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Mensajes del libro «Comunión en cuanto a la urgente necesidad de los grupos vitales»
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COMUNION ACERCA DE LA URGENTE NECESIDAD DE LOS GRUPOS VITALES

MENSAJE QUINCE

OTRA SERIA CONVERSACION ACERCA DE LA PRACTICA DE LOS GRUPOS VITALES

LA NECESIDAD DE REGENERACION, TRANSFORMACION Y CONFORMACION PARA SER UNA NUEVA CREACION

  La revelación básica del Nuevo Testamento es que nosotros los descendientes de Adán, no importa si somos pecadores o justos, buenos o malos, no somos más que una vieja creación. Si usted es bueno o malo, de todos modos necesita ser regenerado. Aun si nosotros no fuésemos pecadores, igualmente necesitaríamos ser regenerados. Muchos tienen el concepto de que necesitamos ser regenerados porque somos malos. Pero todas las personas, sean buenas o malas, necesitan ser regeneradas.

  En Génesis 2 vemos dos árboles: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal (v. 9). Esto demuestra que el bien no pertenece a la vida. El bien pertenece a Satanás. La intención de Dios no es tener un hombre bueno; Su intención es producir un hombre nuevo a partir del viejo hombre. Por eso es que necesitamos renacer, es decir, ser regenerados con la vida divina. El concepto básico de la revelación neotestamentaria es que necesitamos ser una nueva persona.

  Nicodemo era una persona moral y de clase alta, que consideraba a Cristo como un maestro que había venido de parte de Dios (Jn. 3:2). Esto quiere decir que él posiblemente pensó que necesitaba mejores enseñanzas para poder mejorar. Pero el Señor Jesús le respondió: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (v. 3). Nacer de nuevo significa renacer, lo cual es ser regenerado con la vida divina, una vida diferente a la vida humana recibida por medio del nacimiento.

  Después de nacer de nuevo, aún tenemos mucho de la vieja creación; así que la Biblia pasa a mostrarnos que después de ser regenerados necesitamos ser renovados (Ef. 4:23; Ro. 12:2; 2 Co. 4:16). En 2 Corintios 3:18 se nos muestra que mientras contemplamos al Señor a cara descubierta, somos transformados a Su imagen. Romanos 8:29 nos dice que necesitamos ser conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios. El es totalmente diferente del hombre natural, de nosotros. Necesitamos ser renovados, transformados y, finalmente, conformados a la imagen de Cristo. Después de ser regenerados, tal vez amemos al Señor y le busquemos. Tal vez seamos muy religiosos, piadosos y aun devotos, pero seguimos en la vieja creación. Todos necesitamos ser regenerados, transformados y conformados a la imagen de Cristo.

LA NECESIDAD DE TRANSFORMACION EN NUESTRA MANERA DE ORAR

  Por esto he tratado de calibrar la manera de orar. Nuestra antigua manera de orar no provenía de la nueva creación sino de la vieja creación, y concordaba con la manera vieja y natural. Ahora me gustaría leer algo que Watchman Nee dijo en su comunión acerca del ministerio de oración de la iglesia, y hacer algunos comentarios al respecto. El hermano Nee dijo:

  Durante nuestra oración, también debemos estar en guardia contra las oraciones que no son oraciones.

  Hermanos y hermanas, debemos ser quebrantados en la oración. Ser quebrantados significa llegar a nuestro fin. Ser quebrantado significa “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20a).

  Quiero recalcar las palabras del hermano Nee acerca de que debemos estar en guardia contra las oraciones que no son oraciones. Podemos orar mucho, pero lo que digamos tal vez no sea una verdadera oración. Es por esto que he calibrado nuestra oración. Podemos llegar a pensar que en tanto que uno ore, está haciendo algo maravilloso. Cuando alguien ora, quizá creamos que al haber orado éste, hizo una verdadera oración. Pero el hermano Nee dice que durante nuestra oración, debemos estar en guardia contra las oraciones que no son oraciones.

  A continuación el hermano Nee dice:

  Satanás no solamente tratará de quitarnos nuestro tiempo de oración, y despojarnos de la fuerza para orar; él incluso vendrá para hacer que, mientras oramos, digamos muchas cosas incoherentes, confusas, triviales y hablemos vana palabrería. El hará que pidamos en vano y que perdamos el tiempo.

  Estas palabras incoherentes, confusas, triviales y vanas pueden salir cuando hacemos oraciones largas. Las oraciones largas están llenas de tales palabras. Satanás usa estas oraciones largas para agotarnos, quitándonos así nuestra energía. Podemos orar por diez minutos, pero estos diez minutos pueden ser una pérdida de tiempo.

  El hermano Nee añade:

  El tratará de ocupar nuestro tiempo para que nuestra oración sea ineficaz. Muchas oraciones carnales, viejas, largas, terrenales, sin corazón y sin sentido, consumen el tiempo y son un desperdicio.

  La palabra terrenales no significa meramente corrientes sino también algo mundano, natural y carnal. Algo terrenal no es espiritual sino carnal; no es santo ni celestial sino mundano. Tales oraciones largas y terrenales consumen el tiempo y son un desperdicio. Debemos darnos cuenta de que muchas veces en nuestras reuniones anteriores, nuestras oraciones eran así.

  El hermano Nee luego dice:

  Parece que oramos por costumbre. Pero en realidad dentro de estas oraciones hay sugerencias, instigaciones y engaños de Satanás.

  El hermano Nee era más estricto que yo. El creía que en estas oraciones largas, hasta había sugerencias, instigaciones y engaños de Satanás.

  El dijo:

  Si no somos vigilantes, nuestra oración no tendrá sentido ni fruto. Un hermano contó una anécdota que leyó en la biografía de Evan Roberts. Una vez había algunas personas en su casa orando. A la mitad de la oración de un hermano, el hermano Roberts se levantó y le tapó la boca, diciendo: “Hermano, no siga. Usted no está orando”. El hermano que leyó esta anécdota dijo para sí: “¿Cómo pudo atreverse a hacer algo así?”. Pero luego se dio cuenta de que el hermano Roberts tenía razón. Muchas palabras dichas en nuestras oraciones salen de la carne instigadas por Satanás. Es posible que estas oraciones sean largas, pero muchas de ellas no son prácticas y son inútiles. Hermanos y hermanas, esto es un hecho. Muchas veces en nuestra oración, parece que damos vueltas alrededor de la tierra. El tiempo es desperdiciado y la fuerza agotada, pero no se dice nada en la oración acerca de un punto específico. No podemos esperar que Dios conteste esta clase de oración. Esta clase de oración no tiene ningún valor espiritual. Entonces, cuando oramos, tenemos que ser vigilantes y no emplear mucho tiempo ni dar muchas razones.

  Cuando oramos, no deberíamos dar muchas explicaciones. En vez de darle al Señor una descripción con muchas detalles, deberíamos simplemente decirle lo que queremos. Hace poco, en una reunión de colaboradores, le dije a los hermanos que su oración había mejorado mucho. Pero a unos pocos colaboradores aún les gustaba darle al Señor muchas explicaciones en su oración. No necesitamos darle explicaciones al Señor para que nos dé poder. Deberíamos simplemente decir: “Señor, danos poder”. Las explicaciones son sólo una decoración para nuestra oración. Decoramos nuestra oración con muchas explicaciones que hacen de nuestra oración un derroche.

  El hermano Nee prosigue diciéndonos cómo deberíamos orar:

  Más bien, deberíamos decirle a Dios lo que está en nuestro corazón en una forma sincera. Nunca deberíamos rellenar nuestra oración con un montón de palabras vacías.

  Esto nos demuestra que necesitamos ser transformados no solamente en nuestra vida diaria sino también en la oración que hacemos en las reuniones. Algunos santos entre nosotros estaban acostumbrados a orar muchas veces en la reunión de oración con oraciones largas. Esto significa que su oración no estaba transformada.

NUESTRA NECESIDAD DE SER TRANSFORMADOS EN TODO

  Muchos de ustedes han sido calibrados exteriormente en su oración, pero me preocupa que no hayan sido transformados y conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios. Me preocupa que estén comportándose centrándose sólo en lo exterior. Comportarse de esta manera es fingir, y fingir es una mentira bien vestida. Es posible que usted tenga cierta apariencia exterior, una capa que le cubre, sin que haya una verdadera transformación en usted. Necesitamos ser transformados en nuestra oración, en la manera en que adoramos y en nuestra vida de reunión. Necesitamos ser transformados en todo.

  El Nuevo Testamento nos exige que seamos regenerados, renovados, transformados y conformados a la imagen de otro, a la imagen del Hijo primogénito de Dios. ¿Quién es el Hijo primogénito de Dios? Es aquel que, siendo tanto Dios como hombre, pasó por la muerte y resurrección. Como el mismo Dios, El se hizo hombre, y fue un hombre perfecto; pero aun este hombre perfecto tuvo que pasar por la muerte y la resurrección. La muerte y la resurrección lo transformaron.

  Antes de Su encarnación Cristo, como ser divino, ya era el Hijo de Dios (Jn. 1:18; Ro. 8:3). Por medio de la encarnación Cristo se vistió de un elemento, la carne humana, que no tenía nada que ver con la divinidad. Esa parte de El necesitaba ser santificada y elevada al pasar por la muerte y la resurrección. Por medio de la resurrección Su naturaleza humana fue santificada, elevada y transformada. Entonces, por medio de la resurrección El fue designado Hijo de Dios con Su humanidad (1:4; Hch. 13:33; He. 1:5). Necesitamos ser transformados y conformados a la imagen de Aquel que pasó por la muerte y la resurrección para llegar a ser el Hijo primogénito de Dios.

LA NECESIDAD DE NEGAR NUESTRO SER

  El Señor Jesús también nos dijo que si queremos seguirlo, tenemos que negarnos (Mt. 16:24). El yo incluye todo nuestro aislamiento, individualismo, modo de ser, carácter y peculiaridad. El yo es toda nuestra persona natural. Necesitamos negarnos a nosotros mismos no solamente en la oración sino también en todo lo demás. En la vida de iglesia, muchos de nosotros nos comportamos y actuamos según lo que somos, y lo que somos es absolutamente natural.

  Usted pude ser una persona muy buena, pero su bondad es una ofensa al Espíritu. Usted es bueno, pero no está en el Espíritu. Usted es bueno, pero lo es en su yo, en su vida natural.

UN VERDADERO CAMBIO EN LA TRANSFORMACION

  Algunos han estado en el recobro por años, pero no ha habido un verdadero cambio en ellos. Tal vez hayan cambiado mucho de lo malo a lo bueno. Ese es el cambio que vemos. Pero éste no es el cambio causado por la transformación de la vieja creación a la nueva creación. Aceptamos el cambio que procede de la transformación. Pero no aceptamos el cambio de que antes era uno malo y ahora es bueno. Necesitamos un cambio de la vieja creación a la nueva creación. No queremos un mero cambio exterior. La transformación es algo interno, que trata con la constitución de nuestro ser. La transformación implica una especie de metabolismo; es un cambio interior efectuado al ser añadido un nuevo elemento a la misma esencia de nuestro ser.

  Hay muchas cosas relacionadas con nosotros y con nuestro servicio en la vida de iglesia que no están en el Espíritu. Pueden ser cosas lindas y hasta buenas, pero no están en el Espíritu. Lo que necesitamos es la transformación. De no ser así, la vida de iglesia no puede existir como debería. De lo que sí hay mucho entre nosotros es lo natural, lo cual proviene de la vieja creación.

  Podemos tener muchas cosas buenas en la vida de iglesia, pero la Biblia pone al bien junto con el mal en la categoría del árbol del conocimiento del bien y del mal. Tanto el bien como el mal son de la misma categoría, del mismo árbol. Existe otro árbol que es muy simple: el árbol de la vida. La vida es puramente Dios, así que el árbol de la vida es el árbol de Dios.

EL MODELO DE PABLO

  Pablo nos dijo que él antes de recibir al Señor, había alcanzado lo mejor de su religión (Gá. 1:14). Hasta llegó a decir que era irreprensible en cuanto a la justicia que es por la ley (Fil. 3:6). Pablo era irreprensible en cuanto al juicio del hombre, pero finalmente dijo: “Estoy crucificado”. No importa si yo soy bueno o malo, “con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20a). Entonces, en nuestra oración y en todo lo que hagamos en la vida de iglesia, debemos tener la seguridad que no somos nosotros los que obramos, sino Aquel que lo hace todo, que pasó por la muerte y resurrección y que ahora vive en nosotros. Esto es vivir una vida de transformación.

CINCO PUNTOS CRUCIALES PARA NUESTRA BUSQUEDA

  Los grupos vitales han existido por nueve semanas. Hasta ahora, he abarcado cinco cosas principales que ustedes deben procurar.

Procuremos compenetrarnos

  Primero necesitamos compenetrarnos orando mucho y minuciosamente en amor. Esta compenetración no se da de una vez por todas. Necesitamos practicar esta compenetración hasta que veamos al Señor. Aún no estamos totalmente compenetrados. A fin de ser compenetrados, necesitamos liberar nuestro espíritu.

  En realidad, cuando hablo de que necesitamos liberar nuestro espíritu, esto no solamente significa orar. Cuando nos reunimos en los grupos vitales, debemos liberarnos al abrirnos entre nosotros. Quizá hayamos estado juntos por años, pero no nos conocemos realmente. Por el contrario, preferimos escondernos de los santos en ciertas cosas. Temo que ninguno de nosotros está realmente abierto. Todos fingimos ser “buenos” miembros de los grupos vitales. Es posible que lleguemos a tiempo y nos comportemos como buenas damas y buenos caballeros, pero esto es aislarnos. No queremos hablar abiertamente con los santos en nuestro grupo vital porque estamos aislados. Hablar abiertamente con una comunión íntima y total en Cristo es liberarse.

  No nos abrimos a los demás, porque tememos que nos conozcan. Como resultado, no podemos recibir la sanidad interior del Señor. Puede ser que estemos enfermos de “gangrena”, pero preferimos cubrir y esconder nuestra enfermedad de los demás. Necesitamos ver que los demás miembros de nuestro grupo vital son nuestros médicos. Si nos abrimos en la debida forma a los santos de nuestro grupo, seremos sanados. Pero en vez de abrirnos, nos escondemos. Algunos son liberados, pero no totalmente, porque no están acostumbrados a abrirse a los demás. No estamos abiertos; estamos cerrados y aislados.

  Cuando nos reunimos, tal vez pensemos que no haya mucho que hacer. He dicho que las reuniones de grupo son el ochenta por ciento de la vida de iglesia, y lo más importante de las reuniones de grupo es reunirse para tener comunión en una forma íntima, minuciosa y espontánea. Tal vez una hermana empiece diciendo: “No soporto a mis hijos. ¿Me podrían decir cómo vencer mi mal genio?”. ¿Por qué no empezamos a abrirnos en esta forma? En vez de ver una escena de comunión íntima en los grupos vitales, yo veo una escena de buen comportamiento. Todos guardan compostura. Nadie quiere cometer un error. Todos quieren ser unos “buenos muchachos” y unas “buenas muchachas”. He visto esto por muchos años, y esto me indigna. Yo quiero ver un grupo de santos que juntos procuren ganar más del Señor Jesús.

  Pero ¿dónde podemos ver un grupo de santos que ponen en práctica actualmente la revelación neotestamentaria? ¿Quién se está negando? ¿Quién está siendo renovado, transformado y conformado a la imagen de Aquel que pasó por la muerte y la resurrección? Gradualmente hemos caído en la práctica rutinaria de la vida de iglesia, pero ¿dónde está el Espíritu y dónde está la dirección del Señor? No hay mucha guía del Espíritu entre nosotros. Por el contrario, usted actúa a su manera y yo actúo a mi manera. Usted ora a su manera y yo oro a mi manera. ¿Quién va a ser corregido? ¿Quién va a aprender? Si no somos corregidos y transformados interiormente, entonces ¿dónde está la vida de iglesia?

  Hemos perdido el impacto para ganar pecadores porque somos un grupo de personas que se comportan bien. No tenemos la verdadera espiritualidad del poder de lo alto, el impacto. Casi en todo, hemos perdido nuestro impacto espiritual. Por eso necesitamos un entrenamiento estricto. De lo contrario, no habrá remedio para nuestra situación. Amamos el recobro, amamos al Señor, amamos la iglesia y somos muy buenos. Nos comportamos de tal manera que no ofendamos a nadie ni cometamos errores en la vida de iglesia. Pero eso no es la vida de iglesia. Eso es una especie de club social exclusivo. Sin embargo, la vida de iglesia es un grupo de personas que aman y buscan a Jesús.

  Aquellos que aman a Jesús son, después de haber sido regenerados, los que siguen adelante para aprender la lección de negarse a sí mismos en todo a fin de poder ser renovados. Ellos viven, sirven y se reúnen no por su quehacer o corrección sino por la dirección del Espíritu Santo. Ellos están siendo renovados aun en la manera en que tratan con sus hijos y en la manera en que hablan con su esposa.

  Un hermano que está en el proceso de ser renovado tal vez confiese: “Señor Jesús, estoy equivocado en mi actitud, en mi sentir interior, en mi expresión, en mi palabra y en el tono en que hablo con mi esposa. Todas estas cosas son de la vieja creación”. Nuestras palabras pueden estar bien, pero el tono en que hablamos puede no estarlo. El tono no está en el Espíritu. Los esposos necesitan confesar al Señor sus sentimientos, actitudes, expresiones, y el tono y las palabras que usan con sus esposas. Necesitamos confesar al Señor que la forma en que hablamos con nuestras esposas no está en el Espíritu. Los hermanos pueden fingir ante los santos, pero no pueden fingir ante sus esposas. Muchas veces las palabras de los esposos para con las esposas no son espirituales.

  Esto demuestra que necesitamos ser transformados en todo. El Señor necesita un grupo de personas que hayan sido regeneradas, renovadas, transformadas y conformadas al Hijo primogénito de Dios para ser edificadas. Esta edificación es el Cuerpo y la vida práctica de iglesia.

  Yo aprecio que el Señor haya levantado tantas iglesias sobre la tierra, pero la verdadera situación de las iglesias con respecto a la práctica de la manera ordenada por Dios no está en el nivel adecuado. Por eso necesitamos levantar los grupos vitales. El remedio está aquí. En nuestros grupos vitales, necesitamos orar mucho y minuciosamente para que podamos compenetrarnos con otros en amor. Siempre que nos reunamos, deberíamos abrirnos los unos a los otros para tener una comunión íntima y completa.

Busquemos ser llenos del Espíritu interior y exteriormente

  Primero, tenemos que orar para poder compenetrarnos con otros en amor. Segundo, debemos buscar al Espíritu. Debemos orar continuamente: “Señor, lléname. Infúndete como Espíritu en mi ser, en mi constitución intrínseca, y derrámate como el Espíritu de poder sobre mí”. Tenemos que orar cada día. Esta debería ser nuestra práctica hasta que el Señor regrese.

Oremos sin cesar ejercitando nuestro espíritu para redimir el tiempo

  Tercero, tenemos que orar sin cesar (1 Ts. 5:17) ejercitando nuestro espíritu (1 Ti. 4:7) para redimir el tiempo (Ef. 5:16). Necesitamos practicar esto cada día. Una hermana que sea ama de casa puede orar mientras cocina o mientras lava los platos. Esto es orar sin cesar.

  Necesitamos estar atentos a la oración porque estamos en una batalla diaria. Una madre puede enojarse con sus hijos, pero si aun ella confiesa su derrota al Señor, no es un buen modelo. Tal vez los niños reciban una impresión que nunca olvidarán. Como resultado, se ofenden y la madre es derrotada por Satanás. Nuestra vida cristiana diaria es una batalla. No estamos peleando contra carne y sangre sino contra principados, potestades y huestes espirituales de maldad de las regiones celestes (Ef. 6:12). Satanás y sus subordinados observan qué clase de vida llevamos. Ellos miran cómo una hermana trata a sus hijos y a su esposo. Es por esto que necesitamos orar todo el tiempo.

  La única manera en que podemos liberar nuestro espíritu es orar. No deberíamos orar en nuestra manera habitual, natural, reiterativa y rebuscada. Necesitamos presentar nuevos puntos en nuestra oración. Si una hermana tiene hijos, puede mencionar los nombres de sus hijos al Señor tres veces al día. También podemos orar por todos los santos que están en los grupos vitales. Cada santo debe tener una lista escrita de los nombres de todos los santos que están en los grupos vitales. Mientras una hermana lava los platos, puede tener esta lista cerca y orar: “Señor, recuerda a la hermana fulana; recuerda al hermano fulano...”. Esta es la verdadera oración. Esto no es una composición elaborada; no es una larga oración que nos hace perder el tiempo y agota nuestra energía. Podemos orar por las iglesias del condado de Orange, por las iglesias del sur de California, por las iglesias del resto de California, por todas las iglesias de los Estados Unidos, y por las iglesias de todo el mundo. Necesitamos orar sin cesar.

  También debemos orar para ser renovados, transformados y conformados a la imagen de Cristo. Entonces tendremos cierta transformación cada día. No seremos los mismos que éramos hace tres años, o hace tres días. Necesitamos ser renovados, transformados y conformados cada día. Esta es la manera de vivir a Cristo y de ser edificados como el organismo del Dios Triuno. Esta es la verdadera vida de iglesia.

  No deberíamos pensar que es suficiente haber salido de las denominaciones y reunirnos sobre el terreno de unidad. ¿Qué podemos decir del contenido de la vida de iglesia? ¿Deberíamos estar satisfechos con una vida de iglesia en la cual nos reunimos rutinariamente y tenemos un programa para servir según nuestra manera natural? Quizá los ancianos sepan que necesitan hacer algo, pero no se animen a tocar ni a corregir a algunos de los santos porque éstos se podrían ofender fácilmente. Por esta razón me vi forzado a tener este entrenamiento para establecer los grupos vitales. He estado hablando de la nueva manera, la manera ordenada por Dios, por ocho años, pero no son muchos los que la practican en una manera total. En este entrenamiento debo ser fiel y decirles la verdad. No los puedo engañar. Espero que ustedes reciban misericordia del Señor y no se ofendan sino que sean perfeccionados.

No hagamos las cosas a nuestra manera sino en coordinación

  Cuarto, necesitamos ser perfeccionados para hacer las cosas en coordinación, no según nuestra manera. No podemos llegar a ser miembros calificados y equipados del grupo vital de la noche a la mañana. Se requieren meses para que seamos edificados. Tenemos que orar para que podamos ser compenetrados, para que podamos ser llenos del Espíritu, para que podamos redimir nuestro tiempo orando sin cesar, y para que podamos servir, no de acuerdo a nuestra manera sino en coordinación, prestos a dejar nuestra libertad.

Tratemos con nuestra manera de ser, carácter y rasgos peculiares

  Quinto, necesitamos orar por el trato con nuestra manera de ser, carácter y rasgos peculiares. Estas tres cosas son lo más difícil de tratar en la vida de iglesia. Todos tenemos el yo, y éste está constituido de nuestra manera de ser, nuestro carácter y nuestros rasgos peculiares.

  No hace mucho me alegré de ver que algunos entre nosotros ejercían su función, algunos que antes solían estar en silencio en las reuniones. Algunos de nosotros hemos estado viniendo a las reuniones por años y guardamos silencio. Necesitamos la misericordia del Señor para que nuestra silenciosa manera de ser tenga un cambio interno y metabólico. Necesitamos decir: “Señor, ten misericordia de mí. Renuévame y transfórmame. Transforma cada parte de mi ser; transfórmame en mi vida diaria y en mi servicio a Ti en la vida de iglesia. Transfórmame en la manera en que oro, especialmente en la forma en que lo hago en las reuniones”. Necesitamos ver que nada de lo que hagamos en nuestro hombre natural es aceptable al Señor.

  Algunos santos han sido fieles al recobro del Señor por muchos años, pero siguen siendo los mismos. Pablo dijo en 2 Corintios 4:16 que necesitamos ser renovados de día en día. No deberíamos ser los mismos de hace tres días. Necesitamos ser diferentes cada día al ser renovados. Si nunca gritamos, debemos ser transformados y así gritaremos: “¡Alabado sea el Señor!”.

  Por causa de que permanecemos en nuestra manera de ser natural, no vemos la verdadera vida de iglesia entre nosotros. Hemos perdido nuestro impacto e influencia. Somos un grupo de personas que sirven al Señor fielmente, pero estamos sirviendo y reuniéndonos en una manera rutinaria y mecánica. Como resultado, no tenemos nuevos bajo nuestro cuidado, y así la iglesia ha llegado a un estancamiento. El remedio para esta situación está en los grupos vitales. Todos tenemos que ser transformados.

GANEMOS CANDIDATOS PARA NUESTRA PREDICACION DEL EVANGELIO

  Necesitamos orar para ganar los candidatos para nuestra predicación del evangelio. Debemos hacer una lista de parientes cercanos y de conocidos. Luego necesitamos orar diciendo: “Señor, de entre éstos, ¿a quiénes debo tomar primero como mis candidatos para Tu evangelio?”. El Señor nos guiará. No debemos escoger más de cinco personas en nuestra lista como primeros candidatos para traerlos al Señor. Puede ser que de estos cinco, tres no estén disponibles. De todos modos debemos aprender a prepararnos y a preparar nuestros candidatos, los objetivos de nuestra obra. Necesitamos orar por ellos durante unos tres meses. Entonces podemos ir a visitarlos.

  Esta clase de selección y oración por aquellos a quienes escogimos producirá impacto en ellos. No es ideal tocar puertas “frías”, puertas de personas que no conocemos. Debemos encontrar la manera de conseguir puertas “cálidas”, puertas de personas que conocemos o que nos han sido recomendadas por otros.

  Necesitamos darnos cuenta de que el resultado de nuestra labor sólo se podrá contabilizar bien en el futuro. En la actualidad, los cinco que hemos escogido como nuestros candidatos tal vez no estén disponibles. Pero después de tres años, es posible que todos ellos estén disponibles debido a nuestras oraciones. Nosotros no sabemos cuándo el Señor contestará nuestra oración. Simplemente laboremos. El apóstol Pablo nos prometió que nuestro trabajo en el Señor no sería en vano (1 Co. 15:58). Yo creo que cada minuto que empleamos trabajando en el servicio del Señor es registrado por el Señor.

  Conforme al principio del Nuevo Testamento, nadie es salvo directamente. Una persona es salva por medio de otra o por la oración de alguien. Dios tal vez haya escogido a su primo y haya decidido salvarlo. Pero si usted no ora por él, nadie va a hacerlo. Así que Dios no podrá hacer nada a menos que usted ore. Su oración preparará el camino y pondrá las vías sobre las cuales el “tren” de Dios se podrá mover. La oración es muy importante, por lo tanto tenemos que orar durante dos meses. Luego saldremos. Cada día debemos emplear tiempo para equiparnos, estar calificados y prepararnos para llevar a cabo nuestra labor de ganar pecadores para el aumento de la iglesia.

LA NECESIDAD DE ENTRENAMIENTO Y APRENDIZAJE A FIN DE PRACTICAR LA MANERA ORDENADA POR DIOS

  Después de escoger nuestros candidatos para el evangelio, necesitamos considerar qué libro o qué versículos de la Biblia podemos usar con ellos. Es por esto que necesitamos ser entrenados con los versículos apropiados de la Escritura. Algunos versículos son buenos para una clase de personas, y otros versículos son buenos para otra clase de personas. Luego debemos ser entrenados en la manera de usar estos versículos. Juan 3:16 es un buen versículo, pero muchos no saben cómo usarlo.

  También tenemos que ser entrenados en la manera de cuidar a los nuevos que hemos ganado. Tal vez el Señor no le dé a usted un nuevo por un año. Entonces usted le preguntará al Señor: “Señor, ¿por qué no me das nuevos?”. El Señor respondería: “A la hermana tal le he dado cinco nuevos y ella no puede cuidarlos a todos. ¿Por qué no le ayudas?”. Las madres saben que cuidar de los hijos apropiadamente requiere mucho aprendizaje. Hemos perdido muchos nuevos en el pasado porque no éramos las madres apropiadas para cuidarlos. Con el tiempo, llegaremos al punto donde nosotros y los nuevos que estén bajo nuestro cuidado aprenderemos a profetizar.

  Espero que consideremos esta comunión seriamente. Si el Señor no puede avanzar con los grupos vitales, nos será difícil continuar. ¿Cuántos de nosotros vivimos conforme a lo que hemos escuchado del ministerio? Muchos de los santos no están muy metidos en el proceso de ser renovados, transformados y conformados. Por el contrario, viven y sirven en la manera natural. Esto es muy serio. Amamos al Señor mucho, pero todavía mantenemos nuestra manera de ser, nuestro carácter y nuestros rasgos peculiares. Siendo éste el caso, no puede haber una verdadera edificación entre nosotros. Necesitamos recibir la comunión de estos mensajes para poder ser renovados, transformados y conformados a la imagen de Cristo. Yo espero que esta comunión sea totalmente captada y comprendida por nosotros.

APRENDAMOS A NEGARNOS Y A SEGUIR EL ESPIRITU INTERIOR

  Un hermano me dijo que cuando se abre para con los santos, él piensa que los mata. Esto se debe a que él pasa mucho tiempo en su vida natural. Tanto para abrirse a otro como para todo, usted necesita aprender a seguir el Espíritu que está en su interior. En su oración y en sus actividades en las reuniones, usted no sigue al Espíritu; es usted solo quien actúa.

  Un hermano puede amar mucho al Señor, pero al Señor le es difícil laborar en él porque es muy fuerte en su vida natural, en lo que él es. Cuando él ora, ora conforme a lo que es. Cuando pide un himno en la reunión, lo pide conforme a lo que él es. Esto demuestra que es muy necesario que neguemos nuestro yo. En Mateo 16:24 el Señor nos dijo que debemos negarnos a nosotros mismos. Pero en Lucas 14:26 el Señor nos dijo que debemos aun aborrecer nuestro ser, nuestra vida del alma. Somos muy naturales. Esto significa que procedemos de la vieja creación. Cualquier cosa que provenga de la vieja creación es carnal y ofende al Señor.

  Un hermano que es fuerte y muy osado en su vida natural monopolizará la reunión. Cuando él oye que debemos abrirnos unos a otros, es el primero en abrirse. Pero él se abre a los santos en su vida natural. Está bien ser abierto, pero usted se debe abrir siguiendo al Espíritu que está en su interior. No olvide que Dios es Espíritu y aquellos que lo adoran deben adorarlo en espíritu (Jn. 4:24). Usted se debe abrir a mí y yo me debo abrir a usted, pero todos debemos hacer esto siguiendo al Espíritu. Por lo tanto, es muy necesario confiar en El.

  Pablo dijo que debemos ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor porque Dios opera en nosotros (Fil. 2:12-13). Tengo a alguien que opera en mí, por lo tanto tengo temor de perderlo. Tiemblo al pensar que lo pueda ofender, pues El no solamente está conmigo sino que también está operando en mí. Entonces, temo, espero y velo, mirándolo a El. Pablo usa la palabra velar, diciendo que para nuestra oración debemos velar (Ef. 6:18). Aun para orar se necesita velar. De lo contrario, es posible que ore equivocadamente. Si no velo en mi oración, podría hacer oraciones largas, oraciones que no son oraciones en realidad.

  Si entramos en la revelación de las catorce epístolas del apóstol Pablo sin ver cómo el Dios Triuno es la gracia práctica para nosotros, podemos quedar muy decepcionados. Esto se debe a que nadie en sí mismo puede practicar lo que Pablo vio y enseñó. ¿Quién puede vivir a Cristo y magnificar a Cristo como Pablo lo hizo? Esto sólo lo podemos hacer por medio del abundante suministro del Espíritu de Jesucristo (Fil. 1:19-21a). El Espíritu todo-inclusivo y abundante está dentro de nosotros, y nos capacita para que vivamos y magnifiquemos a Cristo.

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