encarnación, que es la llegada de Dios a los hombres para estar entre ellos. Sin embargo, el hombre aún no había entrado en Dios, así que comenzando a partir del capítulo 14, este Evangelio nos dice cómo Él introduce al hombre en Dios. Antes del capítulo 14 no encontramos una expresión como “permaneced en Mí”; Él no podía decir esto. Pero en el capítulo 14 Él dijo: “En aquel día vosotros conoceréis que [...] vosotros [estáis] en Mí” (v. 20). Antes que llegara “aquel día”, los discípulos no podían conocer esto, pues no era posible tener esa experiencia. Pero la historia después del capítulo 14 es una historia de “aquel día”.

  Por lo tanto, cuando leamos el Evangelio de Juan, debemos prestar atención a estos puntos. Los capítulos del 1 al 13 abarcan la situación y la historia de la encarnación del Señor, la cual hizo que Dios pudiera estar entre los hombres e introducirse en el hombre. Luego, a partir del capítulo 14 vemos el camino que siguió el Señor para introducir al hombre en Dios. Espero que ustedes, hermanos y hermanas, puedan seguir estos principios para que lean el Evangelio de Juan de una manera apropiada. En los siguientes días, de manera específica, centraremos nuestro estudio en los escritos de Juan. Creo que esto nos permitirá a todos tener un mejor entendimiento de la edificación de Dios. Después de estudiar de esta manera, entenderemos exactamente qué es el edificio de Dios en el universo.

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